Un viaje a Japón a través de las emociones (Primera parte)

Un viaje a Japón a través de las emociones (Primera parte)

Si has llegado hasta aquí buscando un artículo que recoja las mejores cosas que puedes hacer y ver en Japón, lamento comunicarte que te has equivocado. Ya habrá tiempo para contarte todo eso más adelante. Ahora lo que demanda mi pluma y sugiere mi espíritu es mostrarte aquellos instantes que fueron especiales para mí y que marcaron de una forma u otra mi percepción de un país que puede resultar una locura y una ejemplar relajación, un lugar en el que la sorpresa te acompaña a cada paso, el respeto y la cortesía es una forma de vida y donde sientes que tienes todo por aprender. Bienvenido al Japón que traje en mi maleta. Bienvenido a un viaje a Japón a través de las emociones.

Escenas de Kioto. Japón

Un soplo de aire fresco en el monte Fuji

Un merecido alto en el camino. Una bocanada de tranquilidad en plena naturaleza. Así recuerdo la excusión a Kawaguchiko donde me esperaba uno de los momentos cumbre de nuestro viaje: la visión del monte Fuji y su precioso reflejo invertido en las aguas.

Monte Fuji. Japón

Aunque había leído mucho sobre la montaña más alta de Japón, sobre sus connotaciones espirituales y su estatus de lugar sagrado, y su imagen, carne de postal, no me era nueva, nada mermó mi fascinación al verlo frente a mí en una despejada y soleada mañana de agosto. Y es que alrededor de este cono volcánico perfectamente simétrico, como si de un cuadro se tratase, se extiende una región de lagos que no hacen sino magnificar su serena estampa. Entre ellos el lago Kawaguchi, situado en una zona escasamente urbanizada donde es un auténtico placer pasear, donde los escolares sacan sus pinturas para inmortalizarlo y los turistas cogen el teleférico en busca de las mejores vistas o lo recorren en barca.

Pintando al borde del lago Kawaguchi. Japón

Bordeando el lago Kawaguchi. Japón

Me hubiera encantado coronar su cima como hacen tantos viajeros entre el 1 de julio y el 28 de agosto pero, como comenté en su día, este fue un viaje diseñado por cuatro perfiles muy diferentes y esa opción quedó descartada. Aún así tuve ocasión de charlar con varios escaladores que me relataron lo que supone terminar la escalada antes del alba para ver salir el sol desde este enclave declarado Patrimonio de la Humanidad. De todos modos, tuve mi premio de consolación que se transformó en un momento realmente único: ver un inesperado espectáculo de fuegos artificiales con el gran símbolo de Japón como telón de fondo.

Fuegos artificiales con el monte Fuji al fondo. Japón

En la piel de una maiko en Higashiyama, Kioto

Un capricho que acaba convirtiéndose en una experiencia total. No encuentro mejor manera para definir lo que supuso ponerme en la piel de una maiko durante unas horas y más en Kioto donde las verdaderas aprendizas tienen que completar un riguroso y complejo entrenamiento hasta llegar a alcanzar la condición de geisha.

Barrio de Higashiyama, Kioto. Japón

El lugar que escogí para mi transformación fue un estudio de maiko henshin situado en el barrio de Higashiyama donde se encuentra el famoso Templo Kiyomizudera. Mi «Studio Shoot Plan» incluía maquillaje, elección de kimono, seis fotos de estudio y 10 minutos para realizar mis propias fotos o vídeos. Con el maquillaje tus rasgos se difuminan hasta el punto que cuesta reconocerte frente al espejo, una sensación que aumenta cuando te colocan la peluca y los tintineantes adornos de la cabeza, el kimono y el obi que has elegido, y te calzas las okobo, unos zapatos de madera muy altos y difíciles de controlar para una neófita en la materia. Vuelves a mirarte en el espejo, esta vez de cuerpo entero, y la imagen que te devuelve es, sencillamente, otra persona. Sientes el peso del kimono, respiras con dificultad, te cuesta moverte… Es entonces cuando alcanzas a comprender, aunque solo sea desde un plano físico, el extraordinario esfuerzo que realizan las maikos para mantener vivo el encanto y el misterio de una tradición que perdura a lo largo de los siglos.

En la piel de una maiko. Japón

Mi momento maiko en Kioto. Japón

Protagonizando mi propia escena en Fushimi Inari

Si has visto Memorias de una geisha, esa obra de arte que nos regaló Rob Marshall y que John Williams envolvió en una banda sonora memorable, seguro que recuerdas uno de sus momentos culminantes, aquel en la que la joven Sayuri corre montaña arriba bajo un techo de torii rojos. Esta escena se rodó en el santuario sintoísta de Fushimi Inari, uno de los más antiguos del país y el rincón de Japón que más ansiaba conocer.

Deseaba subir por su colina y recorrer los cuatro kilómetros de este templo dedicado a Inari, el dios del arroz y patrón de los comerciantes, atravesando las miles de puertas que delimitan el camino y que dan forma al más espectacular de los túneles que puedas imaginar. Detenerme en cada detalle, fijándome en las inscripciones que recuerdan a aquellos comerciantes, artesanos y fieles que donaron los torii en busca de buena fortuna, en los zorros – considerados los mensajeros de Inari-, en las lámparas de piedra…

Fushimi Inari, uno de los rincones más bellos de Japón

Torii bajo la lluvia. Fushimi Inari. Japón

Solo puede cumplir a medias mi sueño. Al cabo de un escaso kilómetro y medio, el cielo, literalmente, se desplomó sobre mí y en pocos segundos estaba empapada. Busqué refugio en uno de sus más de 32.000 pequeños santuarios, un bunsha en el que ni recuerdo el tiempo que permanecí varada. Estaba furiosa, Fushimi Inari era mi particular meca, una meta que se esfumaba bajo la furia de un diluvio. Duró poco mi enfado. No porque cesara de llover. Porque mi mente dio un giro de 180 grados. Al fin y al cabo estaba allí, en un lugar que te derrite por su delicada y pura belleza y que existe desde el siglo VIII, disfrutando de su perfecto equilibrio entre naturaleza y arte, rodeada de una paz infinita que templó mi alma. Entonces sí, cuando sentí que ya no era la lluvia sino el propio santuario el que me calaba hasta los huesos, protagonicé mi propia escena. Corriendo montaña abajo, sorteando los charcos, sin protegerme de un chaparrón que no amainaba… Feliz.

Santuario Fushimi Inari, Japón

La experiencia de alojarte en un ryokan

Indagar en las costumbres locales y revivir el Japón de la elegante época de los Daimyos. Esas eran mis expectativas al alojarme en un ryokan de Kanazawa, una posada tradicional japonesa en la que prácticamente todo era nuevo para mí. Nuestra minimalista habitación con unos cómodos futones extendidos sobre el tatami, mi vestimenta -un liviano yukata y unas zapatillas con las que me movía por los siempre silenciosos pasillos-, el precioso jardín central…

Nuestra habitación en el Murataya Ryokan. Kanazawa, Japón

Patio del Murataya Ryokan. Kanazawa, Japón

Y la posibilidad de experimentar en primera persona la arraigada cultura del baño de la sociedad nipona. Para los japoneses, el acto de bañarse es mucho más que una básica cuestión de higiene, es un momento para purificar cuerpo y mente que debe seguir una serie de normas que resultan curiosas a los ojos occidentales. Lo que más me sorprendió es que antes de entrar en la bañera, que utilizan todos los huéspedes y cuya agua debe permanecer impoluta en todo momento, debes ducharte fuera sentado en un taburete. Una vez te has lavado a conciencia, ya puedes utilizarla para el fin que aquí le dan: un placentero momento de relax que en mi caso me puso a gloria tras un largo día de turismo. El tiempo que pases en ella dependerá de tu resistencia porque la temperatura del agua oscila entre los 38 y los 42 °C.

Baño común del Murataya Ryokan. Kanazawa, Japón

Lost in Translation en Tokio

Los primeros días en Tokio fueron complicados. Fue la etapa final de mi viaje y el cansancio acumulado empezó a pasar factura en el peor momento, en una megalópolis que reclama toda tu energía para enfrentarte a su potencia. A un descabellado aluvión de luces de neón, pantallas de televisión gigantes y sonidos que no da tregua, a un titán en el que el silencio, por momentos, puede llegar a convertirse en el bien más preciado, a una inmensa ciudad donde las muestras físicas de cariño son una rareza y en la que a pesar de estar rodeada de millones de personas puedes sentirte más sola que en ningún lugar del mundo.

Ese es el sentimiento que me acompañó en mis primeras 48 horas en la capital de Japón. Un estado de desconcierto, turbación y asombro constante que se gestó en barrios como Akihabara, Shibuya o Kabukicho y que explotó en el mirador de la sede del Gobierno Metropolitano con mi nariz casi pegada a sus ventanales. Allí estaba yo, de noche, contemplando la hiedra de rascacielos que copaba el horizonte. Recordando la película de Sofia Coppola y haciendo mío el aturdimiento y el naufragio vital de sus protagonistas. A miles de kilómetros de casa y comprobando, compulsivamente, que el pasaporte, los yenes y la dirección de mi hostel seguían en mi mochila. Sí. Me sentí perdida, asfixiada, sola y sin fuerzas para combatir la extrema ola de calor que azotaba el país y que frenaba mis ganas de descubrir todo el potencial de de Tokio.

