El bosque de Jozani, refugio de los monos colobos rojos de Zanzíbar

El bosque de Jozani, refugio de los monos colobos rojos de Zanzíbar

El bosque de Jozani es el único lugar del mundo en el que habita el mono colobo rojo, una especie en serio riesgo de extinción. Ver a este extraño primate en su hábitat natural basta para justificar la visita al también único parque nacional de Zanzíbar. ¿Más motivos? Es el último reducto de bosque tropical que queda en la isla y supone una buena alternativa a las playas paradisíacas que jalonan su litoral.

Entrada al bosque de Jozani. Que ver en Zanzibar

Hubo un tiempo en que prácticamente toda la isla estaba cubierta de un vasto manto tropical pero debido a la deforestación, enfocada a convertir el terreno en campos para la agricultura, solo queda esta zona de 2.512 hectáreas situada en el centro del Jozani-Chwaka Bay National Park. A pesar de ello, la biodiversidad del bosque de Jozani es muy interesante y hoy por hoy es una de las excursiones más demandas por los turistas que viajan a Zanzíbar.

Bosque de Jozani. Zanzibar

Excursión por el bosque de Jozani

Este espacio de gran valor ecológico se extiende desde el interior hasta el litoral y fue declarado reserva nacional en 1960 para protegerlo de la tala indiscriminada de árboles que estaba llevando a cabo la población local. Gracias al esfuerzo de los conservacionistas y al apoyo de las autoridades, se ha conseguido preservar este importante refugio para la flora y fauna autóctona.

Un punto a favor es que se trata de una visita guiada, ya que de otro modo, a no ser que seas un experto en botánica y ecosistemas propios de climas tropicales, te limitarías a dar un paseo por el bosque sin conocer de la mano de un experto las características de las especies que alberga.

Flora del bosque de Jozani. Zanzibar

Mi guía, que se defendía bastante bien en español, fue quien me enseñó a distinguir los diferentes tipos de árboles y plantas que nos íbamos encontrando mientras recorríamos los senderos del bosque: enormes caobas rojas, palmeras de aceite y de rafia, esbeltos sicomoros, helechos…

Visita guiada al bosque de Jozani. Que visitar en Zanzibar

A medida que nos acercamos a la costa, pude comprobar cómo el frondoso bosque va desapareciendo para dejar paso a los manglares. Para recorrer este hábitat de transición entre el medio acuático y el terrestre propenso a las inundaciones, el parque cuenta con una red de pasarelas de madera.

Manglares en el bosque de Jozani. Zanzibar

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Paseando entre manglares. Bosque de Jozani. Zanzibar

Respecto a la fauna de Jozani, destacan sus más de 40 especies de aves que sobrevuelan este bonito tapiz verde poblado de ardillas, serpientes, camaleones, geckos y, cómo no, de colobos rojos, los habitantes más famosos de esta reserva natural.

Los monos colobos rojos, uno de los símbolos de Zanzíbar

Sin duda, el momento álgido de esta excursión es cuando por fin ves a los colobos rojos holgazaneando o acicalándose en las ramas de los árboles. Se calcula que en la actualidad hay alrededor de 2.300 ejemplares, la mayoría de ellos concentrados en el bosque de Jozani. Antes la población era mucho mayor pero durante décadas fueron eliminados ya que destruían los cultivos de la isla.

Colobo rojo en el bosque de Jozani. Zanzibar

Colobo rojo. Bosque de Jozani. Zanzibar

Colobo rojo. Bosque de Jozani, Zanzibar

Los rasgos característicos de esta subespecie (Piliocolobus kirkii) son su corona de pelo blanco, las marcas rosas de nariz y labios, su larga cola que usa únicamente para mantener el equilibrio, y su pelaje que varía entre entre el rojo y el negro. A diferencia de otros primates, los colobos no tienen pulgares oponibles. Para solventar esta carencia, sus cuatro dedos restantes se alinean en forma de gancho lo que les permite trepar a las ramas sin dificultad. Además de ser muy sociales -viven en grandes grupos de hasta 50 miembros-, otra peculiaridad de estos monos es que no pueden comer fruta madura ya que su estómago no digiere los azúcares. Su alimentación se limita a hojas frescas, flores, brotes, semillas y frutas verdes.

Mono colobo rojo. Bosque de Jozani. Zanzibar

Mono colobo rojo. Bosque de Jozani

Fotografiarlos es una auténtica delicia porque son muy confiados y apenas se inmutan con tu presencia. Solo el asfixiante calor y la humedad que abaten a cualquiera acortó mi visita. De otro modo, hubiera perdido la noción del tiempo observando cómo se comportan en el último rincón del planeta que les queda.

Además de los colobos rojos también podrás ver monos azules. Eso sí, no preguntes por el leopardo de Zanzíbar. Hace años que nadie lo ve y se teme que este felino se haya extinguido.

En busca del colobo rojo. Bosque de Jozani

La excursión al bosque de Jozani dura aproximadamente 2 horas por lo que puedes aprovechar el resto del día para visitar Stone Town -el barrio antiguo de la capital- o para navegar en un dhow por la espectacular bahía de Menai, una reserva marina situada en el suroeste de Zanzíbar. Como ves, el turismo en Zanzíbar no se limita a sus extensas playas de arena fina.

Información práctica para visitar el bosque de Jozani

Cómo llegar al bosque de Jozani: El bosque se encuentra a 35 km al sureste de Stone Town en la carretera a Paje. Se puede llegar con los autobuses nº 309 y 310 (dalla-dalla), en taxi o en un tour organizado.

Horario: De 7:30 a 17h.

Precio de la entrada con guía: Adultos: 10$. Menores de 12 años: 5$.

Recepcion. Bosque de Jozani. Zanzibar

El mejor momento para ver a los colobos rojos es a primera hora de la mañana o a última de la tarde.

Por tu seguridad y por la de los monos, no es conveniente acercarse a una distancia inferior a 3 metros. Así no solo evitarás el posible riesgo de mordeduras, también que ellos puedan contagiarse de una enfermedad humana que podría afectar a su ya reducida población.

Viste con pantalón y camiseta de manga larga y no olvides el repelente de mosquitos si no quieres que te acribillen.

Aunque hay una pequeña cafetería, lleva agua para hidratarte porque hay mucha humedad y suele hacer mucho calor.

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Más excursiones que puedes hacer en Zanzíbar

¿Cuáles son las mejores excursiones y actividades que puedes hacer en Zanzíbar con un guía que habla español? Toma nota:

Parasailing en Zanzíbar: si tienes sed de aventura, este es tu plan ideal. Harás parasailing sobrevolando el Índico, nadarás en aguas turquesas y te relajarás en la playa de Kendwa. La edad mínima para realizar esta actividad es de 18 años.

Excursión a la isla de la Prisión y playa Nakupenda: snorkel entre arrecifes de coral, tortugas gigantes, comida y bebida en una de las excursiones que sí o sí tienes que hacer desde Stone Town.

Excursión a la isla Kwale: arena blanca, aguas cristalinas, arrecifes de coral y una laguna de manglares. Explora los encantos de la isla Kwale con esta excursión inolvidable.

Visita guiada por Stone Town: conoce los rincones más emblemáticos de la seductora Stone Town, la ciudad de piedra Patrimonio de la Humanidad.

Diez escapadas naturales por España perfectas para desconectar

Diez escapadas naturales por España perfectas para desconectar

Diez escapadas naturales por España perfectas para desconectar. Esta es la propuesta que te lanzo con motivo de la reciente celebración del Día de la Tierra. A algunos de estos destinos su fama les precede, otros son grandes desconocidos pero todos tienen dos nexos en común: ponen de relieve la diversidad de paisajes y ecosistemas de nuestro país, y son perfectos para olvidar el dictado de prisas, estrés y asfalto que impera en las grandes ciudades. Entornos volcánicos, idílicas playas, pueblos con encanto, enclaves kársticos, refugios de fauna salvaje, cascadas, pinturas rupestres… Podrían ser muchos más pero, de momento, estas son mis recomendaciones para que disfrutes del turismo de proximidad. Comenzamos.

Islas Cíes (Vigo)

Monte Agudo, O Faro y San Martiño. Las Cíes, tres islas ubicadas en las Rías Baixas, justo enfrente de la costa de Vigo, que conforman un archipiélago de dunas, matorrales autóctonos, fondos marinos y paradisíacos enclaves como la playa de Rodas, un precioso arenal que suele colarse en las lista de las mejores playas del mundo. Bucear entre bosques de anémonas, un relajado día de playa, recorrer senderos naturales en busca de miradores como el del Alto do Príncipe o el Faro de Cíes, observar aves e incluso acampar previa reserva son algunas de las tentadoras actividades que se pueden realizar en en este paraje natural que forma parte del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas.

Islas Cíes. Escapadas naturales por España

Monfragüe (Cáceres)

Cigüeñas negras, alimoches, buitres leonados, águilas imperiales… Si te gusta la ornitología, Monfragüe, que este año celebra el décimo aniversario de su declaración como parque nacional, es tu destino. Y es que no solo está considerado uno de los grandes santuarios para observar aves, también es uno de los mejores ejemplos de bosque mediterráneo de nuestro país. ¿El resultado? Una rica vida animal y vegetal que se puede observar desde privilegiados enclaves como el Salto del Gitano en el que el vuelo de los buitres se enmarca en un magnífico paisaje vertebrado por el río Tajo. Otros puntos de interés son el merendero de la fuente del Francés -perfecto para hacer un alto en el camino- y el castillo de Monfragüe, desde donde se divisa una extensa panorámica del parque. En los alrededores puedes visitar Plasencia y Trujillo, dos municipios cacereños que destacan por su patrimonio monumental.

Monfragüe. Escapadas naturales por España

Torcal de Antequera (Málaga)

Emergió del mar de Tetis y fue modelándose por la erosión del agua, el hielo y el viento hasta conformar uno de los paisajes kársticos más importantes de Europa. Te hablo del Torcal de Antequera, una maravilla de la naturaleza situada a tan solo 30 kilómetros de Málaga, que me deslumbró con su asombrosa fisonomía: 1.171 hectáreas de torcas, desfiladeros y cuevas que componen un laberinto de piedra caliza salpicado de fósiles marinos, rocas de formas imposibles e impresionantes vistas panorámicas. ¿Una recomendación? Apura al máximo tu visita para contemplar el atardecer. La visión de este paraje cuando los últimos rayos de sol inciden en su abrupto perfil es realmente fascinante. Tampoco olvides acercarte al Mirador de las Ventanillas y recorrer el área expositiva del centro de visitantes donde podrás profundizar en el origen de este entorno poblado desde la Prehistoria que ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad.

