¿Ganas de esquiar? Conoce las novedades de las estaciones de esquí de Cataluña

¿Ganas de esquiar? Conoce las novedades de las estaciones de esquí de Cataluña

El momento que tanto tiempo has estado esperando ya ha llegado. Da igual si eres palillero o rider, está claro que tu pasión es la nieve y esta es tu estación favorita del año. Tienes ganas de deslizarte por pistas infinitas, purificar tus pulmones, liberar adrenalina y desconectar de la rutina. Tienes ganas de esquiar y por ello quiero invitarte a conocer las principales novedades de las estaciones de esquí de Cataluña. Y es que en Cataluña, además de nieve de calidad y punteras estaciones de esquí alpino y nórdico, encontrarás una gran oferta complementaria de cultura, gastronomía y naturaleza.

Esquiar en Cataluña. Baqueira Beret

Principales novedades de las estaciones de esquí de Cataluña

Experiencias únicas y los mejores servicios y actividades. Esta es la propuesta que nos lanzan las estaciones de esquí catalanas para esta nueva temporada de invierno. ¿Quieres conocer sus principales novedades? Continúa leyendo.

La Molina

La Molina, estación decana de los deportes de invierno en España, presenta como principal novedad esta temporada el circuito Slalom 4Motion by Volkswagen, el primer slalom tecnológico del Pirineo, una nueva instalación, situada en la pista Trampolí, que permitirá a los esquiadores sentirse como corredores profesionales. Gracias al sistema de cámaras instalado en el recorrido, una vez concluida la carrera los esquiadores podrán descargar el vídeo de su descenso a través de la web de La Molina.

La Molina

Además de dos nuevas pistas -una para debutantes y otra en la zona de Coll Sisè que servirá de enlace entre Quatre Camins y la Pista Llarga-, La Molina estrena nuevas actividades para disfrutar en familia como el Snake-Glis, un tren hecho de trineos articulados apto para niños a partir de 3 años, y el circuito de raquetas “Descubrimiento de la fauna”, un recorrido circular pensado para todos aquellos que estén interesados en conocer la fauna y el medio natural de la zona. ¿Actividades après-ski? Excursiones con máquinas pisa nieve o en motos de nieve, tubing, zona chill out en Costa Rasa, pista de hielo, buceo bajo el hielo, circuitos termales, trineos guiados por perros…

Vall de Núria

Situada en el Pirineo Oriental, rodeada de cumbres que rozan los 3.000 metros y solo accesible mediante el tren cremallera, Vall de Núria presenta toda una serie de mejoras para garantizar el máximo confort en las pistas y áreas de servicio. ¿Las más destacadas? Las nuevas actividades relacionadas con la nieve en su Parque Lúdico (Tubby Cross, patinetes de nieve, etc.), la ampliación de la cobertura wifi en cafeterías y en diferentes espacios comunes y las mejoras que se han llevado a cabo en las pistas (hidrosiembra, drenajes, paravientos y protecciones de seguridad) y en la vía del Cremallera. El precio del cremallera más el forfait de un día es de 30,00€ (adulto) y 22,50€ (infantil).

Vall de Núria

Baqueira Beret

Baqueira Beret cuenta esta temporada con un total de 155 km esquiables y 3 nuevas pistas en Beret entre las que destaca la Gallina con una pala final de fuerte pendiente que pondrá a prueba tu técnica ya que se trata de una pista doble diamante (negra) de dificultad.

Baqueira Beret A esta cifra hay que sumar, además, sus 5 km de itinerarios de montaña que permiten disfrutar de amplias zonas con poca afluencia de esquiadores y descubrir rincones desconocidos de la Val d’Aran. Otras mejoras que encontrarás si eliges esta estación son la adopción de la señalización internacional que clasifica los trazados en diamantes y la ampliación de la zona de ocio, restauración y aprés ski situada en los alrededores del Hotel Montarto.

Vallter 2000

Con su base situada a 2.000 metros de altitud, Vallter 2000 permite combinar el esquí alpino por las pistas centrales con el ascenso con esquís de montaña por la zona del Xalet. Esta estación, cuya privilegiada situación geográfica en el norte de los Pirineos permite contemplar una panorámica única y excepcional de la bahía de Roses y el Cap de Creus, además de instalar una nueva planta de Biomasa para mejorar la eficiencia y el gasto energético, ha realizado importantes mejoras en sus pistas con nuevos pavimentos y alisamientos de tramos.

Vallter 2000 En total, Vallter 2000 pone a disposición de los esquiadores 18,7 km distribuidos en 13 pistas y ofrece actividades como los campos free ride (combinación de esquí alpino y técnicas de ascenso de esquí de montaña para encontrar los mejores descensos fuera de pista).

Tavascan

Tavascan es la primera estación de esquí de toda España que cuenta a partir de esta temporada con una serie de Circuitos Inclusivos «Sumando Capacidades», tanto de esquí nórdico como de esquí alpino, adaptados especialmente para personas con alguna discapacidad física o intelectual. Para ello, esta estación, situada en el Pallars Sobirà, ha adquirido una silla especialmente adaptada para la práctica del esquí nórdico de las personas con movilidad reducida y ofrece dos recorridos de raquetas y tres recorridos de esquí de fondo accesibles para todos. Los padrinos de este fantástico proyecto son el campeón del mundo de carreras de montaña Kilian Jornet y la campeona en la modalidad femenina, Núria Picas.

Port Ainé y Espot

Las estaciones de Port Ainé y Espot, además de presentar un nuevo sistema de venta online más ágil y sencillo en sus respectivas webs, han apostado fuerte por la mejora de la seguridad en sus pistas gracias a la instalación de paravientos, nuevos colchones, redes, balizas, etc.  ¿Dos atractivas propuestas? Un paseo nocturno bajo la luz de luna con raquetas en la estación de Port Ainé o un bautizo de nieve que incluye forfait para la zona de debutantes, equipo completo de esquí, una hora de clase teórico-práctica y dos horas de cursillo de esquí en Espot.

Boí Taüll

Con las cotas más altas del Pirineo y una magnífica situación encarada al norte, Boí Taüll garantiza una nieve de excelente calidad. Como principal novedad, esta estación amplía su dominio esquiable con tres nuevos itinerarios enfocados a los esquiadores con más nivel. También se han mejorado las zonas de Freestyle y debutantes, el sistema de innivación, y se ha instalado una pista de patinaje sobre hielo en el resort.

Boí Taüll Resort

Masella

74 km esquiables. 65 pistas. 18 remontes. Esta es la oferta que nos propone Masella, una estación situada en la comarca de la Cerdanya conocida como la capital del esquí nocturno ya que cuenta con el dominio con más kilómetros esquiables iluminados de todos los Pirineos. Esta temporada se podrá esquiar en horario nocturno los jueves de 18.15 a 20.15h y los viernes y sábados de 18.30 a 21.30h.

Forfaits ATOTANEU 6.0, ATOTANEU 5.0 y TOT NÒRDIC

Por quinto año consecutivo, el Grupo FGC vuelve a ofrecer a los amantes de la nieve sus forfaits conjuntos ATOTANEU 6.0 y ATOTANEU 5.0. Con el primero, podrás esquiar a un precio único en las cinco estaciones gestionadas por Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (La Molina, Vall de Núria, Vallter 2000, Espot Esquí, Port Ainé) y en la estación de Tavascan. El forfait ATOTANEU 5.0., por su parte, permite esquiar en Vall de Núria, Vallter 2000, Espot, Port Ainé y Tavascan, y con un 50% de descuento en el forfait de día de La Molina. Con la compra de estos forfaits, que triplican la cantidad de kilómetros esquiables sin pagar más y potencian la movilidad de los esquiadores entre las pistas, tendrás acceso, además, al talonario de ventajas ATOTANEU con más de 150 descuentos y promociones exclusivas en alojamientos, restaurantes, museos, tiendas, clases de esquí, etc. Puedes consultar las condiciones y características de estos forfaits en la tienda online de FGC.

Tuixent-La Vansa

Si lo tuyo es el esquí nórdico, TOT NÒRDIC es tu forfait. Con él podrás esquiar durante toda la temporada en las estaciones de Aransa, Guils Fontanera, Lles, Sant Joan de l’Erm, Tavascan, Tuixent-La Vansa y Virós Vallferrera. Además, este forfait te ofrece la posibilidad de esquiar 1 día en cada una de las siguientes estaciones de esquí alpino: La Molina, Vall de Núria, Vallter 2000, Espot Esquí, Port Ainé y Tavascan.

Sácale el máximo partido a las aplicaciones de las estaciones de esquí catalanas

Conocer el estado de las pistas, la previsión del tiempo, estar localizado en caso de emergencia, compartir tus mejores momentos en las redes sociales, chatear con otros usuarios que esquían en tu misma estación, participar en desafíos… Todo esto y mucho más, es posible con las aplicaciones de las estaciones de esquí de Cataluña. ¿Su objetivo? Hacer tu estancia en la nieve mucho más fácil y atractiva.