Akihabara. Tokio

Cruce de Shibuya. Tokio

Vistas de Tokio desde la sede del Gobierno Metropolitano

Por fortuna, esas emociones fueron pasajeras y pronto las piezas del gran puzzle tokiota empezaron a encajar. Me relajé y todo empezó a fluir, como debía haber sido desde el primer momento. Una travesía en barco hasta Odaiba, unas risas en un garito minúsculo de Golden Gai, un agradable paseo por Asakusa, una tarde de compras en Ginza…

Continuará…

Feynan Ecolodge. Reserva de la Biosfera de Dana. Jordania

Feynan Ecolodge. Reserva de la Biosfera de Dana. Jordania

Durante mi viaje a Jordania tuve el placer de alojarme en el Feynan Ecolodge, uno de los mejores hoteles ecológicos del mundo. Un lugar que se ilumina a la luz de las velas, sin apenas electricidad, sin cobertura alguna que te distraiga e impida que te centres en lo que realmente importa: disfrutar del espectacular y sereno paisaje que te rodea, la Reserva de la Biosfera de Dana. Un establecimiento único, premiado por su aportación a la conservación de la naturaleza y por su compromiso con las economías locales y el turismo sostenible, en el que el verdadero lujo es poder vivir una experiencia de cinco estrellas.

Reserva de la Biosfera de Dana. Jordania

Desmontando el Feynan Ecolodge

Diseñado por el famoso arquitecto Ammar Khammash, el Feynan Ecolodge es uno de los buques insignia de la compañía jordana EcoHotels cuyos alojamientos se distinguen por practicar un ecoturismo responsable y cuya filosofía se centra en tres pilares: contribuir a la conservación del medio natural, provocar el mínimo impacto ambiental posible y proporcionar beneficios socioeconómicos a la población local.

Feynan Ecolodge. Dana. Jordania

En concreto, el funcionamiento del Feynan Ecolodge permite que alrededor de 90 familias (unas 450 personas) tengan una fuente de ingresos adicional. Esto es posible porque todo el personal empleado forma parte de las comunidades beduinas que viven en la Reserva de la Biosfera de Dana. Desde los conductores que cubren los 8 kilómetros que separan la entrada al complejo de la carretera pavimentada en sus propias camionetas, a las mujeres que elaboran todas las velas que lo iluminan cada noche. Igual ocurre con el suministro de alimentos que provienen de las aldeas cercanas.

Los conductores que trabajan en el Feynan Ecolodge son beduinos locales

Terraza y paneles solares. Feynan Ecolodge. Dana. Jordania

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Las mujeres de las comunidades locales elaboran todas las velas que iluminan el Feynan Ecolodge. Jordania

Para lograr la mínima huella medioambiental y operar en armonía con su entorno, este alojamiento, que ofrece la más desarrollada eco-experiencia en Jordania gracias al trabajo conjunto de EcoHotels y la Real Sociedad para la Conservación de la Naturaleza -una ONG dedicada a la protección de los mejores paisajes naturales del Reino Hachemita-, genera con sus placas solares el 100% de la electricidad que utiliza para proporcionar agua caliente y calefacción e iluminar la cocina, las oficinas y los baños. Sólo se utilizan aparatos eléctricos esenciales, y el agua, cuyo consumo es limitado, proviene de las cercanas fuentes de Wadi Dana. ¿Qué ocurre con los residuos? Sus instalaciones de compostaje los transforman en abono orgánico, y el poco papel y plástico que se utiliza se recicla.

Aventura, intercambios culturales, naturaleza y relax en el Feynan Ecolodge

Como he comentado al principio, el Feynan Ecolodge es mucho más que un hotel. Su diseño nos recuerda a un antiguo caravasar en el que encontraban parada y fonda las caravanas de camellos que cubrían la Ruta de la Seda. Hoy en día, su clientela son viajeros que buscan alojarse en este remoto rincón jordano, disfrutar de la hospitalidad de sus gentes y vivir experiencias que solo aquí son posibles.

Como disfrutar de los preciosos atardeceres de Dana, asistir a la ceremonia de la preparación del café con una familia beduina, acercarse a la cultura local pasando el día con un pastor, cocinar platos tradicionales, observar las estrellas, caminar entre cañones en Wadi Ghwayr o descubrir antiguas ruinas de más de 11.000 años y minas de cobre bizantinas. O simplemente descansar en este precioso entorno, alejado de todo, donde no hay cabida para conceptos tan occidentales como el estrés y las prisas.

Senderismo en Dana. Feynan Ecolodge. Jordania

Ceremonia de la preparación del café con una familia beduina. Feynan Ecolodge. Jordania

Wadi Ghwayr canyon © Feynan Ecolodge

Tomando un té en los alrededores del Feynan Ecolodge. Jordania

Alojarse en este establecimiento es ya de por sí una experiencia única. Sus 26 habitaciones, acogedoras y confortables, están decoradas con un minimalismo que roza la perfección y más cuando las encuentras bajo ese manto mágico que solo las velas producen. Una amplia cama con mosquitera, una jarra de agua sobre la mesa, un pequeño escritorio, un baño iluminado con bombillas de bajo consumo y una terraza desde la que vi cómo esta reserva despertaba a un nuevo día. Acompañada del canto de los pájaros, respirando aire puro y sintiéndome completamente relajada.

Habitación del Feynan Ecolodge © Feynan Ecolodge Photo by Bashar Alaeddin

Las vistas desde mi habitación en el Feynan Ecolodge. Dana. Jordania

La noche anterior cené en su terraza al aire libre, bajo un cielo cuajado de estrellas y a la luz de las velas, un magnifico buffet vegetariano con platos adaptados de la cocina tradicional árabe y beduina. Como colofón, subí a la terraza para admirar la espectacular bóveda celeste en todo su esplendor ya que aquí la contaminación lumínica es nula. En silencio, en plena oscuridad, recostada sobre una tumbona…

Cenando bajo las estrellas. © Feynan Ecolodge Photo by Bashar Alaeddin

El desayuno, en la misma ubicación. Pan local, mermeladas caseras, zumos de fruta fresca y tés que saboreé mientras veía pasar ante mí a los pastores de la zona que llevaban sus cabras a pastar.

Desayunando al aire libre en el Feynan Ecolodge. Dana. Jordania

El resto del complejo está formado por espacios comunitarios en los que descansar o leer frente a la chimenea e incluso cuenta con una pequeña tienda de artesanías beduinas, jabones hechos a mano, mermeladas y demás artículos elaborados por los pobladores de las reservas naturales de Jordania.

Librería y sala de lectura. Feynan Ecolodge. Dana. Jordania

Rincones para el descanso en Feynan Ecolodge. Jordania

Así es el Feynan Ecolodge, un alojamiento moderno alejado del turismo de masas que se dibuja sobre las tradiciones del pasado y que me demostró que la sostenibilidad a todos los niveles no solo no obstaculiza la experiencia del huésped, sino que la amplifica enormemente. Un lugar que te brinda la oportunidad de desconectar y volver a familiarizarte con la naturaleza. ¿El mejor regalo que me traje de mi estancia? Poder acercarme a las gentes que lo sacan adelante y disfrutar de una hospitalidad que rebasa cualquier tópico. Un intercambio cultural que en el caso de Jordania es absolutamente enriquecedor.

Si quieres conocer el resto de motivos que hicieron que volviera completamente fascinada de este país, te emplazo a leer las 11 razones para viajar a Jordania que harán que te preguntes por qué aún no lo has hecho.

Ficha del Feynan Ecolodge

Dirección: El Feynan Ecologe está situado dentro de la Reserva de la Biosfera de Dana, a 3 horas de Amman y a 2 horas de Aqaba o Petra en coche. El transporte hasta el complejo se realiza desde el centro de recepción en vehículos 4×4.

Teléfono: +962 6 464 5580

Web del hotel

Número de habitaciones: 26 habitaciones diseñadas de forma individual en torno a una serie de patios interiores y dividas en tres clases: economy, standard y deluxe. Todas ellas con baño con ducha y electricidad. La temporada alta va de marzo a mayo y de septiembre a diciembre ya que son las mejores épocas para practicar senderismo.

Restaurante Maru, sabores coreanos en el centro de Madrid

Restaurante Maru, sabores coreanos en el centro de Madrid

Cuando surgió la posibilidad de probar la cocina que elaboran en el Restaurante Maru no lo dudé ni un momento. Había leído muy buenas críticas sobre este establecimiento y quería que mi paladar las pusiera a prueba.

Para ello me dirigí hasta el número 37 de la Calle Reina que está situada muy cerca de la Gran Vía, concretamente en Chueca, uno de mis barrios favoritos de Madrid. Que compartiera calle con el famosísimo Yakitoro del mediático chef Alberto Chicote me apreció un guiño más que acertado para un local especializado en gastronomía coreana y japonesa.

Restaurante Maru

Una vez allí me encontré con un restaurante amplio y agradable cuyas paredes lejos de recoger símbolos de la cultura asiática estaban llenas de recuerdos de distintas ciudades españolas. Una original decoración que enmarca sus dos ambientes en cuyas mesas no podían faltar las tradicionales barbacoas coreanas.

Comedor del restaurante Maru

Tras ojear la carta y ante la posibilidad de perderme ante tantos platos desconocidos para mí, opté por lo que hago siempre que voy a conocer un nuevo restaurante: dejarme aconsejar por el camarero. Sobre todo en este caso ya que la cocina coreana se caracteriza por ser muy picante y especiada y no sabía si mis papilas gustativas estarían a la altura de los fogones del Maru por mucho que Kim, cocinero y dueño de este local, lo haya rebajado al gusto europeo.

Entre risas y explicaciones -todo el personal es muy atento y cercano- diseñamos el menú de mi primera experiencia en el universo de los sabores coreanos.

De entrada y como aperitivo nos sirvieron los entrantes de la casa: brotes de soja, calabacín, patata rayada y kimchi, un plato típico a base de col china fermentada con salsa de guindilla que los coreanos suelen preparar en grandes cantidades ante de que llegue el invierno para poder consumirlo durante todo el año. ¿Su sabor? Entre picante y salado.

