48 horas en Oporto, la princesa del Duero

48 horas en Oporto, la princesa del Duero

Acabas de llegar y tienes todo un fin de semana por delante para descubrir Oporto. Tal vez hayas escogido este destino por ser la segunda ciudad de Portugal o por el atractivo imán de un casco histórico declarado Patrimonio de la Humanidad. Eso es lo obvio, nada nuevo bajo el sol. Lo que tal vez desconoces es cómo disfrutar del magnetismo de sus contrastes, de una armoniosa y delicada asimetría que nace en el Duero y se eleva colina arriba navegando orgullosa entre tradición y vanguardia, vino, francesinhas, coladas al sol y galerías de arte.

Panorámica de Oporto desde el puente D. Luis I Praça da Ribeira. Oporto Escenas de Oporto Sobrada de fotogenia, monumental y desconchada, refinada y desenfadada, pequeña en continente y enorme en contenido. Oporto es así y así quiero mostrártela seleccionando os melhores locais para namorar, o lo que es lo mismo, los lugares en los que tú, como yo, también dejarás un pedacito do teu coração a no ser que no corra sangre por tus venas. 48 horas en Oporto. Comenzamos.

48 horas en Oporto: día 1

Ver amanecer junto al Duero

Todavía es de noche en Cais da Ribeira y entre la niebla Gaia solo es un fantasma escalonado de luces blancas y amarillas que se reflejan en las aguas del río. Aquel que dio vida a una pequeña aldea celta y al Portus Cale romano, origen del topónimo Portugal.

Vista de Vila Nova de Gaia Amanecer frente al Duero. Oporto A esa hora bruja, azul y casi exenta de vida, Oporto, como una gaviota más que camina distraída por el muelle, luce un rostro melancólico y ausente, cercano al de “un milano herido en el ala” como la describe con acierto el letrista Carlos Tê en Porto Sentido. Escucha este fado en la voz de Rui Veloso mientras la luna recoge sus bártulos y empezarás a contagiarte del espíritu portuense.

Pasear por Cais da Ribeira y Barredo

Poco a poco la bruma se disipa y las terrazas vuelven a ocupar su feudo frente al río. Estás en Cais da Ribeira que despierta mostrando su anárquica estampa de casas apiñadas que compiten por asomarse al Duero. Entre fachadas de colores, azulejos y restaurantes, el que fue el puerto principal de la ciudad hoy se entrega a su nuevo estatus, el de un animado paseo copado por turistas a cualquier hora.

Cais da Ribeira. Oporto Cais da Ribeira, Oporto Sentirás la tentación de encaminar tus pasos hasta el puente de D. Luis I. No lo hagas aún y piérdete en la trasera de esta imagen de postal, en el laberíntico barrio de Barredo que se extiende a los pies del Terreiro da Sé. Fíjate en sus paredes ocres, en sus desgastadas callejuelas, en las escalinatas cercadas por las viejas murallas y en la Torre da Rua de Baixo. Es aquí donde reside del corazón medieval de llamada ‘ciudad invicta’ por su enérgica oposición a las tropas de Napoleón.

Barrio de Barredo. Oport

Rua do Barredo. Oporto

Cruzar el puente Don Luis I

Ahora sí, deshaz el camino y deja las enrevesadas calles de Barredo en busca de un soplo de aire fresco. Lo hallarás en uno de los grandes anzuelos turísticos de la bella Oporto, sobre la arteria de agua dulce que le da vida y con aspecto de gigante de hierro. Es el puente Don Luis I, un capricho de la ingeniería, proyectado por Teófilo Seyrig -discípulo de Eiffel-, que desde 1886 conecta con la vecina Vilanova de Gaia.

Puente Don Luis I. Oporto Oporto desde el Puente Don Luis Panorámica de la Ribeira. Oporto ¿Cuánto tiempo tardarás en recorrer los 174 metros del nivel inferior? A saber. La que te habla perdió la noción del tiempo jugando con su esqueleto de metal en busca del mejor encuadre, esquivando bicicletas y coches para captar un retazo de su potente perfil.

Visitar las bodegas en Vila Nova de Gaia

Cruzar el gran símbolo portuense tiene recompensa ya que en Gaia se concentran las bodegas del famoso vino de Oporto. Centenarias instituciones como Ferreira, Sandeman, Calém o Ramos Pinto. La visita a esta última es muy recomendable porque, además del tradicional recorrido por sus instalaciones y la posterior cata, nos permite viajar hasta 1880 en sus antiguas oficinas donde se exhiben obras de arte, provocativos azulejos y carteles de la época que promocionaban las bondades de tan apreciado elixir (Avenida de Ramos Pinto, 380)

Bodega Ramos Pinto. Vilanova de Gaia Muy cerca de aquí la cultura del vino revela su imagen más actual en el Espacio Porto Cruz, un moderno centro expositivo y de ocio que destaca por sus originales experiencias en torno al vino de Oporto y por sus propuestas de arte, moda y gastronomía lusa. Tómate un Porto Tonic en su terraza lounge 360º mientras disfrutas de las fantásticas vistas del Duero y la Ribeira, y saborea la original carta del chef Miguel Castro Silva en el restaurante DeCastro Gaia (Largo Miguel Bombarda, 23).

Terraza del Espacio Porto Cruz Tras la sobremesa, dos planes a cual más valido. Enfilar la Rua Cabo Simão para acceder al nivel superior de la atalaya más piropeada de la ciudad y seguir coleccionando imágenes para el recuerdo, o contemplarla desde su origen, navegando por el Duero.

Oporto desde la Rua Cabo Simão Oporto desde el nivel superior del Puente Don Luis I Un crucero por el Duero

Los tradicionales rabelos ya no transportan barricas de los viñedos a las bodegas de Gaia como antes. Ahora su carga son viajeros que quieren descubrir que hay más allá de la Ribeira en un recorrido panorámico que atraviesa los seis puentes que salvan el río. Rumbo a su desembocadura, allí donde el Duero se pierde en el Atlántico, en un paseo fluvial que nos muestra el cambiante paisaje que domina sus orillas. 50 minutos y 12 euros muy bien invertidos. Incluso bajo la lluvia. Sobre todo bajo la lluvia, dirían los más románticos.

Rabelos en el muelle de Gaia Crucero por el Duero. Oporto Disfrutar del atardecer en el muelle de Gaia

Sea cual sea la opción elegida, no abandones Gaia sin ver el atardecer desde el muelle. Con el adiós del sol la princesa del Duero vuelve a vestirse de gris luciendo su frágil silueta, el río oscurece, las fachadas palidecen… La magia de Oporto está hecha de pequeños detalles y esta puesta de sol, créeme, es uno de ellos. Si poco a poco te invade un sentimiento de recogimiento, cercano a la melancolía, llámalo saudade, como haría el maestro Pessoa.

Puente Don Luis I desde Vilanova de Gaia Atardecer en Vila Nova de Gaia Tras alimentar al alma, a satisfacer al estómago en alguno de los restaurantes de la Ribeira. Una buena elección es Jimão Tapas e Vinhos, pocas mesas, buena comida y situado en la encantadora Praca da Ribeira. Un apropiado final para estas primeras 48 horas en Oporto con el río como protagonista.

48 horas en Oporto: día 2

Recorrer el centro histórico de Oporto

Deja a un lado la pereza porque hoy toca callejear por el centro histórico así que prepárate para subir y bajar cuestas sin parar porque la preciosa fisonomía de Oporto tiene un precio. Primera parada, la , la Catedral que corona la ciudad desde el siglo XII.

Catedral de Oporto

Tras disfrutar de la amplia panorámica que nos regala la plaza de la Catedral, te espera uno de mis rincones favoritos, la estación de São Bento, una construcción de principios del siglo XX en la que es muy fácil distinguir a los viajeros de los turistas. Los primeros atraviesan el vestíbulo principal rumbo a las vías sin pena ni gloria, los segundos se maravillan ante los más de 20.000 azulejos que plasman escenas cotidianas y destacados capítulos de la historia de Portugal. Por algo dicen que es una de las estaciones de tren más bonitas del mundo.

Estación de São Bento. Oporto El pasado también se adueña de otro clásico portuense, el Café Majestic. Dirígete a la Rua Santa Catarina, la arteria comercial del casco histórico, para trasladarte a la Belle Époque de los años 20 rodeado de maderas nobles, enormes espejos y asientos de cuero. A pesar de sus elevados precios, conseguir mesa suele ser misión imposible pero por intentarlo que no quede. Nunca está de más darse un capricho y si es en forma de pastel de nata mejor que mejor.

Café Majestic. Oporto

¿Una bocanada de cotidianidad para contrarrestar tanto glamour? El cercano mercado do Bolhão que combate su deteriorado aspecto a base de vida y color. Productos frescos, enérgicos vendedores, souvenirs, flores, algún bar y buen ambiente se dan cita en un monumental edificio de factura neoclásica alzado en 1850 que espera paciente una reforma.

Mercado do Bolhão. Oporto Comprar un libro en Lello e Irmao

Dicen que es una de las más bellas del mundo y una de las más antiguas de Europa, que inspiró a J. K. Rowling para escribir la saga de Harry Potter y que atrae a una media de tres mil visitantes diarios. Yo simplemente me atrevo a afirmar que la visita a esta librería, en pie desde 1919, es algo que no debes pasar por alto. Los detalles modernistas de su fachada, la impresionante escalera que da acceso a la planta superior, las estanterías de madera, sus impresionantes vidrieras que permiten la entrada de luz natural… Divina fue la palabra que utilizó The Guardian para describirla. Desafortunadamente son pocos los que compran y muchos los que la fotografían aunque los tres euros que cuesta la entrada se descuenten del precio de la compra. Muchos curiosos y apenas lectores. Una mala combinación se mire por donde se mire (Rua das Carmelitas, 144).

Librería Lello. Oporto. © Miguel Ángel M. Romero Comer una francesinha

Como diría Oscar Wilde, la mejor manera de evitar la tentación es caer en ella. Y la tentación en Oporto es su plato más típico, la francesinha, liviano nombre para un enorme sándwich de carne, embutido y queso cubierto con una salsa picante que en su versión especial se sirve con huevo y patatas. Yo me enfrenté a este delirio gastronómico en el Café Piolho, un restaurante de toda la vida frecuentado por universitarios en el que también cocinan otras especialidades locales como las tripas à moda do Porto o los cachorros (Praca Parada Leitao).

Francesinha, el plato típico de Oporto

Subir a la Torre de los Clérigos

Para bajar esta brutal ingesta de calorías anímate a subir los 240 escalones de la Torre de los Clérigos. Al final del ascenso te esperan las mejores vistas de Oporto, el Duero y Vila Nova de Gaia ya que está ubicada en una de las zonas más elevadas de la ciudad. Tanto la iglesia como la torre, declarada Monumento Nacional, son obra de Nicolau Nasoni y constituyen una de las mejores muestras de arte barroco que hallarás en la ciudad. Consulta su web para conocer horarios y tarifas (Rua de S. Filipe de Nery).

