Sus espectaculares paisajes vestidos de azul y verde fascinan. Su rico patrimonio sorprende. Su gastronomía -la de siempre y la que reinventa la nueva cantera de cocineros asturianos-, engancha tanto como el placer de compartir unas sidras a la vera del mar o disfrutar del ambiente de una fiesta de prao. La cálida acogida de su gente enamora y el encanto de ciudades como Oviedo, Avilés y Gijón deja huella. Y es que quien pisa la tierrina acaba seducido por su cultura tradicional y por el soplo de aire fresco que aportan las nuevas opciones de ocio del Principado. Quien pisa esta tierrina no la olvida y marcha con una sonrisa en los labios en la que se puede leer un «quiero volver».

Museo de Anclas Philippe Cousteau. Salinas. Asturias

Que lo diga yo, una enamora confesa de Asturias, puede resultar y es subjetivo. Pero no soy la única que opina así sobre este rincón norteño encajado entre Galicia y Cantabria. Según un informe elaborado por el portal Electomanía, esta comunidad autónoma es la mejor valorada por los españoles y encabeza el ranking de las regiones más queridas de nuestro país. Una notable posición que, por supuesto, también se refleja en otro dato cuantitativo: Asturias ha vivido este verano el segundo mejor año turístico de su historia.

Oviedo. Asturias

Las cifras avalan su gran potencial, sí, pero son los sentimientos los que convencen. Y créeme cuando te digo que Asturias no se visita, se siente. Escuchando el discurso del mar, comiendo fabada, tocando la historia, oliendo el frescor que deja el orbayu y contemplando entornos urbanos que se dirían lienzos.

Oviedo, Avilés y Gijón: la corte del Principado

Tres ciudades separadas entre sí por apenas 30 kilómetros. Tres princesas para un Principado. Tres piezas indiscutibles de un precioso puzzle llamado Asturias que he tenido la suerte de volver a pisar hace un par de semanas.

Santa Maria del Naranco y Aviles. Asturias

Tal vez entre ellas exista cierta rivalidad, pero a los ojos del viajero se complementan para cubrir con nota la cara más urbana de este paraíso natural. Un rostro cargado de historia y arte que navega entre el prerrománico asturiano de Oviedo -con las depuradas y armónicas formas de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo a la cabeza-, las avilesinas curvas del Niemeyer y la vanguardia del edificio civil más grande de España: la Laboral Ciudad de la Cultura de Gijón.

Santa Maria del Naranco. Oviedo, Asturias

Centro Niemeyer. Aviles

Laboral Ciudad de la Cultura. Gijon, Asturias

Un trío de ases, diverso y cargado de personalidad, que ejemplifica la pluralidad de este territorio y que nos invita a destilar su esencia desde la experiencia, como un paisano más.

Mi momento en Oviedo, una capital que custodia su pasado para sorprender en el presente

Callejear por su impoluto y peatonal casco histórico lleno de reminiscencias medievales, saludar a las más de cien estatuas que se cruzan en mi camino, conmoverme ante el fascinante dúo medieval que custodia el monte Naranco, coleccionar rayos de sol en el Campo de San Francisco, tomar el vermú en La Paloma, ir de sidras por Gascona, soñar con veladas de ópera en el Teatro Campoamor, merendar en la confitería Rialto…

Plaza de El Fontan. Oviedo. Asturias

Todas estas experiencias típicamente ovetenses, me encantan, sí, pero una destaca del resto: pasear de buena mañana por los alrededores de la plaza de El Fontán, casi en soledad y pulsando el lento despertar de la capital asturiana, como hacen los carbayones más madrugadores. Para recrearme en sus preciosos rincones y paladear la tranquilidad que brinda una pequeña ciudad como esta, donde todo el mundo parece conocerse y el tiempo discurre sin prisa.

Más información: Oviedo, una pieza más de ese precioso puzzle llamado Asturias

Oviedo, Avilés y Gijón: tras los pasos del peregrino

Arte, naturaleza, un patrimonio intangible heredado a lo largo de los siglos… Nadie duda del brutal atractivo de los Caminos de Santiago del Norte Peninsular, declarados Patrimonio Mundial en 2015. Un entramado de rutas de peregrinación cuyo legado, en forma de templos, calzadas, hospitales y albergues, aumenta el valor de un viaje a Asturias que, por supuesto, debe hacer parada y fonda en Oviedo, Gijón y Avilés.

Como el denominado Camino Primitivo, que recorrió por primera vez Alfonso II el Casto y que parte de la majestuosa catedral de Oviedo -hito imprescindible para comprender el dicho de «quién va a Santiago y no al Salvador, visita al vasallo y no al señor»-, para continuar adentrándose, concha a concha, en el occidente asturiano.

Estatua de La Regenta y Catedral de San Salvador. Oviedo. Asturias

O el Camino del Norte, que bordea el litoral cantábrico uniendo en su sexta etapa Gijón y Avilés. En la primera, también conocida como la Villa de Jovellanos, detente en el Muséu del Pueblu d’Asturies para sumergirte, entre hórreos, paneras y casonas hidalgas, en el patrimonio cultural del pueblo asturiano.

Museo del Pueblo de Asturias. Gijon

En Avilés, por su parte, el Camino atraviesa su casco antiguo, declarado conjunto histórico artístico, hasta enfilar los altos de San Cristóbal. Si quieres ahondar en la evolución de la que fue la primera villa costera del Cantábrico, tienes una cita en el Museo de la Historia Urbana de Avilés.

