Benicàssim Belle Époque, una escapada a los felices años 20

Benicàssim Belle Époque, una escapada a los felices años 20

Hoy quiero proponerte una escapada muy especial. Un viaje en el tiempo que se detiene en los felices años 20 que se vivieron en Benicàssim, una preciosa localidad castellonense que nos invita a revivir su Belle Époque en un evento temático cuajado de actividades que recrean su época dorada. La cita: del 4 al 7 de septiembre.

La Belle Époque de Benicàssim

Los primeros vehículos haciendo furor, los incipientes baños de mar, la irrupción de las corrientes vanguardistas, pantorrillas al aire, fiestas eternas a la luz de la luna, gramófonos desgranando notas de swing en los jardines, glamurosos veranos… Este es el ambiente que imperaba a principios del siglo XX en el que se conocía como el Biarritz de Levante. Un momento concreto de su historia, marcado por los cambios sociales y estéticos, que un año más Benicàssim recreará para dar a conocer su rico patrimonio arquitectónico e histórico.

Y es que, en aquellos años, la burguesía castellonense y valenciana, atraída por las bondades de su clima y su paisaje marítimo, puso sus ojos en este encantador rincón del Mediterráneo eligiéndolo como el destino perfecto para pasar sus vacaciones. Así nació uno de los grandes atractivos turísticos de Benicàssim: la Ruta de las Villas. 51 villas situadas junto al mar que se dividen en dos itinerarios en función de la corriente artística predominante en el momento de construcción y el carácter de sus residentes originarios. El primero, la ruta del “Infierno”, debe su nombre a las escandalosas fiestas que se celebraban en las villas de esa zona, mientras que la denominada ruta de la “Corte Celestial” se distinguía por la tranquilidad de sus calles.

Villa Victoria. Benicàssim. Foto Miguel A. Muñoz Romero

Villa Amparo. Benicàssim. Foto Miguel A. Muñoz Romero

Villa Elisa. Ruta de las Villas de Benicàssim Si decides acercarte a Benicàssim, podrás conocer la historia y la trayectoria cultural de estas bellas construcciones de una forma muy singular ya que, durante los días de esta celebración, los guías turísticos del municipio, ataviados con vestuario de la época, recorrerán el paseo de las Villas y las Playas Voramar y Almadraba, sumergiéndote de lleno en plena Belle Époque.

Una Belle Époque para todos

Descubrir este legado patrimonial es solo una de las muchas propuestas que forman parte de este evento costumbrista que ya se ha consolidado como una cita imprescindible dentro del completo y variado calendario cultural y festivo de Benicàssim. El objetivo es que todos los públicos encuentren su espacio para disfrutar de la Belle Époque y para ello se han programado una serie de actividades  que recordarán las tradiciones, gustos y oficios de estos años de esplendor: concursos de pintura rápida, de disfraces, fotomaratón, mercadillo, exhibiciones de vehículos de época, muestras de cerámica modernista, teatro de calle, actuaciones musicales, talleres y juegos tradicionales para niños, una recreación militar que  mostrará uniformes y material de aquellos años, bailes como el swing, el lindy hop o el claqué, un tren turístico que conectará la zona de la recreación con el centro urbano…

Cartel Benicàssim Belle Époque

Además, para evocar aquellos tiempos de libertad y turismo señorial, en los que la música dixieland y los coches clásicos se adueñaron de su litoral, durante el festival se estrenará la webserie Paseo Coloma. Esta producción de cinco capítulos, dirigida por Pablo G. Granell, retrata, a través de la historia del ingeniero de ferrocarriles Jorge Coloma, la sociedad benicense de los albores del siglo XX y cómo Benicàssim llegó a convertirse en un punto clave del turismo de alto nivel de la época.

La Belle Époque. Benicàssim

Como ves, el programa no puede ser más atractivo con actividades para toda la familia en un destino costero que sigue siendo sinónimo de vacaciones inolvidables durante todo el año. Esto es posible gracias al esfuerzo que realiza su Ayuntamiento para desestacionalizar el turismo de la ciudad con eventos como la Belle Époque que se suma a otras exitosas convocatorias como el Benicàssim Blues Festival, el Rototom Sunsplash, el conocidísimo  FIB, el Certamen Internacional de Guitarra Francisco Tárrega o el Festival de Teatro con Buen Humor.

Además de esta agenda de festivales, Benicàssim cuenta con una serie de activos paisajísticos y culturales que discurren entre la costa y el pulmón verde que se alza tras su casco urbano. Sus cinco playas, el Parque Natural del Desierto de las Palmas, centros expositivos como el Museo de Arte Sacro de los Padres Carmelitas o el Centro de Interpretación de la Bartola, el Parque del Trenet, rutas ecuestres, de senderismo y cicloturismo, su apreciada gastronomía… Mil y una posibilidades para disfrutar de un destino que hace honor a su lema: Benicàssim, la mejor elección todo el año.

Playa de Benicàssim. Foto Miguel A. Munoz Romero

Turismo activo en Benicàssim

Más información: Benicàssim Belle Époque

Qué ver en Lekeitio, visitas y experiencias imprescindibles

Qué ver en Lekeitio, visitas y experiencias imprescindibles

Lekeitio es una villa marinera situada en la comarca de Lea-Artibai donde la naturaleza, la historia y sus gentes se han confabulado para crear uno de los rincones más hermosos de la costa vizcaína. Yo caí absolutamente rendida a sus encantos en mi último viaje a Euskadi y por eso te lanzo estas 10 propuestas para que tú también te enamores de Lekeitio.

Panoramica de Lekeitio
Panorámica de Lekeitio

Qué ver en Lekeitio

Voy a hablarte de su casco antiguo, de sus playas, de sus tradiciones y de los enclaves únicos de este pueblo que mira de frente al Cantábrico con elegancia, sin olvidar ni por un instante su estrecha vinculación con la pesca y el mar. O lo que es lo mismo, si quieres saber qué ver en Lekeitio, sigue leyendo.

El puerto y los arrantzales

Una de las visitas imprescindibles para tomarle el pulso a esta villa marinera, es en el puerto. Aunque ya no alberga una gran flota pesquera como en el pasado, mantiene intacto su encanto con sus coloridas barcas de pesca que contrastan con las modernas embarcaciones de recreo.

Puerto de Lekeitio
Puerto de Lekeitio
Vendedora de pescado
Vendedora de pescado

Cualquier momento es bueno para recorrerlo e impregnarte de la atmósfera que se respira. El olor a mar, el viento, el rumor del agua… Podrás ver cómo los pescadores (arrantzales) descargan sus capturas y reparan las redes, a orgullosas vendedoras que exhiben sus mercancías, los balcones de madera que se asoman al Cantábrico. Y disfrutar de preciosas vistas en el rompeolas a mar abierto de La Tala.

Hablando de vistas, no olvides acercarte a la ermita de San Juan. La panorámica que desde allí se contempla abarca toda la costa.

Pescadores faenando en el puerto de Lekeitio
Pescadores faenando en el puerto de Lekeitio
La Tala de Lekeitio
La Tala de Lekeitio

Casco antiguo de Lekeitio

Otra de las piezas que hacen de Lekeito un atractivo destino es su encantador casco antiguo de trazado medieval. Recorrer su empedradas calles supone revivir el pasado pesquero y artesano de esta villa entre casonas, palacios, iglesias, torres y conventos.

La calle principal del barrio de pescadores es la Arranegi Kalea donde comparten espacio un buen número de palacios blasonados con modestas casas de pescadores. Detente en la plazuela de Arranegi para contemplar la Upa-Etxea, ejemplo de casa señorial barroca, y un poco más adelante en la calle Ezpeleta para ver el monumental edificio de estilo neoclásico de la antigua Cofradía de Pescadores de San Pedro.

Plazuela de Arranegi. Lekeitio
Plazuela de Arranegi
Casa señorial Upa-Etxea. Lekeitio
Casa señorial Upa-Etxea

La Gamarra enparantza es el punto de encuentro de estos dos barrios históricos. Muy cerca se encuentra el Ayuntamiento que con sus amplias balconadas y su noble fachada representa un bonito ejemplo de las casas consistoriales barrocas de Esukadi. Junto a él está el precioso Palacio de Oxangoiti, hoy reconvertido en hotel. Desde el punto de vista arquitectónico también destacan otros palacios como el Uriarte, Abaroa y Urribarria, los restos de la muralla medieval y la Torre Turpin, una de las residencias más antiguas y mejor conservadas de la época de los Reyes Católicos. Si quieres conocer más detalles del casco histórico de Lekeitio, acércate a la Oficina de Turismo y hazte con una audioguía (3€).

Casa Consistorial de Lekeitio
Casa Consistorial de Lekeitio
Palacio de Uriarte. Lekeitio
Palacio de Uriarte
Torre Turpin. Lekeitio
Torre Turpin

Basílica de la Asunción de Santa María

Quizá te sorprenda que un pueblo de poco más de siete mil habitantes tenga una iglesia como la Basílica de la Asunción de Santa María. Desde el exterior, este bello ejemplo del gótico tardío vasco parece un catedral, con arbotantes, gárgolas y contrafuertes rematados por pináculos.

Basilica de la Asuncion de Santa Maria. Que ver en Lekeitio
Portada occidental de la Basílica de la Asunción de Santa María

En su interior custodia un impresionante retablo de estilo gótico-flamenco, policromado y bañado en oro. Es el tercero más grande de España, tras los de Sevilla y Toledo. No dudes en gastarte un euro en iluminarlo porque solo así podrás apreciar todos los detalles de esta obra de arte: la imaginería de los paneles, las 70 imágenes de los nichos y columnas, la detallada filigrana de los baldaquinos… Y presidiendo todo el conjunto, una Andra Mari (Virgen María) inspirada en la imagen de Nuestra Señora de la Antigua, titular de la parroquia.

Retablo de la Basilica de la Asuncion de Santa Maria. Lekeitio
Retablo de la Basílica de la Asunción de Santa María

Otros ejemplos de arquitectura religiosa son el Convento de Santo Domingo y la iglesia barroca de San José que alberga un precioso sepulcro donde descansan los restos mortales de José Javier de Uribarren, gran benefactor de Lekeitio, y de su esposa.

Las playas de Lekeitio

No es casualidad que la reina Isabel II, la emperatriz austro-húngara Zita y otras figuras de la aristocracia y burguesía centroeuropea eligieran el Lekeitio del siglo XIX para sus días de veraneo. Su tranquilidad, sus paisajes y sus playas bastaron para cautivarlos.