Torre de los Clérigos. Oporto Descubrir el Oporto más vanguardista en la Rua Miguel Bombarda

Junto al Oporto que se resiste a las novedades convive el Oporto que se rinde ante ellas, que se entusiasma por el arte, el diseño y la cultura urbana. Buena prueba de ello es la Rua Miguel Bombarda, el epicentro de la movida portuense en cuanto a vanguardias se refiere. Infinidad de galerías de arte, restaurantes ecológicos, encantadoras cafeterías como Jóia da Coroa, tiendas de decoración vintage, boutiques de jóvenes diseñadores portugueses y, cómo no, street art. Desde el pimer gran mural que se realizó en la ciudad (El Quijote), a mi favorito, El Corazón de Viana, obra de Hazul y Costah y ubicado en la entrada del centro comercial Bombarda. Lo dicho, la cara más contemporánea de Oporto en apenas 700 metros.

Ó! Galeria. Rua Lombarda, Oporto El corazón de Viana. Street art en Oporto ¿Dónde dormir en Oporto?

Como me quedé prendada de la Ribeira te recomiendo dos opciones a la vera del Duero. La primera, el Bluesock Hostels Oporto, un precioso edificio forrado de azulejos que conserva su estructura original. ¿Qué lo hace especial? Espacios como el business centre, una zona chill out donde se programan conciertos, sus free walking tours y sus modernas habitaciones que pueden alojar de 2 a 16 personas. Un nuevo concepto de hostel, sin duda.

Bluesock Hostels Oporto

La segunda, el Hotel Carrís Porto Ribeira, un magnífico cuatro estrellas situado enfrente del anterior. Terrazas con vistas al río, elegantes y confortables habitaciones y una cuidada oferta gastronómica que se puede degustar tanto en el restaurante Forno Velho como en la tapería A Capela.

Irte de Oporto deseando volver

Las 48 horas en Oporto que te propongo concluyen aquí. Sé que he dejado mucho por mostrarte: el tranvía, los modernistas edificios de la Avenida dos Aliados, la iglesia de Santa Clara, la Casa de la Música, la Fundación Serralves, la Rua das flores, las playas de Foz… Lo enmendaré cuando vuelva porque me he quedado con ganas de más. Más piedras gastadas, apiñados tejados, guiños sutiles y descaradas contradicciones. Aquí en Oporto, en el norte de Portugal.

Rua das flores, Oporto

Y no, ni se te ocurra hacerme escoger entre Oporto y Lisboa. Porque sería injusto, porque comparar y viajar son dos verbos no se llevan bien, porque no puedo. Porque a pesar de las coincidencias priman las diferencias, porque el hechizo de una no solapa a la otra, sencillamente, discurren en paralelo.

Motos de nieve, raquetas y trineo de perros: aventuras invernales en la Laponia noruega

Motos de nieve, raquetas y trineo de perros: aventuras invernales en la Laponia noruega

Trekking con raquetas, motos de nieve, esquí, trineo de perros… Uno de los principales atractivos de la Laponia noruega son sus actividades invernales. No podría ser de otra manera en uno de los últimos espacios salvajes de Europa, en una virginal región en la que la naturaleza es capaz de despertar nuestro espíritu más aventurero. Practicar cualquiera de estos deportes, rodeado de infinitos paisajes níveos, hará que nunca olvides una tierra tan sorprendente y atractiva como esta.

Paisaje de la Laponia noruega Excursión con raquetas de nieve. Laponia Noruega Lo sé. Deseas viajar a este confín del mundo para contemplar una aurora boreal. Nada sorprendente teniendo en cuenta que la propia NASA confirma que es el destino europeo donde se puede ver con mayor frecuencia este hipnótico espectáculo del firmamento. Probablemente así será y te quedarás prendado de su belleza en las frías noches de la Laponia noruega pero, hasta que llegue ese momento, déjame tentarte con el resto de actividades que te esperan en Finnmark, por encima del Círculo Polar Ártico. Para los noruegos disfrutar de la naturaleza al aire libre es un pasatiempo nacional así que, siguiendo el refrán de donde fueres haz lo que vieres, vamos a divertirnos.

Trekking con raquetas de nieve, siente y respira el Ártico en la Laponia noruega

Si te desplazas hasta la pequeña ciudad de Kirkenes, conocida como la capital de la región del estrecho de Barents, descubrirás un paisaje invernal, prácticamente desértico, tan mágico como las aventuras que recuerdan los libros de historia. Hazañas épicas de exploradores polares de origen noruego como Roald Amundsen, el primer hombre que llegó al Polo Sur, o Fridtjof Nansen, que en 1888 atravesó el interior de Groenlandia.

Raquetas de nieve. Laponia noruega Trekking con raquetas de nieve. Laponia noruega Ponerte en la piel de estos héroes no será difícil si optas por realizar un trekking con raquetas de nieve, adentrándote en los bosques que rodean esta población situada muy cerca de la frontera rusa. El ritmo pausado de esta actividad te permitirá paladear el silencio blanco, sentir cómo el Ártico inunda tus pulmones en cada bocanada, dejar tu huella impresa junto a las de los animales que antes que tú hollaron la nieve… Rodeado de vistas de escándalo, bajo un inmaculado cielo azul, entre abedules que esperan la llegada de la primavera para resurgir y lienzos propios de un cuento de Navidad que querrás inmortalizar una y otra vez para captar la inhóspita fisonomía de los inviernos del norte.

Caminata con raquetas de nieve. Laponia noruega Raquetas de nieve en la Laponia noruega

No te preocupes demasiado por tu estado físico ya que hay rutas para todo tipo de públicos con diferentes escalas de extensión, dificultad e intensidad. Si la urbanita que te habla pudo hacerlo sin gran esfuerzo, tú no vas a ser menos. Tampoco por el frío si vas convenientemente abrigado.

¿El colofón a esta experiencia en la que sentí que dirigía mi propia expedición? Degustar un reconfortante bidos, el tradicional guiso de reno del pueblo sami, en una lavvo, la típica tienda que desde tiempos inmemorables ha utilizado la minoría étnica más importante del país para combatir los rigores de la tundra noruega.

Tras el trekking con raquetas de nieve, un reconfortante bidos. Laponia noruega

Sea cual sea la actividad que realices, recuerda ser respetuoso con la naturaleza y no dejar el menor rastro de tu presencia. Preservar la belleza de esta tierra es responsabilidad de todos

Motos de nieve, un auténtica aventura nórdica

Cuando en 1959 Joseph A. Bombardier inventó las motos de nieve para sustituir a los trineos tirados por perros seguro que no imaginó que este nuevo medio de transporte, ideado para mejor la calidad de vida en las regiones nevadas, acabaría siendo una disciplina deportiva que en el caso de Noruega cuenta con una fiel legión de seguidores, y mucho menos una experiencia que todo el que recala en estos lares desea probar.

Motos de nieve en la región de Tromsø. Laponia noruega En tu mano queda decidir si prefieres una excursión diurna o nocturna. En mi caso yo sentí la fuerza de un motor rugiendo entre mis piernas al caer el sol en la región de Tromsø. Concretamente en el Camp Tamok de la empresa Lyngsfjord Adventure. Tras equiparme concienzudamente y asistir a una breve clase de conducción, nuestra caravana inició la travesía internándose en un bosque que bajo la luna parecía un espectral escenario de luces y sombras.

En el lago helado con Lyngsfjord Adventure. Laponia noruega. © Gøril Ovesen

La emoción de avanzar por un entorno desconocido y el nerviosismo inicial dio paso a una tremenda descarga de adrenalina que alcanzó su punto álgido sobre las heladas aguas del lago de Finn, a 900 metros sobre el nivel del mar. Allí, en medio de la nada y por tanto lejos de cualquier peligro, se desató la locura entre vertiginosos giros y carreras. Diversión y libertad son los mejores términos para definir qué se siente a lomos de una moto de nieve. Imagina cómo debe ser si se cruza a tu paso una aurora boreal. Algo parecido a lo que refleja esta imagen captada por el equipo de Lyngsfjord.

Safari nocturno en motos de nieve. Laponia noruega

* La duración de esta activad, incluyendo el transporte desde el puerto de Tromsø y la posterior cena en el campamento, es de siete horas. Su precio por persona: 1850 NOK (unos 200€).

Más información: Auroras boreales en Noruega Ártica

Trineo de perros o cómo enamorarte de la Laponia noruega

He dejado para el final la que para muchos, auroras al margen, es la actividad estrella del invierno en Laponia: un paseo en trineo de perros. Una experiencia con mayúsculas que te permite disfrutar de la exultante naturaleza noruega del modo más íntimo que puedas imaginar.

Trineo tirado por perros. Actividades en la Laponia noruega Alaskan husky. Trineo de perros. Laponia noruega

Aunque ya lo relaté en su día con todo lujo de detalles, aquella mañana de marzo sigue viva en mi memoria. El calor de un cachorro en mi pecho, los penetrantes ojos azules de los Alaskan huskies que tiraban de mí, sus ladridos antes de iniciar la marcha, el viento del norte, el sonido de las cuchillas deslizándose por la tierra helada, las salvajes llanuras cubiertas de nieve, los largos fiordos cuyas aguas no llegan a congelarse gracias a la calidez de la corriente del Golfo… Demasiadas sensaciones para un corazón acostumbrado al asfalto, las prisas y el ruido del tráfico, demasiadas virtudes para esquivar el flechazo, para no sucumbir ante una región que te gana la mano y se adueña de tu alma sin artificios, blandiendo su mejor arma, la sobrecogedora belleza con la que fue bendecida.

  • La duración de esta activad con la empresa Tromsø Villmarksenter, incluyendo el transporte desde Tromsø y la comida, es de cuatro horas. Su precio por persona: 1590 NOK (unos 170€).

Y no. No he olvidado tu sueño, las luces del norte. Solo he pretendido mostrarte que la Laponia noruega no es solo tierra de auroras, que hay otros guiones en esta película de marcado carácter ártico que busca protagonista. ¿Quieres el papel?

Nota: Todas estas experiencias fueron posibles gracias a la Oficina de Turismo de Noruega en colaboración con Northern Norway y Norwegian.

SEGURO DE VIAJE PARA VIAJAR A NORUEGA

Tu seguridad es lo primero, así que, si vas a viajar a Noruega, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplia cobertura COVID-19: gastos médicos derivados de la enfermedad, PCR prescrita por un profesional sanitario, prolongación de estancia, regreso anticipado… Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

2016, un año en imágenes, un año en instantes para el recuerdo

2016, un año en imágenes, un año en instantes para el recuerdo

Haciendo míos los versos de Antonio Machado, a lo largo de este 2016 he andado muchos caminos y abierto muchas veredas. Gracias a esta bendita profesión de juntaletras que me ha permitido seguir conjugando el verbo viajar, sí, pero sobre todo porque, a pesar de tener la piel curtida por las sendas que un día pisé y los soles que me alumbraron, conservo intacto mi espíritu de niña inquieta y preguntona. Aquella que nunca duerme bien la noche previa a la partida, que sabe que cualquier destino esconde una historia que merece ser contada, que ama lo desconocido y se reconoce en lo cercano. Que no ha contemplado dos amaneceres iguales ni dos atardeceres parejos.