Torcal de Antequera. Paisajes naturales de España

Cap de Creus (Girona)

Mi pasión por la Costa Brava queda patente en mi siguiente propuesta: el Cap de Creus. Un parque natural enclavado en la provincia de Girona que nos ofrece una extraordinaria diversidad paisajística. En el litoral, vertiginosos acantilados que se pierden en el mar, islotes y recónditas calas en los que la tramuntana sopla con fuerza. En el interior, bosques y prados con más de 800 especies catalogadas y un valioso patrimonio cultural en el que destaca el monasterio de San Pere de Rodes y el dolmen de La Creu d’en Cobertella. Aprovecha tu visita al único parque marítimo-terrestre de Cataluña para conocer los municipios que lo conforman. La belleza marinera de Llançà, Roses, Cadaqués y El Port de la Selva, y el encanto rural de Vilajuïga, Pau, Palau-saverdera y La Selva de Mar. Si Dalí se enamoró de sus paisajes, tú no vas a ser menos.

Cap de Creus. Escapadas naturales por España

Más información: Cap de Creus, un espacio único de la Costa Brava entre la tierra y el mar

Desierto de Tabernas (Almería)

Áridas llanuras, cárcavas, torrenteras, taludes, endemismos exclusivos, reptiles, aves esteparias, microcráteres… Estos son solo algunos de los principales atractivos del Desierto de Tabernas, la única zona desértica propiamente dicha de todo el continente europeo. Un paraje natural situado al norte de la ciudad de Almería que Hollywood inmortalizó en legendarias películas como El bueno, el feo y el malo o La muerte tenía un precio. Hoy los que se retan son los amantes del turismo activo practicando actividades de multiaventura, escalada, paseos a caballo o senderismo. ¿Un imprescindible? Subir al imponente Cerro Alfaro para divisar desde su cima el desierto, Sierra Nevada, las sierras de los Filabres y de Alhamilla y el mar.

Desierto de Tabernas

Caldera de Taburiente (La Palma)

En este listado de escapadas naturales por España no podía faltar la isla de La Palma, Reserva Mundial de la Biosfera y destino ‘Starlight’ por la calidad de sus cielos. Aquí encontrarás playas vírgenes, salinas, exuberantes ecosistemas como el Bosque de los Tilos, y su joya más preciada, el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. De origen volcánico, esta enorme depresión está formada por escarpados barrancos, coladas, vías de agua que brotan en forma de fuentes y preciosas cascadas, y miradores que nos regalan sobrecogedoras panorámicas. Si quieres ser consciente de toda su grandeza, sube al Roque de los Muchachos, el punto más alto de la isla. Allí, a 2.426 metros sobre el nivel del mar, tendrás una vista colosal de este hermoso rincón canario.

Más información: De ruta por La Caldera de Taburiente, la niña bonita de La Palma

Cerro del Hierro (Sevilla)

Otro paraje de origen kárstico que te recomiendo visitar es el Cerro del Hierro, un monumento natural situado en el Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla, entre los municipios de Constantina y San Nicolás del Puerto. La erosión y su pasado minero, que se remonta a la época romana y del que aún se conservan algunas infraestructuras, han dejado al descubierto un singular paisaje de simas, galerías y túneles que podemos conocer a pie o de forma más activa practicando espeleología, rappel o escalada. Su vegetación -un bosque de alcornoques, robles y helechos-, y la presencia de búhos reales y cigüeñas negras aumentan el valor ecológico de este paraje andaluz que en primera y otoño luce su mejor cara.

Cerro del Hierro. Monumentos naturales de España

El Nacedero del Urederra (Navarra)

A menos de una hora de Pamplona y en plena Sierra de Urbasa, se encuentra el Nacedero del Urederra, uno los enclaves más espectaculares de Navarra. Recorrer los escasos cinco kilómetros que llevan hasta su salida natural tiene recompensa. Verás un cauce de agua de un sorprendente color turquesa que juega con el terreno precipitándose en bonitas cascadas, filtrándose por las grietas o frenando su curso en numerosas pozas. Todo ello envuelto en un un tupido bosque de hayas, olmos y fresnos por el que sobrevuelan buitres, milanos reales y alimoches. Para preservar este espacio protegido, su aforo se limita a 450 personas al día así que te sugiero que reserves tu plaza online. La entrada es gratuita y solo deberás abonar 3€ si quieres dejar el coche en el parking.

Nacedero del Urederra

Más información: El Nacedero del Urederra, uno de los rincones más bellos de Navarra

Sierra del Segura (Albacete)

La Sierra del Segura, en Albacete, esconde encantadoras poblaciones como Nerpio, Riópar o Yeste que resultan perfectas para pasar un tranquilo fin de semana disfrutando de bonitos paisajes y buena gastronomía. Deja de lado la errónea imagen de que en esta comarca de Castilla La Mancha solo hay extensas llanuras. Porque las hay, sí, pero también altas cumbres, valles y embalses en los que practicar todo tipo de deportes en contacto con la naturaleza. Los castillos de Yeste y Taibilla, el trazado medieval de Letur y el conjunto rupestre de la Solana de las Covachas, cuyos abrigos forman parte del Parque Cultural de Nerpio, son solo una muestra del legado histórico y artístico de la Sierra del Segura.

Sierra del Segura

Más información: Sierra del Segura, una comarca albaceteña con mucho por descubrir

Ullíbarri-Gamboa (Álava)

Mi última propuesta pone rumbo al norte para detenernos en Álava. Concretamente en el embalse de Ullíbarri-Gamboa que recoge las aguas de la cuenca del río Zadorra. Un entorno de alto valor ecológico y paisajes de gran belleza que cuenta con tres playas de interior ubicadas en los parques provinciales de Landa y Garaio. Yo tuve ocasión de recorrer el segundo cuando visité Vitoria-Gasteiz ya que está a tan solo 15 kilómetros de la capital alavesa y te aseguro que fue un agradable momento detox que me dejó muy buen sabor de boca por la labor de preservación de la naturaleza que están llevando a cabo en este lugar. Observar la flora y fauna silvestre, dar paseos a pie o en bicicleta, fotografiar su biodiversidad, realizar visitas guiadas, darte un buen baño… Si quieres desconectar, Garaio.

Ullibarri-Gamboa

Y hasta aquí este repaso por algunas de las maravillas naturales que nos ofrece nuestro país. ¿Qué otros paisajes crees que debo conocer? Cuéntamelo en los comentarios y haré todo lo posible por visitarlos.

Y si te has quedado con ganas de conocer más rincones de nuestra preciosa geografía, te recomiendo leer este artículo de Sofía Pozuelo: Los 20 pueblos más bonitos de España que deberías visitar cuando volvamos a ser libres. Seguro que encontrarás inspiración para tus futuros viajes entre todos los maravillosos destinos que nos propone.

Zambia, Zimbabue y Zanzíbar: primeras impresiones de mi viaje a África

Zambia, Zimbabue y Zanzíbar: primeras impresiones de mi viaje a África

Seis de la tarde. Estoy en Dar es Salaam, en la terminal internacional del aeropuerto Julius Nyerere y me siento presa. Faltan seis horas para que salga mi vuelo y el mostrador de facturación no abre hasta las ocho. Miro a mi alrededor en busca de agua. No hay. Esta pequeña sala solo da para un puñado de sillas, una desconchada oficina de cambio y un puesto que embala maletas. Sin tarjeta de embarque no puedo pasar el control policial y sin cruzarlo no puedo acceder al único restaurante de la planta de arriba. Enjaulada entre cuatro paredes sin retorno.

La sequedad de mi boca es solo la punta del iceberg. Mi gran viaje toca a su fin y el momento que tanto he tratado de esquivar se revela asestándome un certero puñetazo en el estómago, blandiendo las esposas que me condenan de vuelta a la rutina, a ese Madrid que tanto quiero hasta que dejo de serle fiel. No. Todavía no. La gran aventura aún no ha acabado. No hasta que vea aparecer mi equipaje en la cinta de Barajas. Aquí y ahora sigo siendo una mzungu -persona blanca- que se resiste a olvidar el poco suajili aprendido: jambo, hakuna matata, asante sana, pole pole, simba, tembo

Mercado de Livingstone. Zambia

Chelines tanzanos. Africa

Mi rechazo a la realidad me lleva a abrir el ordenador para seguir viviendo y sintiendo África. Funciona y encuentro en el cajón de las emociones la energía que me falta. ¿Qué tal el viaje?, ¿ha sido tan increíble como imaginabas?, ¿con qué te quedas?… Estas preguntas me esperan a la vuelta de la esquina. ¿Por qué no empezar a responderlas ahora cuando todo sigue a flor de piel? Cuando todavía soy capaz de distinguir los sonidos de la sabana, el sabor de un zumo de baobab, los mil azules del Índico.

South Luangwa National Park. Zambia

Playa de Nungwi. Zanzibar

Dicho y hecho. Empiezo a teclear y al volver a alzar la mirada, los cuatro muros que hasta hace nada me encadenaban son ahora un enorme panel de imágenes que condensan todo lo vivido en el África subsahariana.

Zambia: un safari, una escuela y artesanía contra la barbarie de los furtivos

Total y salvajemente fascinada. Así me he sentido cada uno de los días que he pasado recorriendo el South Luangwa National Park, una de las reservas más importantes del continente africano en la que el hombre sigue estando en franca minoría.

Ver por primera vez un elefante en libertad, navegar por el río Luangwa hasta la puesta de sol, el increíble verdor propio de la temporada de lluvias, esperar a que un leopardo acabe su siesta y trepe a un árbol, sentirme vulnerable cuando un león cruza su mirada con la mía en medio de la oscuridad, desear que un búfalo alcance la orilla para no ser atacado por los cocodrilos, cruzarme con perros salvajes, temer por la supervivencia de una leona herida, recorrer los primeros metros a pie tras la silueta del ranger con la sangre al galope…

Fotografiando elefantes. South Luangwa National Park. Zambia

Rio Luangwa. South Luangwa National Park. Zambia

Leopardo. South Luangwa National Park. Zambia

Si el día transcurre en un baile de continuas sorpresas, al llegar la noche las sensaciones se multiplican y los oídos toman el relevo a una vista cansada de esforzarse. Y allí estoy yo, intentando conciliar el sueño mientras escucho el rugido de un león o cómo pasta un hipopótamo al lado de la tienda. La jornada acaba para mí y el día empieza para ellos. En mi primer safari, en Zambia y de la mano de Norman Carr Safaris, una compañía que cada año copa las principales categorías de los Safari Awards por sus rutas a pie -fueron pioneros- y por su equipo de guías. A mí me tocó el mejor, Lawrence Banda, un hombretón nacido y criado en Mfuwe que adora su trabajo. Él fue quien me abrazó cuando lloré contemplando mi primer atardecer, el que me enseñó a reconocer las huellas de los animales y las señales de alerta, y el que pronunció una frase que adopté como dogma: “En coche ves África, a pie sientes África”. Gracias, Lawrence. Este safari siempre quedará unido a tu eterna sonrisa.