Aplicaciones de las estaciones de esquí de Cataluña En la estación de La Molina es imposible perderte gracias al servicio de localización y navegación en pistas que estrenan esta temporada, la navegación GPS de Skitude, un novedoso servicio de orientación que mejora la experiencia y la seguridad. Port del Comte, por su parte, nos propone interesantes retos que si son superados pueden tener premio. ¿Uno de ellos? Los 20 esquiadores que hayan recorrido mayor distancia participarán en el sorteo de una Go Pro Hero 4. Si tu opción elegida es Masella, con su app tendrás acceso a las webcam de la estación y a My Skitude, un perfil personal donde puedes guardar tus tracks, consultar tus estadísticas y localizar a tus contactos. Estos son solo algunos ejemplos de las innovadoras y útiles funcionalidades que encontrarás en las aplicaciones de las estaciones de esquí catalanas. Descárgate la app de tu estación favorita y disfruta de tus días de esquí como nunca antes has hecho.

Además, a través de la web Cataluña es tu casa Cataluña pone a tu disposición las ofertas y toda la información que necesitas para disfrutar de la nueva temporada de nieve.

Informado quedas. Si tu pasión es la nieve, las estaciones de esquí de Cataluña son tu destino. Las novedades más atractivas, espectaculares escenarios naturales, actividades para todos, una gran oferta complementaria con todo tipo de alojamientos entre los que destacan pequeños hoteles y casas rurales con encanto, precios competitivos… ¿Te animas a esquiar en Cataluña?

Siete experiencias para enamorarte de Cádiz y caer rendido a sus pies

Siete experiencias para enamorarte de Cádiz y caer rendido a sus pies

Cádiz, la que hace gala de ser la ciudad más antigua de Occidente, la de eterna sonrisa, el pescaíto frito y el callejeo. Una tacita que dicen de plata que se bebe sobro a sorbo. Una imán de historia, sol y buena vida que nos obliga a poner rumbo al sur para disfrutar de su cautivadora luz salpicada por la espuma del Atlántico. Una capital andaluza y marinera como ella sola que te muestro a través de siete experiencias que conseguirán que caigas rendido a sus pies.

Vista de Cádiz desde el Castillo de San Sebastián Paseo marítimo de Cádiz

Piérdete por el barrio del Pópulo

Recorrer las calles del Pópulo, el barrio más antiguo de Cádiz con 3.000 años de historia a sus espaldas, es sentir el legado de aquellos fenicios, púnicos, romanos y árabes que antes que tú pisaron sus adoquinadas calles. Es fijar tu mirada en la impresionante fachada de la Catedral con su cúpula cubierta de azulejos dorados y maravillarte con su cripta donde reposan los restos de Manuel de Falla y de José María Pemán. Trasladarte a la esplendorosa Gades contemplando el Teatro Romano. Sentir el fervor de los gaditanos entre las columnas salomónicas de la iglesia de Santa Cruz, la antigua Catedral. Adentrarte en las dependencias del Museo Catedralicio (Casa de la Contaduria) para contemplar la mesa en la que afirman se firmó La Pepa. Cruzar el Arco del Pópulo, una de las tres puertas de la primitiva ciudad medieval. Ver la vida pasar en la plaza de San Juan de Dios, el primer espacio abierto ganado al mar presidido por el Ayuntamiento. Callejear hasta la plazuela de San Martín y que la vista se centre en los mármoles genoveses de la Casa del Almirante. Tomar algo en la plaza Topete, para los gaditanos la de las Flores, junto a la estatua de Columela, uno de los personajes más ilustres de la historia de Cádiz. Acercarte al Mercado de Abastos y palpar el día a día. Encontrarte con preciosos rincones que rezuman encanto como el callejón del Duende y recordar a los pies de las Puertas de Tierra aquel tanguillo que choteándose de las tropas de Napoleón reza: “con las bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones”. En definitiva, recorrer las calles donde todo empezó. Unas callejuelas que encontré más acicaladas y recuperadas que en mi anterior visita pero que no han perdido ni un ápice de su magnética personalidad.

Catedral de Cádiz Callejón del Duende. Cádiz Iglesia de Santa Cruz. Cádiz Centro de Interpretación del Teatro Romano de Cádiz Plaza de las Flores. Cádiz

Encuéntrate en el barrio de La Viña

Tras callejear sin prisas por el Pópulo, se impone conocer el barrio gaditano por excelencia: La Viña. La cuna del carnaval, allí donde la vida bulle en cada calle, plaza y bar. Un animado barrio que debe su nombre a los viñedos que ocupaban su terreno antes de que se urbanizase totalmente en el siglo XVIII. Un barrio de profundo sabor marinero que debido a su lejanía del puerto no despertó el interés de los cargadores de Indias por lo que fue habitado por clases populares que trabajan en la vecina playa de la Caleta. Su eje central es la calle de la Palma, presidida por la iglesia, y junto a la cual un retablo callejero nos recuerda los trágicos momentos vividos por la ciudad durante el maremoto de 1755. Muy cerca se encuentra el neomudéjar Gran Teatro Falla, coliseo del carnaval cada febrero, y el tantas veces fotografiado Campo del Sur, tan comparado al malecón de La Habana, con sus casas de colores y con la cúpula amarilla de la Catedral desafiando al Atlántico. Ya lo decía Antonio Burgos: “La Habana es Cádiz con más negritos. Cádiz, La Habana con más salero”.

Calle Virgen de la Palma. Cádiz Plazuela del Tío de la Tiza. Barrio de la Viña, Cádiz Gran Teatro Falla. Cádiz Cádiz desde el Campo del Sur

Contempla Cádiz desde sus miradores. La Torre del Reloj y la Torre Tavira

Si con los pies en el suelo Cádiz enamora a cada paso, imagina lo que supone contemplarla a vista de pájaro desde sus miradores. Tan blanca, tan bella, tan ceñida por el mar… Así la verás desde la Torre del Reloj de la Catedral de Cádiz. Que no te frenen los 40 metros de ascensión. La rampa se sube con facilidad y la recompensa cubre con creces el pequeño esfuerzo: una panorámica completa de toda la ciudad con la soberbia mole de la Catedral y unas infinitas vistas al Atlántico al son que marcan sus campanas. Aviso para navegantes: hay una entrada que por 5€ te permite visitar la Catedral, la torre y el Museo Catedralicio que se ubica en lo que fue la antigua Casa de la Contaduría.

Cádiz y el Atlántico Plaza de la Catedral desde la Torre del Reloj. Cádiz Panorámica de Cádiz desde la Torre del Reloj Skyline de Cádiz desde la Torre del Reloj de la Catedral Otra opción para contemplar Cádiz a vista de pájaro es subir al mirador de la Torre Tavira, una de las más de cien torres vigías que aún se conservan coronando las casas de antiguos comerciantes como testigos de una época en la que se utilizaban para controlar la llegada de los barcos que atracaban en sus aguas cargados con mercancías del Nuevo Mundo. Esta casa-palacio, que por su altura y localización en pleno centro, fue la torre vigía oficial del puerto gaditano en 1778, se ha convertido en una de las citas imprescindibles de la capital gracias a su Cámara Oscura que proyecta imágenes en movimiento en tiempo real de lo que está sucediendo en las calles gaditanas. Una curiosidad más: desde aquí es posible contemplar La Bella Escondida, una de las torres más hermosas de la ciudad cuya belleza solo puede apreciarse desde un lugar elevado como éste.

Vistas de Cádiz desde el mirador de la Torre Tavira Cádiz a vista de pájaro desde la Torre Tavira La Bella Escondida, una de las torres más hermosas de Cádiz Panorámica de Cádiz desde la Torre Tavira

Disfruta de las playas de Cádiz

Más de 7 kilómetros de playas urbanas jalonan el litoral de este coqueta niña andaluza que vive abrazada al mar entre castillos y baluartes como el de los Mártires o el de Capuchinos. El encanto salvaje y casi virgen de la playa de Cortadura, reconocible por los restos de la muralla del fuerte que protegió la ciudad durante la invasión francesa y por la constante presencia de surfistas, la playa de La Victoria con sus chiringuitos en la arena y su amplio paseo marítimo plagado de restaurantes que la convierten en un auténtico templo del ocio, la recoleta Playa de las Mujeres, también conocido como Santa María del Mar con su gran mirador que ofrece unas bonitas vistas del casco antiguo de la ciudad, y, cómo no, La Caleta, el orgullo de los gaditanos.

Playa gaditana Playa de las Mujeres (Santa María del Mar). Cádiz

La Caleta es el mejor resumen del litoral de Cádiz. Pequeña, popular y tan preciosa que parece sacada de un lienzo. Flanqueada a la derecha por el castillo de Santa Catalina, a la izquierda por el de San Sebastián y luciendo en el centro, con los pies en la arena, la blanca silueta modernista del antiguo balneario de la Palma que acoge hoy en día las dependencias del Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía. Un escenario de película, como así comprobaron 007, el Capitán Alatriste y hasta el mismísimo Manolete, con acento marinero. El que imprimen las pequeñas barcas de pescadores que juegan con la marea.

