Qué ver en Vigo: pistas para descubrir la mayor urbe de Galicia

Qué ver en Vigo: pistas para descubrir la mayor urbe de Galicia

Bienvenido a Vigo. A una ciudad que nace del mar rodeada de montes. A un lugar donde todas las miradas se dirigen a las Islas Cíes, la joya de su ría. Historias de corsarios y tesoros, un casco viejo empedrado de pasado y presente, cultura marinera, ocio nocturno y playas en las que la naturaleza juega con la arena. Si te preguntas qué ver y qué hacer en Vigo, aquí tienes la respuesta. Voy a mostrarte los secretos de la mayor urbe de Galicia.

Castillo de O Castro, las mejores vistas de Vigo

Se chove, que chova!

Eso sí, deja atrás cuantos estereotipos conozcas. No te quedes solo con su perfil industrial, marcado por la altura de las grúas de los astilleros, ni con la idea de que siempre hace mal tiempo. Tanto uno como otro son claves para entender su idiosincrasia.

Acuérdate de los grandes poetas gallegos como Rosalía de Castro o Valle-Inclán. En sus versos llueve y sopla el viento, cierto, pero los vigueses también disfrutan de días soleados y cielos despejados gracias a un microclima que la diferencia de otras ciudades del norte de Galicia.

Paseo por el puerto de Vigo. Foto de Dani Keral

Tal vez te ocurra como a mí y no sea un amor a primera vista. Quizás necesites patearla a conciencia, contemplarla desde las alturas, mezclarte con su gente al calor de una buena mesa y leer lo que cuentan sus muros.

Si lo haces, es probable que se ancle en tu memoria asociada al término morriña. Yo ahora la siento al pensar en Vigo. Quizá porque el mar me pierde, porque me gustan las ciudades en las que aún quedan cosas por hacer y mucho que conservar. O porque le presté el tiempo necesario para conocerla.

Instantes para el recuerdo. Vigo

Callejeando por Vigo

Qué ver en Vigo: sus preciosos miradores

Para descubrir la fisonomía de esta urbe que vive de cara al Atlántico, reserva un hueco en tu agenda para recorrer sus miradores. Opciones no te van a faltar.

Como O Castro, un monte situado en el corazón de Vigo, a 150 metros sobre el nivel del mar. El ascenso es pronunciado pero se compensa con creces. Restos arqueológicos que evidencian que la ría ya estuvo poblada por numerosos castros en la Edad del Hierro, los jardines y el espectacular mirador de su fortaleza y, cómo no, leyendas de cargamentos de oro y plata. La más importante es la que envuelve la batalla de Rande, en plena Guerra de Sucesión, cuando decenas de galeones españoles acabaron hundidos en el mar. Hasta Julio Verne encargó al Capitán Nemo en 1870 la búsqueda de los tesoros que portaban.

Literatura al margen, en 2011 se localizaron seis nuevos navíos relacionados con esta batalla. Las enormes anclas de otros tres pecios componen el monumento a los Galeones de Rande emplazado en este pulmón verde que atesora las mejores vistas de Vigo.

La ría de Vigo desde el Monte O Castro

Jardines del castillo de O Castro. Vigo

Las Cíes, la ría y la ciudad a vista de pájaro. Es el horizonte que hallarás si te acercas al monte de A Guía, otro ventanal panorámico dominado esta vez por la Ermita de A Nosa Señora das Neves. Un precioso espacio natural, alejado del tráfico, en el que antaño las esposas encendían hogueras a modo de faro para orientar a sus hombres del mar.

Ermita de A Nosa Señora das Neves. Monte de A Guía. Vigo

Otra magnífica atalaya es el mirador del Paseo de Alfonso XII, presidido por el símbolo de Vigo que dio pie a su sobrenombre: la ciudad olívica. Un olivo que crece custodiado por el monumento a los cantores, poetas y trovadores de la ría. Está ubicado en pleno centro y frente a A Fonte, una de las plazas más queridas por los vigueses.

Mirador del Paseo de Alfonso XII. Vigo

Los restos de la fortaleza de San Sebastián, que vigilan los tejados del casco viejo, el mirador del monte de O Cepudo en Valadares o los montes de A Madroa y O Vixiador en Candeán son otros rincones de Vigo que llenarán tu cámara de eternas vistas que se funden en el mar.

Un paseo por el litoral de Vigo

Tras las alturas, toca volver a a nivel del mar, en busca de las joyas naturales que jalonan la franja costera de Vigo, de ancestrales costumbres y de historias que nos transportan al pasado.

Las playas de Vigo

En cualquier listado centrado en qué ver en Vigo no pueden faltar los bellos arenales que se suceden a cada paso. Y es que, en un radio relativamente pequeño, puedes ir saltando de playa en playa recorriendo la línea de la costa. O Adro en el marinero barrio de Bouzas, la familiar Samil, O Cocho y Mourisca, O Vao, La Sirenita o A Punta son algunas que sí o sí debes conocer.

Sin olvidar la playa de Rodas, considerada una de las mejores del mundo y situada en ese tesoro natural llamado Cíes -mi asignatura pendiente y una razón de peso para volver a Vigo.

O Cocho y Mourisca junto al Museo do Mar. Vigo

Playa de Samil. Vigo

La isla de San Simón: una visita imprescindible

Esta isla fue el destino final de una travesía en barco en la que sentí la fuerza de la ría. La grandeza del puente de Rande, el Capitán Nemo emergiendo de las aguas, las tradicionales bateas en las que se crían mejillones y ostras, los imponentes bateeiros… Lugares comunes a los ojos de los vigueses que se tornan únicos para los que vivimos tierra adentro.

Puente de Rande. Ría de Vigo

Bateas en la ría de Vigo

Debido a su estratégica situación, en el extremo más oriental de la ría, San Simón fue testigo de la historia de Galicia. Un pasado marcado por los ataques de vikingos y corsarios como Francis Drake, y por sede de la Orden del Temple. Esta isla también fue el escenario de la ya mencionada Batalla de Rande, leprosería, y el más temido penal franquista durante la Guerra Civil.

Su presente es bien distinto ya que este bucólico edén de jardines, esculturas y piedra es hoy “la isla del pensamiento“, un espacio para la memoria histórica y la creación cultural.

Puente de la isla de San Simón

Isla de San Simón

El puerto

Dado que la industria naval es una de sus señas de identidad, todo recorrido por el litoral de Vigo debe pasar por el puerto, el que más pescado fresco descarga de toda Europa. Los astilleros, la subasta en la lonja, la terminal de contenedores… Desde Teis a Beiramar, un paisaje forjado en metal que la Autoridad Portuaria te ofrece la posibilidad de visitar.

Puerto de Vigo

Qué ver en Vigo: el Casco Vello

Vigo creció desde el puerto y lo hizo cuesta arriba dando forma al centro histórico que aquí llaman Casco Vello, un laberinto de piedra que acoge espacios como la Praza da Constitución, que en su día albergó el ayuntamiento, la Praza da Igrexa donde se alza la Colegiata de Santa María, o la Praza da Pedra.

Praza da Constitución. Vigo

Concatedral de Vigo, conocida popularmente como La Colegiata

Aquí, en este pequeño pueblo inmenso en la gran urbe, late el alma de Vigo. Una ciudad que impone subir y bajar cuantas callejuelas y escaleras se cruzan al paso. Solo así tropezarás con la magia de calles como la Rúa dos Cesteiros donde hoy, como antaño, se siguen vendiendo cestos de mimbre.

Un Vigo que renace día a día recuperando el lustre de sus fachadas y que se rinde al noble arte del terraceo a la menor ocasión brincando entre clásicas tascas y nuevos fichajes gastronómicos.

Rúa dos Cesteiros. Vigo

Praza da Pedra. Que ver en Vigo

Y, cómo no, un Vigo por el que discurre el Camino de Santiago en su ruta portuguesa, que sorprende con su propia Porta do Sol que no tiene reloj pero sí un Sireno, se cita en la farola de Urzáiz, se hace un selfie en el Dinoseto de la Praza da Princesa, y se lanza a comprar en la calle del Príncipe antes o después de ver una exposición en el MARCO (Museo de Arte Contemporáneo).

El Sireno, un híbrido de pez y hombre obra del escultor Francisco Leiro. Vigo Dinoseto en la Praza da Princesa. Vigo

Marco, Museo de Arte Contemporáneo de Vigo

Dónde comer en Vigo

Gracias a su localización, entre valles que acarician la ría, la cocina de Vigo es una de las grandes embajadoras de la gastronomía gallega. Pescados y mariscos, productos de la huerta y excelentes carnes son los reyes de una cocina que conquista el paladar en asadores, taperías y restaurantes de vanguardia. Sublimes mariscadas, peixiños fritos, pulpo á feira, un buen churrasco a la brasa, empanadas de zamburiñas, sus famosas ostras, queso de Tetilla, pimientos de Padrón, grelos…

Todo regado con los premiados albariños de la D. O. Rías Baixas que puedes combinar con los caldos de las otras cuatro denominaciones de origen gallegas: Ribeiro, Valdeorras, Ribeira Sacra y Monterrei.

Los sabores del mar representados en esta centolla. Restaurante A Chabola. Vigo Aperitivo en la terraza del Hotel Axis y Ribeiro 7 Cupos en el restaurante Palo Palo. Vigo

Para guiarte entre tanta y variada oferta, aquí te dejo algunas recomendaciones:

Restaurante A Chabola: Tomás Lorenzo es el gerente de esta emblemática casa de comidas, especializada en arroces, pescados y mariscos, que abrió sus puertas como taberna en 1965. A la calidad de sus platos y al impecable servicio se suma su encantadora ubicación a orillas del mar. Dos imprescindibles: tómate un Porto tonic disfrutando de la preciosa estampa de la playa de Arealonga, y no olvides pedir sus deliciosas navajas de buzo a la plancha (Camino Cacharela, 38).

Restaurante A Chabola. Vigo

Acércate a la calle Pescadería, esa que los vigueses llaman la calle de las Ostras, para probar las perlas de la ría de Vigo. Se cultivan en Arcade y cada mañana llegan aquí directas de las bateas.

Progreso 41: Experiencias gastronómicas y ocio confluyen en este urban market que combina comercios tradicionales, espacios para artistas, ludoteca y puestos de comida de lo más diversa. Probar cocina de autor, internacional o gourmet, cortarte el pelo, conocer a los emprendedores locales, comprar fruta, pescado o carne.. Un nuevo concepto de gastromercado y punto de encuentro perfecto para desconectar de la rutina en cualquier momento del día (Ronda de Don Bosco, 41).

Progreso 41

Enoteca Buqué: En locales como este, ubicado en el casco viejo, los vigueses demuestran que para ellos el momento aperitivo es una cita gastronómica imprescindible. Tostas, tapas, tablas de embutidos y una gran selección de vinos en una enoteca con mucho encanto (Palma, 9).

Enoteca Buqué

Quesum: Si eres un cheese lover, te encantará esta tienda-quesería gourmet. De cabra, de oveja, de vaca, nacionales e internacionales… Aprende a distinguirlos y a valorar su calidad apuntándote a alguna de las catas que realizan con regularidad en este templo de los quesos (Av. das Camelias, 121)

Cata de quesos en Quesum. Vigo

Restaurante Marina Davila: Cocina gallega de mercado basada en productos de km 0 e innovadoras técnicas culinarias al servicio de ingredientes de toda la vida. A destacar: los pescados y mariscos del día traídos desde la lonja, y sus dos terrazas con unas espectaculares vistas de la ría y las islas Cíes (Muelle Comercial de Bouza, s/n).

Caballa con pimientos con base de empanada. Restaurante Marina Davila. Vigo Escojas la opción que escojas, te aseguro que acertarás y recordarás los placeres de la cocina de Vigo. Ya lo dijo el Che Guevara: “La nostalgia empieza por la comida».

