De Madrid al cielo a bordo del Teleférico

De Madrid al cielo a bordo del Teleférico

Aunque hace años que quería subir y surcar el cielo de Madrid en una de sus cabinas, no fue hasta estas pasadas navidades que me animé a conocer la imagen que ofrece la capital desde las alturas. Mis padres habían venido a visitarme, el tiempo no acompañaba como para dar largos paseos y me pareció una forma original de pasar una mañana haciendo algo que muchos madrileños reconocen no haber hecho nunca: subir al Teleférico.

Teleférico de Madrid

El Teleférico de Madrid

Debo confesar que, a priori, no pensaba que meciera mucho la pena pero estaba equivocada. La experiencia de sobrevolar Madrid a lo largo de dos kilómetros y medio, jugando a descifrar su skyline y disfrutando de unas preciosas panorámicas, me gustó mucho, tanto como para recomendártela si buscas una forma distinta y relajada para empezar a descubrir la ciudad. A vista de pájaro.

El Teleférico, construido por la empresa suiza Von-Roll en 1969, lleva más de cuarenta años en funcionamiento uniendo el centro de la ciudad con su impresionante pulmón verde, la Casa de Campo. Aunque la mayoría de visitantes inician el trayecto en la estación de Rosales, situada en la confluencia de las calles Paseo del Pintor Rosales con la calle Marqués de Urquijo y con el Paseo de Camoens, nosotros optamos por ir en coche hasta la Casa de Campo y empezar allí nuestro viaje aéreo.

Estación de la Casa de Campo. Madrid

Un recorrido de once minutos de duración que para mí supuso un viaje al pasado, cuando también en compañía de mis padres sobrevolaba Barcelona a bordo de otro teleférico, el del puerto. Era otra ciudad sí, otro paisaje el que discurría a mis pies y, sobre todo, otra fecha en el calendario, pero la sensación prácticamente era la misma. ¿Cosas de la Navidad? Tal vez, pero el aspecto retro de las cabinas y de las estaciones, en las que el tiempo parece haberse detenido, junto a la locución, en mi opinión más propia de otra época, me trasladaron de un plumazo a mi niñez.

Interior de una de las cabinas del Teleférico de Madrid

Estación de Rosales. Teleférico de Madrid

Impresiones personales al margen, lo cierto es que este paseo por las nubes por el oeste madrileño, a 40 metros sobre el nivel del suelo, no decepciona. A un ritmo pausado -su velocidad es de 3’5 metros por segundo-, Madrid nos va mostrando su faceta más monumental, con el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, la Basílica de San Francisco el Grande o la ermita de San Antonio de la Florida; su perfil más moderno, en el que destaca la silueta de los rascacielos más altos de España (Cuatro Torres Business Area), y su cara más verde protagonizada por el Parque del Oeste, la Rosaleda, los Jardines del Campo del Moro, Madrid Río y el Manzanares y la propia Casa de Campo. ¿Un detalle? Aunque la capacidad de las cabinas es de seis plazas, no las llenan al completo por lo que si quieres ir con tu pareja en plan romántico, los dos solos, puedes hacerlo.

El Manzanares a vista de pájaro. Madrid

Skyline de Madrid

Plaza España y alrededores. Madrid

Cuando llegamos a la estación de Rosales, paseamos por el Parque del Oeste hasta llegar al Templo de Debod. Este templo, de 2.200 años de antigüedad, fue un regalo de Egipto a España en agradecimiento por el apoyo prestado en el salvamento de los templos de de Abu Simbel  y es el único de sus características que hay en nuestro país. Para que te hagas una idea del frío que hacía, fíjate en el agua del estanque. ¡Está prácticamente congelada! Tip de viaje: detrás del templo hay una balconada desde la que se divisa una de las mejores puestas de sol de Madrid.

Parque del Oeste. Madrid

Templo de Debod. Madrid

En el trayecto de vuelta, el sol hizo acto de presencia y nos permitió disfrutar con más claridad de las vistas que nos envolvían a derecha e izquierda. He estado muchas veces en la Casa de Campo pero te aseguro que solo desde el aire puedes hacerte una idea de la inmensidad de este parque urbano. Más de 1.722 hectáreas, pobladas de encinas, pinares y sotos, que sirven de válvula de escape del frenético ritmo de la ciudad y que albergan instalaciones deportivas y de ocio como el lago, el Zoo Aquarium y el Parque de Atracciones.

Las cabinas del Teleférico de Madrid

La Casa de Campo. Madrid

Nuestra experiencia en Teleférico concluyó tomando un café con leche en la cafetería-restaurante que hay en la planta superior de la estación de la Casa de Campo. Su mirador es una parada obligada si quieres seguir disfrutando de esta gran urbe pero esta vez con los pies en el suelo.

Mirador de la estación del Teleférico de la Casa de Campo. Madrid   Terraza de la cafetería. Teleférico de la Casa de Campo. Madrid

En algún sitio he leído que desde su inauguración el Teleférico ha sido utilizado por más de ocho millones de pasajeros. ¿Te animas a ser tú el siguiente?

Cómo llegar al Teleférico

Estación Teleférico Rosales (Paseo del Pintor Rosales, s/n. Madrid). Transporte público: Metro Argüelles (L3, L4 y L6). Líneas 21 y 74 de autobús. En coche: Aparcamiento gratuito en la calle Jacinto y Francisco Alcántara.

Estación Teleférico Casa de Campo (Cerro Garabita, s/n. Madrid). Transporte público: Metros Batán y Lago (L10). Línea 33 de autobús. En coche: Salida A5-Casa de Campo-Parque de Atracciones-Zoo. Aparcamiento gratuito en la Plaza de los Pasos Perdidos.

Horarios:

Aquí puedes consultar el calendario con el horario de apertura del Teleférico. Las últimas cabinas salen desde cada estación 15 minutos antes del cierre. La cafetería-restaurante y el mirador del Teleférico, situados en la estación de Casa de Campo, están abiertos de manera ininterrumpida mientras funciona el Teleférico.

Precios del Teleférico:

En la página web del Teleférico puedes comprar las entradas para cualquier día de la temporada. Recuerda imprimir tus billetes para tener un acceso preferente a las cabinas sin necesidad de pasar por taquilla.

  • Billete de ida 4,00€
  • Billete de ida y vuelta 5,75€
  • Billete de ida y vuelta comprando online con al menos 7 días de antelación 5,15€
  • Menores de 3 años Gratis

* También puedes comprar una entrada combinada que incluye el billete y un menú en la cafetería de la estación de la Casa de Campo.

Planifica tu visita al Teleférico

  • Los menores de 14 años deben viajar acompañados de un adulto.
  • Está permitido montar bicis en la cabina sin pagar ningún tipo de suplemento y viajar con mascotas siempre que vayan en su transportín.
  • También se pueden subir cochecitos de niño que sean plegables. De todos modos, en ambas estaciones hay un aparcamiento de cochecitos gratuito con cadena y llave para que puedas dejarlo.
Lovaina: un deseado reencuentro en Flandes

Lovaina: un deseado reencuentro en Flandes

Que una de las estatuas más famosas de Lovaina sea la de un estudiante que está leyendo un libro mientras vierte sobre su cabeza un vaso de cerveza ya dice mucho del carácter de esta ciudad. Es Fonske, la fuente de la sabiduríay nos habla del pasado y el presente de esta ciudad vitalista y animada a más no poder. 40.000 estudiantes. Ellos son los que marcan el ritmo de Lovaina, el motor que hace vibrar a la ciudad universitaria por excelencia de Flandes.

Fonske y la Iglesia de San Pedro. Lovaina

La primera vez que estuve en Lovaina fue en 1997. Hace dos semanas y casi por sorpresa, volví a pisar de nuevo en sus calles. Digo casi por sorpresa porque cuando me presenté al concurso que convocó Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas para viajar a Lovaina y Brujas en compañía del fotoperiodista Rafa Pérez no pensé que iba a ser yo quien protagonizase esta aventura flamenca. Pero así fue. Lovaina y yo volveríamos a encontrarnos. Lo primero que hice tras conocer la noticia fue buscar las viejas fotos de aquel primer viaje. Uno a uno, los recuerdos en 10×15 fueron tomando forma, enfocándose en mi memoria. ¿Seguiría siendo Lovaina aquella ciudad joven, bonita y divertida que yo recordaba?

Qué ver en Lovaina

No tardé mucho en saberlo. Nada más bajar de la estación, a medida que caminaba por la Bondgenotenlaan rumbo al casco histórico, empecé a notar lo mismo que sientes cuando te reencuentras con un viejo amigo. La capital de la provincia de Brabante Flamenco, en esencia, seguía siendo la misma. Con nuevas muestras de arquitectura moderna, sí, pero conservando intacta su condición de ciudad acogedora y cercana que se mueve al compás de sus miles de bicicletas.

Diestsestraat. Lovaina

Callejeando por Lovaina

Así la sentí cuando llegamos a la Grote Markt y giré sobre mis pasos para contemplar su preciosa fisonomía. El objetivo de este viaje era aprender a plasmar las mejores vistas de Lovaina con la ayuda de mi experto y eso es lo que traté de hacer, sin perder de vista el ojo de Rafa, centrándome en lo que él miraba. Así, a través del visor mi cámara, fui descubriendo nuevas perspectivas de uno de los ayuntamientos góticos más famosos del mundo. Su armonioso conjunto, las esbeltas torres que lo flanquean y, sobre todo, el fabuloso encaje escultórico que forman las 236 estatuas que tapizan su fachada. Reyes, científicos, artistas, santos patronos… Todos aquellos que han desempeñado un papel fundamental en la historia de esta ciudad están aquí representados y nos retan a levantar la mirada para tratar de adivinar quién es quién. Un consejo: si tienes tiempo, visítalo por dentro, recorre sus salones y déjate sorprender por lo monumentales lienzos y retratos que cubren sus paredes.

