El Bosque de Oma, descifrando el canto a la libertad de Ibarrola

El Bosque de Oma, descifrando el canto a la libertad de Ibarrola

Durante mi reciente viaje a Euskadi he descubierto preciosos rincones sometidos a la fuerza del Cantábrico, playas que van y vienen al ritmo que marca la marea, pueblos que huelen y saben a mar, enclaves históricos que han conseguido emocionarme y hasta un pinar mágico que me hablaba a cada paso. Este último es el protagonista de este artículo: el Bosque de Oma, la obra maestra de Agustín Ibarrola.

Azul verdoso dentro y fuera de las figuras. Bosque de Oma

Desde siempre he sentido atracción por este artista vasco, nacido en Basauri en 1930. Más que por su trabajo, por la persona que se esconde bajo su inseparable txapela. Un hombre comprometido con la realidad que le ha tocado vivir y cuya obra es el reflejo de su ideología política. En los años 60, su denuncia de la situación del proletariado y su militancia comunista le llevó a la cárcel en varias ocasiones, pero eso no hizo ni que dejara de pintar ni que abandonara su compromiso con los trabajadores y su lucha contra las injusticias. La situación social, el arte sin ataduras, la cultura colectiva… Su filosofía de vida queda reflejada en el Bosque de Oma, un canto a la libertad que empezó a teñir de color y vida en 1982.

El año pasado en Llanes (Asturias), pude contemplar sus Cubos de la Memoria, una colorida manifestación de arte público, forjada sobre los bloques de hormigón de la escollera del puerto, que funde elementos esenciales de la trayectoria de Ibarrola con el pasado histórico y cultural de esta villa. Estando en Vizcaya, ¿cómo no iba a perderme por su bosque pintado?

Además, tuve la suerte de visitarlo tras la finalización de la primera fase de recuperación de este bosque con vocación de pinacoteca, un organismo vivo que, gracias a la labor de la Diputación Foral de Vizcaya y a la Universidad del País Vasco, ha recobrado sus tonalidades originales.

Naturaleza y arte en el corazón de Urdaibai

El Bosque de Oma está situado dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, un excepcional enclave donde confluye la que probablemente sea la mayor diversidad paisajística y ecológica de Euskadi. Prueba de ello son sus acantilados y playas, sus marismas y los bosques y ríos que conforman su interior.

Es aquí, en la comarca de Busturialdea, al noreste del municipio de Kortezubi, donde se encuentra el escenario que Ibarrola escogió para plasmar su personal diálogo con la naturaleza. ¿Sus herramientas? Un puñado de brochas, un sinfín de botes de pintura, una escalera que él mismo fabricó con las ramas de los árboles y, lo más importante, una inagotable imaginación que, como el propio el arte, no conoce fronteras.

El bosque de Oma. Vizcaya

El resultado es un claro ejemplo de lo que se conoce como land art, una corriente creativa surgida a finales de 1970 que huye de los museos para trasladar el arte a la naturaleza, utilizando el mismo paisaje como un gran lienzo al alcance de todos. Así, con los pinos de este bosque como marco y materia prima, Ibarrola creó un sorprendente universo de formas y colores que se materializa en 47 figuras que nos invitan a un sugestivo juego visual, a una experiencia sensorial única en un espacio clave de la cultura vasca.

Se hace camino al andar

El punto de partida de la ruta que conduce al Bosque de Oma se encuentra en las inmediaciones del restaurante Lezika, en el barrio de Basondo. Desde allí parte una senda de casi 3 km que discurre entre pinos y eucaliptos. Supuestamente, se tarda en llegar unos 45 minutos pero eso dependerá de tu forma física ya que hay que acometer subidas bastante empinadas. ¿Mi consejo? Tómate tu tiempo, disfruta del paisaje y detente a escuchar el canto de los parajillos que revolotean la zona: carboneros, petirrojos, pinzones…

Entrada al recorrido que da acceso al Bosque de Oma

Inicio del recorrido. Bosque de Oma

Primeros metros de la pista forestal. Bosque de Oma

Colores, formas y sensaciones

Poco antes de llegar, una señal nos indica que debemos desviarnos a la izquierda para descender por un sendero que en 250 metros nos dejará frente a la primera figura del Bosque de Oma: un beso de bienvenida.

Acceso al Bosque de Oma

Sendero que baja hasta el Bosque de Oma

Invitación al beso. Bosque de Oma

Desde aquí, tú decides cómo empezar a descubrirlo. Puedes darte un paseo sin rumbo para tener una visión global del conjunto o bien seguir desde el primer momento las flechas amarillas que encontrarás en el suelo. Ellas te indicarán el punto de vista exacto para descifrar qué imagen se esconde entre los que, a priori, parecen trazos sin orden ni concierto.

Y es que aquí reside la magia de este bosque que muchos llaman encantado. Ibarrola logró transformar una de tantas plantaciones de pino destinadas a convertirse en pasta de papel en un escenario tridimensional que cambia en función de la perspectiva que adoptes. De este modo, como si de magia se tratase, las figuras geométricas, humanas y animales aparecen y desparecen a medida que caminas consiguiendo que cada visitante obtenga una visión diferente de este conjunto pictórico.

Hay más niños de los que parece. Bosque de Oma

El rayo atrapado, el rayo roto. Bosque de Oma

El arcoíris de Naiel. Bosque de Oma

Todo ello plasmado sobre la oscura corteza de los Monterrey, una variedad de pino que suele alcanzar los 30 metros de altura y que te hace sentir minúscula a sus pies. Lo comprobarás cuando recorras los senderos de este rincón que se esconde en el interior de Vizcaya. Allí donde no llega el ruido ni el rugir de los motores, solo el tranquilo susurro del bosque.

Aquí llega mi segundo consejo: olvídate del reloj, llena tus pulmones de aire puro y acepta el reto que nos propone Ibarrola. Sumérgete sin prisa en sus veredas, aviva tus sentidos y juega a las adivinanzas entre hectáreas de pinos y laderas irregulares. Busca tus propias figuras, reinterpreta las originales y recrea tu particular fantasía.

Paseantes que se trasladan sin andar. Bosque de Oma

Ojos del pasado y del presente. Bosque de Oma

Te esperan el arcoíris de Naiel, los ojos del pasado y del presente -homenaje a los hombres que nos dejaron sus pinturas rupestres en la cercana cueva de Santimamiñe, el rayo atrapado, los paseantes que se trasladan sin andar… Figuras que dan forma a un espacio en el que se difumina la frontera entre naturaleza y arte a través de ilusiones ópticas y trucos que aprovechan las curvas y contracurvas de los árboles.

Curva, contra curva, concavidad, convexidad, plano. Bosque de Oma

Los motoristas. Bosque de Oma

Así es el sueño de Ibarrola. Un bosque de coloridos tótems que nos hablan del pasado y el presente, un pedacito del paisaje de Euskadi, una explosión de libertad e imaginación.

Información práctica y consejos para visitar el Bosque de Oma

¿Cómo llegar? Desde Gernika-Lumo hay que tomar la circunvalación, dirección Lekeitio, por la BI 638 hasta la rotonda de Barrutia, para después continuar por la BI 2238. Tras pasar el barrio de Idokiliz, se debe coger el desvío a la derecha por la BI 4244 que conduce hasta el fin de la carretera, en el aparcamiento del restaurante Lezika.

Principio y fin de este itinerario: Restaurante Lezika (Kortezubi). Otra opción es realizar la vuelta por la pista forestal que llega a la carretera vecinal de Oma.

Distancia total a recorrer: 7,4 kilómetros. Desnivel máximo: 204 metros.

Accesibilidad: El camino no está adaptado para sillas de ruedas ni carros de bebé.

Viajeras en ruta. Bosque de Oma

Vistas recomendadas en los alrededores: La Cueva de Santimamiñe, que alberga una magnífica muestra de arte rupestre que se puede conocer a través de una visita virtual, Gernika-Lumo, y las espectaculares playas de Laga y Laida.

Algunos consejos: Como el trayecto es largo, evita las horas centrales del día para no pasar calor. No olvides llevar una botella de agua, calzado cómodo y el mapa del recorrido. Puedes descargarlo desde la página de la Diputación Foral de Vizcaya que incluye además una audioguía en formato mp3 para el móvil. Si tras la caminata se te ha abierto el apetito, no dudes en dejarte caer por el restaurante Lezika para reponer fuerzas con unas buenas alubias con sus sacramentos y un delicioso chicharro (menú del día 10€).

Gijón, una atractiva ciudad teñida de azul y verde

Gijón, una atractiva ciudad teñida de azul y verde

Si eres un lector habitual de este rincón viajero, ya sabrás que soy una apasionada del mar. Me crié jugando en las playas de Barcelona, al son de Mediterráneo, un tema de Serrat que canturreo cuando extraño su presencia. Por eso ahora quiero hablarte de una de mis ciudades favoritas a la que apodo con cariño mi casa del norte. ¿Quieres conocerla? Está en Asturias y aquí te la muestro: qué ver en Gijón.

En mi anterior escapada por la costa asturiana, Gijón quedó como un destino pendiente, como una espinita clavada en mi corazón marinero. Ahora, tras conocer la capital de la Costa Verde, esa astilla viajera ha desaparecido. Se diluyó en las aguas del mar que la abraza, en el casco antiguo que guarda su memoria, entre cachopos, bocartes y sidrinas, aprendiendo un puñado de palabras en asturiano y disfrutando del calor de los gijoneses.

¿Me gustó lo que vi? Tanto como para decir que Gijón me presta (me encanta). Mis razones, a continuación.