Como comenté en su día, viajo porque es mi pan y mi sal, porque nunca supe ni quise estarme quieta, porque es el mejor antídoto para no aburrirme de mí misma. ¿Sus efectos secundarios? Amplitud de miras, ser consciente de que el mundo no acaba en mi realidad, aprender a calzarme los zapatos del otro, crecer, mejorar, tratar de sumar y no restar… Nunca un prospecto encerró tantas lecciones de vida.

Yo viajo

Ahora, a escasas horas de un nuevo año, toca a hacer balance de lo vivido, de lo viajado. Nadie me obliga a hacerlo. Es más, lo hago para mí. Para disfrutar recordando, para luchar contra el olvido. Para que cuando la memoria falle pueda tirar de archivo y revivir qué supuso este 2016.

Si odias este tipo de resúmenes, es el momento de salir pitando. Si sientes curiosidad por saber dónde he estado y qué he sentido en cada horizonte conquistado, siéntate a mi lado. Comenzamos.

El Territorio de la Sidra y la gran fiesta del txotx en Guipúzcoa

Tradición, cultura y amistad en Sagardoaren Lurraldea, el Territorio de la Sidra Mi primer recuerdo me traslada al Territorio de la Sidra, un pequeño rincón de Guipúzcoa que vive al ritmo que marca su bebida por excelencia. Allí, entre dantzaris, bertsos y kupelas, hice mía la gran fiesta del toxt, una de las grandes citas gastronómicas de Euskadi cuyo inicio viene marcado por la celebración del Sagardo Berriaren Eguna, el día de la sidra nueva. El año que viene el inicio de la nueva temporada de sidrerías tendrá lugar el 11 de enero. Reserva un hueco en tu agenda para conocer los valores de la cultura de la sidra vasca en un ambiente fantástico donde todo el mundo es bienvenido, y darte un sabroso y contundente homenaje degustando su menú típico: tortilla de bacalao, bacalao frito con pimientos verdes, chuletón y queso con membrillo y nueces. Ahí lo dejo.

Laponia noruega, el lugar donde se cumplen los sueños

Aurora boreal en la Laponia noruega

No pidas que escoja un momento de mi viaje a la Laponia noruega. Sencillamente no puedo. Allí escuché el sonido del silencio, me enamoré de la fisonomía de los inviernos del norte, dejé que unos huskies guiaran mi trineo atravesando el gran vacío blanco, dormí en un hotel de hielo, me reencontré con el pueblo sami y me emocioné hasta las trancas al contemplar de nuevo una aurora boreal. No. Una sola postal no puede dar cobijo a tanta belleza. Además de imposible, resultaría injusto porque solo por experimentar una de estas vivencias ya vale la pena viajar a este cautivador confín del mundo. Más allá del Círculo Polar Ártico, en una región en la que la naturaleza es dueña y señora de cuanto sucede a su alrededor.

Trip-drop: viaja, da y recibe

Trip-drop

En este resumen no podía faltar el el gran proyecto solidario de Trip-drop, una plataforma sin ánimo de lucro que localiza, contrasta y difunde las necesidades de ONGs de todo el mundo para que puedas ayudarles personalmente mientras viajas. No lo olvides: si te implicas con la realidad de los países que visitas y sabes ver más allá de tu ombligo, trip-drop.com es la web que debes consultar antes de cada viaje.

“¿Y nuestros pijamas?” (Costa Brava)

El impresionante litoral del Parque Natural de Cap de Creus

Atravesamos el pueblo. Las indicaciones de centro y playas quedan atrás y temo que se den cuenta. Nos detenemos frente a la entrada de un hotel. Sus preciosas vistas sirven de excusa. Cae la tarde al son de un café y el deberíamos volver no se hace esperar. “Bien, pero antes quiero enseñaros algo”. Un guiño a la recepcionista. Un ascensor que sube a la última planta. Una puerta que se abre y un pastel en la habitación. Caras de sorpresa, abrazos y alguna lágrima. Una escena que nunca olvidaré con las 80 primaveras de mi padre y el Mediterráneo como telón de fondo. Viajé con ellos en busca de los paisajes que nos acompañaron desde que tengo uso razón. Cadaqués, Roses, Portlligat, L’Estartit, El Port de la Selva, el Cap de Creus… En la Costa Brava, ese mágico tramo del litoral catalán que llevo conmigo adonde quiera que vaya.

Helsinki, Turku y Naantali: una nueva escapada a Finlandia

Turku.Finlandia

En abril regresé al norte de Europa para asistir al Finnair’s Press Day, el encuentro anual en el que esta aerolínea finlandesa presenta a los medios de comunicación sus principales novedades. Además de reencontrarme con una vieja conocida como es Helsinki, descubrí el encanto de Turku, la antigua capital de Finlandia, una atractiva ciudad donde la vida transcurre en tono nórdico, la misma cadencia que reina en su archipiélago formado por más de 40.000 islas e islotes. Y también su vecina Naantali, la ciudad del sol de Finlandia, donde me relajé disfrutando de su fórmula de turismo sostenible y slow. Imposible olvidar aquellos atardeceres en el muelle de mi hotel. Sola, en silencio, sintiendo el frío en el rostro y el abrigo del Báltico.

Vigo y un password, Terras de Pontevedra y un puñado de hórreos

“¿La clave de wifi? mirandoalmar.” Sucedió en un restaurante de Vigo, entre navajas de buzo, centollas, arroces y vinos, y a esta sirena, demasiado tiempo varada en tierra, se le iluminó el alma. No podía ser de otra manera en una ciudad nacida del mar, donde las historias de corsarios y tesoros siguen vivas. Surqué su ría, contemplé las Cíes desde lo alto, pateé su Casco Vello, recorrí sus playas, me entregué a su noche. ¿No hay mucho que ver en la mayor urbe de Galicia? A otra con ese cuento.

La ría de Vigo desde el Monte O Castro

Hórreos que juegan con la marea, piedra, teja, cruceiros y viejos relatos de meigas. Otra imagen marinera esta vez en Combarro, en Terras de Pontevedra, en el corazón de las Rías Baixas. Una mancomunidad turística que me ayudó a paliar la gran deuda que tengo con Galicia entre arte rupestre, espacios naturales y gastronomía con mayúsculas.

Hórreos en Combarro. Poio, Terras de Pontevedra

Tierra Estella, la esencia rural de Navarra

La monumental y acogedora Estella-Lizarra, espacios naturales como el Nacedero del Urederra, hallazgos subterráneos como la Cueva de los Cristinos, pueblos que demandan una escapada rural, los peregrinos del Camino de Santiago… Estas son las postales viajeras que traje conmigo de Tierra Estella, una merindad de la llamada Zona Media que resume lo que es Navarra. Tierra de trufas, sales únicas, quesos y mieles. De pacharán, vinos que no necesitan presentación, espárragos y chuletones. ¿Comí bien allí? La duda ofende.

Peregrinos en el puente del Azucarero. Estella-Lizarra. Navarra La profesional: la oportunidad de participar en el I Foro de Innovación Turística de Navarra como ponente en la mesa redonda “Influencers en Tierra Estella, una visión crítica”.

Oporto, sin más

Oporto

‘Quem gosta vem, quem ama fica’ (A quien le gusta viene, quien ama se queda). Nada más que decir, ya habrá tiempo para hacerlo. Por ahora, simplemente, Oporto, donde se quedó un pedacito ‘do meu coração’.

Rumbo al sur: la Costa del Sol y la provincia de Sevilla

Proponerme viajar al sur y venirme arriba es todo uno. No puedo evitarlo. Me encanta su gente, me engancha su clima, su cocina, su patrimonio, su mar. Por eso disfruté cada paso dado en la Costa del Sol. Conociendo Málaga, avistando Ronda desde el Tajo, viendo como el sol se desplomaba en el Torcal de Antequera, practicando kayak en Nerja, dejando que me mimaran en un hammam.

Atardece en el Paraje Natural Torcal de Antequera. Costa del Sol

En el sur también descubrí que si Sevilla tiene un color especial (epíteto tan trillado como acertado), a su provincia habría que adjudicarle todo un aircoíris. Un tramo del Rocío en carriola, senderismo en la Sierra Norte, marismas y arrozales, enclaves arqueológicos, cigüeñas blancas y flamencos… Es cierto, hay otra Sevilla que reclama ser descubierta y que no merece ser eclipsada por el brutal embrujo de la capital andaluza.

Vitoria-Gasteiz, Jerez de los Caballeros, Ámsterdam, Plasencia, Barcelona y una buena calçotada

Destinos del 2016

La capital de Álava me ganó con el trazado medieval de su casco histórico, con su Anillo Verde, su oferta cultural, su ambiente nocturno. Euskadi es uno de mis destinos preferidos y este próximo año mi mira está puesta en Bilbao, que ya toca dejarse caer por allí.

Jerez de los Caballeros, por su parte, con su aspecto de pequeña ciudad con alma de pueblo, de enrevesadas y empinadas calles cargadas de historia en las que aún resuenan los ecos de la Orden del Temple, y con los verdes lienzos de prados, encinas y alcornocales que dan forma a la extensa dehesa extremeña.

De Ámsterdam poco puedo decir puesto que solo pasé una mañana en sus calles y, sencillamente, no tengo base para una opinión. Lo que sí puedo afirmar es que en Palencia probé la que dicen es la mejor tortilla de patata de España, que experimenté qué se siente al saltar de un avión a 4.000 metros de altura en el túnel de viento de Windobona, que Barcelona para mí siempre será la mejor ciudad del mundo y que este 2016 se cerró con el mejor sabor de boca: una calçotada en Valls.

La viajera que he sido, la que soy y la que quiero ser, y otros desnudos del alma

En estos meses de nuevo encontré tiempo para lanzar mis reflexiones en voz alta. Para soltarme la melena y colocar bajo mi microscopio la figura del rey de los viajes. Un divertimento literario, una hipérbole mayúscula llena de típicos y tópicos, que se pergeñó con ironía, desenfado y un toque gamberro. Nació para robar sonrisas, y a tenor de su acogida, creo que cumplió su objetivo.