Ayuntamiento de Lovaina

Detalle de la fachada del Ayuntamiento de Lovaina

La imponente Iglesia de San Pedro es otro de los edificios que presiden la Plaza Mayor. Esta iglesia gótica fue construida entre 1425 y 1497 bajo la supervisión del arquitecto Sulpicius Van Vorst quien también colaboró en la construcción del Ayuntamiento. Viendo lo magnífica que luce hoy en día, cuesta imaginar la devastación que sufrió durante los bombardeos de las dos guerras mundiales. Si tuviera que escoger una de las muchas obras de arte que alberga en su interior, sin duda, la elegida sería La última cena del pintor flamenco Dirk Bouts.

Iglesia de San Pedro. Lovaina

Terrazas de la Grote Markt. Lovaina

Tras un alto en el camino en una de las animadas terrazas de la Grote Markt y acercarnos a fotografiar la Biblioteca Central, continuamos nuestro recorrido en la Naamsestraat para tratar de captar el ambiente universitario que se respira en esta larga calle, cuajada de residencias y facultades como el Colegio del Espíritu Santo, el Pabellón Universitario o el Colegio Arras. Aquí la presencia de los estudiantes que llegan a Lovaina atraídos por el prestigio de su Universidad y por su famoso ambiente juvenil se nota en cada esquina. Muchos al ser viernes van cargados de maletas porque vuelven a casa, otros acarrean carpetas arriba y abajo o se reúnen en las plazas para charlar, wasapear y planear el fin de semana.

Biblioteca Central Universitaria. Lovaina

Estudiantes en el Colegio Arras. Lovaina

Bicicletas en el Pauscollege. Lovaina

Durante el curso escolar los estudiantes duplican la población de Lovaina

Al sur de la ciudad está el Groot Begijnhof, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y en mi opinión uno de los más bonitos beaterios de Flandes. Callejuelas empedradas, casas de ladrillo, conventos, plazoletas, jardines, puentes que salvan el río Dijle… Seis hectáreas en las que el silencio es casi absoluto. Durante su apogeo llegó a albergar a unas 360 beatas, mujeres que en la época de las cruzadas se quedaron viudas, huérfanas o solteras y que se juntaban aquí para vivir en comunidad y que a diferencia de las monjas no estaban obligadas a cumplir los votos de pobreza. Desde que lo adquirió la Universidad, se utiliza para a alojar a estudiantes, empleados y profesores extranjeros.

Groot Begijnhof. Lovaina

El Groot Begijnhof de Lovaina

Aunque es mucho más pequeño, de hecho es solo una calle principal y dos callejones sin salida, también merece la pena visitar el Klein Begijnhof. No solo por ver la treintena de casas de estilo flamenco tradicional que aún se conservan en este beaterio sino porque al lado se encuentra la Iglesia de Santa Gertudis. Su torre, incluyendo la aguja, se construyó íntegramente en piedra, sin utilizar ni un solo clavo de unión, y por eso está considerada una de las siete maravillas de Lovaina.

Klein Begijnhof o Beaterio Pequeño. Lovaina

Iglesia de Santa Gertrudis desde el río. Lovaina

Cambio de tercio, nos vamos de cervezas

Uno, dos, tres, veinte… Si has llegado a contar hasta 45 bares, no lo dudes, estás en la Oude Markt. No sé si como dicen es la barra de bar más larga de Europa, pero te puedo asegurar que la hilera de terrazas que copan la plaza con más marcha de Lovaina parece eterna. Es más, seguro que si Fonske pudiera bajar de su pedestal correría hasta aquí para disfrutar de una buena cerveza y, de paso, hacerle compañía a la Kotmadam, una estatua que rinde homenaje a todas las caseras que además de alquilar habitaciones a los estudiantes los cuidaban como si fueran sus propios hijos.

Oude Markt. Lovaina

De Kotmadam. Oude Mark. Lovaina

Cartel de uno de los bares de la Oude Markt. Lovaina

Pero no creas que la ruta cervecera de Lovaina acaba aquí. Más bien empieza. Si quieres descubrir por qué a esta ciudad se la conoce como la capital de la cerveza tienes muchos más sitios a los que acudir. ¿Algunos ejemplos? Puedes visitar la fábrica de Stella Artois, intentar alcanzar la barra de The Capital, un local nuevo situado en la Grote Markt donde tienen ni más ni menos que 3000 tipos de cervezas, o dejarte caer por la cervecería Domus para tomarte una de sus cervezas artesanales y realizar una visita guiada en la que te sorprenderá ver cómo la cerveza fluye directamente de la fábrica al surtidor del bar.

La barra de The Capital. Lovaina

Sabores artesanales en la cervecería Domus. Lovaina

La hora azul en Lovaina

Para concluir este reportaje sobre Lovaina, te dejo con estas dos fotografías tomadas en la llamada hora azul. Esos minutos mágicos en los que ya se ha puesto el sol y el cielo va oscureciéndose poco a poco al tiempo que se encienden las luces de la ciudad.  No lo hago porque esté orgullosa de ellas, al contrario, me queda muchísimo por aprender y practicar. Solo trato de mostrarte lo bonita que luce Lovaina al anochecer. Un motivo más que espero te anime a conocer esta encantadora ciudad en tu próximo viaje a Flandes. Por su historia, su arquitectura, su gastronomía, su ambiente… Porque Lovaina lo merece.

La Grote Markt en la hora azul. Lovaina

El Ayuntamiento y la iglesia de San Pedro antes de anochecer. Lovaina

Nota: Además de a los organizadores de este viaje (Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas en España, Visit Flanders, Turismo de Lovaina y Turismo de Brujas), quiero darle las gracias a Rafa Pérez por su compañía, su paciencia y, sobre todo, por enseñarme a ver Lovaina con otros ojos.

INFORMACIÓN PRÁCTICA PARA VIAJAR A LOVAINA

Cómo llegar a Bélgica

Hay 5 compañías aéreas que conectan España con Bélgica: BrusselsAirlines, Iberia, Air Europa, Ryanar y Vueling. Todas vuelan al aeropuerto de Bruselas, excepto Ryanair que vuela al a Charleroi (a 60 km de la capital). Yo volé desde Madrid con Air Europa (2h 25 min.)

Cómo ir del aeropuerto de Bruselas a Lovaina

La mejor opción es el tren. Lo puedes coger en el mismo aeropuerto en la planta -1 de la terminal de llegadas. El trayecto directo hasta Lovaina dura unos 20 minutos y cuesta 8,10€ en los que está incluido el suplemento Diabolo (suplemento que se cobra para todos los trayectos en tren con llegada hasta o salida desde el aeropuerto de Bruselas). Puedes consultar los horarios y comprar tus billetes con antelación en la web de los ferrocarriles belgas.

Moverse por Lovaina

Aunque puedes utilizar los autobuses de la compañía De Lijn para desplazarte rápidamente por la ciudad, mi consejo es que te olvides de ellos y descubras Lovaina a pie. Al ser una ciudad pequeña todo está muy cerca. ¿Un ejemplo? Desde la estación de tren al centro solo hay diez minutos caminando. Además, no tiene pérdida si tomas la Bondgenotenlaan, una calle comercial que en línea recta te dejará en plena Grote Markt. Al lado del Ayuntamiento está la Oficina de Turismo (Naamsestraat, 3) .

Dónde dormir en Lovaina

En Lovaina encontrarás diferentes opciones de alojamiento que se adaptan a todo tipo de bolsillos: hoteles, bed and breakfast, albergues juveniles…  Yo me alojé en el Park Inn, un hotel moderno y funcional situado justo detrás de plaza Martelarenplein, en el renovado barrio de la estación.

Más información: Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas

Postales de Chueca: un recorrido muy personal por uno de los barrios más auténticos de Madrid

Postales de Chueca: un recorrido muy personal por uno de los barrios más auténticos de Madrid

Cuando me preguntan cuál es mi barrio favorito de Madrid, ese del que nunca me canso y que sí o sí recomiendo conocer, siempre contesto que no tengo uno sino dos: Malasaña y Chueca. Dos vecinos bien avenidos del distrito Centro de Madrid.

Como a Malasaña ya le dediqué en su día un reportaje, es justo que ahora haga lo propio con Chueca, una barrio conocido por su carácter tolerante, algo canalla y cosmopolita a más no poder. El barrio de las libertades, el más gay friendly de Madrid. Un soho castizo que en un puñado de calles concentra una oferta comercial y de ocio con cientos de propuestas. Bares de toda la vida, restaurantes de lo más cool, galerías de arte, librerías, museos, mercados… Su nombre es Chueca. Su apellido: diversidad. Lo encontrarás a unos pasos de la Gran Vía, entre las calles Fuencarral y Barquillo.

Boca de metro de Chueca. Madrid

Una buena forma de tomarle el pulso a Chueca es conocer las principales plazas que articulan este barrio. Empezando por la que le da nombre, la Plaza de Chueca, dedicada al compositor de zarzuelas Federico Chueca. Sus terrazas están llenas a cualquier hora del día y la boca de la estación de metro, situada en la misma plaza, es uno de los lugares más típicos para quedar en el centro. Si tu visita coincide con la hora del aperitivo, te recomiendo que te acerques a la Bodega Ángel Sierra, una taberna de las de toda la vida en la que sirven un delicioso vermouth de grifo con un pinchito de pepinillo y anchoa. Si es fin de semana, seguramente tendrás que tomártelo en la calle porque suele estar hasta la bandera. ¿Qué esperabas? Estás en el corazón de Chueca (Calle de Gravina, 11).

Plaza de Chueca. Madrid

Bodega Ángel Sierra. Madrid

Justo detrás de esta plaza, en el nº 24 de la calle Augusto Figueroa, está el Mercado de San Antón, un paraíso de las compras gourmet que empezó siendo un mercadillo callejero en el siglo XIX. El actual mercado, inaugurado en 2001, es uno de los más visitados de Madrid. Un espacio moderno y vanguardista de tres plantas con tiendas de productos frescos y puestos de show cooking y take away. En la tercera planta está el restaurante La Cocina de San Antón que cuenta con una coqueta terraza con vistas a los tejados de la capital.