Hoy en día, el litoral de Lekeitio sigue siendo uno de sus grandes atractivos. Una franja costera que crece y mengua siguiendo los dictados de la marea y que en la desembocadura del río Lea se materializa en las playas de Isuntza y Karraspio. Tanto Isuntza, situada en el mismo casco urbano, como Karraspio, que pertenece al municipio de Mendexa, cuentan con todo tipo de servicios y son accesibles para personas con movilidad reducida.

Lekeitio desde la playa de Isuntza
Lekeitio desde la playa de Isuntza
Playas adaptadas de Lekeitio
Playas adaptadas de Lekeitio
Playa de Karraspio. Que ver Lekeitio
Playa de Karraspio

Cuando la marea está baja y el Lea se retira, aparece una tercera playa, la Salvaje. Un espacio más íntimo, rodeado de naturaleza y enmarcado con unas vistas magníficas. Sin duda, la del río Lea es una de las desembocaduras más hermosas que he visto nunca.

Desembocadura del rio Lea. Lekeitio
Desembocadura del río Lea

La isla de Garraitz

La isla de Garraitz, situada en la pequeña bahía que el Cantábrico forma frente a la playa de Isuntza, es la pincelada final que hace de Lekeito una villa de postal. También conocida como isla de San Nicolás, este risco cubierto por pino marítimo se utilizó en su día para aislar a los enfermos de lepra y proteger así al resto de la población.

Isla de Garraitz. Lekeitio
Isla de Garraitz
Vista de la Isla de Garraitz desde la carretera. Lekeitio
Vista de la Isla de Garraitz desde la carretera

Solo se puede acceder a la isla en marea baja por la arena o por el malecón, que, por cierto, resbala muchísimo. ¿La recompensa al llegar a la cima? Un espléndido mirador que te permitirá contemplar la belleza de Lekeito desde otra perspectiva. Eso sí, estate atento a las fases de la marea no vaya a ser que te quedes encerrado en ella.

Los mejores bares de pintxos y restaurantes de Lekeitio

Como en toda la costa vasca, comer en Lekeitio es un lujo. Aquí encontrarás buenos bares de pintxos y restaurantes con todo tipo de tentaciones surgidas de los fogones lekeitiarras, entre las que destacan los pescados y mariscos que entran a diario desde el puerto. ¿Algunas sugerencias? Prueba los famosos txipis del bar Erkiaga (Uribarren Kalea), las raciones de la taberna Lumentza (Buenaventura Zapirain, 3), o cualquiera de los pintxos que sirven en el Gallo (Igualdegi Kalea, 2) o en el Txalaparta (San Kristobal Enparantza). Si buscas una carta tradicional, puedes dejarte caer por el restaurante Aroa, un pequeño y agradable local situado en el nº 6 de la calle Gamarra.

Comer en Lekeitio
Comer en Lekeitio

Otra buena opción, sobre todo para cenar, es en el muelle Taxtxo donde desfilan una decena de restaurantes y mesones especializados en su mayoría en productos del mar. Conseguir mesa en sus terrazas no es tarea fácil pero vale la pena para disfrutar del ambiente del puerto bajo la luz de la luna. Si quieres tomarte un café o una copa con vistas a la bahía, acude al pub Talako. Está situado justo encima de la Cofradía de Pescadores San Pedro (Txatxo Kaia, 5).

Restaurantes y tabernas del puerto de Lekeitio
Restaurantes y tabernas del puerto de Lekeitio

Faro de Santa Catalina

Sería imperdonable abandonar esta villa sin pasar por el Faro de San Catalina. Este centinela del Cantábrico, que lleva vigilando sus costas desde 1862, es el primer faro visitable de Euskadi. En sus instalaciones se encuentra el Centro de Interpretación de la Tecnología de la Navegación, una visita muy recomendable, sobre todo si viajas con niños, ya que conocerán  las técnicas de navegación e incluso podrán realizar un viaje virtual en barco desde Lekeitio hacía el Elantxobe.

Faro de Santa Catalina. Que ver en Lekeitio
Faro de Santa Catalina
Vistas desde el Faro de Santa Catalina. Lekeitio
Vistas desde el Faro de Santa Catalina

Junto al faro está la Ermita de Santa Catalina y la atalaya del monte Otoio con unas vistas espectaculares de los acantilados de este pedacito de costa vizcaína. Quédate a ver la puesta de sol, otea el horizonte y ponte en la piel de un atalayero que espera paciente la llegada de las ballenas.

Las regatas de traineras

Las regatas de traineras forman parte de la cultura y de la tradición vasca. Pero, ¿conoces el origen de este deporte? La invención de la trainera, allá por 1750, supuso una revolución para los pescadores que se lanzaban al mar en busca de los mejores caladeros ya que la rapidez y agilidad de esta embarcación les permitía llegar antes a puerto y, por tanto, el precio de sus capturas, al ser las más frescas, aumentaba en las lonjas. De esta forma nacieron las primeras competiciones de traineras que con la aparición de los barcos de vapor dejaron de ser una pugna económica para convertirse en desafíos deportivos en los que se retan los equipos de las localidades costeras. El de Lekeitio es el equipo del Club de remo Isuntza.

Club de remo Isuntza
Club de remo Isuntza
El equipo del Club de remo Isuntza dispuesto a entrenar. Lekeitio
El equipo del Club de remo Isuntza dispuesto a entrenar

Vivir los San Pedros

Si visitas Lekeitio a finales de junio, tendrás la oportunidad de vivir los San Pedros, una fiesta que pone de manifiesto el interés de esta villa por mantener vivas sus tradiciones más arraigadas. Su día grande es el 29, festividad de San Pedro, el patrón de los pescadores.

Lekeitio durante los San Pedros
Lekeitio durante los San Pedros

No te sorprendas si a las 7 de la mañana oyes unas voces que llegan de la calle. Son las Dei eittekuak  o llamadoras, un grupo de mujeres que rememoran cómo antaño se despertaba a los marineros para que se preparan para salir a faenar, al grito de Gora jaugoikuen ixenian (Arriba, en nombre del Señor). Tras este singular buenos días, disponte a camuflarte entre el paisanaje para no perderte los principales actos de esta jornada. Tal vez, tras ver las regatas de embarcaciones tradicionales en el puerto, tengas suerte y te topes, como yo, con un amable lekeitiarra entrado en años dispuesto a explicarte los entresijos de esta festividad y sus recuerdos del pasado de Lekeitio.

Regatas en el puerto de Lekeitio
Regatas en el puerto de Lekeitio

Él fue quien me relató el origen de la Kilin-Kala, una ceremonia que se lleva a cabo cuando la procesión de San Pedro llega a la altura del puerto donde se halla una hornacina con otra imagen del Santo. Oficialmente es un rito propiciatorio o interrogatorio en relación con la pesca, que consiste en inclinar la imagen de San Pedro hacia el agua varias veces. O lo que es lo mismo, en palabras de mi nuevo amigo vasco: «Aquí no nos andamos con tonterías y así le advertimos a San Pedro que, si no tenemos una buena temporada de pesca, al mar que va».

Procesion de San Pedro. Que ver en Lekeitio
Procesión de San Pedro

A continuación, presenciarás un baile único en todo Euskadi: la Kaxarranka. El origen de esta tradición se remonta al siglo XV. En aquellos tiempos, los miembros de la Cofradía de Pescadores elegían dos mayordomos para que cuidasen los libros de cuentas y repartieran las ganancias del año. Estas se guardaban en el arca sobre la que baila el danzante de la Kaxarranka, que demuestra una gran destreza ya que el arcón tiene poco más de 1 m2. Ocho marineros la sostienen sobre sus hombros.

El danzante frente a la imagen de San Pedro. Lekeitio.
El danzante frente a la imagen de San Pedro

¿Te has fijado en la indumentaria del danzante? Antiguamente su aspecto representaba a San Pedro, pero como el clero no estaba conforme, tras duros pleitos, se decidió adoptar una curiosa vestimenta civil: frac, camisa y pantalón blancos, chistera en la mano derecha y banderín rojo con las insignias de San Pedro en la izquierda.

La Kaxarranka. Que ver en Lekeitio
La Kaxarranka

Ni que decir tiene que el ambiente es increíble. La música, el gentío que inunda el arco de San Pedro, la emoción de los locales, la sorpresa de los turistas… Después, el baile se repite en varios puntos del pueblo entre ellos la Plaza de la Independencia (Independentzia enparantza), donde también se reviven danzas típicas como la Eguzki dantza, un baile dirigido por mujeres.

Txistularis. Lekeitio
Txistularis en Lekeitio
Bailes tipicos
Bailes típicos

Aviso para navegantes: Además de esta fiesta que rinde culto a su pasado y presente marinero, Lekeitio celebra a primeros de septiembre sus fiestas patronales, los San Antolines.

Conoce a sus gentes

Más allá de sus playas y de su precioso casco viejo se esconde el verdadero tesoro de Lekeito, sus gentes. Un pueblo que ama su tierra, que custodia sus tradiciones con celo y en el que prácticamente toda la población habla euskera. Los lekeitiarras llevan en sus genes la herencia de sus antepasados, pescadores de ballenas, aventureros y navegantes, y eso se nota en su carácter noble y hospitalario. Y es que la pesca ha sido y es un componente básico de la idiosincrasia de este pueblo bañado por el azul del Cantábrico.

Independentzia enparantza. Lekeitio
Independentzia enparantza

Lo podrás comprobar charlando con ellos en la barra de un bar, cuando preguntes una dirección, quieras saber qué pone en un cartel o qué canción están cantando. No pases de puntillas por Lekeitio y conócelos. Son un derroche de amabilidad y les encanta que te intereses por su cultura. Si además les lanzas un egun on (buenos días), un eskerrik asko (gracias) o un agur (adiós), les robarás una sonrisa.

Te he sugerido solo diez propuestas pero podrían ser muchas más las cosas que ver en y hacer Lekeitio: conocer los centros de interpretación del Lagar de Sosoaga -la prensa de txakolí más antigua de Euskadi- y del Molino Marierrota, practicar deportes acuáticos, subir a la cima del monte Lumentza para contemplar toda la villa, asistir al Festival Internacional de Teatro de Calle, bordear el río Lea hasta Munitibar…

Acércate a Lekeitio, enamórate y enriquece esta lista de planes con tus propias vivencias.

Cómo llegar a Lekeitio y dónde dormir

Aunque hay diferentes itinerarios para acceder a Lekeitio, aquí tienes los más comunes.