Playa de La Caleta y Castillo Santa Catalina. Cádiz Antiguo balneario de la Palma. Cádiz Castillo de San Sebastián. Cádiz Saborea el arte del tapeo en Cádiz y su gastronomía

Aunque a menudo Sevilla y Granada se llevan todos los piropos en cuanto al tema del tapeo se refiere, Cádiz no se queda a la zaga porque su gastronomía, como dicen por allí, quita el sentío. Si las freidurías son las reinas del cortijo del paladar, el pescaíto frito, en tapas o raciones, es el soberano de toda barra gaditana que se precie. Cazón en adobo, chocos, puntillitas, boquerones, chipirones, calamares, tortillitas de camarones, ortiguillas fritas

Taberna La Bombilla, Cádiz Súmale moluscos como las cañaíllas o los erizos de mar, lenguados, doradas, lubinas, atún de almadraba, langostinos y gambas blancas, y comprobarás que Cádiz sabe a mar, a cocina popular y, lo mejor, con una excelente calidad precio. Pero su recetario culinario no acaba aquí. Sería imperdonable no mencionar sus deliciosas carnes de Retinto, las carrilladas, las presas ibéricas a la brasa, los secretos… Cientos de tentaciones que locales y extranjeros trasiegan con olorosos de Jerez y manzanillas de Sanlúcar de Barrameda.

Langostinos a la plancha. Bar La Caleta, Cádiz Atún a la plancha. Cádiz Carne de retinto y cazón en adobo. Cádiz

¿Algunos lugares de peregrinación obligada en la ciudad de La Pepa?

Freiduría Las Flores. Una de las mejores opciones para sumergirte en la tradición del frito gaditano ya sea en pleno centro (Plaza Topete, 4) o a unos pasos de la playa de La Victoria (Brasil, s/n). En cucuruchos de cartón para llevar o en mesa rodeado de buen ambiente.

Freiduria Las Flores, Cádiz

Taberna La Bombilla (Plaza de la Libertad, 14). En pie desde 1952, su terraza es el mejor lugar para dejar el tiempo correr entre sus tapas tradicionales o dejando que te preparen cualquier producto que hayas comprado en el vecino mercado de abastos.

Rincón gastronómico del mercado de abastos (Plaza de la Libertad, s/n). Un renovado espacio en el que ocio y gastronomía se dan la mano con propuestas tan dispares como cocina japonesa con toques gaditanos, comida argentina, zumos y bebidas naturales, productos frescos de la Sierra de Cádiz y un delicioso etcétera.

Casa Manteca (Corralón de los Carros, 66) y El Faro (San Félix, 15). Dos clásicos del barrio de La Viña. En el primero, taberna típica donde las haya, se impone pedir chicharrones horneados, chacinas, queso y vermut. En el restaurante El Faro, pargo guisado a la Roteña, entrecot de Retinto y paté de cabracho.

Taberna La Manzanilla (Feduchy, 19). Manzanillas, amontillados y olorosos corren por la centenaria barra de esta taberna que nació como despachos de vinos en Cádiz en 1900. Entre sus parroquianos, Fernando Savater y Arturo Pérez Reverte.

Taberna La Manzanilla. Cádiz

Bar La Caleta (Avenida Duque de Nájera, s/n) Lo mejor, su terraza situada justo al lado de la arena de La Caleta con vistas a toda la playa. Buenas cañas, raciones y pescados frescos a muy buen precio.

Bar La Caleta. Cádiz

Sucumbe a los atardeceres gaditanos

En Cádiz el día arranca en la Alameda Apodaca y muere en la playa de La Caleta justo antes de ofrecernos el mejor de los regalos: sus increíble atardecer. Poco a poco el sol va descendiendo besando dulcemente la bahía hasta esconderse totalmente sobre el horizonte del Atlántico. Y se para el tiempo. No solo para los turistas que tratan en vano de capturar los vaivenes de la luz, también sus gentes detienen sus pasos para sentarse frente al mar y contemplar como el inmenso cielo azul se tiñe de naranjas, violetas y rosas. Una fiesta de la naturaleza, íntima y romántica, que te subyuga hasta acariciarte el alma y que te conforta como el más cálido de los abrazos. Así es la magia de los atardeceres gaditanos, así son las puestas de sol en Cádiz.

Atardece en Cádiz Se apaga el día en Cádiz Atardecer en la playa de La Caleta, Cádiz Puesta de sol en Cádiz Dicen que el mejor lugar para contemplar el ocaso es en La Caleta, pero te aseguro que desde Cortadura, Santa María o el Campo del Sur también coleccionarás postales que tu retina nunca olvidará. Tras este este éxtasis de belleza quizás sientas un atisbo de melancolía. Durará poco. Aunque el sol se despida de Cádiz, sabes que no es un adiós, es un hasta luego. Mañana, este rito diario en forma de inenarrable espectáculo volverá a materializarse y a robarte, una vez más, el corazón.

Sonríe. En Cádiz no ser feliz es ir contra la ley

Aunque estoy convencida de que en Cádiz se contabilizan más sonrisas y carcajadas por metro cuadrado que en cualquier otro rincón del mundo, está afirmación no es mía sino de la Pepa. Según el artículo 13 de la Constitución Española de 1812: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen».

Monumento a las Cortes. Plaza de España, Cádiz

Ha llovido mucho desde que se aprobara la primera Carta Magna liberal de España, sí, pero los gaditanos no solo no olvidan ese artículo sino que lo lucen como la mejor de las banderas. En cada calleja de su casco histórico, en cada taberna, en los comercios, en las playas…

Pisas Cádiz y su alegría pasa a ser la tuya. La sonrisa se planta en tu rostro y no te abandona mientras la vives, la sientes y la disfrutas. No es una impostura, tampoco un topicazo. Es una de las grandes virtudes de esta casi isla tan hermosamente sujeta a su peculiar geografía en la que la sal del Atlántico se sirve en el salero de sus gentes. Y es que Cádiz, sencillamente, te hace feliz.

En Cádiz la felicidad está asegurada Así, sin más. Porque es imposible resumir su duende ni en siete experiencias ni en mil artículos. Porque basta mirarla a la cara para convencerte de que tu paraíso puede estar más cerca de lo que imaginas. Porque el gaditanismo hay que sentirlo en vena. Un virus que una vez contagiado no conoce vacuna y te hace soñar con volver. Yo ya me veo de vuelta. Con La canción del pirata de Fernando Quiñones entre mis manos y mis pies hundidos en la arena de La Caleta. Y entre episodio y episodio, la música de José Luis Figuereo Franco, más conocido como El Barrio: “Que empiece la función, de ahora en adelante, sepan que en su interior, sopla fuerte el levante… He vuelto…”

Recorrer el mundo navegando

Recorrer el mundo navegando

En esta ocasión abro las puertas de mi blog a Lourdes Olmos Juárez, una profesora de turismo y viajera empedernida, que tuve la ocasión de conocer durante el viaje posterior al Travel Bloggers Meeting de Plasencia. Charlando con esta simpatiquísima granadina descubrí una de sus grandes aficiones: recorrer el mundo navegando. Si conoces mi amor por el mar, aquél que me vio crecer en las playas de Barcelona, imaginarás que la sometí a un tercer grado para que me explicara cómo es la experiencia de viajar en un barco compartido. A mí logró tentarme y mucho con sus explicaciones y por eso la animé a compartir sus vivencias y consejos en este post invitado.

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Ni todo está escrito ni todo está aún inventado y por esta razón cada día descubrimos una nueva persona que hace realidad sus sueños. Seguro que has oído hablar de viajeros que lo han dejado todo y se han lanzado a la aventura de dar la vuelta al mundo, o de otros que llevan años haciéndolo, de parejas que abandonaron sus trabajos y desde entonces no han dejado de recorrer un país tras otro. ¿Te vienen a la cabeza algunos de estos ejemplos? Seguro que sí. ¿Y qué te parece si el proyecto fuera recorrer el mundo en un barco velero? ¿Sabías que muchos de esos viajeros un día se convirtieron en transmundistas y su forma de vida es navegar el mundo? ¿Te gustaría vivir esta experiencia? Si la respuesta es afirmativa, te interesa seguir leyendo este artículo porque existe una comunidad viajera que vive en el mar y abre sus barcos a los que queremos compartir parte de su aventura.

Recorrer el mundo navegando. Kioni. Isla de Ítaca, Grecia

Esta nueva forma de viajar compartiendo un trayecto en barco la descubrí hace algunos años y, desde entonces, es una opción más a la hora de planificar mis viajes. Trataré de resumir cómo empecé en este mundo, qué significa para mí y, finalmente, te daré algunos consejos para iniciarte en este tipo de viajes.

Lourdes Olmos Juárez

Siempre me gustó el mar, los barcos y siempre quise navegar, pero no sabía por dónde empezar. No tuve unos padres con esa afición, ni un primo patrón, ni nada que se le parezca pero, afortunadamente, sí tuve una amiga que en el verano de 2011 me propuso salir a navegar con una empresa de chárter náutico. Reservamos un crucero de cinco días por el Mediterráneo, con otros cuatro tripulantes que no conocíamos de nada y por fin tuve mi primera experiencia en velero. De Motril a Melilla, casi veinticuatro horas, perdiendo de vista la costa, viviendo mi primer atardecer y amanecer en el mar, haciendo guardias, llegando a tierra… Fue maravilloso ese primer día, y el segundo, y el tercero… Y cada día que he salido a navegar. Pero lo realmente importante de esos días fue la información que recibí y que me permitió dar el salto y empezar en este mundo yo sola.