Interior del Mercado de San Antón. Madrid

Terraza del restaurante La Cocina de San Antón. Chueca. Madrid

Si continuamos bajando hacia la Gran Vía, enseguida llegaremos a los otros dos centros neurálgicos de Chueca: la Plaza Vázquez de Mella y la Plaza del Rey. En la Plaza Vázquez de Mella, con su curiosa combinación de fachadas decimonónicas y otras más modernas, encontrarás uno de los sitios más de moda de Madrid: la terraza del hotel Room Mate Óscar. Este oasis urbano es una de mis terrazas preferidas de Madrid. El sitio perfecto para empezar a exprimir las noches de Chueca con un cóctel en la mano, mientras disfrutas de unas panorámicas increíbles del skyline madrileño.

Plaza Vázquez de Mella. Madrid

El skyline de Madrid desde la terraza del hotel Room Mate Óscar

Vista nocturna de la Plaza Vázquez de Mella. Chueca. Madrid

Por su parte, la Plaza del Rey es otro bonito rincón de Chueca en el que hacer un alto en el camino. Aquí se encuentra la llamada “Casa de las Siete Chimeneas», un histórico edificio madrileño de 1574 que durante un tiempo fue propiedad del Marqués de Esquilache. Hoy en día, es la sede del Ministerio de Cultura de España.

Plaza del Rey. Madrid

Calle de la Libertad. Chueca. Madrid

Hablando de cultura, en Chueca se puede visitar el Museo del Romanticismo que alberga una interesante colección de pinturas, mobiliario y artes decorativas del siglo XIX. Este museo, situado en un precioso palacete de estilo neoclásico, guarda un secreto en su interior: el Café del Jardín. Un lugar encantador para desconectar del bullicio de las calles de Chueca. La entrada es libre (C/ San Mateo, 13). También merece la pena conocer el impresionante conjunto que forman el Convento  de las Salesas Reales y la iglesia de Santa Bárbara. Esta iglesia barroca, con su elegante fachada de estilo rococó, es una de las más bellas de Madrid. Para ser exactos, la calle donde se encuentra, General Castaños 2, pertenece ya al barrio de Justicia pero está muy cerca de la calle Barquillo.

Museo del Romanticismo. Madrid

Convento  de las Salesas Reales e iglesia de Santa Bárbara. Madrid

Muchos madrileños acuden a Chueca atraídos por su potente oferta comercial. Y es que en este barrio puedes comprar y hacer casi de todo. Durante tu paseo, verás que cómo las tiendas de diseño comparten espacio con comercios de toda la vida, como la librería Pérez Galdós, fundada en 1942 por los descendientes del escritor (Hortaleza, 5). Galerías de arte, joyerías, famosas peluquerías cuyos peinados muchos calificarían de imposibles, cadenas de moda, estudios de tatuaje, sex shops… Todo ello en torno a la Plaza de Chueca y las calles Hortaleza y Fuencarral, donde, por cierto, está el famoso Mercado de Fuencarral, un multiespacio comercial con más de 60 tiendas.

Peluquería La Baraque. Chueca. Madrid

Calle Gravina. Chueca. Madrid

Librería Panta Rhei. Hernán Cortés, 7. Madrid

Igual de variada es la oferta gastronómica de este barrio. En Chueca hay tantos restaurantes como nacionalidades en sus calles. Permíteme recomendarte dos de los últimos locales que he descubierto últimamente. El primero es La Candelita. Un restaurante latino que nos trae a la mesa lo mejor de la auténtica gastronomía criolla a unos precios asequibles. ¿Algunas sugerencias de su carta? Tequeños, arepitas, tiradito de atún, ceviche de langostinos, ropa vieja… No dejes de probar sus famosos cócteles caribeños, en especial, sus mojitos (Barquillo, 30).

Cambiando totalmente de registro, mi segunda propuesta es It Dogs. Su pequeña terraza, en la calle Pérez Galdós nº 2, es el lugar perfecto para probar uno de los mejores perritos calientes de Madrid. Lo típico es comértelos acompañados con una copa de cava.

It Dogs. Chueca. Madrid

Chueca y el MADO

Cuando paseas por Chueca, te das cuenta de que nada queda ya del territorio comanche que fue el barrio en los años 80. Su historia reciente está estrechamente relacionada con el colectivo gay de Madrid, un movimiento social que buscaba su espacio en la capital y que lo encontró aquí, en Chueca. Ellos fueron los que transformaron y recuperaron una zona degradada y marginal, dando forma a un barrio conocido internacionalmente como símbolo de la visibilidad, la integración y el respeto. Durante los días del Orgullo Gay de Madrid (MADO), Chueca es el epicentro de estas celebraciones que ya se han convertido en uno de los principales atractivos de la ciudad. Conciertos, concursos, desfiles, actividades culturales, deportes… Una fiesta abierta a todos bajo la bandera del arcoíris.

Chueca y el MADO

Cómo llegar en metro: Chueca (Línea 5), Gran Vía (Línea, 1), Tribunal (Líneas 1 y 10), Alonso Martínez (Líneas 4, 5 y 10) y Banco de España (Línea, 2).

Más allá del blog tour a Cesenatico: la precuela boloñesa y demás historietas

Más allá del blog tour a Cesenatico: la precuela boloñesa y demás historietas

Todo viaje tiene un previo, un desarrollo y un después. Ahora estoy en el momento remember de mi blog tour a Cesenatico y, tal y como prometí, me dispongo a relatarte un puñado de historietas que pueden ser dignas de ser contadas (o no). Vaya por delante que voy a saltarme un poco el estilo narrativo que acostumbro a utilizar y que voy a contártelo como si te tuviera enfrente en la barra de un bar. En petite comité. O lo que es lo mismo, pienso ofrecerte la extended version que tuvieron que soportar amigos y familiares a mi regreso. ¿Mi intención? Acordarme de ello cuando pinte canas y hacerte partícipe de cómo un retraso en un vuelo puede acabar convertido en el guión de una película con aspiraciones a ser filmada por los Coen. Además, si mis abnegados allegados se echaron unas risas bien aparentes, no es justo que tú, que me lees y das vida a esta bitácora, te quedes al margen de la fiesta. Si quieres salir corriendo, ahora es el momento. ¿Te quedas? ¡Genial! Arrancamos.

Chapter 1 

El vuelo (Creo que hubiéramos llegado antes nadando)

Cast: Sara, Kiba y yo

El modo más rápido para llegar a la hermosa Cesenatico es en avión. En 2h30m aproximadamente, te plantas en Bolonia desde Madrid y desde allí tienes que coger el tren (otras dos horas y pico) para disfrutar de la bella vita. El viaje es largo sí pero, tras mis dos entradas anteriores, espero haberte convencido de que esta población costera de Emilia-Romagna vale la pena y mucho.

Nosotras lo teníamos todo calculado. Aterrizaríamos en Bolonia a las 18:15. Teniendo en cuenta los 20 minutos que tarda el Aerobús en llegar a la estación de Bologna Centrale, coger el tren a Rimini de las 18:58 sería imposible pero al de las 20:06 llegaríamos de sobra. ¡Ilusas! El primer grupo de transporte aéreo en España, tercero en Europa y sexto del mundo en términos de facturación (no lo digo yo, lo dice su web), decidió regalarnos un bonito retraso de hora y media. Cuadrante al carajo.

Llegar, lo que se dice llegar, llegamos

Nos plantamos frente a la máquina expendedora de billetes a las 20:14 -miré la hora en el móvil, señoría. El último tren a Cesenatico, vía Ferrara y Ravenna, salía en dos minutos. Comprar el billete, localizar la vía…Ni Speedy Gonzales lo hubiera conseguido. Ya era un hecho. Estábamos literalmente tiradas en Bolonia. ¿Contactar con la organización del blog tour? Descartado, menuda faena hacerles recorrer 200 km para venir a buscarnos. ¿Un taxi? No creas que no se nos pasó por la cabeza, pero pagar 150€ para llegar al camping como que no. Además, ya me imaginaba la escena. Aparecemos a las mil, lógicamente ya no nos espera nadie, y acabamos despertando al vigilante de seguridad para contarle la película de que somos dos blogueras españolas que tenemos reservado un Riviera Cottage. Demasiado friki hasta para mí…

Chapter 2

Kiba’s eye  (De suero fisiológico a soluzione fisiologica va un mundo)

Cast: Kiba, el farmacéutico espeso y yo

Podríamos habernos cabreado, maldecir porque las horas que íbamos a pasar en Cesenatico menguaban por momentos etc., etc. Pero no. Yo estaba en plena borrachera de sueño, un curioso  fenómeno que me ocurre cuando voy mal dormida pero me lo estoy pasando genial- y decidí tomármelo toooodo con mucha calma. Al fin y al cabo estaba de viaje, tenía tabaco y Sara, esa chica que había conocido en persona seis horas antes en Barajas, resultó ser un encanto de niña que, como yo, no estaba dispuesta a que ninguna compañía aérea le fastidiase la escapada.

En esas estábamos cuando nos acordamos que antes de coger el tren queríamos pasar por una farmacia a comprar suero para la preciosa mascota de cuatro patas de Sara. Kiba tenía una pequeña infección en el ojo y nosotras, a estas alturas, todo el tiempo del mundo.

Kiba, la mascota viajera de Sara

Al lado de la estación había una así que allá fui, arengada por Sara que decía que mi italiano era buenísimo. Enseguida me di cuenta que el “a little” que me respondió el farmacéutico boloñés en respuesta al manido “do you speak english?” fue más que generoso. No me entendía ni pa trás. A modo de resumen: probé con “acqua per gli occhi”, “physiologic saline solution”, le dije que tenía un pequeño “dog”, él interpretó “doc” y acabó preguntándome que si me había enviado el doctor por qué no me había dicho el nombre del medicamento… Apuff… Por mucho que lo intentaba no podía aguantar la risa. La situación era almodovariana. Tirada en Bolonia, sin saber dónde iba a dormir, comprando suero para un perro y frente a un tipo que me miraba como si fuera una marciana. No sé cómo pero acabé repitiendo de forma compulsiva “suero fisiológico”, alternándolo con algún “guau, guau” para ver si así lo pillaba. Hasta que se obró el milagro y el hombre me espetó con toda su pachorra: ”Ahhhh… Soluzione fisiologica”. No sabía si darle un beso o matarle. No hice ni una cosa ni otra. Sonreí y salí a la calle victoriosa con mi colirio en la mano.