Qué ver en Gijón: los mejores planes para una escapada

Las Letronas de Gijón

Gijón y el mar

Gijón es una ciudad que vive mirando al mar, a un enérgico y poderoso Cantábrico que a veces acaricia su costa y otras la golpea bruscamente en forma de temporal. Un mar que ha marcado su historia a lo largo de más de 5000 años y que le ha regalado un puñado de playas, urbanas o escondidas entre acantilados, que aparecen o desaparecen al ritmo que marca la marea y que los gijoneses disfrutan sin atender a los dictados del calendario.

Gijón, el mar y el sonido de una gaita

La playa principal, y en mi opinión la más bonita, es la de San Lorenzo. Tiene forma de concha, está bordeada por un precioso paseo marítimo de casi tres km. y dicen que es uno de los mejores lugares de España para practicar surf. En ella se encuentra La Escalerona, una de las construcciones más famosas de la ciudad cuya terraza se asemeja a la proa de un barco. La Playa de Poniente, por su parte, es un extenso arenal situado en la parte oeste de la ciudad, junto al puerto deportivo, que se creó en la década de los 90.

Playa de San Lorenzo. Gijón

La Escalerona. Paseo de San Lorenzo. Gijón

Puerto deportivo de Gijón

Lamentablemente, no tuve tiempo de visitar el resto de playas de Gijón pero te puedo asegurar que contemplar el mar apoyada en la barandilla del paseo fue uno de los regalos más preciados que he traído en mi maleta de vuelta. Ya lo dije al principio, lo mío con el mar es pura adicción.

Contemplando el Cantábrico en Gijón

Qué ver en Gijón: el barrio de Cimavilla

Cada ciudad tiene un rincón especial que la hace única. En el caso de Gijón se llama Cimavilla, el antiguo barrio de pescadores, marisqueras y cigarreras, en torno al cual Gijón desplegó sus alas. Un cerro cargado de historias marineras, de vestigios arquitectónicos y de plazuelas donde corre la sidra. Un barrio que concentra la esencia de Gijón y pide a gritos ser fotografiado.

Yo pude conocerlo durante un recorrido guiado de dos horas que me mostró lo mejor de su pasado y lo más destacado de su presente.

Barrio de Cimavilla. Gijón

Callejeando por Cimavilla. Gijón

Así fui descubriendo rincones como la Iglesia Mayor de San Pedro, que remata los jardines de Campo Valdés junto a las Termas Romanas. Este yacimiento-museo alberga los restos de los baños públicos que existieron en la ciudad y una parte de la muralla del siglo III d.C.

Iglesia de San Pedro. Gijón

Monumento a Octavio Augusto. Plaza Campo Valdés. Gijón

Termas romanas de Campo Valdés. Gijón

También me resultó muy interesante recorrer las salas del Museo Casa Natal de Jovellanos. Además de recuerdos del hijo más ilustre de Cimavilla, y de pinturas y esculturas de artistas asturianos contemporáneos, este museo guarda un tesoro en su interior. Se trata del Retablo del Mar, la obra maestra del escultor Sebastián Miranda que ensalza en madera la ancestral tradición pesquera de este barrio.

Retablo del Mar de Sebastián Miranda. Casa Natal de Jovellanos. Gijón

La Torre del Reloj, la plazuela de la Corrada, la calle del Rosario con sus casas típicas, la Capilla de La Soledad -antigua sede del Gremio de Mareantes- o la Cuesta del Cholo son otros de los nombres propios que hacen de Cimadevilla un barrio realmente atractivo. Por no hablar de sus plazas, llenas de sidrerías y animadas a cualquier hora. Un buen ejemplo es la Plaza de Arturo Arias, más conocida como la Tabacalera.

Capilla de Nuestra Señora de la Soledad. Gijón

Plaza Periodista Arturo Arias. Gijón

Antigua casa de pescadores. Gijón

Rincón de la Plaza de la Corrada. Gijón

Tras callejear por las empinadas cuestas del barrio, enfilamos la calle Artillería para subir al Parque del Cerro de Santa Catalina desde donde se divisan unas fantásticas vistas de la costa gijonesa. Aquí se encuentra el que está considerado el símbolo universal de Gijón: el Elogio del Horizonte de Eduardo Chillida. Una enorme escultura de hormigón que emerge en la península de Cimavilla y que yo interpreté como un gran abrazo que acoge entre sus brazos la ciudad que discurre a sus pies. Una curiosidad: Chillida concibió esta escultura para ser contemplada desde su interior ya que se crea un efecto caracola que permite escuchar el eco del mar y que se magnifica al estar asentada sobre un antiguo búnker militar.

Elogio del Horizonte. Cerro de Santa Catalina. Gijón

El tiempo pasado en el Cerro de Santa Catalina fue otro de mis momentos estrella en Gijón. Puse la mente en blanco, respiré profundamente y dejé que la brisa del viento y el batir de las olas se filtraran por cada poro de mi cuerpo para llevarme conmigo un trocito del Cantábrico.

Parque del Cerro de Santa Catalina. Gijón

Nuestra visita guiada acabó en la Plaza del Marqués, frente al Palacio de Revillagigedo y bajo la atenta mirada de la estatua del Rey Pelayo que luce en su mano derecha la Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias.

Plaza del Marqués. Gijón

Monumento a Pelayo. Gijón

A partir de aquí continué caminando sin rumbo fijo en compañía de Marta Aguilera, para descubrir otros rincones de la ciudad como la Plaza Mayor, sede del Ayuntamiento, el Árbol de la Sidra y la Capilla de San Juan Bautista, la Capilla de San Lorenzo y, cómo no, las famosas Letronas de Gijón situadas al lado del puerto deportivo.

Ayuntamiento de Gijón

El árbol de la sidra y la Capilla de San Juan Bautista. Gijón

Capilla de San Lorenzo y Torre de los Jove-Hevia. Gijón

…………………………………………………………

Aunque no forman parte del conjunto de Cimavilla ya que se encuentran alejadas del centro, sería injusto no nombrar las otras dos joyas de la ciudad: el Jardín Botánico Atlántico y la Laboral Ciudad de La Cultura. Este monumental edificio ideado por el arquitecto Luis Moya, donde confluyen cultura, arte, ocio y educación, fue el escenario elegido para celebrar los talleres y ponencias del #TBMGijón.

Laboral Ciudad de la Cultura. Gijón

En Gijón se vive bien y se come mejor

Si algo me ha quedado claro tras visitar Gijón es que es una ciudad amable, que vive de puertas afuera, que combina con acierto su carácter marinero con su faceta más moderna e innovadora y que además es un destino turístico sostenible ya que ostenta la certificación Biosphere Destination.

Respecto a la gastronomía, en Gijón es una forma de vida. No es de extrañar teniendo en cuenta que su condición de municipio costero les permite preparar exquisiteces como sopas de pescados y mariscos, pulpu con patatines, fritos de pixín, cachopos, bocartes o calamares de potera, entre otras muchas especialidades locales. ¿Un lugar para comer? Mi recomendación sería la Sidrería Los Espumeros, en Cimavilla. Todo lo que sale de su cocina es casero y sus cachopos son una delicia.

La sidra nunca falta en Gijón

Ensalada Los Espumeros y cachopos de pollo. Sidrería Los Espumeros. Gijón

Aunque no tuve tiempo de visitar un llagar, sí pude comprobar que la sidra en Gijón es mucho más que una bebida, es un símbolo de identidad. La excusa perfecta para compartir cualquier momento entre culín y culín. Eso sí, como dicen los del terreno, quien escancia no come. Si estás interesado en profundizar en el mundo de la sidra, puedes apuntarte a la Ruta de la Sidra Gijón, un producto turístico que te permitirá disfrutar de todos los matices de la cultura de la sidra.

Las noches de Gijón

Como no puedo hablarte en primera persona ya que le agotamiento me impidió disfrutar de la noche gijonesa, te remito al estupendo artículo de JR Álvaro González, Gijón, all night long, que recoge los mejores pubs para salir de marcha, entre los que no falta La Plaza, cuna del movimiento Xixón Sound.

Bar La Plaza. Gijón

Me dio mucha rabia porque iba con la lección bien aprendida pero no importa. Ya tengo una excusa más para volver. Espero que tú, tras conocer qué ver en Gijón, también lo hagas.

Sigue descubriendo Asturias:

De Madrid al cielo a bordo del Teleférico

De Madrid al cielo a bordo del Teleférico

Aunque hace años que quería subir y surcar el cielo de Madrid en una de sus cabinas, no fue hasta estas pasadas navidades que me animé a conocer la imagen que ofrece la capital desde las alturas. Mis padres habían venido a visitarme, el tiempo no acompañaba como para dar largos paseos y me pareció una forma original de pasar una mañana haciendo algo que muchos madrileños reconocen no haber hecho nunca: subir al Teleférico.

Teleférico de Madrid

El Teleférico de Madrid

Debo confesar que, a priori, no pensaba que meciera mucho la pena pero estaba equivocada. La experiencia de sobrevolar Madrid a lo largo de dos kilómetros y medio, jugando a descifrar su skyline y disfrutando de unas preciosas panorámicas, me gustó mucho, tanto como para recomendártela si buscas una forma distinta y relajada para empezar a descubrir la ciudad. A vista de pájaro.

El Teleférico, construido por la empresa suiza Von-Roll en 1969, lleva más de cuarenta años en funcionamiento uniendo el centro de la ciudad con su impresionante pulmón verde, la Casa de Campo. Aunque la mayoría de visitantes inician el trayecto en la estación de Rosales, situada en la confluencia de las calles Paseo del Pintor Rosales con la calle Marqués de Urquijo y con el Paseo de Camoens, nosotros optamos por ir en coche hasta la Casa de Campo y empezar allí nuestro viaje aéreo.