Dónde dormir en Vigo

Hoteles, hostales, campings, albergues… En Vigo no tendrás problema para encontrar un alojamiento a la medida de tu bolsillo. Tres recomendaciones:

Tryp Los Galeones: Haciendo gala del estándar de esta cadena, Los Galeones es un cuatro estrellas acogedor y actual, con confortables y espaciosas habitaciones. Personal muy amable y a poca distancia de los principales puntos turísticos de la ciudad. (Avenida de Madrid, 21).

Tryp Los Galeones. Vigo

Hotel Axis: Moderno hotel de cuatro estrellas con guiños decorativos a los años 70 situado en el centro. Lo mejor, su azotea, una coqueta terraza con piscina y vistas de escándalo (María Berdiales, 22).

Vigo Plaza: Hotel urbano de dos estrellas con habitaciones funcionales y cafetería 24 horas. Estupenda relación calidad-precio y próximo al Casco Vello (Progreso, 13).

Y cuando cae la noche: salir de copas en Vigo

Luces de neón, música, copas… El mejor termómetro para saber si una ciudad está realmente viva o se apaga al caer el sol es exprimir sus madrugadas. ¿Es como dicen la capital del ocio nocturno de Galicia? A tanto no arriesgo pero en Vigo, créeme, el mercurio se dispara. Si en los 80 su movida la puso en el mapa con Siniestro Total, Os Resentidos y Golpes Bajos capitaneando la contracultura, hoy demuestra con orgullo canalla que la que tuvo, retuvo.

De copas por Vigo

La noche empieza a calentar motores de vinos por la zona vieja, entre tascas cargadas de años y garitos de nueva factura. A partir de aquí, cada peregrino busca su templo. Los devotos del indie y el rock enfilan sus ganas de música en directo o sesiones Dj´s hacia la zona de Churruca (calles Cervantes, Martín Códax o Rogelio Abalde). Los que prefieren éxitos de radiofórmulas, rodearse de gente guapa y locales hasta la bandera, Areal y su entorno, con clásicos como el Ferré, El Atlanta o el 20th Century Rock, un museo del cine y la música en toda regla.

20th Century Rock. Vigo

Aquellos que buscan ver y dejarse ver no dudan en acudir a la zona del Ensanche de Vigo en busca de pubs de moda, vistas al puerto y skylines de lujo. Para rematar la noche, nada mejor que Samil y Beiramar al abrigo de las discotecas que más trasnochan o antes despiertan. Lo dicho, las noches en Vigo son el antídoto perfecto contra el aburrimiento.

Y hasta aquí esta pequeña guía sobre qué ver y qué hace en Vigo, un destino del sur de Galicia, enclavado en plenas Rías Baixas, que bien merece una escapada.

Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #YsinosvamosaVigo organizado por la Asociación de Hostelería de Vigo (Ahosvi), Maruxa Eventos y N8 Comunicación con la colaboración de Alberto Ribas.

Terras de Pontevedra: 6 citas imprescindibles en el corazón de las Rías Baixas

Terras de Pontevedra: 6 citas imprescindibles en el corazón de las Rías Baixas

Entre la sierra y la costa, en el corazón de las Rías Baixas, Terras de Pontevedra espera paciente tu visita para ofrecerte todo aquello que la hace tan especial. Arte rupestre, hórreos que miran al mar, playas de arena fina, espacios protegidos, y pueblos marineros y de interior que se articulan alrededor de la ciudad del Lérez.

Combarro. Terras de Pontevedra
Peregrinos en la ciudad del Lérez. Terras de Pontevedra

Pontevedra, Poio, Marín, Ponte Caldelas, Cotobade, Campo Lameiro y Vilaboa. Estos son los ayuntamientos que conforman este diverso geodestino gallego por el que discurre el Camino Portugués a Santiago. Una atractiva mancomunidad turística que te presento a través de seis propuestas que aúnan cultura, sorprendentes paisajes y un patrimonio gastronómico que apenas necesita presentación. Comenzamos.

Paisaje de las Salinas de Ulló. Terras de Pontevedra

Ruta de los petroglifos: arte rupestre en Terras de Pontevedra

¿Sabías que en esta región se encuentra una de las mayores concentraciones de arte rupestre de Europa? Así es y por ello te recomiendo reservar un hueco en tu agenda para realizar un viaje al pasado que te permitirá conocer el legado de sus antiguos pobladores: la ruta de los petroglifos.

Centro de Interpretación y Documentación de Campo Lameiro. Terras de Pontevedra

El mejor punto de partida para adentrarte en el fascinante mundo de estos grabados en piedra, característicos de la Edad de Bronce, es el Parque Arqueológico de Arte Rupestre Campo Lameiro. Tras aprender a identificarlos y ahondar en los misterios que encierran en su centro de interpretación, podrás recorrer un itinerario de más de 3 kilómetros al aire libre en el que destacan multitud de grabados figurativos como la Piedra de los Caballos, considerado el mejor petroglifo de Galicia. Conocer cómo era un poblado prehistórico, aprender a hacer fuego o adentrarte en un laberinto tridimensional que recrea uno de los símbolos más característicos de los petroglifos de Mogor son algunas de las experiencias que te esperan en Campo Lameiro, la «capital gallega del arte rupestre”.

Aprendiendo a hacer fuego en Campo Lameiro. Terras de Pontevedra

Si quieres ver estos motivos circulares a tamaño real, solo tienes que acercarte hasta Marín y visitar los Laberintos de Mogor, parada imprescindible en esta ruta por sus representaciones en piedra y por las bonitas vistas de la ría de Pontevedra que desde aquí se divisan.

Petroglifos de Mogor. Terras de Pontevedra

La historia que guardan estos valles también se hace presente en el Área Arqueológica de Tourón, con destacadas estaciones rupestres de finales del Neolítico, y en el Centro Arqueológico de A Caeira cuyos grabados zoomorfos y geométricos coinciden en tiempo con los de Campo Lameiro.

Tourón. Terras de Pontevedra

Escenas de caza, ciervos, caballos, espirales, laberintos e ídolos ocultos diseminados en plena naturaleza. ¿Quién se resiste a pasear por los mismos caminos que pisaron nuestros antepasados hace más de 4.000 años?

Combarro y sus hórreos que miran al mar

Hórreos que se asoman a la ría jugando con la marea, piedra, teja, madera, cruceiros, casas marineras y viejas historias de meigas. Así es el escenario que envuelve Combarro, un pequeño pueblo costero, declarado Conjunto de Interés Artístico y Pintoresco en 1972, que enamora nada más pisarlo.

Hórreos en Combarro. Poio, Terras de Pontevedra
Playa de Pinela. Combarro. Terras de Pontevedra

La imagen que buscas está en la playa de Pinela, con su encantador desfile de hórreos y sus vistas a la costa de Poio y Marín. Fotografíalos cuanto quieras pero deja que tus pasos te lleven también al centro histórico de esta perla de las Rías Baixas. Callejea por la Rúa de San Roque, detente en rincones como la Praza da Fonte o A Rúa Cega, admira la arquitectura de sus antiguas viviendas… Sin prisa, sin mirar el reloj. No olvides que estás en una de las villas pesqueras más hermosas de Galicia. ¿Una buena opción para comer? El restaurante Leucoiña, variada carta, buen servicio y con la ría de Pontevedra y el perfil de la isla de Tambo como un comensal más (Rúa do Mar, 33).

Combarro. Terras de Pontevedra

Salinas de Ulló, la gran sorpresa de Terras de Pontevedra

Muy cerca de Combarro, en Vilaboa, donde montaña y litoral se dan la mano, se encuentra uno de los enclaves más sorprendentes de Terras de Pontevedra. Te hablo de las Salinas de Ulló. Ha llovido mucho desde que el Colegio de los Jesuitas de Pontevedra comenzara a explotarlas en 1694. Es más, de su antiguo molino de mareas, uno de los pocos que había en Galicia, solo quedan los restos de sus compuertas. Vestigios de otro tiempo que se perdieron pero que no merman su belleza paisajística.

Salinas y marismas de Ulló. Terras de Pontevedra

Recorrer su perímetro, saltando entre diferentes ecosistemas como el bosque de ribera, las marismas de aguas salobres o la ensenada de San Simón, y pasear por sus muros de piedra, mientras tratas de avistar su rica fauna avícola, supone ganarle a la vida unas horas de paz en un entono protegido que ha sabido preserva su biodiversidad.

El origen de las salinas se remonta al reinado de Felipe IV. Terras de Pontevedra

Aprovechando tu paso por Vilaboa, sube hasta el Mirador de Cotorredondo. La recompensa, unas magníficas vistas que abarcan las rías de Arousa, Pontevedra, Vigo y la isla de San Simón.

Las playas de Terras de Pontevedra

Sea cual sea tu tipo ideal de playa, en Terras de Pontevedra te esperan algunos de los mejores arenales de las Rías Baixas. En la costa sur, por ejemplo, el litoral de Marín discurre entre playas recogidas y semi urbanas entre las que destacan Santo del Mar, Portocelo, perfecta para personas con movilidad reducida, Mogor, frecuentada por los amantes de los deportes náuticos, y la escondida Lapamán que comparte sus tranquilas y cristalinas aguas con Bueu.

Playa de Mogor. Terras de Pontevedra

Por su parte, en los 20 kilómetros de la costa de Poio, encontrarás playas rurales como Laño o ubicadas en entornos forestales como Cabeceira o Lourido. ¿Una recomendación? Acércate a esta última, también conocida como playa da Polvoreira. En este pequeño arenal, resguardado del viento y rodeado de vegetación, contemplé uno de los atardeceres más bonitos que me regaló Terras de Pontevedra. Tampoco pases por alto las playas de Pousada y de Deilán, dos extensos arenales situados en el municipio de Vilaboa.

Atardecer en la playa de Lourido. Terras de Pontevedra

Hablando de playas, déjame presentarte una muy especial, A Calzada, la primera playa fluvial con bandera azul de Galicia. Una zona de baño en la que el río Verdugo, tras adornar con sus riberas la villa de Ponte Caldelas, se remansa rodeado de robles, castaños y abedules y que, una vez más, pone de manifiesto la diversidad de paisajes de esta mancomunidad.

A Calzada. Ponte Caldelas. Terras de Ponteveda

Pontevedra, boa vila

Pontevedra, con su serena belleza, es mucho más que una pequeña capital de provincia. Es una ciudad viva, en la que todo queda a mano, que sucumbe al terraceo cuando el tiempo y el orballo lo permite en plazas como la de la Verdura, la de la Leña, Teucro, Ferrería o en Méndez Núñez, en la que Valle-Inclán vigila el paso de peregrinos, turistas y lugareños. Una ciudad que nos invita a dar un paseo a la vera del río Lérez, a recorrer los puestos del siempre animado mercado de Abastos y, sobre todo, a perdernos por las calles de su casco histórico en busca de un pasado medieval, muy bien conservado, que aparece en cada esquina. En sus casas populares y en las de rancio abolengo coronadas por blasones, en sus pazos, en sus museos y en hitos religiosos de este Conjunto Histórico-Artístico como la Basílica de Santa María la Mayor, el Convento de San Francisco o la iglesia de la Virgen Peregrina, emblema del Camino Portugués. Ya lo dice el dicho popular: «Pontevedra é boa vila. Ninquén a ve que n’o diga.”

Ponte do Burgo. Pontevedra
Praza da Leña. Pontevedra
Estatua de Valle-Inclán. Pontevedra
Iglesia de la Virgen Peregrina. Pontevedra

¿Cuatro propuestas para hacerla un poco tuya?