Aperitivos coreanos y gyozas. Restaurante Maru

A continuación llegaron las gyozas (aquí llamadas Mandu-Gyoza), unas empanadillas caseras de carne con un toque de cebolla caramelizada que desde ya puedo asegurar son de las mejores que he probado en la capital. Crujientes y sabrosas como las que más y absolutamente recomendables. De hecho, pedir solo 4 fue un error que espero subsanar en futuras visitas.

Tras esta primera toma de contacto, llegó el momento de encender nuestra barbacoa y al más puro estilo coreano prepararnos al gusto dos de las especialidades del Maru: Bulgoki y Je Yuk Bo Kum.

Momento barbacoa. Restaurante Maru

El Bulgoki son tiras de aguja de ternera marinada con salsa de soja que te presentan crudas para que tú mismo las cocines a la plancha y te las sirvas como si fuera un burrito sobre hojas de lechuga con un poco de salsa. Un bocado delicioso y nada picante que devoré completamente.

Bulgoki. Restaurante Maru

Si quieres emociones más fuertes, el Je Yuk Bo Kum es tu mejor opción. Panceta de cerdo salteada con guindillas y verduras que también haces tú a la parrilla. Eso sí, es para paladares expertos porque picar, pica y mucho. Yo apenas lo probé pero en palabras de mi acompañante era un plato «delicioso y contundente».

Je yuk bo kum. Restaurante Maru

Para acompañar nuestra cena optamos por probar la cerveza coreana Hite, la más vendida del país. Se trata de una lager de 4,5º de graduación alcohólica muy fresca que marida bastante bien con este tipo de cocina. Sin pretensiones pero de fácil trago.

Cerveza coreana Hite. Restaurante Maru

Cuando llegamos al capítulo de los postres, para variar, estaba más que saciada así que cerramos nuestra experiencia con un té coreano y unas sorprendentes trufas de té verde.

Trufas de té verde. Restaurante Maru

Durante la sobremesa aproveché para dar una vuelta cámara en mano por el resto de mesas y fotografiar algunos platos más como el Dol sot bibim bab (bol de arroz con verduras y huevo frito con salsa de guindilla dulce) que tenía una pinta estupenda. A esas alturas de la noche, nosotros éramos los únicos clientes occidentales del local. Una inequívoca muestra de que la cocina del Maru satisface los paladares asiáticos que viven o recalan en Madrid.

Dol sot bibim bab. Restaurante Maru

Familia de asiáticos cenando en el restaurante Maru

Del resto de la carta japonesa nada puedo añadir porque no llegué a probarla. Una excusa más para volver a este céntrico y tranquilo restaurante cuya cocina bien merece las acertadas críticas que está recibiendo por su calidad y autenticidad.

Informado quedas. Si quieres descubrir los secretos gastronómicos de Corea del Sur, tienes una cita con tu paladar en el restaurante Maru.

Dónde: Restaurante Maru. Calle de la Reina, 37. Madrid.

Reservas: 915 23 95 31

Cómo llegar: Metro Banco de España (L2) y Gran Vía (L1 y L5).

Precio medio: Menú diario 11,95 €. Comer a la carta 25€ aprox.

* Más información en su página de Facebook

El desierto de Wadi Rum por tierra y aire, una experiencia única en Jordania

El desierto de Wadi Rum por tierra y aire, una experiencia única en Jordania

Uno de los benditos culpables que hizo que volviera completamente fascinada de Jordania fue el desierto de Wadi Rum. Un área protegida que cubre algo más de 700 kilómetros cuadrados situada al sur del país y que a menudo queda injustamente relegada a un segundo plano frente a la eterna ciudad nabatea de Petra. Yo tuve el privilegio de exprimir su belleza y su dramática soledad al máximo. Hundiendo mis pies en su arena, a bordo de un todoterreno, y a vista de pájaro desde un globo aerostático, tras pasar la noche durmiendo en un campamento que me permitió conocer más a fondo la vida de los beduinos.

Wadi Rum. Jordania
El embrujo de Wadi Rum es innegable

Wadi Rum, un desierto único

Cada uno de estos momentos solo me confirmó lo que ya intuía desde la primera imagen que me regaló. Wadi Rum es un desierto muy especial y totalmente diferente a los que he visto hasta el momento. Nada que ver con las dunas infinitas del Sáhara que todos tenemos en mente. Por eso decidí incluirlo en mis 11 razones para viajar a Jordania y por eso me lanzo ahora a relatarte mi experiencia. ¿Mi objetivo? El mismo de siempre; tentarte para que desees forjar tu propia aventura en el seductor Reino Hachemita de Jordania, un país moderno, estable y pacífico que recibe al viajero con los brazos abiertos y la mano tendida. Porque desiertos hay muchos pero Wadi Rum solo uno.

La arena rojiza de Wadi Rum. Jordania
Hundiendo los pies en la arena rojiza de Wadi Rum

Lawrence de Arabia y los rostros del desierto

Visionar Lawrence de Arabia, una de las grandes aportaciones de David Lean a la historia del cine, es una buena forma de aproximarse al universo de sensaciones y emociones que provoca Wadi Rum. Y es que la mayor parte de esta película de corte épico se rodó en este desierto que conjuga kilómetros y kilómetros de fina arena roja y enormes montañas de arenisca y granito que llegan a alcanzar los 1.750 metros de altura.

Los paisajes de Wadi Rum. Jordania
Paisajes de Wadi Rum

Como dije en su día, el mismo Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, lo describió así “inmenso, solitario… como tocado por la mano de Dios”. A pesar de no profesar fe alguna, no puedo estar más de acuerdo. Wadi Rum es para muchos el desierto más bello del mundo y Jordania no sería lo mismo sin este hipnótico paisaje declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por sus valores naturales y culturales, entre los que se encuentran los antiguos petroglifos dibujados por los nabateos en sus paredes rocosas.

Petroglifos en Wadi Rum. Jordania
Petroglifos tallados hace cuatro mil años

Una tierra hostil y áspera, en la que establecieron su sede el rey Faisal Bin Hussein y el propio Lawrence durante la Revolución Árabe contra los otomanos en la Primera Guerra Mundial, y cuyas hazañas, además de quedar reflejadas en su libro Los siete pilares de la sabiduría, ya forman parte del folklore local.

Relieve de Lawrence de Arabia. Que ver en el desierto de Wadi Rum
Relieve de Lawrence de Arabia en el desierto de Wadi Rum

Un entorno difícil al que dan vida los beduinos que lo habitan y que pertenecen a diferentes grupos tribales entre los que destaca la tribu Zalabia que vive en Rum, el único pueblo que hay en el interior de esta reserva natural. Esta tribu se encarga de muchas de las rutas en jeep y camello y los beneficios que obtienen por su trabajo revierten en la población local. Algo parecido ocurre con el otro grupo predominante, los Zweideh, que se asientan en los pueblos de Disi y que combinan el turismo con la agricultura. Sweilhieen, Omran, Godman y Dbour son el resto de tribus que mantienen vivo el estilo de vida beduina tradicional a pesar de que solo unos pocos continúan siendo nómadas.

Beduino en Wadi Rum. Jordania
Beduino en Wadi Rum
Camellos en Wadi Rum. Jordania
Camellos en Wadi Rum
Los rostros del desierto de Wadi Rum. Jordania
Los rostros del desierto

Recorrer Wadi Rum en 4×4

Hacer una ruta en 4×4 es algo más que obligado en Wadi Rum y más si es en un todoterreno tipo pick-up. Da igual cual sea su duración, cualquiera de ellas se te hará muy corta al recorrer este paisaje que parece fruto de la imaginación de Julio Verne. Cada recodo de este inmenso mar de arena guarda una sorpresa, cada parada te roba una cara de asombro. Montañas de formas imposibles que la erosión ha ido cincelando a su antojo, grandes cañones, paredes verticales, cimas… Los kilómetros se suceden mientras tomas fotos que inmortalizan lo que ven tus ojos y luchas porque el viento no se lleve tu sombrero.

Wadi Rum en 4x4. Jordania
La sombra de nuestro todoterreno en la arena rojiza de Wadi Rum
Wadi Rum. Que ver en Jordania
Gigantes de piedra moldeados por la erosión
En Wadi Rum cada recodo guarda una sorpresa. Jordania
En Wadi Rum cada recodo guarda una sorpresa

En un momento dado, nuestro guía nos invita a subirnos a una de sus cumbres para esperar la llegada del ocaso. Para contemplar cómo el sol se va poniendo en el horizonte tornando maravillosos tonos rojos y ocres.

Y allí estás tú, recogida, ocupando el mínimo espacio. Una postura que sale de forma natural, sin artificios, porque tu cuerpo expresa lo que cuece en tu alma: la sensación de sentirte más pequeña que un grano de arena. Y tratas una y otra vez de poner la mente en blanco para que el sonido de tus pensamientos no emborrone esos instantes.

En mi caso sin éxito. Soy presa fácil de los atardeceres y el que pude contemplar en este rincón del planeta nunca lo olvidaré. A miles de kilómetros de casa, en silencio y con la mirada perdida, no podía dejar de pensar que estaba al borde de la felicidad absoluta.

Wadi Rum al atardecer. Jordania
El desierto de Wadi Rum al atardecer
Contemplando la puesta de sol en Wadi Rum. Jordania
Contemplando la puesta de sol en Wadi Rum
Atardecer en Wadi Rum. Jordania
Atardecer en Wadi Rum

Descubrir Wadi Rum en globo

La mejor forma para ser consciente de porqué se le conoce como el Valle de la Luna es verlo despertar a vista de pájaro. Nunca madrugar merecerá tanto la pena.