Estación de la Casa de Campo. Madrid

Un recorrido de once minutos de duración que para mí supuso un viaje al pasado, cuando también en compañía de mis padres sobrevolaba Barcelona a bordo de otro teleférico, el del puerto. Era otra ciudad sí, otro paisaje el que discurría a mis pies y, sobre todo, otra fecha en el calendario, pero la sensación prácticamente era la misma. ¿Cosas de la Navidad? Tal vez, pero el aspecto retro de las cabinas y de las estaciones, en las que el tiempo parece haberse detenido, junto a la locución, en mi opinión más propia de otra época, me trasladaron de un plumazo a mi niñez.

Interior de una de las cabinas del Teleférico de Madrid

Estación de Rosales. Teleférico de Madrid

Impresiones personales al margen, lo cierto es que este paseo por las nubes por el oeste madrileño, a 40 metros sobre el nivel del suelo, no decepciona. A un ritmo pausado -su velocidad es de 3’5 metros por segundo-, Madrid nos va mostrando su faceta más monumental, con el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, la Basílica de San Francisco el Grande o la ermita de San Antonio de la Florida; su perfil más moderno, en el que destaca la silueta de los rascacielos más altos de España (Cuatro Torres Business Area), y su cara más verde protagonizada por el Parque del Oeste, la Rosaleda, los Jardines del Campo del Moro, Madrid Río y el Manzanares y la propia Casa de Campo. ¿Un detalle? Aunque la capacidad de las cabinas es de seis plazas, no las llenan al completo por lo que si quieres ir con tu pareja en plan romántico, los dos solos, puedes hacerlo.

El Manzanares a vista de pájaro. Madrid

Skyline de Madrid

Plaza España y alrededores. Madrid

Cuando llegamos a la estación de Rosales, paseamos por el Parque del Oeste hasta llegar al Templo de Debod. Este templo, de 2.200 años de antigüedad, fue un regalo de Egipto a España en agradecimiento por el apoyo prestado en el salvamento de los templos de de Abu Simbel  y es el único de sus características que hay en nuestro país. Para que te hagas una idea del frío que hacía, fíjate en el agua del estanque. ¡Está prácticamente congelada! Tip de viaje: detrás del templo hay una balconada desde la que se divisa una de las mejores puestas de sol de Madrid.

Parque del Oeste. Madrid

Templo de Debod. Madrid

En el trayecto de vuelta, el sol hizo acto de presencia y nos permitió disfrutar con más claridad de las vistas que nos envolvían a derecha e izquierda. He estado muchas veces en la Casa de Campo pero te aseguro que solo desde el aire puedes hacerte una idea de la inmensidad de este parque urbano. Más de 1.722 hectáreas, pobladas de encinas, pinares y sotos, que sirven de válvula de escape del frenético ritmo de la ciudad y que albergan instalaciones deportivas y de ocio como el lago, el Zoo Aquarium y el Parque de Atracciones.

Las cabinas del Teleférico de Madrid

La Casa de Campo. Madrid

Nuestra experiencia en Teleférico concluyó tomando un café con leche en la cafetería-restaurante que hay en la planta superior de la estación de la Casa de Campo. Su mirador es una parada obligada si quieres seguir disfrutando de esta gran urbe pero esta vez con los pies en el suelo.

Mirador de la estación del Teleférico de la Casa de Campo. Madrid   Terraza de la cafetería. Teleférico de la Casa de Campo. Madrid

En algún sitio he leído que desde su inauguración el Teleférico ha sido utilizado por más de ocho millones de pasajeros. ¿Te animas a ser tú el siguiente?

Cómo llegar al Teleférico

Estación Teleférico Rosales (Paseo del Pintor Rosales, s/n. Madrid). Transporte público: Metro Argüelles (L3, L4 y L6). Líneas 21 y 74 de autobús. En coche: Aparcamiento gratuito en la calle Jacinto y Francisco Alcántara.

Estación Teleférico Casa de Campo (Cerro Garabita, s/n. Madrid). Transporte público: Metros Batán y Lago (L10). Línea 33 de autobús. En coche: Salida A5-Casa de Campo-Parque de Atracciones-Zoo. Aparcamiento gratuito en la Plaza de los Pasos Perdidos.

Horarios:

Aquí puedes consultar el calendario con el horario de apertura del Teleférico. Las últimas cabinas salen desde cada estación 15 minutos antes del cierre. La cafetería-restaurante y el mirador del Teleférico, situados en la estación de Casa de Campo, están abiertos de manera ininterrumpida mientras funciona el Teleférico.

Precios del Teleférico:

En la página web del Teleférico puedes comprar las entradas para cualquier día de la temporada. Recuerda imprimir tus billetes para tener un acceso preferente a las cabinas sin necesidad de pasar por taquilla.

  • Billete de ida 4,00€
  • Billete de ida y vuelta 5,75€
  • Billete de ida y vuelta comprando online con al menos 7 días de antelación 5,15€
  • Menores de 3 años Gratis

* También puedes comprar una entrada combinada que incluye el billete y un menú en la cafetería de la estación de la Casa de Campo.

Planifica tu visita al Teleférico

  • Los menores de 14 años deben viajar acompañados de un adulto.
  • Está permitido montar bicis en la cabina sin pagar ningún tipo de suplemento y viajar con mascotas siempre que vayan en su transportín.
  • También se pueden subir cochecitos de niño que sean plegables. De todos modos, en ambas estaciones hay un aparcamiento de cochecitos gratuito con cadena y llave para que puedas dejarlo.
La Laguna Negra, uno de los parajes más bellos de la provincia de Soria

La Laguna Negra, uno de los parajes más bellos de la provincia de Soria

Durante el pasado puente de diciembre, por fin he podido conocer un destino que tenía pendiente desde hace mucho tiempo. Te hablo de Soria, esa pequeña gran desconocida, situada en el este de Castilla y León, que las plumas de Bécquer, Machado y Gerardo Diego inmortalizaron para siempre. Han sido solo tres días que realmente me han sabido a poco pero suficientes para descubrir el gran atractivo de estas tierras vertebradas por el Duero. Quería conocer su encantadora capital, sumergirme en la historia recorriendo el yacimiento arqueológico de Numancia y, sobre todo, comprobar con mis propios ojos si cuanto había leído sobre la Laguna Negra era cierto.

Rumbo a la Laguna Negra

A medida que nos acercábamos a Soria, la carretera se difuminaba entre espesos bancos de niebla que, junto a las bajísimas temperaturas que marcaba el termómetro del coche, casi nos hacen desistir en el intento de subir a la laguna. Pero la ilusión y el espíritu aventurero ganaron la partida y enfilamos los 50 kilómetros que separan Soria capital y el Parque Natural Laguna Negra y Circos Glaciares del Urbión.

El trayecto desde Soria hasta la laguna es realmente bonito ya que atraviesa el pinar del monte Valonsadero y pasa al lado del embalse de la Cuerda del Pozo. Un mar de agua dulce rodeado de bosques y montañas también llamado embalse de la Muedra, en memoria del pueblo que quedó anegado por el pantano en 1941. Este embalse, el único que regula el río Duero en su cabecera, abastece de agua a la ciudad de Soria y en verano es uno de los lugares preferidos por los sorianos ya que se puede practicar todo tipo de deportes náuticos, pescar y además cuenta con una serie de playas como la famosa Playa Pita. Unos kilómetros más adelante, con la compañía de las vacas al borde de la carretera, se llega al pueblo de Vinuesa desde donde parte una pista forestal que desemboca en el aparcamiento de la Laguna Negra.

Plano del embalse de la Cuerda del Pozo. Soria

Embalse de la Cuerda del Pozo. Soria Vacas junto a la carretera. Soria

Cuando llegamos enseguida nos dimos cuenta que no éramos los únicos que habían decidido empezar el puente visitando la Laguna Negra. De hecho, el parking estaba hasta la bandera y nos tocó aparcar en un lateral de la carretera. Nada más bajar del coche empezamos a intuir el encanto del entorno. La frondosa vegetación de los pinos centenarios y hayas, los matices cromáticos, pequeños arroyos casi congelados y un manto de nieve cubriendo los laterales del camino. Una explosión de naturaleza en estado puro.

Aparcando en la Laguna Negra. Soria

Un arroyo entre la nieve. Laguna Negra. Soria

Para entrar en calor, tomamos un café con leche en la pequeña cabaña de madera que hay al inicio de la ruta. Allí nos informaron de la campaña de recogida de firmas que han puesto en marcha los hosteleros de Vinuesa para exigir que la limpieza de la nieve en los accesos a la Laguna Negra se mantenga durante todo el periodo invernal y no sólo en fechas señalas. Por supuesto, firmamos para contribuir a fomentar las visitas a uno de los parajes más hermosos de España que he visto hasta la fecha.

Justo enfrente de la cafetería está la parada del autobús público que recorre los 1.800 metros que hay desde el parking hasta la laguna. El precio de ida y vuelta es de 1,20 euros. ¿Lo cogimos? La respuesta es que sí. Pero no por vaguería sino por llegar antes. Cada vez iba llegando más gente -más de 400 personas según leímos en la prensa al día siguiente- y queríamos disfrutar de la laguna con toda la tranquilidad que fuera posible.

Cafetería de la Laguna Negra. Soria.