Atardecer en el mar Webs para recorrer el mundo navegando

La clave de todo esto, aparte de mi amiga Marian que me llevó a ese primer crucero, fue conocer la web La Taberna del Puerto y su foro Bolsa del Navegante, punto de encuentro en España para los que buscan tripulación y los que no tenemos barco, de manera que podamos compartir unas horas de navegación, desde salir una tarde o un fin de semana hasta cruzar el Atlántico o incluso organizar actividades tan divertidas como un concurso de tortillas de patatas en algún puerto (todo un clásico en los días de navegación). Gracias al foro y los contactos que he ido haciendo, he viajado por España, Baleares, Ceuta y Melilla incluidas, Portugal, Grecia y sus islas, Sicilia… Y lo que me queda por navegar.

El placer de navegar

Un primer consejo para buscar barco es registrarte en esta web y participar en el foro presentándote, diciendo lo que se buscas, la zona por la que salir a navegar, etc., y ver las ofertas que ya hay publicadas. La gente en La Taberna del Puerto es, en general, generosa y participativa, así que seguro que das con alguien que te abre las puertas de su barco. Eso, poco a poco, te permitirá conocer gente, formar parte de listas de correos y participar en grupos de WhatsApp y de Facebook de los que saldrán muchos “planes marineros”.

Mi siguiente paso fue estudiar algo, sabía que me gustaba el mar y la navegación. ¿Por qué no aprender un poco? ¿Sabías que en un barco todas las cosas cambian su nombre? Un cubo deja de llamarse cubo y pasa a ser un balde y ni se te ocurra usar la palabra cuerda. Las cuerdas se llaman cabos y, como dicen los marineros, en un barco las únicas cuerdas que hay son las del reloj del capitán. ¡Me encantan los dichos marineros! Pues bien, me puse a estudiar y obtuve mi título de patrón de embarcaciones de recreo. No es difícil, en un par de meses se puede sacar sin problema, pero hay que ponerse. El resto de titulaciones de recreo las dejo para más adelante. Como decía antes, poco a poco, tenemos toda la vida para navegar y aprender. Lo importante es empezar.

Pasión por el mar

Cuando ya tengas tus contactos para salir a navegar los fines de semana y hayas aprendido un poco, seguro que te apetece hacer algo más grande y formar parte de esos proyectos de los que te hablaba al principio del post, es decir, compartir viaje con alguien que lleva años recorriendo el mundo, navegar por las islas griegas, por el Pacífico… ¡Hay tantos barcos por el mundo en los que poder navegar! Para buscar opciones en el extranjero puedes usar Find a Crew que es una web muy conocida. Veamos algunos ejemplos de barcos que abren sus puertas a la comunidad viajera.

Para empezar, te voy a presentar al patrón de uno de los barcos en los que he repetido experiencia, Marcelino Alonso, gallego afincado en Toledo, militar y abogado de profesión y hoy navegante “a tiempo parcial”. Desde el año 2008 comparte su velero, el Raw Prawn, un Morgan 44, con amigos, familiares y desconocidos que más tarde se convertirán también en amigos. Toda la información está en su web del Raw Prawn y cada año organiza una nueva escapada de unos cuatro meses con etapas de dos semanas para despedir a la tripulación que marcha e incorporar a la nueva. Familiares y amigos pueden seguir el viaje a través del blog de Marcelino. En mi primer viaje en el Raw Prawn en 2014, que fue de Atenas (Grecia) a Catania (Italia), recorrimos el mar Egeo, el Canal de Corinto y el Jónico, pasando por lugares tan emblemáticos como Delfos, Lepanto o Ítaca. En mi segundo viaje, recorrí de nuevo el Mediterráneo, esta vez de Corfú (Grecia) a Trapani (Italia), donde descubrí las Egadas, unas islas muy mediterráneas, Favignana, Levanzo y Marettimo. Una joya de islas.

El Raw Prawn en Lepanto La tripulación del Raw Prawn en Atenas

Otros “nómadas del mar” a los que no he conocido en persona pero con los que sí he mantenido contacto por correo, son Stephe, un chico francés que viaja con su padre a bordo del Sambelec (dejaron Francia bordeando la Península Ibérica para llegar a Senegal y de ahí cruzar el Atlántico, luego el Canal de Panamá y después rumbo al Pacífico) y los noruegos de Sailing the Farm, que están a punto de terminar su proyecto, construir su propio velero con ayuda de la comunidad Couchsurfing para poder hacer su sueño realidad: navegar el mundo compartiendo la experiencia con todos aquellos que están ayudando en la construcción del barco.

En cuanto al aspecto económico, hay de todo, quien ofrece su barco y corre con todos los costes (éstos son los menos), quien pone el barco pero no paga ningún gasto y el resto de la tripulación se hace cargo de ello (gasoil, puertos, comida y bebida, etc.), quien va a gastos compartidos o incluso quien cobra un precio fijo por el total de días. De forma general, teniendo en cuenta los viajes que he hecho y todo lo que he leído, se habla de unos veinte o treinta euros diarios que incluyen alojamiento, manutención, transporte y otros gastos, es decir, todo. A mí me parece un precio muy razonable que casi cualquier viajero se puede permitir. Eso sí, puede variar dependiendo de los caprichos que se quiera dar la tripulación, pero en general suele ser ésa la cantidad que se paga por día y no está nada mal.

Atracando en Melilla

Ya tienes información de sobra para lanzarte a esta aventura y descubrir lo fascinante que es viajar navegando, una combinación muy interesante para moverse por el mundo y disfrutar del mar en compañía de gente con la misma afición, donde surgen conversaciones muy interesantes sobre el mar, la navegación, las estrellas… Una experiencia que me conquistó desde el primer viaje que hice en aquel velero por el Mediterráneo.

Puerto Marina El Rompido. Río Piedras, Huelva

Pero, siendo honesta, también tengo que hablar de la parte menos bonita que no todo el mundo cuenta de los viajes en barco. Te hablo de situaciones como estar varios días compartiendo camarote con una persona que acabas de conocer o compartiendo baño con alguien que es menos higiénico que tú, pasar noches sin dormir haciendo guardias, soportar temperaturas extremas, sufrir mareos, o lo que es peor, tener problemas de convivencia, derivados de discusiones o puntos de vista muy distintos.

En los barcos he conocido de todo, gente más buena y menos buena, más fácil y más complicada, gente maravillosa, personas abiertas, respetuosas, etc., pero igualmente, personas con menos educación, machistas, incluso alguna que otra xenófoba y homófoba. Es normal. Esta forma de viajar también conlleva un riesgo, no sabes con quién vas a compartir el viaje. Si se trata de una salida de una tarde se lleva bien, pero en travesías más largas, puede resultar más incómodo. Y aunque todo esto te hace más fuerte, más paciente y es cierto que ayuda a tu crecimiento personal, cuando te ves en una de éstas te preguntas ¿qué necesidad hay de pasar unos días de vacaciones en un espacio tan reducido aguantando este tipo de cosas? Un barco es muy pequeño, que no se nos olvide.

Esta es la parte negativa de viajar en un barco compartido, todo lo demás se lleva bien o se termina llevando, pero los problemas de convivencia sí pueden estropear un viaje, de hecho, son muchas las anécdotas que se cuentan de algún tripulante al que se bajó del barco y se dejó en puerto porque la situación era insostenible. Igual que puedes conocer gente estupenda, de diferentes culturas, edades, etc., y por tanto, enriquecerte, puede ocurrir justo lo contrario, y que el viaje se convierta en una pesadilla. Con esta reflexión, no quiero desanimar a nadie a viajar en un barco compartido. En absoluto. Solo pretendo advertir de lo que podrías encontrarte y aconsejarte que trates de conocer previamente a parte de la tripulación si se trata de un viaje largo. Seguro que leyendo esto, te vienen a la cabeza algunas personas que no llevarías nunca a un barco y otras que serían buenos candidatos.

Cena de cambio de tripulación en el puerto de Catania. Sicilia

Personalmente, sopesando pros y contras, sé que quiero seguir navegando y que los buenos momentos superan con creces los malos. Por eso he decidido escribir este artículo, para animar a los viajeros a continuar descubriendo el mundo combinando su forma de viajar tradicional con esta otra.

Así que no lo dudes, si te gusta el mar y te gustan los viajes, no puedes desaprovechar esta oportunidad. Hay miles de barcos ahí fuera esperándote. Tengas o no experiencia puedes vivir esta aventura. En un barco hay muchas cosas que hacer, seguro que en alguna puedes ayudar y, poco a poco, aprender. ¿Quién no sabe limpiar o preparar algo de comer?