Desde Bilbao: Coger la autopista A-8, dirección Donostia-San Sebastián, hasta la salida 18 (Amorebieta-Etxano). Allí tomar la carretera BI-635, dirección Gernika-Lumo. En esta localidad enfilar la BI-638 hacia Lekeitio pasando por Kortezubi y Solarte-Gallete.

Desde Donostia-San Sebastián: Coger la autopista A-8 dirección Bilbao hasta la salida 13 (Itziar-Mutriku-Ondarroa) y continuar por la carretera GI-638 hasta llegar a Ondarroa. Una vez allí, tomar la GI-633 dirección Markina-Xemein hasta alcanzar la BI-2405 dirección Lekeitio.

Voy a hablarte de su casco antiguo, de sus playas, de sus tradiciones y de los enclaves únicos de este pueblo que mira de frente al Cantábrico con elegancia, sin olvidar ni por un instante su estrecha vinculación con la pesca y el mar. O lo que es lo mismo, si quieres saber qué ver en Lekeitio, sigue leyendo.
Paseando por Lekeitio

La oferta de alojamientos en Lekeitio da respuesta a todo tipo de bolsillos. Puedes encontrar hoteles de una, dos y tres estrellas, pensiones, casas rurales y agroturismos, un albergue y dos campings. Yo me alojé en el Hotel Oxangoiti, un antiguo palacio situado en pleno centro.

Dónde aparcar en Lekeitio

Como aparcar en el centro de Lekeitio no es tarea fácil, te recomiendo que utilices los dos parkings públicos y gratuitos que encontrarás en las dos entradas al pueblo. Hay una tercera zona de aparcamiento detrás de la avenida de Santa Katalina, pero es mucho más pequeña.

Qué ver en los alrededores de Lekeitio

A poco más de 20 km de Lekeitio está Gernika-Lumo, todo un símbolo de la cultura vasca, y el bosque de Oma de Agustín Ibarrola. También merece mucho la pena visitar las playas de Laga y Laida en Ibarranguelua y localidades como Ipaster, Munitibar, Amoroto, Elantxobe y Ondarroa. 

El Bosque de Oma, descifrando el canto a la libertad de Ibarrola

El Bosque de Oma, descifrando el canto a la libertad de Ibarrola

Durante mi reciente viaje a Euskadi he descubierto preciosos rincones sometidos a la fuerza del Cantábrico, playas que van y vienen al ritmo que marca la marea, pueblos que huelen y saben a mar, enclaves históricos que han conseguido emocionarme y hasta un pinar mágico que me hablaba a cada paso. Este último es el protagonista de este artículo: el Bosque de Oma, la obra maestra de Agustín Ibarrola.

Azul verdoso dentro y fuera de las figuras. Bosque de Oma

Desde siempre he sentido atracción por este artista vasco, nacido en Basauri en 1930. Más que por su trabajo, por la persona que se esconde bajo su inseparable txapela. Un hombre comprometido con la realidad que le ha tocado vivir y cuya obra es el reflejo de su ideología política. En los años 60, su denuncia de la situación del proletariado y su militancia comunista le llevó a la cárcel en varias ocasiones, pero eso no hizo ni que dejara de pintar ni que abandonara su compromiso con los trabajadores y su lucha contra las injusticias. La situación social, el arte sin ataduras, la cultura colectiva… Su filosofía de vida queda reflejada en el Bosque de Oma, un canto a la libertad que empezó a teñir de color y vida en 1982.

El año pasado en Llanes (Asturias), pude contemplar sus Cubos de la Memoria, una colorida manifestación de arte público, forjada sobre los bloques de hormigón de la escollera del puerto, que funde elementos esenciales de la trayectoria de Ibarrola con el pasado histórico y cultural de esta villa. Estando en Vizcaya, ¿cómo no iba a perderme por su bosque pintado?

Además, tuve la suerte de visitarlo tras la finalización de la primera fase de recuperación de este bosque con vocación de pinacoteca, un organismo vivo que, gracias a la labor de la Diputación Foral de Vizcaya y a la Universidad del País Vasco, ha recobrado sus tonalidades originales.

Naturaleza y arte en el corazón de Urdaibai

El Bosque de Oma está situado dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, un excepcional enclave donde confluye la que probablemente sea la mayor diversidad paisajística y ecológica de Euskadi. Prueba de ello son sus acantilados y playas, sus marismas y los bosques y ríos que conforman su interior.

Es aquí, en la comarca de Busturialdea, al noreste del municipio de Kortezubi, donde se encuentra el escenario que Ibarrola escogió para plasmar su personal diálogo con la naturaleza. ¿Sus herramientas? Un puñado de brochas, un sinfín de botes de pintura, una escalera que él mismo fabricó con las ramas de los árboles y, lo más importante, una inagotable imaginación que, como el propio el arte, no conoce fronteras.

El bosque de Oma. Vizcaya

El resultado es un claro ejemplo de lo que se conoce como land art, una corriente creativa surgida a finales de 1970 que huye de los museos para trasladar el arte a la naturaleza, utilizando el mismo paisaje como un gran lienzo al alcance de todos. Así, con los pinos de este bosque como marco y materia prima, Ibarrola creó un sorprendente universo de formas y colores que se materializa en 47 figuras que nos invitan a un sugestivo juego visual, a una experiencia sensorial única en un espacio clave de la cultura vasca.

Se hace camino al andar

El punto de partida de la ruta que conduce al Bosque de Oma se encuentra en las inmediaciones del restaurante Lezika, en el barrio de Basondo. Desde allí parte una senda de casi 3 km que discurre entre pinos y eucaliptos. Supuestamente, se tarda en llegar unos 45 minutos pero eso dependerá de tu forma física ya que hay que acometer subidas bastante empinadas. ¿Mi consejo? Tómate tu tiempo, disfruta del paisaje y detente a escuchar el canto de los parajillos que revolotean la zona: carboneros, petirrojos, pinzones…

Entrada al recorrido que da acceso al Bosque de Oma

Inicio del recorrido. Bosque de Oma

Primeros metros de la pista forestal. Bosque de Oma

Colores, formas y sensaciones

Poco antes de llegar, una señal nos indica que debemos desviarnos a la izquierda para descender por un sendero que en 250 metros nos dejará frente a la primera figura del Bosque de Oma: un beso de bienvenida.

Acceso al Bosque de Oma

Sendero que baja hasta el Bosque de Oma

Invitación al beso. Bosque de Oma

Desde aquí, tú decides cómo empezar a descubrirlo. Puedes darte un paseo sin rumbo para tener una visión global del conjunto o bien seguir desde el primer momento las flechas amarillas que encontrarás en el suelo. Ellas te indicarán el punto de vista exacto para descifrar qué imagen se esconde entre los que, a priori, parecen trazos sin orden ni concierto.

Y es que aquí reside la magia de este bosque que muchos llaman encantado. Ibarrola logró transformar una de tantas plantaciones de pino destinadas a convertirse en pasta de papel en un escenario tridimensional que cambia en función de la perspectiva que adoptes. De este modo, como si de magia se tratase, las figuras geométricas, humanas y animales aparecen y desparecen a medida que caminas consiguiendo que cada visitante obtenga una visión diferente de este conjunto pictórico.

Hay más niños de los que parece. Bosque de Oma

El rayo atrapado, el rayo roto. Bosque de Oma

El arcoíris de Naiel. Bosque de Oma

Todo ello plasmado sobre la oscura corteza de los Monterrey, una variedad de pino que suele alcanzar los 30 metros de altura y que te hace sentir minúscula a sus pies. Lo comprobarás cuando recorras los senderos de este rincón que se esconde en el interior de Vizcaya. Allí donde no llega el ruido ni el rugir de los motores, solo el tranquilo susurro del bosque.

Aquí llega mi segundo consejo: olvídate del reloj, llena tus pulmones de aire puro y acepta el reto que nos propone Ibarrola. Sumérgete sin prisa en sus veredas, aviva tus sentidos y juega a las adivinanzas entre hectáreas de pinos y laderas irregulares. Busca tus propias figuras, reinterpreta las originales y recrea tu particular fantasía.

Paseantes que se trasladan sin andar. Bosque de Oma

Ojos del pasado y del presente. Bosque de Oma

Te esperan el arcoíris de Naiel, los ojos del pasado y del presente -homenaje a los hombres que nos dejaron sus pinturas rupestres en la cercana cueva de Santimamiñe, el rayo atrapado, los paseantes que se trasladan sin andar… Figuras que dan forma a un espacio en el que se difumina la frontera entre naturaleza y arte a través de ilusiones ópticas y trucos que aprovechan las curvas y contracurvas de los árboles.

Curva, contra curva, concavidad, convexidad, plano. Bosque de Oma

Los motoristas. Bosque de Oma

Así es el sueño de Ibarrola. Un bosque de coloridos tótems que nos hablan del pasado y el presente, un pedacito del paisaje de Euskadi, una explosión de libertad e imaginación.

Información práctica y consejos para visitar el Bosque de Oma

¿Cómo llegar? Desde Gernika-Lumo hay que tomar la circunvalación, dirección Lekeitio, por la BI 638 hasta la rotonda de Barrutia, para después continuar por la BI 2238. Tras pasar el barrio de Idokiliz, se debe coger el desvío a la derecha por la BI 4244 que conduce hasta el fin de la carretera, en el aparcamiento del restaurante Lezika.

Principio y fin de este itinerario: Restaurante Lezika (Kortezubi). Otra opción es realizar la vuelta por la pista forestal que llega a la carretera vecinal de Oma.

Distancia total a recorrer: 7,4 kilómetros. Desnivel máximo: 204 metros.

Accesibilidad: El camino no está adaptado para sillas de ruedas ni carros de bebé.

Viajeras en ruta. Bosque de Oma

Vistas recomendadas en los alrededores: La Cueva de Santimamiñe, que alberga una magnífica muestra de arte rupestre que se puede conocer a través de una visita virtual, Gernika-Lumo, y las espectaculares playas de Laga y Laida.

Algunos consejos: Como el trayecto es largo, evita las horas centrales del día para no pasar calor. No olvides llevar una botella de agua, calzado cómodo y el mapa del recorrido. Puedes descargarlo desde la página de la Diputación Foral de Vizcaya que incluye además una audioguía en formato mp3 para el móvil. Si tras la caminata se te ha abierto el apetito, no dudes en dejarte caer por el restaurante Lezika para reponer fuerzas con unas buenas alubias con sus sacramentos y un delicioso chicharro (menú del día 10€).