Chapter 3

Una hamburguesa de camuflaje, Autopromotec y una expedición casi imposible (Cuando todo parecía perdido… va la cosa y empeora)

Cast: Sara, Kiba, dos buenos samaritanos, Alberto y yo

El tema de la cena lo solucionamos en un pispás. En toda estación que se precie tiene que haber un McDonald’s y la de Bolonia acataba esta premisa. Eso sí, en la puerta lucía una bonita señal de cani non ammessi. En situaciones normales hubiésemos buscado una alternativa, pero como ésta de normal no tenía nada, activamos el modo ponerse el mundo por montera, metimos a Kiba en su trasportín y que fuera lo que Dios quisiera (versión para creyentes) o lo que decida el Karma (para seguidores de Me llamo Earl). Ni se enteraron de la presencia de Kiba…

Ahora venía la prueba final de nuestro particular Pekín Express a la italiana: encontrar alojamiento. A priori no parecía nada del otro mundo y presumimos que ganaríamos nuestro amuleto sin complicaciones. ¡Zas en toda la boca! No contábamos con un duro rival: Autopromotec 2013, una feria bienal de equipamientos y productos para el automóvil que no tenía otra fecha para celebrarse que justo ese fin de semana. No bastaba con el handicap de que aceptaran a nuestro adorable perrito, además teníamos que luchar por una cama a las once de la noche.

Tras varios intentos frustrados, empecé a pensar en un plan B, C y D. El B: mandar un S.O.S. por Twitter. El C: como era viernes y estábamos en una de las ciudades universitarias por excelencia de Europa, muy mal se nos tendría que dar para no encontrar algún couchsurfero por el centro de Bolonia. El D: volver al aeropuerto y dormir allí con Alberto. Y es que el tercer integrante de la Camping People ya sabía, por la hora de llegada de su vuelo, que le iba a tocar dormir en el aeropuerto por narices. Antes de que preguntes, . Fue el último en salir de Madrid y el primero en llegar al Cesenatico Camping-Village. De hecho, lo sacamos de la cama cuando por fin llegamos a nuestro destino a la mañana siguiente. Así somos los blogueros. Gente abierta y sin complejos… Si hay que conocer a alguien en pijama, se le conoce y punto. Y más aún si resulta ser un crack como él. Conocimiento previo: un puñado de MD en Twitter.

Avión, tren, barco, taxi...

Sigo. Cuando la esperanza de ver una sábana se apagaba por momentos, apareció nuestro particular ángel de la guarda nº 1. Un encantador italiano que paseaba a su cachorro. Fue él quien nos habló de una pensión cercana. Tras arrastrarnos por los 800 metros que nos separaban de ella -el cansancio era ya demoledor-, conocimos a nuestro ángel de la guarda nº 2. Estaba detrás del mostrador, materializado en forma de recepcionista. No pienses que no doy el nombre de la pensión por no hacerles publicidad gratuita. Al revés, según las normas, no admiten perros y no quiero causarle ningún problema a este buen samaritano que hizo la vista gorda con Kiba. Si quieres saber cuál era, te lo digo en privado.

Y hasta aquí nuestra precuela boloñesa. A la mañana siguiente alcanzamos nuestro objetivo y nos incorporamos, por fin, al blog tour #cesenaticobellavita. Económicamente hablando, llegar a Cesenatico fue una ruina. Personalmente y pese a todo, una gozada. Hacía tiempo que no me reía tanto. Bendita sensación, por cierto. Ya puedes levantarte de tu butaca y encender el móvil. La comedia ha terminado.

THE END

Nota mental 1: Lo poco que pude ver de Bolonia me gustó mucho. Tengo que volver.

Nota mental 2: Que nadie se confunda. La organización de este blog tour fue espléndida. Ellos no tuvieron nada que ver con nuestra odisea boloñesa.

Nota mental 3: Si me dieran un Oscar al mejor guión, en mi speech, obviamente, compartiría la preciada estatuilla con el fantástico elenco de co-protagonistas que me acompañaron en esta aventura: Sara, Alberto y Kiba.

 

Con mis compañeros de viaje. Cesenatico Un jump desde Cesenatico

Chinchón: Goya, las tropas francesas, John Wayne y una copa de anís

Chinchón: Goya, las tropas francesas, John Wayne y una copa de anís

No sé exactamente cuántas veces he estado en Chinchón. No es por falta de memoria, es que cada vez que mis amigos y familiares se dignan a visitarme -menos de lo que me gustaría, por cierto-, el nombre de Chinchón siempre revolotea en el ambiente. Los más románticos, por llamarlos de alguna manera, suelen decantarse por Aranjuez o Alcalá de Henares. Los gastroturistas, en cambio, lo tienen claro: si vamos a hacer una excursión que sea a Chinchón.

Y es que si por algo es conocida esta localidad de la vega del Tajuña es por ser uno de los principales focos gastronómicos de la Comunidad de Madrid. Hablar de Chinchón es hablar de cocina tradicional castellana con mayúsculas. De cordero y cochinillo, de jamones y embutidos, de sopas de ajo y potajes, de judías chinchoneras, de hornazos y tetas de novicia y, cómo no, de su tradicional anís -existen documentos de 1700 que ya cantan sus virtudes-, de sus caldos con D.O. Vinos de Madrid y de la calidad y sabor de famosos sus ajos.

  Plaza Mayor de Chinchón

Pero Chinchón no solo se alimenta de su oferta gastronómica. Es el cuarto destino turístico más importante de la Comunidad de Madrid. Una villa medieval, coqueta y campechana, que resurgió de sus cenizas tras el paso de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia y que Alfonso XIII convirtió en ciudad en 1916.

Qué ver en Chinchón

La Plaza Mayor

La Plaza Mayor es uno de los grandes atractivos de Chinchón. Su precioso perfil se fue configurando con el paso del tiempo hasta que en 1963 quedó tal y como la vemos ahora: con sus soportales y cerrada por casas de tres plantas y balcones de madera. La singularidad legal de estos claros -así se conocen a las balconadas- es muy curiosa. La propiedad de los balcones es distinta a la de las casas donde se encuentran. Así, cuando hay algún evento público en la plaza, los propietarios de las casas deben acatar la servidumbre de paso y dejar pasar a los dueños de los balcones. Y es que esta plaza, además de ser el corazón de Chinchón,  a lo largo de la historia ha servido como escenario para celebrar de todo tipo de actividades: ferias de ganado, corridas de toros, autos sacramentales, corral de comedias, bailes…

Aquí está el Ayuntamiento, la Oficina de Turismo -situada en el antiguo lavadero de la Plaza Mayor- y buena parte de los restaurantes de Chinchón. Un consejo: si quieres disfrutar de la plaza en todo su esplendor, visítala durante el fin de semana. Es el único momento en que está cerrada al tráfico y no se permite aparcar en ella.

La Plaza Mayor de Chinchón ha sido declarada la 4ª maravilla de la Comunidad de Madrid

Oficina de Turismo de Chinchón

Torre del Reloj

Si desde la Plaza Mayor subimos por la empinada calle de Morata, a través de las dos columnas de los franceses, enseguida llegaremos hasta la Plazuela del Palacio. Aquí, además de disfrutar de unas magníficas vistas del casco antiguo, podremos descubrir qué se esconde tras el dicho popular que dice que «Chinchón tiene una torre sin iglesia y una iglesia sin torre«.

Calle de Morata. Chinchón

La torre sin iglesia es la Torre del Reloj, lo único que se salvó de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, destruida durante la Guerra de la Independencia.

  Torre del Reloj. Chinchón

Vista de Chinchón desde la Plazuela de Palacio

Teatro Lope de Vega

Al lado de la Torre del Reloj está el Teatro Lope de Vega. Fue construido en 1891 por la Sociedad de Cosecheros sobre las ruinas del antiguo Palacio de los Condes que fue arrasado en la Guerra de Sucesión española. Su nombre rinde homenaje a Lope de Vega, uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español, que escribió la comedia El Blasón de los Chaves de Villalba durante su estancia en el palacio.

Teatro Lope de Vega. Chinchón Que no te confunda su sobrio y austero aspecto exterior, por dentro es muy bonito y acogedor. A modo de telón tiene un lienzo de Luis Muriel que recrea la estampa de Chinchón desde uno de los balcones de la Plaza Mayor.

Interior del Teatro Lope de Vega. Chinchón

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

¿Un cuadro de Goya en Chinchón? Así es. Para admirarlo solo tienes que adentrarte en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un templo que empezó a construirse en 1534 y que mezcla detalles góticos, platerescos, renacentistas y barrocos.

Interior de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Chinchón Esta iglesia tampoco se salvó de los terribles sucesos de 1808 y sufrió graves daños que afectaron especialmente a la cubierta y a los ornamentos. Para animar las labores de reconstrucción, el capellán de esta iglesia, Camilo Goya, pidió a su hermano que realizara un lienzo para el altar mayor. El resultado es La Asunción de la Virgen, un cuadro de más de tres metros que está considerado una de las obras religiosas más importantes de Francisco de Goya. El 19 de julio del año pasado se cumplieron doscientos años de la colocación de este cuadro en el frontal del retablo. Por cierto, esta iglesia cumple la segunda parte del dicho: no tiene torre.

La Asunción de la Virgen de Francisco de Goya. Chinchón

Castillo de los Condes y otros enclaves de Chinchón

Declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1974, Chinchón tiene más rincones que merecen ser visitados. Como el Castillo de los Condes, de propiedad privada, el Monasterio de los Agustinos -reconvertido en Parador de Turismo-, la Casa de la Cadena, donde se alojó el rey Felipe V, el convento de las M.M. Clarisas o las ermitas de San Antón, San Roque y Santa Ana.

Castillo de los Condes. Chinchón

CHINCHÓN, UN ESCENARIO DE PELÍCULA

Los que ya me conocen saben que, además de viajar, el cine es una de mis grandes pasiones. Por eso, siempre que el destino me lo permite, me gusta incluir alguna referencia al séptimo arte. En el caso de Chinchón es casi una obligación porque desde la posguerra su fisonomía ha servido como telón de fondo para muchas de películas que han paseado la imagen de esta villa por todo el mundo. En esta breve reseña de Chinchón como plató cinematográfico no pueden faltar La vuelta al mundo en 80 días (ganadora del Oscar a la mejor película en 1956) o Rey de Reyes, que transformó los cerros y laderas de Chinchón en Tierra Santa.