Cocinando a bordo

Tienes que experimentar lo que es dormir en cubierta mirando las estrellas y meciéndote por las olas del mar, las conversaciones en travesías largas, echar el ancla y disfrutar de un baño en una playa paradisíaca, llegar a puerto y dar un paseo por la ciudad para hacer unas compras y luego cocinar en el barco, disfrutar del viento y ver cómo las velas hacen su trabajo, cruzarte con una manada de delfines que juegan con el casco de la embarcación…

Leyendo con vistas a la Isla de Es Vedrá Me despido con una expresión muy marinera y deseándote lo mejor: ¡buen viento y buena mar!

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Interesante experiencia, ¿verdad? Si quieres profundizar más en este tema, te invito a leer el resto de artículos que Lourdes ha ido publicado en su blog El viaje de Lu sobre viajes en barco.

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Descubriendo Petra, la ciudad perdida de los nabateos

Descubriendo Petra, la ciudad perdida de los nabateos

Emocionarte hasta cotas que aún no conocías, sentir el peso de la historia sobre tus hombros y bajo tus pies, maravillarte a cada paso, rendirte ante su magia y sus misterios. Poder decir he estado allí y recordar toda la vida que estuviste allí. Estas son solo algunas de las sensaciones que transmite Petra, la ciudad perdida de los nabateos, una meta soñada por muchos que yo alcancé en primavera al tiempo que descubría Jordania, un fascinante país que me regaló momentos únicos como el que voy a relatarte ahora.

El Tesoro. Petra. Jordania

Pero antes, retrocedamos más de 2000 años para conocer a los artífices de una de las siete nuevas maravillas del mundo, los nabateos, una tribu árabe que estableció su capital en Petra convirtiéndola en una próspera encrucijada en la que confluían las rutas comerciales de caravanas que unían Oriente y Occidente. Un pueblo sabio que supo forjar un sistema de cisternas y canalizaciones para que el agua nunca faltase en un entorno rodeado por el desierto y que hizo suyas las influencias de otras culturas plasmándolas en sus monumentos. Un reino nativo, rico y poderoso, que vivió momentos de esplendor incluso tras su conquista por el Imperio Romano. Pero el cambio de las rutas comerciales y la expansión del comercio marítimo alrededor de la Península Arábiga iniciaron su decadencia y paulatinamente Petra fue abandonada. Durante siglos no se supo nada de ella hasta que en 1812, el viajero y arqueólogo suizo Johann Ludwig Burckhardt, atraído por las leyendas que hablaban de la mítica ciudad rosada, la redescubrió al mundo. Desde entonces se han vertido ríos de tinta y caudales de imágenes sobre este poderoso imán que está presente en la mente de muchos viajeros. Aquí va un afluente más. Mi experiencia en Petra.

Visitar Petra por la noche, el más espectacular de los anticipos

Debo reconocer que cuando llegué a Wadi Musa Jordania ya me había conquistado. Lo consiguió callejeando por Amán y visitando su Ciudadela, descubriendo el laberinto de paisajes de Wadi Rum por tierra y aire, pasando la noche cual beduina en el desierto, practicando snorkel en las aguas del Mar Rojo, disfrutando del carácter amable y hospitalario de sus gentes, haciéndome sentir segura… Lo hizo antes de mostrarme su bien más preciado, para muchos la principal razón para viajar hasta allí, Petra.

Las ocho de la tarde. Nunca un instante fue tan deseado. A esa hora debía dejar mi hotel para hacer realidad un sueño que llevaba años dormitando en mi mente. Ya no sería necesario que nadie me lo contase ni imaginar que habría más allá del encuadre de una foto. La noche jordana, bajo un cielo de estrellas, me esperaba para guiar mis pasos a la luz de las velas por el Siq, ese espectacular desfiladero que finaliza frente a la fachada del Tesoro.

El Siq a la luz de las velas. Petra. Jordania

Tal vez haya quien prefiera recorrer primero Petra de día y dejar la visita nocturna para otro momento. Te aseguro que yo no, y más si esperas a que entre todo el mundo para disfrutar de este impresionante cañón natural en soledad. Como comenté en su día, estaba tan emocionada que me costó horrores hacerme con los controles de mi cámara para inmortalizar el soberbio escenario que intuía me rodeaba, retándome desde la oscuridad a calibrar la magnitud de los guardianes de roca que se cernían sobre mi cabeza, invitándome a tratar de desvelar sus secretos entre sombras y más sombras.

Lo recuerdo como si fuera ahora. El ritmo de mi respiración se aceleraba acompasando mis furiosos latidos. Las piernas me flaqueaban. Sencillamente no podía creer que a tan solo unos metros me esperaba Al-Khazneh, el Tesoro. Por eso, cuando el estrecho paso que lo custodia me permitió ver un retazo suyo, me quedé paralizada. Solo mis ojos fueron capaces de reaccionar materializando en un par de lágrimas las sensaciones que me embargaban. Sí, el mundo está lleno de rincones que desprenden un halo de intensidad y magnetismo difícil de explicar. El Tesoro es uno de ellos y contemplar su fachada excavada en la piedra sobre un manto de velas solo te deja una opción: sucumbir ante su belleza.

El Tesoro por la noche. Petra. Jordania

Petra by night. Jordania

El camino de vuelta decidí hacerlo sola. Fue fácil porque no éramos muchos los convocados a esta cita que se conoce como Petra by night. No me apetecía hablar con nadie. Quería templar mis emociones, convencerme de que lo que acababa de ver no era un espejismo y armarme de paciencia a la espera del día siguiente, cuando visitaría Petra a la luz del día.

Visitar Petra de día, un sueño cumplido

Todas las incógnitas que fui acumulando la noche anterior empezaron a difuminarse a media que mis pasos volvían a recorrer el Siq. A primera hora de la mañana, aquellas visiones imposibles de identificar se tornaron obeliscos, templos, terrazas agrícolas y canales que jalonan sus más de 1,200 metros de longitud entre imposibles formaciones geológicas. La garganta en sí ya es abrumadora, pero no menos que los colores que la tiñen: mil tonos de marrones, ocres, vainillas, grises… Ni el más ducho de los pintores hubiera seleccionado una paleta mejor para tintar las paredes de estos acantilados que nunca te cansas de fotografiar sorteando turistas y carruajes. Buscando, en vano, el mejor ángulo que capte este capricho de la naturaleza cincelado por el hombre.

Recorriendo el Siq. Petra. Jordania

El cañón del Siq. Petra. Jordania

Carruaje tirado por caballos en el Siq. Petra. Jordania

Y así te plantas de nuevo ante la fachada del Tesoro e, inevitablemente, la imagen de Burckhardt, el primer europeo en ver la joya de la corona jordana, se cuela en tus pensamientos. ¿Su cara sería parecida a la del resto de turistas que me rodean? Lo dudo. Él tendría que disimular su asombro mayúsculo para no ser descubierto y expulsado de inmediato de Petra.

Al-Khazneh. Petra. Jordania

Las palabras de nuestro guía me devolvieron a la realidad. Con ellas descubrí la mezcla es estilos que componen esta filigrana esculpida de arriba a abajo, su cornisa formada por 30 flores como días tiene el mes, leones y águilas -símbolos de la riqueza y el poder de los nabateos- y, cómo no, las huellas de los balazos de aquellos que tirotearon su urna desde sus monturas en busca de riquezas sin saber que Al-Khazneh era el verdadero tesoro. ¿Tumba de un importante rey nabateo? ¿Templo? Hermoso enigma para los historiadores. A mí me basta con saber que se ha mantenido en pie hasta nuestros días para mostrarnos su grandeza arquitectónica.

Pero el Tesoro, aunque resulte imposible apartarlo de tu mirada, solo es el acto inicial de una obra colosal que en forma de parque arqueológico alberga 800 monumentos tallados en piedra y cientos de tumbas que se cruzan en el camino. Una enorme ciudad que permaneció oculta a los ojos del mundo occidental durante siglos, resistiendo terremotos, combatiendo guerras, enfrentándose a las tormentas del desierto y a las inundaciones… Alcanzando la eternidad.

Calle de las Fachadas. Petra. Jordania

A medida que recorría la calle de las Fachadas, con su fila de tumbas nabateas, me fui haciendo una idea de cómo fue Petra en la antigüedad, una ciudad que llegó a tener más de 20.000 habitantes, con mercados, talleres, templos e incluso un teatro excavado en la sólida roca que dirías es romano pero que fue construido por los propios nabateos en el siglo I d.C.