Soria: un paseo a orillas del Duero

Soria: un paseo a orillas del Duero

Tras mostrarte el centro histórico de Soria, cumplo mi promesa y cierro mi paso por esta preciosa capital de provincia con un paseo por las orillas del Duero. Un río al que la ciudad durante mucho tiempo le dio la espalda hasta convertirlo en lo que es hoy. Una zona de esparcimiento y ocio para los sorianos. Una senda diseñada para caminar, aislarse de todo y dejar volar la imaginación. Un camino marcado una vez más por las huellas de aquellos que tantas veces se citaron aquí con las musas: Antonio Machado, Bécquer y Gerardo Diego.

El Duero a su paso por Soria

Y es que nadie como ellos supo cantar la belleza del curso alto de este río que a su paso por Soria nos regala su conocida curva de la ballesta. El propio Machado encontró en sus riberas la inspiración para forjar Campos de Castilla, en el Monte de las Ánimas ambientó Bécquer su leyenda, y Gerardo Diego le dedicó su Romance del Duero, un emotivo poema que aprendí de pequeña y que me acompañó a lo largo de este recorrido una fría y soleada mañana de diciembre.

Empezamos esta senda literaria junto al río en el Monasterio de San Juan de Duero, un magnífico ejemplo de la arquitectura cristiana medieval que destaca por la variedad de influencias que engloba. Sus orígenes debemos buscarlos en el siglo XII, cuando la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén se instaló aquí reformando la pequeña iglesia románica que ya existía y levantando el monasterio.

San Juan de Duero. Soria

Su claustro, fechado a principios del siglo XIII, es uno de los más singulares del arte románico español. Una sinfonía de arcos a cielo abierto que discurre en cuatro arquerías que combinan diferentes estilos arquitectónicos: el románico, el mudéjar y el árabe. Había visto su imagen en muchas fotografías pero nunca imaginé la magia de este lugar. Los capiteles esculpidos con escenas del medievo, los arcos entrelazados, los chaflanes rematados por arcos califales, la cercana presencia del Monte de las Ánimas… No sé cuánto tiempo pasé admirándolo con la sola compañía del silencio invernal que me rodeaba. Ojeando una u otra vez la guía de visita que nos facilitaron a nuestra llegada. Cada esquina tenía una foto, un misterio que desentrañar y, cómo no, un poema que evocar. En este caso el que Gerardo Diego dedicó a estos arcos: «¿Te levantó el techado ángel cojuelo? O quedaste inconcluso, criatura perfecta, como estás, abierto al cielo?».

Arcos de San Juan de Duero. Soria

Claustro de San Juan de Duero. Soria

Justo al claustro se encuentra una pequeña iglesia de una sola nave y ábside semicircular. Lo más llamativo es el efecto que causan los templetes que se alzan en su cabecera, uno con cúpula piramidal y el otro con cúpula semiesférica. Ambos lucen fantásticos capiteles que representan escenas bíblicas y seres fantásticos. Nota para futuros viajeros: los fines de semana la entrada a San Juan de Duero es gratuita.

Templete con cúpula semiesférica. San Juan de Duero. Soria

Capitel de la iglesia de San Juan de Duero. Soria

Tras admirar la belleza de los arcos entrelazados de San Juan de Duero, nos acercamos hasta el puente medieval que salva el Duero. Aunque no se conoce con exactitud la fecha de su construcción, todo apunta a que se levantó a la par que las murallas defensivas de la ciudad. Este puente antaño daba paso a la puerta principal de entrada a Soria, llamada también de Navarra. Cuantos lo cruzaban en la época feudal debían abonar a las arcas municipales el llamado «derecho de pontazgo» que se calculaba en función del número de personas o de los bienes que portaban a su paso.

Puente medieval. Soria

Siguiendo el cauce del río por su margen izquierda, el camino discurre hasta pasar por debajo de San Polo, un monasterio de origen templario, hoy vivienda particular, del que solo se conserva la antigua iglesia. Aquí de nuevo la literatura se cruza a nuestro paso puesto que es ente enclave, marcado por los ecos de los templarios, donde se desarrollan las inquietantes leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer El Rayo de Luna y El Monte de las Ánimas.

Monasterio de San Polo. Soria

Desde San Polo hasta San Saturio es Machado quien nos acompaña. El poeta andaluz frecuentaba a menudo este paseo que consideraba increíblemente inspirador: «He vuelto a ver los álamos dorados, álamos del camino en la ribera del Duero, entre San Polo y San Saturio, tras las murallas viejas de Soria.» Además de los versos de Machado, también nos acompaña un cielo despejado que no entiende de contaminación, la estela azulada de un río casi congelado y los álamos en los que los enamorados han seguido dejando sus inscripciones de amor.

Escultura El Olmo Seco dedicada a Machado. Soria

El Duero casi congelado. Soria.

Con tan grata compañía llegamos a la ermita de San Saturio. No me extraña que sea uno de los grandes atractivos de Soria. La combinación de naturaleza y arte con el río a sus pies da como resultado una imagen preciosa.

Vista de San Saturio desde el Duero. Soria

Según la tradición, Saturio era un noble soriano que en el siglo IV repartió sus riquezas entre los más necesitados y se retiró a vivir como un simple ermitaño a estas cuevas situadas junto al Duero. Cuando a finales del siglo XVI se encontraron sus restos, se desató la devoción de los fieles hacia este eremita hasta el punto de construir un templo en su honor y nombrarlo patrón de la ciudad.

El conjunto que podemos visitar hoy en día está formado por unas grutas naturales sobre las que se construyó el nuevo templo. Te recomiendo que te tomes tu tiempo para ver esta ermita porque lo merece. Y es que a medida que vayas subiendo las escaleras descubrirás espacios como el Cabildo de los Heros, el Oratorio de San Miguel -donde se afirma que fueron encontradas las reliquias del santo-, un pequeño museo y una sala que recrea el modo de vida de los diferentes santeros que cuidaron de la ermita.

San Saturio. Soria

Oratorio de San Miguel. San Saturio. Soria

Cabildo de los Heros. San Saturio. Soria

Dependencias del santero. San Saturio. Soria

Ya en el piso superior nos encontramos con dos salas capitulares que nos regalan unas preciosas vistas del paisaje que envuelve al río, la sacristía -con un Cristo crucificado de finales del XIII- y una pequeña capilla decorada con unos impresionantes frescos, obra del pintor soriano Juan Zapata.

Panorámica del Duero desde San Saturio. Soria

Bóveda de San Saturio. Soria

Tras visitar esta ermita roquera, cruzamos el puente y continuamos nuestro paseo por la otra orilla del río. Aquí comienza una ruta distinta, tal vez no con tanta carga poética pero absolutamente recomendable por los paisajes que nos ofrece. Hay zonas de recreo como Soto Playa con grandes praderas, fuentes y columpios, carteles que nos informan de la flora y fauna del lugar y de las murallas, un Ecocentro, un Museo del Agua… Seguro que Gerardo Diego estaría muy feliz al comprobar el cariño con el que los sorianos tratan a su río. Un río de aguas limpias que sí tiene quien lo acompañe y se detenga a oír su eterna estrofa de agua. Un río que no deja de ser un habitante más de Soria, una ciudad a la que estoy deseando regresar.

Museo del Agua. Soria

Puente medieval sobre el Duero. Soria

La Laguna Negra, uno de los parajes más bellos de la provincia de Soria

La Laguna Negra, uno de los parajes más bellos de la provincia de Soria

Durante el pasado puente de diciembre, por fin he podido conocer un destino que tenía pendiente desde hace mucho tiempo. Te hablo de Soria, esa pequeña gran desconocida, situada en el este de Castilla y León, que las plumas de Bécquer, Machado y Gerardo Diego inmortalizaron para siempre. Han sido solo tres días que realmente me han sabido a poco pero suficientes para descubrir el gran atractivo de estas tierras vertebradas por el Duero. Quería conocer su encantadora capital, sumergirme en la historia recorriendo el yacimiento arqueológico de Numancia y, sobre todo, comprobar con mis propios ojos si cuanto había leído sobre la Laguna Negra era cierto.

Rumbo a la Laguna Negra

A medida que nos acercábamos a Soria, la carretera se difuminaba entre espesos bancos de niebla que, junto a las bajísimas temperaturas que marcaba el termómetro del coche, casi nos hacen desistir en el intento de subir a la laguna. Pero la ilusión y el espíritu aventurero ganaron la partida y enfilamos los 50 kilómetros que separan Soria capital y el Parque Natural Laguna Negra y Circos Glaciares del Urbión.

El trayecto desde Soria hasta la laguna es realmente bonito ya que atraviesa el pinar del monte Valonsadero y pasa al lado del embalse de la Cuerda del Pozo. Un mar de agua dulce rodeado de bosques y montañas también llamado embalse de la Muedra, en memoria del pueblo que quedó anegado por el pantano en 1941. Este embalse, el único que regula el río Duero en su cabecera, abastece de agua a la ciudad de Soria y en verano es uno de los lugares preferidos por los sorianos ya que se puede practicar todo tipo de deportes náuticos, pescar y además cuenta con una serie de playas como la famosa Playa Pita. Unos kilómetros más adelante, con la compañía de las vacas al borde de la carretera, se llega al pueblo de Vinuesa desde donde parte una pista forestal que desemboca en el aparcamiento de la Laguna Negra.

Plano del embalse de la Cuerda del Pozo. Soria

Embalse de la Cuerda del Pozo. Soria Vacas junto a la carretera. Soria

Cuando llegamos enseguida nos dimos cuenta que no éramos los únicos que habían decidido empezar el puente visitando la Laguna Negra. De hecho, el parking estaba hasta la bandera y nos tocó aparcar en un lateral de la carretera. Nada más bajar del coche empezamos a intuir el encanto del entorno. La frondosa vegetación de los pinos centenarios y hayas, los matices cromáticos, pequeños arroyos casi congelados y un manto de nieve cubriendo los laterales del camino. Una explosión de naturaleza en estado puro.

Aparcando en la Laguna Negra. Soria

Un arroyo entre la nieve. Laguna Negra. Soria

Para entrar en calor, tomamos un café con leche en la pequeña cabaña de madera que hay al inicio de la ruta. Allí nos informaron de la campaña de recogida de firmas que han puesto en marcha los hosteleros de Vinuesa para exigir que la limpieza de la nieve en los accesos a la Laguna Negra se mantenga durante todo el periodo invernal y no sólo en fechas señalas. Por supuesto, firmamos para contribuir a fomentar las visitas a uno de los parajes más hermosos de España que he visto hasta la fecha.