El autobús que sube hasta la Laguna Negra. Soria

Desde donde nos dejó el autobús hay poco menos de 300 metros hasta llegar a los pies de la laguna. Imagino que en primavera y verano este trayecto se debe cubrir en un pispás pero la nieve y las placas de hielo que cubrían el sendero, sobre todo en el último tramo, lo hacían prácticamente intransitable. Todos íbamos en fila india, agarrados a las barandillas y casi sin levantar la vista del suelo para evitar una mala caída.

Panel de información de la Laguna Negra. Soria

Ascendiendo por el sendero a la Laguna Negra. Soria

Ni que decir tiene que el pequeño esfuerzo valió la pena. La Laguna Negra, encajada a unos 2.000 metros de altura, entre paredes de oscura roca gris y farallones, es un lugar fascinante y mágico en el que el tiempo parece haberse detenido. Su poderosa grandeza enseguida me envolvió y un escalofrío de emoción recorrió todo mi cuerpo. Estaba helada, teñida de blanco, y todos los adjetivos que había oído de ella se quedaban cortos para expresar tanta belleza.

Laguna Negra. Soria

Vistas de la Laguna Negra. Soria

Hace unos dos millones de años, la Laguna Negra estaba dentro de un glaciar que se iniciaba en las proximidades del Pico Urbión y que descendía por el cinturón rocoso que la circunda hasta llegar al valle del Revinuesa. Los acantilados, al encontrarse más expuestos al sol, fueron sometidos a sucesivos hielos y deshielos que provocaron el desprendimiento de los grandes bloques de piedra que se ven sobre la laguna. Pero la Laguna Negra no es la única laguna glaciar de la sierra de Urbión. Hay dos más, la Larga y la Helada, que se encuentran a mayor altitud.

Pasarelas. Laguna Negra. Soria

Bordeando la laguna hay una serie de pasarelas de madera, salpicadas de miradores, en los que puedes perder la noción del tiempo haciendo fotos y disfrutando del juego de sombras y luces que se reflejan en sus heladas aguas. Nos hubiera gustado llegar al sendero que culmina en una de sus cascadas pero el espesor de la nieve -a mí me llegaba hasta las rodillas- nos lo impidió. Lo que sí pudimos hacer, con mucha cautela, fue llegar hasta la orilla para admirar este espectacular paraje natural desde otra perspectiva y, de paso, dar unos pasos sobre su superficie congelada.

La Laguna Negra helada. Soria

Siguiendo el consejo de los agentes medioambientales, la vuelta la hicimos por la senda del Arroyo de la Laguna ya que el camino estaba en mejores condiciones. Para volver al parking esta vez no cogimos el autobús. Ya no era necesario. Yo tenía mis fotos y la avalancha de personal que seguía llegando a la laguna ya no era un problema. Así que iniciamos el descenso con toda la calma del mundo, disfrutando de un paisaje agreste que guardaré en mi memoria toda la vida.

Iniciamos el descenso. Laguna Negra. Soria

Paisaje del Parque Natural Laguna Negra. Soria

Una de las muchas leyendas que envuelven a esta laguna cuenta que se llama Laguna Negra porque el lago no tiene fondo y de ahí su color oscuro, pero en realidad su nombre obedece al reflejo que provocan en sus aguas las enormes rocas que la cercan. Será cuestión de comprobarlo en primavera, porque volver, pienso volver.

Cómo llegar a la Laguna Negra desde Soria capital:

Desde Soria a la Laguna Negra hay 50 kilómetros. Tienes que coger la N-234 dirección Burgos hasta llegar a Cidones. Al final de este pueblo, hay que tomar el desvío a mano derecha dirección Vinuesa. Cerca de esta localidad ya verás los letreros que indican el camino hasta la Laguna Negra.

Buonvivere Blog Tour: primeras impresiones de estos días en Forlì-Cesena

Buonvivere Blog Tour: primeras impresiones de estos días en Forlì-Cesena

Acabo de volver de Italia y ya la echo de menos. Será por la proximidad geográfica, por el carácter mediterráneo que compartimos, por la historia que cuenta cada una de sus ciudades, por su gastronomía…  No lo sé. Lo único cierto es que en Italia me siento como en casa. ¿Por qué no decirlo? La bota de Europa que me tiene completamente enamorada desde que puse por primera vez mis pies en ella con diecisiete añitos.

Estos días que he pasado recorriendo la provincia de Forlì-Cesena en el #buonvivere blog tour no han hecho sino confirmármelo. Gracias a mi anterior viaje a Cesenatico, ya conocía un pedacito de la costa de Emilia-Romagna. Ahora ya sé qué secretos guarda en su interior.

Piazza Giovanni Paolo II. Cesena

Museo San Domenico. Forlì. Italia

A nivel personal puedo decir que este viaje también ha sido todo un descubrimiento. Como ya comenté en mi anterior post, he tenido la inmensa suerte de compartir esta experiencia con grandes blogueras de viajes de las que he aprendido muchísimo. Como personas y como grandes profesionales de la comunicación viajera. También me ha servido para darme cuenta de que mi inglés es bastante mejor de lo que me temía y de que debo seguir aprendiendo italiano porque es un idioma que me encanta.

El grupo de blogueras del #buonvivere al completo. Piazza del Popolo. Cesena. Italia

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Penny Sadler, Alessandra Catania, yo, Cacinda Maloney, Lanora Mueller, nuestra guía en Cesena, Catherine Sweeney y Megan Smith.

¿Qué he hecho durante estos cinco días? Además de visitar preciosas ciudades como Cesena y Forlì y descubrir rincones llenos de encanto como la pequeña Dovadola, he tenido tiempo para comprobar en primera persona la esencia del buen vivir. Son muchas las actividades que hemos realizado. Buena parte de ellas relacionadas con el mundo de la gastronomía y el vino -que trataré en un futuro artículo-, pero también otras que he decido englobar bajo el epígrafe de mens sana in corpore sano.

Una tarde de vendimia en los viñedos de Altavita

Piadina y embutidos. Trattoria Montepaolo. Dovadola. Italia

Como la experiencia termal que los organizadores de la Settimana del Buon Vivere nos tenían preparada en las Terme della Fratta de Bertinoro. Tras una larga jornada de viaje, con madrugón incluido para coger el avión, te aseguro que disfrutar de su circuito termal y de sus instalaciones fue algo absolutamente reparador. O como la sesión de entrenamiento que llevamos a cabo en el cuartel general de Technogym -empresa líder en el campo del wellness y el fitness-, con un entrenador personal que, todo hay que decirlo, fue muy benevolente con nosotras. Incluso realizamos un taller de belleza en el que aprendimos a crear una crema limpiadora utilizando solo productos bio-ecológicos en la tienda de Bella Bio de Forlì.

Terme della Fratta. Bertinoro. Foto Terme della Fratta

Technogym Village

Taller de belleza con productos bio-ecológicos

¿Un viaje de chicas y para chicas? Exacto. El tema central de este año de la Settimana del Buon Vivere era el papel de las mujeres para construir un mundo mejor y confiaron en nosotras para difundir que, verdaderamente, en estas tierras son expertos en el arte de saber vivir.

Un momento de relax en la casa de turismo rural Castrum Sagliani. Saiano di Cesena. Italia

No puedo concluir este resumen inicial sin mencionar el que para mí fue uno de los momentos más auténticos de este blog tour. La tarde que conocí a Luigi Foscolo Lombardi. Los que me conocéis ya sabéis que, si tengo que escoger entre un monumento espectacular y una buena historia, siempre elegiré lo segundo. Y es que para mí, sin duda, lo mejor de un viaje es la gente que te encuentras en el camino.

Luigi Foscolo Lombardi en su taller de Dovadola. Italia

Este hombre, lutier de profesión y vocación, construye y restaura instrumentos musicales en La Bottega del Legno, su taller de Dovadola. Este espacio, fundado por su abuelo en 1897, es un lugar mágico en el que el tiempo parece haberse detenido. Mires donde mires, ves obras terminadas y otras a medio hacer, violines y contrabajos, herramientas, y listones y tablas de madera. Con su voz pausada y sus manos de artista experimentado, nos mostró su trabajo,  tocó para nosotras y nos regaló deliciosos pensamientos como que para construir un buen instrumento hay que saber escuchar a la madera.

Detalle de La Bottega del Legno, el taller de Luigi Foscolo

También nos relató una de esas historias que consiguen calarte hasta los huesos. Su padre, cuando estaba detenido en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, fue capaz de construir un violín con los pocos medios que tenía a su alcance. El cuerpo con unos trozos de madera, el arco, con una vieja sombrilla. Los oficiales lo destruyeron en numerosas ocasiones hasta que el sonido de sus notas llegó a oídos del general al mando. Él, otro enamorado de la música, sí supo valorar su arte y le suministró una camioneta llena de herramientas y madera para que siguiera con su trabajo. ¿El resultado? Logró crear 45 instrumentos y formar una pequeña orquesta que no entendía de barrotes, alambradas ni nacionalidades.

Con las palabras de Luigi resonando todavía en mi cabeza, acabo la primera entrega de mis andanzas en Forlì-Cesena. Espero haber despertado en ti las ganas de saber más sobre esta provincia italiana que me ha dejado tan buen sabor de boca.

Nota: durante este blog tour nos alojamos en el Centro Residenziale Universitario de Bertinoro, un imponente conjunto monumental situado en la cima de esta bonita localidad. Nuestras habitaciones estaban situadas en el Ex-Seminario Vescovile, un antiguo convento del siglo XVIII completamente restaurado. Y, sí, antes de que me lo preguntes, teníamos wi-fi gratuita.