Volar en globo en el desierto de Wadi Rum. Jordania
Acabando de montar el globo en el desierto de Wadi Rum

Para mí fue mi tercer paseo en globo y, aunque ya conocía la mecánica y los pasos a seguir, fue tan emocionante como la primera vez. De hecho, me vi reflejada en los ojos de aquellos compañeros que se estrenaban en la adictiva experiencia de dejarte merecer por el viento. Disfrutando de una maravillosa sensación de libertad, de calma, de un sosiego que solo perturba el estruendo del quemador mientras a tus pies discurre un terreno que ya conoces pero que cobra una dimensión diferente desde las alturas.

Vuelo en globo en el desierto de Wadi Rum. Jordania
Entre fogonazos
Volando en globo sobre el desierto de Wadi Rum. Jordania
Nuestro piloto comunicándose con el equipo de tierra

Los gigantes de piedra que pueblan este océano de arena parecen más altos, sus fisuras más profundas y los espacios que los separan más vastos. Y sí, por supuesto, vuelves a sentirte muy pequeña ante esta soberbia producción de la naturaleza.

Wadi Rum en globo
Wadi Rum desde las alturas
Rocas de Wadi Rum. Jordania
Las imponentes rocas de Wadi Rum
Sobrevolando Wadi Rum en globo. Jordania
Sobrevolando Wadi Rum en globo
Volar en globo en el desierto de Wadi Rum
Wadi Rum bajo mis pies
El desierto de Wadi Rum
El desierto de Wadi Rum a vista de pájaro

Como ves hay muchas formas para exprimir los atractivos de Wadi Rum: excusiones a pie, en 4×4, en camello, pasando la noche en una tienda beduina… Mi consejo es que experimentes cada una de ellas. Porque como te dije al principio, desiertos hay muchos pero Wadi Rum solo uno y te espera en Jordania.

Más información: Turismo de Jordania.

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Próximo destino: Japón (Cerrado por vacaciones)

Próximo destino: Japón (Cerrado por vacaciones)

La cuenta atrás ya ha comenzado. El próximo sábado me subiré a un Boeing 777-300ER de Emirates rumbo a Japón para recorrer en el país durante 17 días. Debo reconocer que este viaje, aún siendo muy deseado, no estaba en mi top de destinos a corto plazo pero vi la posibilidad de subirme a ese avión y no quise desaprovecharla.

Y es que detrás de esta aventura nipona está mi sobrina Laura que lleva años deseando pisar este rincón del planeta situado al norte de Asia, entre el Océano Pacífico y el Mar de Japón: «Desde muy pequeña me aficioné al anime y a la lectura manga y gracias a ello fui desarrollando una gran curiosidad y fascinación por el pueblo nipón y su cultura. Mi madre lleva prometiéndome un viaje a Japón desde que tenía 12 años y este verano, a mis 23, por fin cumplo un sueño.»

Antes de empezar la carrera de Medios Audiovisuales, Laura nos lanzó un «ultimátum» cargado de ilusión. Si lograba graduarse con éxito, el momento de viajar a Japón no podía dilatarse más. Y dicho y hecho. Los años pasaron volando y ahora ha llegado el momento de cumplir esa promesa. Pero no vamos solas, el resto del japan team lo conforman mi hermana y su pareja, dos grandes viajeros sin blog, que llevan ya muchos kilómetros a sus espaldas.

Mapa Japón

Entre estos cuatro perfiles, tan diferentes entre sí, hemos trazado un itinerario de viaje inicial que con toda seguridad, salvo por los alojamientos que ya tenemos contratados, variará alegremente con el transcurso de los días. ¿Qué serían los viajes sin esos cambios de última hora? ¿Sin esas decisiones que se toman sobre la marcha? ¿Sin la libertad de decidir el cuándo, el cómo y el dónde?… ¿Un blogtrip?

Itinerario previsto a falta de algún pespunte

A grosso modo, pasaremos 5 días descubriendo Kioto, la antigua capital de Japón, con excursiones a Inari y al santuario sintoísta de Fushimi Inari Taisha, Nara y Koyasan donde visitaremos el cementerio de Okunoin que está considerado uno de los lugares más sagrados de todo el país.

Desde Kioto pondremos rumbo a Kanazawa a bordo del tren bala gracias a la recientemente inaugurada línea Hokuriku Shinkansen que de forma directa y en poco más de 2 horas nos llevará hasta esta ciudad de corte feudal situada en la prefectura de Ishikawa. Allí nos esperan el antiguo distrito de samuráis de Nagamachi. el distrito de geishas de Nishi Chaya, el castillo de Kanazawa, uno de los tres jardines más bonitos de todo Japón (los jardines Kenrokuen) y la experiencia de dormir en un ryokan (alojamiento tradicional japonés).

Itinerario Japón

Después llegará el turno de Takayama, en plenos Alpes Japoneses, y la visita a la aldea histórica de Shirakawago, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995.

Desde allí pondremos rumbo a Kawaguchiko para ver el monte Fuji desde uno de sus cinco lagos y acercarnos al castillo de de Matsumoto, uno de los tesoros nacionales de Japón.

Finalmente, desde Kawaguchiko cogeremos un tren rumbo a Tokio con el que iniciaremos la recta final de este viaje al País del Sol Naciente. Tendremos cinco días por delante para exprimir al máximo la descomunal capital japonesa barrio a barrio: la zona centro, Ginza, Ikebukuro, Akihabara y Suidobashi/Iidabash, Asakusa, Sumida, Odaiba, Harajuku, Shibuya y Ebisu…

¿Qué experiencias me gustaría vivir en Japón?

  • Disfrutar de los contrastes entre el Japón moderno y el tradicional.
  • Profundizar al máximo en la cultura japonesa para comprender mejor la tierra que piso y ser lo más educada y respetuosa posible en todo momento.
  • Entrar en todo mercado que se cruce a mi paso para comprar productos locales.
  • Dar un paseo en barco por el lago Kawaguchi.
  • Descubrir más sobre el mundo del sake, especialidad local de Takayama, visitando alguna de las fábricas de sake.
  • Tomar de un baño termal japonés en plena naturaleza si mis dos pequeños y discretos tatuajes me lo permiten. Sé que no es fácil pero por intentarlo que no quede.
  • Despertarme con la impresionante visión del monte Fuji frente a mis ojos. ¿Subir? No está confirmado ni descartado.
  • Asistir a la ceremonia del té.
  • Sacar una, o varias, bolas gashapon y esperar a ver qué regalo sorpresa guardan en su interior.
  • Aprender a usar correctamente los palillos (nunca es tarde).
  • Madrugar para ver el Tsukiji Outer Market, o lo que es lo mismo, la que dicen es la mayor lonja del mundo, y probar las gyoza de Gyoza Lou.
  • Convertirme en maiko o geisha por unas horas en algún estudio de henshin de Kioto.
  • Olvidarme del reloj en cualquier jardín o frente a cualquier templo que me hipnotice.
  • Comprar un ofuda para proteger mi hogar de la mala suerte.
  • Alquilar una bicicleta y hacer una ruta por Kioto en bici.
  • Convertir cada comida en una aventura probando el máximo de especialidades locales sin dejar de lado esas comidas raras que combinan ingredientes imposibles.
  • Recorrer con paso lento el barrio de geishas de Miyagawacho en Kioto.
  • Hacerme una friki-foto en el cruce de Shibuya.
  • Pasear con un tokiota que de forma voluntaria me enseñe algunos de sus rincones favoritos gracias al servicio de guías turísticos que ofrece Turismo de Tokio.
  • Subir al atardecer al edificio de la sede del Gobierno Metropolitano de Tokio y pelearme con mi cámara para conseguir un buen perfil nocturno de la ciudad. ¿Otras opciones? La Torre Mori, la Tokyo Tower o el edificio de la Fuji TV.
  • Tomarme un cóctel Lost in Translation en el New York Bar del Park Hyatt Hotel (cinéfila que es una).
  • Pasear por Harajuku para asistir al desfile de tribus urbanas que se dan cita en esta zona hasta que mi cámara eche humo: cosplayers, lolitas, cyber-fashion, sex kitten, visual kei, etc.
  • Chafardear las showrooms de Nikon, Sony o Canon en Ginza.
  • Ver la puesta de sol desde la playa artificial de Odaiba.
  • No agobiarme por todo lo que queda fuera de este itinerario y practicar la filosofía slow travel.
  • Y, sobre todo, comprobar en primera persona si Japón es tan adictivo como dicen.

¿Voy a estar conectada estos días? Sí. Gracias al Y!mobile 3G de Japan Wireless que espero me esté esperando en el Piece Hostel de Kioto. ¿Voy a usar mi conexión de forma compulsiva? Lo dudo mucho aunque sé que no podré resistir la tentación de colgar alguna que otra postal nipona en las redes sociales.

Dicho esto, solo me queda desearte un feliz verano y soltar una frase a la que le tenía muchas ganas: Oficialmente, Objetivo Viajar queda cerrado por vacaciones.

¡Nos leemos a la vuelta!

11 razones para viajar a Jordania: un país fascinante

11 razones para viajar a Jordania: un país fascinante

Asombrada, completamente seducida y con ganas de volver. Así es como he regresado de Jordania, un país que siempre había deseado conocer y que ha superado con creces todas mis expectativas. ¿Quieres saber cómo surgió la fascinación que ahora siento por esta joya de Oriente Próximo? Perfecto. Aquí te presento 11 razones para viajar a Jordania que te harán que te preguntes por qué aún no lo has hecho.

Recorriendo el Siq. Petra. Jordania
Recorriendo el Siq

Recorrer el Siq y cumplir el sueño de visitar Petra, descubrir el laberinto de paisajes de Wadi Rum por tierra y aire, ver atardecer en la Reserva de la Biosfera de Dana, bañarte en el Mar Muerto, callejear por Amán, nadar en los impresionantes fondos marinos del Mar Rojo, dormir en el desierto, disfrutar de la hospitalidad y amabilidad de sus gentes… Un listado de momentos únicos y experiencias inolvidables que solo podrás protagonizar en este sorprendente y atractivo país, y que recoge un mensaje muy claro. No lo dudes, no lo pienses. Regálate el lujo de viajar a Jordania.