Justo enfrente de la cafetería está la parada del autobús público que recorre los 1.800 metros que hay desde el parking hasta la laguna. El precio de ida y vuelta es de 1,20 euros. ¿Lo cogimos? La respuesta es que sí. Pero no por vaguería sino por llegar antes. Cada vez iba llegando más gente -más de 400 personas según leímos en la prensa al día siguiente- y queríamos disfrutar de la laguna con toda la tranquilidad que fuera posible.

Cafetería de la Laguna Negra. Soria.

El autobús que sube hasta la Laguna Negra. Soria

Desde donde nos dejó el autobús hay poco menos de 300 metros hasta llegar a los pies de la laguna. Imagino que en primavera y verano este trayecto se debe cubrir en un pispás pero la nieve y las placas de hielo que cubrían el sendero, sobre todo en el último tramo, lo hacían prácticamente intransitable. Todos íbamos en fila india, agarrados a las barandillas y casi sin levantar la vista del suelo para evitar una mala caída.

Panel de información de la Laguna Negra. Soria

Ascendiendo por el sendero a la Laguna Negra. Soria

Ni que decir tiene que el pequeño esfuerzo valió la pena. La Laguna Negra, encajada a unos 2.000 metros de altura, entre paredes de oscura roca gris y farallones, es un lugar fascinante y mágico en el que el tiempo parece haberse detenido. Su poderosa grandeza enseguida me envolvió y un escalofrío de emoción recorrió todo mi cuerpo. Estaba helada, teñida de blanco, y todos los adjetivos que había oído de ella se quedaban cortos para expresar tanta belleza.

Laguna Negra. Soria

Vistas de la Laguna Negra. Soria

Hace unos dos millones de años, la Laguna Negra estaba dentro de un glaciar que se iniciaba en las proximidades del Pico Urbión y que descendía por el cinturón rocoso que la circunda hasta llegar al valle del Revinuesa. Los acantilados, al encontrarse más expuestos al sol, fueron sometidos a sucesivos hielos y deshielos que provocaron el desprendimiento de los grandes bloques de piedra que se ven sobre la laguna. Pero la Laguna Negra no es la única laguna glaciar de la sierra de Urbión. Hay dos más, la Larga y la Helada, que se encuentran a mayor altitud.

Pasarelas. Laguna Negra. Soria

Bordeando la laguna hay una serie de pasarelas de madera, salpicadas de miradores, en los que puedes perder la noción del tiempo haciendo fotos y disfrutando del juego de sombras y luces que se reflejan en sus heladas aguas. Nos hubiera gustado llegar al sendero que culmina en una de sus cascadas pero el espesor de la nieve -a mí me llegaba hasta las rodillas- nos lo impidió. Lo que sí pudimos hacer, con mucha cautela, fue llegar hasta la orilla para admirar este espectacular paraje natural desde otra perspectiva y, de paso, dar unos pasos sobre su superficie congelada.

La Laguna Negra helada. Soria

Siguiendo el consejo de los agentes medioambientales, la vuelta la hicimos por la senda del Arroyo de la Laguna ya que el camino estaba en mejores condiciones. Para volver al parking esta vez no cogimos el autobús. Ya no era necesario. Yo tenía mis fotos y la avalancha de personal que seguía llegando a la laguna ya no era un problema. Así que iniciamos el descenso con toda la calma del mundo, disfrutando de un paisaje agreste que guardaré en mi memoria toda la vida.

Iniciamos el descenso. Laguna Negra. Soria

Paisaje del Parque Natural Laguna Negra. Soria

Una de las muchas leyendas que envuelven a esta laguna cuenta que se llama Laguna Negra porque el lago no tiene fondo y de ahí su color oscuro, pero en realidad su nombre obedece al reflejo que provocan en sus aguas las enormes rocas que la cercan. Será cuestión de comprobarlo en primavera, porque volver, pienso volver.

Cómo llegar a la Laguna Negra desde Soria capital:

Desde Soria a la Laguna Negra hay 50 kilómetros. Tienes que coger la N-234 dirección Burgos hasta llegar a Cidones. Al final de este pueblo, hay que tomar el desvío a mano derecha dirección Vinuesa. Cerca de esta localidad ya verás los letreros que indican el camino hasta la Laguna Negra.

Castro Urdiales, mi primer contacto con Cantabria

Castro Urdiales, mi primer contacto con Cantabria

Desde que vivo en Madrid, extraño el mar más que nunca. Noto que algo me falta, que el puzzle no está completo. Por eso, en cuanto puedo, me escapo en su busca y, si lo que descubro lo merece, disfruto recomendándotelo desde estas líneas. No debe sorprenderte. Si eres un lector habitual de este blog, ya sabrás de mi debilidad por las villas marineras.

En esta ocasión, quiero presentarte el único destino cántabro que conozco hasta la fecha, Castro Urdiales. Una preciosa localidad situada en el extremo más oriental de Cantabria,  muy cerca de Vizcaya, que junto a Laredo, Santander, Santillana del Mar y San Vicente de la Barquera forma parte de la vía secundaria del Camino de Santiago que recorría la costa del Cantábrico.

El Cantábrico y Castro Urdiales

Había oído que en Cantabria el mar y la montaña se aliaban para crear paisajes increíbles a lo largo de sus más de 200 km de costa. Que sus pueblos marineros recogían buena parte de la belleza del norte de España. Castro Urdiales no hizo más que confirmarme que todas estas afirmaciones son ciertas.

La primera imagen que recibes de Castro ya merece los kilómetros recorridos. A orillas del mar, dominando la bahía y protegido por los Picos de Europa que presiden las verdes montañas de la Cordillera Cantábrica.

Puerto de Castro Urdiales. Cantabria

Bordeando el mar en Castro Urdiales. Cantabria

Un buen punto de partida para conocer Castro Urdiales es visitar su conjunto monumental, también conocido como Puebla Vieja, que fue declarado Conjunto Histórico Artístico en el año 1978. Su estampa más emblemática, la que aparece siempre en todas las fotografías, es el conjunto que forman la iglesia de Santa María de la Asunción, el castillo-faro que se encuentra junto a ella, el puente medieval y las ruinas de la iglesia románica de San Pedro.

Iglesia de Santa María de la Asunción y castillo-faro de Santa Ana. Castro Urdiales. Cantabria

La impresionante iglesia de Santa María de la Asunción, con trazas de catedral, es el mejor ejemplo del gótico clásico que encontraremos en todo el Cantábrico. Comenzó a edificarse a principios del siglo XIII, bajo el mandato del rey Alfonso VIII de Castilla que repobló y fortificó las villas de esta costa, y sus trabajos se prolongaron hasta el siglo XV. El castillo formaba parte, junto a esta iglesia, del entramado defensivo de la villa que se completaba con la desaparecida muralla. Se utilizó por primera vez como faro en 1.853.

Iglesia de Santa María de la Asunción. Castro Urdiales. Cantabria

Tras conocer lo más importante de su rico patrimonio, te recomiendo que deambules sin prisas por la calles del casco viejo para descubrir cómo Castro Urdiales sabe combinar el encanto de un pueblo pesquero con su pasado ilustre como uno de los destinos estivales preferidos de la burguesía cántabra y vizcaína. A tu paso por la antigua Flavióbriga romana, que sirvió de origen a esta villa medieval, encontrarás sus características casas con balconadas de madera, el Ayuntamiento e interesantes edificaciones de finales del siglo XIX y principios del XX como la Casa de los Chelines. En esta zona se congregan buena arte de los restaurantes, tascas y mesones así que, si quieres probar los exquisitos besugos o las famosas anchoas de Castro, ya sabes dónde acudir.

Casa de Los Chelines. Castro Urdiales. Cantabria Castro Urdiales. Cantabria

Paseando por Castro Urdiales. Cantabria

Este recorrido por Castro Urdiales quedaría incompleto si no mencionara el precioso litoral que lo envuelve entre abruptos acantilados y playas. Uno de los arenales más frecuentados por los castreños es la Playa de Brazomar que junto el Solarium de Don Luis forma una pequeña bahía. Ostende, por su parte, es una bonita playa artificial con forma de concha, situada en el extremo occidental de la ciudad, de aguas tranquilas, perfecta para ir con niños. Entre ambas playas, muy cerca del casco antiguo, en el barrio de los marineros, encontramos un capricho de la naturaleza, El Pedregal. Como su nombre indica, es una playa de piedras que se esconde entre los acantilados creando una piscina natural en la que puedes darte un baño mientras escuchas cómo el Cantábrico rompe con fuerza en las rocas. También te sugiero que te acerques a Oriñón. Está muy cerca de Castro Urdiales y tiene una inmensa playa rodeada de acantilados donde se dan cita muchos surfistas.

Solarium de Don Luis. Castro Urdiales. Cantabria

Playa de Ostende. Castro Urdales. Cantabria

Playa El Pedregal. Castro Urdiales. Cantabria

Una última recomendación. Si tienes tiempo, quizá te interese conocer el importante patrimonio minero que se extiende por la zona oriental del este municipio. Puedes hacerlo a través de las Vías Verdes de Castro Urdiales, cinco itinerarios culturales que recorren los antiguos trazados del ferrocarril y las vías mineras.

Nota: El azar quiso que visitase Castro un 26 de junio coincidiendo con la Semana Grande y la fiesta de San Pelayo, patrón de la ciudad. De ahí los adornos marineros que verás en algunas de las fotografías. Aún recuerdo el sabor de la ventresca de atún y de las sardinas que comí en una de las casetas situadas junto a la Cofradía de Pescadores.

Guía práctica y consejos para viajar a Túnez

Guía práctica y consejos para viajar a Túnez

Tras mi viaje a tierras tunecinas, he elaborado esta guía práctica de Túnez que espero te ayude y anime a viajar al país más pequeño del Magreb. ¿Por qué viajar a Túnez? Porque en apenas dos horas de vuelo desde Madrid y hora y media desde Barcelona, podemos conocer un país fascinante, uno de los más avanzados del mundo islámico, que cuenta con grandes contrastes naturales que van desde el desierto a los oasis, pasando por un litoral de más de 1300 km de costa, con playas de arena fina bañadas por el Mediterráneo. Por la hospitalidad y amabilidad del pueblo tunecino, siempre dispuesto a conversar y compartir su modo de vida. Por su legado cultural, fruto de la huella que fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos y árabes dejaron en esta tierra. Por su gastronomía, su artesanía… La lista podría ser interminable.

Hammamet. Tunez

Guía práctica y consejos para viajar a Túnez: situación

Túnez está situado en el norte de África, en la región del Magreb. Limita al norte y al este con el Mar Mediterráneo, al sureste y sur con Libia y al oeste con Argelia. Nombre oficial: República de Túnez. Superficie: 164.150 km2.