Soportales de la calle Galiana. Aviles. Asturias

Más información: El Camino del Norte: etapa Gijón/Xixón-Avilés

Mi momento en Avilés, la villa medieval más bonita de Asturias

Una ciudad a escala humana que rezuma aires del medievo. Un casco antiguo cuajado de soportales, iglesias y casonas señoriales. Calles que parecen decorados. Una recuperada ría que invita a pasear hasta llegar a esa gran plaza abierta al mar que es el Centro Niemeyer, locales gastro, el mirador de la ermita de Nuestra Señora de la Luz, el cementerio de La Carriona, la cercana playa de Salinas… Y un cinturón de chimeneas al que, egoístamente, acabas hasta cogiendo cariño porque desalienta a los turistas desinformados y preserva Avilés como es, la joya medieval más preciada de Asturias.

Cae la noche en Aviles. Asturias

Bajo la luna y bañada por la luz de las farolas. Si tuviera que escoger un momento en la Villa del Adelantado, sería este. Recorriendo los kilómetros de soportales que hilvanan su centro histórico en calles como Galiana, La Ferrería, Bances Candado o Rivero, deteniéndome a los pies de la iglesia vieja de Sabugo que custodia el antiguo barrio marinero, fijándome en el pavimento que cambia de piedra a loseta… Cuando la ciudad duerme, pero yo no.

Oviedo, Avilés y Gijón: tres anfitrionas del buen comer

A Asturias uno va, entre otros motivos, a comer. A comer muy bien y en cantidades que obligan a dejar aparcada la dieta en el túnel del Negrón. La oferta, avalada por la calidad de la marca Alimentos del Paraíso Natural, es tan variada que resulta inabarcable en una sola escapada, y viaje a viaje descubro nuevas propuestas gastronómicas. Toma nota y, cuando no puedas más, recuerda que nun ye fame ye viciu. Porque aquí se viene a yantar hasta quedar fartuco, o lo que es lo mismo, a asturianizarse bocado a bocado.

¿Tres sugerencias en Oviedo? Probar el galardonado cachopo de La Corte de Pelayo mientras contemplas una bonita vista del Teatro Campoamor, disfrutar de la cocina fusión y el gusto por los detalles de Secreto a voces, y sucumbir a la cocina tradicional de La Pumarada, todo un clásico del Bulevar de la Sidra.

Pastel de cabracho, anchoas del Cantabrico y cachopo

En Avilés, dos propuestas innovadoras y una que siempre es una apuesta segura. Apiñón Bistró, para ser testigo de la desbordante creatividad del chef Pablo Pérez y su deliciosa street food (Galiana, 30), Brujería, un rincón del barrio de Sabugo en el que Jacobo Rodríguez y compañía hacen auténtica magia a la vista de todos dispensando un trato inmejorable (La Estación, 18), y Tierra Astur Avilés que, como el resto de sidrerías de este grupo, basa su carta en productos locales de calidad: quesos, embutidos, ternera asturiana, tortos y rapas…

Tabla de tortos y coulant de zanahoria

Para conocer qué se cuece en Gijón, pásate por Zascandil, el nuevo restaurante de José Luis Camacho que me conquistó con su entrecot de vaca vieja, por Casa Trabanco -un llagar tradicional y familiar fundado en 1925-, por Okaeri, donde descubrí un universo de sabores healthy entre tazas de té (Joaquín Fernández Acebal, 14) y, si el tiempo lo permite, por La Terraza de La Laboral, la nueva apuesta del restaurante La Cocina que dirige con mimo el cocinero Sergio Rama.

Y si te ha sabido a poco, acércate a Casa Gerardo, en Prendes, para descubrir el secreto de una buena fabada de la mano de los hermanos Morán y su estrella Michelin.

La famosa fabada de Casa Gerardo. Prendes. Asturias

Mis momentos en Gijón, la ciudad más vibrante de Asturias

Sí. Esta vez hablo de momentos porque me resulta imposible quedarme solo con uno. ¿Por qué me presta tanto Xixón? Porque se asoma a un Cantábrico que alivia mi corazón marinero, por la magia de Cimavilla, por su brillante combinación de pasado y presente, porque se mueve, porque se quiere, porque es cultura, por su animada vida nocturna, sus paisanos, y, sobre todo, porque es un potente imán que me atrae con fuerza cuando busco un lugar en el que sentirme bien.

Playa de San Lorenzo. Gijon. Asturias

¿Dónde puedes encontrarme si coincidimos? En lo alto del cerro de Santa Catalina, ensimismada con el sonido del mar bajo las 500 toneladas de hormigón que Eduardo Chillida transformó en el Elogio del Horizonte. De culines en el antiguo barrio de pescadores y marisqueras. En el puerto deportivo o paseando por la playa de San Lorenzo al atardecer. En el Savoy, exprimiendo la noche en directo… ¿Dónde quedamos?, ¿en la Plaza del Marqués junto al rey Pelayo o en La Escalerona?

Más información: Gijón, una atractiva ciudad teñida de azul y verde.

Oviedo, Avilés y Gijón. Tan distintas como similares, tan auténticas como se espera, tan sorprendentes que harán que desees volver para sentir de nuevo la belleza del Asturias.