  • Desayunar entre pinturas, espejos y pilares de hierro en el entrañable Café Moderno, orgullo de los pontevedreses donde solía citarse la flor y nata de la intelectualidad gallega (Plaza San José, 3).
  • Comprar un souvenir gastronómico, léase quesos, mermeladas, embutidos y demás productos de kilómetro 0, en A tenda da Gata, una tienda que aboga por el consumo responsable y la materia prima local (Peregrina, 22).
A Tenda da Gata. Pontevedra
  • Probar el delicioso pulpo á feira y las carnes a la parrilla de la Pulpería y Churrasquería Peregrinus (Profesor Filgueira Valverde, 10).
  • Tomar un vino en la popular taberna La Navarra, testigo fiel de la historia de Pontevedra desde 1925 (Princesa, 13)

El puerto de San Adrián de Cobres

El protagonista de mi última recomendación es el pequeño y tranquilo puerto de San Adrián de Cobres, situado a tan solo 15 minutos de Pontevedra, en un pintoresco paraje de la ensenada de San Simón. Si, como yo, no tienes la suerte de tener el mar cerca, disfrutarás siguiendo con tu mirada el vaivén de las olas, viendo el trajín de barcos que salen cada mañana hacia las bateas donde cultivan mejillones, dejando que el olor de la ría inunde tus pulmones. En esta preciosa postal marinera, pintada de verde y azul, que encuentra en el murmullo de la brisa y en el tintineo de las embarcaciones atracadas en su marina su mejor banda sonora.

Puerto de San Adrián de Cobres en Vilaboa. Terras de Pontevedra
Puerto de San Adrián de Cobres. Vilaboa. Terras de Pontevedra

Cómo llegar y dónde dormir en Terras de Pontevedra

Por carretera: El acceso a Pontevedra se puede realizar por la AP9 que vertebra la Galicia costera de norte a sur. Otra opción es la autovía de las Rías Baixas (A-52) que comunica Pontevedra con la meseta central y Madrid. La estación de autobuses, que conecta con las principales ciudades españolas, está situada en el centro de la ciudad (Rúa da Estación, s/n).

En tren: Hay diferentes conexiones entre Pontevedra y Vigo, Santiago de Compostela, A Coruña y Ourense, así como líneas que enlazan con Madrid, Barcelona, León, Irún, Ponferrada y Portugal.

En avión: Pontevedra no tiene aeropuerto. Los más cercanos son el de Vigo (Peinador) situado a 30 km. de la capital, Santiago de Compostela (Lavacolla) a 59 y A Coruña (Alvedro) a 110 km.

¿Dos opciones de alojamiento en Pontevedra? Hotel Rúas, situado en plena zona monumental. Sencillo, funcional y con un servicio de desayunos muy completo (Sarmiento, 20). Slow City Hostel, también en el casco histórico. Acogedor, con zonas comunes muy cuidadas y enfocado al intercambio social y cultural entre sus huéspedes, muchos de ellos peregrinos (Amargura, 5).

Más información: Web de Terras de Pontevedra

Siete planes para disfrutar de la Costa del Sol, un rincón de Andalucía donde nunca es invierno

Siete planes para disfrutar de la Costa del Sol, un rincón de Andalucía donde nunca es invierno

El Mediterráneo. 320 días de sol al año. 161 km de litoral. Arte e historia. Sorprendentes parajes naturales. Encantadores pueblos tierra adentro y atractivas poblaciones costeras. Gastronomía con sabor a mar y sierra. Gentes que saben disfrutar de la vida. Si con estas pinceladas aún te preguntas por qué la Costa del Sol es uno de los destinos más codiciados de nuestro país, te propongo siete planes para descubrir este enclave del sur de Andalucía donde nunca es invierno. Prepara tus cinco sentidos. Los vas a necesitar.

Antequera. Costa del Sol Playa de La Malagueta, Málaga. Costa del Sol Me dejo en el tintero el desfiladero de los Gaitanes y su espectacular Caminito del Rey, Mijas, Frigiliana, Casares, los Montes de Málaga y muchas más propuestas que harían de este artículo una tentadora enciclopedia. No importa. Una vez que conozcas todo lo que la Costa del Sol tiene reservado para ti, volverás.

Málaga está de moda. Vívela, siéntela

La capital de la Costa del Sol está de moda. Más de un millón de viajeros al año lo confirman. Un interés que responde en buena medida a su decidida apuesta cultural que refuerza su innegable valor como destino de sol y playa. Este ha sido el principal motor de cambio de una ciudad que en la actualidad cuenta con 36 museos. El Museo Picasso y la Fundación Casa Natal, el Centre Pompidou -el primero que se ha abierto fuera de Francia-, el Museo Carmen Thyssen Málaga o el Museo Automovilístico y de la Moda son todo un referente a los que se suman interesantes iniciativas como Soho Málaga, el barrio de las artes y de la cultura underground donde conviven galerías, teatros y tiendas alternativas.

Centre Pompidou Málaga. Costa del Sol

Arte urbano en Málaga. Costa del Sol Todo ello sin dejar de lado sus 3.000 años de historia que alzan la voz en el Teatro Romano, la Alcazaba, el Castillo de Gibralfaro o la Catedral, más conocida como La Manquita porque le falta una torre. Ni el color y calor de sus calles y plazas. Rincones como la plaza de la Merced -donde Picasso dio sus primeros pasos-, el pasaje de Chinitas, la bulliciosa calle Larios, la encantadora plaza del Obispo… Un centro histórico donde es un auténtico placer perderse entre cervezas y tapas, como un malagueño más que también se deja caer por la playa de La Malagueta. 2.901 horas de sol anuales tienen la culpa.

Málaga capital. Costa del Sol Playa de La Malagueta. Malaga. Costa del Sol Torcal de Antequera, un imprescindible de la Costa del Sol

Viajamos al centro de la provincia de Málaga para conocer el Paraje Natural Torcal de Antequera. Un enclave único, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, que emergió del mar de Tetis y fue modelándose por la erosión del agua, el viento y el hielo hasta conformar uno de los paisajes kársticos más espectaculares de Europa. 1.171 hectáreas de torcas, cuevas, simas y desfiladeros que componen un laberíntico lienzo de piedra que, sencillamente, hipnotiza. Más aún cuando el sol se pone sobre las rocas calizas dejando entrever su caprichosa fisonomía. Un seductor juego de luces y sombras en un entorno poblado desde la Prehistoria y que el cine ha plasmado en películas como Furia de Titanes.

Paraje Natural Torcal de Antequera. Costa del Sol Atardece en el Paraje Natural Torcal de Antequera. Costa del Sol

Si quieres conocer la génesis del Torcal y su potencial natural y etnográfico, acude al centro de visitantes y recorre su área expositiva. Además, es el punto de partida de los tres senderos de uso público que nos permiten acercarnos hasta el Monumento Natural del Tornillo, ver figuras como la Mano, el Camello o la Esfinge, o divisar la línea de costa desde el Mirador de las Ventanillas. Otra opción es reservar alguna de las visitas guiadas que organizan: la ruta de los Ammonites, la de las cuevas, la senda de las sepulturas o El Torcal bajo la luna llena, una caminata nocturna que desvela sus secretos y misterios que estoy deseando realizar.

Déjate seducir por Ronda

«Avistamos Ronda. Estaba enriscada en la sierra, como una prolongación natural del paisaje y, a la luz del sol, me pareció la ciudad más hermosa del mundo». Con estas palabras describió el novelista Juan Goytisolo la fascinación que sintió al descubrir la riqueza y singularidad de este mágico rincón de la Costa del Sol. No fue el único. Este capricho andaluz también recibió en su día los requiebros de Hemingway, Orson Welles, Alberti o García Lorca. Halagos que suele copar su famoso Tajo, una profunda garganta excavada por el río Guadalevín en la que se alza el Puente Nuevo. Es el emblema de esta ciudad serrana, sí, pero sería un error quedarse solo con esta romántica postal.

Puente Nuevo, icono de Ronda. Costa del Sol Estatua de Aniya la Gitana. Ronda. Costa del Sol A esta ciudad que parece colgada del cielo, no le van las prisas y demanda un par de días para hacerte partícipe de su esencia. Para reconocer su importa morisca en los baños árabes mejor conservados de España, en el alminar de San Sebastián o en sus murallas y puertas islámicas. Para perderte entre callejones adoquinados salpicados de casas blancas, palacetes, antiguos mesones e historias de bandoleros y cantaoras. Para encontrarte con bonitas iglesias como Santa María La Mayor y monumentos civiles como el Palacio de Mondragón o la Plaza de Toros, erigida en 1785 por la Real Maestranza de Caballería de Ronda y orgullo de los rondeños por su hermosa factura.

Reservatauro, entre toros y caballos

Si en algo coinciden tanto los aficionados a la tauromaquia como sus detractores, es en reconocer la belleza del toro de lidia. Para conocer como se cría y el día a día de una ganadería puedes pasar una agradable jornada en Reservatauro, el parque del toro bravo y el caballo pura raza español. Muy cerca de Ronda, en un espacio declarado Reserva de la Biosfera que nos sumerge en el mundo de la dehesa mediterránea, el ecosistema más característico del sur de España.

Toros en la dehesa. Reservatauro. Costa del Sol Reservatauro. Costa del Sol Visitando sus instalaciones y recorriendo la finca en todoterreno descubrirás de primera mano no solo el mundo del toro, también la flora y fauna silvestre de la serranía y mi debilidad, la fuerza y elegancia del caballo andaluz, una de las razas equinas más antiguas del mundo, que igual que el toro es mimado, respetado y venerado. Te aseguro que verlos cabalgar entre centenarias encinas y alcornocales es toda una experiencia (Carretera Ronda-Campillos km 34, Ronda).

Ruta Verano Azul en kayak, descubre Nerja de una forma diferente

Por mucho que corra el tiempo, la imagen de Nerja siempre estará ligada a la melodía silbada por un puñado de chavales que hicieron de su Verano Azul el verano de todos en la década de los 80. Y es que el éxito de esta mítica serie sigue muy presente en el encantador pueblo costero de la comarca de la Axarquía donde se rodó. El barco ‘La Dorada’, la calle Antonio Ferrandis, el Balcón de Europa, el bar El Molino o el paseo marítimo Antonio Mercero dan fe de ello. Una huella que también sigue viva en su litoral, en playas como la de Burrriana o en la famosa Calachica, que podemos descubrir navegando en kayak con Miguel Joven, un enamorado de la localidad que le vio crecer y saltar a la fama en la piel de “Tito”.

Ruta Nerja Verano Azul en kayak. Costa del Sol. Foto La Maleta de Casimir Ruta Nerja Verano azul en kayak, Costa del Sol Remar a lo largo del Paraje Natural Acantilados de Maro-Cerro Gordo, entre verticales roquedos, cuevas, inesperadas cataratas y pequeñas calas casi vírgenes, nos permite contemplar Nerja desde una nueva perspectiva al tiempo que conocemos una franja marina de gran valor ecológico.

Disfruta de la gastronomía de la Costa del Sol

Cocina mediterránea en la costa y platos con solera en los pueblos del interior. Esta es la base de la gastronomía de la Costa del Sol que reúne en su recetario lo mejor de la tierra y el mar. El gran embajador del litoral, cómo no, es el pescaíto frito que comparte mantel con los tradicionales espetos de sardinas, una delicia que nunca falta en los chiringuitos de playa. También encontrarás opciones más contundentes como los guisos, las migas, el ajoblanco o la porra antequerana, uno de los platos más típicos de la provincia malagueña. Súmale la calidad del aceite de oliva, sus vinos y el buen hacer de los maestros pasteleros y comprobarás la riqueza y variedad de sabores de esta tierra.

Los sabores de la Costa del Sol Espeto de sardinas. Chiringuito Ayo. Costa del Sol Sabores que podrás catar tapeando, de ruta por las bodegas o en restaurantes de cocina de autor. ¿Algunas recomendaciones?

Chiringuito Ayo: Más de treinta años de experiencia cocinando espetos y paellas a pie de playa. Abre todo el año (Playa de Burriana, s/n. Nerja).

Eboka Restaurante: En este nuevo espacio gastronómico, situado en el centro de Málaga, Antonio Fernández enmarca su “cocina de herencia” con seductoras propuestas como el foie micuit casero, la carrillada de buey estofada o sus pescados del día. Sabores tradicionales que imperan en innovadoras presentaciones en un local decorado con un gusto exquisito (C/ Pedro de Toledo, 4. Málaga).

Restaurante Plaza de Toros: Situado bajo los tendidos de la Plaza de Toros, su carta recoge la tradición culinaria de Antequera con buena nota y servicio impecable. Durante los meses de verano puedes cenar en el mismo albero (Paseo de Maria Cristina s/n, Antequera).