Pero el gran revuelo llegó en 1963. Henry Hathaway decidió trasladar el viejo oeste a la Plaza Mayor para rodar El fabuloso mundo del circo. En aquellos días, Chinchón se convirtió en una pequeña delegación de Hollywood con John Wayne, Rita Hayworth y Claudia Cardinale paseando por sus calles. Los lugareños aún recuerdan las curdas que se pillaba El Duque copa de anís va, copa de anís viene.

En 1964 fue Orson Welles quien fijó su cámara y su estómago en Chinchón. Primero con Campanadas a medianoche y un año más tarde con Una historia inmortal, un mediometraje que recreaba el Macao del siglo XIX. En ambos rodajes, el director de directores alquiló una casa en Chinchón y se dejó ver en sus numerosos mesones. Su favorito era el Mesón Cuevas del Vino (C/ Benito Hortelano, 13) y, según cuentan en su página web, cada día comía el mismo menú: judías chinchoneras y churrasco a la parrilla.

Otros títulos como El ruiseñor de las cumbres, Deprisa, deprisa, Espérame en el cielo, Lope y Pájaros de Papel también forman parte de la historia cinematográfica de esta localidad. Tampoco podemos olvidar a uno de sus vecinos más queridos. El actor José Sacristán también echó mano de Chinchón para dirigir e interpretar películas como Cara de acelga y Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?.

Visitas guiadas en Chinchón

La Oficina de Turismo organiza visita guiadas para particulares y grupos que recorren los principales puntos de interés de esta localidad. Además, el Ayuntamiento también ofrece la posibilidad de realizar una visita nocturna teatralizada que bajo el lema «El alma de Chinchón» revive  los acontecimientos que marcaron el rumbo de esta villa. Próximas fechas: 11, 18 y 25 de mayo. 1, 8, 15, 22 y 29 de junio. 28 de septiembre. 5, 12 y 19 de octubre.

Informado quedas. Si aún no conoces Chinchón, esta es tu oportunidad para descubrir una hermosa ciudad, rodeada de olivos y viñas, donde pasado y presente se dan la mano. Y lo mejor: a sólo 47 kilómetros de Madrid.

Guía práctica y consejos para viajar a Túnez

Guía práctica y consejos para viajar a Túnez

Tras mi viaje a tierras tunecinas, he elaborado esta guía práctica de Túnez que espero te ayude y anime a viajar al país más pequeño del Magreb. ¿Por qué viajar a Túnez? Porque en apenas dos horas de vuelo desde Madrid y hora y media desde Barcelona, podemos conocer un país fascinante, uno de los más avanzados del mundo islámico, que cuenta con grandes contrastes naturales que van desde el desierto a los oasis, pasando por un litoral de más de 1300 km de costa, con playas de arena fina bañadas por el Mediterráneo. Por la hospitalidad y amabilidad del pueblo tunecino, siempre dispuesto a conversar y compartir su modo de vida. Por su legado cultural, fruto de la huella que fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos y árabes dejaron en esta tierra. Por su gastronomía, su artesanía… La lista podría ser interminable.

Hammamet. Tunez

Guía práctica y consejos para viajar a Túnez: situación

Túnez está situado en el norte de África, en la región del Magreb. Limita al norte y al este con el Mar Mediterráneo, al sureste y sur con Libia y al oeste con Argelia. Nombre oficial: República de Túnez. Superficie: 164.150 km2.

Requisitos de entrada y vacunas para viajar a Túnez

Para entrar en Túnez los ciudadanos de la Unión Europea solo necesitan tener el pasaporte en vigor con una validez de al menos tres meses desde la fecha de llegada. No es necesario visado.

Aunque la normativa sanitaria de Túnez no exige ninguna vacuna, te aconsejo que estés al día de las vacunas universales (tétanos, difteria, tifus y hepatitis A+B). Para más información sobre salud y vacunas, te sugiero que visites la web del Ministerio de Sanidad.  Y, por supuesto, tómate tu tiempo para preparar un botiquín básico de viaje en el que no deberían faltar analgésicos, antihistamínicos, laxantes, antidiarréicos, Omeprazol, Almax, protector solar, repelente de mosquitos, termómetro y materiales de cura. Ya en Túnez, recuerda beber siempre agua embotellada (los cubitos de hielo también cuentan), comer la carne muy hecha y lavar y pelar la fruta. ¡Un viajero prevenido vale por dos!

Volar a Túnez

Tunisair es la compañía estatal tunecina. Tiene vuelos directos desde Barcelona (1h30) y Madrid (2h.) Los vuelos desde Barcelona salen desde el Aeropuerto del Prat (Terminal 1) y los de Madrid desde el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas (Terminal 1).  Su filial, Tunisair Express, se encarga de los vuelos internos entre los aeropuertos de Túnez-Cartago, Monastir, Djerba-Zarzis, Tozeur, Tabarka, Gafsa-Ksar y Sfax.

La mayoría de las compañías aéreas europeas también vuelan a Túnez pero con escalas.

Guía práctica para viajar a Túnez: cuándo viajar a Túnez y qué ropa llevar

La mejor época del año para visitar Túnez es entre los meses de marzo y septiembre. Eso sí, ten en cuenta que en verano, aunque el tiempo en la costa es magnífico, en el interior y en el sur el calor puede ser insoportable. Si vas a hacer un viaje por todo el país, te sugiero que lo hagas en primavera u otoño. La época de lluvias abarca de diciembre a febrero, mejor evitarla.

Oasis de Chebika. Tunez

Obviamente, la ropa a llevar depende del momento de tu viaje. En cualquier caso, no olvides las gafas de sol, el protector solar, un chubasquero o paraguas, calzado cómodo y algo de abrigo (las noches en el desierto son muy frías). Otro imprescindible es llevar algún pañuelo o pareo. No solo te servirá para cubrirte los hombros y las piernas en las mezquitas y en otros lugares de culto que así lo requieran, también te protegerá del viento del desierto.

¿Es seguro viajar a Túnez?

¿Viajar a Túnez es peligroso? Esa es la pregunta que probablemente te estés haciendo ahora. Por mi experiencia, la respuesta es no. Sin contar los días del circuito en los que íbamos siempre con un guía, cuando nos movimos por libre no tuvimos ningún tipo de problema. Eso sí, en Túnez, como en cualquier otro país, hay carteristas así que nada de mochilas ni bolsos a la espalda en lugares concurridos y el monedero siempre en el bolsillo delantero del pantalón.

De todos modos, antes de realizar un viaje al extranjero, sea cual sea el destino, te recomiendo que dejes tus datos en el registro de viajeros informático del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación para que puedan localizarte y asistirte en caso de emergencia.

Embajada de España en Túnez: 24, Av. Dr. Ernest Conseil, Cité Jardin. Túnez capital.

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Transporte: Cómo desplazarte por Túnez

Si no quieres contratar un viaje organizado, con la buena infraestructura de transportes que tiene Túnez podrás recorrer el país por libre sin ningún problema. De hecho, cuando volvamos así lo haremos.

Autocar: Hay una importante red de autocares que cubren las principales ciudades y pueblos de Túnez. Es el medio de transporte más económico. Los autobuses nacionales de la empresa SNTRI tienen aire acondicionado y conectan con la mayoría de poblaciones del país.

Tren: La red de trenes cuenta con más de 2.000 km de vías férreas que comunican toda la zona norte del país. Son un poco más caros que el autocar. Tienes toda la información aquí.

Sousse

Louage: Para trayectos no muy largos el transporte ideal es el louage. Encontrarás estas furgonetas o minibuses por todo el país. Es la forma más rápida para moverte por Túnez. La única pega es que no tienen un horario fijo ya que parten cuando están llenos.

Taxi: Los taxis en Túnez son baratos, perfectos para distancias cortas. Son de color amarillo, llevan taxímetro y no pueden salir de la periferia de las ciudades. Los taxis grandes, tipo furgoneta, sí pueden realizar trayectos entre poblaciones. Nosotros los utilizamos para ir a Hammamet y Nabeul,  fijando el precio de antemano según nos habían aconsejado en el hotel. Un ejemplo: de Yasmine Hammamet a Hammamet 6 dinares, unos 3€, por un trayecto de cinco kilómetros.

Moneda y tarjetas de crédito en Túnez

La moneda nacional es el dinar tunecino (TND) que se divide en 1000 millimes y que equivale a unos 0,50€ aproximadamente. Como esta moneda no cotiza en España, hay que viajar con euros y cambiar el dinero en los bancos, hoteles u oficinas de cambio de Túnez. No olvides conservar el resguardo del cambio para poder cambiar los dinares que te sobren a euros antes de salir del país. En este conversor de divisas puedes ver cómo está el de cambio de moneda.

Las tarjetas de crédito internacionales más habituales (Visa, MasterCard, y American Express) se aceptan en los hoteles, restaurantes y en la mayoría de los grandes comercios.

Billete de 10 dinares y monedas tunecinas. Guia Tunez

Idioma en Túnez

El idioma oficial es el árabe, aunque la mayoría de la gente habla francés ya que Túnez fue una colonia francesa desde 1881 hasta 1956, fecha en la que se independizó. En las zonas más turísticas también hablan español, italiano, inglés y alemán. Si quieres sorprender a un tunecino, aprende algunas palabras y lánzate a usarlas.

    • Hola: Asslema
    • Adiós: Besslema
    • Sí: Naam
    • No: Lá
    • No, gracias: Lá, shukran
    • Por favor: Min fadlak
    • Gracias: Shukran
    • ¿Cómo se llama usted?: Ma Ismok?
    • Me llamo…: Ismi…
    • ¿Cuánto cuesta?: Kadesh?
    • Es muy caro: Ghalia katheer
    • Foto: Sura
    • ¿Puedo hacerle una foto?: Mumkin sura?

Electricidad en Túnez

El voltaje en Túnez es de 220 voltios. Los enchufes son del tipo C y E.