11 razones para viajar a Jordania:

Recorrer el Siq, el desfiladero más hermoso que he conocido

El mundo está lleno de rincones que desprenden un halo de magia difícil de explicar. Lugares en los que el peso de la historia y la naturaleza comulgan hasta alcanzar la perfección. Y tú lo único que puedes hacer es sucumbir ante tanta belleza.

Es lo que sentí cuando empecé a caminar a la luz de las velas por el Siq, el desfiladero que custodia la entrada a la antigua ciudad nabatea de Petra. Apenas podía distinguir la grandeza del escenario que me abrazaba y mi vista, en una noche cerrada, trataba de enfocar la maraña de escarpadas paredes que en poco más de un kilómetro me llevaría hasta una de las siete maravillas del mundo moderno.

El Siq. Petra. Razones para viajar a Jordania
La magia de El Siq es única

Reconozco que estaba tan emocionada como una niña en la víspera de reyes. Con la sangre al galope y peleándome con los controles de mi cámara para captar esos guardianes de piedra y roca que llegan a alcanzar los 80 metros de altura. Y sí, cuando a través de un estrecho paso alcancé a ver un retazo del Tesoro, tuve que arreglármelas para no soltar una lágrima que expulsara el cóctel de sensaciones que me paralizaba. De felicidad, de sueño cumplido, de saber que estaba allí.

A la mañana siguiente, mi abanico de imágenes borrosas desapareció bajo un sol radiante, y gracias a Hamada, nuestro fantástico guía, descubrí que el Siq es un tesoro en sí mismo. Una colosal garganta que se abre paso entre imposibles formaciones geológicas en las que se suceden de templos, nichos, obeliscos y canales de agua tallados en los acantilados bajo una paleta de rojos, naranjas, grises y ocres que las palabras no tienen el poder de describir.

Cañon del Siq. Petra. Jordania
Cañón del Siq
Siq. Petra. Jordania
Un elefante o un pez. Depende de cómo lo mires
Carruaje tirado por caballos en el Siq. Petra
Evita usar los carruajes que recorren el Siq para no ser cómplice del maltrato que sufren los caballos

Petra, la mayor razón para viajar a Jordania

Cuando finalmente me planté frente al Tesoro (Al-Khazneh) y vi ante mí su inmensa fachada excavada en la roca alzándose sobre un campo de velas, sentí que me faltaba la respiración. Apenas éramos cien personas contemplando este obra de arte del pueblo nabateo, una civilización que se asentó en este valle escondido entre montañas hace más de 2.000 años.

Visitar el Tesoro por la noche es una de las grandes razones para viajar a Jordania
El Tesoro por la noche
Visita nocturna a Petra. Jordania
Visita nocturna a Petra

Aunque la energía que desprende es increíble y ejerce como un poderoso imán que te impide avanzar, el Tesoro es solo es una pequeña pincelada de esta enorme ciudad que permaneció oculta a los ojos del mundo occidental durante siglos. Resistiendo el paso del tiempo, combatiendo las tormentas del desierto, las lluvias y los fuertes vientos. Una «ciudad perdida« situada al sur del país en la que confluían hasta siete rutas comerciales que trasportaban sedas y especias, y cuya prosperidad quedó reflejada en sus magníficos edificios tallados en piedra arenisca. Las Tumbas Reales, el teatro, la calle columnada, la puerta romana de Temenos, el Monasterio, el resto de caminos sin trillar que no aparecen en las guías… Te faltarán horas e incluso días para descubrir este gran tesoro arqueológico cuya visita justifica por sí sola una escapada a Jordania.

Puerta de Temenos. Petra. Jordania
Utilizar un camello para recorrer Petra no es ser un turista responsable con los animales
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El desierto de Wadi Rum

Thomas E. Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, lo describió como “inmenso, solitario… como tocado por la mano de Dios”. Así es el desierto de Wadi Rum. Único, infinito y capaz de regalarte momentos tan especiales que ya nunca olvidarás.

Yo ya llevo algún que otro desierto a mis espaldas y puede asegurarte que nunca he visto nada igual. Imagínate recorriendo el más grande y hermoso de los paisajes desérticos de Jordania en un todoterreno tipo pick-up mientras desfilan ante ti kilómetros y kilómetros de fina arena roja en la que se asientan enormes rocas monolíticas que recortan el cielo a 1.700 metros de altura creando el más precioso skyline que la naturaleza ha sido capaz de forjar.

Imagínate encaramándote a una de estas cumbres para contemplar como el sol se pone cambiando los rojos por ocres y los marrones por grises. Escuchando el silencio. Con la mirada fija en el horizonte. Incluso tendrás que parpadear más de una vez para pensar que no es sueño.

Te pido un último esfuerzo: imagina contemplar como este hipnótico paisaje, en el que se gestó la Revolución Árabe contra los otomanos, despierta a un nuevo día desde el aire, dejándote mecer por el viento a bordo de un globo. Te sentirás libre y tremendamente afortunado por vivir esta experiencia que solo Wadi Rum puede regalarte.

Dormir en medio del desierto

Dormir en pleno desierto es una de esas cosas que hay que experimentar al menos una vez en la vida y más si puedes hacerlo en el Captain’s Desert Camp, un campamento situado en la zona de Disi donde podrás acercarte al modo de vida de los beduinos. Cenar un exquisito cordero cocinado bajo la propia arena del desierto, fumar en shisha bajo las estrellas con música árabe tradicional de fondo, descansar en una preciosa tienda con baño, alejarte del complejo para admirar la cúpula celeste jordana sin apenas contaminación lumínica y pedir un deseo a las estrellas fugaces que cruzan el cielo, ver cómo amanece mientras el resto de huéspedes duerme… Sugerente, ¿verdad?

Aqaba y los fondos marinos del Mar Rojo

Si te gustan los deportes acuáticos como el buceo o el snorkel o simplemente el hecho de salir a navegar, no olvides incluir Aqaba en tu itinerario para descubrir los impresionantes fondos marinos del Mar Rojo. Y es que las tranquilas aguas y el benigno clima de la única salida al mar de Jordania, en el sudoeste del país, crean un ecosistema perfecto para la vida marina en el que se dan cita más de 200 especies de corales y más de 1.000 ejemplares de peces. Por algo dicen que su flora y fauna se encuentran entre las más espectaculares del mundo.

Además, en muchos puntos de inmersión los arrecifes nacen prácticamente en el borde del agua de modo que si no estás habituado a estas prácticas podrás disfrutar de ellos a pocos metros de la orilla sintiéndote seguro.

La Reserva de la Biosfera de Dana, desconectar en la naturaleza

A pesar de su pequeño tamaño, Jordania cuenta con numerosas reservas naturales que ponen de manifiesto sus grandes contrastes paisajísticos. Yo tuve la suerte de conocer la Reserva de la Biosfera de Dana, la única que aglutina las cuatro zonas biogeográficas del país (mediterránea, la sáharo-arábiga, la irano-turaniana y la sudanesa).

En este espectacular entorno que fusiona belleza, historia y biodiversidad a partes iguales se halla Feynan Ecolodge, uno de los mejores hoteles ecológicos del mundo, premiado por su aportación a la conservación de la naturaleza y por su compromiso con las economías locales y el turismo sostenible. Te aseguro que no encontrarás un mejor lugar para desconectar que éste. Sin apenas electricidad, durmiendo y cenando a la luz de las velas. Sin ordenadores, móviles o cualquier otro tipo de gadget que te impidan disfrutar de la serenidad que te rodea, de atardeceres impresionantes, montañas de mil colores, antiguas ruinas arqueológicas, del honor de ser invitado a tomar un café árabe con una familia beduina…

La gastronomía jordana, sabores de Oriente

El Reino Hachemita de Jordania también te conquistará por el gusto. Su gastronomía, muy cercana a la cocina turca, siria y libanesa, es muy rica y sana y utiliza las mejores materias primas del país. Lo primero que tienes que saber es que la comida es un aspecto muy importante de la cultura jordana, un ritual que traspasa el hecho de alimentarse para convertirse en un acto social en el que las prisas no son bienvenidas.

A modo de entrantes encontrarás una gran variedad de aperitivos tales como aceitunas, ensaladas de todo tipo, hummus o el baba ganush, una exquisitez parecida al hummus pero hecha con berenjenas que también se toma untándolo en pan.

El mansaf, especialidad beduina de cordero o pollo que se acompaña de arroz arábigo y de una salsa hecha con yogur seco, es el plato típico de Jordania, sin olvidar los sabrosos kebabs y el fasoliyeh, un estofado de habichuelas con una base de tomate y servido con arroz. Para rematar este festín de sabores nada mejor que degustar unos deliciosos baklavas mientras saboreas un té con hierbabuena o un buen café árabe.

Amán, la capital

Entre el desierto y el fértil valle del Jordán nos encontramos con Amán, la capital de Jordania y la puerta de entrada al país. Una ciudad asentada originalmente sobre siete colinas cubiertas de un compacto manto de edificios blancos y beiges que le aportan una uniformidad cromática muy especial.

Aman. Un gran motivo para viajar a Jordania
Amán, la fascinante capital jordana

Sus mejores vistas nos la regala su punto más alto, la Ciudadela, un enclave arqueológico donde podrás conocer la larga historia de una de las ciudades más antiguas del mundo. Rabbath-Ammon en la Edad de Hierro, Filadelfia durante la época nabatea, romana y bizantina, y Amán a partir de la llegada de omeyas y abbasíes. El Templo de Hércules, el Palacio de los Omeyas y las ruinas de una iglesia bizantina son algunas de las huellas de su pasado que mejor se conservan. Desde aquí también podrás ver el cercano teatro romano de finales del siglo II d.C.