El Pimpi: Una de las bodegas clásicas de Málaga donde se dan cita famosos, malagueños y visitantes. Suele estar hasta la bandera pero merece la pena. Buena oferta gastronómica, vinos de la tierra, decoración centenaria y ambiente asegurado a cualquier hora. (C/ Granada, 62. Málaga)

¿Un momento de relax en la Costa del Sol? Hammam Al Ándalus Málaga

En la antigua medina, a unos pasos de los restos de la muralla árabe, se encuentra el Hammam Al Ándalus Málaga, un espacio prefecto para recuperar fuerzas y dejarte mimar tras una intensa jornada recorriendo la Costa del Sol. Su cuidada rehabilitación, que sigue las pautas de la tradición nazarí, hará que tu mente retroceda siglos atrás entre bellos artesonados, mosaicos y celosías. Tu cuerpo, por su parte, se relajará gracias a sus tratamientos de purificación y belleza.

Hammam Al Ándalus Málaga. Costa del Sol Hammam Al Ándalus Málaga, Costa del Sol Mi consejo es que optes por el baño y ritual Al Ándalus. Es su propuesta más completa e incluye el recorrido por las termas de agua a distintas temperaturas, un kessa tradicional realizado sobre piedra caliente con jabón de uvas rojas, y un masaje con el aceite esencial que escojas: rosa, lavanda, ámbar rojo o biznaga. Entre el baño y el masaje puedes seguir tu momento de desconexión relajándote en la sala de reposo mientras saboreas un té verde con menta. Informado quedas. El encanto y los beneficios de los antiguos baños árabes te esperan en el centro de la capital malagueña (Plaza de los Mártires,5. Málaga).

Más información: Turismo Costa del Sol y Turismo de Málaga  

Hotel ADH Isla Cristina****, Huelva

Hotel ADH Isla Cristina****, Huelva

Durante los días que pasé descubriendo el potencial de Isla Cristina como destino turístico, me alojé en el hotel ADH Isla Cristina, un cuatro estrellas de la cadena ADH recientemente reformado y enfocado solo para el público adulto que se alza en plena Costa de la Luz. Un encantador tramo del litoral de Huelva bañado por el Atlántico y bendecido por un clima mediterráneo continental que suaviza las temperaturas durante el verano y las modera en invierno.

Hotel ADH Isla Cristina Súmale su situación, en primera línea de playa y junto a un agradable pinar, y empezarás a comprender los motivos que hacen de este hotel una apuesta segura para singles, parejas y amigos que buscan un servicio de alto nivel en un entorno excepcional.

Desmontando el hotel ADH Isla Cristina

El ADH Isla Cristina nos da la bienvenida con una acogedora zona de recepción que nos permite intuir a través de sus ventanales la que para mí es la gran joya de este hotel: un relajante oasis  junto al océano que discurre en una cuidada zona ajardinada con dos piscinas exteriores y una terraza con bar perfecta para tomar el aperitivo o una copa al anochecer.

Recepción del Hotel ADH Isla Cristina Hall del Hotel ADH Isla Cristina Piscinas. Hotel ADH Isla Cristina Abrazando este sugerente vergel tropical, el hotel despliega sus alas en zonas comunes marcadas por un cálido interiorismo en el que prima el gusto por los detalles. Una tónica que se refleja en sus amplias y luminosas 148 Junior Suites con salón y dormitorio independiente. De la mía, ubicada en la quinta planta, solo guardo gratos recuerdos. El mejor, sin duda, el paisaje que me daba los buenos días cada mañana: un manto verde de pinos que daba paso al dorado de la fina arena de la playa y al hipnótico azul del Atlántico. Despertarme con esa espectacular panorámica desde mi terraza era un lujo, tanto como rendirme al sueño arropada por el murmullo de las olas.

Vistas desde mi habitación. Hotel ADH Isla Cristina Detalle de bienvenida. ADH Isla Cristina La Junior Suite, de estilo moderno y funcional, ahonda en el concepto general de este hotel, crear una sensación global de comodidad y bienestar cumpliendo las expectativas que corresponden a su categoría. Para ello están equipadas con TV de pantalla plana, wifi gratuito, aire acondicionado y calefacción, caja de seguridad y baño completo con secador y amenities. Aunque no llegué a utilizarla, me gustó el la idea de añadir una pequeña cocina abierta al salón. Un plus que seguro muchos huéspedes agradecen. En definitiva, diseño, confort y magníficas vistas, una combinación que nunca falla.

Mi junior suite en el Hotel ADH Isla Cristina Dormitorio. ADH Isla Cristina Baño. Hotel ADH Isla Cristina Los sabores del hotel ADH Isla Cristina

La oferta culinaria del ADH Isla Cristina engloba tres propuestas que se caracterizan por una cuidada restauración basada en productos y especialidades locales de primera calidad. Así, el restaurante buffet, en el que se sirve un completo desayuno, cuenta con cocina en vivo y platos que recogen lo mejor del recetario onubense y de la cocina mediterránea.

Detalle del buffet de desayuno. Hotel ADH Isla Cristina Sabores de Andalucía. ADH Isla Cristina Bar Ibiza. Hotel ADH Isla Cristina. Foto Carlos Jordán Fotografía Arroz negro. Hotel ADH Isla Cristina Por su parte, el restaurante a la carta es un claro reflejo de los sabores de Andalucía. Pescados y mariscos recién llegados de la lonja, exquisito jamón y todo tipo de delicatessen capaces de satisfacer al paladar más exigente. Finalmente, el bar piscina Ibiza y su terraza chill out nos brinda una distendida oferta gastronómica a lo largo de todo el día que concluye entre deliciosos cócteles cuando cae la noche. ¿Una primicia? Próximamente está prevista la apertura de una zona de barbacoa junto al pinar.

Actividades en el ADH Isla Cristina, mucho más que un hotel de sol y playa

Con el objetivo de procurar una estancia amena y saludable a sus huéspedes, cada día el Hotel ADH Isla Cristina programa una amplia carta de actividades de entretenimiento, deporte y ocio que puedes combinar con relajadas jornadas de sol y playa disfrutando del dolce far niente. Waterpolo, aquagym, taichí, yoga, clases de submarinismo, senderismo, noches temáticas y espectáculos que hacen de sus veladas el mejor colofón a un día en la Costa de la Luz.

Bautizo de buceo. Hotel ADH Isla Cristina Además, el propio hotel se encarga de gestionar actividades extra que te permitirán conocer los secretos que esconde este enclave marinero y acercarte a su cultura. Te hablo de la posibilidad de recolectar fresas en una explotación de cultivo ecológico, recorrer en barco la ría Carreras y el paraje natural de sus marismas, visitar una fábrica de conservas y salazones de pescado, conocer la única salina andaluza con producción y extracción de sal 100% artesanal, descubrir la Vía Verde del litoral en coche de caballos, realizar una cata de aceites en el propio hotel, jugar al golf con tarifas especiales en los campos de la zona… Experiencias que te mostrarán todo lo que Isla Cristina tiene reservado para sorprenderte y seducirte.

Recolecctando fresas. Isla Cristina Paseo en barco por la ría Carreras. Isla Cristina Cata de aceites. Hotel ADH Isla Cristina ¿Cuatro sugerencias imprescindibles? Una visita guiada por el casco antiguo de Isla Cristina a través de la oficina de turismo, asistir a la subasta de pescado en su famosa lonja, disfrutar de sus casi 20 km de playas rodeadas de dunas y pinares y contemplar atardeceres únicos que te robarán más de una sonrisa y acariciarán tu alma.

Isla Cristina Playa de Isla Cristina Puesta de sol. Hotel ADH Isla Cristina Informado quedas. Si tienes pensado viajar a Isla Cristina, el hotel ADH Isla Cristina es una magnífica opción. Por su espléndida ubicación, sus impecables instalaciones, la profesionalidad y trato exquisito de su personal y por su acertada relación calidad/precio.

Ficha del Hotel ADH Isla Cristina

Dirección: C/ Don Justo Rodríguez Pulido, s/n. 21410 Isla Cristina, Huelva. Teléfono: 959 10 30 23

Categoría: 4 estrellas. Web: ADH Isla Cristina

Distancia del hotel a la playa: 200 metros.

Distancia al centro de Isla Cristina: 1,4 km. Muy recomendable salvarlos recorriendo el paseo marítimo.

Nº de habitaciones: 148 amplias Junior Suites, muchas de ellas con vistas al mar, distribuidas en dos ambientes: salón con kitchenette (nevera, vitrocerámica y útiles para cocinar) y dormitorio independiente. Todas ellas están equipadas con wifi gratuito, TV de pantalla plana, aire acondicionado y calefacción, terraza, caja de seguridad, secador, amenities, ducha y bañera.

Servicios: Recepción y servicio de habitaciones 24 horas. Instalaciones accesibles para discapacitados. Restaurante buffet con cocina en vivo. Restaurante a la carta. Terraza con coctelería y snack bar. Dos piscinas exteriores rodeadas por un jardín tropical. Programa de actividades para adultos. Wifi gratuito en todo el hotel. Alquiler de bicicletas. Sala de exposiciones y eventos.

Alquiler de bicicletas. Hotel ADH Isla Cristina Nota: Aunque este artículo forma parte de mi viaje a Isla Cristina durante el blogtrip #ExperienciasADH organizado por ADH Hoteles, todas la opiniones vertidas sobre este alojamiento son independientes y, como siempre, basadas en mi propia experiencia.

2015, un año para recordar. 2016, un año por vivir

2015, un año para recordar. 2016, un año por vivir

Absolutamente espectacular. Vibrante, divertido e interesante como pocos. Así ha sido mi 2015. Un año al que me está costando decir adiós. Un año que, por méritos propios, merece ser la primera ventana que estrene este rincón viajero del 2016. Porque no quiero que se pierda en la noche de los tiempos, porque quiero que quede constancia de todo lo que dio de sí. Emociones, experiencias y momentos únicos vividos alrededor de uno de mis verbos favoritos: viajar.

Un año que empezó recorriendo Marruecos con mi buena amiga Sara Rodríguez de Mindful Travel by Sara. Siete días en el norte de África, mi gran asignatura pendiente, atravesando las montañas del todopoderoso Atlas, descubriendo la belleza de las gargantas del Todra y del Valle del Dades, las kasbahs de adobe… Adentrándome en el desierto de Erg Chebbi a lomos de un dromedario, cenando bajo las estrellas, durmiendo en una jaima, rindiéndome a esa explosión para los sentidos que es Marrakech y contemplando desde un globo las zonas rurales que rodean esta ciudad imperial a la que seguirle el juego es muy fácil.

Amanece en el desierto. Marruecos

¿Cuatro instantes? Un alto en el camino con un té entre las manos en el Café Glacier viendo como anochece en la Plaza Yamaa el-Fna, un relajante paseo rodeada de la exquisita belleza del Jardín Majorelle, los cantos bereberes alrededor de una fogata, y salir corriendo en pijama para ver el amanecer en el desierto con mis pies enterrados en la arena, sintiendo el roce de la felicidad.

Tras Marruecos, llegó FITUR. Una cita imprescindible para acumular nuevas metas viajeras, saltando de continente en continente, mientras compartes buenos momentos con aquellos que más que blogueros de viajes ya son amigos, y te reencuentras con viejos conocidos que siguen luchando por publicar sus historias y fotografías en papel.

En marzo viajé al pasado, concretamente al siglo XV, asistiendo a la celebración de las Fiestas del Medievo de Villena. Tres días de diversión y cultura en los que el encantador barrio de El Rabal regresa a la Edad Media al son que marcan sus calles engalanadas, los pasacalles, los trovadores y los puestos de productos típicos y artesanales de su mercado.