También me puse solemne y nadé sin guardar la ropa para analizar la viajera que he sido, centrarme en la que soy y soñar despierta con la que quiero ser. Incluso me atreví a conjugar el más adictivo y generoso de los verbos: viajar. Me cito a mí misma: “aquel que te da absolutamente todo a cambio de algo tan básico como el respeto. Por las gentes, culturas y credos que halles a tu paso, por la naturaleza que te rodee, por este mundo en el que nos ha tocado vivir, tan cuajado de defectos como henchido de virtudes. Respeto, una sustantivo que no debería tener ni un ápice de abstracto y sí un universo de realidad.”

Yo

Así fue, así lo recuerdo y así lo viví. Un año en palabras, un puñado de fotos y mil sensaciones que quedaron en la recámara. Mi adiós al 2016 y mi nice to meet you, 2017. Una película a punto se estrenarse con un elenco de lujo: nosotros. ¿Mi deseo? Que su metraje sea lo suficientemente largo para permitirnos alcanzar nuestros sueños, afrontar nuevos retos y, sobre todo, pese a los baches del camino, seguir en la carretera con una sonrisa por bandera.

Feliz año nuevo y recuerda, #viajaydejaviajar.

Trineo de perros en la Laponia noruega. Créeme, tienes que vivirlo

Trineo de perros en la Laponia noruega. Créeme, tienes que vivirlo

Recorrer infinitos paisajes nevados en un trineo de perros. Sentir que la naturaleza te tiende la mano, el calor de un cachorro entre tus brazos, el frío en la cara. Suena bien, ¿verdad? Suena a una experiencia única que puedes vivir en la Laponia noruega, rodeado de la salvaje y sobrecogedora fisonomía de los inviernos del norte.

Trineo de perros en la Laponia noruega

Trineo de perros, la mañana en la que empecé a enamorarme de la Laponia noruega

A las seis de la mañana ya estaba mirando por la ventana. El culpable, ese fiel trío que me acompaña en cada viaje. Doña curiosidad, la señorita emoción y don nervios. Cuatro en una, en pijama, empañando con mi respiración el cristal helado. En Tromsø, buscando en el amanecer el horizonte que la noche me negó. La silueta de las montañas nevadas, las gélidas aguas del mar, el puerto… Por fin, veía cómo era el lugar donde iba a empezar mi periplo por esta región del norte de la vieja Europa, a 350 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico. La puerta de entrada a un confín del mundo que se reveló fascinante.

Volví a repasar el programa. 08.45: Salida para realizar una de las actividades más atractivas de la Laponia noruega, el trineo de perros. Divertida, espectacular, imprescindible y muy recomendable, añadían en TripAdvisor. Un desayuno rápido y al autocar rumbo a la isla de Kvaløya, una de las más grandes de Noruega. Imposible olvidar aquellos escasos 25 minutos de trayecto que me mostraban, a golpe de mar, páramos y cumbres, el rostro una tierra apenas poblada gobernada por las leyes de la naturaleza.

El rostro de los inviernos del norte. Laponia noruega

Mi destino, el centro Tromsø Villmarksenter, una de las mayores empresas de aventura de Noruega. Una cálida bienvenida, el paso por los vestuarios para equiparnos y esquivar las bajas temperaturas y otra imagen que nunca olvidaré. Un manto blanco cuajado de casetas donde esperan tranquilos los auténticos protagonistas de esta experiencia: los perros nórdicos.

Perros nórdicos en Tromsø Villmarksenter. Laponia noruega A pesar del fiero aspecto que puede presentar una raza como la Alaskan husky, todo es fachada. Son canes acostumbrados a la presencia del hombre, que se dejan acariciar mientras se desperezan, que se alegran al ver aparecer a sus cuidadores. Hermosas bestias que te cautivan con su mirada a las que nunca dejarías de fotografiar.

Raymond Larsen, integrante de Tromsø Villmarksenter. Trineo de perros. Laponia noruega Alaskan husky. Trineo de perros. Laponia noruega Imposible resistirse a hacerse una foto. Trineo de perros. Laponia noruega

Un miembro de la empresa reclama mi atención. ¿Prefiero ponerme en la piel de un musher y conducir o ir sentada? Opto por lo segundo aunque permanezco atenta a las instrucciones de manejo del trineo. Cómo frenar, cómo tomar las curvas, la posición del cuerpo para mantener el equilibrio…

Instrucciones para el manejo de un trineo de perros. Laponia noruega Listos para la travesía. Trineo de perros. Laponia noruega

Con los equipos ya formados me dirijo hacia la hilera de trineos y me sorprendo al ver cómo la calma anterior se torna excitación. Los atronadores ladridos de los perros retumban en el gran vacío blanco. Ya llevan los arneses y ocupan el lugar que les corresponde en la fila. Están listos para cumplir su misión y ansiosos por oír la orden que les permita hacer lo que más desean: correr. Al grito de ‘Let’s start my friends!’ se inicia la travesía y se obra la magia. La jauría ya no aúlla. Se hace el silencio. Un silencio estremecedor que solo rompe el roce de las cuchillas con la tierra nevada.

El mejor de los miradores. Trineo de perros. Laponia noruega

Y allí estoy yo, en mi trono lapón, bajo un virginal cielo azul en una soleada mañana de marzo. Deslizándome por un inhóspito paisaje en el que la desolada nada blanca da paso a un tímido bosque en su rumbo hacia el mar. Viendo como tiran de mí una decena de musculosos y atléticos huskies. Rememorando el origen de esta práctica, crucial para las civilizaciones árticas desde hace más de 4.000 años, y afirmándome en la idea de que estos perros fueron los auténticos héroes de las grandes epopeyas de los exploradores polares.

Trineo tirado por perros. Laponia noruega Bordeando el mar a bordo de un trineo de perros. Laponia noruega Los perros, los grandes protagonistas de esta experiencia en la Laponia noruega Adentrándonos en el bosque. Trineo de perros. Laponia noruega

Lo que ven mis ojos es pura belleza. Dejo que el frío inunde mis pulmones y acaricie mi cara, busco diferentes encuadres, hago mil fotos. Hasta que decido dejar la cámara y el móvil y simplemente sentir. Los baches del camino, el viento del norte, el jadeo de los perros, la nieve que levantan con sus patas… Y sí, deseo poner el mundo en pausa, congelarlo. Quiero detener el tiempo para alargar la sensación de paz que me invade. En menos de una hora, a mis siempre deseados desiertos les ha salido un duro competidor: la magia de los paisajes de la Laponia noruega.

La seductora belleza natural de la Laponia noruega La sombra de mi trineo reflejada en la nieve. Laponia noruega

Llega el fin de la travesía y con él otra experiencia que deja huella: sentir en el pecho el calor de un cachorro que juega a mordisquearte mientras lo abrazas. Poco tiempo porque no conviene separarlos de sus madres. Una muestra más del trato que reciben estos animales por parte del equipo de expertos que los cuida, alimenta y mima con auténtica devoción. No hace falta añadir nada más, la sonrisa de los allí presentes lo dice todo.

Un adorable cachorro. Trineo de perros. Laponia noruega Jugando con los cachorros. Trineo de perros. Laponia noruega

Un momento de soledad buscando el calor del fuego, un par de fotos a la nueva caravana que se acerca, un último vistazo a los perros que descansan tras el paseo, y de vuelta a los vestuarios.

Un momento de soledad al calor del fuego. Trineo de perros. Laponia noruega Huskies descansando tras el paseo. Trineo de perros. Laponia noruega Tromsø Villmarksenter. Trineo de perros en la Laponia noruega

Al contrario de lo que pueda parecer a simple vista, salgo más protegida de lo que entré. Me abrigan un puñado de imágenes de postal que enmarcan placenteros sentimientos. Me abriga el latir de un corazón que recién empieza a enamorarse de la tierra que pisa. Antes incluso de emocionarse frente a una aurora boreal, de pescar un cangrejo real, subir en moto de nieve, hacer un trekking con raquetas o pasar la noche en un hotel de hielo. Antes de conocer a los samis, guardianes de la cultura de los nativos del norte. Y es que experimentar el encanto de una ruta en trineo de perros es solo una de las muchas razones que harán que desees conocer la Laponia noruega, Créeme, tienes que vivirlo.

Información práctica sobre la travesía en trineo de perros

¿Cuánto dura esta experiencia? Cuatro horas contando el trasporte desde el Radisson Bu Hotel de Tromsø, el recorrido en trineo y la posterior comida en la que probarás un reconfortante bidos, el tradicional guiso de reno del pueblo sami. La travesía en sí, unos 50 minutos.

¿Cuánto cuesta? Con esta empresa, a partir de 1590 NOK por persona (unos 170€ aproximadamente). Los niños de entre 4 y 12 años pagan la mitad. El precio por montar o conducir es el mismo y no hay que pagar ningún tipo de suplemento por la equipación (mono térmico, guantes y botas de nieve). No olvides llevar unos calcetines gruesos, un gorro y gafas de sol.

¿Necesito tener experiencia previa? No. Sigue las indicaciones de los guías y preocúpate solo de disfrutar.

La temporada para realizar dog sledding empieza con la llegada de la nieve que se produce normalmente a primeros de noviembre y concluye a finales de abril.

Tromsø Villmarksenter también realiza safaris para ver auroras boreales, travesías nocturnas y expediciones de dos o cinco días en trineo de perros.

Dirección: Straumsvegen 601. 9105 Kvaløysletta.

Nota: Este experiencia ha sido posible gracias a la Oficina de Turismo de Noruega en colaboración con Northern Norway y Norwegian.

Más información: La aurora boreal en Noruega

SEGURO DE VIAJE PARA VIAJAR A NORUEGA

Tu seguridad es lo primero, así que, si vas a viajar a Noruega o a cualquier otro destino extranjero, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplias coberturas. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

Tierra Estella, acércate a descubrir la esencia rural de Navarra

Tierra Estella, acércate a descubrir la esencia rural de Navarra

A medio camino entre las cumbres del Pirineo y la combinación de huertos y horizontes agrestes de la Ribera, encontramos Tierra Estella, una merindad de la llamada Zona Media que resume lo mejor de Navarra. La biodiversidad y riqueza de sus espacios naturales, encantadores pueblos que demandan una escapada rural, peregrinos que se dirigen a Santiago, potente gastronomía… Motivos más que suficientes para emprender un viaje a esta comarca a los que se suma la hospitalidad de su paisanaje. Gente amable y orgullosa que conoce bien lo que tiene y no vacila al alabar su territorio y sus recursos.

Peregrinos en el puente del Azucarero. Estella-Lizarra. Navarra Playa fluvial en Artavia. Tierra Estella. Navarra Baquedano. Tierra Estella. Navarra Un rincón navarro, no tan conocido como se merece, en el que podrás sentir el valor de lo auténtico y que te muestro para que le reserves un hueco en tu agenda viajera. Tierra Estella lo merece.