Lawrence Banda. Guia de Norman Carr Safaris. Zambia

Leon. South Luangwa National Park. Zambia

Atardecer en el rio Luangwa. South Luangwa National Park. Zambia

Además de coleccionar imágenes de postal y momentos que me hicieron sentir viva a cada paso, en Zambia también encontré historias dignas de ser contadas. Como el Kapani School Project, una organización sin ánimo de lucro, fundada por el propio Norman Carr, que trabaja para mejorar la educación de los niños de la zona de Mfuwe. Nunca olvidaré la tarde que pasé en el Club de Chicas de la escuela Yosefe, entre jóvenes de 10 a 14 años que desfilaban una a una expresando en voz alta sus esperanzas: “Mi sueño es ser enfermera, quiero ser abogada, de mayor seré profesora”. Cada viernes una voluntaria las reúne proporcionándoles un lugar privado en el que compartir sus experiencias y aspiraciones, haciéndoles ver que hay alternativas a los estereotipos que amenazan a las mujeres de la Zambia rural.

Club de Chicas de la escuela Yosefe. Zambia

Otra amenaza que sufre este territorio son los cazadores furtivos, responsables entre otras muchas barbaries de la desaparición de los rinocerontes y de que el número de elefantes haya pasado de 156.000 a 18.000. ¿Puede un acto tan deleznable convertirse en algo bello? Sí. Lo comprobé visitando el taller de Mulberry Mongoose en el que las mujeres de los alrededores transforman el alambre que usan en las trampas en preciosas piezas de bisutería. Como este collar. Cada vez que lo luzca recordaré que una parte de mi compra se destinó a las patrullas que luchan para proteger la vida salvaje en South Luangwa.

Collar de Mulberry Mongoose. Zambia

También traigo en mi maleta el insípido sabor del nshima -una especie de gachas preparadas con maíz que son la base de la cocina zambiana-, y las horas que pasé en Lusaka y Livingstone conociendo otra realidad mucho menos amable. Infraestructuras en mal estado, precarias condiciones sanitarias, persecución de la homosexualidad, ausencia de igualdad de género… Todo ello en un país ajeno a los conflictos que se viven más allá de sus fronteras, en el conviven sin problemas más de 70 etnias y donde todo discurre sin prisa. Un país que me costó abandonar por todo cuanto me dio.

Nshima. Zambia

Livingstone. Zambia

Zimbabue y las Cataratas Victoria

Siete y media de la mañana. Acabo de aterrizar en Schiphol y tengo por delante otras cuatro horas de escala en el aeropuerto de Ámsterdam. Esta vez sí encuentro a mi alrededor “todo” lo que un viajero puede necesitar: Starbucks, McDonald’s, tiendas de electrónica, hasta un spa exprés y una peluquería. No puedo con tanta globalización, tanta banda sonora de fondo y tantas maletas a la carrera. Todavía no. Sigo en mis trece de no querer despertar de mi sueño africano así que me arrellano en un cómodo asiento, cierro los ojos y…

Estoy sobrevolando en helicóptero las Cataratas Victoria y el Zambezi National Park. Durante los primeros minutos mi oficio me conduce a una nerviosa y frenética coreografía: la Nikon, el móvil, la GoPro… Me faltan manos. Hasta que me impongo un basta. No voy a volver a vivir estos 25 minutos de vuelo así que adiós tecnología. Es entonces cuando soy plenamente consciente del asombroso escenario que discurre bajo mis pies: el río Zambeze se derrumba a lo largo de una enorme grieta que quiebra la tierra dibujando una estremecedora frontera natural entre Zambia y Zimbabue. Mosi-oa-Tunya, el humo que truena que Livingstone descubrió en 1855. Uno de los paisajes más impactantes que he contemplado hasta la fecha.

Vuelo en helicoptero. Cataratas Victoria

Cataratas Victoria

A vista de pájaro me siento como una asombrada espectadora, a ras de suelo, protagonista. Desde Zimbabue y desde Zambia, en plena temporada húmeda, calada hasta los huesos por la enorme nube de vapor que provoca el desplome del gran caudal del Zambeze, escuchando el atronador ruido del agua, asomándome al abismo e imaginando qué descubre en los meses secos aquello que por momentos solo es una enorme cortina blanca.

Cataratas Victoria. Zimbabue

Empapada bajo el humo que truena. Cataratas Victoria. Zambia

¿Tres momentos que enmarcaron mi visita a las cataratas? Un mojito con vistas a la garganta Batoka en The Lookout Café, un tranquilo crucero al atardecer por el Zambeze y cruzar el puente que une Zambia y Zimbabue. Mi primera frontera a pie, caminando en tierra de nadie, entre largas colas de camiones que esperan sin aparente prisa salvar los trámites aduaneros.

Zanzíbar: playas paradisíacas y el decadente encanto de Stone Town

Una voz femenina me saca de mi dulce ensoñación: “This is the final boarding call for passengers...” Qué cerca y qué lejos queda ahora el rumor del Índico, la insoportable humedad del bosque de Jozani -feudo de los monos colobos-, la arena blanca, los manglares, el crucero por la bahía de Menai y los amarillos, naranjas y ocres que despiden los días en este rincón africano.

Playa de Zanzibar

Atardecer en Zanzibar

Zanzíbar, paraíso de las lunas de miel, de hoteles de lujo que domestican su salvaje fisonomía, de la dolce vita a golpe de tarjeta. Un archipiélago situado a 36 kilómetros de las costas de Tanzania que cualquier viajero calificaría de edén terrenal. “Heaven on earth”, como repite el dueño del Rolex cada mañana antes de zambullirse en la infinity pool de The Residence.

Infinity pool del hotel The Residence. Zanzibar

Clases de cocina suajili, masajes, cócteles al atardecer, marisco a la luz de las velas… Estuve tentada pero no pude. Llegar hasta aquí desde Zambia supuso un largo camino de visados, colas interminables y calor sofocante. Demasiado esfuerzo como para quedarme encerrada en mi burbuja de cinco estrellas y limitar mi estancia a playas virginales en las que me hice la sorda para esquivar a los falsos masais que me ofrecían su “compañía”.

La otra Zanzibar

Quise recorrer la polvorienta y bacheada carretera principal que a modo de espina dorsal conecta el norte y el sur de la isla, conocer una plantación de especias y descubrir los otros rostros de Zanzíbar en el barrio viejo de su capital, Stone Town. Un decadente laberinto de calles estrechas, declarado Patrimonio de la Humanidad, en el que es prácticamente imposible orientarse.

Stone Town. Zanzibar

Maravillarme con sus preciosas puertas de madera tallada y distinguir las muestras de arquitectura árabe, india, africana y europea me resultó fácil. Mucho más sencillo que evitar una lágrima -esta vez de dolor- al visitar las celdas en las que durante días malvivían hacinados hombres, mujeres y niños. Y es que tras las luces del idílico litoral de Zanzíbar se esconden las sombras de su terrible pasado, el abominable honor de haber sido el principal mercado de esclavos de África durante siglos.

Monumento a los esclavos. Stone Town, Zanzibar

Y sí, cuesta un mundo borrar esta imagen cuando estás disfrutando de un lugar tan especial como The Rock, el restaurante más famoso de la isla enclavado en un viejo arrecife de coral, embobada por los colores de un océano por el que no hace tanto navegaron miles de personas condenadas a la explotación.

The Rock. Zanzibar

Mi primer elefante sin zanjas ni verjas, mi primer vuelo en helicóptero y en avioneta, mi primer atardecer africano, mi primera frontera a pie, mi primer baño en el Índico… Este ha sido un viaje lleno de primeras veces, el prólogo de un libro que recién empieza a ser escrito. Porque yo, como dije antes de partir, siempre soñé con África y ahora que ya no necesito imaginármela solo deseo volver.

Próximo destino: Zambia y Zanzíbar. Reflexiones previas a un viaje muy esperado

Próximo destino: Zambia y Zanzíbar. Reflexiones previas a un viaje muy esperado

Miércoles, 15 de marzo de 2017. Seis de la mañana. No puedo dormir y frente a mí tengo un folio en blanco. Tras él, la oscura imagen de un Madrid que despierta poco a poco, como si se resistiera a plantarle cara a un nuevo día porque sabe el guión que le espera. Para mí es distinto. No es un miércoles más. Es la víspera de un gran viaje y me tiemblan las manos al teclear el destino: Zambia y Zanzíbar, en África subsahariana.

Tomo aire para relajar un corazón que palpita con fuerza. Ya está escrito. Dicho en alto. Ya parece más verdad. Más verdad que la molestia de una vacuna, que la confirmación de unos billetes, que la ropa amontonada junto a la maleta. África… a la vuelta de la esquina.

Y es que yo, como Kuki Gallman, Siempre soñé con África. Con ese continente que Ryszard Kapuscinski desgranó en Ébano hasta elaborar un documento imprescindible para comprender la compleja realidad africana.

Chicas en Zanzíbar

La he imaginado letra a letra en cuantos libros y reportajes he leído, plano a plano en los documentales de La2 y fotograma a fotograma en cada película. Efraín, Mogambo, El cielo protector, Grita libertad, Una mujer en África, Hatari, Desgracia, Lágrimas del sol, La reina de África, Moolaadé, Gorilas en la niebla… Evocadores títulos que en clave de drama, retrato social o bajo el amparo de una gran historia de amor me acercaron a diferentes etnias, voces y culturas. Y, cómo no, Memorias de África, una de mis películas de cabecera. Imposible saber las veces que la he visto y me he emocionado viendo ese increíble vuelo en avioneta o cómo Robert Redford le lava el pelo a Meryl Streep junto al río. Piel de gallina propia de una cinéfila, soñadora y, para más inri, romántica. Servidora.

La luz del amanecer se cuela por la ventana y me devuelve a la realidad. Ahí está, como cada día, la maraña de tejados y antenas que perfila mi horizonte. El ruido del tráfico, persianas que se levantan, tacones que vuelan sobre la acera rumbo al metro… Un día más para muchos pero no para mí. ¿Cómo serán los amaneceres y atardeceres en Zambia y Zanzíbar? En un buen puñado de horas lo sabré. Aunque siga sin creérmelo.

Lo que si sé es que me sentiré brutalmente viva. Algo que de verdad necesito.

Los que padecemos el síndrome del eterno viajero conocemos bien esa cíclica sensación que aparece cuando llevamos, o creemos llevar, demasiado tiempo varados. En este caso en Madrid, un gran lugar para vivir, sí. Hasta que te quema el asfalto y la novedad se vuelve rutina por mucho que trates de levantarle la falda en busca de los secretos que encierra. Cuando eso ocurre, como ahora, me siento presa, enjaulada como una fiera en un zoo. Necesito volar, templar mi espíritu en otras latitudes, volver a conjugar el verbo viajar y escribir un nuevo capítulo que se sume a la viajera que he sido, la que soy y la que quiero ser.

