Viajar a Zanzíbar: guía práctica y consejos

Viajar a Zanzíbar: guía práctica y consejos

Si estás pensando en viajar a Zanzíbar, toma nota de esta guía práctica. En ella encontrarás toda la información y consejos que necesitas para planificar tu escapada a uno de los destinos turísticos más famosos del Índico africano. Requisitos de entrada y vacunas, qué visitar, cómo desplazarte por la isla, dónde alojarte…

Para muchos, esta paradisíaca isla suele ser la escala final tras un safari en Tanzania. Si es tu caso y aún no has decidido qué parque nacional visitar, aquí te dejo unas cuantas sugerencias que se realizan siempre con un guía que habla español. Más sencillo y cómodo imposible.

Si lo que buscas es un safari por el norte de Tanzania, esta espectacular ruta de 8 días te llevará a emocionarte con la vida salvaje y los paisajes que atesoran el Parque Nacional del lago Manyara, Arusha, el increíble Serengeti, Ngorongoro y Tarangire.

Otra aventura con mayúsculas en Tanzania es hacer la Ruta Marangu. Siete días inolvidables de trekking hasta alcanzar la cumbre del Kilimanjaro. ¿Nunca has soñado con ver el amanecer desde el pico más famoso de África?

Finalmente, si no dispones de tanto tiempo, también puedes optar por un safari de un día por el Lago Manyara, una excursión a las aguas termales de Kikuletwa o un safari de 9 horas por el Parque Nacional de Tarangire.

Y ahora sí, vamos con todo lo que tienes que saber para viajar a Zanzíbar.

GUÍA DE VIAJE ZANZÍBAR: CONSEJOS PARA VIAJAR A ZANZÍBAR

Situación de Zanzíbar

Zanzíbar es un archipiélago formado por las islas de Zanzíbar y Pemba y varios islotes que se encuentra situado en el océano Índico, a unos 36 kilómetros de la costa de Tanzania. La isla de Zanzíbar -conocida localmente como Unguja- también da nombre al conjunto del archipiélago.

Mapa. Viajar a Zanzíbar

A nivel político, Zanzíbar es una región semiautónoma integrada dentro de la República Unida de Tanzania y tiene su propio gobierno.

Cuándo ir a Zanzíbar

Gracias a su clima ecuatorial se puede viajar a Zanzíbar durante todo el año. De marzo a mayo es época de lluvias y la menos masificada ya que algunos hoteles cierran. De julio a septiembre, las temperaturas rondan los 28 grados, y al ser temporada alta, los precios suben y hay muchos turistas. De noviembre a diciembre suele llover de forma ocasional.

Cómo llegar a Zanzíbar

Desde el aeropuerto Dar es Salaam parten a diario vuelos a Zanzíbar. La duración del vuelo es de unos 20 minutos y se realiza en pequeñas avionetas que suelen tener una ocupación máxima de 12 plazas. Yo volé con la compañía Auric Air (75$ por trayecto).

Vuelo con Auric Air. Viajar a Zanzibar

Otra opción son los transbordadores que parten del puerto de Dar es Saalam. Los ferries rápidos tardan unas 2 horas y en clase economy cuestan 35$. Los lentos son un poco más económicos pero la travesía dura 4 horas. Las taquillas oficiales se encuentran en el edificio Azam Marine-Coastal Fast Ferries. Consulta su web para más información o para hacer tu reserva online.

TIP DE VIAJE → Si no quieres complicarte con los traslados, aquí puedes reservar un transfer privado, puerta a puerta y al mejor precio. Un chófer te esperará en el aeropuerto, en el hotel o dónde estés para llevarte a tu destino de forma rápida y segura.

Visado, vacunas y recomendaciones sanitarias

Para entrar en Zanzíbar hay que tener el pasaporte en vigor con al menos seis meses de validez desde la fecha de entrada y un visado que puede tramitarse en los principales aeropuertos y fronteras terrestres (50$).

Visado. Guia practica de Zanzibar

Según la fuente que consultes, verás que la vacuna contra la fiebre amarilla no es obligatoria, salvo si llegas procedente de una zona infectada. En cambio, Turismo de Tanzania dice que es indispensable para viajar a Zanzíbar. Mi consejo es que te vacunes ya que la enfermedad está muy extendida en África Oriental y que lleves tu Certificado Internacional de Vacunación contigo.

La Organización Mundial de la Salud recomienda estar vacunado además contra la difteria, tétano, sarampión, paperas, rubeola, poliomelitis, hepatitis A y B, tifus y rabia.

Certificado Internacional de Vacunacion. Viajar a Zanzíbar

No olvides viajar a Zanzíbar con un botiquín básico en el que no falten analgésicos, antihistamínicos, laxantes, antidiarréicos, antiinflamatorios,  protectores estomacales, materiales de cura, crema solar y, sobre todo, repelente de insectos que contenga DEET. Para evitar problemas, come fruta o verduras peladas y bebe siempre agua embotellada. Si sigues un tratamiento, lleva medicamentos suficientes para toda la estancia.

Viajar a Zanzíbar: seguridad

La situación política en Zanzíbar es considerablemente estable y en general es una zona segura salvo por algunas manifestaciones de protesta que se producen de forma ocasional.

No obstante, se deben tomar las precauciones habituales: evitar lugares aislados, tener especial cuidado con los objetos de valor y si es posible dejarlos en la caja fuerte del hotel, usar el taxi para desplazarse por la noche, no regatear con la cartera en la mano, nada de mochilas a la espalda…

Stone Town. Viajar a Zanzibar

En Stone Town hay que tener especial cuidado con los guías no oficiales que presionan a los turistas para «ayudarles». Se les conoce como papasi (garrapata en suajili) y suelen llevar credenciales falsas. Aunque pueden llegar a ser muy pesados, lo mejor es rechazar sus servicios educadamente. ¿Mi consejo? Contratar los servicios de un guía que esté registrado en la Zanzibar Tourist Corporation (ZTC).

En cualquier caso, para confirmar la situación actual, te recomiendo que consultes las recomendaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores y te inscribas en su registro de viajeros para que puedas ser localizado y asistido en caso de emergencia.

Embajada de España en Dar es Salaam:
99 B Kinondoni Road. P.O.BOX.: 842.
Tel.: (00 255) 22 266 69 36

Llamar a Zanzíbar desde España: 00 255 24 + número del destinatario.
Llamar a España desde Zanzíbar: 00 34 + número del destinatario.

Seguro de viaje para viajar a Zanzíbar

Tu seguridad es lo primero, así que, si vas a viajar a Zanzíbar o a cualquier otro destino extranjero, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplia cobertura COVID-19: gastos médicos derivados de la enfermedad, PCR prescrita por un profesional sanitario, prolongación de estancia, regreso anticipado… Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

Moneda y tarjetas de crédito

La moneda de Zanzíbar es el chelín tanzano (TSZ). Hay billetes de 500, 1000, 5000 y 10000, y monedas de 50, 100 y 200 chelines. En los bancos y casas de cambio se pueden cambiar euros y dólares americanos.

Chelines tanzanos. Viajar a Zanzibar

La moneda más aceptada es el dólar. Eso sí, ten en cuenta que los dólares deben ser posteriores al 2006 para que los acepten. Aprovecha tu paso por Stone Town para cambiar moneda ya que fuera de la capital los cajeros automáticos (ATM) escasean. Las tarjetas de crédito más aceptadas son Visa y MasterCard.

En mi caso, opté por pagar con chelines las compras pequeñas y usar los dólares para pagar los desplazamientos y algunas facturas de restaurantes.

Al abandonar el país, los chelines pueden cambiarse a euros o dólares. El mejor sitio para hacerlo es el aeropuerto de Dar es Salaam. Conserva algunos recibos de cambio para no tener problemas.

Electricidad

La corriente eléctrica es de 220-250V/50Hz y los enchufes son de tres clavijas. No olvides llevar un adaptador universal. El suministro de electricidad en las islas no es muy bueno e incluso en los mejores hoteles se producen pequeños cortes de luz esporádicos.

Cómo desplazarse por Zanzíbar

El estado de las carreteras en Zanzíbar es bastante deficiente. Las vías de circulación no están en buenas condiciones y son especialmente malas en época de lluvia.

Moto o coche: Si quieres moverte por tu cuenta, puedes alquilar una moto o un coche a precios asequibles pero, además del permiso de conducir internacional y el de tu país, necesitarás una licencia local. Ten en cuenta que se conduce por la izquierda y que hay muchos controles de policía en las carreteras que paran a los vehículos para comprobar la documentación y cazar alguna «propina».

Carretera de Zanzibar

Dalla-dalla: Las principales ciudades de la isla están conectadas por una red de dalla-dallas que son mini buses o camiones que van parando en los pueblos para ir recogiendo gente. Los destinos a los que van se indican en la luna frontal del vehículo. Viajar en ellos no suele costar más de 2$ por persona pero siempre van abarrotados, no respetan los horarios y los trayectos pueden ser interminables.

Dalla-dalla. Viajar a Zanzibar

Microbuses privados: Circulan por las playas de la costa norte y este. Conviene reservarlos el día anterior en una agencia de viajes.

Taxi: Sin duda, es la opción que te recomiendo. Resulta un poco más caro que el coche pero todo son ventajas: es más rápido y cómodo, y el precio del trayecto siempre se puede negociar. Como referencia, por un traslado desde el norte de la isla a Stone Town te pueden pedir 50$.

Otra opción a tener en cuenta es contratar los servicios de un chófer-guía. Los encontrarás en las playas y a base de regatear puedes conseguir la ruta que quieres hacer a buen precio. ¿Un ejemplo? Traslados desde/a el hotel situado en el norte, visitar Stone Town e ir a comer a The Rock costó 100$ (2 personas).

Excursiones en Zanzibar

Idioma

Aunque el suajili es el idioma oficial, el inglés está muy extendido sobre todo en las zonas más turísticas. Para ir un poco más allá del Hakuna matata! (no hay problema) que todos solemos traer aprendido, aquí tienes algunas expresiones que pueden ayudarte en tu día a día:

Hola / Buenos días: Jambo

Sí: Ndiyo. No: Hapana.

Por favor: Tafadhali. Muchas gracias: Asante sana. Perdón: Pole

¿Cuánto cuesta?: Ni bei gani?

Solo estoy mirando: Ninatazama tu.

La cuenta, por favor: Lete bili.

Me llamo: Ninaitwa. ¿Dónde está…? … iko wapi?

Agua: Maji. Refresco: Soda. Café: Kahawa. Cerveza: Bia. Vino: Mvinyo. Pescado: Samaki. Pollo: Kuku. Carne: Nyama.

Y, recuerda, en Zanzíbar todo funciona en modo “pole-pole”, o lo que es lo mismo, poco a poco, despacio. Las prisas aquí no son bienvenidas.

Qué ver y hacer en Zanzíbar

Además de disfrutar de su idílico litoral y de atardeceres de escándalo, no deberías abandonar la isla sin:

  • Recorrer con calma Stone Town, el barrio antiguo de su capital declarado Patrimonio de la Humanidad.
  • Navegar a bordo de un dhow por la bahía de Menai, una reserva marina salpicada de islotes desiertos, arrecifes de coral y bancos de arena.
Excursion Safari Blue. Zanzibar
  • Practicar snorkel o submarinismo en el atolón de Mnemba.
  • Adentrarte en el bosque de Jozani, el último reducto de bosque tropical que queda en la isla y el único lugar del mundo en el que habita el mono colobo rojo.
Mono colobo rojo. Zanzibar
  • Visitar una plantación de especias (spice-tour).
  • Ver cómo los pescadores reparan sus redes y cómo se construyen los dhows en Nungwi.