El Camino de Santiago a su paso por Tierra Estrella

Cuesta creer que los peregrinos, llegados de cualquier punto del planeta, conozcan casi mejor que nosotros el gran potencial de Tierra Estella. Los encuentras en todas partes, en solitario o en un grupo, mapa en mano y preguntándose si una iglesia es visitable. Se han informado bien y saben que recorrer la ruta jacobea es una de las mejores propuestas para descubrir Lizarraldea.

El Camino de Santiago a su paso por Estella-Lizarra. Navarra Peregrinos en Tierra Estella. Navarra Por eso no dudan en detenerse en hitos del tramo estellés como el Monasterio Cisterciense de Santa María de Irantzu en Abárzuza, o en el de Iratxe, la joya de Ayegui, población también conocida por Montejurra, una montaña que nos regala unas magníficas vistas de esta comarca. Tampoco pasan por alto la monumental Viana, la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río o Los Arcos, villa señorial que destaca por los retablos e imaginería de su iglesia de Santa María. Todo ello reservando al menos un par de días para descubrir Estella-Lizarra, cabecera de esta merindad y una de las paradas más importantes del Camino de Santiago por su dilatada historia y su patrimonio.

Estella-Lizarra, la ciudad nacida al calor de la ruta jacobea

En el siglo XV se la conocía como «Estella la bella». Ahora, como «la Toledo del norte». Acertado sobrenombre para una ciudad de aire medieval nacida por y para el Camino que se asienta en un gran meandro del río Ega. Basta con perderse por las empedradas calles de su casco histórico para comprender a qué responden tantos halagos. Iglesias, palacios, conventos, casas señoriales, puentes y una destacada judería se dan cita aquí, en el final de la quinta etapa del Camino Francés.

Iglesia de San Pedro de la Rúa. Estella-Lizarra. Navarra Estella-Lizarra. Navarra El románico civil del palacio de los Reyes de Navarra, el puente del Azucarero o el de la Cárcel, el antiguo ayuntamiento, los viejos arcos góticos que antaño flanqueaban tiendas y hospederías, el arte jacobeo que envuelve la Iglesia de San Pedro de la Rúa cuya importa también se refleja en la iglesia de San Miguel y en el Santo Sepulcro, la basílica de Nuestra Señora del Puy… Estella-Lizarra es pasado, sí, pero también presente. Un presente que se vive en la calle Mayor, en la plaza de los Fueros -lugar de encuentro de los estelleses-, en sus bares y restaurantes, y en comercios de toda la vida que hacen de este importante jalón del Camino de Santiago un destino estrella.

Puente de la Cárcel. Estella-Lizarra. Navarra Estella. Navarra El Nacedero del Urederra, la joya natural de la Sierra de Urbasa

Los roquedos de la Sierra de Lóquiz, las fértiles tierras de la Ribera nacidas al amparo del Ebro, los valles de Yerri y Guesálaz o playas fluviales como la de Artavia son solo algunos ejemplos de la variedad paisajística de Tierra Estella. Una explosión de la naturaleza que se hace aún más patente en la Sierra de Urbasa donde, tras recorrer un sendero de escasa dificultad, encontraremos uno de los parajes más espectaculares de Navarra: el Nacedero del Urederra.

Nacedero del Urederra. Tierra Estella. Navarra

Los que ya conocen esta reserva natural destacan el color turquesa de sus aguas, un caudal que se precipita en impresionantes cascadas y pozas rodeado de un fondo rocoso de paredes abruptas. En este sorprendente escenario, que por si solo justifica desplazarse hasta esta comarca, las horas pasan como minutos. Escuchando el murmullo del agua, viendo cómo la luz se filtra entre las hojas de los árboles, deteniendo el paso en sus miradores, tratando de avistar un buitre o un milano real…

Nacedero del Urederra. Parque Natural Urbasa y Andía. Tierra Estella Con el fin de preservar esta joya natural, integrada en el Parque Natural de Urbasa-Andía, se ha limitado el aforo diario por lo que te aconsejo que reserves tu entrada online.

Este sendero es solo uno de los 35 itinerarios que discurren por Tierra Estella. Otras opciones son la Vía Verde del Ferrocarril Vasco-Navarro, el embalse de Sota, el hayedo de Lezáun o la Sierra de Cábrega.

Además de senderismo, en Urbasa podrás realizar otras actividades como escalada, bicicleta de montaña, paseos a caballo, esquí de fondo, piragüismo, parapente o espeleología ya que el fenómeno kárstico se muestra con especial rotundidad en esta zona.

Los Cristinos, una de las cuevas más hermosas de Tierra Estella

Como en todo el territorio navarro, Tierra Estalla también cuenta con un buen número de simas y cuevas, como Basaura, Tximua, Akuandi, Laminatitur o Noriturri, que se adentran en las entrañas de Urbasa. Si nunca has practicado espeleología y quieres iniciarte en este mundo tan apasionante, te recomiendo escoger la Cueva de Los Cristinos ya que además de ser un descenso sencillo está considerada unas de las cuevas más bonitas de Tierra Estella.

Cueva de los Cristinos. Sierra de Urbasa. Tierra Estella. Navarra

Cueva de los Cristinos. Tierra Estella. Navarra No es para menos. Estalactitas, estalagmitas, coladas, columnas, caprichosas formas tejidas por el agua, un espectacular lago que revela su belleza a la luz de las linternas… Es lo que hallarás en esta maravilla subterránea cuyo nombre se remonta a la guerras carlistas puesto que aquí parece ser que los soldados carlistas arrojaron a los monárquicos cristinos tras fusilarlos.

Para admirar los secretos que esconde no es necesario ser un experto ni tener una gran preparación física. Tan solo ponte, como hice yo, en manos de los guías de Urbasa Abentura, una empresa de turismo activo ubicada en Larraona, y vive una experiencia que difícilmente olvidarás en el Valle de Améscoa.

Sal y miel: ecoturismo en Tierras de Iranzu

Otra buena opción para conocer a fondo esta comarca la encontramos en Tierras de Iranzu, una marca turística que engloba los municipios de Abárzuza, Lezáun, Salinas de Oro y los valles de Yerri y Guesálaz. Con el objetivo de implantar un turismo rural sostenible que resalte la cultura y tradiciones que perviven en sus pequeños pueblos, este destino nos propone una serie de actividades de ecoturismo que muestran el acervo artístico, gastronómico y paisajístico de sus valles. Visitas guiadas a bodegas, queserías o ganaderías, windsurf, piragüismo, rutas verdes…

Salinas de Oro. Tierra Estella. Navarra En Salinas de Oro, por ejemplo, podemos visitar la Salinera Gironés, una de las escasas producciones artesanales de sal con agua de manantial que permanecen en activo. Sus productos estrella son la sal-oro, la flor de sal y las escamas. Sales únicas que contienen más yodo y magnesio a las que no se añaden antiapelmazantes. Datos técnicos al margen, realizar una visita guiada es una experiencia muy recomendable para conocer su proceso de elaboración, la pasión de esta empresa familiar que lleva tres generaciones explotando las salinas, y el encanto de la villa navarra en la que su ubica.

Salinas Gironés. Salinas de Oro. Navarra Sin abandonar Salinas de Oro, otra original propuesta: ponerte en la piel de un apicultor. Podrás hacerlo en la mielería Azkorena donde hallarás respuesta a cuantas preguntas tengas sobre el complejo universo de las abejas. Acabarás la visita de la mejor forma posible, con una cata de mieles y bizcochos.

Mielería Azkorena. Salinas de Oro. Tierra Estella Descubre el diamante negro de la cocina en el Museo de la Trufa

En Tierra Estella, paisaje, geología y clima se combinan para gestar un apreciado manjar: la trufa negra. Si quieres aprender a valorar este singular hongo, conocido como el diamante negro de la cocina, tienes una cita en el Museo de la Trufa-Centro de Interpretación de Metauten. Un proyecto pionero que nos muestra el proceso que sigue la trufa desde su recolección hasta su degustación a través de audiovisuales, paneles informativos y dispositivos interactivos.

Museo de la Trufa. Metauten Tierra Estella. Navarra Museo de la Trufa. Tierra Estella. Navarra Además, puedes enriquecer tu visita apuntándote a alguna de sus TrufaExperiencias que aglutinan propuestas como su recogida en el entorno de la Sierra de Lóquiz, exhibición de adiestramiento de perros truferos y cata de productos (Carretera de Ganuza 1. Metauten).

Tierra Estella, tierra de buen comer

Lo primero que debes saber es que en Tierra Estella se come bien y mucho. No te hablo solo de espárragos, pimientos del piquillo y de sus famosos vinos con Denominación de Origen Navarra y Rioja. También de panes artesanales, menestras, de exquisitos quesos elaborados con leche de ovejas lachas (Idiazabal y Urbasa), de potentes pochas con almejas, del bacalao al ajoarriero, y de carnes y embutidos de gran calidad entre los que destacan los chuletones, el gorrín al horno de leña y la chistorra.

Ensalada de pimiento del piquillo. Venta de Larrión. Tierra Estella Entrecot. Restaurante Astarriaga. Estella. Navarra Una gastronomía de primer orden a la que se rinde homenaje en ferias como la de Mendavia, el Día del Espárrago en Dicastillo, la Feria de la Trufa en Metauten o el Día de la Tostada de Arróniz. Festivas jornadas cuyos protagonistas son los productos de la zona en las que no falta el pacharán. Por cierto, si quieres conocer cómo se elabora este licor de endrinas tan característico de Navarra, puedes visitar las Bodegas Palacio de la Vega de Dicastillo -cuna del pacharán Zoco-, o la Bodega Pacharán Azanza situada en Abárzuza.

Bodegas Palacio de la Vega. Dicastillo, Tierra Estella Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #Estellaruraltrip organizado por el portal Escapada Rural en colaboración con el Consorcio de Tierra Estella y Turismo de Navarra.

Dormir en un hotel de hielo, una experiencia única en la Laponia noruega

Dormir en un hotel de hielo, una experiencia única en la Laponia noruega

¿Te has preguntado alguna vez cómo deber ser dormir en un hotel de hielo? ¿Qué se siente al descansar entre efímeras paredes de nieve helada? Yo hallé la respuesta por encima del Círculo Polar Ártico, en la Laponia noruega, una generosa región dispuesta a darte lo mejor de sí misma. Regalos envueltos en un inmaculado papel blanco, el de sus paisajes gobernados por la naturaleza, que custodian en su interior experiencias inolvidables. Regalos que lucen un lazo verde, como la esperanza de que una aurora boreal se cruce en tu camino permitiéndote sentir el roce de la felicidad.

Kirkenes Snowhotel. Hotel de hielo

Mi experiencia en un hotel de hielo

Aquel domingo de mediados de marzo saludé al nuevo día más nerviosa de lo habitual. La travesía en trineo tirado por huskies, la ruta nocturna en moto de nieve, el ancestral respeto por la naturaleza que profesan los samis… A la dulce resaca emocional de tantos grandes momentos vividos en la salvaje y sobrecogedora Laponia noruega iba a sumarse el mejor broche níveo: dormir en un hotel del hielo al tiempo que invocaba a Odín, a Ull y a cuantas deidades nórdicas conocía para poder presenciar el mayor espectáculo del firmamento.