Las calles de El Rabal durante las Fiestas del Medievo. Villena

En la capital del Alto Vinalopó me sentí una una villenera más. Recibí a los Reyes Católicos, descubrí las mejores vistas de esta villa alicantina desde el campanario de la Iglesia de Santa María, aprendí a preparar las tradicionales Tortas de San José, contribuí a librar la ciudad de las brujas y los malos espíritus procesionando antorcha en mano, presencié combates medievales y experimenté la magia de Atalaya Experience, un itinerario sensorial diseñado para entender la historia del castillo de Villena a través de las emociones.

Ya en abril, mi ruta palmera soñada se hizo realidad y pude conocer un precioso rincón canario que se me resistía desde hacía años: La Palma. Cuatro días bastaron para sentir que la Isla Bonita ya es un poco mía, que buena parte de su magia se coló en mi equipaje de vuelta.

Caldera de Taburiente. La Palma

Espectaculares entornos naturales como la Caldera de Taburiente o el Bosque de Los Tilos, playas y calas que nos recuerdan su pasado volcánico en forma de paisajes vírgenes, salinas como las de Fuencaliente, poder tocar el cielo con las manos en el Roque de los Muchachos, visitar el Observatorio Astrofísico, navegar en un mar de estrellas ante uno de los mejores cielos del mundo, contagiarte del ritmo de vida palmero en Santa Cruz de la Palma entre papas arrugadas, mojos, pescados, malvasías y barraquitos… Una isla que no me canso de recomendar a quienes me preguntan por un destino cercano, único y sorprendente.

Tras el TravelBlogger Meeting que se celebró en Plasencia a principios de mayo, alargué mi estancia en tierras extremeñas para conocer todo el potencial de dos comarcas cacereñas: la Sierra de Gata y Las Hurdes. Dos territorios alejados del turismo de masas que me conquistaron a golpe de cumbres, embalses, meandros, caminos apenas trillados, y pequeños pueblos de innegable personalidad que se adaptan con acierto a la tortuosa orografía en los que el tiempo, por fortuna, parece haberse detenido.

Sierra de Gata Y de Extremadura a mi querida Lisboa para disfrutar un año más del placer que supone para mí viajar con mis padres mostrándoles mis rincones favoritos del planeta. Sí, la capital lusa es uno de ellos, una ciudad que sigue cautivándome cada vez que la piso. La Lisboa de Pessoa, la del Marqués de Pombal, la de los fados, miradores y tranvías, la del bacalao y los pastéis de Belém, la que nunca pasa de moda.

Lisboa

Como extensión a esta escapada, una mañana en palabras de Camões «onde a terra se acaba e o mar começa«, el Cabo da Roca, el punto más occidental de la Europa continental. El lugar en el que las estribaciones de la Sierra de Sintra se topan de forma brusca con el Atlántico originando un estremecedor lienzo de escarpados acantilados.

El espectacular paisaje del Cabo da Roca Nunca imaginé que a finales de junio podría incluir a Jordania en mi currículum viajero. Lo dije en su momento y lo repito: esta joya de Oriente Medio, tantas veces soñada, me sedujo de tal manera que al volver a escribir sobre ella siento mariposas en el estómago y un halo de nostalgia que me acompañará hasta que consiga regresar.

Visita nocturna a Petra. Jordania Porque me caló hasta los huesos, me besó el alma y acarició mis sentidos. Lo hizo al cortarme la respiración mientras recorría el Siq de noche. Robándome una lágrima cuando me vi envuelta en un manto de velas frente a la fachada del Tesoro de Petra. Navegando y practicando snorkel en los impresionantes fondos marinos del Mar Rojo, callejeando por Amán, bañándome en el Mar Muerto, recorriendo el inmenso desierto de Wadi Rum por tierra y aire, fumando en shisha bajo las estrellas con música árabe tradicional de fondo… Cuando me regaló un precioso atardecer en la Reserva de la Biosfera de Dana. Cuando pedí permiso para hace una fotografía y obtuve una sonrisa por respuesta. Lo dije en su momento y lo repito. No lo dudes, regálate el lujo de viajar a Jordania. Su pueblo, cálido, cercano y tolerante, te recibirá con los brazos abiertos y la mano tendida.

A finales de julio llegó el momento de descubrir Japón. Aunque pueda resultar extraño, no estaba en mi top de destinos a corto plazo pero, como comenté en su día, vi la posibilidad de viajar hasta allí y no quise desaprovecharla. Hice bien. Este país, que puede resultar una locura y una total relajación, donde sientes que tienes todo por aprender, me brindó durante 17 días un aluvión de sensaciones y experiencias que siguen dibujando una sonrisa en mi rostro. Como protagonizar mi propia película en el santuario sintoísta de Fushimi Inari, corriendo montaña abajo y sin protegerme de la lluvia bajo un techo de torii rojos. Como el soplo de aire fresco que sentí al ver el monte Fuji y su precioso reflejo invertido en las aguas. Como el estado de desconcierto y soledad absoluta que me produjo contemplar desde el mirador de la sede del Gobierno Metropolitano la feroz hiedra de rascacielos que copa el horizonte de Tokio. Como las risas protagonizadas en un garito minúsculo de Golden Gai…

Santuario Fushimi Inari, Japón Me puse en la piel de una maiko en la dulce y serena Kioto, me alojé en un ryokan, paseé por el bosque de bambú de Arashiyama, reflexioné sobre la fe en el cementerio de Okunoin en Koyasan, escribí deseos en papel, me perdí y me reencontré mil veces… Este es el Japón que me traje en mi maleta, un puzzle de cuadros futuristas y postales milenarias en el que la sorpresa me acompañó a cada paso.

En septiembre, recibí al otoño en Zamora, una ciudad tranquila y de discreta belleza bañada por el Duero que cuenta con un impresionante patrimonio monumental fruto del Románico y que se enorgullece de formar parte de la Ruta Europea del Modernismo.

Panorámica de Zamora Ya en octubre, tras asistir al I Torneo Internacional de Combate Medieval celebrado en el conquense castillo de Belmonte, me alejé del ritmo frenético de Madrid en la Sierra del Segura, una comarca albaceteña cuyo gran potencial reside en sus paisajes, en sus encantadores pueblos, en su gastronomía, en antiguas tradiciones que han escapado del olvido.

Yeste desde el Monte Ardal. Sierra del Segura Y en noviembre, un deseado reencuentro. Cádiz. Mi Cádiz. La de eterna sonrisa, el pescaíto frito y el callejeo. Una capital andaluza y marinera como ella sola. Con su Playa de la Caleta, su malecón habanero, el Pópulo y la Viña, con sus inolvidables puestas de sol, con esa luz tan suya salpicada por la espuma del Atlántico…

Cádiz desde el Campo del Sur El año, mi año, terminó como el famoso anuncio, volviendo a casa por Navidad. A Barcelona. Paseando por sus playas, callejeando por el Gótico, cenando en Gracia, entre abrazos con amigos y disfrutando cada segundo del cariño de mis mayores.

2016, aquí te espero

No sé si porque la fecha que pone en mi carné de identidad avanza más rápido de lo que me gustaría pero cada vez soy más consciente que lo de tempus fugit va en serio. El tiempo huye, se escurre entre las hojas del calendario sin piedad, se escapa, vuela. Es una verdad absoluta como pocas y lo único que puedes hacer es agarrarte con fuerza a cada día que nace como si fuera tu último amanecer.

Mitigar lo malo, aferrarte a lo bueno y tratar de sonreír a la vida. Ese es mi principal propósito para este año recién estrenado. Quiero que la templanza de espíritu, la constancia, la paciencia y la curiosidad sean las virtudes que me acompañen en este nuevo viaje con doce etapas por delante. Doce meses que espero que lleguen cargados de viajes programados, de correos inesperados que te invitan a conquistar nuevos horizontes, de retos profesionales que me permitan seguir haciendo lo único que sé y quiero hacer: viajar y poder contarlo. ¿Un deseo más? Que estés aquí, a mi lado, acompañándome. Cuento contigo. ¡Feliz 2016!

#‎viveydejavivir‬ ‪#‎viajaydejaviajar‬

Siete experiencias para enamorarte de Cádiz y caer rendido a sus pies

Siete experiencias para enamorarte de Cádiz y caer rendido a sus pies

Cádiz, la que hace gala de ser la ciudad más antigua de Occidente, la de eterna sonrisa, el pescaíto frito y el callejeo. Una tacita que dicen de plata que se bebe sobro a sorbo. Una imán de historia, sol y buena vida que nos obliga a poner rumbo al sur para disfrutar de su cautivadora luz salpicada por la espuma del Atlántico. Una capital andaluza y marinera como ella sola que te muestro a través de siete experiencias que conseguirán que caigas rendido a sus pies.

Vista de Cádiz desde el Castillo de San Sebastián Paseo marítimo de Cádiz

Piérdete por el barrio del Pópulo

Recorrer las calles del Pópulo, el barrio más antiguo de Cádiz con 3.000 años de historia a sus espaldas, es sentir el legado de aquellos fenicios, púnicos, romanos y árabes que antes que tú pisaron sus adoquinadas calles. Es fijar tu mirada en la impresionante fachada de la Catedral con su cúpula cubierta de azulejos dorados y maravillarte con su cripta donde reposan los restos de Manuel de Falla y de José María Pemán. Trasladarte a la esplendorosa Gades contemplando el Teatro Romano. Sentir el fervor de los gaditanos entre las columnas salomónicas de la iglesia de Santa Cruz, la antigua Catedral. Adentrarte en las dependencias del Museo Catedralicio (Casa de la Contaduria) para contemplar la mesa en la que afirman se firmó La Pepa. Cruzar el Arco del Pópulo, una de las tres puertas de la primitiva ciudad medieval. Ver la vida pasar en la plaza de San Juan de Dios, el primer espacio abierto ganado al mar presidido por el Ayuntamiento. Callejear hasta la plazuela de San Martín y que la vista se centre en los mármoles genoveses de la Casa del Almirante. Tomar algo en la plaza Topete, para los gaditanos la de las Flores, junto a la estatua de Columela, uno de los personajes más ilustres de la historia de Cádiz. Acercarte al Mercado de Abastos y palpar el día a día. Encontrarte con preciosos rincones que rezuman encanto como el callejón del Duende y recordar a los pies de las Puertas de Tierra aquel tanguillo que choteándose de las tropas de Napoleón reza: “con las bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones”. En definitiva, recorrer las calles donde todo empezó. Unas callejuelas que encontré más acicaladas y recuperadas que en mi anterior visita pero que no han perdido ni un ápice de su magnética personalidad.

Catedral de Cádiz Callejón del Duende. Cádiz Iglesia de Santa Cruz. Cádiz Centro de Interpretación del Teatro Romano de Cádiz Plaza de las Flores. Cádiz

Encuéntrate en el barrio de La Viña

Tras callejear sin prisas por el Pópulo, se impone conocer el barrio gaditano por excelencia: La Viña. La cuna del carnaval, allí donde la vida bulle en cada calle, plaza y bar. Un animado barrio que debe su nombre a los viñedos que ocupaban su terreno antes de que se urbanizase totalmente en el siglo XVIII. Un barrio de profundo sabor marinero que debido a su lejanía del puerto no despertó el interés de los cargadores de Indias por lo que fue habitado por clases populares que trabajan en la vecina playa de la Caleta. Su eje central es la calle de la Palma, presidida por la iglesia, y junto a la cual un retablo callejero nos recuerda los trágicos momentos vividos por la ciudad durante el maremoto de 1755. Muy cerca se encuentra el neomudéjar Gran Teatro Falla, coliseo del carnaval cada febrero, y el tantas veces fotografiado Campo del Sur, tan comparado al malecón de La Habana, con sus casas de colores y con la cúpula amarilla de la Catedral desafiando al Atlántico. Ya lo decía Antonio Burgos: “La Habana es Cádiz con más negritos. Cádiz, La Habana con más salero”.