También sé que, como siempre, el único temor que albergo es que en mi ausencia mi mundo cambie, que en mi desconexión haga falta mi presencia, no estar si me necesitan. No hay más miedos en mi equipaje. El resto, kilos de materia intangible. Típicos y tópicos que hablan de sueños cumplidos, de expectativas, de arcoíris sobre el humo que truena. Ver esa primera puesta de sol en tierra africana, un elefante en libertad, escuchar un idioma desconocido, hundir mis pies en el Índico, buscar una gesto amable en el rostro de un desconocido, tratar de provocarlo… ¿Divago? Sin duda. Estas horas indecentes y el aviso de “de cerca” me excusan.

Zambia y Zanzíbar, tres semanas en África

A groso modo -a la vuelta ya habrá tiempo para contártelo con todo lujo de detalles- este es el itinerario de nuestro viaje. Digo nuestro porque una vez más me acompaña Sara Rodríguez que a fuerza de ser como es se ha convertido en una apuesta segura a la hora de viajar. Conexión, inquietudes mutuas y una sonrisa por bandera. Una combinación que nunca falla.

Zambia:

– Cinco días de safari en el South Luangwa National Park de Zambia, una de las reservas más importantes del continente africano en la que habitan 60 especies de mamíferos y 400 especies de aves diferentes. El reino del leopardo y de especies endémicas como la jirafa de Thornicroft o la zebra de Crawshay. Allí donde el río Luangwa va en busca del Zambeze surcando sabanas y bosques que se inundan en la estación de lluvias. Dos campamentos y más de una jornada sin wifi bajo el sugerente epígrafe “Rivers and Rainbows”.

South Luangwa National Park. Zambia. Fotos Norman Carr Safaris

Visita a las Cataratas Victoria: Desde Zambia y Zimbawe, a pie, navegando por el río Zambeze y sobrevolando en helicóptero esta enorme grieta que hace de frontera natural entre ambos países.

Cataratas Victoria

Zanzíbar:

Unos días en el norte (Nungwi) y otros en el sur (Kizimkazi) para explorar esta isla situada a 36 kilómetros de las costas de Tanzania. Playas de arena blanca y aguas turquesas, manglares, acantilados de coral, callejear por Stone Town, un crucero en dhow por la bahía de Menai, el bosque de Jozani con sus monos colobos, una visita a una plantación de especias…

Zanzíbar

Dicho queda. Mañana salgo de viaje. Impaciencia, mariposas en el estómago y el deseo de encontrar historias que merezcan ser contadas. Próximo destino: Zambia y Zanzíbar.

* Va per vosaltres, pares

Qué ver en Irlanda: seis visitas imprescindibles para enamorarte

Qué ver en Irlanda: seis visitas imprescindibles para enamorarte

Irlanda está de moda. Prueba de ello es que el año pasado 395.500 turistas españoles viajaron hasta allí atraídos por su descarada belleza natural, sus potentes ciudades, su acertado cóctel de tradición y vanguardia, su música, su gastronomía y por el irresistible encanto de pasar una tarde en un pub cerveza en mano. Si tú también te estás planteando una escapada a la Isla Esmeralda, ve tomando nota porque voy a tentarte con seis visitas imprescindibles para que sepas qué ver en Irlanda.

Qué ver en Irlanda:

Dublín

Empezamos con un plato fuerte, Dublín, la capital de la República de Irlanda. Te lo diré en gaélico: «Beidh ceol, caint agus craic againn». Tengamos música, charlemos y a pasarlo bien porque la manejable y cosmopolita ciudad del Liffey ya se encarga de poner el resto. Prestigiosas instituciones culturales como el Trinity College o la Chester Beatty Library, el Temple Bar- feudo de la cerveza y la música tradicional-, la Guinness Storehouse y su siempre concurrido Gravity Bar, casas georgianas, parques en los que escapar del trepidante ritmo dublinés, arterias comerciales como Grafton Street y O’Connell Street, la renovada y revitalizada zona de los Docklands, un relajado paseo a la orilla del río… No lo dudes, Dublín, es una ciudad que engancha. Si sedujo a Joyce, Becket, Phil Lynnot, U2 o a la mismísima Molly Malone, tú no vas a ser menos.

Que ver en Irlanda

Trinity College, Dublín. Irlanda

The Temple Bar. Dublín. Irlanda

CONSEJO VIAJERO → Si quieres ahorrar dinero y tiempo, plantéate adquirir la tarjeta turística Dublin Pass. Con ella podrás visitar las principales atracciones de la ciudad evitando las colas que suelen formarse en lugares como la Guinness Storehouse, la cárcel Kilmainham o Dublinia.

Más información:

Qué ver y hacer en Dublín: los mejores planes para exprimir la capital de la República de Irlanda

Conoce la historia de la emigración irlandesa en el EPIC, el nuevo must-see de Dublín

Trinity College y el Libro de Kells, dos grandes citas culturales en Dublín

Kilmainham Gaol, reviviendo el pasado de Irlanda en la cárcel de Dublín

Una ruta por los pubs de Dublín: mis 10 recomendaciones

Cómo ir del aeropuerto de Dublín al centro de la ciudad y ventajas de la tarjeta Dublin Pass

Los acantilados de Moher

No hay lista de visitas imprescindibles en Irlanda que no incluya los acantilados de Moher, una de las joyas de la ruta costera del Atlántico. Sé que los habrás visto mil veces en el cine enmarcando inolvidables escenas de películas como La princesa prometida, Los cañones de Navarone, La hija de Ryan o Harry Potter y el Misterio del Príncipe, pero ninguna pantalla es capaz de captar lo que se siente cuando te plantas cara a cara frente a estas colosales paredes verticales que a lo largo de ocho kilómetros se enfrentan al Atlántico.

Camina por sus senderos, infórmate en el centro de visitantes, trata de localizar la colonia de frailecillos –puffins- que anidan en Goat Island y sube al mirador de la torre de O’Brien. Si el día está despejado, podrás ver las islas Aran, la bahía de Galway, las montañas de los Twelve Bens en Connemara y la península de Dingle. A mí me faltó verlos al atardecer, motivo más que suficiente para que desee volver a este rincón del condado de Clare esculpido por la naturaleza hace millones de años.

Acantilados de Moher. Irlanda

Torre de O'Brien. Acantilados de Moher. Irlanda

Los acantilados de Moher. Irlanda

CONSEJOS VIAJEROS → Si te gusta la música tradicional y el marisco, acércate a Doolin. Está a menos de 10 km y su buen ambiente te encantará; por algo dicen que es uno de los pueblos más animados de la isla. Otra magnífica opción: descubre el entorno calizo de El Burren, un paisaje más propio de la luna en el que las orquídeas florecen junto a tumbas megalíticas. Tal es su magia que Tolkien se inspiró en él para escribir El Señor de los Anillos.

Y si no quieres preocuparte por nada, reserva esta excursión a los Acantilados de Moher, uno de los paisajes más impresionantes del país y a Galway, una de mis ciudades favoritas.

Más información: Los acantilados de Moher, la Irlanda más salvaje

    • NO VIAJES A IRLANDA SIN SEGURO DE VIAJE
      Tu seguridad y tranquilidad es lo primero, así que, si vas a viajar a Irlanda, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Si lo compras a través de mi web tienes un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. Lo puedes conseguir pinchando aquí:

Galway: un imprescindible en tu agenda de qué ver en Irlanda

La ciudad más importante del oeste irlandés es también una de las más bohemias, auténticas y divertidas. Festivales de arte, teatro, conciertos, carreras de caballos en verano y una animada vida nocturna se dan cita en el que fue un pequeño pueblo de pescadores que llegó a estar gobernado por 14 familias tribales. Déjate caer por la Catedral -el último templo construido en piedra en Irlanda-, salva el río Corrib por alguno de sus puentes, callejea por el Barrio Latino, recorre las salas del Galway City Museum para conocer la herencia arqueológica, histórica y patrimonial de la ciudad, y desciende hacia la bahía rumbo al Spanish Arch. Como bien saben los universitarios -un tercio de la población de Galway-, ver la puesta de sol al abrigo de la antigua muralla vale mucho la pena y se cuela en esta ruta de qué visitar en Irlanda por méritos propios.

Catedral de Galway. Irlanda

Galway. Irlanda

Bahía de Galway. Irlanda

CONSEJOS VIAJEROS → En la joyería Thomas Dillon’s encontrarás las mejores reproducciones de los anillos de Claddagh, uno de los símbolos más famosos de Irlanda. A la hora de comer, acude a Mc Donagh’s y prueba el salmón, los mejillones y sus premiados fish and chips. ¿Un pub? Séhán Ua Neáchtain, el lugar en el que entre pinta y pinta me dejaron claro que en Galway es imposible aburrirse.

Más información: Un paseo por Galway, Irlanda en estado puro

Qué ver en Irlanda del Norte:

Belfast

Tomarle el pulso a la ciudad en el siempre animado St. George’s Market, visitar el Ayuntamiento, descubrir el atractivo barrio de la Catedral cuajado de galerías de arte y locales de moda, recorrer los murales políticos en un black cab -taxi negro-, subir al Castillo de Belfast para disfrutar de sus bonitas vistas, pasear a la orilla del Lagan, exprimir la noche de pub en pub y revivir la historia del trasatlántico más famoso del mundo en el Titanic Quarter. Estos son solo algunos de los planes que te esperan en la capital norirlandesa, una pequeña ciudad con mucha historia a sus espaldas que ha sabido reinventarse a través de la cultura y el arte sin perder un ápice de su personalidad. Por cierto, a partir de esta primavera, el puerto de Belfast cuenta con una nueva atracción, el HMS Caroline, un antiguo buque de guerra reformado como museo naval.

Ayuntamiento de Belfast

St. George's Market. Belfast

Titanic Belfast. Belfas

CONSEJO VIAJERO → Aunque en cualquier pub de Belfast podrás pasar una fantástica velada, reserva un hueco en tu agenda para The Crown Liquor Saloon, su estilo victoriano y su cuidada decoración te trasladarán a 1826. Otro lugar muy especial es la Linen Hall Library. Fundada en 1788, es la más antigua de la ciudad y ofrece un variado programa de eventos que incluye exposiciones, lecturas y conferencias.

Más información:

Belfast, siete experiencias en la capital de Irlanda del Norte
Los murales de Belfast

El puente colgante de Carrick-a-Rede

Una pasarela a 30 metros de altura, listones de madera que crujen con el viento, el océano bajo tus pies y un trayecto de 20 metros por delante. Este es el reto que nos plantea el puente colgante de Carrick-a-Rede, una experiencia con mayúsculas que podrás vivir en el Condado de Antrim. ¿La recompensa? Alcanzar la isla de Carrick y disfrutar de unas vistas impresionantes de la isla de Rathlin e incluso de la vecina Escocia. Olvida el miedo, esquiva el vértigo y confía en las palabras que me dijo el vigilante de acceso al ver mi cara de preocupación: «Come on. It’s easy».