Requisitos de entrada y vacunas para viajar a Túnez

Para entrar en Túnez los ciudadanos de la Unión Europea solo necesitan tener el pasaporte en vigor con una validez de al menos tres meses desde la fecha de llegada. No es necesario visado.

Aunque la normativa sanitaria de Túnez no exige ninguna vacuna, te aconsejo que estés al día de las vacunas universales (tétanos, difteria, tifus y hepatitis A+B). Para más información sobre salud y vacunas, te sugiero que visites la web del Ministerio de Sanidad.  Y, por supuesto, tómate tu tiempo para preparar un botiquín básico de viaje en el que no deberían faltar analgésicos, antihistamínicos, laxantes, antidiarréicos, Omeprazol, Almax, protector solar, repelente de mosquitos, termómetro y materiales de cura. Ya en Túnez, recuerda beber siempre agua embotellada (los cubitos de hielo también cuentan), comer la carne muy hecha y lavar y pelar la fruta. ¡Un viajero prevenido vale por dos!

Volar a Túnez

Tunisair es la compañía estatal tunecina. Tiene vuelos directos desde Barcelona (1h30) y Madrid (2h.) Los vuelos desde Barcelona salen desde el Aeropuerto del Prat (Terminal 1) y los de Madrid desde el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas (Terminal 1).  Su filial, Tunisair Express, se encarga de los vuelos internos entre los aeropuertos de Túnez-Cartago, Monastir, Djerba-Zarzis, Tozeur, Tabarka, Gafsa-Ksar y Sfax.

La mayoría de las compañías aéreas europeas también vuelan a Túnez pero con escalas.

Guía práctica para viajar a Túnez: cuándo viajar a Túnez y qué ropa llevar

La mejor época del año para visitar Túnez es entre los meses de marzo y septiembre. Eso sí, ten en cuenta que en verano, aunque el tiempo en la costa es magnífico, en el interior y en el sur el calor puede ser insoportable. Si vas a hacer un viaje por todo el país, te sugiero que lo hagas en primavera u otoño. La época de lluvias abarca de diciembre a febrero, mejor evitarla.

Oasis de Chebika. Tunez

Obviamente, la ropa a llevar depende del momento de tu viaje. En cualquier caso, no olvides las gafas de sol, el protector solar, un chubasquero o paraguas, calzado cómodo y algo de abrigo (las noches en el desierto son muy frías). Otro imprescindible es llevar algún pañuelo o pareo. No solo te servirá para cubrirte los hombros y las piernas en las mezquitas y en otros lugares de culto que así lo requieran, también te protegerá del viento del desierto.

¿Es seguro viajar a Túnez?

¿Viajar a Túnez es peligroso? Esa es la pregunta que probablemente te estés haciendo ahora. Por mi experiencia, la respuesta es no. Sin contar los días del circuito en los que íbamos siempre con un guía, cuando nos movimos por libre no tuvimos ningún tipo de problema. Eso sí, en Túnez, como en cualquier otro país, hay carteristas así que nada de mochilas ni bolsos a la espalda en lugares concurridos y el monedero siempre en el bolsillo delantero del pantalón.

De todos modos, antes de realizar un viaje al extranjero, sea cual sea el destino, te recomiendo que dejes tus datos en el registro de viajeros informático del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación para que puedan localizarte y asistirte en caso de emergencia.

Embajada de España en Túnez: 24, Av. Dr. Ernest Conseil, Cité Jardin. Túnez capital.

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Transporte: Cómo desplazarte por Túnez

Si no quieres contratar un viaje organizado, con la buena infraestructura de transportes que tiene Túnez podrás recorrer el país por libre sin ningún problema. De hecho, cuando volvamos así lo haremos.

Autocar: Hay una importante red de autocares que cubren las principales ciudades y pueblos de Túnez. Es el medio de transporte más económico. Los autobuses nacionales de la empresa SNTRI tienen aire acondicionado y conectan con la mayoría de poblaciones del país.

Tren: La red de trenes cuenta con más de 2.000 km de vías férreas que comunican toda la zona norte del país. Son un poco más caros que el autocar. Tienes toda la información aquí.

Sousse

Louage: Para trayectos no muy largos el transporte ideal es el louage. Encontrarás estas furgonetas o minibuses por todo el país. Es la forma más rápida para moverte por Túnez. La única pega es que no tienen un horario fijo ya que parten cuando están llenos.

Taxi: Los taxis en Túnez son baratos, perfectos para distancias cortas. Son de color amarillo, llevan taxímetro y no pueden salir de la periferia de las ciudades. Los taxis grandes, tipo furgoneta, sí pueden realizar trayectos entre poblaciones. Nosotros los utilizamos para ir a Hammamet y Nabeul,  fijando el precio de antemano según nos habían aconsejado en el hotel. Un ejemplo: de Yasmine Hammamet a Hammamet 6 dinares, unos 3€, por un trayecto de cinco kilómetros.

Moneda y tarjetas de crédito en Túnez

La moneda nacional es el dinar tunecino (TND) que se divide en 1000 millimes y que equivale a unos 0,50€ aproximadamente. Como esta moneda no cotiza en España, hay que viajar con euros y cambiar el dinero en los bancos, hoteles u oficinas de cambio de Túnez. No olvides conservar el resguardo del cambio para poder cambiar los dinares que te sobren a euros antes de salir del país. En este conversor de divisas puedes ver cómo está el de cambio de moneda.

Las tarjetas de crédito internacionales más habituales (Visa, MasterCard, y American Express) se aceptan en los hoteles, restaurantes y en la mayoría de los grandes comercios.

Billete de 10 dinares y monedas tunecinas. Guia Tunez

Idioma en Túnez

El idioma oficial es el árabe, aunque la mayoría de la gente habla francés ya que Túnez fue una colonia francesa desde 1881 hasta 1956, fecha en la que se independizó. En las zonas más turísticas también hablan español, italiano, inglés y alemán. Si quieres sorprender a un tunecino, aprende algunas palabras y lánzate a usarlas.

    • Hola: Asslema
    • Adiós: Besslema
    • Sí: Naam
    • No: Lá
    • No, gracias: Lá, shukran
    • Por favor: Min fadlak
    • Gracias: Shukran
    • ¿Cómo se llama usted?: Ma Ismok?
    • Me llamo…: Ismi…
    • ¿Cuánto cuesta?: Kadesh?
    • Es muy caro: Ghalia katheer
    • Foto: Sura
    • ¿Puedo hacerle una foto?: Mumkin sura?

Electricidad en Túnez

El voltaje en Túnez es de 220 voltios. Los enchufes son del tipo C y E.

Religión en Túnez

La religión oficial de Túnez es el Islam que practica el 98% de la población. La Constitución de 1959 garantiza la libertad de fe religiosa y de culto, dando prueba del carácter tolerante y progresista de los musulmanes tunecinos, a diferencia de otros países del mundo islámico en los que reina la intolerancia y el fanatismo.

Kairouan, la primera ciudad musulmana del Magreb, es la cuarta ciudad santa del Islam, después de La Meca, Medina y Jerusalén. Esta considerada la capital espiritual del país.

Gran Mezquita de Kairouan. Tunez

Compras en Túnez

Una vez que te has familiarizado con la técnica del regateo, comprar en Túnez puede convertirse en una locura irrefrenable dada la variedad de objetos artesanales que encontrarás en los zocos. A modo de resumen, aquí van unas pistas:

    • Cerámica en Nabeul
    • Artículos de cuero en Monastir y Sousse
    • Alfombras y tapices en Kairouán
    • Joyas de plata y oro en Túnez capital, Sfax y Djerba
    • Dátiles en Tozeur
    • Narguiles o shishas en Túnez capital
    • Rosas del desierto en la zona sur
    • Exóticas jaulas para pájaros en Sidi Bou Saïd (se cuelgan en las casas, con la puerta abierta como signo de prosperidad)
    • Perfumes y esencias
    • Objetos tallados en madera de olivo
    • Bandejas, vasijas y teteras de cobre o latón
    • Especias

Como ya comenté en mi primera entrada sobre Túnez, si no te apetece regatear, acude a las tiendas de precio fijo de la Oficina Nacional de Artesanía de Túnez.

Souvenirs de Tunez

Telefonía en Internet en Túnez

Aunque las principales compañías de telefonía móvil tienen cobertura en Túnez, te recomiendo que consultes el servicio de roaming con tu operadora para confirmarlo y, sobre todo, para informarte de las tarifas. Si no quieres utilizar el móvil, en cualquier ciudad encontrarás locutorios con cabinas que funcionan con monedas (taxiphones). Nunca llames ni te conectes a Internet desde el hotel porque es muy caro. En el norte del país hay buena cobertura 3G y empiezan a proliferar los cibercafés.

Alojamiento en Túnez

La oferta de alojamiento en Túnez es muy variada en todas las zonas turísticas del país. Hay opciones para todos los gustos y bolsillos. Desde hoteles de primera categoría a alojamientos más modestos -normalmente situados en la medina o cerca de las estaciones de tren y autobuses-, pasando por albergues juveniles y algún que otro camping.

Nosotros nos alojamos en el hotel Vincci Taj Sultan, un cinco estrellas situado en la zona de Yasmine Hammamet. Lo mejor: su situación frente a la playa. Lo peor: el buffet era demasiado internacional para nuestro gusto, con pocos platos locales. De todos modos, fue con mucha diferencia el mejor hotel en el que estuvimos porque los del circuito por la zona sur del país son muy exóticos por fuera pero las habitaciones son más bien tipo albergue.

Playa del hotel Vincci Taj Sultan. Yasmine Hammamet

Viajar a Túnez: gastronomía

Un festival de olores, colores y sabores. Así es la gastronomía tunecina. Si quieres disfrutar plenamente de ella, huye de los restaurantes que estén llenos de turistas y busca aquellos cuya parroquia sean gentes del lugar. Siempre acertarás.

Para empezar, a modo de entrantes, te sugiero la ensalada mechouia elaborada con tomates y pimientos asados, unos bricks (una especie de crêpe muy fina rellena de huevo, queso y carne o atún) o unos dedos de Fátima (rollitos de pasta brick con diferentes tipos de carne y verdura). Como plato principal, no dejes de probar todas las variedades de cuscús, los deliciosos tajines -pasteles de carne y verdura cocidos al horno con huevo y queso-, o un buen pescado a la brasa. Otro de los platos tradicionales de Túnez es el mechoui (cordero asado). Si te gusta el picante, te encantará la harissa, una salsa hecha a base de pimientos rojos que se utiliza para condimentar muchos platos. Para terminar, nada mejor que unos dátiles o unos dulces elaborados con miel y frutos secos. Baklawa, makroud, samsa

Para acompañar la comida puedes tomar un vino tunecino (blanco, tinto o rosado) o una cerveza -la Celtia es la más popular. Si te animas, tras los postres, prueba el boukha, un  aguardiente de higos fermentados. Y en cualquier momento del día, un té a la menta, la bebida tradicional tunecina.