La Ciudadela de Aman. Razones para visitar Jordania
La Ciudadela de Amán
Teatro romano de Amán. Motivos para viajar a Jordania
Vista del teatro romano desde la Ciudadela

Dejando a un lado su patrimonio, Amán es hoy en día una urbe moderna en la que reside casi la mitad de la población que vive en Jordania. En ella se dan cita grandes hoteles, galerías de arte, tiendas de moda y joyerías, coffee shops, centros comerciales y mercados tradicionales de frutas y verduras en los que se respira su tranquilo ritmo de vida. Una sugerencia: si vas a hacer noche en Amán, déjate caer por la animada Rainbow Street para cenar en el Sufra Restaurant. Exquisita cocina en un entorno sencillamente encantador.

Mercado de frutas y verduras. Jordania
Mercado de frutas y verduras
Sufra Restaurant. Jordania
Sufra Restaurant

Disfrutar de la dolce vita en el Mar Muerto: otra razón de peso para viajar a Jordania

¿Se te ocurre una mejor forma de despedirte de Jordania que a orillas del Mar Muerto? A mí te aseguro que no y por eso forma parte de estas 11 razones para viajar a Jordania. El escenario ya de por sí es soberbio. A un lado, las desnudas paredes del Valle de Rift, al otro, las colinas de Jerusalén, y en medio, un enorme lago de 80 kilómetros de largo situado a 410 metros bajo el nivel del mar, en el punto más bajo y oxigenado de la Tierra.

Mar Muerto. 11 razones para viajar a Jordania
Mar Muerto

Un relajante baño disfrutando de la agradable sensación de flotar y sentir que no puedes hundirte por más que quieras, cubrir tu cuerpo con sus famosos lodos curativos por los que la mismísima Cleopatra quiso conquistar la baja Jordania, contemplar el atardecer en el que está considerado el spa natural más grande que existe…. No me extraña que Sodoma y Gomorra se establecieran aquí. Puestos a pecar, que fuera a lo grande.

Winter Valley Warwick Resort & Spa. Mar Muerto. Jordania
Winter Valley Warwick Resort & Spa
Mar Muerto.  11 razones para viajar a Jordania
Flotando en el Mar Muerto

Tal vez en otra vida yo también hubiese acabado convirtiéndome en una estatua de sal. Pero, ese sábado de junio que marcó el final de mis horas en Jordania fue bien distinto. Me relajé en la piscina del Winter Valley Warwick Resort & Spa. Con cientos de hermosas imágenes revoloteando por mi cabeza que propiciaban esa agridulce emoción que te dejan solo algunos países. La mezcla de felicidad por haber estado allí y de tristeza porque ya acabó.

Momento de relax en la piscina del Winter Valley Warwick Resort & Spa. Mar Muerto. Jordania
Momento de relax en la piscina del Winter Valley Warwick Resort & Spa. Mar Muerto

Viajar a Jordania es seguro

¿Vas a ir a Jordania? ¿Estás segura? ¿Con todo lo que está pasando en esa zona? Estas fueron las preguntas a las que tuve que enfrentarme una y mil veces antes de subirme al avión de Royal Jordanian que me llevaría hasta Amán. Sí, sí y sí. Esas fueron mis respuestas.

Una decisión que reforcé recordándoles que el propio Ministerio de Asuntos Exteriores asegura que tanto Amán como las principales localidades y regiones turísticas del país no suelen presentar problemas de seguridad, siempre que se tomen las precauciones adecuadas.

Y es que pese a la conflictiva situación que vive Siria, la situación actual de Jordania es de estabilidad gracias al papel que ejerce la monarquía constitucional del rey Abdullah II quien, siguiendo los pasos de su padre, el Rey Hussein, sigue trabajando para promover la paz en Oriente Próximo al tiempo que aboga por las libertades civiles haciendo de Jordania uno de los países más progresistas de la zona.

Volando rumbo a Jordania con Royal Jordanian
Volando rumbo a Jordania con Royal Jordanian

Por supuesto que verás presencia militar en las zonas fronterizas y tendrás que pasar por los controles de seguridad de los hoteles. Pero, estas medidas básicamente se llevan a cabo para que te sientas seguro y el miedo no monopolice ni uno solo de tus pensamientos. No hay que olvidar que el turismo es una de las principales fuentes de ingresos de la economía jordana.

Tras seis días recorriendo el país puedo decir que no me sentí insegura, incómoda ni intimidada en ningún momento. Siempre fui con mi cámara colgada del cuello y sin ocultar mi condición de turista. Eso sí, como forma de respeto, sobre todo frente al pueblo beduino, mi vestimenta fue la adecuada. Nada de camisetas ceñidas ni pantalones demasiado cortos. 

La amabilidad y hospitalidad del pueblo jordano

Por muy hermoso que sea un país y únicos sus atractivos, solo conseguirá llegarte al alma a través de sus gentes. El motor que lo mantiene vivo y en muchas ocasiones el factor que determinará tu regreso.

Mi estancia en Jordania ha sido breve, sí, pero la imagen que me traigo es la de un pueblo cálido, amable, educado, honesto y hospitalario que te recibe con los brazos abiertos y la mano tendida. Gentes de espíritu tolerante y fieles a su religión -más del 92% son musulmanes suníes. Y que agradecen que te intereses por su cultura y sus costumbres. Lo puede comprobar hablando con los vendedores del mercado, comprando algún souvenir, fumando una shisha, tomando un té… Cualquier momento es bueno para mezclarse con la población local y volver a casa con algo más que una postal.

Aman. Jordania
Callejeando por Amán
Una pareja en el teatro romano de Aman. Jordania
Una pareja en el teatro romano de Amán
Tomando un te en Dana. Jordania
Tomando un té en Dana

¿Sabías que hay una costumbre beduina que acoge al que llega de fuera de forma desinteresada durante tres días? Pues es solo una pequeña muestra del talante de este pueblo árabe que me conquistó desde el primer momento. Cuando pedí permiso para hacer una fotografía y obtuve una sonrisa por respuesta. 

Esta es la última de mis 11 razones para viajar a Jordania con las que pretendo animarte a descubrir este fascinante país. Aunque en próximos artículos seguiré tentándote hablándote más extensamente de sus principales atractivos, espero que este anticipo sea capaz de cumplir su objetivo. No lo dudes, no lo pienses, regálate el lujo de viajar a Jordania.

 

Fuencaliente, el irresistible encanto del sur de la isla de La Palma

Fuencaliente, el irresistible encanto del sur de la isla de La Palma

Fruto de la impronta volcánica y del poder de sus gigantes dormidos. Salpicado de viñedos que aportan su paleta de verdes a un paisaje de tierra negra. Playas que regalan atardeceres únicos y alfombras blancas de sal. Así es Fuencaliente. Así es el sur de La Palma. Un municipio que sin desmerecer al resto sorprende y cautiva por su natural belleza y que condensa buena parte de la magia de este rincón canario.

Antes de empezar a tentarte con todas las experiencias que te esperan en Fuencaliente, situémonos geográficamente. Nos encontramos en la punta meridional de la isla, allí donde la cordillera de Cumbre Vieja se funde dócilmente con el Atlántico. En el prehispánico cantón de Abenguareme, actualmente delimitado por los municipios de Los Llanos de Aridane, El Paso y Mazo.

Qué ver en Fuencaliente

En esta zona, marcada por las erupciones que dejaron a su paso extensos campos de lava, se encuentra uno de los volcanes más bonitos de la isla, el Volcán de San Antonio. Cuando despertó, en 1677, contribuyó a forjar la inquietante orografía de Fuencaliente originando un precioso cráter de suaves curvas. Bordearlo, fijándonos en su rostro ennegrecido y sintiendo cómo la tierra cruje bajo los pies, es una maravilla.

Bordeando el Volcán de San Antonio. La Palma
Cráter del Volcán de San Antonio. La Palma

El viento sopla con fuerza y las panorámicas que desde aquí se divisan te obligan a no dejar la cámara ni un momento para inmortalizarlas en un puñado de píxeles. La vecina población de Los Canarios, el inabarcable océano que bate la costa, y allí donde acaba el sendero, a 654 metros de altitud, la impresionante silueta del Volcán Teneguía y las salinas. Una extraordinaria fusión de tierra, agua y aire que te hace sentir minúscula cuando contemplas este sobrecogedor escenario cuyo devenir puedes investigar en su moderno Centro de Visitantes.

El Atlántico desde el Volcán de San Antonio. Fuencaliente. La Palma
Los Canarios. Fuencaliente. La Palma
Vista del Volcán Teneguía desde el Volcán de San Antonio. Fuencaliente. La Palma
Centro de visitantes del Volcán de San Antonio. Fuencaliente

En su última erupción, el Volcán de San Antonio sepultó bajo un río de lava el manantial del que toma nombre el municipio, la Fuen Santa, cuyas aguas termales, ricas en azufre y otros minerales, ya utilizaban los antiguos benahoaritas con fines curativos. Con el paso del tiempo, su fama llegó a ser tal que incluso se llegó a exportar a Cuba y Amberes, y atrajo a pudientes visitantes situando a La Palma en el mapa de turismo de salud de la época.

A los pies de esta legendaria fuente aparece otro de los hitos de este paisaje nacido del fuego, la Playa de Echentive, también conocida como Playa Nueva. 275 metros de salvaje litoral que brotó de las entrañas de la tierra durante la erupción del Teneguía en 1971. A medida que vas descendiendo hasta la orilla descubres su potente fisonomía, un lienzo cubierto de callaos -cantos rodados de color negro- que contrasta bruscamente con la espuma blanca de las olas.