Puente de Carrick-a-Rede. Irlanda

Escalera de acceso al puente colgante de Carrick-a-Rede. Irlanda

Escalera de acceso al puente colgante de Carrick-a-Rede. Irlanda

CONSEJOS VIAJEROS → Lleva algo de abrigo y un impermeable para protegerte del fuerte viento y la posible lluvia, y calzado adecuado para caminar por los senderos. Si quieres inmortalizar tu hazaña, hazte con el certificado que emite National Trust, una organización benéfica que se encarga de conservar parajes especiales como éste gracias a las aportaciones de sus miembros y de aquellos que los visitan.

Más información: La experiencia de cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede

La Calzada del Gigante

El gran hito de la ruta costera de la Calzada, considerada una de las cinco mejores excursiones en coche del mundo, es la Calzada del Gigante. Si el escaso kilómetro que la separa del centro de visitantes ya es de por sí un paisaje espectacular que discurre entre acantilados, cuando llegas al que para mí es uno de los rincones más sobrecogedores de Irlanda, sencillamente, enmudeces. 40.000 columnas de basalto, surgidas hace casi 60 millones de años tras una intensa actividad volcánica, que se deslizan hacia el océano. Puedes dejarte envolver por la leyenda y buscar la presencia del gigante Finn McCool a cada paso o pensar que al único titán que hay que temer es al Atlántico. El resultado es el mismo, te quitarás el sombrero ante este prodigio de la naturaleza que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad.

Calzada del Gigante

Calzada del Gigante. Irlanda del Norte

Columnas de basalto. Calzada del Gigante

CONSEJO VIAJERO → Si quieres conocer la espectacular Calzada del Gigante, contrata esta excursión y que no te lo cuenten. Además, viajarás a Belfast -la capital de Irlanda del Norte- donde descubrirás los astilleros, el Titanic Belfast -un museo que repasa la historia del transatlántico más famoso del mundo- y los imprescindibles murales políticos.

Más información: La Calzada del Gigante. Nice to meet you, Finn McCool

Recorre los escenarios de Juego de Tronos en Irlanda del Norte

Impresionantes acantilados, castillos, abadías, bosques encantados, bahías, cuevas, verdes valles, pequeños pueblos costeros, playas kilométricas… Tras el paso de la exitosa serie de Juego de Tronos, Irlanda del Norte para muchos ya siempre será Poniente. Y es que la más ambiciosa producción audiovisual de todos los tiempos necesitaba los mejores escenarios para arrasar, paisajes que sólo se pueden encontrar en la Isla Esmeralda.

Bahía de Murlough, Condado de Antrim © Tourism Ireland

Si estás interesado en visitar las localizaciones donde se grabaron algunas de las escenas más impactantes de esta superproducción, te recomiendo este tour desde Dublín en español al corazón de los Siete Reinos. El Bosque Encantado, Invernalia y la morada de los Stark, la abadía de Inch…

Si tras completar esta ruta enfocada en qué ver en Irlanda sientes mariposas en el estómago, no te sorprendas. No podía ser de otro modo. Simplemente, como yo, te habrás enamorado de Irlanda.

El Nacedero del Urederra, uno de los rincones más bellos de Navarra

El Nacedero del Urederra, uno de los rincones más bellos de Navarra

En mi último viaje a Navarra pude conocer el gran potencial de Tierra Estella, una merindad situada a medio camino entre el Pirineo y la Ribera que resume la esencia de esta comunidad del norte de España. Te hablo de encantadores pueblos para una escapada slow, del legado del Camino de Santiago, de gente auténtica, una despensa excelente y de un conjunto de espacios naturales que vale la pena descubrir como el que ahora te presento: el Nacedero del Urederra.

Nacedero del Urederra

Este paraje, actualmente integrado en el Parque Natural de Urbasa-Andía, está situado en el valle de Améscoa, a menos de una hora de Pamplona. Un territorio flanqueado por el altiplano de Urbasa y la escarpada sierra de Loquiz, salpicado de pequeñas poblaciones rurales que aún conservan los usos y costumbres de antaño, y que en boca sabe a pochas, cordero, Idiazabal y pacharán. Un buen ejemplo es Baquedano, el bonito caserío desde donde parte el sendero que conduce a esta maravilla natural de Navarra.

Baquedano. Navarra

Tras dejar el coche en aparcamiento, deberás atravesar el pueblo hasta al final donde encontrarás un panel informativo del nacedero. En este punto el camino se bifurca en dos. Toma la senda de la izquierda ya que es la que discurre más cerca del río y regresa por el camino del este. El sendero, de escasa dificultad, está bien señalizado y tiene una longitud total de 5,3 km.

Punto de partida. Nacedero del Urederra

Calcula unas tres horas para recorrerlo aunque todo dependerá del tiempo que quieras pasar en esta reserva natural. Si te gusta la fotografía, te aseguro que olvidarás el reloj porque hay mucha belleza que inmortalizar. Por algo dicen que es uno de los enclaves más espectaculares de Navarra.

Nacedero del Urederra, Parque Natural de Urbasa y Andia Rincones escondidos. Nacedero del Urederra El Nacedero del Urederra, la joya natural de Navarra

El término Urederra significa “agua hermosa” y es exactamente lo que verás en esta ruta. Un cauce de agua de un sorprendente color turquesa que juega con el paisaje precipitándose en forma de cascadas o ralentizando su curso en numerosas pozas. Detente a escuchar su murmullo rodeado de paredes abruptas, fíjate en la luz que se filtra entre las hojas de los árboles, llena tus pulmones con los olores de la naturaleza y disfruta de los miradores que hallarás a tu paso. Esta es la recompensa que recibirás por ir en busca de la salida natural del acuífero que encierra el macizo kárstico de Urbasa.

Nacedero del Urederra. Navarra A la vera del agua. Nacedero del Urederra Verás una caída de más de 100 metros que tras millones de años ha modelado un anfiteatro rocoso y cómo el agua se filtra a través de las grietas de las rocas, caminarás entre un bosque de hayas, olmos, fresnos y tilos, podrás seguir con la mirada el vuelo de los buitres, alimoches y milanos reales que surcan el cielo… Y, sí, seguramente pensarás que solo por conocer este paraíso ya vale la pena acercarse a este rincón navarro donde la naturaleza da el do de pecho.

Cascada. Nacedero del Urederra

Nacedero del Urederra. Navarra Poza del Nacedero del Urederra

El Nacedero del Urederra es uno de los 35 recursos que componen la Ruta de los Paisajes de Navarra. Agua y Miradores. El mirador del Baztan, el cerro de Santa Bárbara con sus preciosas vistas de Tudela, o el de la Sierra del Perdón -paso obligado de los peregrinos que realizan el Camino de Santiago- son solo algunos ejemplos de este catálogo de parajes que pone de manifiesto la variedad paisajística de esta región.

Un bosque en el que perderse. Nacedero del Urederra Reserva natural Nacedero del Urederra

¿Más planes para completar un fin de semana en Tierra Estella? Visita el resto de poblaciones que componen el valle de Améscoa y ríndete a la gastronomía local, acércate a Estella-Lizarra, cabecera de esta merindad y una de las etapas más importantes del Camino Francés, para comprobar por qué la llaman «la Toledo del norte», anímate a practicar espeleología en la Cueva de Los Cristinos y descubre el diamante negro de la cocina en el Museo de la Trufa de Metauten.

Peregrinos en Estella-Lizarra. Navarra Cueva de los Cristinos. Navarra Reserva de entradas para visitar el Nacedero del Urederra

Con el fin de preservar este paraje se ha limitado el aforo a 450 personas. Puedes reservar tu plaza online o bien adquirirla el mismo día de tu visita en el aparcamiento de Baquedano de 9:30 a 17:30h. Una vez completado el cupo, y conforme vayan saliendo los visitantes, se distribuyen nuevos permisos de acceso. La entrada al nacedero es gratuita. El precio del parking es de 3€ por vehículo.

Cómo llegar al Parque Natural de Urbasa-Andía

Para llegar al Parque Natural de Urbasa-Andía hay dos opciones: entrar por la cara norte a través del valle de la Sakana o por la cara sur desde Estella-Lizarra siguiendo la NA718.

Panel informativo. Nacedero del Urederra

  • Es responsabilidad de todos cuidar y respetar la riqueza paisajística de este entorno, así que recuerda que está prohibido hacer fuego, acampar, bañarse, practicar deportes como la escalada, el barranquismo o la pesca y, por supuesto, dejar residuos.
  • Aunque la dificultad del sendero es baja-media, no está adaptado para sillas de ruedas ni carros de bebé.

Más información: Turismo de Navarra

Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #Estellaruraltrip organizado por el portal Escapada Rural en colaboración con el Consorcio de Tierra Estella y Turismo de Navarra.

Motos de nieve, raquetas y trineo de perros: aventuras invernales en la Laponia noruega

Motos de nieve, raquetas y trineo de perros: aventuras invernales en la Laponia noruega

Trekking con raquetas, motos de nieve, esquí, trineo de perros… Uno de los principales atractivos de la Laponia noruega son sus actividades invernales. No podría ser de otra manera en uno de los últimos espacios salvajes de Europa, en una virginal región en la que la naturaleza es capaz de despertar nuestro espíritu más aventurero. Practicar cualquiera de estos deportes, rodeado de infinitos paisajes níveos, hará que nunca olvides una tierra tan sorprendente y atractiva como esta.

Paisaje de la Laponia noruega Excursión con raquetas de nieve. Laponia Noruega Lo sé. Deseas viajar a este confín del mundo para contemplar una aurora boreal. Nada sorprendente teniendo en cuenta que la propia NASA confirma que es el destino europeo donde se puede ver con mayor frecuencia este hipnótico espectáculo del firmamento. Probablemente así será y te quedarás prendado de su belleza en las frías noches de la Laponia noruega pero, hasta que llegue ese momento, déjame tentarte con el resto de actividades que te esperan en Finnmark, por encima del Círculo Polar Ártico. Para los noruegos disfrutar de la naturaleza al aire libre es un pasatiempo nacional así que, siguiendo el refrán de donde fueres haz lo que vieres, vamos a divertirnos.

Trekking con raquetas de nieve, siente y respira el Ártico en la Laponia noruega

Si te desplazas hasta la pequeña ciudad de Kirkenes, conocida como la capital de la región del estrecho de Barents, descubrirás un paisaje invernal, prácticamente desértico, tan mágico como las aventuras que recuerdan los libros de historia. Hazañas épicas de exploradores polares de origen noruego como Roald Amundsen, el primer hombre que llegó al Polo Sur, o Fridtjof Nansen, que en 1888 atravesó el interior de Groenlandia.