Religión en Túnez

La religión oficial de Túnez es el Islam que practica el 98% de la población. La Constitución de 1959 garantiza la libertad de fe religiosa y de culto, dando prueba del carácter tolerante y progresista de los musulmanes tunecinos, a diferencia de otros países del mundo islámico en los que reina la intolerancia y el fanatismo.

Kairouan, la primera ciudad musulmana del Magreb, es la cuarta ciudad santa del Islam, después de La Meca, Medina y Jerusalén. Esta considerada la capital espiritual del país.

Gran Mezquita de Kairouan. Tunez

Compras en Túnez

Una vez que te has familiarizado con la técnica del regateo, comprar en Túnez puede convertirse en una locura irrefrenable dada la variedad de objetos artesanales que encontrarás en los zocos. A modo de resumen, aquí van unas pistas:

    • Cerámica en Nabeul
    • Artículos de cuero en Monastir y Sousse
    • Alfombras y tapices en Kairouán
    • Joyas de plata y oro en Túnez capital, Sfax y Djerba
    • Dátiles en Tozeur
    • Narguiles o shishas en Túnez capital
    • Rosas del desierto en la zona sur
    • Exóticas jaulas para pájaros en Sidi Bou Saïd (se cuelgan en las casas, con la puerta abierta como signo de prosperidad)
    • Perfumes y esencias
    • Objetos tallados en madera de olivo
    • Bandejas, vasijas y teteras de cobre o latón
    • Especias

Como ya comenté en mi primera entrada sobre Túnez, si no te apetece regatear, acude a las tiendas de precio fijo de la Oficina Nacional de Artesanía de Túnez.

Souvenirs de Tunez

Telefonía en Internet en Túnez

Aunque las principales compañías de telefonía móvil tienen cobertura en Túnez, te recomiendo que consultes el servicio de roaming con tu operadora para confirmarlo y, sobre todo, para informarte de las tarifas. Si no quieres utilizar el móvil, en cualquier ciudad encontrarás locutorios con cabinas que funcionan con monedas (taxiphones). Nunca llames ni te conectes a Internet desde el hotel porque es muy caro. En el norte del país hay buena cobertura 3G y empiezan a proliferar los cibercafés.

Alojamiento en Túnez

La oferta de alojamiento en Túnez es muy variada en todas las zonas turísticas del país. Hay opciones para todos los gustos y bolsillos. Desde hoteles de primera categoría a alojamientos más modestos -normalmente situados en la medina o cerca de las estaciones de tren y autobuses-, pasando por albergues juveniles y algún que otro camping.

Nosotros nos alojamos en el hotel Vincci Taj Sultan, un cinco estrellas situado en la zona de Yasmine Hammamet. Lo mejor: su situación frente a la playa. Lo peor: el buffet era demasiado internacional para nuestro gusto, con pocos platos locales. De todos modos, fue con mucha diferencia el mejor hotel en el que estuvimos porque los del circuito por la zona sur del país son muy exóticos por fuera pero las habitaciones son más bien tipo albergue.

Playa del hotel Vincci Taj Sultan. Yasmine Hammamet

Viajar a Túnez: gastronomía

Un festival de olores, colores y sabores. Así es la gastronomía tunecina. Si quieres disfrutar plenamente de ella, huye de los restaurantes que estén llenos de turistas y busca aquellos cuya parroquia sean gentes del lugar. Siempre acertarás.

Para empezar, a modo de entrantes, te sugiero la ensalada mechouia elaborada con tomates y pimientos asados, unos bricks (una especie de crêpe muy fina rellena de huevo, queso y carne o atún) o unos dedos de Fátima (rollitos de pasta brick con diferentes tipos de carne y verdura). Como plato principal, no dejes de probar todas las variedades de cuscús, los deliciosos tajines -pasteles de carne y verdura cocidos al horno con huevo y queso-, o un buen pescado a la brasa. Otro de los platos tradicionales de Túnez es el mechoui (cordero asado). Si te gusta el picante, te encantará la harissa, una salsa hecha a base de pimientos rojos que se utiliza para condimentar muchos platos. Para terminar, nada mejor que unos dátiles o unos dulces elaborados con miel y frutos secos. Baklawa, makroud, samsa

Para acompañar la comida puedes tomar un vino tunecino (blanco, tinto o rosado) o una cerveza -la Celtia es la más popular. Si te animas, tras los postres, prueba el boukha, un  aguardiente de higos fermentados. Y en cualquier momento del día, un té a la menta, la bebida tradicional tunecina.

Más información: Turismo de Túnez

Espero que esta guía práctica para viajar a Túnez te haya resultado útil. Si tienes cualquier duda, no dudes en dejarme un comentario y trataré de ayudarte.

Túnez: 8 días / 7 noches (Segunda Parte)

Túnez: 8 días / 7 noches (Segunda Parte)

Nuestro quinto día en este seductor país del norte de África nos tocó madrugar para hacer las maletas. ¡Por fin íbamos a empezar el circuito por Túnez! Si te soy sincera, lo que más me apetecía era cumplir uno de mis sueños: posar mis pies en el Sáhara tunecino, rodeada de dunas, en silencio, esperando el atardecer… Pero no adelantemos acontecimientos y vayamos paso a paso.

Circuito por Túnez segunda parte: El Jem, Matmata, Douz, el desierto, Chott El Jerid, Tozeur, Chebika, Tamerza, Kairouan y Sousse

Anfiteatro de El Jem

El recorrido rumbo al sur empezó con uno de los platos fuertes de este circuito por Túnez: el anfiteatro de El Jem. Declarado Patrimonio de la Humanidad, fue construido en el siglo III y está muy bien conservado. Tanto que no cuesta nada imaginar en las gradas a 35.000 espectadores vitoreando a los gladiadores que se enfrentaban a las fieras. Como nos dejaron bastante tiempo libre, lo vistamos de cabo a rabo. Primero subimos hasta el último nivel para admirar sus colosal envergadura -148 metros de largo y 124 de ancho- y ya de bajada, deambulamos entre sus magníficos arcos y muros de piedra hasta llegar a la arena. Te recomiendo que antes de bajar a los fosos y mazmorras, donde esperaban su turno animales y luchadores, te sitúes justo en el centro y gires sobre ti mismo. La imagen del cuarto anfiteatro romano más grande el mundo desde la arena es impactante.

Anfiteatro de El Jem. Túnez

Recorriendo el anfiteatro de El Jem. Túnez

Matmata

La siguiente parada, vía Sfax y Gabes, la hicimos en Matmata. En esta zona pre-sahariana, árida y seca, fue donde las tribus bereberes se refugiaron tras la invasión de los árabes que los consideraban musulmanes de segunda clase. De este modo, con el fin de protegerse de los invasores, empezaron a excavar cuevas en la roca que acabaron convirtiéndose en sus viviendas. Son las famosas casas trogloditas, auténticos pozos de entre 5 y 10 metros de profundidad, alrededor de los cuales se distribuyen las diferentes estancias de la casa. Hoy en día, las pocas casas habitadas que quedan son el objetivo de las agencias de viajes que llevan a centenares de turistas a visitarlas. Aunque la experiencia de adentrarte en una de ellas merece la pena porque es realmente curioso ver este tipo de viviendas, la visita acaba siendo, cómo decirlo, un poco artificial, con los bereberes repitiendo las mismas acciones cada vez que llega un nuevo autocar. No sé, tal vez fue impresión mía, pero la cara de la mujer que nos enseñó cómo molía el trigo me dio esa sensación. Una curiosidad: el poblado de Matmata empezó a conocerse cuando George Lucas decidió rodar en este paisaje casi lunar muchas escenas de La Guerra de las Galaxias.

Bereber en Matmata. Túnez

Casa troglodita en Matmata, Túnez.

Mujer moliendo trigo en una casa troglodita de Matmata. Túnez

A la hora del almuerzo nos llevaron al Hotel Sidi Driss de Matmata para degustar, y cito según el folleto, una «comida troglodita». Imagino que lo de troglodita se refería al hotel -una antigua vivienda troglodita llena de pasillos, grutas y patios interiores- porque lo que nos dieron de comer fue espaguetis con tomate. Ni que decir tiene que el cachondeo entre nuestro grupo fue monumental. Ni siquiera un poco de cuscús o cordero. No. Espaguetis y, encima, en plan mili.

Douz, la puerta del desierto

La turistada de la comida nos importó bien poco porque por fin había llegado la etapa del circuito por Túnez que más esperábamos: Douz, la puerta del desierto, el último oasis que da paso al Gran Erg Oriental del Sáhara. Erg significa mar de dunas en árabe y eso es exactamente lo que vimos nada más bajar del autocar. La inmensidad de un desierto dorado, sin palmeras y apenas vegetación.

La fina arena del Sáhara en Túnez

Nuestro paquete incluía un paseo en dromedario o en carro por las dunas. Yo rápidamente opté por el carro porque aún recuerdo el cabezazo que me dio un camello en el Parque Nacional de Timanfaya en Lanzarote. Así, al más puro estilo Cachuli y Pantoja, pero con mucho menos glamour que ya es decir -el carro se caía a trozos-, empezamos nuestra pequeña travesía por el desierto. Nos hicieron una foto montados en el carro, sí, pero esa me la guardo por decoro. El recorrido es una maravilla. Mires donde mires solo ves arena y cada duna da paso a un nuevo horizonte más hermoso si cabe. De la puesta de sol en el desierto solo puedo decir una cosa: increíble.

Mi foto preferida en el Gran Erg Oriental del Sáhara. Túnez

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Los guías de los dromedarios en el Sáhara tunecino. Túnez

Dunas, camellos y guías en el Gran Erg Oriental del Sáhara. Túnez

Puesta de sol en el Sáhara tunecino. Túnez

Esa noche nos alojamos en el hotel El Faouar de Douz. Es bonito por fuera pero las habitaciones son bastante austeras. Tampoco nos importó porque no pasamos muchas horas allí. Queríamos ver amanecer en el desierto, así que pusimos la alarma en el móvil, nos abrigamos cuanto pudimos y salimos del hotel rumbo a las dunas. Ver aparecer la luz del día, con el sol iluminando lentamente la arena, solos y en un silencio abrumador fue una experiencia única, de esas que se quedan grabadas en la memoria para siempre.