La gastronomía de Zanzíbar

La cocina de Zanzíbar, como no podía ser de otra manera, es una sabrosa combinación de influencias árabes, indias y británicas que se sazonan con las especias que tan famoso hicieron al archipiélago: clavo, cilantro, cardamomo, canela… Un variado abanico gastronómico que incluye mariscos, carnes, pescados y ensaladas así como platos típicos que te recomiendo probar. Si te gusta la cerveza, opta por las dos marcas locales: Safari y Kilimanjaro. Los vinos que se sirven en los restaurantes suelen ser sudafricanos y europeos. En cuanto a los postres, olvida los dulces y degusta frutas exóticas y zumos naturales. Están deliciosos.

Cocina suajili. Viajar a Zanzibar

TIP DE VIAJE → ¿Quieres saber por qué Zanzíbar es la isla de las especias? Descúbrelo con este tour gastronómico en el que probarás frutas tropicales y otras delicias tanzanas. Esta excursión se realiza exclusivamente en español e incluye la visita a una plantación de especias, las ruinas de los baños persas de Kidichi y el Palacio de Maruhubi.

¿Algunas especialidades de la cocina suajili? Sambusa: una especie de empanadillas rellenas de carne especiada o verduras. Mchicha Wa Nazi: espinacas con leche de coco. Ugali: bolas de harina de maíz que a modo de pan acompañan a verduras y carnes. Nyama choma: carne asada. Urojo: sopa con patatas picantes, mango y lima.

Una recomendación muy personal: si tienes opción, date un pequeño lujo y reserva mesa en The Rock, un pequeño restaurante enclavado en una roca solo accesible por barca con marea alta. Un entrante, dos platos de pasta y dos refrescos: 62$. Muy turístico, sí, pero se come bien y solo por su emplazamiento, frente a la playa Michanwi Pingwe y rodeado de las aguas turquesas del Índico, merece la pena.

The Rock. Zanzibar

TIP DE VIAJE → Si no quieres perderte este famoso enclave, puedes contratar una excursión a la península de Michamvi. En este tour de cinco horas te acompañará un guía multilingüe que habla español y podrás practicar snorkel para explorar el fondo marino del océano Índico, relajarte en la preciosa playa de Pingwe y, cómo no, acercarte al afamado restaurante The Rock. ¡Ni lo dudes!

Viajar a Zanzíbar: dónde alojarse

Lo primero que debes saber es que Zanzíbar cuenta con una amplia oferta de alojamientos que no se limita a los resorts de lujo para millonarios o parejas de luna de miel. También hay hoteles, pensiones y B&B que se adaptan a todo tipo de bolsillos.

En la zona norte destaca el pueblo de Nungwi, uno de los principales destinos turísticos de la isla, donde encontrarás un buen número de pensiones y hoteles de precio medio y bajo. En la costa este, además de preciosas playas como Matemwe, Jambiani o Pongwe, hay muchos hoteles asequibles con precios que van desde los 60 a los 100$ aproximadamente. Por su parte, en la costa sur y suroeste es donde están situados los hoteles más exclusivos.

Hotel Essque Zalu Zanzibar

Si optas por quedarte en Stone Town, te sugiero dos alojamientos que tienen muy buenas críticas: el Stone Town Cafe B&B (habitaciones con baño desde 70$) y el Tembo House Hotel (en primera línea de mar desde 100$).

Para ahorrar tiempo en los desplazamientos, yo decidí pasar tres días en el norte de la isla y otros tres en el sur. Mis opciones fueron el Essque Zalu Zanzibar, un magnífico hotel boutique situado en Nungwi, y el no menos espectacular The Residence ubicado en la costa suroeste.

The Residence. Viajar a Zanzibar

Religión y costumbres

La población de Zanzíbar es mayoritariamente musulmana conservadora. Para no herir la sensibilidad local en materia de vestimenta, se recomienda que las mujeres eviten las camisetas de tirantes y los escotes pronunciados, y que la falda o pantalón llegue hasta la rodilla.

En Tanzania las relaciones entre personas del mismo sexo son delito y están legalmente perseguidas, especialmente en Zanzíbar, donde se imponen penas que pueden llegar hasta 25 años de prisión, en el caso de los hombres, y 7 para las mujeres. Para evitar malentendidos con las autoridades locales, es aconsejable evitar todo tipo de demostraciones afectivas en público.

Las mejores excursiones que puedes hacer en Zanzíbar

¿Quieres saber cuáles son las mejores excursiones y actividades que puedes hacer en Zanzíbar con un guía que habla español? Toma nota:

Parasailing en Zanzíbar: si tienes sed de aventura, este es tu plan ideal. Harás parasailing sobrevolando el Índico, nadarás en aguas turquesas y te relajarás en la playa de Kendwa. La edad mínima para realizar esta actividad es de 18 años.

Excursión a la isla de la Prisión y playa Nakupenda: snorkel entre arrecifes de coral, tortugas gigantes, comida y bebida en una de las excursiones que sí o sí tienes que hacer desde Stone Town.

Excursión a la isla Kwale: arena blanca, aguas cristalinas, arrecifes de coral y una laguna de manglares. Explora los encantos de la isla Kwale con esta excursión inolvidable.

Visita guiada por Stone Town: conoce los rincones más emblemáticos de la seductora Stone Town, la ciudad de piedra Patrimonio de la Humanidad.

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Y hasta aquí esta guía práctica para viajar a Zanzíbar, un paraíso africano cuyo nombre nos remite a playas de arena blanca, acantilados de coral y vacaciones de ensueño. Si necesitas más información, déjame un comentario y trataré de resolver tus dudas. ¡Feliz viaje!

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Safari Blue, una de las excursiones marítimas más populares de Zanzíbar

Safari Blue, una de las excursiones marítimas más populares de Zanzíbar

Cuando empecé a preparar mi viaje a Zanzíbar, recabando información sobre qué hacer y ver en este archipiélago situado a 36 kilómetros de las costas de Tanzania, encontré la posibilidad de realizar un crucero por la bahía de Menai, una reserva marina situada en el suroeste de Unguja famosa por sus islotes desiertos, sus arrecifes de coral y sus idílicos bancos de arena. Tras investigar a conciencia me decanté por la empresa Safari Blue ya que fueron los pioneros en este tipo de excursiones marítimas, proporcionan empleo a más de 80 empleados locales y su propietaria, Eleanor Griplas, es una gran defensora del turismo sostenible y responsable. ¿En qué consiste esta excursión? ¿Valió la pena? Todos los detalles a continuación.

Safari Blue. Excursion en Zanzibar

Safari Blue: snorkel, playas desiertas, delfines y la magia del Índico

El punto de partida de esta excursión es la playa del pequeño pueblo pesquero de Fumba, a unos 30 minutos en coche de Stone Town. Allí acudimos un puñado de viajeros dispuestos a coleccionar imágenes de postal a bordo de un dhow, el tradicional barco de vela triangular que desde tiempos inmemoriales ha surcado el océano Índico y el mar Rojo facilitando el transporte de mercancías. Un navío de bonita silueta, hecho con madera tropical en el que pueden viajar hasta 16 pasajeros.

Playa de Fumba. Safari Blue. Zanzibar

Tras una cordial bienvenida, en la que nos informaron de las normas de seguridad a seguir, dividieron el grupo en los diferentes barcos. «¿Veremos delfines?» Quien lo pregunta es Alan, un niño sueco de unos diez años. La respuesta que recibe por parte de uno de los guías es contundente: “Vamos a navegar por un área marítima protegida y aunque el 90% de las veces solemos verlos, eso solo depende de la madre naturaleza. Ellos decidirán si se acercan a nosotros o no”. En ese momento me sentí aliviada porque había leído el asedio que sufren estos cetáceos en la zona de Kizimkazi y no quería contribuir a tan nefasto espectáculo.

Playa de Fumba. Safari Blue

Aviso para navegantes Aquella mañana de abril la marea estaba realmente baja por lo que nos tocó ir caminando por el agua hasta el dhow. Tenlo en cuenta y, además de gafas de sol, protector, toalla y gorra, no olvides llevar una mochila impermeable y chanclas cerradas.

Playa de Fumba. Safari Blue

Una vez ubicados en el barco empezamos la travesía bajo un sol radiante que avivaba aún más los mil azules del Índico. Algo de fruta fresca, bebida a discreción, la suave brisa… Todo el pasaje estaba encantado con el espectacular escenario que nos rodeaba con el mar como absoluto protagonista.

Crucero en dhow. Safari Blue

Tras una media hora de navegación, nos detuvimos para practicar snorkel en las cristalinas aguas del océano. La pena es que el último tsunami destrozó buena parte de los arrecifes de coral y nos tuvimos que conformar con ver anémonas, peces payaso y poco más.

Snorkel. Safari Blue

  • NO VIAJES SIN SEGURO A ZANZÍBAR
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¿Un punto a favor de la tripulación? Su buen talante para ayudar a una pareja de Sudáfrica que a pesar de no saber nadar no quiso perderse la experiencia. El chaleco salvavidas, el flotador y el apoyo de varios miembros del equipo les bastaron para animarse a meter por lo menos la cabeza en el agua y nadar un par de metros. Imagina sus caras de felicidad al volver a subir al barco. We did it!, gritaban emocionados.

Practicando snorkel. Safari Blue

Y sí, los delfines hicieron acto de presencia nadando a unos metros de nuestro barco. Ni fuimos en su búsqueda, ni los importunamos. Simplemente disfrutamos de su presencia en su hábitat natural limitándonos a observarlos.

Delfines. Safari Blue

La siguiente parada nos llevó hasta un precioso banco de arena. Un islote blanco en medio del mar en el que la presencia humana se reducía a un par de toldos para protegernos del sol.

Rumbo al banco de arena. Crucero Safari Blue. Zanzibar

Fondeando en un banco de arena. Excursion Safari Blue

Aunque parte del grupo se fue a bucear a otro enclave cercano, yo decidí quedarme allí. En aquel pequeño paraíso deshabitado; jugando con las olas en la orilla, nadando en las cálidas aguas del Índico y buscando encuadres que reflejasen la belleza de este rincón de Zanzíbar protegido desde 1997.

Relax en la bahia de Menai

Nadando en la bahia de Menai

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Banco de arena. Safari Blue

Las cristalinas aguas del Indico. Safari Blue

Tras casi una hora de relax absoluto pusimos rumbo a nuestro último destino: la isla Kwale. Aquí es donde fondean para comer la mayoría de empresas que realizan este tipo de cruceros y eso se nota en la cantidad de puestos de souvenirs que esperan la llegada de los turistas.

Isla de Kwale. Safari Blue

En esta especie de isla-restaurante nos sirvieron un bufet que consistía en langosta a la parrilla, calamares, pollo, arroz, lentejas, curry y varias salsas. Correcto sería la calificación adecuada ya que bajo aquel sol de justicia, apenas mitigado por la sombra de los tamarindos, todo lo que salía de la parrilla acababa teniendo el mismo sabor. Lo que sí disfruté y mucho fue la degustación de frutas tropicales porque, además del clásico mango, piña, melón, guayaba o caña de azúcar, descubrí frutos exóticos como el rambután, el durian, el jackfruit o el soursap.

Isla de Kwale. Safari Blue

Barbacoa. Safari Blue

Con la visita a una laguna rodeada de manglares y a un baobab gigante finalizó nuestra estancia en Kwale. Eran las 16:30 y tocaba regresar. Un rápido baño, un último vistazo a aquella casi virginal playa y de vuelta al dhow.

Baobab. Isla de Kwale. Safari Blue

Playa de la isla de Kwale. Safari Blue

Navegando en un dhow. Safari Blue

¿Valió la pena esta jornada en el mar con Safari Blue? En mi opinión, sí. Más aún si, como en mi caso, no has podido visitar las playas de Matemwe o Jambiani y quieres conocer uno de los rostros más paradisíacos de esta isla tropical. Si te gusta navegar, practicar snorkel y colonizar arenales de ensueño, esta excursión es perfecta para ti. Si por el contrario dispones de poco tiempo y quieres empaparte de un Zanzíbar a años luz de los hoteles de lujo que jalonan su litoral, mejor empléalo callejeando por Stone Town. Recorriendo los sinuosos y decadentes callejones del casco antiguo de la capital, declarado Patrimonio de la Humanidad, no solo conocerás su historia. También su presente. Mucho menos idílico y glamuroso, cierto, pero infinitamente más real.