Playa Nueva. Fuencaliente. Las Palma
Playa de Echentive. Fuencaliente. La Palma

Aquí te esperan dos experiencias únicas. La primera, poder bañarte en alguna de las charcas de aguas cristalinas y verdes imposibles que se esconden con celo en la parte trasera de la playa. Sentirás que estás en otro mundo. Sentirás que estás vivo.

Charcas naturales. Playa de Echentive. Fuencaliente. La Palma
Charca de la Playa de Echentive en Fuencaliente. La Palma

La segunda, contemplar un fabuloso atardecer. Recuerdo este momento con especial cariño. Sentada en una roca, mecida por el rumor del océano, viendo como los últimos rayos de sol bañaban su brutal estampa.

Puesta de sol. Playa de Echentive. Fuencaliente. La Palma

Muy cerca de aquí se encuentran las famosas Salinas de Fuencaliente, un complejo salinero que debemos al tesón de la familia Hernández Villalba que desde 1967, generación tras generación, ha continuado su labor de extracción artesanal de sal marina.

Salinas de Fuencaliente. La Palma
Salinas de Fuencanliente. Espacio Nacional de Interés Científico. La Palma
En busca de la flor de sal. Fuencaliente. La Palma
Paseando entre las Salinas de Fuencaliente. La Palma

Este Espacio Nacional de Interés Científico es uno de los enclaves más visitados de la isla. No es de extrañar teniendo en cuenta que se asienta sobre uno atractivo paraje lleno de contrastes cromáticos que van desde el intenso negro del malpaís a las blancas montañas de sal, pasando por el color rosáceo de los cocederos y el azul del Atlántico que las rodea. Así es la caprichosa naturaleza de estas salinas moldeadas por el hombre, las más importantes de las tres que aún siguen activas en las Canarias, y lugar de descanso de numerosas aves migratorias.

Los faros de Fuencaliente. La Palma
Las Salinas de Fuencaliente. La Palma
El océano y las salinas. Fuencaliente. La Palma
Playa del Faro. Fuencaliente. La Palma

Los dos faros de Fuencaliente -en el antiguo de sillería basáltica se ubica el Centro de Interpretación de la Reserva Marina de La Palma-, y la cercana Playa del Faro, donde los vientos baten con fuerza, acaban de perfilar la imagen de estas salinas que cuentan además con un restaurante temático. Es El Jardín de la Sal, un espacio que sigue los dictados de la arquitectura salinera integrándose sin estridencias en este paisaje tan especial.

Restaurante El Jardín de la Sal. Fuencaliente. La Palma

Allí, rodeada de enormes cristaleras que acercaban el mar a mi mesa y tras participar en una interesantísima cata de diferentes tipos de flor de sal, pude disfrutar de su menú degustación Los Sentidos del Sur de La Palma, una deliciosa muestra de su slow food, que promueve el retorno a los valores tradicionales con originales y elaboradas presentaciones de productos de proximidad. Crema de tomate canario con ceviche, carpaccio de langostino con tartar de aguacate, papada de cerdo en chicharrón con gofio y reducción de malvasía… Muy recomendable, sin duda.

Cata de diferentes tipos de flor de sal. El Jardín de la Sal. Fuencaliente
Crema de tomate canario con ceviche y carpaccio de langostinos. El Jardín de la Sal. Fuencaliente
Papada de cerdo en chicharrón con gofio. El Jardín de la Sal. Fuencaliente

Hablando de buen comer y mejor beber, no podemos olvidar los viñedos y bodegas de  Fuencaliente, una de las grandes señas de identidad de este municipio que tiene en la vid su principal actividad agrícola. Y es que las particularidades de su suelo han convertido esta zona en una de las comarcas vinícolas más importantes de Canarias. Aquí se elaboran blancos secos, tintos y rosados y, cómo no, el Malvasía, el más emblemático de los vinos de La Palma que escritores de la talla de Shakespeare o Sir Walter Scott no dudaron en calificar como “néctar de los dioses”.

Viñedos Bodegas Teneguía. Foto Bodegas Teneguía. Fuencaliente

Para conocer sus métodos de producción y catar sus apreciados caldos, lo mejor es visitar alguna de sus bodegas. Una buena opción son las Bodegas Teneguía cuyos vinos, con más de sesenta años de historia, nacen de las viñas más antiguas de la isla.

Bodegas Teneguía. Fuencaliente. La Palma

Una última recomendación, si te gusta el senderismo, debes saber que la Ruta de los Volcanes, uno de los principales senderos de la isla de La Palma, finaliza tras 25 kilómetros en el Faro de Fuencaliente.

Tras mostrarte algunos de los secretos que esconde el sur de la más joven de las Canarias, solo espero haber conseguido transmitirte una porción más del efecto La Palma

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Restaurante Paralelo Cero, descubre la alta cocina ecuatoriana en Madrid

Restaurante Paralelo Cero, descubre la alta cocina ecuatoriana en Madrid

Viajar, viajar, viajar… Si estás contagiado de ese bendito virus trashumante que te hace soñar continuamente con nuevos horizontes, buscarás mil modos para hacerlo. Robándole horas y días al calendario, a través de documentales, leyendo blogs de viajes como éste o reservando mesa en restaurantes que te permitirán recorrer el mundo bocado a bocado. Cualquier excusa se vuelve válida para saciar un apetito que solo piensa en devorar destinos. En esta ocasión, olvídate del pasaporte y la maleta. No vas a necesitarlos. Vamos a trasladarnos a Ecuador sin salir de Madrid en una escapada gastronómica pilotada por el gusto, el olfato y la vista. ¿Dónde? En el restaurante Paralelo Cero.

Nuestra puerta de embarque para bucear en la despensa ecuatoriana está situada en el barrio de Salamanca, junto al Parque del Retiro y la Puerta de Alcalá. Allí nos espera un local que sin grandes artificios y con una decoración eminentemente blanca y actual consigue su propósito: crear un ambiente cálido y acogedor que nos permite escapar del frenético y bullicioso ritmo de vida de la capital nada más cruzar su puerta.

Antesala del comedor. Restaurante Paralelo Cero

Restaurante Paralelo Cero

Al frente de este navío que cruza el océano hasta Sudamérica está su chef y director, Miguel Xavier Monar, un maestro en el arte de revisar las recetas ancestrales de la cocina ecuatoriana con propuestas vanguardistas que no ocultan su origen. Cada plato lleva su sello personal, su particular visión de las gastronomía de un país andino que sabe a tamal, a yuca, a hornados, a chorizo criollo y a excelentes carnes y pescados. Y es que desde que Monar se puso al frente de este negocio, la trayectoria de Paralelo Cero ha ido in crescendo hasta convertirse en lo que es ahora, el único restaurante de alta cocina ecuatoriana de España. Un lugar de culto para los amantes de la buena mesa que buscan sorprenderse y deleitarse con nuevos sabores e innovadoras presentaciones.

Siguiendo sus propias indicaciones -como buen anfitrión de su tierra le encanta recibir a sus comensales-, opté por descubrir el exotismo y la magia que sale de sus fogones de la mano de su menú degustación Ecuador exquisito, un viaje culinario de nueve propuestas tan sorprendente como grato para el paladar.

Para abrir el apetito, llegó hasta mi mesa un canelazo, una infusión de canela, clavo y pulpa de naranjilla con aguardiente de caña de azúcar ecuatoriano, que a modo e antesala despertó mis sentidos antes de sucumbir a su plato estrella: el ceviche. Sin ser una experta en la materia, te puedo asegurar que son de los mejores que he probado. Tanto el de corvina -cocido al momento con zumos de naranja, limón y lima-, como el de camarones que se sirve en su propio caldo con chips de plátano macho (chifles) y mini maíz tostado (chulpi).

Ceviche de corvina y ceviche de camarones. Restaurante Paralelo Cero

Otro clásico de Paralelo Cero es el atún rojo con frutas tropicales, presentado en daditos tipo tartar con aguacate especiado y acompañado de huevas de salmón y chips de legumbre. Exquisito.

Atún con frutas tropicales. Restaurante Paralelo Cero

Tras paladear una copa de espumoso de frutos rojos que consigue transportarte a los volcanes de Ecuador, llega el momento de las carnes con recetas tradicionales como el llapingachos classic, típico de los pueblos indígenas, y el seco de gallina preparado con crema de guayaba tropical, tempura de yuca y acompañado por un suave puré de patata.

Llapingachos classic. Restaurante Paralelo Cero

Seco de gallina con guayaba. Restaurante Paralelo Cero

Mención especial merece el hornado de chancho asado en cerveza Kichwa, una pierna de cordero macerada en esta cerveza rubia artesana, tipo Ale, creada por los cerveceros de Sagra y el propio chef, que solo se puede tomar en este restaurante. Exclusivo, original y gustoso. ¿Se pude pedir más?

Hornado de chancho asado en cerveza Kichwa. Restaurante Paralelo Cero

Pues sí. ¿Qué tal soñar con callejear por Quito a través de un rissotto? También es posible probando su quinoto, un pseudo-cereal, llamado quinua, salteado con champiñones, crema de leche, queso rallado, cebollino picado y el toque de polvo del chulpi.

Quinoto. Restaurante Paralelo Cero

El dulce colofón a este itinerario gastronómico, que refleja con ingenio y sensibilidad la cultura gastronómica de Ecuador, realmente fue una sorpresa: una suculenta mezcla de plátanos maduros cocidos en almíbar de caña de azúcar. Imposible resistirse.

Chucula de plátanos maduros. Restaurante Paralelo Cero

Respecto al servicio, solo señalar que está a la altura de cuanto se sirve en las mesas. Atento y cercano, resolverán todas tus dudas para convertir tu paso por este restaurante en una apetitosa experiencia que a buen seguro desearás repetir ya sea a la hora de la comida, la cena o disfrutando en cualquier momento del día de su cocina non-stop.