¿Pasaré frío? ¿Lograré dormir? ¿Vendrá por fin a mi encuentro esa dama esquiva y caprichosa de nombre aurora y apellido boreal? Estas preguntas asaltaban mi mente mientras me rendía una vez más a la belleza del invierno noruego realizando un trekking con raquetas de nieve. Bajo un sol radiante y un virginal cielo azul, paladeando el silencio y poniéndome en la piel del mismísimo Amundsen porque yo también estaba explorando el gran vacío blanco.

Raquetas de nieve en la Laponia noruega

Tras saborear un reconfortante bidos, el tradicional guiso de reno del pueblo sami, pusimos rumbo al Kirkenes Snowhotel que se construye cada año a finales de diciembre muy cerca de la población que le da nombre. A tan solo 15 kilómetros de la frontera con Rusia.

Instalaciones del Kirkenes Snowhotel. Hotel de hielo

Recuerdo, como si fuera ahora, que mientras nos explicaban las características de este singular alojamiento, agasajándonos con una típica salchicha, la emoción crecía y crecía. Consciente de que iba a vivir una experiencia que solo han probado unas 50.000 personas, volví a ser la niña pequeña que fui en la víspera de reyes. Sabía que algo grande estaba por llegar y quería abrir cuanto antes mi regalo.

Bienvenida en el restaurante Gabba. Kirkenes Snowhotel

Crónica de la noche más fría y cálida de mi vida

El Ice bar fue mi primera toma de contacto con este capricho arquitectónico en cuya construcción se emplean más de 15 toneladas de hielo. ¿Era como lo había imaginado? No. Las fotos, por buenas que sean, no pueden transmitir la fascinación que supone verte inmerso en un cuento de agua sólida. En una sorprendente fábula decorada por los mejores escultores chinos que cada año embellecen con sus creaciones las paredes del Kirkenes Snowhotel.

Acceso al Ice bar. Kirkenes Snowhotel. Hotel de hielo

Ice bar. Kirkenes Snowhotel. Hotel de hielo

La barra central, los sillones cubiertos de pieles, las esculturas… Aunque todo podría asombrar al más apático de los mortales, mi mirada no podía apartarse de aquel triángulo horadado en la nieve que nacía tras un puñado de escalones. Impaciencia, más preguntas y mariposas en el estómago bailando al son de un licor de bienvenida.

Pasillo central del Kirkenes Snowhotel. Hotel de hielo

Aquel largo pasillo, iluminado por colores suaves que aportaban calidez al gélido espacio, daba acceso a las 20 habitaciones del hotel. Descorrer cada una de las cortinas que a modo de puerta las flaqueaban era ir de sorpresa en sorpresa. Personajes de la película Frozen, tallas de Charlot o Marilyn Monroe, escenas de animales o, como en mi caso, un precioso palacio oriental que velaría mi sueño a una temperatura constante de 4 grados bajo cero.

Acceso a las estancias del hotel de hielo

Habitacion del hotel de hielo en Kirkenes

La cama, un saco térmico, unos almohadones y un trabajado cabecero. Nada más. Solo lo esencial para enmarcar la noche más fría y cálida de mi vida.

Del hotel de hielo al calor de la madera, del sueño a la realidad

Al final del túnel, el hielo da paso a la madera, omnipresente en las instalaciones fijas del hotel. En la sala común en la que dejas tus pertenencias, en la zona de duchas y aseos o en el restaurante Høyloftet donde me sirvieron una reconfortante cena de sabores locales tras enseñarme cómo ponerme correctamente dentro del saco de dormir.

Sala de descanso. Kirkenes Snowhotel

Aprendiendo a usar el saco de dormir. Hotel de hielo

Cena en el hotel de hielo

Un nuevo vistazo a la app de Norway Lights en la acogedora sala de descanso. La pantalla sigue diciendo go, probabilidad máxima de ver auroras boreales dentro de una hora. No estoy en la mejor de las ubicaciones por la contaminación lumínica pero no importa. Es esta noche. Tiene que serlo. El reloj parece haberse congelado para llevarle la contraria a un corazón que galopa a toda máquina. No puedo estar quieta. Salgo al exterior y me entretengo inmortalizando la estampa nocturna del edificio principal y las cabañas de madera que acogen a los viajeros que quieren disfrutar el invierno ártico de otro modo.

Cae la noche en el hotel de hielo

Cabañas de madera. Hotel de hielo

Mis ojos van del visor al cielo. Del cielo al móvil. Sigue allí esa anhelada palabra que me anima a no desfallecer pese a las bajas temperaturas. Me alejo cuanto puedo del hotel. Mis pies se hunden en la nieve una y otra vez hasta que hallo una zona sólida en la que plantar el trípode. Hace frío, no sé cuánto durarán las baterías y los minutos se eternizan. La gran dama del norte se hace esperar. Hasta que aparece vistiendo con sus haces de luz la oscuridad, danzando para mí, una minúscula espectadora que la observa como quien ve un espejismo. Tiritando, enfoco al infinito y me sorprendo al ver cómo la cámara capta mucho más de lo que veo. Verdes, naranjas, destellos rojizos… 10 fotos, 20, 30. Ya basta. Ni periodista, ni aprendiz de fotógrafa, ni bloguera de viajes. Ahora solo soy Alícia. Apago el equipo y miro al firmamento directamente. El escalofrío que me atraviesa es ajeno al termómetro. Es el reflejo de algo muy cercano a la felicidad.

Más información:  Auroras boreales en Noruega

Aurora boreal en Kirkenes. Laponia noruega

¿Cómo es dormir en un hotel de hielo?

Tras conquistar las luces del norte, regresé al hotel. Reinaba el silencio. Probablemente era la única huésped que seguía en pie. Era tarde y debía dormir, sí, pero necesitaba unos minutos para relajarme.

Kirkenes Snowhotel. Dormir en un hotel de hielo

Decidí aprovechar el tiempo recargando también todo mi equipo, sentada en el suelo de la sala que daba acceso a aquel pasillo helado. Fue entonces cuando fui plenamente consciente del momento que estaba viviendo. “Algo bueno he debido hacer en otra vida si en esta acabo de ver una aurora boreal y voy a dormir en un hotel de hielo”, pensé mientras me cambiaba y vestía mi cuerpo con unas finas mallas, una camiseta y unos calcetines de lana.

Mi palacio oriental en el Kirkenes Snowhotel

Al llegar a mi congelado refugio encontré a mis compañeras durmiendo plácidamente. Mi habitual torpeza hizo que me costará un poco enfundarme en el saco. La sábana higiénica iba por un lado, mis piernas por otro… Salvado el puzle, me tumbé con la mirada fija en el techo. Estaba cómoda, no tenía frío y aún así me resistía a cerrar los ojos. A pesar del cansancio por tanto vivido, quería hacer más mío aún ese momento. Además, iba a ser incapaz de pegar ojo con aquel pasamontañas que más que un alivio era un incordio. Quitármelo fue lo último que recuerdo antes de que el sonido de una campanilla anunciara el nuevo día. Me desperté envuelta en una cálida sensación de paz, relajada y con una sonrisa dibujada en el rostro. La misma que mantuve desayunando, frente a un ventanal panorámico que enmarcaba unas impresionantes vistas del fiordo.

Restaurante Høyloftet. Kirkenes Snowhotel

La vida física de un snowhotel es efímera, de hecho, mi habitación, como el resto de infraestructuras de hielo, desaparecería con la llegada de la primavera. No así en mi memoria porque la experiencia de pasar la noche en un hotel de hielo es, sencillamente, imborrable.

Para dormir en un hotel de hielo necesitas saber que…

Por muy friolero que seas, no vas a pasar frío. Los sacos de dormir resisten temperaturas de hasta -30 grados. Haz caso a las recomendaciones y no te abrigues en exceso o acabarás pasando calor.

Aunque a simple vista lo parezca, la cama no es de hielo. Tiene un colchón al uso con una capa de aislamiento térmico adicional.

Las luces de la habitación, como las del resto del complejo, permanecen encendidas toda la noche. Tenlo en cuenta porque tal vez necesites un antifaz para dormir.

Si no puedes vivir sin el móvil, puedes meterlo dentro del saco sin miedo a que se estropee. El resto de tus pertenencias, a no ser que quieras que se congelen, en consigna.

Sacos térmicos. Hotel de hielo

¿Necesitas ir al baño? Sé valiente, sal de saco y trata de llegar cuanto antes al edificio principal.

En el hipotético caso de que no puedas conciliar el sueño, puedes optar por pasar la noche recostado cómodamente en los sofás de las zonas comunes.

Si viajas con niños, debes saber que en el caso del Kirkenes Snowhotel la edad mínima es de 7 años.

El precio medio de una habitación doble aquí ronda los 280€ por persona (2.500 coronas noruegas).

Este hotel permanece abierto del 20 de diciembre al 20 de abril.

Más información: Kirkenes Snowhotel

  • NO VIAJES A NORUEGA SIN SEGURO
    Si vas a viajar a Noruega, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplias coberturas. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

Más ideas para un viaje a Noruega

10 razones para viajar a la Laponia noruega y desear volver
Auroras boreales en la Laponia noruega
Trineo de perros en la Laponia noruega
Motos de nieve, raquetas y trineo: aventuras invernales en la Laponia noruega
Guía práctica y consejos para viajar a Oslo

Enoturismo en Vivanco, una estupenda escapada otoñal en La Rioja

Enoturismo en Vivanco, una estupenda escapada otoñal en La Rioja

Si sigues mi trayectoria a través de los artículos que voy publicando en esta ventana abierta al mundo, habrás notado mi creciente interés por el enoturismo. Una fórmula viajera cuyo éxito radica en aunar alrededor de la cultura del vino un variado abanico de experiencias que nos permiten conocer un destino desde dentro, acercándonos a la forma de vida de sus gentes, a su cultura, a su gastronomía y a los encantadores espacios rurales que pueblan nuestra geografía.

Briones. Vivanco Sin duda, el otoño es la mejor época del año para una escapada enológica y por ello quiero que conozcas Vivanco, un espacio dedicado al vino y su cultura que recibe más de 100.000 visitantes al año ubicado en Briones, un precioso y monumental pueblo de La Rioja Alta. Tierra con nombre de vino en la que el enoturismo ya se ha consolidado como uno de sus principales atractivos.

Vivanco. Briones

¿Qué hacer en Vivanco?