Castro Urdiales, mi primer contacto con Cantabria

Castro Urdiales, mi primer contacto con Cantabria

Desde que vivo en Madrid, extraño el mar más que nunca. Noto que algo me falta, que el puzzle no está completo. Por eso, en cuanto puedo, me escapo en su busca y, si lo que descubro lo merece, disfruto recomendándotelo desde estas líneas. No debe sorprenderte. Si eres un lector habitual de este blog, ya sabrás de mi debilidad por las villas marineras.

En esta ocasión, quiero presentarte el único destino cántabro que conozco hasta la fecha, Castro Urdiales. Una preciosa localidad situada en el extremo más oriental de Cantabria,  muy cerca de Vizcaya, que junto a Laredo, Santander, Santillana del Mar y San Vicente de la Barquera forma parte de la vía secundaria del Camino de Santiago que recorría la costa del Cantábrico.

El Cantábrico y Castro Urdiales

Había oído que en Cantabria el mar y la montaña se aliaban para crear paisajes increíbles a lo largo de sus más de 200 km de costa. Que sus pueblos marineros recogían buena parte de la belleza del norte de España. Castro Urdiales no hizo más que confirmarme que todas estas afirmaciones son ciertas.

La primera imagen que recibes de Castro ya merece los kilómetros recorridos. A orillas del mar, dominando la bahía y protegido por los Picos de Europa que presiden las verdes montañas de la Cordillera Cantábrica.

Puerto de Castro Urdiales. Cantabria

Bordeando el mar en Castro Urdiales. Cantabria

Un buen punto de partida para conocer Castro Urdiales es visitar su conjunto monumental, también conocido como Puebla Vieja, que fue declarado Conjunto Histórico Artístico en el año 1978. Su estampa más emblemática, la que aparece siempre en todas las fotografías, es el conjunto que forman la iglesia de Santa María de la Asunción, el castillo-faro que se encuentra junto a ella, el puente medieval y las ruinas de la iglesia románica de San Pedro.

Iglesia de Santa María de la Asunción y castillo-faro de Santa Ana. Castro Urdiales. Cantabria

La impresionante iglesia de Santa María de la Asunción, con trazas de catedral, es el mejor ejemplo del gótico clásico que encontraremos en todo el Cantábrico. Comenzó a edificarse a principios del siglo XIII, bajo el mandato del rey Alfonso VIII de Castilla que repobló y fortificó las villas de esta costa, y sus trabajos se prolongaron hasta el siglo XV. El castillo formaba parte, junto a esta iglesia, del entramado defensivo de la villa que se completaba con la desaparecida muralla. Se utilizó por primera vez como faro en 1.853.

Iglesia de Santa María de la Asunción. Castro Urdiales. Cantabria

Tras conocer lo más importante de su rico patrimonio, te recomiendo que deambules sin prisas por la calles del casco viejo para descubrir cómo Castro Urdiales sabe combinar el encanto de un pueblo pesquero con su pasado ilustre como uno de los destinos estivales preferidos de la burguesía cántabra y vizcaína. A tu paso por la antigua Flavióbriga romana, que sirvió de origen a esta villa medieval, encontrarás sus características casas con balconadas de madera, el Ayuntamiento e interesantes edificaciones de finales del siglo XIX y principios del XX como la Casa de los Chelines. En esta zona se congregan buena arte de los restaurantes, tascas y mesones así que, si quieres probar los exquisitos besugos o las famosas anchoas de Castro, ya sabes dónde acudir.

Casa de Los Chelines. Castro Urdiales. Cantabria Castro Urdiales. Cantabria

Paseando por Castro Urdiales. Cantabria

Este recorrido por Castro Urdiales quedaría incompleto si no mencionara el precioso litoral que lo envuelve entre abruptos acantilados y playas. Uno de los arenales más frecuentados por los castreños es la Playa de Brazomar que junto el Solarium de Don Luis forma una pequeña bahía. Ostende, por su parte, es una bonita playa artificial con forma de concha, situada en el extremo occidental de la ciudad, de aguas tranquilas, perfecta para ir con niños. Entre ambas playas, muy cerca del casco antiguo, en el barrio de los marineros, encontramos un capricho de la naturaleza, El Pedregal. Como su nombre indica, es una playa de piedras que se esconde entre los acantilados creando una piscina natural en la que puedes darte un baño mientras escuchas cómo el Cantábrico rompe con fuerza en las rocas. También te sugiero que te acerques a Oriñón. Está muy cerca de Castro Urdiales y tiene una inmensa playa rodeada de acantilados donde se dan cita muchos surfistas.

Solarium de Don Luis. Castro Urdiales. Cantabria

Playa de Ostende. Castro Urdales. Cantabria

Playa El Pedregal. Castro Urdiales. Cantabria

Una última recomendación. Si tienes tiempo, quizá te interese conocer el importante patrimonio minero que se extiende por la zona oriental del este municipio. Puedes hacerlo a través de las Vías Verdes de Castro Urdiales, cinco itinerarios culturales que recorren los antiguos trazados del ferrocarril y las vías mineras.

Nota: El azar quiso que visitase Castro un 26 de junio coincidiendo con la Semana Grande y la fiesta de San Pelayo, patrón de la ciudad. De ahí los adornos marineros que verás en algunas de las fotografías. Aún recuerdo el sabor de la ventresca de atún y de las sardinas que comí en una de las casetas situadas junto a la Cofradía de Pescadores.

Sitges: paisajes, arena, cultura y fiestas en la Costa del Garraf

Sitges: paisajes, arena, cultura y fiestas en la Costa del Garraf

No exagero al decir que lo mío con Sitges es puro vicio. Hay destinos que te atrapan, con los que conectas enseguida, que te hacen sentir bien y a los que siempre volverías. Ya sabes de qué hablo… Sitges para mí es uno de ellos. Esta pasión, querencia, o como quieras llamarlo, me ha acompañado desde siempre. De pequeñita, aprendiendo a nadar en sus aguas. Con la carrera terminada, cuando me las ingeniaba para acreditarme en el Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya y me colaba en los jardines del hotel Meliá Sitges para observar a la gente del cine que pululaba por allí. O cuando me escapaba con mi jefe de la redacción de la revista de viajes en la que trabajaba y nos íbamos al Port d´Aiguadolç para salir a navegar. Y también ahora, un presente en el que aprovecho cualquier vuelta a casa para volver a reencontrarme con esta villa que sigue seduciéndome y que no me canso de recomendar cuando me preguntan qué visitar cerca de Barcelona.

Mi respuesta es siempre la misma. Alquila un coche, toma la C-31 y bordea la costa. Disfruta del serpenteante trazado de la carretera. Sin prisas. A tu derecha, el macizo del Garraf. A tu izquierda, el Mediterráneo. Frente de ti, un puñado de miradores que te permitirán disfrutar de Sitges desde la distancia. No cometas el error de ir por la autopista de peaje Pau Casals (C-32). Es más rápido sí, pero nadie ha invitado a doña prisas a este viaje.

Panorámica de Sitges desde uno de los miradores de la C-31.

Una vez allí, hazte amigo de la cara de Sitges que más sintonice con tu forma de ser y de viajar. Tienes mucho donde elegir. ¿Algunas sugerencias?

Recorre el casco antiguo

Sitges es una localidad a escala humana en la que todo está cerca. Empieza a conocerla desde sus orígenes, recorriendo las encantadoras calles del centro. A tu paso encontrarás antiguas casas de pescadores, restos de la muralla y rincones tan especiales como el “Racó de la Calma”. A pesar de estar en obras, este espacio que comunica el Palau Maricel y el Cau Ferrat con la iglesia de Sant Bartomeu y Santa Tecla sigue haciendo honor a su nombre y nos traslada al ambiente artístico, bohemio y creativo del Sitges de finales del XIX. Unos años en los que Sitges se convirtió en la musa de escritores y pintores como Santiago Rusiñol, quien fijó aquí su residencia -el Cau Ferrat- y colocó a Sitges en el punto de mira internacional con sus conocidas fiestas modernistas. A su muerte, legó a la ciudad sus colecciones de pintura, cerámica y hierro forjado que forman parte del Museo Cau Ferrat.

El Palau Maricel, por su parte, fue construido en 1910 junto al Cau Ferrat por otro enamorado del modernismo, el financiero norteamericano Charles Deering. Su intención era construir una residencia que también fuera museo. Los Museos Cau Ferrat y Maricel permanecen actualmente cerrados por labores de restauración.

Palau Maricel. Racó de la Calma, Sitges.

El Ayuntamiento, el Carrer Major, las estrechas callejuelas que desembocan en el mar, el baluarte Vidal i Quadras -con sus fantásticas vistas sobre la playa de Sant Sebastià- o el legado arquitectónico que los llamados “americanos” dejaron en calles como el Carrer de l’Illa de Cuba son otros de los imprescindibles del centro de Sitges. Hablando de aquellos que se fueron a América en busca de fortuna, quizá el más famoso sea Facundo Bacardí, fundador de esta conocidísima marca de ron cuya historia puedes revivir en la Casa Bacardí (Plaça Ajuntament, 11).

Carrer d'en Tacó. Sitges

Baluarte Vidal i Quadras. Sitges. Barcelona

Monumento al Doctor Robert, figura destacada de la Cataluña de finales del siglo XIX. Plaça de l'Ajuntament. Sitges

Carrer de la Davallada, Sitges.