  • Precio de la excursión marítima con Safari Blue: Si llegas por tu cuenta a Fumba: 65 dólares. Si contratas el servicio de transfer para que te recojan y te lleven de vuelta al hotel, 120 dólares aproximadamente.

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Diez escapadas naturales por España perfectas para desconectar

Diez escapadas naturales por España perfectas para desconectar

Diez escapadas naturales por España perfectas para desconectar. Esta es la propuesta que te lanzo con motivo de la reciente celebración del Día de la Tierra. A algunos de estos destinos su fama les precede, otros son grandes desconocidos pero todos tienen dos nexos en común: ponen de relieve la diversidad de paisajes y ecosistemas de nuestro país, y son perfectos para olvidar el dictado de prisas, estrés y asfalto que impera en las grandes ciudades. Entornos volcánicos, idílicas playas, pueblos con encanto, enclaves kársticos, refugios de fauna salvaje, cascadas, pinturas rupestres… Podrían ser muchos más pero, de momento, estas son mis recomendaciones para que disfrutes del turismo de proximidad. Comenzamos.

Islas Cíes (Vigo)

Monte Agudo, O Faro y San Martiño. Las Cíes, tres islas ubicadas en las Rías Baixas, justo enfrente de la costa de Vigo, que conforman un archipiélago de dunas, matorrales autóctonos, fondos marinos y paradisíacos enclaves como la playa de Rodas, un precioso arenal que suele colarse en las lista de las mejores playas del mundo. Bucear entre bosques de anémonas, un relajado día de playa, recorrer senderos naturales en busca de miradores como el del Alto do Príncipe o el Faro de Cíes, observar aves e incluso acampar previa reserva son algunas de las tentadoras actividades que se pueden realizar en en este paraje natural que forma parte del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas.

Islas Cíes. Escapadas naturales por España

Monfragüe (Cáceres)

Cigüeñas negras, alimoches, buitres leonados, águilas imperiales… Si te gusta la ornitología, Monfragüe, que este año celebra el décimo aniversario de su declaración como parque nacional, es tu destino. Y es que no solo está considerado uno de los grandes santuarios para observar aves, también es uno de los mejores ejemplos de bosque mediterráneo de nuestro país. ¿El resultado? Una rica vida animal y vegetal que se puede observar desde privilegiados enclaves como el Salto del Gitano en el que el vuelo de los buitres se enmarca en un magnífico paisaje vertebrado por el río Tajo. Otros puntos de interés son el merendero de la fuente del Francés -perfecto para hacer un alto en el camino- y el castillo de Monfragüe, desde donde se divisa una extensa panorámica del parque. En los alrededores puedes visitar Plasencia y Trujillo, dos municipios cacereños que destacan por su patrimonio monumental.

Monfragüe. Escapadas naturales por España

Torcal de Antequera (Málaga)

Emergió del mar de Tetis y fue modelándose por la erosión del agua, el hielo y el viento hasta conformar uno de los paisajes kársticos más importantes de Europa. Te hablo del Torcal de Antequera, una maravilla de la naturaleza situada a tan solo 30 kilómetros de Málaga, que me deslumbró con su asombrosa fisonomía: 1.171 hectáreas de torcas, desfiladeros y cuevas que componen un laberinto de piedra caliza salpicado de fósiles marinos, rocas de formas imposibles e impresionantes vistas panorámicas. ¿Una recomendación? Apura al máximo tu visita para contemplar el atardecer. La visión de este paraje cuando los últimos rayos de sol inciden en su abrupto perfil es realmente fascinante. Tampoco olvides acercarte al Mirador de las Ventanillas y recorrer el área expositiva del centro de visitantes donde podrás profundizar en el origen de este entorno poblado desde la Prehistoria que ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad.

Torcal de Antequera. Paisajes naturales de España

Cap de Creus (Girona)

Mi pasión por la Costa Brava queda patente en mi siguiente propuesta: el Cap de Creus. Un parque natural enclavado en la provincia de Girona que nos ofrece una extraordinaria diversidad paisajística. En el litoral, vertiginosos acantilados que se pierden en el mar, islotes y recónditas calas en los que la tramuntana sopla con fuerza. En el interior, bosques y prados con más de 800 especies catalogadas y un valioso patrimonio cultural en el que destaca el monasterio de San Pere de Rodes y el dolmen de La Creu d’en Cobertella. Aprovecha tu visita al único parque marítimo-terrestre de Cataluña para conocer los municipios que lo conforman. La belleza marinera de Llançà, Roses, Cadaqués y El Port de la Selva, y el encanto rural de Vilajuïga, Pau, Palau-saverdera y La Selva de Mar. Si Dalí se enamoró de sus paisajes, tú no vas a ser menos.

Cap de Creus. Escapadas naturales por España

Más información: Cap de Creus, un espacio único de la Costa Brava entre la tierra y el mar

Desierto de Tabernas (Almería)

Áridas llanuras, cárcavas, torrenteras, taludes, endemismos exclusivos, reptiles, aves esteparias, microcráteres… Estos son solo algunos de los principales atractivos del Desierto de Tabernas, la única zona desértica propiamente dicha de todo el continente europeo. Un paraje natural situado al norte de la ciudad de Almería que Hollywood inmortalizó en legendarias películas como El bueno, el feo y el malo o La muerte tenía un precio. Hoy los que se retan son los amantes del turismo activo practicando actividades de multiaventura, escalada, paseos a caballo o senderismo. ¿Un imprescindible? Subir al imponente Cerro Alfaro para divisar desde su cima el desierto, Sierra Nevada, las sierras de los Filabres y de Alhamilla y el mar.

Desierto de Tabernas

Caldera de Taburiente (La Palma)

En este listado de escapadas naturales por España no podía faltar la isla de La Palma, Reserva Mundial de la Biosfera y destino ‘Starlight’ por la calidad de sus cielos. Aquí encontrarás playas vírgenes, salinas, exuberantes ecosistemas como el Bosque de los Tilos, y su joya más preciada, el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. De origen volcánico, esta enorme depresión está formada por escarpados barrancos, coladas, vías de agua que brotan en forma de fuentes y preciosas cascadas, y miradores que nos regalan sobrecogedoras panorámicas. Si quieres ser consciente de toda su grandeza, sube al Roque de los Muchachos, el punto más alto de la isla. Allí, a 2.426 metros sobre el nivel del mar, tendrás una vista colosal de este hermoso rincón canario.

Más información: De ruta por La Caldera de Taburiente, la niña bonita de La Palma

Cerro del Hierro (Sevilla)

Otro paraje de origen kárstico que te recomiendo visitar es el Cerro del Hierro, un monumento natural situado en el Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla, entre los municipios de Constantina y San Nicolás del Puerto. La erosión y su pasado minero, que se remonta a la época romana y del que aún se conservan algunas infraestructuras, han dejado al descubierto un singular paisaje de simas, galerías y túneles que podemos conocer a pie o de forma más activa practicando espeleología, rappel o escalada. Su vegetación -un bosque de alcornoques, robles y helechos-, y la presencia de búhos reales y cigüeñas negras aumentan el valor ecológico de este paraje andaluz que en primera y otoño luce su mejor cara.

Cerro del Hierro. Monumentos naturales de España

El Nacedero del Urederra (Navarra)

A menos de una hora de Pamplona y en plena Sierra de Urbasa, se encuentra el Nacedero del Urederra, uno los enclaves más espectaculares de Navarra. Recorrer los escasos cinco kilómetros que llevan hasta su salida natural tiene recompensa. Verás un cauce de agua de un sorprendente color turquesa que juega con el terreno precipitándose en bonitas cascadas, filtrándose por las grietas o frenando su curso en numerosas pozas. Todo ello envuelto en un un tupido bosque de hayas, olmos y fresnos por el que sobrevuelan buitres, milanos reales y alimoches. Para preservar este espacio protegido, su aforo se limita a 450 personas al día así que te sugiero que reserves tu plaza online. La entrada es gratuita y solo deberás abonar 3€ si quieres dejar el coche en el parking.

Nacedero del Urederra

Más información: El Nacedero del Urederra, uno de los rincones más bellos de Navarra

Sierra del Segura (Albacete)

La Sierra del Segura, en Albacete, esconde encantadoras poblaciones como Nerpio, Riópar o Yeste que resultan perfectas para pasar un tranquilo fin de semana disfrutando de bonitos paisajes y buena gastronomía. Deja de lado la errónea imagen de que en esta comarca de Castilla La Mancha solo hay extensas llanuras. Porque las hay, sí, pero también altas cumbres, valles y embalses en los que practicar todo tipo de deportes en contacto con la naturaleza. Los castillos de Yeste y Taibilla, el trazado medieval de Letur y el conjunto rupestre de la Solana de las Covachas, cuyos abrigos forman parte del Parque Cultural de Nerpio, son solo una muestra del legado histórico y artístico de la Sierra del Segura.

Sierra del Segura

Más información: Sierra del Segura, una comarca albaceteña con mucho por descubrir

Ullíbarri-Gamboa (Álava)

Mi última propuesta pone rumbo al norte para detenernos en Álava. Concretamente en el embalse de Ullíbarri-Gamboa que recoge las aguas de la cuenca del río Zadorra. Un entorno de alto valor ecológico y paisajes de gran belleza que cuenta con tres playas de interior ubicadas en los parques provinciales de Landa y Garaio. Yo tuve ocasión de recorrer el segundo cuando visité Vitoria-Gasteiz ya que está a tan solo 15 kilómetros de la capital alavesa y te aseguro que fue un agradable momento detox que me dejó muy buen sabor de boca por la labor de preservación de la naturaleza que están llevando a cabo en este lugar. Observar la flora y fauna silvestre, dar paseos a pie o en bicicleta, fotografiar su biodiversidad, realizar visitas guiadas, darte un buen baño… Si quieres desconectar, Garaio.

Ullibarri-Gamboa

Y hasta aquí este repaso por algunas de las maravillas naturales que nos ofrece nuestro país. ¿Qué otros paisajes crees que debo conocer? Cuéntamelo en los comentarios y haré todo lo posible por visitarlos.

Y si te has quedado con ganas de conocer más rincones de nuestra preciosa geografía, te recomiendo leer este artículo de Sofía Pozuelo: Los 20 pueblos más bonitos de España que deberías visitar cuando volvamos a ser libres. Seguro que encontrarás inspiración para tus futuros viajes entre todos los maravillosos destinos que nos propone.

Zambia, Zimbabue y Zanzíbar: primeras impresiones de mi viaje a África

Zambia, Zimbabue y Zanzíbar: primeras impresiones de mi viaje a África

Seis de la tarde. Estoy en Dar es Salaam, en la terminal internacional del aeropuerto Julius Nyerere y me siento presa. Faltan seis horas para que salga mi vuelo y el mostrador de facturación no abre hasta las ocho. Miro a mi alrededor en busca de agua. No hay. Esta pequeña sala solo da para un puñado de sillas, una desconchada oficina de cambio y un puesto que embala maletas. Sin tarjeta de embarque no puedo pasar el control policial y sin cruzarlo no puedo acceder al único restaurante de la planta de arriba. Enjaulada entre cuatro paredes sin retorno.