Teatro construido por los nabateos. Petra. Jordania

Las Tumbas Reales, que sin el envite de la erosión seguro podrían competir en grandeza con el mismísimo Tesoro, la tumba del gobernador romano Sextius Florentinus, los restos del ninfeo, la calle columnada que conduce al centro de la ciudad, la puerta romana de Temenos, Qsar al-Bintel…

Tumbas Reales. Petra. Jordania

Calle Columnada. Petra. Jordania

Puerta de Temenos. Petra. Jordania

Plano de situación. Petra. Jordania

Kilómetros y kilómetros de ruinas de una antigua civilización donde no faltan evidentes reminiscencias helénicas y romanas pero también egipcias, persas, asirias… Un atractiva mezcolanza de monumentos y naturaleza imposible de abarcar en una sola mañana. Ese era mi tiempo y no más. Apenas cuatro horas caminando bajo un sol de justicia, esquivando las ráfagas de arena, hidratándome cada dos por tres para que mi cuerpo aguantara el ritmo, subiendo por caminos menos trillados en busca de nuevas perspectivas…

Caminando por Petra. Jordania

Anillos de Liesegang en las rocas de Petra. Jordania

Lagarto azul endémico de Petra. Jordania

Petra, la ciudad perdida de los nabateos

Aún así me dejé tanto por ver… Sobre todo, el Monasterio cuya imagen sigue siendo para mí solo una fotografía. Hasta que regrese, porque igual que me sucedió con Estambul, deseo volver a Petra sin el lastre de la primera vez, con todo el tiempo del mundo, sin prisas que te hacen acelerar el paso. Para captar más escenas cotidianas ajenas al trasiego de turistas como un conductor de carruajes que se detiene para rezar o un beduino descansando en un roca. Para revivir momentos que trastocaron mis sentidos y dejarme sorprender por lo aún no contemplado.

Toca rezar en Petra. Jordania

Souvenirs y turistas en Petra. Jordania

Beduino en Petra. Jordania

Consejos para visitar Petra

Reserva al menos dos días completos para visitar Petra. Precio de la entrada: 1 día 50 JD, dos días 55 JD y tres días 60 JD. Espectáculo Petra by night: 17 JD.

Viste ropa adecuada: calzado cómodo, gorra, pañuelo y no olvides usar protección solar.

A lo largo del camino encontrarás pequeñas tiendas de souvenirs donde podrás comprar bebida. Hidrátate constantemente si no quieres empezar a ver espejismos.

Sé un turista responsable con los animales. Aunque a la entrada un cartel nos anime a comprobar si los caballos, burros y mulas tienen un aspecto saludable antes de utilizarlos como medio de transporte, verás que el trato que reciben, sobre todo los burritos, es inaceptable. Sus guías a menudo los golpean mientras un turista con sobrepeso se hace un sonriente selfie. No entres en ese juego. A Petra se la conquista caminando así que, a no ser que tengas problemas de movilidad, olvida los carruajes, caballos, dromedarios y burros y gánatela paso a paso.

Sé responsable también con los niños que se acercarán para venderte postales o cualquier baratija. Te costará mucho no darles una monedas porque son adorables pero ese no debería ser su sitio. Su sitio está en la escuela.

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Sierra del Segura, una comarca albaceteña con mucho por descubrir

Sierra del Segura, una comarca albaceteña con mucho por descubrir

Paisajes infinitos, pueblos con encanto en los que el tiempo discurre a otro ritmo, historia y arte, gastronomía con mayúsculas, deportes, antiguas tradiciones que se han salvado del olvido… Si lo que quieres es alejarte del ritmo frenético que impera en las grandes ciudades y sustituirlo por la tranquilidad y la buena vida, concluye tu búsqueda y acércate a la Sierra del Segura. Aquí, en este rincón de Castilla La Mancha ubicado en el sudoeste de la provincia de Albacete, encontrarás una comarca todavía desconocida por muchos que toma su nombre del río que nace en su interior. Un territorio que ofrece infinitas posibilidades para el viajero del siglo XXI que es consciente de que en nuestro país siempre hay una sorpresa esperando ser descubierta. Una sierra que tuve la oportunidad de conocer hace muy poco y que ahora pretendo mostrarte. ¿Necesitas desconectar? Esto es desconectar.

Vistas de la comarca de la Sierra del Segura desde la Microreserva del Monte Ardal

Paisajes de la Sierra del Segura que rompen tópicos

Antes de realizar este viaje, la imagen que tenía de Albacete respondía a una provincia formada por extensas llanuras, sin apenas montañas. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que hay amplias mesetas de fértiles huertas que nos recuerdan la presencia de la cercana Murcia pero también altas cumbres, con montañas y picos que rondan los 2.000 metros de altitud, valles encajados y espectaculares paisajes kársticos de roca caliza.

Paisajes de la Sierra del Segura

Esta sorprendente diversidad paisajística está vertebrada por la presencia del bien más preciado: el agua. Del propio Segura y sus afluentes, el río Mundo, Tus, Madera y Taibilla, que se transforma en embalses, pantanos y piscinas naturales aportando un toque azul a un entorno natural muy bien conservado que, por méritos propios, se ha convertido en uno de los principales atractivos de esta comarca.

Embalse de la Fuensanta, Yeste

Un espacio excepcional para perderte paseando, respirar aire puro y practicar todo tipo de deportes como senderismo, rutas turísticas que puedes realizar en GPS, bicicleta de montaña, paseos en velero, piragüismo, escalada, puenting, barranquismo o espeleología, entre otros, que además de enriquecer tu visita te acercarán a la grandeza natural de uno de los rincones más bonitos de Albacete.

Historia, arte y tradiciones en los pueblos de la Sierra del Segura

Uno de los grandes encantos de la Sierra de Segura es que ha sabido conservar buena parte del legado que dejaron en esta tierra los distintos pueblos que la habitaron. Te hablo de manifestaciones artísticas que nos trasladan al Paleolítico, del paso de íberos, fenicios, cartagineses, romanos, y también de la época árabe, cuya presencia durante cinco siglos se hace patente en la fisonomía de muchos de los pueblos serranos. Pueblos en los que hallaremos pinturas rupestres, puentes, castillos, ermitas e iglesias y preciosas muestras de arquitectura popular.

Mirador de Mingarnao, Nerpio. Sierra del Segura

Aunque me hubiera gustado conocer los doce municipios que conforman esta comarca albaceteña, por falta de tiempo mi itinerario se redujo a Nerpio, Yeste y Letur, quedando para el futuro Riópar, Ayna, Molinicos, Bogarra o Elche de la Sierra, entre otros. No importa. Estas tres villas fueron tres magníficas pinceladas de una sierra a la que estoy deseando volver.

Nerpio

El municipio de Nerpio, situado en el sur de la provincia y antaño frontera con el reino nazarí de Granada, es un buen ejemplo del rico patrimonio y la identidad etnográfica que atesoran las poblaciones de la Sierra del Segura. Un pueblo que tiene al mejor de los vigías en el castillo de Taibilla, emplazado en lo alto de un peñón sobre el cauce del río que le da nombre. Realmente vale la pena tomar la carretera de Pedro Andrés y conducir hasta aquí. La fortaleza, construida entre los siglos XI y XV, es la mejor excusa para disfrutar de las hermosas vistas del valle del Taibilla que desde aquí se divisan. ¿Quieres más panorámicas? Detente en el Mirador de Mingarnao. Si tienes paciencia, podrás observar alguna de las 180 especies de aves que surcan el cielo del término municipal de Nerpio.

Castillo de Taibilla, Nerpio. Sierra del Segura
Vistas desde el Castillo de Taibilla, Nerpio. Sierra del Segura

Muy cerca de aquí se encuentra el conjunto rupestre de la Solana de las Covachas cuyos abrigos forman parte del Parque Cultural de Nerpio -declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO- que engloba el 70% de las pinturas rupestres que se conservan en Castilla La Mancha. Esta visita, que solo se puede realizar de forma guiada a través de la oficina de turismo, fue uno de los momentos más emocionantes que viví en la Sierra del Segura. Nunca antes me había sentido tan cerca de los orígenes de la humanidad y contemplar y comprender los aspectos simbólicos y técnicos que subyacen detrás de estas representaciones de arte rupestre levantino y esquemático fue toda una lección que me trasladó de forma amena y didáctica al pasado prehistórico de esta comarca.

Solana de las Covachas, Nerpio. Sierra del Segura
Pinturas rupestres. Solana de las Covachas, Nerpio. Sierra del Segura

Yeste

Enclavado en un extenso y frondoso valle, en la zona más occidental de la comarca, encontramos Yeste, un hermoso pueblo que se recuesta sobre las faldas del cerro de San Bartoloné. Su estampa desde la carretera es magnífica con su robusto Castillo, el mejor conservado de la Sierra del Segura, y la iglesia parroquial de la Asunción perfilando su fisonomía rural. Ya en el centro, te esperan calles estrechas, casas solariegas y diversos monumentos de linaje medieval que nos hablan de su pasado más glorioso.

Yeste. Sierra del Segura

Un pasado que se torna presente cada año en octubre cuando esta población serrana celebra su Feria de Tradiciones Populares, una festividad declarada de Interés Turístico Regional que mantiene viva la cultura y las raíces de Yeste tomando como hilo conductor los antiguos oficios, la gastronomía y el folklore que hicieron de esta villa lo que es hoy en día. El mercado de productos artesanales en el que no faltan la apreciada miel de Yeste o los quesos y embutidos, los bailes, el desfile de cuadrillas, los artesanos trabajando como antaño en las dependencias del castillo… Una feria que este año ha alcanzado su XVII edición gracias a la implicación de todo el pueblo que se vuelca de manera incondicional en todas las actividades que se convocan ataviados con sus trajes tradicionales.