Ramón Casas y Santiago Rusiñol siguen conversando frente al mar En Sitges

El Mediterráneo y Sitges, una combinación perfecta

Disfruta de sus playas

Más de 300 días de sol al año y cuatro kilómetros de litoral dan para mucho. Calas pequeñas y tranquilas, playas urbanas y familiares como Sant Sebastià o la Ribera, con redes de volei y campos de fútbol como la Fragata, naturistas como Cala Morisca o Balmins, artificiales como Les Anquines –perfecta si viajas con niños pues al estar protegida por dos espigones apenas hay oleaje-, zonas de ambiente gay como la playa de la Bassa Rodona o L’home mort… Un total de 17 playas, situadas tanto fuera como dentro de la población, con ambientes muy diferentes pero con un denominador común: su arena dorada, fina y clara. ¿Una curiosidad? En el Paseo de la Ribera, a pie de playa, se encuentra el primer local de España que fue bautizado con el nombre de ‘Chiringuito’.

Playa de Sant Sebastià. Sitges. Barcelona

Tarde de playa en la Ribera. Sitges

Tómate una copa en la calle del Pecado

Si quieres descubrir por qué Sitges es todo un referente en ocio nocturno, solo tienes que sentarte en una de las muchas terrazas que se apiñan a lo largo del Carrer del Pecat. Salvo los lugareños, bien pocos saben que el verdadero nombre de esta calle es Primer de Maig. En cualquier caso, lo dicho, pide tu consumición, arrellánate en tu silla y disfruta con el desfile de razas y credos que discurre a tu alrededor. Pueden pasarte mil cosas, salvo una: aburrirte. Otras zonas para exprimir las noches sitgetanas las encontrarás en el frente marítimo y en el Port de l’Aiguadolç donde, por cierto, está el primer Pachá del mundo que abrió sus puertas hace ahora 46 años.

Un xató, si us plau

Sitges, además de ser la capital gastronómica del Garraf, es una de las paradas obligatorias de la Ruta del Xató: una propuesta que une turismo y gastronomía en las comarcas del Alt Penedès, el Baix Penedès y el Garraf. Esta delicia culinaria es un plato frío que se elabora con escarola, bacalao, atún, anchoas y aceitunas arbequinas, y que se acompaña con una salsa a base de ajo, frutos secos, ñoras escaldadas, pan frito, bicho, aceite, vinagre y sal. ¿Más propuestas? Ranxos marineros y suquets y arròs a la sitgetana.

Café Bar Roy. Carrer de les Parellades

Escoge tu momento

Aunque para mí cualquier momento es bueno para dejarse caer por Sitges (en pleno invierno es una gozada pasear bien abrigada por la playa), debes saber que Sitges ofrece más de 40 propuestas culturales, religiosas y festivas al año. Mis preferidas, a continuación:

Viendo ensayar a la Colla Jove de Castellers de Sitges. Palau del Rei Moro. Sitges

  • Carnaval (febrero): celebrado desde hace más de un siglo, el Carnaval sitgetano congrega a miles de personas que se acercan a Sitges para participar en sus rúas y bailes de disfraces. Aquí realmente verás que todo es posible por Carnaval.
  • Gay Pride Sitges (junio): el carácter tolerante y la mentalidad abierta de sus gentes ha posicionado a Sitges como uno de los mejores destinos gayfriendly de Europa. Y es que aquí la diversidad ha sido siempre bienvenida. Sin distinguir entre nacionalidades, religiones ni inclinaciones sexuales. Un lugar para la convivencia que se viste de fiesta cada verano con la llegada del Pride. Conciertos, desfiles, espectáculos… Cinco días de auténtica locura en los que el paseo marítimo se transforma en el “Gay Village”.
  • Festa Major de Sitges (agosto): Sitges no tiene una sino dos fiestas mayores. Una por patrón. La primera, en honor a Sant Bartomeu, se celebra a finales de agosto y es una oportunidad estupenda para acercarte al mundo del castellers, la sardana, las habaneras y la bebida que mejor las acompaña: un buen cremat
  • Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya (octubre): nació en 1968 como homenaje al cine fantástico. Hoy, con más de 40 ediciones a sus espaldas, es todo un referente internacional para los amantes de este género. Este año se celebra entre el 11 y el 20 de octubre.

Tentado quedas. Busca un hueco en tu agenda viajera y acércate a Sitges. Ya me contarás si te seduce tanto como a mí.

CÓMO LLEGAR A SITGES DESDE BARCELONA

En coche: Sitges está a 38 km de Barcelona.

Por la carretera C-31 (Costa de Garraf)

Por la autopista C-32 Pau Casals (peaje) dirección Sitges, Tarragona. Salida 30.

Toma nota: En el centro de Sitges es bastante difícil dejar el coche aunque sea en zona azul, pero hay una red de aparcamientos públicos y otros parkings privados y municipales. Para saber dónde aparcar te aconsejo consultar la web del ayuntamiento.

En tren: Línea de Cercanías (Rodalies) R2 Sud. Trenes directos cada media hora desde las estaciones de Passeig de Gràcia, Sants y Estació de França. Duración del trayecto: 30 minutos aprox. Ver horarios Renfe

Guía práctica y consejos para viajar a Túnez

Guía práctica y consejos para viajar a Túnez

Tras mi viaje a tierras tunecinas, he elaborado esta guía práctica de Túnez que espero te ayude y anime a viajar al país más pequeño del Magreb. ¿Por qué viajar a Túnez? Porque en apenas dos horas de vuelo desde Madrid y hora y media desde Barcelona, podemos conocer un país fascinante, uno de los más avanzados del mundo islámico, que cuenta con grandes contrastes naturales que van desde el desierto a los oasis, pasando por un litoral de más de 1300 km de costa, con playas de arena fina bañadas por el Mediterráneo. Por la hospitalidad y amabilidad del pueblo tunecino, siempre dispuesto a conversar y compartir su modo de vida. Por su legado cultural, fruto de la huella que fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos y árabes dejaron en esta tierra. Por su gastronomía, su artesanía… La lista podría ser interminable.

Hammamet. Tunez

Guía práctica y consejos para viajar a Túnez: situación

Túnez está situado en el norte de África, en la región del Magreb. Limita al norte y al este con el Mar Mediterráneo, al sureste y sur con Libia y al oeste con Argelia. Nombre oficial: República de Túnez. Superficie: 164.150 km2.

Requisitos de entrada y vacunas para viajar a Túnez

Para entrar en Túnez los ciudadanos de la Unión Europea solo necesitan tener el pasaporte en vigor con una validez de al menos tres meses desde la fecha de llegada. No es necesario visado.

Aunque la normativa sanitaria de Túnez no exige ninguna vacuna, te aconsejo que estés al día de las vacunas universales (tétanos, difteria, tifus y hepatitis A+B). Para más información sobre salud y vacunas, te sugiero que visites la web del Ministerio de Sanidad.  Y, por supuesto, tómate tu tiempo para preparar un botiquín básico de viaje en el que no deberían faltar analgésicos, antihistamínicos, laxantes, antidiarréicos, Omeprazol, Almax, protector solar, repelente de mosquitos, termómetro y materiales de cura. Ya en Túnez, recuerda beber siempre agua embotellada (los cubitos de hielo también cuentan), comer la carne muy hecha y lavar y pelar la fruta. ¡Un viajero prevenido vale por dos!

Volar a Túnez

Tunisair es la compañía estatal tunecina. Tiene vuelos directos desde Barcelona (1h30) y Madrid (2h.) Los vuelos desde Barcelona salen desde el Aeropuerto del Prat (Terminal 1) y los de Madrid desde el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas (Terminal 1).  Su filial, Tunisair Express, se encarga de los vuelos internos entre los aeropuertos de Túnez-Cartago, Monastir, Djerba-Zarzis, Tozeur, Tabarka, Gafsa-Ksar y Sfax.

La mayoría de las compañías aéreas europeas también vuelan a Túnez pero con escalas.

Guía práctica para viajar a Túnez: cuándo viajar a Túnez y qué ropa llevar

La mejor época del año para visitar Túnez es entre los meses de marzo y septiembre. Eso sí, ten en cuenta que en verano, aunque el tiempo en la costa es magnífico, en el interior y en el sur el calor puede ser insoportable. Si vas a hacer un viaje por todo el país, te sugiero que lo hagas en primavera u otoño. La época de lluvias abarca de diciembre a febrero, mejor evitarla.

Oasis de Chebika. Tunez

Obviamente, la ropa a llevar depende del momento de tu viaje. En cualquier caso, no olvides las gafas de sol, el protector solar, un chubasquero o paraguas, calzado cómodo y algo de abrigo (las noches en el desierto son muy frías). Otro imprescindible es llevar algún pañuelo o pareo. No solo te servirá para cubrirte los hombros y las piernas en las mezquitas y en otros lugares de culto que así lo requieran, también te protegerá del viento del desierto.

¿Es seguro viajar a Túnez?

¿Viajar a Túnez es peligroso? Esa es la pregunta que probablemente te estés haciendo ahora. Por mi experiencia, la respuesta es no. Sin contar los días del circuito en los que íbamos siempre con un guía, cuando nos movimos por libre no tuvimos ningún tipo de problema. Eso sí, en Túnez, como en cualquier otro país, hay carteristas así que nada de mochilas ni bolsos a la espalda en lugares concurridos y el monedero siempre en el bolsillo delantero del pantalón.

De todos modos, antes de realizar un viaje al extranjero, sea cual sea el destino, te recomiendo que dejes tus datos en el registro de viajeros informático del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación para que puedan localizarte y asistirte en caso de emergencia.

Embajada de España en Túnez: 24, Av. Dr. Ernest Conseil, Cité Jardin. Túnez capital.