¿Qué nos propone Vivanco? Un universo de experiencias sensoriales que podemos oler, tocar y paladear en las que el vino es el gran protagonista. Te hablo de visitar el que según la Organización Mundial del Turismo es el “Mejor Museo de Vino del Mundo”. De conocer los secretos de su espectacular bodega, una de las cien mejores según la lista «Wine&Spirits Top 100 Wineries of the Year for 2015». De ponerte en la piel de estas cuatro generaciones de viticultores vendimiando con tus propias manos las uvas de sus viñedos para conocer sobre el terreno cómo se realiza esta labor. De despertar nuestros sentidos realizando una cata de uvas o de acercarte a la gastronomía local degustando su menú de vendimia con productos de la tierra.

La bodega de Vivanco Vendimiando en Vivanco En definitiva, disfrutar de una completa oferta cultural y de ocio que se hilvana en un fascinante viaje que nos conduce del mosto al vino, de la viña a la copa, de la uva al plato y del desconocimiento a la capacidad de distinguir, guiados por un enólogo y un sumiller profesional, entre un Tempranillo, un Graciano o un Garnacha. ¿El objetivo? Descubrir la esencia del vino en una relajante escapada en contacto con la naturaleza.

Museo Vivanco de la Cultura del Vino

4.000 m² que ponen de manifiesto la relación que ha tenido el hombre y el vino durante 8.000 años de historia. Así es este museo que representa el mayor referente de la labor de la Fundación Vivanco. Un funcional y moderno espacio que acoge la colección de esta familia bodeguera riojana en el que no faltan antiguas vasijas, prensas y obras de arte diferentes épocas y vanguardias creadas por genios como Picasso, Durero, Miró, Sorolla o Dalí. Grandes artistas que también se enamoraron del vino y quisieron plasmarlo en su trabajo.

Museo Vivanco de la Cultura del Vino Cuadro de Picasso. Museo Vivanco de la Cultura del Vino Todo ello presentado de forma visual, creativa e innovadora. Como innovador es enriquecer su legado con su particular homenaje al viñedo, el Jardín de Baco, donde podemos encontrar más de 220 variedades de uva, o su Centro de Documentación que aglutina incunables, postales, fotografías, minutas de restaurantes y tratados de doctorados con la huella del vino como referente indiscutible.

Vivanco, un destino para toda la familia

Conscientes de que el enoturismo es una práctica abierta a todo tipo de visitantes, independientemente de la edad y de los conocimientos previos que se tengan, Vivanco realiza a lo largo de todo el año una serie de actividades diseñadas para disfrutar en familia que, de forma lúdica y amena, acercan la cultura del vino a los más pequeños.

Vivanco Kids Son los Vivanco Kids, talleres infantiles que despiertan la curiosidad, la creatividad y las ganas de aprender de los niños a través de experiencias singulares que van desde hacer gominolas con uvas al placer de jugar en el espacio de una bodega. ¿Un ejemplo? La huella del viñedo, una actividad que se realiza todos los sábados y domingos de octubre de 11:00 a 15:00h. que les permite vivir la época de la vendimia de una forma muy especial: acariciando las hojas, probando los primeros racimos de la temporada, distinguiendo diferentes texturas y colores…

Informado quedas. Si buscas una escapada otoñal en la que ni las prisas ni el estrés tienen cabida, pon rumbo a La Rioja y anímate a compartir la cultura del vino en Vivanco. Como expuso Plinio el Viejo: “In vino veritas” (en el vino está la verdad).

Ubicación: Carretera Nacional 232. Briones. La Rioja.
Información gratuita: 900 823 536

* Publirreportaje

Auroras boreales en la Laponia noruega, en busca de las luces del norte

Auroras boreales en la Laponia noruega, en busca de las luces del norte

No hay nadie que no sueñe con verlas y encontrarse frente a frente con estas damas esquivas, caprichosas y exigentes que el hombre bautizó como auroras boreales. Un fenómeno natural producido por la interacción de las partículas solares con los gases de la atmósfera terrestre que llena de magia las noches despejadas y oscuras de la Laponia noruega, uno de los mejores lugares del mundo para observarlas. En el lejano norte, por encima del Círculo Polar Ártico, pintando de verdes, rojos y azules sus eternos paisajes cubiertos de nieve y decorando con su mística danza rincones como las Islas Lofoten, Tromsø o Svalbard.

Aurora boreal. Foto Joan Vendrell

Auroras boreales en la Laponia noruega

En está ocasión no voy a contarte los misterios y leyendas que rodean su origen. Tampoco encontrarás consejos para cazarlas ni las mejores técnicas para fotografiarlas. Ya habrá tiempo para eso más adelante. Te voy a hablar de emociones, de sentimientos, de lo que supone asistir por primera vez al grandioso espectáculo de las luces del norte. Dando voz a otros privilegiados que también tuvieron la suerte de presenciar el mayor espectáculo del firmamento y en primera persona. Sueña con sus descripciones y recuerda que si deseas algo con mucha fuerza acabará sucediendo.

Joan Vendrell, fotógrafo freelance cofundador de Naturpixel

Cuenta la leyenda que en los territorios del norte vivía una manada de lobos fascinada por la aurora boreal. Después de un intenso debate sobre su origen, uno de los lobos jóvenes decidió aventurarse hasta que encontrara su origen. Aún esperan su regreso y por eso, cuando hay luna llena, aúllan para que sepa dónde está el resto de la manada.

Aurora boreal © Joan Vendrell

Tener la posibilidad de observar la aurora boreal te hace sentir grande e insignificante a la vez. Es una experiencia única y fantástica. Fotografiarla te hace sentir aún más privilegiado.

Dani Keral, soñador en Un Viaje Creativo

«Un orgasmo boreal que encendió el cielo y la tierra de un verde extraterrestre…» escribí en mi cuaderno aquella noche. Ya la había visto tres días antes, perdido en mitad de la nada junto a un suizo que me recogió en su todoterreno a 20 kilómetros de Tromsø. Aquella fue la primera, tímida pero bella.

Aurora boreal en Longyearbyen, Svalbard. Laponia noruega © Un viaje creativo La siguiente fue en Svalbard, el lugar poblado más al norte del planeta, y se quedó grabada en mis pupilas. De improviso, sin trípode, paseando distraído por las calles de Longyearbyen, apareció la cosa más bestial que habían visto mis ojos. No dio tiempo casi a reaccionar: se desnudó y apareció tremenda, reluciente… La abducción fue inmediata. Ni las temperaturas de -15 grados impidieron que ambos nos dedicáramos infinitas miradas. Aurora llegó… y conquistó hasta la última de mis células.

Oliver Vegas, fotógrafo freelance 

Ver y no creer. Creer y no poder parar de mirar. La sensación que te produce la primera aurora boreal es alucinante, sobre todo, cuando las expectativas son grandes y nunca sabes si el tiempo va a acompañar para poder verlas. Sucedió muy cerca de Kirkenes, en un campamento aislado libre de contaminación lumínica. Esperé varias horas, mirando el reloj, y me desesperé al ver que las nubes no dejan ver un cielo estrellado. Se acercaba la hora en que debía aparecer… Y poco a poco se despeja, miras el cielo y sigues sin ver nada. Como estás tan emocionado, cualquier luz te parece una aurora.

Aurora boreal en la Laponia Noruega © Oliver Vegas

De repente, ¿qué es esa especie de nube alargada que está creciendo y se mueve? Lo primero que haces es ir corriendo a coger el trípode, nunca sabes lo que va a durar. Lentamente aparecen luces que se mueven por el cielo. No sé, no puedes describirlo, entre emoción, ganas de disparar, ahora desde aquí, ahora desde este otro ángulo. Y sin querer, disparas una y otra vez mientras te pierdes en un mundo de emociones frente a una aurora, una forma de espejismo que se hace realidad.

Silvia Fenoy, Depto. Producto y Ventas Tourist Forum

Tenía que vivirlo. Al menos una vez en la vida. No podía ser de otra manera. Era nuestra última oportunidad en la Laponia noruega. Se acercaba la noche y las posibilidades aumentaban, así lo indicaba la aplicación móvil que todos nos habíamos descargado y que no dejábamos de comprobar. Entre las 00.00h y las 03.00h probabilidad máxima. Y puntual como un reloj, a las 00.00h, apareció la primera. El cielo estaba totalmente despejado, y de golpe un baile de luces, tímidas al principio, dos segundos y fuera. ¿Es eso? Primero dudas. Luego más luces, cada vez más intensas. Por fin, ante mis ojos, se presentaban las misteriosas auroras boreales. Espectacular. Imposible expresarlo con palabras. Allí estábamos, el cielo y yo. Nadie más. Nada más. Silencio. Paz. Llegas a sentirte tan pequeño ante su baile que una vez desaparecen, no puedes más que estar agradecido a la vida y a la naturaleza por esos escasos minutos vividos. ¡Una experiencia inolvidable!

Elisabet García y Mar González, La gran escapada

Aún nos emocionamos al recordarlo. Nos encontrábamos en las afueras de la ciudad noruega de Tromsø junto a otras decenas de personas que, como nosotras, llevaban casi dos horas mirando el cielo a la caza de una aurora boreal. De repente, un haz de luz tenue se asomó en el horizonte, nos quedamos con la mirada fija; al principio sólo era una débil luz blanquecina que apenas se distinguía de las nubes.

Aurora boreal en Tromsø. Noruega © La gran escapada

Entonces empezó a moverse, a cambiar, se volvió verdosa y apareció otra más a su lado de mayor intensidad, escalando el cielo por detrás de las montañas. Fue una experiencia mágica que jamás olvidaremos.

Mª Victoria Marin, responsable departamento Escandinavia, Báltico y Rusia. Panavisión Tours

Mi primera aurora… Era el objetivo primordial de ese viaje. Todos los inviernos viendo pasar fotos y vídeos impresionantes…Llegamos a Tromsødespués de la cena estaba agotada, el madrugón, los vuelos…Pero tenía que intentarlo. Me dirigí al puerto, y aunque me parecía que habría demasiada luz, después de hacer unas cuantas fotos nocturnas esperé y comenzaron a aparecer las luces que bailaban en el horizonte. Al principio parecía un foco desde la montaña, pero comenzaron a cruzar el cielo haciendo formas redondeadas. Aún no había mirado como fotografiarlas y me pilló totalmente desprevenida.

Aurora boreal. Foto Mª Victoria Marin

Las sensaciones que te invaden cuando las ves… ¿Te acuerdas cuando abrías un regalo que llevabas esperando un año cuando eras pequeña? ¿Esa emoción y expectación por saber cómo será y esa felicidad al conseguirlo? Así es. Un regalo de la naturaleza que se queda grabado en tus retinas. Y lo mejor, cada vez es un regalo nuevo.