Más información: Turismo de Túnez

Espero que esta guía práctica para viajar a Túnez te haya resultado útil. Si tienes cualquier duda, no dudes en dejarme un comentario y trataré de ayudarte.

Túnez: 8 días / 7 noches (Segunda Parte)

Túnez: 8 días / 7 noches (Segunda Parte)

Nuestro quinto día en este seductor país del norte de África nos tocó madrugar para hacer las maletas. ¡Por fin íbamos a empezar el circuito por Túnez! Si te soy sincera, lo que más me apetecía era cumplir uno de mis sueños: posar mis pies en el Sáhara tunecino, rodeada de dunas, en silencio, esperando el atardecer… Pero no adelantemos acontecimientos y vayamos paso a paso.

Circuito por Túnez segunda parte: El Jem, Matmata, Douz, el desierto, Chott El Jerid, Tozeur, Chebika, Tamerza, Kairouan y Sousse

Anfiteatro de El Jem

El recorrido rumbo al sur empezó con uno de los platos fuertes de este circuito por Túnez: el anfiteatro de El Jem. Declarado Patrimonio de la Humanidad, fue construido en el siglo III y está muy bien conservado. Tanto que no cuesta nada imaginar en las gradas a 35.000 espectadores vitoreando a los gladiadores que se enfrentaban a las fieras. Como nos dejaron bastante tiempo libre, lo vistamos de cabo a rabo. Primero subimos hasta el último nivel para admirar sus colosal envergadura -148 metros de largo y 124 de ancho- y ya de bajada, deambulamos entre sus magníficos arcos y muros de piedra hasta llegar a la arena. Te recomiendo que antes de bajar a los fosos y mazmorras, donde esperaban su turno animales y luchadores, te sitúes justo en el centro y gires sobre ti mismo. La imagen del cuarto anfiteatro romano más grande el mundo desde la arena es impactante.

Anfiteatro de El Jem. Túnez

Recorriendo el anfiteatro de El Jem. Túnez

Matmata

La siguiente parada, vía Sfax y Gabes, la hicimos en Matmata. En esta zona pre-sahariana, árida y seca, fue donde las tribus bereberes se refugiaron tras la invasión de los árabes que los consideraban musulmanes de segunda clase. De este modo, con el fin de protegerse de los invasores, empezaron a excavar cuevas en la roca que acabaron convirtiéndose en sus viviendas. Son las famosas casas trogloditas, auténticos pozos de entre 5 y 10 metros de profundidad, alrededor de los cuales se distribuyen las diferentes estancias de la casa. Hoy en día, las pocas casas habitadas que quedan son el objetivo de las agencias de viajes que llevan a centenares de turistas a visitarlas. Aunque la experiencia de adentrarte en una de ellas merece la pena porque es realmente curioso ver este tipo de viviendas, la visita acaba siendo, cómo decirlo, un poco artificial, con los bereberes repitiendo las mismas acciones cada vez que llega un nuevo autocar. No sé, tal vez fue impresión mía, pero la cara de la mujer que nos enseñó cómo molía el trigo me dio esa sensación. Una curiosidad: el poblado de Matmata empezó a conocerse cuando George Lucas decidió rodar en este paisaje casi lunar muchas escenas de La Guerra de las Galaxias.

Bereber en Matmata. Túnez

Casa troglodita en Matmata, Túnez.

Mujer moliendo trigo en una casa troglodita de Matmata. Túnez

A la hora del almuerzo nos llevaron al Hotel Sidi Driss de Matmata para degustar, y cito según el folleto, una «comida troglodita». Imagino que lo de troglodita se refería al hotel -una antigua vivienda troglodita llena de pasillos, grutas y patios interiores- porque lo que nos dieron de comer fue espaguetis con tomate. Ni que decir tiene que el cachondeo entre nuestro grupo fue monumental. Ni siquiera un poco de cuscús o cordero. No. Espaguetis y, encima, en plan mili.

Douz, la puerta del desierto

La turistada de la comida nos importó bien poco porque por fin había llegado la etapa del circuito por Túnez que más esperábamos: Douz, la puerta del desierto, el último oasis que da paso al Gran Erg Oriental del Sáhara. Erg significa mar de dunas en árabe y eso es exactamente lo que vimos nada más bajar del autocar. La inmensidad de un desierto dorado, sin palmeras y apenas vegetación.

La fina arena del Sáhara en Túnez

Nuestro paquete incluía un paseo en dromedario o en carro por las dunas. Yo rápidamente opté por el carro porque aún recuerdo el cabezazo que me dio un camello en el Parque Nacional de Timanfaya en Lanzarote. Así, al más puro estilo Cachuli y Pantoja, pero con mucho menos glamour que ya es decir -el carro se caía a trozos-, empezamos nuestra pequeña travesía por el desierto. Nos hicieron una foto montados en el carro, sí, pero esa me la guardo por decoro. El recorrido es una maravilla. Mires donde mires solo ves arena y cada duna da paso a un nuevo horizonte más hermoso si cabe. De la puesta de sol en el desierto solo puedo decir una cosa: increíble.

Mi foto preferida en el Gran Erg Oriental del Sáhara. Túnez

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Los guías de los dromedarios en el Sáhara tunecino. Túnez

Dunas, camellos y guías en el Gran Erg Oriental del Sáhara. Túnez

Puesta de sol en el Sáhara tunecino. Túnez

Esa noche nos alojamos en el hotel El Faouar de Douz. Es bonito por fuera pero las habitaciones son bastante austeras. Tampoco nos importó porque no pasamos muchas horas allí. Queríamos ver amanecer en el desierto, así que pusimos la alarma en el móvil, nos abrigamos cuanto pudimos y salimos del hotel rumbo a las dunas. Ver aparecer la luz del día, con el sol iluminando lentamente la arena, solos y en un silencio abrumador fue una experiencia única, de esas que se quedan grabadas en la memoria para siempre.

A la mañana siguiente, de nuevo madrugar y en ruta. Tras una breve parada en el pueblo de Debebcha para ver el curioso paisaje que forman sus rocas de arenisca, atravesamos el lago salado de Chott El Jerid rumbo a Tozeur.

Figuras arenosas de Debebcha. Túnez

Chott El Jerid

Chott El Jerid es el lago salado más grande del norte de África. Debido al clima extremo de la región, en invierno, durante la temporada de lluvias, algunas zonas se llenan de agua formando pequeñas lagunas que se evaporan con la llegada del verano dejando a la vista un paisaje infinito de sal y más sal. Dicen que en días de mucho calor es fácil ver espejismos pero nosotros, en febrero, no vimos ninguno. El recorrido en autocar por la carretera que atraviesa este desierto de sal en línea recta es tremendamente bello, mágico. Solo los puestos de venta de rosas del desierto que aparecen de vez en cuando te devuelven a la realidad.

Chott El Jerid. Túnez

El lago de sal de Chott El Jerid. Circuito por Tunez segunda parte

Rosas del desierto. Túnez

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Tozeur

Después de comer, nos dirigimos a Tozeur. Capital de la comarca del Jerid, Tozeur es el oasis más importante de Túnez y cuenta con un inmenso palmeral que parece no tener fin. De hecho, es prácticamente imposible saber la cantidad de palmeras que alberga en sus más de mil hectáreas. Nosotros recorrimos una parte de este vergel en calesa. Durante la visita nos enseñaron cómo fertilizan las palmeras -es sorprendente ver la facilidad con la que trepan y, además, descalzos-, fumamos una pipa de hoja de palmera -el sabor es muy fuerte, casi infumable- y probamos la famosa variedad de dátil conocida como deglet nour. Una auténtica delicia.

Calesa. Tozeur. Circuito por Túnez segunda parte

Palmeral de Tozeur. Túnez

Oasis de montaña de Chebika y Tamerza

De allí nos desplazamos en 4×4 hasta los oasis de montaña de Chebika y Tamerza. El de Chebika, que aparece de repente, tras pasar el viejo pueblo abandonado, es un capricho de la naturaleza. Desde lo alto del cañón apenas se distingue un mancha verde que nos indica su existencia pero, a medida que vas descendiendo por el sendero, el paisaje desértico da paso a pequeñas pozas y cascadas rodeadas de palmeras. El de Tamerza, por su parte, también tiene su encanto, sobre todo, cuando llegas a la Gran Cascada, un salto de agua de unos diez metros de altura que se encuentra en una estrecha garganta perdida en medio del desierto.

Oasis de Chebika. Túnez

Paisaje del oasis de Chebika. Túnez

Cascada del oasis de Chebika. Túnez

Gran cascada del oasis de Tamerza. Túnez

Tras la excursión por los oasis nos llevaron al Caravanserail Hotel, situado a las afueras del pueblo de Nefta. Estéticamente es un lugar muy bonito a modo de castillo pero, de nuevo, el exterior luce más que sus habitaciones. Nos dio tiempo a darnos un ducha rápida y poco más. Nos esperaba un espectáculo folclórico con cena típica. La verdad es que a pesar de ser otra turistada, ésta con mayúsculas, fue divertido. La comida resultó ser la mejor de todo el circuito, en el escenario uno grupo de músicos tocaba temas populares con flautas y tambores, vimos juegos de equilibrio y malabares, alguna que otra serpiente y hasta me hice un pequeño tatuaje de henna. Lo mejor, la conga bereber que nos marcamos entre las mesas. Después de todo, era nuestra última noche en Túnez.

Tatuaje de henna. Túnez

Kairouan y Sousse

El último día de nuestro circuito, de camino a Hammamet, pudimos visitar brevemente Kairouan y Sousse. Kairouan es la cuarta ciudad santa del Islam, después de La Meca, Medina y Jerusalén. La Gran Mezquita es el mayor de sus atractivos. Nosotros solo pudimos ver el exterior porque estaba cerrada. Una pena.