La sequedad de mi boca es solo la punta del iceberg. Mi gran viaje toca a su fin y el momento que tanto he tratado de esquivar se revela asestándome un certero puñetazo en el estómago, blandiendo las esposas que me condenan de vuelta a la rutina, a ese Madrid que tanto quiero hasta que dejo de serle fiel. No. Todavía no. La gran aventura aún no ha acabado. No hasta que vea aparecer mi equipaje en la cinta de Barajas. Aquí y ahora sigo siendo una mzungu -persona blanca- que se resiste a olvidar el poco suajili aprendido: jambo, hakuna matata, asante sana, pole pole, simba, tembo

Mercado de Livingstone. Zambia

Chelines tanzanos. Africa

Mi rechazo a la realidad me lleva a abrir el ordenador para seguir viviendo y sintiendo África. Funciona y encuentro en el cajón de las emociones la energía que me falta. ¿Qué tal el viaje?, ¿ha sido tan increíble como imaginabas?, ¿con qué te quedas?… Estas preguntas me esperan a la vuelta de la esquina. ¿Por qué no empezar a responderlas ahora cuando todo sigue a flor de piel? Cuando todavía soy capaz de distinguir los sonidos de la sabana, el sabor de un zumo de baobab, los mil azules del Índico.

South Luangwa National Park. Zambia

Playa de Nungwi. Zanzibar

Dicho y hecho. Empiezo a teclear y al volver a alzar la mirada, los cuatro muros que hasta hace nada me encadenaban son ahora un enorme panel de imágenes que condensan todo lo vivido en el África subsahariana.

Zambia: un safari, una escuela y artesanía contra la barbarie de los furtivos

Total y salvajemente fascinada. Así me he sentido cada uno de los días que he pasado recorriendo el South Luangwa National Park, una de las reservas más importantes del continente africano en la que el hombre sigue estando en franca minoría.

Ver por primera vez un elefante en libertad, navegar por el río Luangwa hasta la puesta de sol, el increíble verdor propio de la temporada de lluvias, esperar a que un leopardo acabe su siesta y trepe a un árbol, sentirme vulnerable cuando un león cruza su mirada con la mía en medio de la oscuridad, desear que un búfalo alcance la orilla para no ser atacado por los cocodrilos, cruzarme con perros salvajes, temer por la supervivencia de una leona herida, recorrer los primeros metros a pie tras la silueta del ranger con la sangre al galope…

Fotografiando elefantes. South Luangwa National Park. Zambia

Rio Luangwa. South Luangwa National Park. Zambia

Leopardo. South Luangwa National Park. Zambia

Si el día transcurre en un baile de continuas sorpresas, al llegar la noche las sensaciones se multiplican y los oídos toman el relevo a una vista cansada de esforzarse. Y allí estoy yo, intentando conciliar el sueño mientras escucho el rugido de un león o cómo pasta un hipopótamo al lado de la tienda. La jornada acaba para mí y el día empieza para ellos. En mi primer safari, en Zambia y de la mano de Norman Carr Safaris, una compañía que cada año copa las principales categorías de los Safari Awards por sus rutas a pie -fueron pioneros- y por su equipo de guías. A mí me tocó el mejor, Lawrence Banda, un hombretón nacido y criado en Mfuwe que adora su trabajo. Él fue quien me abrazó cuando lloré contemplando mi primer atardecer, el que me enseñó a reconocer las huellas de los animales y las señales de alerta, y el que pronunció una frase que adopté como dogma: “En coche ves África, a pie sientes África”. Gracias, Lawrence. Este safari siempre quedará unido a tu eterna sonrisa.

Lawrence Banda. Guia de Norman Carr Safaris. Zambia

Leon. South Luangwa National Park. Zambia

Atardecer en el rio Luangwa. South Luangwa National Park. Zambia

Además de coleccionar imágenes de postal y momentos que me hicieron sentir viva a cada paso, en Zambia también encontré historias dignas de ser contadas. Como el Kapani School Project, una organización sin ánimo de lucro, fundada por el propio Norman Carr, que trabaja para mejorar la educación de los niños de la zona de Mfuwe. Nunca olvidaré la tarde que pasé en el Club de Chicas de la escuela Yosefe, entre jóvenes de 10 a 14 años que desfilaban una a una expresando en voz alta sus esperanzas: “Mi sueño es ser enfermera, quiero ser abogada, de mayor seré profesora”. Cada viernes una voluntaria las reúne proporcionándoles un lugar privado en el que compartir sus experiencias y aspiraciones, haciéndoles ver que hay alternativas a los estereotipos que amenazan a las mujeres de la Zambia rural.

Club de Chicas de la escuela Yosefe. Zambia

Otra amenaza que sufre este territorio son los cazadores furtivos, responsables entre otras muchas barbaries de la desaparición de los rinocerontes y de que el número de elefantes haya pasado de 156.000 a 18.000. ¿Puede un acto tan deleznable convertirse en algo bello? Sí. Lo comprobé visitando el taller de Mulberry Mongoose en el que las mujeres de los alrededores transforman el alambre que usan en las trampas en preciosas piezas de bisutería. Como este collar. Cada vez que lo luzca recordaré que una parte de mi compra se destinó a las patrullas que luchan para proteger la vida salvaje en South Luangwa.

Collar de Mulberry Mongoose. Zambia

También traigo en mi maleta el insípido sabor del nshima -una especie de gachas preparadas con maíz que son la base de la cocina zambiana-, y las horas que pasé en Lusaka y Livingstone conociendo otra realidad mucho menos amable. Infraestructuras en mal estado, precarias condiciones sanitarias, persecución de la homosexualidad, ausencia de igualdad de género… Todo ello en un país ajeno a los conflictos que se viven más allá de sus fronteras, en el conviven sin problemas más de 70 etnias y donde todo discurre sin prisa. Un país que me costó abandonar por todo cuanto me dio.

Nshima. Zambia

Livingstone. Zambia

Zimbabue y las Cataratas Victoria

Siete y media de la mañana. Acabo de aterrizar en Schiphol y tengo por delante otras cuatro horas de escala en el aeropuerto de Ámsterdam. Esta vez sí encuentro a mi alrededor “todo” lo que un viajero puede necesitar: Starbucks, McDonald’s, tiendas de electrónica, hasta un spa exprés y una peluquería. No puedo con tanta globalización, tanta banda sonora de fondo y tantas maletas a la carrera. Todavía no. Sigo en mis trece de no querer despertar de mi sueño africano así que me arrellano en un cómodo asiento, cierro los ojos y…

Estoy sobrevolando en helicóptero las Cataratas Victoria y el Zambezi National Park. Durante los primeros minutos mi oficio me conduce a una nerviosa y frenética coreografía: la Nikon, el móvil, la GoPro… Me faltan manos. Hasta que me impongo un basta. No voy a volver a vivir estos 25 minutos de vuelo así que adiós tecnología. Es entonces cuando soy plenamente consciente del asombroso escenario que discurre bajo mis pies: el río Zambeze se derrumba a lo largo de una enorme grieta que quiebra la tierra dibujando una estremecedora frontera natural entre Zambia y Zimbabue. Mosi-oa-Tunya, el humo que truena que Livingstone descubrió en 1855. Uno de los paisajes más impactantes que he contemplado hasta la fecha.

Vuelo en helicoptero. Cataratas Victoria

Cataratas Victoria

A vista de pájaro me siento como una asombrada espectadora, a ras de suelo, protagonista. Desde Zimbabue y desde Zambia, en plena temporada húmeda, calada hasta los huesos por la enorme nube de vapor que provoca el desplome del gran caudal del Zambeze, escuchando el atronador ruido del agua, asomándome al abismo e imaginando qué descubre en los meses secos aquello que por momentos solo es una enorme cortina blanca.

Cataratas Victoria. Zimbabue

Empapada bajo el humo que truena. Cataratas Victoria. Zambia

¿Tres momentos que enmarcaron mi visita a las cataratas? Un mojito con vistas a la garganta Batoka en The Lookout Café, un tranquilo crucero al atardecer por el Zambeze y cruzar el puente que une Zambia y Zimbabue. Mi primera frontera a pie, caminando en tierra de nadie, entre largas colas de camiones que esperan sin aparente prisa salvar los trámites aduaneros.

Zanzíbar: playas paradisíacas y el decadente encanto de Stone Town

Una voz femenina me saca de mi dulce ensoñación: “This is the final boarding call for passengers...” Qué cerca y qué lejos queda ahora el rumor del Índico, la insoportable humedad del bosque de Jozani -feudo de los monos colobos-, la arena blanca, los manglares, el crucero por la bahía de Menai y los amarillos, naranjas y ocres que despiden los días en este rincón africano.

Playa de Zanzibar

Atardecer en Zanzibar

Zanzíbar, paraíso de las lunas de miel, de hoteles de lujo que domestican su salvaje fisonomía, de la dolce vita a golpe de tarjeta. Un archipiélago situado a 36 kilómetros de las costas de Tanzania que cualquier viajero calificaría de edén terrenal. “Heaven on earth”, como repite el dueño del Rolex cada mañana antes de zambullirse en la infinity pool de The Residence.

Infinity pool del hotel The Residence. Zanzibar

Clases de cocina suajili, masajes, cócteles al atardecer, marisco a la luz de las velas… Estuve tentada pero no pude. Llegar hasta aquí desde Zambia supuso un largo camino de visados, colas interminables y calor sofocante. Demasiado esfuerzo como para quedarme encerrada en mi burbuja de cinco estrellas y limitar mi estancia a playas virginales en las que me hice la sorda para esquivar a los falsos masais que me ofrecían su “compañía”.

La otra Zanzibar

Quise recorrer la polvorienta y bacheada carretera principal que a modo de espina dorsal conecta el norte y el sur de la isla, conocer una plantación de especias y descubrir los otros rostros de Zanzíbar en el barrio viejo de su capital, Stone Town. Un decadente laberinto de calles estrechas, declarado Patrimonio de la Humanidad, en el que es prácticamente imposible orientarse.

Stone Town. Zanzibar

Maravillarme con sus preciosas puertas de madera tallada y distinguir las muestras de arquitectura árabe, india, africana y europea me resultó fácil. Mucho más sencillo que evitar una lágrima -esta vez de dolor- al visitar las celdas en las que durante días malvivían hacinados hombres, mujeres y niños. Y es que tras las luces del idílico litoral de Zanzíbar se esconden las sombras de su terrible pasado, el abominable honor de haber sido el principal mercado de esclavos de África durante siglos.

Monumento a los esclavos. Stone Town, Zanzibar

Y sí, cuesta un mundo borrar esta imagen cuando estás disfrutando de un lugar tan especial como The Rock, el restaurante más famoso de la isla enclavado en un viejo arrecife de coral, embobada por los colores de un océano por el que no hace tanto navegaron miles de personas condenadas a la explotación.

The Rock. Zanzibar

Mi primer elefante sin zanjas ni verjas, mi primer vuelo en helicóptero y en avioneta, mi primer atardecer africano, mi primera frontera a pie, mi primer baño en el Índico… Este ha sido un viaje lleno de primeras veces, el prólogo de un libro que recién empieza a ser escrito. Porque yo, como dije antes de partir, siempre soñé con África y ahora que ya no necesito imaginármela solo deseo volver.

Próximo destino: Zambia y Zanzíbar. Reflexiones previas a un viaje muy esperado

Próximo destino: Zambia y Zanzíbar. Reflexiones previas a un viaje muy esperado

Miércoles, 15 de marzo de 2017. Seis de la mañana. No puedo dormir y frente a mí tengo un folio en blanco. Tras él, la oscura imagen de un Madrid que despierta poco a poco, como si se resistiera a plantarle cara a un nuevo día porque sabe el guión que le espera. Para mí es distinto. No es un miércoles más. Es la víspera de un gran viaje y me tiemblan las manos al teclear el destino: Zambia y Zanzíbar, en África subsahariana.

Tomo aire para relajar un corazón que palpita con fuerza. Ya está escrito. Dicho en alto. Ya parece más verdad. Más verdad que la molestia de una vacuna, que la confirmación de unos billetes, que la ropa amontonada junto a la maleta. África… a la vuelta de la esquina.