  • NO VIAJES SIN SEGURO
    Si vas a viajar a Túnez, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Intermundial. Por ser lector de Objetivo Viajar tienes un 20% de descuento. Pincha en la imagen, contrátalo usando el código OBVIAJAR10 y viaja con total seguridad.

Transporte: Cómo desplazarte por Túnez

Si no quieres contratar un viaje organizado, con la buena infraestructura de transportes que tiene Túnez podrás recorrer el país por libre sin ningún problema. De hecho, cuando volvamos así lo haremos.

Autocar: Hay una importante red de autocares que cubren las principales ciudades y pueblos de Túnez. Es el medio de transporte más económico. Los autobuses nacionales de la empresa SNTRI tienen aire acondicionado y conectan con la mayoría de poblaciones del país.

Tren: La red de trenes cuenta con más de 2.000 km de vías férreas que comunican toda la zona norte del país. Son un poco más caros que el autocar. Tienes toda la información aquí.

Sousse

Louage: Para trayectos no muy largos el transporte ideal es el louage. Encontrarás estas furgonetas o minibuses por todo el país. Es la forma más rápida para moverte por Túnez. La única pega es que no tienen un horario fijo ya que parten cuando están llenos.

Taxi: Los taxis en Túnez son baratos, perfectos para distancias cortas. Son de color amarillo, llevan taxímetro y no pueden salir de la periferia de las ciudades. Los taxis grandes, tipo furgoneta, sí pueden realizar trayectos entre poblaciones. Nosotros los utilizamos para ir a Hammamet y Nabeul,  fijando el precio de antemano según nos habían aconsejado en el hotel. Un ejemplo: de Yasmine Hammamet a Hammamet 6 dinares, unos 3€, por un trayecto de cinco kilómetros.

Moneda y tarjetas de crédito en Túnez

La moneda nacional es el dinar tunecino (TND) que se divide en 1000 millimes y que equivale a unos 0,50€ aproximadamente. Como esta moneda no cotiza en España, hay que viajar con euros y cambiar el dinero en los bancos, hoteles u oficinas de cambio de Túnez. No olvides conservar el resguardo del cambio para poder cambiar los dinares que te sobren a euros antes de salir del país. En este conversor de divisas puedes ver cómo está el de cambio de moneda.

Las tarjetas de crédito internacionales más habituales (Visa, MasterCard, y American Express) se aceptan en los hoteles, restaurantes y en la mayoría de los grandes comercios.

Billete de 10 dinares y monedas tunecinas. Guia Tunez

Idioma en Túnez

El idioma oficial es el árabe, aunque la mayoría de la gente habla francés ya que Túnez fue una colonia francesa desde 1881 hasta 1956, fecha en la que se independizó. En las zonas más turísticas también hablan español, italiano, inglés y alemán. Si quieres sorprender a un tunecino, aprende algunas palabras y lánzate a usarlas.

    • Hola: Asslema
    • Adiós: Besslema
    • Sí: Naam
    • No: Lá
    • No, gracias: Lá, shukran
    • Por favor: Min fadlak
    • Gracias: Shukran
    • ¿Cómo se llama usted?: Ma Ismok?
    • Me llamo…: Ismi…
    • ¿Cuánto cuesta?: Kadesh?
    • Es muy caro: Ghalia katheer
    • Foto: Sura
    • ¿Puedo hacerle una foto?: Mumkin sura?

Electricidad en Túnez

El voltaje en Túnez es de 220 voltios. Los enchufes son del tipo C y E.

Religión en Túnez

La religión oficial de Túnez es el Islam que practica el 98% de la población. La Constitución de 1959 garantiza la libertad de fe religiosa y de culto, dando prueba del carácter tolerante y progresista de los musulmanes tunecinos, a diferencia de otros países del mundo islámico en los que reina la intolerancia y el fanatismo.

Kairouan, la primera ciudad musulmana del Magreb, es la cuarta ciudad santa del Islam, después de La Meca, Medina y Jerusalén. Esta considerada la capital espiritual del país.

Gran Mezquita de Kairouan. Tunez

Compras en Túnez

Una vez que te has familiarizado con la técnica del regateo, comprar en Túnez puede convertirse en una locura irrefrenable dada la variedad de objetos artesanales que encontrarás en los zocos. A modo de resumen, aquí van unas pistas:

    • Cerámica en Nabeul
    • Artículos de cuero en Monastir y Sousse
    • Alfombras y tapices en Kairouán
    • Joyas de plata y oro en Túnez capital, Sfax y Djerba
    • Dátiles en Tozeur
    • Narguiles o shishas en Túnez capital
    • Rosas del desierto en la zona sur
    • Exóticas jaulas para pájaros en Sidi Bou Saïd (se cuelgan en las casas, con la puerta abierta como signo de prosperidad)
    • Perfumes y esencias
    • Objetos tallados en madera de olivo
    • Bandejas, vasijas y teteras de cobre o latón
    • Especias

Como ya comenté en mi primera entrada sobre Túnez, si no te apetece regatear, acude a las tiendas de precio fijo de la Oficina Nacional de Artesanía de Túnez.

Souvenirs de Tunez

Telefonía en Internet en Túnez

Aunque las principales compañías de telefonía móvil tienen cobertura en Túnez, te recomiendo que consultes el servicio de roaming con tu operadora para confirmarlo y, sobre todo, para informarte de las tarifas. Si no quieres utilizar el móvil, en cualquier ciudad encontrarás locutorios con cabinas que funcionan con monedas (taxiphones). Nunca llames ni te conectes a Internet desde el hotel porque es muy caro. En el norte del país hay buena cobertura 3G y empiezan a proliferar los cibercafés.

Alojamiento en Túnez

La oferta de alojamiento en Túnez es muy variada en todas las zonas turísticas del país. Hay opciones para todos los gustos y bolsillos. Desde hoteles de primera categoría a alojamientos más modestos -normalmente situados en la medina o cerca de las estaciones de tren y autobuses-, pasando por albergues juveniles y algún que otro camping.

Nosotros nos alojamos en el hotel Vincci Taj Sultan, un cinco estrellas situado en la zona de Yasmine Hammamet. Lo mejor: su situación frente a la playa. Lo peor: el buffet era demasiado internacional para nuestro gusto, con pocos platos locales. De todos modos, fue con mucha diferencia el mejor hotel en el que estuvimos porque los del circuito por la zona sur del país son muy exóticos por fuera pero las habitaciones son más bien tipo albergue.

Playa del hotel Vincci Taj Sultan. Yasmine Hammamet

Viajar a Túnez: gastronomía

Un festival de olores, colores y sabores. Así es la gastronomía tunecina. Si quieres disfrutar plenamente de ella, huye de los restaurantes que estén llenos de turistas y busca aquellos cuya parroquia sean gentes del lugar. Siempre acertarás.

Para empezar, a modo de entrantes, te sugiero la ensalada mechouia elaborada con tomates y pimientos asados, unos bricks (una especie de crêpe muy fina rellena de huevo, queso y carne o atún) o unos dedos de Fátima (rollitos de pasta brick con diferentes tipos de carne y verdura). Como plato principal, no dejes de probar todas las variedades de cuscús, los deliciosos tajines -pasteles de carne y verdura cocidos al horno con huevo y queso-, o un buen pescado a la brasa. Otro de los platos tradicionales de Túnez es el mechoui (cordero asado). Si te gusta el picante, te encantará la harissa, una salsa hecha a base de pimientos rojos que se utiliza para condimentar muchos platos. Para terminar, nada mejor que unos dátiles o unos dulces elaborados con miel y frutos secos. Baklawa, makroud, samsa

Para acompañar la comida puedes tomar un vino tunecino (blanco, tinto o rosado) o una cerveza -la Celtia es la más popular. Si te animas, tras los postres, prueba el boukha, un  aguardiente de higos fermentados. Y en cualquier momento del día, un té a la menta, la bebida tradicional tunecina.

Más información: Turismo de Túnez

Espero que esta guía práctica para viajar a Túnez te haya resultado útil. Si tienes cualquier duda, no dudes en dejarme un comentario y trataré de ayudarte.

Túnez: 8 días / 7 noches (Segunda Parte)

Túnez: 8 días / 7 noches (Segunda Parte)

Nuestro quinto día en este seductor país del norte de África nos tocó madrugar para hacer las maletas. ¡Por fin íbamos a empezar el circuito por Túnez! Si te soy sincera, lo que más me apetecía era cumplir uno de mis sueños: posar mis pies en el Sáhara tunecino, rodeada de dunas, en silencio, esperando el atardecer… Pero no adelantemos acontecimientos y vayamos paso a paso.

Circuito por Túnez segunda parte: El Jem, Matmata, Douz, el desierto, Chott El Jerid, Tozeur, Chebika, Tamerza, Kairouan y Sousse

Anfiteatro de El Jem

El recorrido rumbo al sur empezó con uno de los platos fuertes de este circuito por Túnez: el anfiteatro de El Jem. Declarado Patrimonio de la Humanidad, fue construido en el siglo III y está muy bien conservado. Tanto que no cuesta nada imaginar en las gradas a 35.000 espectadores vitoreando a los gladiadores que se enfrentaban a las fieras. Como nos dejaron bastante tiempo libre, lo vistamos de cabo a rabo. Primero subimos hasta el último nivel para admirar sus colosal envergadura -148 metros de largo y 124 de ancho- y ya de bajada, deambulamos entre sus magníficos arcos y muros de piedra hasta llegar a la arena. Te recomiendo que antes de bajar a los fosos y mazmorras, donde esperaban su turno animales y luchadores, te sitúes justo en el centro y gires sobre ti mismo. La imagen del cuarto anfiteatro romano más grande el mundo desde la arena es impactante.