 José Miguel Redondo “Sele”, El rincón de Sele

Mis primeras auroras boreales fueron en la Laponia Noruega. Llevaba años intentando cazar auroras boreales en Islandia, Finlandia y la propia Noruega, pero no había tenido suerte alguna. El día que había actividad geomagnética el cielo estaba nublado por completo. Y el día que no la había se despejaba totalmente. Hasta este último año en que viajé a Tromsø y las islas Lofoten en la Laponia Noruega con el objetivo firme de cumplir ese sueño que tanto se me llevaba resistiendo. Y no tardó en suceder. Apareció la primera noche y llegando a nuestras cabañas de madera una cinta de luz atravesaba el cielo como si fuese un puente. Los ojos, en cuanto se hicieron a la oscuridad, fueron captando el verdor de aquellas formaciones que se contoneaban como bailarinas.

Aurora boreal en la Laponia Noruega. Foto El rincón de Sele

No podía dar crédito. En ese momento saqué la cámara corriendo y el frío, que era bastante notable a esas alturas de la noche, pareció desaparecer. Estaba tan nervioso y tan entusiasmado que siendo friolero por naturaleza se me olvidó que fuera andábamos a unos diez grados bajo cero. Sólo me importaban aquellas columnas verdes que jugaron con nosotros hasta desaparecer de aquel horizonte superado por los vientos árticos. Apreté el puño y grité: ¡Por fin! Otro sueño cumplido y la sensación imperiosa de ir a por más. A la noche siguiente, cerca de las islas Vesterålen, el show de auroras fue mucho más grande y duradero. Y ya más tranquilo, me dediqué simplemente a disfrutar y asimilar lo que el cielo nos estaba mostrando en ese momento.

Mi aurora boreal, mi sueño, mi momento estelar en la Laponia Noruega

Como comenté en mi artículo 10 razones para viajar a la Laponia noruega y desear volver, tuve ocasión de ver tres auroras boreales: casi un espejismo con mi nariz pegada a la ventanilla del avión, difusa y etérea en el puerto de Tromsø y en todo su esplendor en Kirkenes. ¿Recuerdas cuando mencioné aquello de desear algo con toda tu alma? Pues eso hice cada una de las noches que pasé en la Laponia noruega. No podía fallarme, ella no. Acudiría a mi encuentro.

Kirkenes. Auroras boreales en la Laponia noruega Y así fue. Divina, coqueta y sintiéndose cómplice de la magia de Noruega, apuró hasta el último momento para regalarme su abrumadora presencia. Para iniciar su delicada y hechizante coreografía tiñendo la oscuridad con su zigzagueante y embrujador ballet de haces de luz. Para hacerme sentir la partícula más pequeña del universo. Para regalarme unos instantes de felicidad absoluta que hubiera deseado se tornaran eternos. ¿Un privilegio? Sin duda.

Pese a estas sugerentes y descriptivas experiencias debo sucumbir ante la evidencia. Si en algún momento es lícito aplicar el tópico de que una imagen vale más que mil palabras, es al hablar de este fenómeno que ejemplifica la belleza de la naturaleza. Los términos utilizados, aunque cercanos a la realidad, no hacen justicia a la gran dama del norte. Los adjetivos empleados, tampoco. No hay ni una sola palabra capaz de expresar letra a letra el torbellino de sensaciones y el carrusel de sentimientos que a la velocidad del rayo deslumbran tu cerebro y acarician tu alma. Y es que la aurora boreal no nació para ser descrita, nació para ser contemplada, admirada, disfrutada y recordada hasta el fin de tus días.

Más información: Auroras boreales en Noruega

    • SEGURO DE VIAJE PARA VIAJAR A NORUEGA
      Tu seguridad es lo primero, así que, si vas a viajar a Noruega o a cualquier otro destino extranjero, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplias coberturas.  Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

Más artículos sobre la Laponia Noruega

10 razones para viajar a la Laponia noruega y desear volver
Dormir en un hotel de hielo, toda una experiencia en la fascinante Laponia noruega
Trineo de perros en la Laponia noruega
Motos de nieve, raquetas y trineo: aventuras invernales en la Laponia noruega
Guía práctica y consejos para viajar a Oslo

Viajar: conjugando el más generoso y adictivo de los verbos

Viajar: conjugando el más generoso y adictivo de los verbos

Hoy vuelvo al cole. Recupero mi bata de cuadros azules con un Alícia bordado a la altura del pecho, me siento en mi pupitre y espero que llegue mi turno. Ayer la profesora de lengua nos encargó escoger nuestro verbo favorito para enunciarlo delante de toda la clase, o lo que es lo mismo, frente de ti que ahora me lees. Escogí viajar, para mí, el más generoso y adictivo de todos. Un verbo que todos deberíamos tener derecho a conjugar y no dejar como asignatura pendiente. Porque esperar a septiembre no vale. Porque ayer ya pasó y mañana está por ver. Porque el momento, tal vez, sea ahora.

Viajar, el más generoso de los verbos, aquel que te da absolutamente todo a cambio de algo tan básico y preciado como el respeto. Por las gentes, culturas y credos que halles a tu paso, por la naturaleza que te rodee, por este mundo en el que nos ha tocado vivir, tan cuajado de defectos como henchido de virtudes. Respeto, una sustantivo que no debería tener ni un ápice de abstracto y sí un universo de realidad por más que hoy cotice a la baja en la bolsa de muchos.

Hora de viajar

Viajar, el más adictivo de los verbos. Porque una vez que empiezas a sentir su presencia en las venas, como parte de tu ADN, crea una necesidad irrefrenable, poderosa y vital de seguir conjugándolo. Un sí o sí que da paso al más excitante de los hábitos. A no poder ni querer estar varado mucho tiempo, a soñar con nuevos horizontes, con lenguas desconocidas, con pueblos por conocer. Una bendita costumbre que se enfrenta como un titán a la rutina. La del día a día, la del dictado del despertador, el trabajo y las facturas. A esas semanas que parecen una mala fotocopia de la anterior, que pasan sin pena ni gloria, que nos convierten en autómatas del asfalto.

Igual que dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, no hay peor enfermo que aquel que no quiere sanar. Así que si tu mal es el virus viajero, ríndete, asúmelo, ve a por todas y cómete el mundo. No te resistas. No hay cura para esta enfermedad. No hay vacuna. Solo un antídoto que te permitirá seguir sintiéndote vivo, un remedio en forma de verbo: viajar.

Yo viajo, tú viajas, él viaja…

Tú decides el cuándo, el cómo y el dónde; en indicativo, en subjuntivo, en condicional o en imperativo. ¿Mi consejo? Salta del sofá y aparca tu zona de confort con el presente, destierra el pretérito imperfecto de tu vocabulario, recuerda maravillosos momentos con el indefinido, y haz que el condicional se transforme en un inexplorado futuro. Tienes el mundo en tus manos. Experimenta, siente, disfruta cada uno de sus regalos y ofrécele tú, en justo agradecimiento, la mejor versión de ti mismo.

Yo viajo
Yo viajo

Si estás leyendo estás líneas, bien lo sabes. Soy una yonki de los aeropuertos, una enamorada del tren, una coleccionista de kilómetros. Viajar es mi pan y mi sal. El trapecio que me impulsa a saltar entre fronteras, el que me templa y evita que me aburra de mi nombre puesto que en cada viaje descubro alguno nuevo, un cariz de mí misma que antes no conocía. Es cierto, todo viaje es un descubrimiento, una exploración. En continente y en contenido.

Viajar es la cálida red que me abraza para crecer como persona, para pasar del no soy capaz al sí, puedo. El trampolín que me permite tomar distancia y llegar a mi particular nirvana. Ese momento en el que te olvidas de todo, con el vello erizado e incluso tal vez con una lágrima bajando por la mejilla. Ese instante en el que te sientes la persona más feliz del planeta porque estás donde querías estar, viendo lo que deseabas ver, viviendo lo que anhelabas vivir.

Yo viajo porque pretendo, cuando ya no pueda hacerlo, mirarme al espejo y hallar el más especial de los mapas. Ni en papel ni en pdf. En mi rostro. Lleno de pliegues, de grietas que al nacer no estaban. No las llames arrugas, no lo son. Son surcos de lejanas vías, las huellas de sendas que un día pisé. Son el cauce de los ríos, mares y océanos que surqué. Cada uno un amanecer, una carcajada, una conversación reconstruida mil veces en mi mente, una puesta de sol, un escalofrío, una experiencia, una vida.

Caminos que forjan una vida Tú viajas

Porque te hace sentir libre, revitalizado, porque te pone romper cadenas. Porque primero conoces y luego juzgas. Porque te encantan los caminos, trillados o no, y ponerte en la piel del otro, calzarte sus zapatos y comprender la realidad que discurre a tu alrededor. Porque sabes que incluso a nivel neuronal es beneficioso para ti ya que el cerebro se vuelve más permeable y creativo en ruta. Y porque el único miedo real que sientes, el único que te paraliza, es pensar que pueda suceder algo en tu ausencia. Porque no eres un inconsciente ni un loco despreocupado y actúas con cautela, sí, pero también sabes que si admites otros miedos por decreto, ellos ganan y el mundo no debería tener dueños.

Mapa de ideas
Viajas, porque no tienes nada que perder y mucho que obtener. Porque a la vuelta compruebas satisfecho que un tu mano siempre llevabas una escalera de color al as. Contra lo imprevisto, plan b. Contra el error, una nueva enseñanza. La banca, tu alma, tu yo, siempre gana.

Él viaja

Gracias a la influencia de sus padres, porque llegó tarde al reparto del inmovilismo al nacer o por ciencia infusa. Da igual. Él viaja y seguirá haciéndolo porque en sus ojos aún luce el destello del niño que fue. El inquieto, el preguntón, el curioso… Viaja porque es capaz de hallar los matices que hacen único dos paisajes aparentemente iguales, porque necesita ser el patrón de su existencia aunque solo sea unos días al año. Porque aunque lo haya visto en foto, online o en esos documentales de La2 que todo viajero que se precie asegura ver, es capaz de emocionarse ante el efecto de la luz colándose en un templo, ante un glaciar, una aurora boreal, un sabor nuevo, o frente a un maestro alfarero que trabaja el barro. Porque sabe trazar un lenguaje propio, un diálogo personal a dos bandas con cada tierra que pisa, con cada mano que estrecha.

Manos Ellos (deberían) viajar

Los estrechos de mente. Los reyes de los prejuicios. Los que no conciben más moral que la suya. Los cuadriculados que tienen el ombligo desdibujado a fuerza de tanto mirárselo. Los fieles a la máxima del sota, caballo y rey. Los que se quedan en los titulares de los informativos y nunca se preguntan ni porqué ni que hay detrás. Los que temen el color de las banderas, un tono de piel diferente, la mirada de un extraño que, casi siempre, solo necesita un gesto amable para salvar la barrera que supuestamente tanto nos diferencia.

…………………………………..

Concluyó mi tiempo de exposición. Acabó la clase y con un aprobado raspado me doy por satisfecha. O lo que es lo mismo, si te ha gustado lo relatado, róbame una sonrisa repitiendo conmigo: “Yo viajo, tú viajas, él viaja...”

#viajaydejaviajar