Gran Mezquita de Kairouan. Túnez

En Sousse tuvimos más tiempo para disfrutar de esta preciosa ciudad bañada por el Mediterráneo. Su medina, perfectamente conservada y rodeada por altas murallas, es una de las mejores del país. En su interior se encuentra la Gran Mezquita, los zocos que la atraviesan de un lado a otro, y el Ribat, una fortaleza del siglo VIII rematada por una torre de vigilancia. Te animo a que subas a esta atalaya para disfrutar de las magníficas vistas de la medina que desde allí se divisan.

Gran Mezquita de Sousse. Circuito por Tunez

Sousse desde el Ribat. Circuito por Tunez

Y hasta aquí la segunda parte de nuestro circuito por Túnez había acabado. El autocar nos dejó donde empezó todo, en hotel Vincci Taj Sultan de Yasmine Hammamet. A partir de aquí y como decía el folleto: «traslado al aeropuerto, vuelo y fin de nuestros servicios».

 

Túnez: 8 días / 7 noches (Primera Parte)

Túnez: 8 días / 7 noches (Primera Parte)

Más de una vez he contratado un paquete vacacional de esos que te lo dan todo hecho. No es el tipo de viajes que me gustan porque te llevan a golpe de pito, apenas tienes tiempo libre, los horarios son muy estrictos y ese largo etcétera de inconvenientes que todos conocemos. Pero cuando, de repente, te cae del cielo una semana con la que no contabas y no quieres complicarte la vida, la cosa cambia. Eso fue lo que nos pasó hace un par de años, así que nos fuimos a una agencia de viajes y, tras mucho mirar y comparar, decidimos que nuestro destino sería un circuito por Túnez. Un paquete de 8 días, tres de circuito y cuatro en la costa en el hotel Vincci Taj Sultan situado en Yasmine Hammamet. Perfecto. Primero veríamos lo más importante del país más pequeño del Magreb y luego a nuestro aire. Pues no. Ya en el aeropuerto, resultó que nuestra agencia había cambiado alegremente el orden del viaje y haríamos el circuito al final. A mi pareja le vino de perlas porque lo que realmente le apetecía era relajarse en la playa y poco más. Pero como yo soy un culo inquieto, me las ingenié para combinar su sed de mar con mis ganas de ver cuanto más mejor. La crónica de esos días en Túnez a continuación.

El primer día ya te lo puedes imaginar: vuelo, traslado al hotel y reunión con la representante de la agencia para darnos la bienvenida al país y ofrecernos si queríamos contratar alguna excursión adicional. Como Sidi Bou Saïd quedaba fuera de nuestro circuito y a mí me apetecía muchísimo conocerlo, nos apuntamos a una salida que incluía, además, la visita al Museo del Bardo y a Cartago.

Hotel Vincci Taj Sultan. Yasmine Hammamet. Circuito por Túnez

Circuito por Túnez: Hammamet, Nabeul, el Museo del Bardo, Cartago y Sidi Bou Saïd

El segundo día pasamos la mañana paseando por Yasmine Hammamet, un complejo vacacional lleno de hoteles como el nuestro en el que no hay mucho que hacer ni ver salvo disfrutar de sus playas de arena fina, bañadas por un Mediterráneo de color turquesa que no puedes dejar de mirar. Después de comer en el hotel, cogimos un taxi para ir a Hammamet que nos dejó justo a la entrada de las murallas de la medina. Como nos habían recomendado, fijamos el precio de antemano. Seis dinares, unos 3€, por un trayecto de cinco kilómetros.

Ya en la ciudad turística más importante de Túnez (su nombre procede de la palabra hamman que en árabe significa baño), lo primero que hicimos fue visitar el Fuerte de Hammamet. Lo mejor de esta fortaleza es, sin duda, sus murallas desde donde puedes ver toda la ciudad. En la torre más alta hay una pequeña cafetería turca.

Vista de Hammamet desde el Fuerte. Circuito por Túnez

Cafetería turca del Fuerte de Hammamet. Túnez

Hammamet desde la fortaleza. Circuito por Túnez

Cuando empezamos a recorrer la medina serían las cinco de la tarde y estaba prácticamente vacía a excepción de los vendedores de los pequeños zocos que íbamos encontrando por el camino. A pesar de no ser una medina muy grande, el paseo por sus pequeñas y estrechas calles blancas, rodeadas de altas murallas, estaba siendo muy agradable hasta que en una de esas callejuelas vi a una hermosa mujer apostada a la entrada de lo que parecía una pequeña tienda. La rana Gustavo que llevo dentro pensó «qué foto más estupenda, entramos en la tienda así me inicio en la técnica del regateo y después de comprar algo quizá sea más fácil que me deje fotografiarla». ¡Qué mala idea! La pequeña tienda resultó ser un laberinto enorme y claustrofóbico que parecía no tener fin. Estábamos solos, la mujer más que hablar parecía que gritaba y yo me iba poniendo cada vez más nerviosa. Tanto que en un momento dado, con la vendedora insistiendo en que compráramos algo y yo sin ver nada que llamará mi atención, me agobié como nunca. Yo solo quería salir de allí y respirar aire fresco así que cogí una figurita de un dromedario que olía fatal, regateamos lo mínimo y salimos pitando de la que en ese momento bauticé como «la tienda de los horrores». Sé que fue culpa mía porque la situación me sobrepasó pero salí de la medina de Hammamet pensando que en Túnez no iba a ser capaz de comprar ni un triste juego de té. A no ser, claro, que acudiera a las tiendas de precio fijo de la Oficina Nacional de Artesanía de Túnez.

Medina de Hammamet. Circuito por Túnez

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La tienda de los horrores. Medina de Hammamet. Circuito por Túnez

Al salir de la medina nos sentamos en la terraza del Café Sidi Bou Hadid, un local encantador situado al lado de las murallas del fuerte. Fue allí, con la vista perdida en el mar y esperando la puesta del sol, cuando me reconcilié con Hammamet y conmigo misma por el numerito de la tienda.

Café Sidi Bou Hdid. Hammamet. Circuito por Túnez

De regreso al hotel y después de cenar, el azar quiso que conociéramos a tres chicas simpatiquísimas con las que congeniamos enseguida. Cuando les conté mi fiasco como compradora novata en Túnez casi se mueren de la risa y con razón. Al día siguiente querían ir a Nabeul y nos invitaron a ir con ellas para que «me espabilara en el arte del regateo». Además, ya tenían el teléfono de un taxista que conducía una furgoneta de seis plazas así que podríamos ir todos juntos. Dicho y hecho. A las 12 de la mañana -ellas ya habían hecho el circuito y no tenían ganas de madrugar- nuestro taxi nos estaba esperando en la puerta del hotel.

No dejes de leer esta guía práctica de Túnez con toda la información y consejos que necesitas para preparar tu viaje: requisitos de entrada, transporte, moneda, idioma, etc.

Nabeul. Circuito por Túnez

Recuerdo ese día como el más divertido de todo el viaje. Llegamos enseguida porque Nabeul está a solo 10 km de Hammamet. Una vez allí, nos dedicamos a perdernos sin rumbo por las calles y pasajes de la medina. Nabeul está considerada la capital tunecina de la alfarería y muchas tiendas lucen en su fachada preciosos platos de cerámica de alegres colores. Cuando las vi entrar en acción me quedé impactada. Eran el ejemplo perfecto de cómo se debe encarar el regateo con un vendedor tunecino: con actitud positiva, sin prisa, teniendo muy claro cuánto se quiere pagar por el producto y, sobre todo, pensando que no deja de ser un juego, un divertido toma y daca que nos permite interactuar con la gente del país. Con la lección aprendida, por fin pude comprar mi ansiado juego de té, un bol de madera de olivo y varios frasquitos de khol, un polvo muy negro y fino que usan tanto mujeres como hombres como máscara de ojos para protegerlos del sol y las bacterias.

Callejeando por Nabeul. Túnez

Slow shopping en Nabeul. Circuito por Túnez

Después de la mañana de slow shopping, fuimos a comer a comer a un modesto restaurante. Pedimos cuscús, unos briks, tajines y cordero a la menta. Por la tarde, dimos un paseo por la playa que rematamos fumando una shisha en uno de los cafés del centro. Un día redondo, sin duda.

Preparando un shisha en Nabeul. Túnez

El cuarto día de nuestra estancia en Túnez hicimos la excursión que contratamos en el hotel para visitar el Museo del Bardo, Cartago y Sidi Bou Saïd. La pena es que el día amaneció encapotado y amenazando lluvia.

El Museo del Bardo, a unos seis kilómetros de la capital, es el más importante del país ya que contiene la mejor colección de mosaicos romanos del mundo. Recorrer cada una de las plantas y salones de este hermoso palacio es recorrer tesela a tesela la historia de Túnez: la época púnica, griega, cartaginesa, cristiana e islámica. La visita guiada merece mucho la pena aunque dura 2 horas y al final se acaba haciendo un poco larga.

Museo del Bardo. Túnez

Del Museo del Bardo nos llevaron a Cartago para visitar lo poco que queda de la antigua capital púnica. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el enclave más  importante en su día del Mediterráneo es hoy un conjunto de ruinas diseminadas. Los restos arqueológicos que se conservan en mejor estado son las Termas de Antonino de época romana. Al lado de las termas se encuentra el Palacio Presidencial de Túnez por lo que ni se te ocurra disparar tu cámara en esa dirección porque está absolutamente prohibido.

Termas de Antonino. Cartago. Circuito por Túnez

Detalle de las Termas de Antonino. Circuito por Túnez

Cuando llegamos a Sidi Bou Saïd ocurrió lo que me temía. Estaba lloviendo a cántaros, tanto que la mayoría de nuestro grupo corrió a refugiarse en el Café des Nattes, uno de los más típicos y bonitos del lugar. Por suerte, nuestra guía, muy profesional, dijo que ella iba a hacer el recorrido que tenía previsto y que quien quisiera la siguiera.

Así, bajo un paraguas y acompañados por un intenso olor a jazmín, fue como empezamos a ascender por las calles de Sidi Bou Saïd, confirmando a cada paso que todos los piropos que recibe son más que merecidos. Sus casas blancas inmaculadas, con las puertas y ventanas pintadas de azul y resguardadas por misteriosas celosías para mirar sin ser visto, sus intrincadas y empedradas callejuelas, las vistas al Mediterráneo… Arquitectura y paisaje se dan la mano para dar forma a Sidi Bou Saïd, un pueblo encantador que, en lo alto de un acantilado, dominando el golfo de Túnez, me enamoró bajo la lluvia.

Sidi Bou Saïd. Circuito por Túnez

Tienda en Sidi Bou Saïd. Túnez

Café des Nattes. Sidi Bou Saïd. Túnez
  • Sigue leyendo la segunda parte de este circuito por Túnez aquí.