A la mañana siguiente, de nuevo madrugar y en ruta. Tras una breve parada en el pueblo de Debebcha para ver el curioso paisaje que forman sus rocas de arenisca, atravesamos el lago salado de Chott El Jerid rumbo a Tozeur.

Figuras arenosas de Debebcha. Túnez

Chott El Jerid

Chott El Jerid es el lago salado más grande del norte de África. Debido al clima extremo de la región, en invierno, durante la temporada de lluvias, algunas zonas se llenan de agua formando pequeñas lagunas que se evaporan con la llegada del verano dejando a la vista un paisaje infinito de sal y más sal. Dicen que en días de mucho calor es fácil ver espejismos pero nosotros, en febrero, no vimos ninguno. El recorrido en autocar por la carretera que atraviesa este desierto de sal en línea recta es tremendamente bello, mágico. Solo los puestos de venta de rosas del desierto que aparecen de vez en cuando te devuelven a la realidad.

Chott El Jerid. Túnez

El lago de sal de Chott El Jerid. Circuito por Tunez segunda parte

Rosas del desierto. Túnez

  • Aquí tienes una completa guía práctica de Túnez con toda la información y consejos que necesitas para preparar tu viaje: requisitos de entrada, transporte, moneda, idioma, etc.

Tozeur

Después de comer, nos dirigimos a Tozeur. Capital de la comarca del Jerid, Tozeur es el oasis más importante de Túnez y cuenta con un inmenso palmeral que parece no tener fin. De hecho, es prácticamente imposible saber la cantidad de palmeras que alberga en sus más de mil hectáreas. Nosotros recorrimos una parte de este vergel en calesa. Durante la visita nos enseñaron cómo fertilizan las palmeras -es sorprendente ver la facilidad con la que trepan y, además, descalzos-, fumamos una pipa de hoja de palmera -el sabor es muy fuerte, casi infumable- y probamos la famosa variedad de dátil conocida como deglet nour. Una auténtica delicia.

Calesa. Tozeur. Circuito por Túnez segunda parte

Palmeral de Tozeur. Túnez

Oasis de montaña de Chebika y Tamerza

De allí nos desplazamos en 4×4 hasta los oasis de montaña de Chebika y Tamerza. El de Chebika, que aparece de repente, tras pasar el viejo pueblo abandonado, es un capricho de la naturaleza. Desde lo alto del cañón apenas se distingue un mancha verde que nos indica su existencia pero, a medida que vas descendiendo por el sendero, el paisaje desértico da paso a pequeñas pozas y cascadas rodeadas de palmeras. El de Tamerza, por su parte, también tiene su encanto, sobre todo, cuando llegas a la Gran Cascada, un salto de agua de unos diez metros de altura que se encuentra en una estrecha garganta perdida en medio del desierto.

Oasis de Chebika. Túnez

Paisaje del oasis de Chebika. Túnez

Cascada del oasis de Chebika. Túnez

Gran cascada del oasis de Tamerza. Túnez

Tras la excursión por los oasis nos llevaron al Caravanserail Hotel, situado a las afueras del pueblo de Nefta. Estéticamente es un lugar muy bonito a modo de castillo pero, de nuevo, el exterior luce más que sus habitaciones. Nos dio tiempo a darnos un ducha rápida y poco más. Nos esperaba un espectáculo folclórico con cena típica. La verdad es que a pesar de ser otra turistada, ésta con mayúsculas, fue divertido. La comida resultó ser la mejor de todo el circuito, en el escenario uno grupo de músicos tocaba temas populares con flautas y tambores, vimos juegos de equilibrio y malabares, alguna que otra serpiente y hasta me hice un pequeño tatuaje de henna. Lo mejor, la conga bereber que nos marcamos entre las mesas. Después de todo, era nuestra última noche en Túnez.

Tatuaje de henna. Túnez

Kairouan y Sousse

El último día de nuestro circuito, de camino a Hammamet, pudimos visitar brevemente Kairouan y Sousse. Kairouan es la cuarta ciudad santa del Islam, después de La Meca, Medina y Jerusalén. La Gran Mezquita es el mayor de sus atractivos. Nosotros solo pudimos ver el exterior porque estaba cerrada. Una pena.

Gran Mezquita de Kairouan. Túnez

En Sousse tuvimos más tiempo para disfrutar de esta preciosa ciudad bañada por el Mediterráneo. Su medina, perfectamente conservada y rodeada por altas murallas, es una de las mejores del país. En su interior se encuentra la Gran Mezquita, los zocos que la atraviesan de un lado a otro, y el Ribat, una fortaleza del siglo VIII rematada por una torre de vigilancia. Te animo a que subas a esta atalaya para disfrutar de las magníficas vistas de la medina que desde allí se divisan.

Gran Mezquita de Sousse. Circuito por Tunez

Sousse desde el Ribat. Circuito por Tunez

Y hasta aquí la segunda parte de nuestro circuito por Túnez había acabado. El autocar nos dejó donde empezó todo, en hotel Vincci Taj Sultan de Yasmine Hammamet. A partir de aquí y como decía el folleto: «traslado al aeropuerto, vuelo y fin de nuestros servicios».

 

Túnez: 8 días / 7 noches (Primera Parte)

Túnez: 8 días / 7 noches (Primera Parte)

Más de una vez he contratado un paquete vacacional de esos que te lo dan todo hecho. No es el tipo de viajes que me gustan porque te llevan a golpe de pito, apenas tienes tiempo libre, los horarios son muy estrictos y ese largo etcétera de inconvenientes que todos conocemos. Pero cuando, de repente, te cae del cielo una semana con la que no contabas y no quieres complicarte la vida, la cosa cambia. Eso fue lo que nos pasó hace un par de años, así que nos fuimos a una agencia de viajes y, tras mucho mirar y comparar, decidimos que nuestro destino sería un circuito por Túnez. Un paquete de 8 días, tres de circuito y cuatro en la costa en el hotel Vincci Taj Sultan situado en Yasmine Hammamet. Perfecto. Primero veríamos lo más importante del país más pequeño del Magreb y luego a nuestro aire. Pues no. Ya en el aeropuerto, resultó que nuestra agencia había cambiado alegremente el orden del viaje y haríamos el circuito al final. A mi pareja le vino de perlas porque lo que realmente le apetecía era relajarse en la playa y poco más. Pero como yo soy un culo inquieto, me las ingenié para combinar su sed de mar con mis ganas de ver cuanto más mejor. La crónica de esos días en Túnez a continuación.

El primer día ya te lo puedes imaginar: vuelo, traslado al hotel y reunión con la representante de la agencia para darnos la bienvenida al país y ofrecernos si queríamos contratar alguna excursión adicional. Como Sidi Bou Saïd quedaba fuera de nuestro circuito y a mí me apetecía muchísimo conocerlo, nos apuntamos a una salida que incluía, además, la visita al Museo del Bardo y a Cartago.

Hotel Vincci Taj Sultan. Yasmine Hammamet. Circuito por Túnez

Circuito por Túnez: Hammamet, Nabeul, el Museo del Bardo, Cartago y Sidi Bou Saïd

El segundo día pasamos la mañana paseando por Yasmine Hammamet, un complejo vacacional lleno de hoteles como el nuestro en el que no hay mucho que hacer ni ver salvo disfrutar de sus playas de arena fina, bañadas por un Mediterráneo de color turquesa que no puedes dejar de mirar. Después de comer en el hotel, cogimos un taxi para ir a Hammamet que nos dejó justo a la entrada de las murallas de la medina. Como nos habían recomendado, fijamos el precio de antemano. Seis dinares, unos 3€, por un trayecto de cinco kilómetros.

Ya en la ciudad turística más importante de Túnez (su nombre procede de la palabra hamman que en árabe significa baño), lo primero que hicimos fue visitar el Fuerte de Hammamet. Lo mejor de esta fortaleza es, sin duda, sus murallas desde donde puedes ver toda la ciudad. En la torre más alta hay una pequeña cafetería turca.

Vista de Hammamet desde el Fuerte. Circuito por Túnez

Cafetería turca del Fuerte de Hammamet. Túnez

Hammamet desde la fortaleza. Circuito por Túnez

Cuando empezamos a recorrer la medina serían las cinco de la tarde y estaba prácticamente vacía a excepción de los vendedores de los pequeños zocos que íbamos encontrando por el camino. A pesar de no ser una medina muy grande, el paseo por sus pequeñas y estrechas calles blancas, rodeadas de altas murallas, estaba siendo muy agradable hasta que en una de esas callejuelas vi a una hermosa mujer apostada a la entrada de lo que parecía una pequeña tienda. La rana Gustavo que llevo dentro pensó «qué foto más estupenda, entramos en la tienda así me inicio en la técnica del regateo y después de comprar algo quizá sea más fácil que me deje fotografiarla». ¡Qué mala idea! La pequeña tienda resultó ser un laberinto enorme y claustrofóbico que parecía no tener fin. Estábamos solos, la mujer más que hablar parecía que gritaba y yo me iba poniendo cada vez más nerviosa. Tanto que en un momento dado, con la vendedora insistiendo en que compráramos algo y yo sin ver nada que llamará mi atención, me agobié como nunca. Yo solo quería salir de allí y respirar aire fresco así que cogí una figurita de un dromedario que olía fatal, regateamos lo mínimo y salimos pitando de la que en ese momento bauticé como «la tienda de los horrores». Sé que fue culpa mía porque la situación me sobrepasó pero salí de la medina de Hammamet pensando que en Túnez no iba a ser capaz de comprar ni un triste juego de té. A no ser, claro, que acudiera a las tiendas de precio fijo de la Oficina Nacional de Artesanía de Túnez.

Medina de Hammamet. Circuito por Túnez

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La tienda de los horrores. Medina de Hammamet. Circuito por Túnez

Al salir de la medina nos sentamos en la terraza del Café Sidi Bou Hadid, un local encantador situado al lado de las murallas del fuerte. Fue allí, con la vista perdida en el mar y esperando la puesta del sol, cuando me reconcilié con Hammamet y conmigo misma por el numerito de la tienda.