Raquetas de nieve. Laponia noruega Trekking con raquetas de nieve. Laponia noruega Ponerte en la piel de estos héroes no será difícil si optas por realizar un trekking con raquetas de nieve, adentrándote en los bosques que rodean esta población situada muy cerca de la frontera rusa. El ritmo pausado de esta actividad te permitirá paladear el silencio blanco, sentir cómo el Ártico inunda tus pulmones en cada bocanada, dejar tu huella impresa junto a las de los animales que antes que tú hollaron la nieve… Rodeado de vistas de escándalo, bajo un inmaculado cielo azul, entre abedules que esperan la llegada de la primavera para resurgir y lienzos propios de un cuento de Navidad que querrás inmortalizar una y otra vez para captar la inhóspita fisonomía de los inviernos del norte.

Caminata con raquetas de nieve. Laponia noruega Raquetas de nieve en la Laponia noruega

No te preocupes demasiado por tu estado físico ya que hay rutas para todo tipo de públicos con diferentes escalas de extensión, dificultad e intensidad. Si la urbanita que te habla pudo hacerlo sin gran esfuerzo, tú no vas a ser menos. Tampoco por el frío si vas convenientemente abrigado.

¿El colofón a esta experiencia en la que sentí que dirigía mi propia expedición? Degustar un reconfortante bidos, el tradicional guiso de reno del pueblo sami, en una lavvo, la típica tienda que desde tiempos inmemorables ha utilizado la minoría étnica más importante del país para combatir los rigores de la tundra noruega.

Tras el trekking con raquetas de nieve, un reconfortante bidos. Laponia noruega

Sea cual sea la actividad que realices, recuerda ser respetuoso con la naturaleza y no dejar el menor rastro de tu presencia. Preservar la belleza de esta tierra es responsabilidad de todos

Motos de nieve, un auténtica aventura nórdica

Cuando en 1959 Joseph A. Bombardier inventó las motos de nieve para sustituir a los trineos tirados por perros seguro que no imaginó que este nuevo medio de transporte, ideado para mejor la calidad de vida en las regiones nevadas, acabaría siendo una disciplina deportiva que en el caso de Noruega cuenta con una fiel legión de seguidores, y mucho menos una experiencia que todo el que recala en estos lares desea probar.

Motos de nieve en la región de Tromsø. Laponia noruega En tu mano queda decidir si prefieres una excursión diurna o nocturna. En mi caso yo sentí la fuerza de un motor rugiendo entre mis piernas al caer el sol en la región de Tromsø. Concretamente en el Camp Tamok de la empresa Lyngsfjord Adventure. Tras equiparme concienzudamente y asistir a una breve clase de conducción, nuestra caravana inició la travesía internándose en un bosque que bajo la luna parecía un espectral escenario de luces y sombras.

En el lago helado con Lyngsfjord Adventure. Laponia noruega. © Gøril Ovesen

La emoción de avanzar por un entorno desconocido y el nerviosismo inicial dio paso a una tremenda descarga de adrenalina que alcanzó su punto álgido sobre las heladas aguas del lago de Finn, a 900 metros sobre el nivel del mar. Allí, en medio de la nada y por tanto lejos de cualquier peligro, se desató la locura entre vertiginosos giros y carreras. Diversión y libertad son los mejores términos para definir qué se siente a lomos de una moto de nieve. Imagina cómo debe ser si se cruza a tu paso una aurora boreal. Algo parecido a lo que refleja esta imagen captada por el equipo de Lyngsfjord.

Safari nocturno en motos de nieve. Laponia noruega

* La duración de esta activad, incluyendo el transporte desde el puerto de Tromsø y la posterior cena en el campamento, es de siete horas. Su precio por persona: 1850 NOK (unos 200€).

Más información: Auroras boreales en Noruega Ártica

Trineo de perros o cómo enamorarte de la Laponia noruega

He dejado para el final la que para muchos, auroras al margen, es la actividad estrella del invierno en Laponia: un paseo en trineo de perros. Una experiencia con mayúsculas que te permite disfrutar de la exultante naturaleza noruega del modo más íntimo que puedas imaginar.

Trineo tirado por perros. Actividades en la Laponia noruega Alaskan husky. Trineo de perros. Laponia noruega

Aunque ya lo relaté en su día con todo lujo de detalles, aquella mañana de marzo sigue viva en mi memoria. El calor de un cachorro en mi pecho, los penetrantes ojos azules de los Alaskan huskies que tiraban de mí, sus ladridos antes de iniciar la marcha, el viento del norte, el sonido de las cuchillas deslizándose por la tierra helada, las salvajes llanuras cubiertas de nieve, los largos fiordos cuyas aguas no llegan a congelarse gracias a la calidez de la corriente del Golfo… Demasiadas sensaciones para un corazón acostumbrado al asfalto, las prisas y el ruido del tráfico, demasiadas virtudes para esquivar el flechazo, para no sucumbir ante una región que te gana la mano y se adueña de tu alma sin artificios, blandiendo su mejor arma, la sobrecogedora belleza con la que fue bendecida.

  • La duración de esta activad con la empresa Tromsø Villmarksenter, incluyendo el transporte desde Tromsø y la comida, es de cuatro horas. Su precio por persona: 1590 NOK (unos 170€).

Y no. No he olvidado tu sueño, las luces del norte. Solo he pretendido mostrarte que la Laponia noruega no es solo tierra de auroras, que hay otros guiones en esta película de marcado carácter ártico que busca protagonista. ¿Quieres el papel?

Nota: Todas estas experiencias fueron posibles gracias a la Oficina de Turismo de Noruega en colaboración con Northern Norway y Norwegian.

SEGURO DE VIAJE PARA VIAJAR A NORUEGA

Tu seguridad es lo primero, así que, si vas a viajar a Noruega, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplia cobertura COVID-19: gastos médicos derivados de la enfermedad, PCR prescrita por un profesional sanitario, prolongación de estancia, regreso anticipado… Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

2016, un año en imágenes, un año en instantes para el recuerdo

2016, un año en imágenes, un año en instantes para el recuerdo

Haciendo míos los versos de Antonio Machado, a lo largo de este 2016 he andado muchos caminos y abierto muchas veredas. Gracias a esta bendita profesión de juntaletras que me ha permitido seguir conjugando el verbo viajar, sí, pero sobre todo porque, a pesar de tener la piel curtida por las sendas que un día pisé y los soles que me alumbraron, conservo intacto mi espíritu de niña inquieta y preguntona. Aquella que nunca duerme bien la noche previa a la partida, que sabe que cualquier destino esconde una historia que merece ser contada, que ama lo desconocido y se reconoce en lo cercano. Que no ha contemplado dos amaneceres iguales ni dos atardeceres parejos.

Como comenté en su día, viajo porque es mi pan y mi sal, porque nunca supe ni quise estarme quieta, porque es el mejor antídoto para no aburrirme de mí misma. ¿Sus efectos secundarios? Amplitud de miras, ser consciente de que el mundo no acaba en mi realidad, aprender a calzarme los zapatos del otro, crecer, mejorar, tratar de sumar y no restar… Nunca un prospecto encerró tantas lecciones de vida.

Yo viajo

Ahora, a escasas horas de un nuevo año, toca a hacer balance de lo vivido, de lo viajado. Nadie me obliga a hacerlo. Es más, lo hago para mí. Para disfrutar recordando, para luchar contra el olvido. Para que cuando la memoria falle pueda tirar de archivo y revivir qué supuso este 2016.

Si odias este tipo de resúmenes, es el momento de salir pitando. Si sientes curiosidad por saber dónde he estado y qué he sentido en cada horizonte conquistado, siéntate a mi lado. Comenzamos.

El Territorio de la Sidra y la gran fiesta del txotx en Guipúzcoa

Tradición, cultura y amistad en Sagardoaren Lurraldea, el Territorio de la Sidra Mi primer recuerdo me traslada al Territorio de la Sidra, un pequeño rincón de Guipúzcoa que vive al ritmo que marca su bebida por excelencia. Allí, entre dantzaris, bertsos y kupelas, hice mía la gran fiesta del toxt, una de las grandes citas gastronómicas de Euskadi cuyo inicio viene marcado por la celebración del Sagardo Berriaren Eguna, el día de la sidra nueva. El año que viene el inicio de la nueva temporada de sidrerías tendrá lugar el 11 de enero. Reserva un hueco en tu agenda para conocer los valores de la cultura de la sidra vasca en un ambiente fantástico donde todo el mundo es bienvenido, y darte un sabroso y contundente homenaje degustando su menú típico: tortilla de bacalao, bacalao frito con pimientos verdes, chuletón y queso con membrillo y nueces. Ahí lo dejo.

Laponia noruega, el lugar donde se cumplen los sueños

Aurora boreal en la Laponia noruega

No pidas que escoja un momento de mi viaje a la Laponia noruega. Sencillamente no puedo. Allí escuché el sonido del silencio, me enamoré de la fisonomía de los inviernos del norte, dejé que unos huskies guiaran mi trineo atravesando el gran vacío blanco, dormí en un hotel de hielo, me reencontré con el pueblo sami y me emocioné hasta las trancas al contemplar de nuevo una aurora boreal. No. Una sola postal no puede dar cobijo a tanta belleza. Además de imposible, resultaría injusto porque solo por experimentar una de estas vivencias ya vale la pena viajar a este cautivador confín del mundo. Más allá del Círculo Polar Ártico, en una región en la que la naturaleza es dueña y señora de cuanto sucede a su alrededor.

Trip-drop: viaja, da y recibe

Trip-drop

En este resumen no podía faltar el el gran proyecto solidario de Trip-drop, una plataforma sin ánimo de lucro que localiza, contrasta y difunde las necesidades de ONGs de todo el mundo para que puedas ayudarles personalmente mientras viajas. No lo olvides: si te implicas con la realidad de los países que visitas y sabes ver más allá de tu ombligo, trip-drop.com es la web que debes consultar antes de cada viaje.

“¿Y nuestros pijamas?” (Costa Brava)

El impresionante litoral del Parque Natural de Cap de Creus

Atravesamos el pueblo. Las indicaciones de centro y playas quedan atrás y temo que se den cuenta. Nos detenemos frente a la entrada de un hotel. Sus preciosas vistas sirven de excusa. Cae la tarde al son de un café y el deberíamos volver no se hace esperar. “Bien, pero antes quiero enseñaros algo”. Un guiño a la recepcionista. Un ascensor que sube a la última planta. Una puerta que se abre y un pastel en la habitación. Caras de sorpresa, abrazos y alguna lágrima. Una escena que nunca olvidaré con las 80 primaveras de mi padre y el Mediterráneo como telón de fondo. Viajé con ellos en busca de los paisajes que nos acompañaron desde que tengo uso razón. Cadaqués, Roses, Portlligat, L’Estartit, El Port de la Selva, el Cap de Creus… En la Costa Brava, ese mágico tramo del litoral catalán que llevo conmigo adonde quiera que vaya.