Calle Virgen de la Palma. Cádiz Plazuela del Tío de la Tiza. Barrio de la Viña, Cádiz Gran Teatro Falla. Cádiz Cádiz desde el Campo del Sur

Contempla Cádiz desde sus miradores. La Torre del Reloj y la Torre Tavira

Si con los pies en el suelo Cádiz enamora a cada paso, imagina lo que supone contemplarla a vista de pájaro desde sus miradores. Tan blanca, tan bella, tan ceñida por el mar… Así la verás desde la Torre del Reloj de la Catedral de Cádiz. Que no te frenen los 40 metros de ascensión. La rampa se sube con facilidad y la recompensa cubre con creces el pequeño esfuerzo: una panorámica completa de toda la ciudad con la soberbia mole de la Catedral y unas infinitas vistas al Atlántico al son que marcan sus campanas. Aviso para navegantes: hay una entrada que por 5€ te permite visitar la Catedral, la torre y el Museo Catedralicio que se ubica en lo que fue la antigua Casa de la Contaduría.

Cádiz y el Atlántico Plaza de la Catedral desde la Torre del Reloj. Cádiz Panorámica de Cádiz desde la Torre del Reloj Skyline de Cádiz desde la Torre del Reloj de la Catedral Otra opción para contemplar Cádiz a vista de pájaro es subir al mirador de la Torre Tavira, una de las más de cien torres vigías que aún se conservan coronando las casas de antiguos comerciantes como testigos de una época en la que se utilizaban para controlar la llegada de los barcos que atracaban en sus aguas cargados con mercancías del Nuevo Mundo. Esta casa-palacio, que por su altura y localización en pleno centro, fue la torre vigía oficial del puerto gaditano en 1778, se ha convertido en una de las citas imprescindibles de la capital gracias a su Cámara Oscura que proyecta imágenes en movimiento en tiempo real de lo que está sucediendo en las calles gaditanas. Una curiosidad más: desde aquí es posible contemplar La Bella Escondida, una de las torres más hermosas de la ciudad cuya belleza solo puede apreciarse desde un lugar elevado como éste.

Vistas de Cádiz desde el mirador de la Torre Tavira Cádiz a vista de pájaro desde la Torre Tavira La Bella Escondida, una de las torres más hermosas de Cádiz Panorámica de Cádiz desde la Torre Tavira

Disfruta de las playas de Cádiz

Más de 7 kilómetros de playas urbanas jalonan el litoral de este coqueta niña andaluza que vive abrazada al mar entre castillos y baluartes como el de los Mártires o el de Capuchinos. El encanto salvaje y casi virgen de la playa de Cortadura, reconocible por los restos de la muralla del fuerte que protegió la ciudad durante la invasión francesa y por la constante presencia de surfistas, la playa de La Victoria con sus chiringuitos en la arena y su amplio paseo marítimo plagado de restaurantes que la convierten en un auténtico templo del ocio, la recoleta Playa de las Mujeres, también conocido como Santa María del Mar con su gran mirador que ofrece unas bonitas vistas del casco antiguo de la ciudad, y, cómo no, La Caleta, el orgullo de los gaditanos.

Playa gaditana Playa de las Mujeres (Santa María del Mar). Cádiz

La Caleta es el mejor resumen del litoral de Cádiz. Pequeña, popular y tan preciosa que parece sacada de un lienzo. Flanqueada a la derecha por el castillo de Santa Catalina, a la izquierda por el de San Sebastián y luciendo en el centro, con los pies en la arena, la blanca silueta modernista del antiguo balneario de la Palma que acoge hoy en día las dependencias del Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía. Un escenario de película, como así comprobaron 007, el Capitán Alatriste y hasta el mismísimo Manolete, con acento marinero. El que imprimen las pequeñas barcas de pescadores que juegan con la marea.

Playa de La Caleta y Castillo Santa Catalina. Cádiz Antiguo balneario de la Palma. Cádiz Castillo de San Sebastián. Cádiz Saborea el arte del tapeo en Cádiz y su gastronomía

Aunque a menudo Sevilla y Granada se llevan todos los piropos en cuanto al tema del tapeo se refiere, Cádiz no se queda a la zaga porque su gastronomía, como dicen por allí, quita el sentío. Si las freidurías son las reinas del cortijo del paladar, el pescaíto frito, en tapas o raciones, es el soberano de toda barra gaditana que se precie. Cazón en adobo, chocos, puntillitas, boquerones, chipirones, calamares, tortillitas de camarones, ortiguillas fritas

Taberna La Bombilla, Cádiz Súmale moluscos como las cañaíllas o los erizos de mar, lenguados, doradas, lubinas, atún de almadraba, langostinos y gambas blancas, y comprobarás que Cádiz sabe a mar, a cocina popular y, lo mejor, con una excelente calidad precio. Pero su recetario culinario no acaba aquí. Sería imperdonable no mencionar sus deliciosas carnes de Retinto, las carrilladas, las presas ibéricas a la brasa, los secretos… Cientos de tentaciones que locales y extranjeros trasiegan con olorosos de Jerez y manzanillas de Sanlúcar de Barrameda.

Langostinos a la plancha. Bar La Caleta, Cádiz Atún a la plancha. Cádiz Carne de retinto y cazón en adobo. Cádiz

¿Algunos lugares de peregrinación obligada en la ciudad de La Pepa?

Freiduría Las Flores. Una de las mejores opciones para sumergirte en la tradición del frito gaditano ya sea en pleno centro (Plaza Topete, 4) o a unos pasos de la playa de La Victoria (Brasil, s/n). En cucuruchos de cartón para llevar o en mesa rodeado de buen ambiente.

Freiduria Las Flores, Cádiz

Taberna La Bombilla (Plaza de la Libertad, 14). En pie desde 1952, su terraza es el mejor lugar para dejar el tiempo correr entre sus tapas tradicionales o dejando que te preparen cualquier producto que hayas comprado en el vecino mercado de abastos.

Rincón gastronómico del mercado de abastos (Plaza de la Libertad, s/n). Un renovado espacio en el que ocio y gastronomía se dan la mano con propuestas tan dispares como cocina japonesa con toques gaditanos, comida argentina, zumos y bebidas naturales, productos frescos de la Sierra de Cádiz y un delicioso etcétera.

Casa Manteca (Corralón de los Carros, 66) y El Faro (San Félix, 15). Dos clásicos del barrio de La Viña. En el primero, taberna típica donde las haya, se impone pedir chicharrones horneados, chacinas, queso y vermut. En el restaurante El Faro, pargo guisado a la Roteña, entrecot de Retinto y paté de cabracho.

Taberna La Manzanilla (Feduchy, 19). Manzanillas, amontillados y olorosos corren por la centenaria barra de esta taberna que nació como despachos de vinos en Cádiz en 1900. Entre sus parroquianos, Fernando Savater y Arturo Pérez Reverte.

Taberna La Manzanilla. Cádiz

Bar La Caleta (Avenida Duque de Nájera, s/n) Lo mejor, su terraza situada justo al lado de la arena de La Caleta con vistas a toda la playa. Buenas cañas, raciones y pescados frescos a muy buen precio.

Bar La Caleta. Cádiz

Sucumbe a los atardeceres gaditanos

En Cádiz el día arranca en la Alameda Apodaca y muere en la playa de La Caleta justo antes de ofrecernos el mejor de los regalos: sus increíble atardecer. Poco a poco el sol va descendiendo besando dulcemente la bahía hasta esconderse totalmente sobre el horizonte del Atlántico. Y se para el tiempo. No solo para los turistas que tratan en vano de capturar los vaivenes de la luz, también sus gentes detienen sus pasos para sentarse frente al mar y contemplar como el inmenso cielo azul se tiñe de naranjas, violetas y rosas. Una fiesta de la naturaleza, íntima y romántica, que te subyuga hasta acariciarte el alma y que te conforta como el más cálido de los abrazos. Así es la magia de los atardeceres gaditanos, así son las puestas de sol en Cádiz.

Atardece en Cádiz Se apaga el día en Cádiz Atardecer en la playa de La Caleta, Cádiz Puesta de sol en Cádiz Dicen que el mejor lugar para contemplar el ocaso es en La Caleta, pero te aseguro que desde Cortadura, Santa María o el Campo del Sur también coleccionarás postales que tu retina nunca olvidará. Tras este este éxtasis de belleza quizás sientas un atisbo de melancolía. Durará poco. Aunque el sol se despida de Cádiz, sabes que no es un adiós, es un hasta luego. Mañana, este rito diario en forma de inenarrable espectáculo volverá a materializarse y a robarte, una vez más, el corazón.

Sonríe. En Cádiz no ser feliz es ir contra la ley

Aunque estoy convencida de que en Cádiz se contabilizan más sonrisas y carcajadas por metro cuadrado que en cualquier otro rincón del mundo, está afirmación no es mía sino de la Pepa. Según el artículo 13 de la Constitución Española de 1812: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen».

Monumento a las Cortes. Plaza de España, Cádiz

Ha llovido mucho desde que se aprobara la primera Carta Magna liberal de España, sí, pero los gaditanos no solo no olvidan ese artículo sino que lo lucen como la mejor de las banderas. En cada calleja de su casco histórico, en cada taberna, en los comercios, en las playas…

Pisas Cádiz y su alegría pasa a ser la tuya. La sonrisa se planta en tu rostro y no te abandona mientras la vives, la sientes y la disfrutas. No es una impostura, tampoco un topicazo. Es una de las grandes virtudes de esta casi isla tan hermosamente sujeta a su peculiar geografía en la que la sal del Atlántico se sirve en el salero de sus gentes. Y es que Cádiz, sencillamente, te hace feliz.

En Cádiz la felicidad está asegurada Así, sin más. Porque es imposible resumir su duende ni en siete experiencias ni en mil artículos. Porque basta mirarla a la cara para convencerte de que tu paraíso puede estar más cerca de lo que imaginas. Porque el gaditanismo hay que sentirlo en vena. Un virus que una vez contagiado no conoce vacuna y te hace soñar con volver. Yo ya me veo de vuelta. Con La canción del pirata de Fernando Quiñones entre mis manos y mis pies hundidos en la arena de La Caleta. Y entre episodio y episodio, la música de José Luis Figuereo Franco, más conocido como El Barrio: “Que empiece la función, de ahora en adelante, sepan que en su interior, sopla fuerte el levante… He vuelto…”

Fuencaliente, el irresistible encanto del sur de la isla de La Palma

Fuencaliente, el irresistible encanto del sur de la isla de La Palma

Fruto de la impronta volcánica y del poder de sus gigantes dormidos. Salpicado de viñedos que aportan su paleta de verdes a un paisaje de tierra negra. Playas que regalan atardeceres únicos y alfombras blancas de sal. Así es Fuencaliente. Así es el sur de La Palma. Un municipio que sin desmerecer al resto sorprende y cautiva por su natural belleza y que condensa buena parte de la magia de este rincón canario.

Antes de empezar a tentarte con todas las experiencias que te esperan en Fuencaliente, situémonos geográficamente. Nos encontramos en la punta meridional de la isla, allí donde la cordillera de Cumbre Vieja se funde dócilmente con el Atlántico. En el prehispánico cantón de Abenguareme, actualmente delimitado por los municipios de Los Llanos de Aridane, El Paso y Mazo.

Qué ver en Fuencaliente

En esta zona, marcada por las erupciones que dejaron a su paso extensos campos de lava, se encuentra uno de los volcanes más bonitos de la isla, el Volcán de San Antonio. Cuando despertó, en 1677, contribuyó a forjar la inquietante orografía de Fuencaliente originando un precioso cráter de suaves curvas. Bordearlo, fijándonos en su rostro ennegrecido y sintiendo cómo la tierra cruje bajo los pies, es una maravilla.

Bordeando el Volcán de San Antonio. La Palma
Cráter del Volcán de San Antonio. La Palma

El viento sopla con fuerza y las panorámicas que desde aquí se divisan te obligan a no dejar la cámara ni un momento para inmortalizarlas en un puñado de píxeles. La vecina población de Los Canarios, el inabarcable océano que bate la costa, y allí donde acaba el sendero, a 654 metros de altitud, la impresionante silueta del Volcán Teneguía y las salinas. Una extraordinaria fusión de tierra, agua y aire que te hace sentir minúscula cuando contemplas este sobrecogedor escenario cuyo devenir puedes investigar en su moderno Centro de Visitantes.