Yo ya tengo excusa para volver. Me queda mucha carta por recorrer y no he probado sus famosos cócteles de autor entre los que destacan el Pisco Sour Blue, el Gin Violet y Doña Margarita. Ecuador, de momento, sigue siendo para mí una quimera. Disfrutar de su gastronomía contemporánea, una realidad en el centro de Madrid.

Dónde: Calle Villanueva 21, 28001 Madrid. Reservas: 915 776 926

Horario: Lunes de 13:00 a 17:30h.  Martes a sábado de 13:00 a 17:30  y de 20:30 a 00:00h. BeforeHome: Martes a viernes de 17:30 a 21:30 h.

Cómo llegar: Metro Retiro (línea 2)

*Precio del menú degustación Ecuador Exquisito: 25€ por persona (no incluye pan ni bebida)

De ruta por La Caldera de Taburiente, la niña bonita de La Palma

De ruta por La Caldera de Taburiente, la niña bonita de La Palma

El Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, situado en el término municipal de El Paso, es el máximo exponente natural de La Palma, una isla que ostenta con orgullo su condición de Reserva Mundial de la Biosfera. Su imponente belleza paisajística, fruto de las condiciones geológicas, lo convierte en una cita imprescindible para todos los viajeros que recalan en este edén del archipiélago canario. Para animarte a conocerlo, te propongo una ruta de 18 kilómetros que nos llevará hasta sus entrañas a través de senderos, miradores y torrentes que dan lugar a espectaculares cascadas. Ponte calzado cómodo y haz algunos estiramientos. Comenzamos.

Caldera de Taburiente. La Palma

Primer tramo: Los Brecitos- Zona de Acampada

El núcleo principal del parque es la cabecera del Barranco de Las Angustias cuya forma semicircular de 8 km de diámetro y más de 2.000 metros de altitud le confiere, aún sin serlo, el aspecto de un enorme cráter o caldera volcánica.

Uno de los mejores enclaves para observar este impresionante conjunto de cumbres y darte cuenta de sus titánicas proporciones es el Mirador de los Brecitos, el punto accesible a vehículos más cercano al interior del parque y por tanto el más utilizado para adentrarse en él. Desde aquí, si el día está despejado, se puede divisar el collado conocido como La Cumbrecita y el Pico Bejenado, el único pico aislado del parque nacional. Si te detienes a observar las paredes de La Caldera podrá identificar, a través de sus diferentes colores, los dos períodos más importantes de erupciones. Y es que la fuerte erosión que ha conformado durante milenios su paisaje ha dejado al descubierto multitud de formaciones que permiten estudiar el devenir geológico de la isla.

Vistas desde el Mirador de los Brecitos. Caldera de Taburiente

Los senderos señalizados permiten adentrarse en La Caldera de Taburiente o bordearla

Inicio de la ruta por La Caldera de Taburiente

A partir de aquí y a lo largo de unos 6 kilómetros la ruta discurre por un valioso ecosistema de pinar canario que no presenta ningún tipo de dificultad más allá del vértigo que puedas sufrir en algún momento al bordear el sendero y plantarte frente a unos desniveles de impresión. En el camino encontrarás fuentes como la de La Mula, cursos de agua de barrancos como el Ciempiés o el de Las Traves y especies típicas de la laurisilva canaria en las zonas más umbrías. Haz un alto en el camino en el Mirador del Tagasaste para otear el horizonte de los roques del interior de La Caldera, todos ellos de origen sedimentario.

Pino canario. Caldera de Taburiente

Plano de situación. Caldera de Taburiente

Recorriendo La Caldera de Taburiente

Mirador del Lomo de Tagasaste. Caldera de Taburiente

Paisaje de La Caldera de Taburiente

Pronto alcanzaremos el cauce del río Taburiente y la zona conocida como Playa de Taburiente. Este precioso spa natural en forma de rambla es una de la joyas del parque. Descálzate, sumerge tus pies en las charcas naturales y relájate en este idílico escenario enmarcado por el Roque del Huso y el Roque Salvaje. Escuchar el rumor del agua, llenar tus pulmones de aire puro y comer algo para reponer fuerzas es todo lo que necesitarás para afrontar el segundo tramo de esta ruta por la Caldera de Taburiente. También puedes hacer como nosotros y cubrir tus ojos con un antifaz para disfrutar de uno de los paisajes sonoros más sugerentes de la isla.

Playa de Taburiente. Caldera de Taburiente

Playa de Taburiente, Caldera de Taburiente

Experiencia sensorial en la Playa de Taburiente. Caldera de Taburiente

Segundo tramo: Zona de Acampada – Barranco de las Angustias

Tras sobrepasar la zona de acampada nos encontramos con el Centro de Servicios donde se puede visitar una pequeña exposición y consultar cualquier duda al personal del parque. Si tienes que ir al baño, aprovecha sus aseos públicos porque todavía tenemos cuatro horas por delante de caminata.

Zona de acampada. Caldera de Taburiente

Centro de servicios. Caldera de Taburiente

Aunque la dificultad general de este segundo tramo está calificada de media-alta, tranquilo. No es tan fiero el león como lo pintan. Es más, si yo pude hacerlo con la torpeza que me caracteriza, cualquiera puede. Solo es cuestión de ralentizar un poco el ritmo y fijarse bien dónde se ponen los pies.

Y es que tras esta parte tan relajada se inicia un intenso descenso denominado La Cuesta del Reventón. Su nombre hace honor a su fisonomía, una fuerte y empinada bajada que no quiero ni imaginar cómo debe ser de subida. Eso sí, las vistas dominadas por la presencia del Roque Idafe, son espectaculares. Es en la base de este famoso roque donde, según cuenta la leyenda, los aborígenes palmeros, conocidos como benahoaritas o auritas, practicaban ritos de adoración en honor a Abora, el dios del Sol. Creían que este imponente monolito sustentaba el cielo y pensaban que si algún día se derrumbaba traería consigo grandes desgracias.

Cuesta del Reventón. Caldera de Taburiente

Roque Idafe. Caldera de Taburiente

Leyendas al margen, bajo este roque confluyen las aguas transparentes del Barranco del Almendro Amargo y las del Limonero o Rivanceras, de lecho amarillo. Subiendo por el cauce del Limonero, a unos 500 metros aproximadamente, encontraremos otro de los enclaves estrella del parque, la Cascada de Colores. Este pequeño salto, recrecido de forma artificial, es un sorprendente lienzo de tonos verdes, amarillos y rojizos en el que el musgo y las aguas ricas en sales de hierro se alían para crear una obra de arte de la naturaleza.

Rumbo a la Cascada de Colores. Caldera de Taburiente

Barros y aguas ferruginosas en el Barranco de Las Rivanceras. Caldera de Taburiente

Aguas ricas en sales de hierro. Caldera de Taburiente

Cascada de Colores. Caldera de Taburiente

Detalle de la Cascada de Colores. Caldera de Taburiente

De vuelta al sendero, desde Dos Aguas -punto de confluencia de los barrancos de Taburiente y de Almendro Amargo- y hasta el mar, el barranco se conoce como Barranco de Las Angustias. Si el caudal es muy abundante, se prohíbe el paso desde la zona de acampada para evitar situaciones peligrosas al vadearlo. A partir de este punto, en un descenso suave que discurre por los márgenes y el cauce del propio barranco, podremos ver elementos geológicos como diques y lavas almohadilladas y cursos de agua.

Saliendo de la Cascada de Colores. Caldera de Taburiente

Parque Nacional de la Caldera de Taburiente

Aguas cristalinas en La Caldera de Taburiente

Tramo final del Barranco de Las Angustias. Caldera de Taburiente

Aquí acaba esta ruta por La Caldera de Taburiente, uno de los recursos naturales más emblemáticos e importantes de la isla. Si sigo contagiándote el efecto La Palma, objetivo cumplido.

INFORMACIÓN PRÁCTICA

Cuándo ir: Las suaves temperaturas de La Palma permiten visitar el Parque Nacional de La Caldera de Taburiente en cualquier estación. Si quieres disfrutar de la riqueza de su flora, opta por la primavera ya que es cuando se produce la floración de la mayoría de sus especies. Si prefieres ver sus cumbres nevadas, por los meses de invierno.

Accesos: Hay tres entradas para llegar en vehículo a los principales lugares. Por el sur, la visita se inicia en el Centro de Visitantes y desde aquí se accede a La Cumbrecita. Por el norte, la carretera llega hasta el Roque de los Muchachos. Por el oeste, se entra por el Lomo de los Caballos al Barranco de las Angustias para realizar la ruta más clásica (Brecitos-Zona de acampada).

Senderistas en La Caldera de Taburiente

Centros de Visitantes:

Centro de Visitantes de El Paso. Carretera LP-3, km. 23,9. Abierto todos los días (incluidos festivos) de 9:00 a 18:00 h.

Centro de servicios de Taburiente: Situado al lado de la zona de acampada. Generalmente permanece abierto de 9:30 a 20:25 h.

Normas de visita:

Recuerda que estás en la naturaleza y que nuestro paso no debe originar ningún impacto negativo en el parque. No tires desperdicios al suelo (lleva una bolsa para recoger los restos de comida o botellas). No te lleves piedras, ni minerales ni ningún tipo de material geológico, respeta la flora y fauna que veas a tu paso, y evita hacer ruidos que perturben el silencio natural de este entorno único. Por descontado, ni se te ocurra hacer fuego o acampar fuera de los lugares habilitados para ello.

  • En el interior del parque nacional no hay oferta de restauración así que lleva contigo agua y algo de comer para afrontar el recorrido. Recuerda consultar la previsión meteorológica ya que algunos itinerarios no se recomiendan en caso de lluvias o intenso calor. Viste ropa ligera y transpirable, calzado adecuado y no olvides una gorra y crema solar para evitar golpes de calor y quemaduras.

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