Desfile de Cuadrillas de Yeste. Sierra del Segura

Una última sugerencia: no dejes Yeste sin subir antes hasta la cima del Monte Ardal para contemplarlo casi a vista de pájaro. Siéntate sobre una roca, olvida el reloj y deja que tus pulmones se llenen de aire puro mientras contemplas el sereno paisaje que te rodea.

Yeste desde el Monte Ardal. Sierra del Segura

Letur

Dicen que Letur es uno de los pueblos más bonitos de la Sierra del Segura. Una afirmación que cuesta contradecir cuando compruebas cómo la naturaleza y el casco histórico se funden aquí en perfecta armonía. Y es que Letur es piedra, tapial, puertas y rejas forjadas por artesanos, portales de cantería y muros blancos que se arropan entorno a la Plaza Mayor y la iglesia parroquial de Santa María dando forma al trazado medieval de origen árabe mejor conservado de Albacete. Un buen ejemplo, la calle Albayacín.

Iglesia de la Asunción, Letur. Sierra del Segura

Un enclave perfecto para disfrutar de la evocadora estampa de Letur y de los parajes que lo rodean es el Mirador de La Molatica, un balcón natural asentado sobre profundas gargantas desde el que se divisan la Peña de la Albarda, el arroyo de Letur y los huertos y acequias de sello musulmán que discurren a los pies del peñón en el que se alza pueblo.

Letur desde el mirador de La Molatica. Sierra del Segura

Según cuentan las crónicas, ya en el siglo XVI la villa de Letur era considerada como “alegre y de mucha agua y frescuras”. Prueba de ello es la Cuesta de Los Molinos, una empinada calle que en su día llegó a tener tres molinos harineros que utilizaban el agua de las numerosas fuentes y riachuelos que recorren esta localidad para moler el grano, y el Charco de Las Canales, una piscina natural de aguas cristalinas que ha sido habilitada como zona de recreo y baño.

La gastronomía de la Sierra del Segura

Durante esta escapada a la Sierra del Segura pude comprobar lo bien que se come en esta zona manchega probando algunas de sus especialidades más típicas como las migas, el pisto o el cordero de raza autóctona. Sencillos y suculentos platos, con el trigo y el ajo como piedras angulares, que responden a la cocina tradicional, a la de toda la vida, a la que se ha transmitido fiel de generación en generación.

Migas. Sierra del Segura

Si tuviera que escoger uno de los clásicos del recetario serrano, en el que no faltan los potajes, gazpachos, gachamigas, ajoharinas, los productos de la matanza o el delicioso queso manchego a la plancha, sin duda éste seria el atascaburras. Un plato típico de los días de invierno compuesto de bacalao, huevos duros, aceite de oliva virgen extra, patatas y nueces. Humildes ingredientes que se transforman en un regalo sabroso y nutritivo para el paladar.

Atascaburras. Sierra del Segura La Sierra del Segura en imágenes

Antes de cerrar este artículo dedicado a la Sierra del Segura, permíteme mostrate este vídeo que resume a la perfección todas las experiencias que viví en esta comarca junto a Irene Somoza de Mundo Turístico y al ideólogo de esta escapada, Miguel Ángel Cartagena de Miguel en Ruta. Dos grandes blogueros que además han demostrado ser un lujo de compañeros de viaje. Experiencias que fueron posibles gracias al apoyo del Grupo de Acción Local de la Sierra del Segura, una entidad privada sin animo de lucro que trabaja en el desarrollo rural de los 12 municipios de la comarca Sierra del Segura. ¿Dónde nos alojamos? En la casa rural El Portillo de Yeste, una acogedora vivienda situada a orillas del río Segura en un bello paraje aislado con vistas espectaculares.


Disfrutar de la soledad que impera en sus cumbres y de sus recursos naturales. Compartir antiguas tradiciones que siguen vivas. Descubrir los conjuntos históricos de sus pequeños pueblos. Contemplar extraordinarias muestras de arte rupestre. Dejarse tentar por la gastronomía serrana. Descansar en un acogedor alojamiento rural… Suena bien, ¿verdad? Suena a Sierra del Segura.

Un viaje a Japón a través de las emociones (Segunda parte)

Un viaje a Japón a través de las emociones (Segunda parte)

Con este artículo concluye mi singular desnudo a la japonesa, o lo que es lo mismo, un relato muy personal con el que he pretendido acercarte a Japón a través de las emociones y experiencias que sentí y viví en tierras niponas. No servirá para que planifiques tu viaje pero espero despierte en ti las ganas de conocer este increíble país. Bienvenido a la segunda parte del Japón que traje en mi maleta.

Belleza japonesa

La dulce resaca emocional que te produce Kioto

Kioto, la antigua capital imperial. No imagino mejor lugar para empezar a descubrir un país tan fascinante como Japón. La dulce Kioto, la serena Kioto, la quintaesencia de la belleza nipona… Una ciudad que ha sabido conservar su acervo cultural y su paisaje urbano tradicional como ninguna otra. Una ciudad que logró seducirme y que, en mi opinión, custodia el alma del país del sol naciente.

Templo Nanzen-ji, Kioto

Una esencia que hice mía durante cuatro días. Saltando de admiración en admiración, de escalofrío en escalofrío, de sorpresa, en sorpresa. Disfrutando de cada regalo que me brindó y cuya lista completa resultaría eterna. La espectacular estampa de los 1.000 Kannon del templo budista de de Sanjūsangen-dō, el esperado encuentro con una geisha en el encantador barrio de Gion, una cena en Pontocho a orillas del río Kamogawa, un paseo por el bosque de bambú de Arashiyama, una mañana en la que me volví loca fotografiando cada rincón de Kiyomizu-dera, una tarde en la que protagonicé mi propia película en el santuario sintoísta de Fushimi Inari, unas horas en las que me puse en la piel de una maiko

Bosque de bambú de Arashiyama, Kioto Paseando por Gion, Kioto

Días en los que me sentí inmersa en el corazón del Japón más auténtico contemplando la delicada armonía del Kinkaku-ji, el pabellón dorado, cuyo reflejo en el estanque es sobrecogedor, frente a la impresionante pagoda del templo Toji -visible desde muchas partes de la ciudad-, comprándome un kimono en el Mercado de Artesanía, ojeando colecciones en el Museo Internacional del Manga, descansando en los jardines del Palacio Imperial, aluciando con la cantidad de productos que no había visto en mi vida en el Mercado Nishiki…

Templo Kinkaku-ji, Kioto, Japón

Mercado Nishiki, Kioto Templo Tenryu-ji. Kioto. Japón

Sí, realmente Kioto fue la mejor de las bienvenidas. El alter ego sosegado de Tokio, el perfecto y relajado punto de partida a un viaje que deseé fuera eterno en la ciudad de los templos, en la magnética y cautivadora Kioto que dejó en mí una resaca emocional que nunca me abandonará.

¿Qué comemos hoy? Jugando al prueba error con la gastronomía japonesa

Visité cada mercado que encontré, probé todo tipo de comidas, me sorprendí con la cantidad de sabores nuevos a los que se enfrentaba mi paladar día a día y sucumbí a la realidad: comer con palillos se me da fatal. Me pongo nerviosa, mis dedos se anquilosan y acabo pareciendo un click de Famobil.

Hoto, una especialidad de Kawaguchiko. Japón Bol de arroz con tofu y huevo, gyōzas y encurtidos japoneses

17 días de viaje dan para mucho: para aprender la diferencia entre los fideos udon (gruesos) y soba (finos), para declararme adicta a las gyōzas y a la tempura, para comprobar que la sopa de miso no es lo mío pero en cambio el sashimi (marisco o pescado crudo) no me disgusta, para catar especialidades locales como el delicioso hoto de Kawaguchiko o el kamameshi de Nara, pasara saber que un buen okonomiyaki puede salvarte más de una cena y para afirmar sentencias gastronómicas tales como que una caja bento es perfecta para saciar el hambre en los trayectos en tren, que los kit-kat de té verde son adictivos y que si quieres sobrevivir al agosto japonés acabarás tomando kakigoris de forma compulsiva (helado de hielo picado con sirope).

Kamameshi. Japón Kakigori y pescado crudo. Japón Okonomiyaki, un plato típico de Japón

Y, sí lo reconozco, como siempre que tengo oportunidad, acabé en un local de la cadena del payaso sonriente de peluca roja. Entenderás que con una vegana en el equipo la carne fue simbólica y que no solo de arroz y tofu vive el viajero. ¿Una última confesión? Cada noche antes de volver al hostal, ryokan o donde fuese, repetía el mismo ritual. Entraba en un pequeño súper y a base de pito pito gorgorito me agenciaba una buena dosis de fritos y golosinas. A veces triunfaba, a veces no.

Aperitivos japoneses

Reflexionando sobre la fe en el cementerio de Okunoin (Koyasan)

Recuerdo la excursión a Koyasan como uno de los momentos con más carga espiritual que viví en tierras niponas. Allí, en la prefectura de Wakayama, me esperaba el Monte Koya, el centro más importante del budismo Shingon, una de las ramas principales del budismo japonés introducida por el monje Kūkai en el 805.