El Atlántico desde el Volcán de San Antonio. Fuencaliente. La Palma
Los Canarios. Fuencaliente. La Palma
Vista del Volcán Teneguía desde el Volcán de San Antonio. Fuencaliente. La Palma
Centro de visitantes del Volcán de San Antonio. Fuencaliente

En su última erupción, el Volcán de San Antonio sepultó bajo un río de lava el manantial del que toma nombre el municipio, la Fuen Santa, cuyas aguas termales, ricas en azufre y otros minerales, ya utilizaban los antiguos benahoaritas con fines curativos. Con el paso del tiempo, su fama llegó a ser tal que incluso se llegó a exportar a Cuba y Amberes, y atrajo a pudientes visitantes situando a La Palma en el mapa de turismo de salud de la época.

A los pies de esta legendaria fuente aparece otro de los hitos de este paisaje nacido del fuego, la Playa de Echentive, también conocida como Playa Nueva. 275 metros de salvaje litoral que brotó de las entrañas de la tierra durante la erupción del Teneguía en 1971. A medida que vas descendiendo hasta la orilla descubres su potente fisonomía, un lienzo cubierto de callaos -cantos rodados de color negro- que contrasta bruscamente con la espuma blanca de las olas.

Playa Nueva. Fuencaliente. Las Palma
Playa de Echentive. Fuencaliente. La Palma

Aquí te esperan dos experiencias únicas. La primera, poder bañarte en alguna de las charcas de aguas cristalinas y verdes imposibles que se esconden con celo en la parte trasera de la playa. Sentirás que estás en otro mundo. Sentirás que estás vivo.

Charcas naturales. Playa de Echentive. Fuencaliente. La Palma
Charca de la Playa de Echentive en Fuencaliente. La Palma

La segunda, contemplar un fabuloso atardecer. Recuerdo este momento con especial cariño. Sentada en una roca, mecida por el rumor del océano, viendo como los últimos rayos de sol bañaban su brutal estampa.

Puesta de sol. Playa de Echentive. Fuencaliente. La Palma

Muy cerca de aquí se encuentran las famosas Salinas de Fuencaliente, un complejo salinero que debemos al tesón de la familia Hernández Villalba que desde 1967, generación tras generación, ha continuado su labor de extracción artesanal de sal marina.

Salinas de Fuencaliente. La Palma
Salinas de Fuencanliente. Espacio Nacional de Interés Científico. La Palma
En busca de la flor de sal. Fuencaliente. La Palma
Paseando entre las Salinas de Fuencaliente. La Palma

Este Espacio Nacional de Interés Científico es uno de los enclaves más visitados de la isla. No es de extrañar teniendo en cuenta que se asienta sobre uno atractivo paraje lleno de contrastes cromáticos que van desde el intenso negro del malpaís a las blancas montañas de sal, pasando por el color rosáceo de los cocederos y el azul del Atlántico que las rodea. Así es la caprichosa naturaleza de estas salinas moldeadas por el hombre, las más importantes de las tres que aún siguen activas en las Canarias, y lugar de descanso de numerosas aves migratorias.

Los faros de Fuencaliente. La Palma
Las Salinas de Fuencaliente. La Palma
El océano y las salinas. Fuencaliente. La Palma
Playa del Faro. Fuencaliente. La Palma

Los dos faros de Fuencaliente -en el antiguo de sillería basáltica se ubica el Centro de Interpretación de la Reserva Marina de La Palma-, y la cercana Playa del Faro, donde los vientos baten con fuerza, acaban de perfilar la imagen de estas salinas que cuentan además con un restaurante temático. Es El Jardín de la Sal, un espacio que sigue los dictados de la arquitectura salinera integrándose sin estridencias en este paisaje tan especial.

Restaurante El Jardín de la Sal. Fuencaliente. La Palma

Allí, rodeada de enormes cristaleras que acercaban el mar a mi mesa y tras participar en una interesantísima cata de diferentes tipos de flor de sal, pude disfrutar de su menú degustación Los Sentidos del Sur de La Palma, una deliciosa muestra de su slow food, que promueve el retorno a los valores tradicionales con originales y elaboradas presentaciones de productos de proximidad. Crema de tomate canario con ceviche, carpaccio de langostino con tartar de aguacate, papada de cerdo en chicharrón con gofio y reducción de malvasía… Muy recomendable, sin duda.

Cata de diferentes tipos de flor de sal. El Jardín de la Sal. Fuencaliente
Crema de tomate canario con ceviche y carpaccio de langostinos. El Jardín de la Sal. Fuencaliente
Papada de cerdo en chicharrón con gofio. El Jardín de la Sal. Fuencaliente

Hablando de buen comer y mejor beber, no podemos olvidar los viñedos y bodegas de  Fuencaliente, una de las grandes señas de identidad de este municipio que tiene en la vid su principal actividad agrícola. Y es que las particularidades de su suelo han convertido esta zona en una de las comarcas vinícolas más importantes de Canarias. Aquí se elaboran blancos secos, tintos y rosados y, cómo no, el Malvasía, el más emblemático de los vinos de La Palma que escritores de la talla de Shakespeare o Sir Walter Scott no dudaron en calificar como “néctar de los dioses”.

Viñedos Bodegas Teneguía. Foto Bodegas Teneguía. Fuencaliente

Para conocer sus métodos de producción y catar sus apreciados caldos, lo mejor es visitar alguna de sus bodegas. Una buena opción son las Bodegas Teneguía cuyos vinos, con más de sesenta años de historia, nacen de las viñas más antiguas de la isla.

Bodegas Teneguía. Fuencaliente. La Palma

Una última recomendación, si te gusta el senderismo, debes saber que la Ruta de los Volcanes, uno de los principales senderos de la isla de La Palma, finaliza tras 25 kilómetros en el Faro de Fuencaliente.

Tras mostrarte algunos de los secretos que esconde el sur de la más joven de las Canarias, solo espero haber conseguido transmitirte una porción más del efecto La Palma

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La Palma, diez experiencias para enamorarte de la Isla Bonita

La Palma, diez experiencias para enamorarte de la Isla Bonita

Hace un par de meses La Palma se cruzó en mi camino. Me retó a imaginármela a través de sus paisajes sonoros, piezas de audio captadas por toda la isla que traté de hilvanar en un guión cinematográfico que recogía lo que intuía me esperaba en ese rincón canario bañado por el Atlántico. Ahora, tras cuatro días descubriéndola, siento que La Palma ya es un poco mía, que buena parte de su magia se coló en mi maleta de vuelta. Diez experiencias bastaron para que haya vuelto enamorada. Diez experiencias que comparto contigo para que tú también sientas el efecto La Palma. Porque esta isla no es solo bonita, también es única y sorprendente.

Jugar con las olas en un playa virgen

Mi ruta palmera soñada empezaba en una playa desierta rodeada de impresionantes acantilados. Aquella estampa fruto de mi imaginación se hizo realidad en la playa de Nogales, en Puntallana. Por un instante, contemplándola desde el mirador, pensé que había regresado a la costa occidental de Irlanda. Imposible no asombrarse frente a las paredes de roca que se precipitan súbitamente hacia el mar enmarcando una lengua de arena negra que se resiste a desaparecer a manos del océano.

Playa de Nogales desde el mirador. La Palma

Para alcanzarla hay que seguir el sendero que bordea el acantilado. Sin prisas, disfrutando de esta preciosa antesala que desemboca en la playa. Una vez allí sientes la necesidad de descalzarte para experimentar el suave tacto de la arena en tus pies. Súmale la brisa marina acariciando tu rostro, el olor a mar y el sonido de las olas amplificado por los imponentes barrancos que la delimitan, y comprenderás porqué para muchos es la playa más hermosa de la isla.

El sendero que bordea el acantilado. Playa de Nogales. La Palma

Playa de Nogales. La Palma

Y es que La Palma no se distingue por ser un destino de sol y playa al uso con arenales kilométricos. Ni falta que le hace. El encanto de su litoral reside en playas y calas que nos recuerdan su pasado volcánico en forma de paisajes vírgenes. Como Echentive en Fuencaliente, una playa que se formó tras la erupción del volcán de Teneguía en 1971 y que esconde unas charcas naturales que parecen sacadas de otro mundo.

Charcas naturales. Playa de Echentive. La Palma

Adentrarte en las entrañas de la Caldera de Taburiente

La joya más preciada de esta isla, declarada en su totalidad Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO, es el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. Un espectacular entorno natural tan hermoso como abrupto, fruto de las erupciones volcánicas, la fuerza erosiva del agua y los grandes deslizamientos.

Caldera de Taburiente. La Palma

Los senderos señalizados sobre el terreno permiten bordearlo o adentrarse hasta su corazón. En mi caso, seguí una ruta de 18 kilómetros que me regaló paisajes que difícilmente podré olvidar. Te hablo de rincones como el mirador de Los Brecitos, con sus espectaculares vistas hacia el interior del parque, de escarpadas laderas verticales pobladas de pino canario, de ese spa natural que forma el río en la playa de Taburiente, de la Cascada de Colores, una pared de roca de colores naranjas, amarillos y verdes por la que se precipita el agua, y del impresionante cauce del Barranco de las Angustias.

Playa de Taburiente. La Palma

Cascada de colores. La Palma Contagiarte del ritmo de vida palmero en Santa Cruz de la Palma

Si quieres contagiarte del tranquilo ritmo de vida que se respira en la isla, nada mejor que dar un paseo por su capital, Santa Cruz de La Palma. Una coqueta ciudad, declarada Conjunto Histórico-Artístico, que fusiona con acierto su carácter marinero y su estética colonial. La mejor de las bienvenidas la hallarás en la Avenida Marítima con sus balcones repletos de flores y cubiertos de celosías que miran al mar.

Avenida Marítima. Santa Cruz de La Palma

Balcón de la Avenida Marítima. Santa Cruz de La Palma

Luego tus pasos deberán encaminarse hasta la Plaza España para contemplar el conjunto renacentista más importante de Canarias presidido por el Ayuntamiento, que ostenta con orgullo el hecho de haber sido el primer ayuntamiento de España de elección popular en 1773. La iglesia del Salvador y las casas Monteverde, Lorenzo, Massieu y Pereyra completan este centro neurálgico que aúna los poderes político, religioso y civil. A partir de aquí callejea libremente sin rumbo. Ríndete al slow travel y disfruta del calor de sus gentes.

Plaza de España. Santa Cruz de La Palma

Retroceder en el tiempo en el Bosque de los Tilos

El municipio de San Andrés y Sauces guarda con celo un auténtico tesoro. Se trata de Los Tilos, uno los bosques de laurisilva más importantes del archipiélago canario. Entrar en este exuberante ecosistema vegetal heredado de la época terciaria y que todos tus sentidos se pongan en alerta es todo uno. Es como internarte en una preciosa selva cuajada de altísimos árboles cuyas copas apenas dejan pasar la luz del sol, entre helechos, lianas, especies endémicas y cascadas. Un entorno húmedo y sombrío donde el silencio solo se ve turbado por la presencia de agua y el canto de los pájaros. No me extraña que esta cautivadora masa verde fuera la primera Reserva de la Biosfera de La Palma. Verdaderamente merece esa distinción.

Bosque de Los Tilos. La Palma

Cascada. Bosque de Los Tilos. La Palma

Disfrutar de la gastronomía palmera

 ¿A qué sabe La Palma? Sabe a papas arrugadas, a mojo rojo y mojo verde, a deliciosos quesos de cabra con Denominación de Origen, a pescados como los meros, las viejas y morenas, a gofio, a carne de cerdo, conejo o cabrito, y a platos de cuchara como la sopa de picadillo, la sopa de garbanzas y el potaje de trigo.

Papas arrugadas y queso asado. Casa Goyo. La Palma

Los deliciosos pescados de Casa Goyo. La Palma

Todo ello regado con los vinos palmeros, unos caldos únicos ya que se elaboran con variedades que ya han desaparecido otras regiones europeas. Destacan los blancos secos, tintos y rosados y, cómo no, el Malvasía, el más emblemático de los vinos de La Palma, cuya calidad lo sitúa a la altura de los grandes vinos dulces del mundo y que combina muy bien con la repostería local.