Y es que yo, como Kuki Gallman, Siempre soñé con África. Con ese continente que Ryszard Kapuscinski desgranó en Ébano hasta elaborar un documento imprescindible para comprender la compleja realidad africana.

Chicas en Zanzíbar

La he imaginado letra a letra en cuantos libros y reportajes he leído, plano a plano en los documentales de La2 y fotograma a fotograma en cada película. Efraín, Mogambo, El cielo protector, Grita libertad, Una mujer en África, Hatari, Desgracia, Lágrimas del sol, La reina de África, Moolaadé, Gorilas en la niebla… Evocadores títulos que en clave de drama, retrato social o bajo el amparo de una gran historia de amor me acercaron a diferentes etnias, voces y culturas. Y, cómo no, Memorias de África, una de mis películas de cabecera. Imposible saber las veces que la he visto y me he emocionado viendo ese increíble vuelo en avioneta o cómo Robert Redford le lava el pelo a Meryl Streep junto al río. Piel de gallina propia de una cinéfila, soñadora y, para más inri, romántica. Servidora.

La luz del amanecer se cuela por la ventana y me devuelve a la realidad. Ahí está, como cada día, la maraña de tejados y antenas que perfila mi horizonte. El ruido del tráfico, persianas que se levantan, tacones que vuelan sobre la acera rumbo al metro… Un día más para muchos pero no para mí. ¿Cómo serán los amaneceres y atardeceres en Zambia y Zanzíbar? En un buen puñado de horas lo sabré. Aunque siga sin creérmelo.

Lo que si sé es que me sentiré brutalmente viva. Algo que de verdad necesito.

Los que padecemos el síndrome del eterno viajero conocemos bien esa cíclica sensación que aparece cuando llevamos, o creemos llevar, demasiado tiempo varados. En este caso en Madrid, un gran lugar para vivir, sí. Hasta que te quema el asfalto y la novedad se vuelve rutina por mucho que trates de levantarle la falda en busca de los secretos que encierra. Cuando eso ocurre, como ahora, me siento presa, enjaulada como una fiera en un zoo. Necesito volar, templar mi espíritu en otras latitudes, volver a conjugar el verbo viajar y escribir un nuevo capítulo que se sume a la viajera que he sido, la que soy y la que quiero ser.

También sé que, como siempre, el único temor que albergo es que en mi ausencia mi mundo cambie, que en mi desconexión haga falta mi presencia, no estar si me necesitan. No hay más miedos en mi equipaje. El resto, kilos de materia intangible. Típicos y tópicos que hablan de sueños cumplidos, de expectativas, de arcoíris sobre el humo que truena. Ver esa primera puesta de sol en tierra africana, un elefante en libertad, escuchar un idioma desconocido, hundir mis pies en el Índico, buscar una gesto amable en el rostro de un desconocido, tratar de provocarlo… ¿Divago? Sin duda. Estas horas indecentes y el aviso de “de cerca” me excusan.

Zambia y Zanzíbar, tres semanas en África

A groso modo -a la vuelta ya habrá tiempo para contártelo con todo lujo de detalles- este es el itinerario de nuestro viaje. Digo nuestro porque una vez más me acompaña Sara Rodríguez que a fuerza de ser como es se ha convertido en una apuesta segura a la hora de viajar. Conexión, inquietudes mutuas y una sonrisa por bandera. Una combinación que nunca falla.

Zambia:

– Cinco días de safari en el South Luangwa National Park de Zambia, una de las reservas más importantes del continente africano en la que habitan 60 especies de mamíferos y 400 especies de aves diferentes. El reino del leopardo y de especies endémicas como la jirafa de Thornicroft o la zebra de Crawshay. Allí donde el río Luangwa va en busca del Zambeze surcando sabanas y bosques que se inundan en la estación de lluvias. Dos campamentos y más de una jornada sin wifi bajo el sugerente epígrafe “Rivers and Rainbows”.

South Luangwa National Park. Zambia. Fotos Norman Carr Safaris

Visita a las Cataratas Victoria: Desde Zambia y Zimbawe, a pie, navegando por el río Zambeze y sobrevolando en helicóptero esta enorme grieta que hace de frontera natural entre ambos países.

Cataratas Victoria

Zanzíbar:

Unos días en el norte (Nungwi) y otros en el sur (Kizimkazi) para explorar esta isla situada a 36 kilómetros de las costas de Tanzania. Playas de arena blanca y aguas turquesas, manglares, acantilados de coral, callejear por Stone Town, un crucero en dhow por la bahía de Menai, el bosque de Jozani con sus monos colobos, una visita a una plantación de especias…

Zanzíbar

Dicho queda. Mañana salgo de viaje. Impaciencia, mariposas en el estómago y el deseo de encontrar historias que merezcan ser contadas. Próximo destino: Zambia y Zanzíbar.

* Va per vosaltres, pares

Qué ver en Irlanda: seis visitas imprescindibles para enamorarte

Qué ver en Irlanda: seis visitas imprescindibles para enamorarte

Irlanda está de moda. Prueba de ello es que el año pasado 395.500 turistas españoles viajaron hasta allí atraídos por su descarada belleza natural, sus potentes ciudades, su acertado cóctel de tradición y vanguardia, su música, su gastronomía y por el irresistible encanto de pasar una tarde en un pub cerveza en mano. Si tú también te estás planteando una escapada a la Isla Esmeralda, ve tomando nota porque voy a tentarte con seis visitas imprescindibles para que sepas qué ver en Irlanda.

Qué ver en Irlanda:

Dublín

Empezamos con un plato fuerte, Dublín, la capital de la República de Irlanda. Te lo diré en gaélico: «Beidh ceol, caint agus craic againn». Tengamos música, charlemos y a pasarlo bien porque la manejable y cosmopolita ciudad del Liffey ya se encarga de poner el resto. Prestigiosas instituciones culturales como el Trinity College o la Chester Beatty Library, el Temple Bar- feudo de la cerveza y la música tradicional-, la Guinness Storehouse y su siempre concurrido Gravity Bar, casas georgianas, parques en los que escapar del trepidante ritmo dublinés, arterias comerciales como Grafton Street y O’Connell Street, la renovada y revitalizada zona de los Docklands, un relajado paseo a la orilla del río… No lo dudes, Dublín, es una ciudad que engancha. Si sedujo a Joyce, Becket, Phil Lynnot, U2 o a la mismísima Molly Malone, tú no vas a ser menos.

Que ver en Irlanda

Trinity College, Dublín. Irlanda

The Temple Bar. Dublín. Irlanda

CONSEJO VIAJERO → Si quieres ahorrar dinero y tiempo, plantéate adquirir la tarjeta turística Dublin Pass. Con ella podrás visitar las principales atracciones de la ciudad evitando las colas que suelen formarse en lugares como la Guinness Storehouse, la cárcel Kilmainham o Dublinia.

Más información:

Qué ver y hacer en Dublín: los mejores planes para exprimir la capital de la República de Irlanda

Conoce la historia de la emigración irlandesa en el EPIC, el nuevo must-see de Dublín

Trinity College y el Libro de Kells, dos grandes citas culturales en Dublín

Kilmainham Gaol, reviviendo el pasado de Irlanda en la cárcel de Dublín

Una ruta por los pubs de Dublín: mis 10 recomendaciones

Cómo ir del aeropuerto de Dublín al centro de la ciudad y ventajas de la tarjeta Dublin Pass

Los acantilados de Moher

No hay lista de visitas imprescindibles en Irlanda que no incluya los acantilados de Moher, una de las joyas de la ruta costera del Atlántico. Sé que los habrás visto mil veces en el cine enmarcando inolvidables escenas de películas como La princesa prometida, Los cañones de Navarone, La hija de Ryan o Harry Potter y el Misterio del Príncipe, pero ninguna pantalla es capaz de captar lo que se siente cuando te plantas cara a cara frente a estas colosales paredes verticales que a lo largo de ocho kilómetros se enfrentan al Atlántico.

Camina por sus senderos, infórmate en el centro de visitantes, trata de localizar la colonia de frailecillos –puffins- que anidan en Goat Island y sube al mirador de la torre de O’Brien. Si el día está despejado, podrás ver las islas Aran, la bahía de Galway, las montañas de los Twelve Bens en Connemara y la península de Dingle. A mí me faltó verlos al atardecer, motivo más que suficiente para que desee volver a este rincón del condado de Clare esculpido por la naturaleza hace millones de años.

Acantilados de Moher. Irlanda

Torre de O'Brien. Acantilados de Moher. Irlanda

Los acantilados de Moher. Irlanda

CONSEJOS VIAJEROS → Si te gusta la música tradicional y el marisco, acércate a Doolin. Está a menos de 10 km y su buen ambiente te encantará; por algo dicen que es uno de los pueblos más animados de la isla. Otra magnífica opción: descubre el entorno calizo de El Burren, un paisaje más propio de la luna en el que las orquídeas florecen junto a tumbas megalíticas. Tal es su magia que Tolkien se inspiró en él para escribir El Señor de los Anillos.

Y si no quieres preocuparte por nada, reserva esta excursión a los Acantilados de Moher, uno de los paisajes más impresionantes del país y a Galway, una de mis ciudades favoritas.

Más información: Los acantilados de Moher, la Irlanda más salvaje

    • NO VIAJES A IRLANDA SIN SEGURO DE VIAJE
      Tu seguridad y tranquilidad es lo primero, así que, si vas a viajar a Irlanda, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Si lo compras a través de mi web tienes un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. Lo puedes conseguir pinchando aquí:

Galway: un imprescindible en tu agenda de qué ver en Irlanda

La ciudad más importante del oeste irlandés es también una de las más bohemias, auténticas y divertidas. Festivales de arte, teatro, conciertos, carreras de caballos en verano y una animada vida nocturna se dan cita en el que fue un pequeño pueblo de pescadores que llegó a estar gobernado por 14 familias tribales. Déjate caer por la Catedral -el último templo construido en piedra en Irlanda-, salva el río Corrib por alguno de sus puentes, callejea por el Barrio Latino, recorre las salas del Galway City Museum para conocer la herencia arqueológica, histórica y patrimonial de la ciudad, y desciende hacia la bahía rumbo al Spanish Arch. Como bien saben los universitarios -un tercio de la población de Galway-, ver la puesta de sol al abrigo de la antigua muralla vale mucho la pena y se cuela en esta ruta de qué visitar en Irlanda por méritos propios.

Catedral de Galway. Irlanda

Galway. Irlanda

Bahía de Galway. Irlanda

CONSEJOS VIAJEROS → En la joyería Thomas Dillon’s encontrarás las mejores reproducciones de los anillos de Claddagh, uno de los símbolos más famosos de Irlanda. A la hora de comer, acude a Mc Donagh’s y prueba el salmón, los mejillones y sus premiados fish and chips. ¿Un pub? Séhán Ua Neáchtain, el lugar en el que entre pinta y pinta me dejaron claro que en Galway es imposible aburrirse.

Más información: Un paseo por Galway, Irlanda en estado puro

Qué ver en Irlanda del Norte:

Belfast

Tomarle el pulso a la ciudad en el siempre animado St. George’s Market, visitar el Ayuntamiento, descubrir el atractivo barrio de la Catedral cuajado de galerías de arte y locales de moda, recorrer los murales políticos en un black cab -taxi negro-, subir al Castillo de Belfast para disfrutar de sus bonitas vistas, pasear a la orilla del Lagan, exprimir la noche de pub en pub y revivir la historia del trasatlántico más famoso del mundo en el Titanic Quarter. Estos son solo algunos de los planes que te esperan en la capital norirlandesa, una pequeña ciudad con mucha historia a sus espaldas que ha sabido reinventarse a través de la cultura y el arte sin perder un ápice de su personalidad. Por cierto, a partir de esta primavera, el puerto de Belfast cuenta con una nueva atracción, el HMS Caroline, un antiguo buque de guerra reformado como museo naval.