Anfiteatro de El Jem. Túnez

Recorriendo el anfiteatro de El Jem. Túnez

Matmata

La siguiente parada, vía Sfax y Gabes, la hicimos en Matmata. En esta zona pre-sahariana, árida y seca, fue donde las tribus bereberes se refugiaron tras la invasión de los árabes que los consideraban musulmanes de segunda clase. De este modo, con el fin de protegerse de los invasores, empezaron a excavar cuevas en la roca que acabaron convirtiéndose en sus viviendas. Son las famosas casas trogloditas, auténticos pozos de entre 5 y 10 metros de profundidad, alrededor de los cuales se distribuyen las diferentes estancias de la casa. Hoy en día, las pocas casas habitadas que quedan son el objetivo de las agencias de viajes que llevan a centenares de turistas a visitarlas. Aunque la experiencia de adentrarte en una de ellas merece la pena porque es realmente curioso ver este tipo de viviendas, la visita acaba siendo, cómo decirlo, un poco artificial, con los bereberes repitiendo las mismas acciones cada vez que llega un nuevo autocar. No sé, tal vez fue impresión mía, pero la cara de la mujer que nos enseñó cómo molía el trigo me dio esa sensación. Una curiosidad: el poblado de Matmata empezó a conocerse cuando George Lucas decidió rodar en este paisaje casi lunar muchas escenas de La Guerra de las Galaxias.

Bereber en Matmata. Túnez

Casa troglodita en Matmata, Túnez.

Mujer moliendo trigo en una casa troglodita de Matmata. Túnez

A la hora del almuerzo nos llevaron al Hotel Sidi Driss de Matmata para degustar, y cito según el folleto, una «comida troglodita». Imagino que lo de troglodita se refería al hotel -una antigua vivienda troglodita llena de pasillos, grutas y patios interiores- porque lo que nos dieron de comer fue espaguetis con tomate. Ni que decir tiene que el cachondeo entre nuestro grupo fue monumental. Ni siquiera un poco de cuscús o cordero. No. Espaguetis y, encima, en plan mili.

Douz, la puerta del desierto

La turistada de la comida nos importó bien poco porque por fin había llegado la etapa del circuito por Túnez que más esperábamos: Douz, la puerta del desierto, el último oasis que da paso al Gran Erg Oriental del Sáhara. Erg significa mar de dunas en árabe y eso es exactamente lo que vimos nada más bajar del autocar. La inmensidad de un desierto dorado, sin palmeras y apenas vegetación.

La fina arena del Sáhara en Túnez

Nuestro paquete incluía un paseo en dromedario o en carro por las dunas. Yo rápidamente opté por el carro porque aún recuerdo el cabezazo que me dio un camello en el Parque Nacional de Timanfaya en Lanzarote. Así, al más puro estilo Cachuli y Pantoja, pero con mucho menos glamour que ya es decir -el carro se caía a trozos-, empezamos nuestra pequeña travesía por el desierto. Nos hicieron una foto montados en el carro, sí, pero esa me la guardo por decoro. El recorrido es una maravilla. Mires donde mires solo ves arena y cada duna da paso a un nuevo horizonte más hermoso si cabe. De la puesta de sol en el desierto solo puedo decir una cosa: increíble.

Mi foto preferida en el Gran Erg Oriental del Sáhara. Túnez

  • NO VIAJES SIN SEGURO
    Si vas a viajar a Túnez, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Intermundial. Por ser lector de Objetivo Viajar tienes un 20% de descuento. Pincha en la imagen, contrátalo usando el código OBVIAJAR10 y viaja con total seguridad.

Los guías de los dromedarios en el Sáhara tunecino. Túnez

Dunas, camellos y guías en el Gran Erg Oriental del Sáhara. Túnez

Puesta de sol en el Sáhara tunecino. Túnez

Esa noche nos alojamos en el hotel El Faouar de Douz. Es bonito por fuera pero las habitaciones son bastante austeras. Tampoco nos importó porque no pasamos muchas horas allí. Queríamos ver amanecer en el desierto, así que pusimos la alarma en el móvil, nos abrigamos cuanto pudimos y salimos del hotel rumbo a las dunas. Ver aparecer la luz del día, con el sol iluminando lentamente la arena, solos y en un silencio abrumador fue una experiencia única, de esas que se quedan grabadas en la memoria para siempre.

A la mañana siguiente, de nuevo madrugar y en ruta. Tras una breve parada en el pueblo de Debebcha para ver el curioso paisaje que forman sus rocas de arenisca, atravesamos el lago salado de Chott El Jerid rumbo a Tozeur.

Figuras arenosas de Debebcha. Túnez

Chott El Jerid

Chott El Jerid es el lago salado más grande del norte de África. Debido al clima extremo de la región, en invierno, durante la temporada de lluvias, algunas zonas se llenan de agua formando pequeñas lagunas que se evaporan con la llegada del verano dejando a la vista un paisaje infinito de sal y más sal. Dicen que en días de mucho calor es fácil ver espejismos pero nosotros, en febrero, no vimos ninguno. El recorrido en autocar por la carretera que atraviesa este desierto de sal en línea recta es tremendamente bello, mágico. Solo los puestos de venta de rosas del desierto que aparecen de vez en cuando te devuelven a la realidad.

Chott El Jerid. Túnez

El lago de sal de Chott El Jerid. Circuito por Tunez segunda parte

Rosas del desierto. Túnez

  • Aquí tienes una completa guía práctica de Túnez con toda la información y consejos que necesitas para preparar tu viaje: requisitos de entrada, transporte, moneda, idioma, etc.

Tozeur

Después de comer, nos dirigimos a Tozeur. Capital de la comarca del Jerid, Tozeur es el oasis más importante de Túnez y cuenta con un inmenso palmeral que parece no tener fin. De hecho, es prácticamente imposible saber la cantidad de palmeras que alberga en sus más de mil hectáreas. Nosotros recorrimos una parte de este vergel en calesa. Durante la visita nos enseñaron cómo fertilizan las palmeras -es sorprendente ver la facilidad con la que trepan y, además, descalzos-, fumamos una pipa de hoja de palmera -el sabor es muy fuerte, casi infumable- y probamos la famosa variedad de dátil conocida como deglet nour. Una auténtica delicia.

Calesa. Tozeur. Circuito por Túnez segunda parte

Palmeral de Tozeur. Túnez

Oasis de montaña de Chebika y Tamerza

De allí nos desplazamos en 4×4 hasta los oasis de montaña de Chebika y Tamerza. El de Chebika, que aparece de repente, tras pasar el viejo pueblo abandonado, es un capricho de la naturaleza. Desde lo alto del cañón apenas se distingue un mancha verde que nos indica su existencia pero, a medida que vas descendiendo por el sendero, el paisaje desértico da paso a pequeñas pozas y cascadas rodeadas de palmeras. El de Tamerza, por su parte, también tiene su encanto, sobre todo, cuando llegas a la Gran Cascada, un salto de agua de unos diez metros de altura que se encuentra en una estrecha garganta perdida en medio del desierto.

Oasis de Chebika. Túnez

Paisaje del oasis de Chebika. Túnez

Cascada del oasis de Chebika. Túnez

Gran cascada del oasis de Tamerza. Túnez

Tras la excursión por los oasis nos llevaron al Caravanserail Hotel, situado a las afueras del pueblo de Nefta. Estéticamente es un lugar muy bonito a modo de castillo pero, de nuevo, el exterior luce más que sus habitaciones. Nos dio tiempo a darnos un ducha rápida y poco más. Nos esperaba un espectáculo folclórico con cena típica. La verdad es que a pesar de ser otra turistada, ésta con mayúsculas, fue divertido. La comida resultó ser la mejor de todo el circuito, en el escenario uno grupo de músicos tocaba temas populares con flautas y tambores, vimos juegos de equilibrio y malabares, alguna que otra serpiente y hasta me hice un pequeño tatuaje de henna. Lo mejor, la conga bereber que nos marcamos entre las mesas. Después de todo, era nuestra última noche en Túnez.

Tatuaje de henna. Túnez

Kairouan y Sousse

El último día de nuestro circuito, de camino a Hammamet, pudimos visitar brevemente Kairouan y Sousse. Kairouan es la cuarta ciudad santa del Islam, después de La Meca, Medina y Jerusalén. La Gran Mezquita es el mayor de sus atractivos. Nosotros solo pudimos ver el exterior porque estaba cerrada. Una pena.

Gran Mezquita de Kairouan. Túnez

En Sousse tuvimos más tiempo para disfrutar de esta preciosa ciudad bañada por el Mediterráneo. Su medina, perfectamente conservada y rodeada por altas murallas, es una de las mejores del país. En su interior se encuentra la Gran Mezquita, los zocos que la atraviesan de un lado a otro, y el Ribat, una fortaleza del siglo VIII rematada por una torre de vigilancia. Te animo a que subas a esta atalaya para disfrutar de las magníficas vistas de la medina que desde allí se divisan.

Gran Mezquita de Sousse. Circuito por Tunez

Sousse desde el Ribat. Circuito por Tunez

Y hasta aquí la segunda parte de nuestro circuito por Túnez había acabado. El autocar nos dejó donde empezó todo, en hotel Vincci Taj Sultan de Yasmine Hammamet. A partir de aquí y como decía el folleto: «traslado al aeropuerto, vuelo y fin de nuestros servicios».