Hablando de dulces, los palmeros son muy golosos y cualquier momento es bueno para endulzar el paladar con postres como los almendrados, el bienmesabe o el Príncipe Alberto. Una última recomendación: no podrás decir que has estado en La Palma sin tomarte un barraquito, un café que lleva leche, leche condensada, canela, corteza de limón y licor. Engancha y mucho, avisado quedas.

Caminar entre volcanes y salinas

Aunque es prácticamente imposible decantarse por uno, guardo muy buenos recuerdos del municipio de Fuencaliente. Es el más meridional de la isla y en él la impronta volcánica se deja sentir a cada paso. Como en el Volcán de San Antonio, un gigante dormido que despertó en las erupciones de 1677 dando paso a uno de los lugares más bellos de la isla. Bordear su cráter supone alcanzar magníficas panorámicas que incluyen el Volcán de Teneguía y las Salinas de Fuencaliente que con su blancura rompe la paleta de marrones, ocres y rojizos que discurre hasta donde alcanza la mirada.

Bordeando el Volcán de San Antonio. La Palma

Cráter del Volcán de San Antonio. La Palma

El Volcán de Teneguía y las salinas desde la cumbre del Volcán de San Antonio. La Palma

Tocar el cielo con las manos en el Roque de los Muchachos

Subir al Roque de los Muchachos, deteniéndote a observar el mar de nubes provocado por los vientos alisios, es una experiencia increíble. Estás a 2.426 metros sobre el nivel del mar, en el punto más alto de la isla, y te invade una sensación de libertad absoluta cuando contemplas desde lo alto la Caldera de Taburiente. Tu cámara tratará de captar en vano lo que ven tus ojos. No lo conseguirá. Hay que estar allí, en el mirador por excelencia de La Palma, para sentir el vértigo frente a los barrancos, la coreografía de las montañas, el aire puro… En definitiva, el latido de la tierra.

Mar de nubes. La Palma

Mirador del Roque de los Muchachos. La Palma

Vistas desde el Roque de los Muchachos. La Palma

Roque de los Muchachos, isla de La Palma

Visitar el Observatorio Astrofísico y entrar en el GRANTECAN

Justo aquí, en el techo de La Palma, se ubica el Observatorio Astrofísico del Roque de los Muchachos, uno de los complejos de telescopios más completos del mundo. ¿Por qué en esta isla? Porque su cielo es uno de los mejores del planeta para ver las estrellas gracias a su situación geográfica, a sus inmejorables condiciones de estabilidad atmosférica y a la aplicación de la Ley de Protección del Cielo, que vela por regular la correcta iluminación de los núcleos urbanos y reducir la contaminación lumínica. Por cierto, aprovecho para felicitar a toda la isla ya que este año La Palma celebra el octavo aniversario de su declaración como entorno ‘Starlight’ por la calidad y transparencia de su bóveda celeste.

Observatorio Astrofísico del Roque de los Muchachos. La Palma

Uno de estos telescopios es el GRANTECAN (Gran Telescopio de Canarias), el mayor del mundo de sus características. Conocerlo por dentro era uno de mis sueños palmeros que se hizo realidad. Si te apasiona el mundo de la astronomía, debes saber que tu también puedes solicitar tu visita a través del Instituto de Astrofísica de Canarias.

GRANTECAN. La Palma

Interior del GRANTECAN. La Palma

¿Más opciones para contemplar el universo? Puedes acercarte a alguno de los 16 miradores astronómicos naturales que hay en la isla, como el Pico de la Cruz, el Llano del Jable, Puerto Naos o La Muralla entre otros, o acudir a empresas especializadas que te harán ver el cielo con otros ojos. De hecho, en los últimos años el astroturismo se está consolidando con fuerza y buena parte de la industria turística isleña está vinculando sus servicios al mundo de la astronomía.

Mirador astronómico. La Palma

Contemplar amaneceres y puestas de sol de ensueño

Se diría que hasta el astro rey, testigo mudo de cuanto acontece bajo sus pies, está prendado de esta isla. Un pasión que demuestra cada día regalándole increíbles amaneceres y puestas de sol.

Durante mi estancia lo vi desperezarse a diario, perfilando en el horizonte la silueta de Tenerife y tiñendo el océano de mil tonalidades de azul. No me importó robarle horas al sueño. En esos mágicos minutos, en la terraza de mi hotel y acompañada por el canto de los pájaros más madrugadores, La Palma era solo para mí. El frescor de un nuevo día, el rumor de las olas, las últimas luces iluminando Santa Cruz… Y allí estaba yo cada mañana, con la mirada perdida en el horizonte y embelesada ante un espectáculo de luces y colores que soy capaz de recordar con tan solo cerrar los ojos.

Vistas desde mi habitación. H10 Taburiente Playa. La Palma

Amanece en la playa de Los Cancajos. La Palma

El sol, el Atlántico y La Palma

Su adiós no le va a la zaga. Desde un mirador o a pie de playa, resaltando con sus últimos rayos la salvaje orografía de su litoral. Amarillos, naranjas, rojos y la hora azul. El sol se pone y el negro da paso al siguiente acto: la aparición de un nítido manto de estrellas que cubre toda la isla.

Puesta de sol. Playa de Echentive. La Palma

Navegar en un mar de estrellas

Otro de los grandes momentos de mi viaje a La Palma lo viví gracias a Toño González, miembro de la Agrupación Astronómica Isla de La Palma, guía Starlight y director de la empresa Cielos-La Palma. Con su ameno y didáctico recorrido por las constelaciones, salpicado de referencias mitológicas, consiguió que me quedara prendada del increíble cielo de esta isla. Imagíname tumbada en el suelo, dibujando constelaciones y viendo pasar las estrellas fugaces más impresionantes que he visto en mi vida. Es cierto lo que dicen, con esta bóveda celeste, dormir no es una opción sensata en La Palma.

Toño, además, es todo un experto en fotografía paisajística nocturna y se encargó de inmortalizar este momento tan especial.

Foto del equipo de #EscuchaLaPalma

Observación de estrellas con Cielos-La Palma

Y hasta aquí mi repaso por las diez experiencias que hicieron que regresara a Madrid prendada de esta pequeña isla marcada por la diversidad de sus paisajes. Si te ha sabido a poco, no te preocupes. Habrá más artículos dedicados a la Isla Bonita. Pienso cumplir mi objetivo: que tú también sientas el efecto La Palma.

INFORMACIÓN PRÁCTICA: Vuelos a La Palma

  • La Palma – Bilbao con Vueling. Comenzará a operar el próximo 23 de junio y contará con 1 frecuencia semanal durante los meses de julio y agosto.
  • La Palma – Barcelona con Vueling. Dos vuelos semanales confirmados hasta final de año.
  • La Palma – Madrid con Iberia Express. 6-7 vuelos semanales.
  • CanaryFly, por su parte, conecta La Palma con los aeropuertos de Gran Canaria y Tenerife Norte desde donde parten vuelos frecuentes a diferentes puntos de la península.

Nota: Este artículo forma parte de mi viaje a la isla de La Palma durante el blogtrip #EscuchaLaPalma organizado por el Patronato de Turismo de La Palma en colaboración con el Centro de Iniciativas y Turismo TEDOTE La Palma, Iberia Express, Vueling y CanaryFly

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Mi ruta palmera soñada en 35 mm.

Mi ruta palmera soñada en 35 mm.

Hace poco oí en boca del cineasta Juan Antonio Bayona una frase que, con su permiso, hago mía: «En España podría rodarse perfectamente La vuelta al mundo en 80 días«. No puedo estar más de acuerdo. Cada vez que visito un destino de nuestro país se confirma; tenemos el mejor plató para enmarcar cualquier tipo de escena.

¿A qué viene esta introducción tan cinematográfica? Sencillo. Hoy me pongo en el papel de una guionista para aceptar la propuesta de Visit La Palma: diseñar mi ruta palmera soñada a través de los sonidos que emergen de esta isla. Un original mapa sonoro creado para despertar sensaciones, para invitaros a subir a un avión y lanzarnos a descubrir por qué esta tierra rodeada de mar recibe el sobrenombre de la Isla Bonita. Para esbozarla debo transformar sus piezas de audio en verbo y, como buena amante del séptimo arte, escribir el argumento de la película que desearía protagonizar en La Palma. Todo un reto, lo sé, pero al fin y al cabo… ¿qué es el cine sino viajar? Descubrir nuevos horizontes, nuevos paisajes y paisanajes, pequeñas y grandes historias que suman y no restan, que derriban fronteras y nos hacen más humanos. Concurso #EscuchaLaPalma. Mi ruta palmera soñada

Escena 1. En busca del mar

Como buena barcelonesa varada en Madrid desde ya hace unos años, mi primer impulso es ir en busca del mar y las playas. Conecta el audio, cierra los ojos e imagina este plano secuencia. ¿Me ves? Estoy en una playa prácticamente desierta, virgen y rodeada de impresionantes acantilados. Es abril y me acerco a la orilla para ver cómo el Atlántico besa con fuerza la costa, doy un paseo descalza jugando con las olas y las cálidas temperaturas me invitan a darme un chapuzón en sus aguas.

Escena 2. Verde que te quiero verde

¿Escuchas mis pasos? Recorro el sendero que me conduce hasta el corazón del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente. Su dificultad media-alta es asumible y el esfuerzo para llegar al Barranco de las Angustias tiene su recompensa: flora y fauna exclusivas de la isla, roques, miradores y el agua, su bien más preciado, que se cruza a mi paso en forma de riachuelos y cascadas de colores. Me siento abrumada entre tanta biodiversidad. Lleno mis pulmones de aire puro, lo necesitaré cuando regrese al frío, gris y contaminado asfalto madrileño.

Escena 3. Tomándole el pulso a la capital

Tras rodar algunos de los paisajes más reconocibles de la isla, pongo rumbo a Santa Cruz de la Palma. Me cuelo por sus rendijas en uno de sus mercados. Frutas de temporada, mojos, quesos y vinos con denominación de origen son deliciosos planos recurso que despiertan mi apetito, así que acabo charlando con un grupo de palmeros en el bar de la esquina. Debería seguir mi ruta por la capital y perderme por su casco histórico pero lo dejaré para más tarde. Adoro el slow travel y mis papas arrugadas siguen muy calientes.

Escena 4. El sur también existe

Antes de que anochezca me voy al sur en busca de un atardecer junto al mar. Dicen que la Punta de Fuencaliente es una preciosidad y suelo fiarme de las gentes del lugar. Me han hablado de dos faros, de unas salinas, de arena negra y rocas de origen volcánico. De un paisaje que difícilmente se olvida y que mi cámara ansía captar.

Escena 5. El cielo palmero, ¿tan espectacular como dicen? 

No he hallado o no he sabido encontrar un paisaje sonoro que haga referencia al cielo de La Palma, uno de los mejores del planeta para ver las estrellas. Estoy acostumbrada a casi tocarlas con las manos en mi pequeño refugio turolense de la comarca Gúdar-Javalambre y me gustaría, y mucho, contemplar el increíble tapiz de cuerpos celestes que intuyo allí me espera. En sus miradores astronómicos naturales, desde una casa rural o, puestos a soñar, en el mismísimo Observatorio del Roque de Los Muchachos.

Tras estas cinco escenas, apago los focos, desconecto la cámara y guardo la claqueta. Llega el fin de mi Palma en 35 mm. y, tal vez, el inicio de una nueva aventura. Me encantaría que mi ensoñación se tornara realidad en breve para llenar estos huecos con experiencias, momentos y fotografías que me permitan, como siempre, mostrarte el mundo a través de esta ventana. Si no es así, no importa. Es un reto que acepté y el hecho de haberlo cumplido me llena. Y sí, consiguió su objetivo: despertar mi interés por descubrir La Palma más allá de sus paisajes sonoros.