Ayuntamiento de Belfast

St. George's Market. Belfast

Titanic Belfast. Belfas

CONSEJO VIAJERO → Aunque en cualquier pub de Belfast podrás pasar una fantástica velada, reserva un hueco en tu agenda para The Crown Liquor Saloon, su estilo victoriano y su cuidada decoración te trasladarán a 1826. Otro lugar muy especial es la Linen Hall Library. Fundada en 1788, es la más antigua de la ciudad y ofrece un variado programa de eventos que incluye exposiciones, lecturas y conferencias.

Más información:

Belfast, siete experiencias en la capital de Irlanda del Norte
Los murales de Belfast

El puente colgante de Carrick-a-Rede

Una pasarela a 30 metros de altura, listones de madera que crujen con el viento, el océano bajo tus pies y un trayecto de 20 metros por delante. Este es el reto que nos plantea el puente colgante de Carrick-a-Rede, una experiencia con mayúsculas que podrás vivir en el Condado de Antrim. ¿La recompensa? Alcanzar la isla de Carrick y disfrutar de unas vistas impresionantes de la isla de Rathlin e incluso de la vecina Escocia. Olvida el miedo, esquiva el vértigo y confía en las palabras que me dijo el vigilante de acceso al ver mi cara de preocupación: «Come on. It’s easy».

Puente de Carrick-a-Rede. Irlanda

Escalera de acceso al puente colgante de Carrick-a-Rede. Irlanda

Escalera de acceso al puente colgante de Carrick-a-Rede. Irlanda

CONSEJOS VIAJEROS → Lleva algo de abrigo y un impermeable para protegerte del fuerte viento y la posible lluvia, y calzado adecuado para caminar por los senderos. Si quieres inmortalizar tu hazaña, hazte con el certificado que emite National Trust, una organización benéfica que se encarga de conservar parajes especiales como éste gracias a las aportaciones de sus miembros y de aquellos que los visitan.

Más información: La experiencia de cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede

La Calzada del Gigante

El gran hito de la ruta costera de la Calzada, considerada una de las cinco mejores excursiones en coche del mundo, es la Calzada del Gigante. Si el escaso kilómetro que la separa del centro de visitantes ya es de por sí un paisaje espectacular que discurre entre acantilados, cuando llegas al que para mí es uno de los rincones más sobrecogedores de Irlanda, sencillamente, enmudeces. 40.000 columnas de basalto, surgidas hace casi 60 millones de años tras una intensa actividad volcánica, que se deslizan hacia el océano. Puedes dejarte envolver por la leyenda y buscar la presencia del gigante Finn McCool a cada paso o pensar que al único titán que hay que temer es al Atlántico. El resultado es el mismo, te quitarás el sombrero ante este prodigio de la naturaleza que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad.

Calzada del Gigante

Calzada del Gigante. Irlanda del Norte

Columnas de basalto. Calzada del Gigante

CONSEJO VIAJERO → Si quieres conocer la espectacular Calzada del Gigante, contrata esta excursión y que no te lo cuenten. Además, viajarás a Belfast -la capital de Irlanda del Norte- donde descubrirás los astilleros, el Titanic Belfast -un museo que repasa la historia del transatlántico más famoso del mundo- y los imprescindibles murales políticos.

Más información: La Calzada del Gigante. Nice to meet you, Finn McCool

Recorre los escenarios de Juego de Tronos en Irlanda del Norte

Impresionantes acantilados, castillos, abadías, bosques encantados, bahías, cuevas, verdes valles, pequeños pueblos costeros, playas kilométricas… Tras el paso de la exitosa serie de Juego de Tronos, Irlanda del Norte para muchos ya siempre será Poniente. Y es que la más ambiciosa producción audiovisual de todos los tiempos necesitaba los mejores escenarios para arrasar, paisajes que sólo se pueden encontrar en la Isla Esmeralda.

Bahía de Murlough, Condado de Antrim © Tourism Ireland

Si estás interesado en visitar las localizaciones donde se grabaron algunas de las escenas más impactantes de esta superproducción, te recomiendo este tour desde Dublín en español al corazón de los Siete Reinos. El Bosque Encantado, Invernalia y la morada de los Stark, la abadía de Inch…

Si tras completar esta ruta enfocada en qué ver en Irlanda sientes mariposas en el estómago, no te sorprendas. No podía ser de otro modo. Simplemente, como yo, te habrás enamorado de Irlanda.

El Nacedero del Urederra, uno de los rincones más bellos de Navarra

El Nacedero del Urederra, uno de los rincones más bellos de Navarra

En mi último viaje a Navarra pude conocer el gran potencial de Tierra Estella, una merindad situada a medio camino entre el Pirineo y la Ribera que resume la esencia de esta comunidad del norte de España. Te hablo de encantadores pueblos para una escapada slow, del legado del Camino de Santiago, de gente auténtica, una despensa excelente y de un conjunto de espacios naturales que vale la pena descubrir como el que ahora te presento: el Nacedero del Urederra.

Nacedero del Urederra

Este paraje, actualmente integrado en el Parque Natural de Urbasa-Andía, está situado en el valle de Améscoa, a menos de una hora de Pamplona. Un territorio flanqueado por el altiplano de Urbasa y la escarpada sierra de Loquiz, salpicado de pequeñas poblaciones rurales que aún conservan los usos y costumbres de antaño, y que en boca sabe a pochas, cordero, Idiazabal y pacharán. Un buen ejemplo es Baquedano, el bonito caserío desde donde parte el sendero que conduce a esta maravilla natural de Navarra.

Baquedano. Navarra

Tras dejar el coche en aparcamiento, deberás atravesar el pueblo hasta al final donde encontrarás un panel informativo del nacedero. En este punto el camino se bifurca en dos. Toma la senda de la izquierda ya que es la que discurre más cerca del río y regresa por el camino del este. El sendero, de escasa dificultad, está bien señalizado y tiene una longitud total de 5,3 km.

Punto de partida. Nacedero del Urederra

Calcula unas tres horas para recorrerlo aunque todo dependerá del tiempo que quieras pasar en esta reserva natural. Si te gusta la fotografía, te aseguro que olvidarás el reloj porque hay mucha belleza que inmortalizar. Por algo dicen que es uno de los enclaves más espectaculares de Navarra.

Nacedero del Urederra, Parque Natural de Urbasa y Andia Rincones escondidos. Nacedero del Urederra El Nacedero del Urederra, la joya natural de Navarra

El término Urederra significa “agua hermosa” y es exactamente lo que verás en esta ruta. Un cauce de agua de un sorprendente color turquesa que juega con el paisaje precipitándose en forma de cascadas o ralentizando su curso en numerosas pozas. Detente a escuchar su murmullo rodeado de paredes abruptas, fíjate en la luz que se filtra entre las hojas de los árboles, llena tus pulmones con los olores de la naturaleza y disfruta de los miradores que hallarás a tu paso. Esta es la recompensa que recibirás por ir en busca de la salida natural del acuífero que encierra el macizo kárstico de Urbasa.

Nacedero del Urederra. Navarra A la vera del agua. Nacedero del Urederra Verás una caída de más de 100 metros que tras millones de años ha modelado un anfiteatro rocoso y cómo el agua se filtra a través de las grietas de las rocas, caminarás entre un bosque de hayas, olmos, fresnos y tilos, podrás seguir con la mirada el vuelo de los buitres, alimoches y milanos reales que surcan el cielo… Y, sí, seguramente pensarás que solo por conocer este paraíso ya vale la pena acercarse a este rincón navarro donde la naturaleza da el do de pecho.

Cascada. Nacedero del Urederra

Nacedero del Urederra. Navarra Poza del Nacedero del Urederra

El Nacedero del Urederra es uno de los 35 recursos que componen la Ruta de los Paisajes de Navarra. Agua y Miradores. El mirador del Baztan, el cerro de Santa Bárbara con sus preciosas vistas de Tudela, o el de la Sierra del Perdón -paso obligado de los peregrinos que realizan el Camino de Santiago- son solo algunos ejemplos de este catálogo de parajes que pone de manifiesto la variedad paisajística de esta región.

Un bosque en el que perderse. Nacedero del Urederra Reserva natural Nacedero del Urederra

¿Más planes para completar un fin de semana en Tierra Estella? Visita el resto de poblaciones que componen el valle de Améscoa y ríndete a la gastronomía local, acércate a Estella-Lizarra, cabecera de esta merindad y una de las etapas más importantes del Camino Francés, para comprobar por qué la llaman «la Toledo del norte», anímate a practicar espeleología en la Cueva de Los Cristinos y descubre el diamante negro de la cocina en el Museo de la Trufa de Metauten.

Peregrinos en Estella-Lizarra. Navarra Cueva de los Cristinos. Navarra Reserva de entradas para visitar el Nacedero del Urederra

Con el fin de preservar este paraje se ha limitado el aforo a 450 personas. Puedes reservar tu plaza online o bien adquirirla el mismo día de tu visita en el aparcamiento de Baquedano de 9:30 a 17:30h. Una vez completado el cupo, y conforme vayan saliendo los visitantes, se distribuyen nuevos permisos de acceso. La entrada al nacedero es gratuita. El precio del parking es de 3€ por vehículo.

Cómo llegar al Parque Natural de Urbasa-Andía

Para llegar al Parque Natural de Urbasa-Andía hay dos opciones: entrar por la cara norte a través del valle de la Sakana o por la cara sur desde Estella-Lizarra siguiendo la NA718.

Panel informativo. Nacedero del Urederra

  • Es responsabilidad de todos cuidar y respetar la riqueza paisajística de este entorno, así que recuerda que está prohibido hacer fuego, acampar, bañarse, practicar deportes como la escalada, el barranquismo o la pesca y, por supuesto, dejar residuos.
  • Aunque la dificultad del sendero es baja-media, no está adaptado para sillas de ruedas ni carros de bebé.

Más información: Turismo de Navarra

Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #Estellaruraltrip organizado por el portal Escapada Rural en colaboración con el Consorcio de Tierra Estella y Turismo de Navarra.

48 horas en Oporto, la princesa del Duero

48 horas en Oporto, la princesa del Duero

Acabas de llegar y tienes todo un fin de semana por delante para descubrir Oporto. Tal vez hayas escogido este destino por ser la segunda ciudad de Portugal o por el atractivo imán de un casco histórico declarado Patrimonio de la Humanidad. Eso es lo obvio, nada nuevo bajo el sol. Lo que tal vez desconoces es cómo disfrutar del magnetismo de sus contrastes, de una armoniosa y delicada asimetría que nace en el Duero y se eleva colina arriba navegando orgullosa entre tradición y vanguardia, vino, francesinhas, coladas al sol y galerías de arte.

Panorámica de Oporto desde el puente D. Luis I Praça da Ribeira. Oporto Escenas de Oporto Sobrada de fotogenia, monumental y desconchada, refinada y desenfadada, pequeña en continente y enorme en contenido. Oporto es así y así quiero mostrártela seleccionando os melhores locais para namorar, o lo que es lo mismo, los lugares en los que tú, como yo, también dejarás un pedacito do teu coração a no ser que no corra sangre por tus venas. 48 horas en Oporto. Comenzamos.

48 horas en Oporto: día 1

Ver amanecer junto al Duero

Todavía es de noche en Cais da Ribeira y entre la niebla Gaia solo es un fantasma escalonado de luces blancas y amarillas que se reflejan en las aguas del río. Aquel que dio vida a una pequeña aldea celta y al Portus Cale romano, origen del topónimo Portugal.

Vista de Vila Nova de Gaia Amanecer frente al Duero. Oporto A esa hora bruja, azul y casi exenta de vida, Oporto, como una gaviota más que camina distraída por el muelle, luce un rostro melancólico y ausente, cercano al de “un milano herido en el ala” como la describe con acierto el letrista Carlos Tê en Porto Sentido. Escucha este fado en la voz de Rui Veloso mientras la luna recoge sus bártulos y empezarás a contagiarte del espíritu portuense.