Helsinki, Turku y Naantali: una nueva escapada a Finlandia

Turku.Finlandia

En abril regresé al norte de Europa para asistir al Finnair’s Press Day, el encuentro anual en el que esta aerolínea finlandesa presenta a los medios de comunicación sus principales novedades. Además de reencontrarme con una vieja conocida como es Helsinki, descubrí el encanto de Turku, la antigua capital de Finlandia, una atractiva ciudad donde la vida transcurre en tono nórdico, la misma cadencia que reina en su archipiélago formado por más de 40.000 islas e islotes. Y también su vecina Naantali, la ciudad del sol de Finlandia, donde me relajé disfrutando de su fórmula de turismo sostenible y slow. Imposible olvidar aquellos atardeceres en el muelle de mi hotel. Sola, en silencio, sintiendo el frío en el rostro y el abrigo del Báltico.

Vigo y un password, Terras de Pontevedra y un puñado de hórreos

“¿La clave de wifi? mirandoalmar.” Sucedió en un restaurante de Vigo, entre navajas de buzo, centollas, arroces y vinos, y a esta sirena, demasiado tiempo varada en tierra, se le iluminó el alma. No podía ser de otra manera en una ciudad nacida del mar, donde las historias de corsarios y tesoros siguen vivas. Surqué su ría, contemplé las Cíes desde lo alto, pateé su Casco Vello, recorrí sus playas, me entregué a su noche. ¿No hay mucho que ver en la mayor urbe de Galicia? A otra con ese cuento.

La ría de Vigo desde el Monte O Castro

Hórreos que juegan con la marea, piedra, teja, cruceiros y viejos relatos de meigas. Otra imagen marinera esta vez en Combarro, en Terras de Pontevedra, en el corazón de las Rías Baixas. Una mancomunidad turística que me ayudó a paliar la gran deuda que tengo con Galicia entre arte rupestre, espacios naturales y gastronomía con mayúsculas.

Hórreos en Combarro. Poio, Terras de Pontevedra

Tierra Estella, la esencia rural de Navarra

La monumental y acogedora Estella-Lizarra, espacios naturales como el Nacedero del Urederra, hallazgos subterráneos como la Cueva de los Cristinos, pueblos que demandan una escapada rural, los peregrinos del Camino de Santiago… Estas son las postales viajeras que traje conmigo de Tierra Estella, una merindad de la llamada Zona Media que resume lo que es Navarra. Tierra de trufas, sales únicas, quesos y mieles. De pacharán, vinos que no necesitan presentación, espárragos y chuletones. ¿Comí bien allí? La duda ofende.

Peregrinos en el puente del Azucarero. Estella-Lizarra. Navarra La profesional: la oportunidad de participar en el I Foro de Innovación Turística de Navarra como ponente en la mesa redonda “Influencers en Tierra Estella, una visión crítica”.

Oporto, sin más

Oporto

‘Quem gosta vem, quem ama fica’ (A quien le gusta viene, quien ama se queda). Nada más que decir, ya habrá tiempo para hacerlo. Por ahora, simplemente, Oporto, donde se quedó un pedacito ‘do meu coração’.

Rumbo al sur: la Costa del Sol y la provincia de Sevilla

Proponerme viajar al sur y venirme arriba es todo uno. No puedo evitarlo. Me encanta su gente, me engancha su clima, su cocina, su patrimonio, su mar. Por eso disfruté cada paso dado en la Costa del Sol. Conociendo Málaga, avistando Ronda desde el Tajo, viendo como el sol se desplomaba en el Torcal de Antequera, practicando kayak en Nerja, dejando que me mimaran en un hammam.

Atardece en el Paraje Natural Torcal de Antequera. Costa del Sol

En el sur también descubrí que si Sevilla tiene un color especial (epíteto tan trillado como acertado), a su provincia habría que adjudicarle todo un aircoíris. Un tramo del Rocío en carriola, senderismo en la Sierra Norte, marismas y arrozales, enclaves arqueológicos, cigüeñas blancas y flamencos… Es cierto, hay otra Sevilla que reclama ser descubierta y que no merece ser eclipsada por el brutal embrujo de la capital andaluza.

Vitoria-Gasteiz, Jerez de los Caballeros, Ámsterdam, Plasencia, Barcelona y una buena calçotada

Destinos del 2016

La capital de Álava me ganó con el trazado medieval de su casco histórico, con su Anillo Verde, su oferta cultural, su ambiente nocturno. Euskadi es uno de mis destinos preferidos y este próximo año mi mira está puesta en Bilbao, que ya toca dejarse caer por allí.

Jerez de los Caballeros, por su parte, con su aspecto de pequeña ciudad con alma de pueblo, de enrevesadas y empinadas calles cargadas de historia en las que aún resuenan los ecos de la Orden del Temple, y con los verdes lienzos de prados, encinas y alcornocales que dan forma a la extensa dehesa extremeña.

De Ámsterdam poco puedo decir puesto que solo pasé una mañana en sus calles y, sencillamente, no tengo base para una opinión. Lo que sí puedo afirmar es que en Palencia probé la que dicen es la mejor tortilla de patata de España, que experimenté qué se siente al saltar de un avión a 4.000 metros de altura en el túnel de viento de Windobona, que Barcelona para mí siempre será la mejor ciudad del mundo y que este 2016 se cerró con el mejor sabor de boca: una calçotada en Valls.

La viajera que he sido, la que soy y la que quiero ser, y otros desnudos del alma

En estos meses de nuevo encontré tiempo para lanzar mis reflexiones en voz alta. Para soltarme la melena y colocar bajo mi microscopio la figura del rey de los viajes. Un divertimento literario, una hipérbole mayúscula llena de típicos y tópicos, que se pergeñó con ironía, desenfado y un toque gamberro. Nació para robar sonrisas, y a tenor de su acogida, creo que cumplió su objetivo.

También me puse solemne y nadé sin guardar la ropa para analizar la viajera que he sido, centrarme en la que soy y soñar despierta con la que quiero ser. Incluso me atreví a conjugar el más adictivo y generoso de los verbos: viajar. Me cito a mí misma: “aquel que te da absolutamente todo a cambio de algo tan básico como el respeto. Por las gentes, culturas y credos que halles a tu paso, por la naturaleza que te rodee, por este mundo en el que nos ha tocado vivir, tan cuajado de defectos como henchido de virtudes. Respeto, una sustantivo que no debería tener ni un ápice de abstracto y sí un universo de realidad.”

Yo

Así fue, así lo recuerdo y así lo viví. Un año en palabras, un puñado de fotos y mil sensaciones que quedaron en la recámara. Mi adiós al 2016 y mi nice to meet you, 2017. Una película a punto se estrenarse con un elenco de lujo: nosotros. ¿Mi deseo? Que su metraje sea lo suficientemente largo para permitirnos alcanzar nuestros sueños, afrontar nuevos retos y, sobre todo, pese a los baches del camino, seguir en la carretera con una sonrisa por bandera.

Feliz año nuevo y recuerda, #viajaydejaviajar.

Qué ver en Vigo: pistas para descubrir la mayor urbe de Galicia

Qué ver en Vigo: pistas para descubrir la mayor urbe de Galicia

Bienvenido a Vigo. A una ciudad que nace del mar rodeada de montes. A un lugar donde todas las miradas se dirigen a las Islas Cíes, la joya de su ría. Historias de corsarios y tesoros, un casco viejo empedrado de pasado y presente, cultura marinera, ocio nocturno y playas en las que la naturaleza juega con la arena. Si te preguntas qué ver y qué hacer en Vigo, aquí tienes la respuesta. Voy a mostrarte los secretos de la mayor urbe de Galicia.

Castillo de O Castro, las mejores vistas de Vigo

Se chove, que chova!

Eso sí, deja atrás cuantos estereotipos conozcas. No te quedes solo con su perfil industrial, marcado por la altura de las grúas de los astilleros, ni con la idea de que siempre hace mal tiempo. Tanto uno como otro son claves para entender su idiosincrasia.

Acuérdate de los grandes poetas gallegos como Rosalía de Castro o Valle-Inclán. En sus versos llueve y sopla el viento, cierto, pero los vigueses también disfrutan de días soleados y cielos despejados gracias a un microclima que la diferencia de otras ciudades del norte de Galicia.

Paseo por el puerto de Vigo. Foto de Dani Keral

Tal vez te ocurra como a mí y no sea un amor a primera vista. Quizás necesites patearla a conciencia, contemplarla desde las alturas, mezclarte con su gente al calor de una buena mesa y leer lo que cuentan sus muros.

Si lo haces, es probable que se ancle en tu memoria asociada al término morriña. Yo ahora la siento al pensar en Vigo. Quizá porque el mar me pierde, porque me gustan las ciudades en las que aún quedan cosas por hacer y mucho que conservar. O porque le presté el tiempo necesario para conocerla.

Instantes para el recuerdo. Vigo

Callejeando por Vigo

Qué ver en Vigo: sus preciosos miradores

Para descubrir la fisonomía de esta urbe que vive de cara al Atlántico, reserva un hueco en tu agenda para recorrer sus miradores. Opciones no te van a faltar.

Como O Castro, un monte situado en el corazón de Vigo, a 150 metros sobre el nivel del mar. El ascenso es pronunciado pero se compensa con creces. Restos arqueológicos que evidencian que la ría ya estuvo poblada por numerosos castros en la Edad del Hierro, los jardines y el espectacular mirador de su fortaleza y, cómo no, leyendas de cargamentos de oro y plata. La más importante es la que envuelve la batalla de Rande, en plena Guerra de Sucesión, cuando decenas de galeones españoles acabaron hundidos en el mar. Hasta Julio Verne encargó al Capitán Nemo en 1870 la búsqueda de los tesoros que portaban.

Literatura al margen, en 2011 se localizaron seis nuevos navíos relacionados con esta batalla. Las enormes anclas de otros tres pecios componen el monumento a los Galeones de Rande emplazado en este pulmón verde que atesora las mejores vistas de Vigo.

La ría de Vigo desde el Monte O Castro

Jardines del castillo de O Castro. Vigo

Las Cíes, la ría y la ciudad a vista de pájaro. Es el horizonte que hallarás si te acercas al monte de A Guía, otro ventanal panorámico dominado esta vez por la Ermita de A Nosa Señora das Neves. Un precioso espacio natural, alejado del tráfico, en el que antaño las esposas encendían hogueras a modo de faro para orientar a sus hombres del mar.

Ermita de A Nosa Señora das Neves. Monte de A Guía. Vigo

Otra magnífica atalaya es el mirador del Paseo de Alfonso XII, presidido por el símbolo de Vigo que dio pie a su sobrenombre: la ciudad olívica. Un olivo que crece custodiado por el monumento a los cantores, poetas y trovadores de la ría. Está ubicado en pleno centro y frente a A Fonte, una de las plazas más queridas por los vigueses.