Café Sidi Bou Hdid. Hammamet. Circuito por Túnez

De regreso al hotel y después de cenar, el azar quiso que conociéramos a tres chicas simpatiquísimas con las que congeniamos enseguida. Cuando les conté mi fiasco como compradora novata en Túnez casi se mueren de la risa y con razón. Al día siguiente querían ir a Nabeul y nos invitaron a ir con ellas para que «me espabilara en el arte del regateo». Además, ya tenían el teléfono de un taxista que conducía una furgoneta de seis plazas así que podríamos ir todos juntos. Dicho y hecho. A las 12 de la mañana -ellas ya habían hecho el circuito y no tenían ganas de madrugar- nuestro taxi nos estaba esperando en la puerta del hotel.

No dejes de leer esta guía práctica de Túnez con toda la información y consejos que necesitas para preparar tu viaje: requisitos de entrada, transporte, moneda, idioma, etc.

Nabeul. Circuito por Túnez

Recuerdo ese día como el más divertido de todo el viaje. Llegamos enseguida porque Nabeul está a solo 10 km de Hammamet. Una vez allí, nos dedicamos a perdernos sin rumbo por las calles y pasajes de la medina. Nabeul está considerada la capital tunecina de la alfarería y muchas tiendas lucen en su fachada preciosos platos de cerámica de alegres colores. Cuando las vi entrar en acción me quedé impactada. Eran el ejemplo perfecto de cómo se debe encarar el regateo con un vendedor tunecino: con actitud positiva, sin prisa, teniendo muy claro cuánto se quiere pagar por el producto y, sobre todo, pensando que no deja de ser un juego, un divertido toma y daca que nos permite interactuar con la gente del país. Con la lección aprendida, por fin pude comprar mi ansiado juego de té, un bol de madera de olivo y varios frasquitos de khol, un polvo muy negro y fino que usan tanto mujeres como hombres como máscara de ojos para protegerlos del sol y las bacterias.

Callejeando por Nabeul. Túnez

Slow shopping en Nabeul. Circuito por Túnez

Después de la mañana de slow shopping, fuimos a comer a comer a un modesto restaurante. Pedimos cuscús, unos briks, tajines y cordero a la menta. Por la tarde, dimos un paseo por la playa que rematamos fumando una shisha en uno de los cafés del centro. Un día redondo, sin duda.

Preparando un shisha en Nabeul. Túnez

El cuarto día de nuestra estancia en Túnez hicimos la excursión que contratamos en el hotel para visitar el Museo del Bardo, Cartago y Sidi Bou Saïd. La pena es que el día amaneció encapotado y amenazando lluvia.

El Museo del Bardo, a unos seis kilómetros de la capital, es el más importante del país ya que contiene la mejor colección de mosaicos romanos del mundo. Recorrer cada una de las plantas y salones de este hermoso palacio es recorrer tesela a tesela la historia de Túnez: la época púnica, griega, cartaginesa, cristiana e islámica. La visita guiada merece mucho la pena aunque dura 2 horas y al final se acaba haciendo un poco larga.

Museo del Bardo. Túnez

Del Museo del Bardo nos llevaron a Cartago para visitar lo poco que queda de la antigua capital púnica. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el enclave más  importante en su día del Mediterráneo es hoy un conjunto de ruinas diseminadas. Los restos arqueológicos que se conservan en mejor estado son las Termas de Antonino de época romana. Al lado de las termas se encuentra el Palacio Presidencial de Túnez por lo que ni se te ocurra disparar tu cámara en esa dirección porque está absolutamente prohibido.

Termas de Antonino. Cartago. Circuito por Túnez

Detalle de las Termas de Antonino. Circuito por Túnez

Cuando llegamos a Sidi Bou Saïd ocurrió lo que me temía. Estaba lloviendo a cántaros, tanto que la mayoría de nuestro grupo corrió a refugiarse en el Café des Nattes, uno de los más típicos y bonitos del lugar. Por suerte, nuestra guía, muy profesional, dijo que ella iba a hacer el recorrido que tenía previsto y que quien quisiera la siguiera.

Así, bajo un paraguas y acompañados por un intenso olor a jazmín, fue como empezamos a ascender por las calles de Sidi Bou Saïd, confirmando a cada paso que todos los piropos que recibe son más que merecidos. Sus casas blancas inmaculadas, con las puertas y ventanas pintadas de azul y resguardadas por misteriosas celosías para mirar sin ser visto, sus intrincadas y empedradas callejuelas, las vistas al Mediterráneo… Arquitectura y paisaje se dan la mano para dar forma a Sidi Bou Saïd, un pueblo encantador que, en lo alto de un acantilado, dominando el golfo de Túnez, me enamoró bajo la lluvia.

Sidi Bou Saïd. Circuito por Túnez

Tienda en Sidi Bou Saïd. Túnez

Café des Nattes. Sidi Bou Saïd. Túnez
  • Sigue leyendo la segunda parte de este circuito por Túnez aquí.
Postales de Malasaña: Manuela, la movida, arte urbano y cupcakes

Postales de Malasaña: Manuela, la movida, arte urbano y cupcakes

Un de los lugares por los que suelo perderme muy a menudo desde que vivo en Madrid es Malasaña. Me encanta este barrio y acudo a él cuando quiero desconectar del ritmo frenético de la capital. Si tuviera que definirlo diría que es como una enorme matrioska que tienes que ir desmontando para descubrir cada una de las piezas que la componen y que juntas dan forma a una de las zonas más atractivas y vitalistas de la capital. Un barrio que va mudando su cara en función de las horas del día y que se reinventa a sí mismo con el paso de los años.

Qué ver en Malasaña

Geográficamente hablando, este céntrico barrio, también llamado Maravillas, está situado entre las calles Carranza, Gran Vía, Fuencarral y San Bernardo. Debe su nombre a Manuela Malasaña, una joven costurera que murió asesinada por las tropas napoleónicas durante las revueltas de 1808 muy cerca de la Plaza del Dos de Mayo. Esta plaza, siempre concurrida y animada, es el corazón de Malasaña. El eje que estructura un barrio que no está en los circuitos clásicos de qué ver en Madrid en dos días pero que esconde muchos rincones y sorpresas que cualquier mente inquieta desearía conocer.

Monumento a Daoíz y Velarde. Plaza del 2 de Mayo. Malasaña

Aunque cualquier momento es bueno para callejear por Malasaña, a mi me gusta especialmente ir los sábados por la mañana, cuando los ecos de la noche anterior se diluyen entre los comercios que abren sus puertas y el barrio se llena de luz y color. Cuando lo visité por primera vez lo que más me llamó la atención fue descubrir cómo Malasaña conjuga en un puñado de calles lo mejor de su pasado con nuevas propuestas que te invitan a volver. Como el recién inaugurado bar-museo Madrid Me Mata, dedicado a la ‘movida madrileña’ (Corredera Alta de San Pablo, 31), o la Fábrica Maravillas, la primera micro fábrica de cerveza artesanal del barrio (Valverde, 29).

Mercadillo de coleccionismo y antigüedades. Plaza 2 de Mayo. Malasaña

Calle Velarde. Malasaña

Junto a estos nuevos locales sobreviven establecimientos de toda la vida como la farmacia Juanse, en la confluencia de las calles San Andrés y San Vicente Ferrer, que conserva en su fachada los mismos azulejos que cuando abrió en 1892. Reclamos publicitarios de una época en la que se recomendaba utilizar el perborato de sosa para el dolor de muelas y su jarabe balsámico para combatir la bronquitis. O la Antigua Casa Crespo, una centenaria alpargatería que sigue en pie ajena a las modas en el nº 29 de la calle del Divino Pastor.

Azulejos de la farmacia Juanse. Malasaña

Antigua Casa Crespo. Malasaña

Hablando de tiendas, en los últimos tiempos Malasaña se ha convertido en la meca del vintage con originales y personalísimas boutiques por las que desfilan los amantes de lo retro en busca de piezas únicas. Pero los escaparates del barrio no acaban aquí. También hay hueco para librerías que funcionan como espacios culturales como Arrebato Libros (La Palma, 21) o Cervantes y Cía (Manuela Malasaña, 23), tiendas de cómics, estudios de tatuaje y floristerías. Y arte urbano allá donde mires. En las persianas de los comercios, en las fachadas, en los portales… Murales y grafittis que conquistan el espacio callejero creando un gran galería de arte urbano al aire libre que llena el barrio de color y vida.

Cervantes y Compañía Libros. Malasaña

The Cómic Co. Malasaña

True Love Tattoo. Malasaña

Plaza de Juan Pujol. Malasaña

Sala Taboó. Malasaña

Otro de los puntos fuertes de Malasaña es su oferta gastronómica. Hay opciones para todos los gustos y bolsillos. Una pequeña selección: de lo más tradicional Casa Julio (Madera, 37) o Casa Fidel (Escorial, 6), para tomar un brunch Nina Madrid (Manuela Malasaña, 10), para el aperitivo, además de las terrazas de la Plaza del Dos de Mayo, dos clásicos que siempre están llenos hasta la bandera Casa Camacho (San Andrés, 4) y La Ardosa (Colón, 13), para desayunar o tomar un café en cualquier momento del día el encantador Lolina Vintage Café (Del Espíritu Santo, 9) y para los más golosos la pastelería y tienda americana Happy Day Bakery con deliciosos cupcakes, bagels y muffins (Del Espíritu Santo, 11). La lista sería interminable…

Lolina Vintage Café. Malasaña

Happy Day Bakery. Malasaña

Cuando el día llega a su fin, Malasaña cambia de cara y se convierte en uno de los barrios más canallas y rebeldes de Madrid con pequeños locales en los que se exprime la noche a ritmo de rock, pop, indie y punk. Aunque ha llovido mucho desde entonces, aún es posible seguirle la pista a la época que centró en este barrio todas las miradas: los 80. Y es que el que fuera el cuartel general de ‘la movida‘ aún conserva locales míticos que nos transportan a aquellos años como La Vía Láctea (Velarde, 18) o el Penta (La Palma, 4), el que fuera el bar favorito de Antonio Vega y al que le dedicó una de las estrofas de La chica de ayer.

El Penta. Malasaña. Madrid