Pasear por Cais da Ribeira y Barredo

Poco a poco la bruma se disipa y las terrazas vuelven a ocupar su feudo frente al río. Estás en Cais da Ribeira que despierta mostrando su anárquica estampa de casas apiñadas que compiten por asomarse al Duero. Entre fachadas de colores, azulejos y restaurantes, el que fue el puerto principal de la ciudad hoy se entrega a su nuevo estatus, el de un animado paseo copado por turistas a cualquier hora.

Cais da Ribeira. Oporto Cais da Ribeira, Oporto Sentirás la tentación de encaminar tus pasos hasta el puente de D. Luis I. No lo hagas aún y piérdete en la trasera de esta imagen de postal, en el laberíntico barrio de Barredo que se extiende a los pies del Terreiro da Sé. Fíjate en sus paredes ocres, en sus desgastadas callejuelas, en las escalinatas cercadas por las viejas murallas y en la Torre da Rua de Baixo. Es aquí donde reside del corazón medieval de llamada ‘ciudad invicta’ por su enérgica oposición a las tropas de Napoleón.

Barrio de Barredo. Oport

Rua do Barredo. Oporto

Cruzar el puente Don Luis I

Ahora sí, deshaz el camino y deja las enrevesadas calles de Barredo en busca de un soplo de aire fresco. Lo hallarás en uno de los grandes anzuelos turísticos de la bella Oporto, sobre la arteria de agua dulce que le da vida y con aspecto de gigante de hierro. Es el puente Don Luis I, un capricho de la ingeniería, proyectado por Teófilo Seyrig -discípulo de Eiffel-, que desde 1886 conecta con la vecina Vilanova de Gaia.

Puente Don Luis I. Oporto Oporto desde el Puente Don Luis Panorámica de la Ribeira. Oporto ¿Cuánto tiempo tardarás en recorrer los 174 metros del nivel inferior? A saber. La que te habla perdió la noción del tiempo jugando con su esqueleto de metal en busca del mejor encuadre, esquivando bicicletas y coches para captar un retazo de su potente perfil.

Visitar las bodegas en Vila Nova de Gaia

Cruzar el gran símbolo portuense tiene recompensa ya que en Gaia se concentran las bodegas del famoso vino de Oporto. Centenarias instituciones como Ferreira, Sandeman, Calém o Ramos Pinto. La visita a esta última es muy recomendable porque, además del tradicional recorrido por sus instalaciones y la posterior cata, nos permite viajar hasta 1880 en sus antiguas oficinas donde se exhiben obras de arte, provocativos azulejos y carteles de la época que promocionaban las bondades de tan apreciado elixir (Avenida de Ramos Pinto, 380)

Bodega Ramos Pinto. Vilanova de Gaia Muy cerca de aquí la cultura del vino revela su imagen más actual en el Espacio Porto Cruz, un moderno centro expositivo y de ocio que destaca por sus originales experiencias en torno al vino de Oporto y por sus propuestas de arte, moda y gastronomía lusa. Tómate un Porto Tonic en su terraza lounge 360º mientras disfrutas de las fantásticas vistas del Duero y la Ribeira, y saborea la original carta del chef Miguel Castro Silva en el restaurante DeCastro Gaia (Largo Miguel Bombarda, 23).

Terraza del Espacio Porto Cruz Tras la sobremesa, dos planes a cual más valido. Enfilar la Rua Cabo Simão para acceder al nivel superior de la atalaya más piropeada de la ciudad y seguir coleccionando imágenes para el recuerdo, o contemplarla desde su origen, navegando por el Duero.

Oporto desde la Rua Cabo Simão Oporto desde el nivel superior del Puente Don Luis I Un crucero por el Duero

Los tradicionales rabelos ya no transportan barricas de los viñedos a las bodegas de Gaia como antes. Ahora su carga son viajeros que quieren descubrir que hay más allá de la Ribeira en un recorrido panorámico que atraviesa los seis puentes que salvan el río. Rumbo a su desembocadura, allí donde el Duero se pierde en el Atlántico, en un paseo fluvial que nos muestra el cambiante paisaje que domina sus orillas. 50 minutos y 12 euros muy bien invertidos. Incluso bajo la lluvia. Sobre todo bajo la lluvia, dirían los más románticos.

Rabelos en el muelle de Gaia Crucero por el Duero. Oporto Disfrutar del atardecer en el muelle de Gaia

Sea cual sea la opción elegida, no abandones Gaia sin ver el atardecer desde el muelle. Con el adiós del sol la princesa del Duero vuelve a vestirse de gris luciendo su frágil silueta, el río oscurece, las fachadas palidecen… La magia de Oporto está hecha de pequeños detalles y esta puesta de sol, créeme, es uno de ellos. Si poco a poco te invade un sentimiento de recogimiento, cercano a la melancolía, llámalo saudade, como haría el maestro Pessoa.

Puente Don Luis I desde Vilanova de Gaia Atardecer en Vila Nova de Gaia Tras alimentar al alma, a satisfacer al estómago en alguno de los restaurantes de la Ribeira. Una buena elección es Jimão Tapas e Vinhos, pocas mesas, buena comida y situado en la encantadora Praca da Ribeira. Un apropiado final para estas primeras 48 horas en Oporto con el río como protagonista.

48 horas en Oporto: día 2

Recorrer el centro histórico de Oporto

Deja a un lado la pereza porque hoy toca callejear por el centro histórico así que prepárate para subir y bajar cuestas sin parar porque la preciosa fisonomía de Oporto tiene un precio. Primera parada, la , la Catedral que corona la ciudad desde el siglo XII.

Catedral de Oporto

Tras disfrutar de la amplia panorámica que nos regala la plaza de la Catedral, te espera uno de mis rincones favoritos, la estación de São Bento, una construcción de principios del siglo XX en la que es muy fácil distinguir a los viajeros de los turistas. Los primeros atraviesan el vestíbulo principal rumbo a las vías sin pena ni gloria, los segundos se maravillan ante los más de 20.000 azulejos que plasman escenas cotidianas y destacados capítulos de la historia de Portugal. Por algo dicen que es una de las estaciones de tren más bonitas del mundo.

Estación de São Bento. Oporto El pasado también se adueña de otro clásico portuense, el Café Majestic. Dirígete a la Rua Santa Catarina, la arteria comercial del casco histórico, para trasladarte a la Belle Époque de los años 20 rodeado de maderas nobles, enormes espejos y asientos de cuero. A pesar de sus elevados precios, conseguir mesa suele ser misión imposible pero por intentarlo que no quede. Nunca está de más darse un capricho y si es en forma de pastel de nata mejor que mejor.

Café Majestic. Oporto

¿Una bocanada de cotidianidad para contrarrestar tanto glamour? El cercano mercado do Bolhão que combate su deteriorado aspecto a base de vida y color. Productos frescos, enérgicos vendedores, souvenirs, flores, algún bar y buen ambiente se dan cita en un monumental edificio de factura neoclásica alzado en 1850 que espera paciente una reforma.

Mercado do Bolhão. Oporto Comprar un libro en Lello e Irmao

Dicen que es una de las más bellas del mundo y una de las más antiguas de Europa, que inspiró a J. K. Rowling para escribir la saga de Harry Potter y que atrae a una media de tres mil visitantes diarios. Yo simplemente me atrevo a afirmar que la visita a esta librería, en pie desde 1919, es algo que no debes pasar por alto. Los detalles modernistas de su fachada, la impresionante escalera que da acceso a la planta superior, las estanterías de madera, sus impresionantes vidrieras que permiten la entrada de luz natural… Divina fue la palabra que utilizó The Guardian para describirla. Desafortunadamente son pocos los que compran y muchos los que la fotografían aunque los tres euros que cuesta la entrada se descuenten del precio de la compra. Muchos curiosos y apenas lectores. Una mala combinación se mire por donde se mire (Rua das Carmelitas, 144).

Librería Lello. Oporto. © Miguel Ángel M. Romero Comer una francesinha

Como diría Oscar Wilde, la mejor manera de evitar la tentación es caer en ella. Y la tentación en Oporto es su plato más típico, la francesinha, liviano nombre para un enorme sándwich de carne, embutido y queso cubierto con una salsa picante que en su versión especial se sirve con huevo y patatas. Yo me enfrenté a este delirio gastronómico en el Café Piolho, un restaurante de toda la vida frecuentado por universitarios en el que también cocinan otras especialidades locales como las tripas à moda do Porto o los cachorros (Praca Parada Leitao).

Francesinha, el plato típico de Oporto

Subir a la Torre de los Clérigos

Para bajar esta brutal ingesta de calorías anímate a subir los 240 escalones de la Torre de los Clérigos. Al final del ascenso te esperan las mejores vistas de Oporto, el Duero y Vila Nova de Gaia ya que está ubicada en una de las zonas más elevadas de la ciudad. Tanto la iglesia como la torre, declarada Monumento Nacional, son obra de Nicolau Nasoni y constituyen una de las mejores muestras de arte barroco que hallarás en la ciudad. Consulta su web para conocer horarios y tarifas (Rua de S. Filipe de Nery).

Torre de los Clérigos. Oporto Descubrir el Oporto más vanguardista en la Rua Miguel Bombarda

Junto al Oporto que se resiste a las novedades convive el Oporto que se rinde ante ellas, que se entusiasma por el arte, el diseño y la cultura urbana. Buena prueba de ello es la Rua Miguel Bombarda, el epicentro de la movida portuense en cuanto a vanguardias se refiere. Infinidad de galerías de arte, restaurantes ecológicos, encantadoras cafeterías como Jóia da Coroa, tiendas de decoración vintage, boutiques de jóvenes diseñadores portugueses y, cómo no, street art. Desde el pimer gran mural que se realizó en la ciudad (El Quijote), a mi favorito, El Corazón de Viana, obra de Hazul y Costah y ubicado en la entrada del centro comercial Bombarda. Lo dicho, la cara más contemporánea de Oporto en apenas 700 metros.

Ó! Galeria. Rua Lombarda, Oporto El corazón de Viana. Street art en Oporto ¿Dónde dormir en Oporto?

Como me quedé prendada de la Ribeira te recomiendo dos opciones a la vera del Duero. La primera, el Bluesock Hostels Oporto, un precioso edificio forrado de azulejos que conserva su estructura original. ¿Qué lo hace especial? Espacios como el business centre, una zona chill out donde se programan conciertos, sus free walking tours y sus modernas habitaciones que pueden alojar de 2 a 16 personas. Un nuevo concepto de hostel, sin duda.

Bluesock Hostels Oporto

La segunda, el Hotel Carrís Porto Ribeira, un magnífico cuatro estrellas situado enfrente del anterior. Terrazas con vistas al río, elegantes y confortables habitaciones y una cuidada oferta gastronómica que se puede degustar tanto en el restaurante Forno Velho como en la tapería A Capela.

Irte de Oporto deseando volver

Las 48 horas en Oporto que te propongo concluyen aquí. Sé que he dejado mucho por mostrarte: el tranvía, los modernistas edificios de la Avenida dos Aliados, la iglesia de Santa Clara, la Casa de la Música, la Fundación Serralves, la Rua das flores, las playas de Foz… Lo enmendaré cuando vuelva porque me he quedado con ganas de más. Más piedras gastadas, apiñados tejados, guiños sutiles y descaradas contradicciones. Aquí en Oporto, en el norte de Portugal.

Rua das flores, Oporto

Y no, ni se te ocurra hacerme escoger entre Oporto y Lisboa. Porque sería injusto, porque comparar y viajar son dos verbos no se llevan bien, porque no puedo. Porque a pesar de las coincidencias priman las diferencias, porque el hechizo de una no solapa a la otra, sencillamente, discurren en paralelo.