Mirador del Paseo de Alfonso XII. Vigo

Los restos de la fortaleza de San Sebastián, que vigilan los tejados del casco viejo, el mirador del monte de O Cepudo en Valadares o los montes de A Madroa y O Vixiador en Candeán son otros rincones de Vigo que llenarán tu cámara de eternas vistas que se funden en el mar.

Un paseo por el litoral de Vigo

Tras las alturas, toca volver a a nivel del mar, en busca de las joyas naturales que jalonan la franja costera de Vigo, de ancestrales costumbres y de historias que nos transportan al pasado.

Las playas de Vigo

En cualquier listado centrado en qué ver en Vigo no pueden faltar los bellos arenales que se suceden a cada paso. Y es que, en un radio relativamente pequeño, puedes ir saltando de playa en playa recorriendo la línea de la costa. O Adro en el marinero barrio de Bouzas, la familiar Samil, O Cocho y Mourisca, O Vao, La Sirenita o A Punta son algunas que sí o sí debes conocer.

Sin olvidar la playa de Rodas, considerada una de las mejores del mundo y situada en ese tesoro natural llamado Cíes -mi asignatura pendiente y una razón de peso para volver a Vigo.

O Cocho y Mourisca junto al Museo do Mar. Vigo

Playa de Samil. Vigo

La isla de San Simón: una visita imprescindible

Esta isla fue el destino final de una travesía en barco en la que sentí la fuerza de la ría. La grandeza del puente de Rande, el Capitán Nemo emergiendo de las aguas, las tradicionales bateas en las que se crían mejillones y ostras, los imponentes bateeiros… Lugares comunes a los ojos de los vigueses que se tornan únicos para los que vivimos tierra adentro.

Puente de Rande. Ría de Vigo

Bateas en la ría de Vigo

Debido a su estratégica situación, en el extremo más oriental de la ría, San Simón fue testigo de la historia de Galicia. Un pasado marcado por los ataques de vikingos y corsarios como Francis Drake, y por sede de la Orden del Temple. Esta isla también fue el escenario de la ya mencionada Batalla de Rande, leprosería, y el más temido penal franquista durante la Guerra Civil.

Su presente es bien distinto ya que este bucólico edén de jardines, esculturas y piedra es hoy “la isla del pensamiento“, un espacio para la memoria histórica y la creación cultural.

Puente de la isla de San Simón

Isla de San Simón

El puerto

Dado que la industria naval es una de sus señas de identidad, todo recorrido por el litoral de Vigo debe pasar por el puerto, el que más pescado fresco descarga de toda Europa. Los astilleros, la subasta en la lonja, la terminal de contenedores… Desde Teis a Beiramar, un paisaje forjado en metal que la Autoridad Portuaria te ofrece la posibilidad de visitar.

Puerto de Vigo

Qué ver en Vigo: el Casco Vello

Vigo creció desde el puerto y lo hizo cuesta arriba dando forma al centro histórico que aquí llaman Casco Vello, un laberinto de piedra que acoge espacios como la Praza da Constitución, que en su día albergó el ayuntamiento, la Praza da Igrexa donde se alza la Colegiata de Santa María, o la Praza da Pedra.

Praza da Constitución. Vigo

Concatedral de Vigo, conocida popularmente como La Colegiata

Aquí, en este pequeño pueblo inmenso en la gran urbe, late el alma de Vigo. Una ciudad que impone subir y bajar cuantas callejuelas y escaleras se cruzan al paso. Solo así tropezarás con la magia de calles como la Rúa dos Cesteiros donde hoy, como antaño, se siguen vendiendo cestos de mimbre.

Un Vigo que renace día a día recuperando el lustre de sus fachadas y que se rinde al noble arte del terraceo a la menor ocasión brincando entre clásicas tascas y nuevos fichajes gastronómicos.

Rúa dos Cesteiros. Vigo

Praza da Pedra. Que ver en Vigo

Y, cómo no, un Vigo por el que discurre el Camino de Santiago en su ruta portuguesa, que sorprende con su propia Porta do Sol que no tiene reloj pero sí un Sireno, se cita en la farola de Urzáiz, se hace un selfie en el Dinoseto de la Praza da Princesa, y se lanza a comprar en la calle del Príncipe antes o después de ver una exposición en el MARCO (Museo de Arte Contemporáneo).

El Sireno, un híbrido de pez y hombre obra del escultor Francisco Leiro. Vigo Dinoseto en la Praza da Princesa. Vigo

Marco, Museo de Arte Contemporáneo de Vigo

Dónde comer en Vigo

Gracias a su localización, entre valles que acarician la ría, la cocina de Vigo es una de las grandes embajadoras de la gastronomía gallega. Pescados y mariscos, productos de la huerta y excelentes carnes son los reyes de una cocina que conquista el paladar en asadores, taperías y restaurantes de vanguardia. Sublimes mariscadas, peixiños fritos, pulpo á feira, un buen churrasco a la brasa, empanadas de zamburiñas, sus famosas ostras, queso de Tetilla, pimientos de Padrón, grelos…

Todo regado con los premiados albariños de la D. O. Rías Baixas que puedes combinar con los caldos de las otras cuatro denominaciones de origen gallegas: Ribeiro, Valdeorras, Ribeira Sacra y Monterrei.

Los sabores del mar representados en esta centolla. Restaurante A Chabola. Vigo Aperitivo en la terraza del Hotel Axis y Ribeiro 7 Cupos en el restaurante Palo Palo. Vigo

Para guiarte entre tanta y variada oferta, aquí te dejo algunas recomendaciones:

Restaurante A Chabola: Tomás Lorenzo es el gerente de esta emblemática casa de comidas, especializada en arroces, pescados y mariscos, que abrió sus puertas como taberna en 1965. A la calidad de sus platos y al impecable servicio se suma su encantadora ubicación a orillas del mar. Dos imprescindibles: tómate un Porto tonic disfrutando de la preciosa estampa de la playa de Arealonga, y no olvides pedir sus deliciosas navajas de buzo a la plancha (Camino Cacharela, 38).

Restaurante A Chabola. Vigo

Acércate a la calle Pescadería, esa que los vigueses llaman la calle de las Ostras, para probar las perlas de la ría de Vigo. Se cultivan en Arcade y cada mañana llegan aquí directas de las bateas.

Progreso 41: Experiencias gastronómicas y ocio confluyen en este urban market que combina comercios tradicionales, espacios para artistas, ludoteca y puestos de comida de lo más diversa. Probar cocina de autor, internacional o gourmet, cortarte el pelo, conocer a los emprendedores locales, comprar fruta, pescado o carne.. Un nuevo concepto de gastromercado y punto de encuentro perfecto para desconectar de la rutina en cualquier momento del día (Ronda de Don Bosco, 41).

Progreso 41

Enoteca Buqué: En locales como este, ubicado en el casco viejo, los vigueses demuestran que para ellos el momento aperitivo es una cita gastronómica imprescindible. Tostas, tapas, tablas de embutidos y una gran selección de vinos en una enoteca con mucho encanto (Palma, 9).

Enoteca Buqué

Quesum: Si eres un cheese lover, te encantará esta tienda-quesería gourmet. De cabra, de oveja, de vaca, nacionales e internacionales… Aprende a distinguirlos y a valorar su calidad apuntándote a alguna de las catas que realizan con regularidad en este templo de los quesos (Av. das Camelias, 121)

Cata de quesos en Quesum. Vigo

Restaurante Marina Davila: Cocina gallega de mercado basada en productos de km 0 e innovadoras técnicas culinarias al servicio de ingredientes de toda la vida. A destacar: los pescados y mariscos del día traídos desde la lonja, y sus dos terrazas con unas espectaculares vistas de la ría y las islas Cíes (Muelle Comercial de Bouza, s/n).

Caballa con pimientos con base de empanada. Restaurante Marina Davila. Vigo Escojas la opción que escojas, te aseguro que acertarás y recordarás los placeres de la cocina de Vigo. Ya lo dijo el Che Guevara: “La nostalgia empieza por la comida».

Dónde dormir en Vigo

Hoteles, hostales, campings, albergues… En Vigo no tendrás problema para encontrar un alojamiento a la medida de tu bolsillo. Tres recomendaciones:

Tryp Los Galeones: Haciendo gala del estándar de esta cadena, Los Galeones es un cuatro estrellas acogedor y actual, con confortables y espaciosas habitaciones. Personal muy amable y a poca distancia de los principales puntos turísticos de la ciudad. (Avenida de Madrid, 21).

Tryp Los Galeones. Vigo

Hotel Axis: Moderno hotel de cuatro estrellas con guiños decorativos a los años 70 situado en el centro. Lo mejor, su azotea, una coqueta terraza con piscina y vistas de escándalo (María Berdiales, 22).

Vigo Plaza: Hotel urbano de dos estrellas con habitaciones funcionales y cafetería 24 horas. Estupenda relación calidad-precio y próximo al Casco Vello (Progreso, 13).

Y cuando cae la noche: salir de copas en Vigo

Luces de neón, música, copas… El mejor termómetro para saber si una ciudad está realmente viva o se apaga al caer el sol es exprimir sus madrugadas. ¿Es como dicen la capital del ocio nocturno de Galicia? A tanto no arriesgo pero en Vigo, créeme, el mercurio se dispara. Si en los 80 su movida la puso en el mapa con Siniestro Total, Os Resentidos y Golpes Bajos capitaneando la contracultura, hoy demuestra con orgullo canalla que la que tuvo, retuvo.

De copas por Vigo

La noche empieza a calentar motores de vinos por la zona vieja, entre tascas cargadas de años y garitos de nueva factura. A partir de aquí, cada peregrino busca su templo. Los devotos del indie y el rock enfilan sus ganas de música en directo o sesiones Dj´s hacia la zona de Churruca (calles Cervantes, Martín Códax o Rogelio Abalde). Los que prefieren éxitos de radiofórmulas, rodearse de gente guapa y locales hasta la bandera, Areal y su entorno, con clásicos como el Ferré, El Atlanta o el 20th Century Rock, un museo del cine y la música en toda regla.

20th Century Rock. Vigo

Aquellos que buscan ver y dejarse ver no dudan en acudir a la zona del Ensanche de Vigo en busca de pubs de moda, vistas al puerto y skylines de lujo. Para rematar la noche, nada mejor que Samil y Beiramar al abrigo de las discotecas que más trasnochan o antes despiertan. Lo dicho, las noches en Vigo son el antídoto perfecto contra el aburrimiento.

Y hasta aquí esta pequeña guía sobre qué ver y qué hace en Vigo, un destino del sur de Galicia, enclavado en plenas Rías Baixas, que bien merece una escapada.

Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #YsinosvamosaVigo organizado por la Asociación de Hostelería de Vigo (Ahosvi), Maruxa Eventos y N8 Comunicación con la colaboración de Alberto Ribas.