2016, un año en imágenes, un año en instantes para el recuerdo

2016, un año en imágenes, un año en instantes para el recuerdo

Haciendo míos los versos de Antonio Machado, a lo largo de este 2016 he andado muchos caminos y abierto muchas veredas. Gracias a esta bendita profesión de juntaletras que me ha permitido seguir conjugando el verbo viajar, sí, pero sobre todo porque, a pesar de tener la piel curtida por las sendas que un día pisé y los soles que me alumbraron, conservo intacto mi espíritu de niña inquieta y preguntona. Aquella que nunca duerme bien la noche previa a la partida, que sabe que cualquier destino esconde una historia que merece ser contada, que ama lo desconocido y se reconoce en lo cercano. Que no ha contemplado dos amaneceres iguales ni dos atardeceres parejos.

Como comenté en su día, viajo porque es mi pan y mi sal, porque nunca supe ni quise estarme quieta, porque es el mejor antídoto para no aburrirme de mí misma. ¿Sus efectos secundarios? Amplitud de miras, ser consciente de que el mundo no acaba en mi realidad, aprender a calzarme los zapatos del otro, crecer, mejorar, tratar de sumar y no restar… Nunca un prospecto encerró tantas lecciones de vida.

Yo viajo

Ahora, a escasas horas de un nuevo año, toca a hacer balance de lo vivido, de lo viajado. Nadie me obliga a hacerlo. Es más, lo hago para mí. Para disfrutar recordando, para luchar contra el olvido. Para que cuando la memoria falle pueda tirar de archivo y revivir qué supuso este 2016.

Si odias este tipo de resúmenes, es el momento de salir pitando. Si sientes curiosidad por saber dónde he estado y qué he sentido en cada horizonte conquistado, siéntate a mi lado. Comenzamos.

El Territorio de la Sidra y la gran fiesta del txotx en Guipúzcoa

Tradición, cultura y amistad en Sagardoaren Lurraldea, el Territorio de la Sidra Mi primer recuerdo me traslada al Territorio de la Sidra, un pequeño rincón de Guipúzcoa que vive al ritmo que marca su bebida por excelencia. Allí, entre dantzaris, bertsos y kupelas, hice mía la gran fiesta del toxt, una de las grandes citas gastronómicas de Euskadi cuyo inicio viene marcado por la celebración del Sagardo Berriaren Eguna, el día de la sidra nueva. El año que viene el inicio de la nueva temporada de sidrerías tendrá lugar el 11 de enero. Reserva un hueco en tu agenda para conocer los valores de la cultura de la sidra vasca en un ambiente fantástico donde todo el mundo es bienvenido, y darte un sabroso y contundente homenaje degustando su menú típico: tortilla de bacalao, bacalao frito con pimientos verdes, chuletón y queso con membrillo y nueces. Ahí lo dejo.

Laponia noruega, el lugar donde se cumplen los sueños

Aurora boreal en la Laponia noruega

No pidas que escoja un momento de mi viaje a la Laponia noruega. Sencillamente no puedo. Allí escuché el sonido del silencio, me enamoré de la fisonomía de los inviernos del norte, dejé que unos huskies guiaran mi trineo atravesando el gran vacío blanco, dormí en un hotel de hielo, me reencontré con el pueblo sami y me emocioné hasta las trancas al contemplar de nuevo una aurora boreal. No. Una sola postal no puede dar cobijo a tanta belleza. Además de imposible, resultaría injusto porque solo por experimentar una de estas vivencias ya vale la pena viajar a este cautivador confín del mundo. Más allá del Círculo Polar Ártico, en una región en la que la naturaleza es dueña y señora de cuanto sucede a su alrededor.

Trip-drop: viaja, da y recibe

Trip-drop

En este resumen no podía faltar el el gran proyecto solidario de Trip-drop, una plataforma sin ánimo de lucro que localiza, contrasta y difunde las necesidades de ONGs de todo el mundo para que puedas ayudarles personalmente mientras viajas. No lo olvides: si te implicas con la realidad de los países que visitas y sabes ver más allá de tu ombligo, trip-drop.com es la web que debes consultar antes de cada viaje.

“¿Y nuestros pijamas?” (Costa Brava)

El impresionante litoral del Parque Natural de Cap de Creus

Atravesamos el pueblo. Las indicaciones de centro y playas quedan atrás y temo que se den cuenta. Nos detenemos frente a la entrada de un hotel. Sus preciosas vistas sirven de excusa. Cae la tarde al son de un café y el deberíamos volver no se hace esperar. “Bien, pero antes quiero enseñaros algo”. Un guiño a la recepcionista. Un ascensor que sube a la última planta. Una puerta que se abre y un pastel en la habitación. Caras de sorpresa, abrazos y alguna lágrima. Una escena que nunca olvidaré con las 80 primaveras de mi padre y el Mediterráneo como telón de fondo. Viajé con ellos en busca de los paisajes que nos acompañaron desde que tengo uso razón. Cadaqués, Roses, Portlligat, L’Estartit, El Port de la Selva, el Cap de Creus… En la Costa Brava, ese mágico tramo del litoral catalán que llevo conmigo adonde quiera que vaya.

Helsinki, Turku y Naantali: una nueva escapada a Finlandia

Turku.Finlandia

En abril regresé al norte de Europa para asistir al Finnair’s Press Day, el encuentro anual en el que esta aerolínea finlandesa presenta a los medios de comunicación sus principales novedades. Además de reencontrarme con una vieja conocida como es Helsinki, descubrí el encanto de Turku, la antigua capital de Finlandia, una atractiva ciudad donde la vida transcurre en tono nórdico, la misma cadencia que reina en su archipiélago formado por más de 40.000 islas e islotes. Y también su vecina Naantali, la ciudad del sol de Finlandia, donde me relajé disfrutando de su fórmula de turismo sostenible y slow. Imposible olvidar aquellos atardeceres en el muelle de mi hotel. Sola, en silencio, sintiendo el frío en el rostro y el abrigo del Báltico.

Vigo y un password, Terras de Pontevedra y un puñado de hórreos

“¿La clave de wifi? mirandoalmar.” Sucedió en un restaurante de Vigo, entre navajas de buzo, centollas, arroces y vinos, y a esta sirena, demasiado tiempo varada en tierra, se le iluminó el alma. No podía ser de otra manera en una ciudad nacida del mar, donde las historias de corsarios y tesoros siguen vivas. Surqué su ría, contemplé las Cíes desde lo alto, pateé su Casco Vello, recorrí sus playas, me entregué a su noche. ¿No hay mucho que ver en la mayor urbe de Galicia? A otra con ese cuento.

La ría de Vigo desde el Monte O Castro

Hórreos que juegan con la marea, piedra, teja, cruceiros y viejos relatos de meigas. Otra imagen marinera esta vez en Combarro, en Terras de Pontevedra, en el corazón de las Rías Baixas. Una mancomunidad turística que me ayudó a paliar la gran deuda que tengo con Galicia entre arte rupestre, espacios naturales y gastronomía con mayúsculas.

Hórreos en Combarro. Poio, Terras de Pontevedra

Tierra Estella, la esencia rural de Navarra

La monumental y acogedora Estella-Lizarra, espacios naturales como el Nacedero del Urederra, hallazgos subterráneos como la Cueva de los Cristinos, pueblos que demandan una escapada rural, los peregrinos del Camino de Santiago… Estas son las postales viajeras que traje conmigo de Tierra Estella, una merindad de la llamada Zona Media que resume lo que es Navarra. Tierra de trufas, sales únicas, quesos y mieles. De pacharán, vinos que no necesitan presentación, espárragos y chuletones. ¿Comí bien allí? La duda ofende.

Peregrinos en el puente del Azucarero. Estella-Lizarra. Navarra La profesional: la oportunidad de participar en el I Foro de Innovación Turística de Navarra como ponente en la mesa redonda “Influencers en Tierra Estella, una visión crítica”.

Oporto, sin más

Oporto

‘Quem gosta vem, quem ama fica’ (A quien le gusta viene, quien ama se queda). Nada más que decir, ya habrá tiempo para hacerlo. Por ahora, simplemente, Oporto, donde se quedó un pedacito ‘do meu coração’.

Rumbo al sur: la Costa del Sol y la provincia de Sevilla

Proponerme viajar al sur y venirme arriba es todo uno. No puedo evitarlo. Me encanta su gente, me engancha su clima, su cocina, su patrimonio, su mar. Por eso disfruté cada paso dado en la Costa del Sol. Conociendo Málaga, avistando Ronda desde el Tajo, viendo como el sol se desplomaba en el Torcal de Antequera, practicando kayak en Nerja, dejando que me mimaran en un hammam.

Atardece en el Paraje Natural Torcal de Antequera. Costa del Sol

En el sur también descubrí que si Sevilla tiene un color especial (epíteto tan trillado como acertado), a su provincia habría que adjudicarle todo un aircoíris. Un tramo del Rocío en carriola, senderismo en la Sierra Norte, marismas y arrozales, enclaves arqueológicos, cigüeñas blancas y flamencos… Es cierto, hay otra Sevilla que reclama ser descubierta y que no merece ser eclipsada por el brutal embrujo de la capital andaluza.

Vitoria-Gasteiz, Jerez de los Caballeros, Ámsterdam, Plasencia, Barcelona y una buena calçotada

Destinos del 2016

La capital de Álava me ganó con el trazado medieval de su casco histórico, con su Anillo Verde, su oferta cultural, su ambiente nocturno. Euskadi es uno de mis destinos preferidos y este próximo año mi mira está puesta en Bilbao, que ya toca dejarse caer por allí.

Jerez de los Caballeros, por su parte, con su aspecto de pequeña ciudad con alma de pueblo, de enrevesadas y empinadas calles cargadas de historia en las que aún resuenan los ecos de la Orden del Temple, y con los verdes lienzos de prados, encinas y alcornocales que dan forma a la extensa dehesa extremeña.

De Ámsterdam poco puedo decir puesto que solo pasé una mañana en sus calles y, sencillamente, no tengo base para una opinión. Lo que sí puedo afirmar es que en Palencia probé la que dicen es la mejor tortilla de patata de España, que experimenté qué se siente al saltar de un avión a 4.000 metros de altura en el túnel de viento de Windobona, que Barcelona para mí siempre será la mejor ciudad del mundo y que este 2016 se cerró con el mejor sabor de boca: una calçotada en Valls.

La viajera que he sido, la que soy y la que quiero ser, y otros desnudos del alma

En estos meses de nuevo encontré tiempo para lanzar mis reflexiones en voz alta. Para soltarme la melena y colocar bajo mi microscopio la figura del rey de los viajes. Un divertimento literario, una hipérbole mayúscula llena de típicos y tópicos, que se pergeñó con ironía, desenfado y un toque gamberro. Nació para robar sonrisas, y a tenor de su acogida, creo que cumplió su objetivo.

También me puse solemne y nadé sin guardar la ropa para analizar la viajera que he sido, centrarme en la que soy y soñar despierta con la que quiero ser. Incluso me atreví a conjugar el más adictivo y generoso de los verbos: viajar. Me cito a mí misma: “aquel que te da absolutamente todo a cambio de algo tan básico como el respeto. Por las gentes, culturas y credos que halles a tu paso, por la naturaleza que te rodee, por este mundo en el que nos ha tocado vivir, tan cuajado de defectos como henchido de virtudes. Respeto, una sustantivo que no debería tener ni un ápice de abstracto y sí un universo de realidad.”

Yo

Así fue, así lo recuerdo y así lo viví. Un año en palabras, un puñado de fotos y mil sensaciones que quedaron en la recámara. Mi adiós al 2016 y mi nice to meet you, 2017. Una película a punto se estrenarse con un elenco de lujo: nosotros. ¿Mi deseo? Que su metraje sea lo suficientemente largo para permitirnos alcanzar nuestros sueños, afrontar nuevos retos y, sobre todo, pese a los baches del camino, seguir en la carretera con una sonrisa por bandera.

Feliz año nuevo y recuerda, #viajaydejaviajar.