Cementerio de Okunoin. Japón

Aunque toda esta zona, con más de cien templos y monasterios, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad, fue recorrer el cementerio de Okunoin lo que provocó en mí un debate interno entre lo divino y lo terrenal, entre el no creer y la necesidad de encontrar refugio para el alma. Y es que la visita a este cementerio, el más grande de todo Japón, no deja indiferente a nadie con sus dos kilómetros de tumbas en las que yacen aquellos que desearon permanecer junto al gran maestro de la escuela Shingon. Una enorme necrópolis en la que más de 200.000 tumbas comparten espacio entre una densa vegetación y cedros milenarios que filtran los rayos del sol, y donde el silencio impera a cada paso aunque estés acompañada por cientos de peregrinos que acuden a este lugar sagrado.

Jizos en el cementerio de Okunoin. Japón Cementerio de Okunoin en Koyasan. Japón

Entrada al Okunoin Gobyo. Cementerio de Okunoin. Japón

Un espacio de estética conmovedora, que invita a la relajación, al paseo tranquilo, a buscar en tu interior, y que tiene su epicentro en el Okunoin Gobyo, el mausoleo donde reposan los restos de Kūkai, llamado tras su muerte Kōbō-Daishi, y del que dicen descansa en eterna meditación a la espera del futuro Buda. La inalterable concentración de los monjes en sus rezos, las ofrendas de los fieles, la sobrecogedora aura de misticismo que te envuelve, el intenso olor a incienso… Y allí estaba yo. Una occidental bautizada en la doctrina católica que se debate entre racionalismo ateo y el agnosticismo. Conmovida ante la fe y la entrega que me rodeaba y me mecía a golpe de mantras. Pensando sobre la necesidad o no de creer en algo, sobre lo efímero y lo duradero. Y sí, deseé haber podido pasar la noche en alguno de los templos budistas que acogen al viajero para acercarme al modo de vida de los monjes y asistir a una sesión de meditación matutina. Será cuestión de volver, pensé mientras salía del Torodo -un templo con cientos de linternas donadas por devotos de todo el mundo-, y enfilaba el camino de regreso deshaciendo su sinuoso sendero de baldosas, entre las figuras de Jizos y los sepulcros de un cementerio creado para que el legado de Kōbō-Daishi perdure hasta la eternidad.

Desmontando el carácter japonés

Como apunté en la primera parte de este personalísimo viaje a Japón a través de las emociones, lo primero que te enseña este país es que tienes todo por aprender. Una lección de vida magistralmente cívica y cortés que vas interiorizando a medida que conoces a sus habitantes, cuyos usos y costumbres, muchos de ellos extravagantes a ojos de Occidente, te muestran sin apenas pestañear un cuadro futurista cargado de frikismo y una postal milenaria.

Ofrenda en el templo. Japón Jugando a El Pachinko en Tokio. Japón

Sus modales, su idioma, su religión, su forma de comer, vestir y divertirse… Todo ello conforma el singular carácter del pueblo nipón. Gentes adictas al trabajo, al consumo y a la tecnología, extremadamente ordenadas y aparentemente frías, que honran a sus ancestros y que siempre te tratarán con un respeto absoluto y una amabilidad exquisita. Puede ser un guía que te enseña de forma gratuita el espectacular castillo de Matsumoto, una vendedora de marisco del mercado Omicho de Kanazawa, un taquillero del metro de Tokio o un chico que interrumpe su charla para llevarte a una zona de fumadores situada a diez minutos caminando. La mayoría no habla inglés, cierto, pero siempre tratarán de echarte una mano con una sonrisa en el rostro.

Guía del castillo de Matsumoto, Japón Mercado Omicho. Kanazawa, Japón

El orden, el respeto por las normas, la seguridad y la limpieza también llamaron mi atención. Da igual el medio de transporte que uses, todo el mundo respeta la fila. Puedes dejar el móvil o el bolso donde quieras porque nadie se va a acercar a tocarlos. Las ciudades están impolutas a pesar de no tener papeleras y aunque a primera vista resulten caóticas funcionan a la perfección.

Viajando por Japón te cruzarás con venerables ancianos haciendo una ofrenda en un templo y con hombres de negocios durmiendo en una cafetería de buena mañana. Los verás vestidos de cosplay, dándolo todo en los karaokes, tomando algo en cualquier bar bizarro, concentradísimos ante una máquina de El Pachinko o luciendo sus trajes tradicionales en el metro. ¿Y qué decir de las japonesas? Da igual la edad que tengan, casi todas lucen un sutil aspecto de frágil muñeca, delgadas, con la tez increíblemente blanca y sus pasos cortos. Siempre protegiéndose del sol y presumidas hasta decir basta. Solo tienes que entrar en un baño para comprobarlo. Tras lavarse las manos, es raro que no tiren de maquillaje para lucir perfectas, como auténticas diosas de ojos rasgados.

Hombres de negocios durmiendo en una cafetería, Japón Jóvenes japonesas de compras

¿Una caja de sorpresas? Sí, así es la sociedad japonesa. Tan lejana y afín a nosotros como puedas imaginar y tremendamente atractiva.

El Japón que traje en mi maleta

Tras intentar transmitirte con mayor o menor fortuna el aluvión de emociones que sentí durante este viaje en el que me perdí y me encontré cien veces, escribí deseos en papel y quemé la batería de mi cámara, paso a un plano más físico para contarte el Japón material y palpable que me traje en la maleta.

Pidiendo un deseo en Takayama. Japón

Antes de que me taches de derrochadora, debo confesar que soy muy dada a comprar souvenirs. En su mayoría no son recuerdos para mí sino regalos que la gente que aprecio espera recibir porque al fin y al cabo, por humildes que sean, no dejan de significar un «estuve allí y me acordé de ti». Haciendo recuento compré una docena de imanes, varios juegos de palillos y amuletos omamori que ya he ido distribuyendo, una muñeca kokeshi, un juego de tazas, un kimono, una botella de sake, un par de camisetas, un cenicero portátil, una bolsa enorme de chucherías…

Pero, sin duda, el mejor presente que me hice fue comprar un libro de sellos que fui rellenando en cada templo visitado. ¿Su precio? ¥1000 el cuaderno y ¥300 cada sello. ¿Su valor? Incalculable. Fue mi más preciado tesoro durante el viaje y, cómo imaginarás, se ha convertido en la joya de mi biblioteca viajera.

Libro de sellos, Japón

Libro de sellos. Japón

Cada vez que lo abro recuerdo las conversaciones no verbales mantenidas con aquellos maestros de la caligrafía. Mi mano tendida con el libro, una sonrisa, sus refinados trabajos con alma de tinta y un ritual de reverencias como despedida que acababa con un tímido arigatô gozaimasu saliendo de mis labios.

Santa Sofía, mucho más que la joya bizantina de Estambul

Santa Sofía, mucho más que la joya bizantina de Estambul

Santa Sofía…Tan solo con citar su nombre me emociono. Mi piel reacciona, mi pulso se acelera y una sonrisa con trazos de nostalgia ilumina mi mirada. ¿Crees que es posible que un lugar te cale tan hondo como para pensar que una parte de ti se quedó vagando entre sus muros? A mí me sucedió con Santa Sofía, esa joya arquitectónica que escogió a Estambul para maravillar al mundo.

Lamparas y vidrieras de Santa Sofia. Estambul
Lámparas y vidrieras de Santa Sofía

Como comenté en su día, Estambul se ha convertido en la niña de mis ojos, en la ciudad a la que anhelo regresar para escribir nuevos capítulos de una historia de amor que se inició hace un año. Quiero contemplar más atardeceres desde Üsküdar, surcar otra vez las aguas del Bósforo hasta las puertas del Mar Negro, volver a escuchar el quejumbroso canto del muecín llamando a la oración, contemplar el Cuerno de Oro con un té entre mis manos, sentir el dulzor de los baklavas, ver la vida pasar en el Puente Gálata… Pero, sobre todo, deseo volver a rendirme ante el sueño de Justiniano, ante la obra más hermosa y sagrada de la época bizantina. Ante Santa Sofía.

La magia de Santa Sofía

Recuerdo como si fuera ahora aquella mañana de primavera. Llovía sobre la Plaza Sultanahmet, el corazón de la antigua Constantinopla, y un cielo plomizo cubría la que fue capital de tres imperios. Estaba frente a ella, repasando con mi mirada su sólido y austero exterior de tintes rosados, sus minaretes, su ingrávida cúpula… Calibrando las dimensiones de uno de los espacios más prodigiosos creados jamás por el hombre que conmueve incluso desde la distancia.

Exterior de Santa Sofia. Estambul
Exterior de Santa Sofía

Aguanté estoicamente la larga cola de acceso y me dirigí a la entrada. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al toparme con el más famoso de sus mosaicos bizantinos, el Cristo Pantocrátor, situado encima de la puerta del Emperador. Caminé entre el gentío hasta la nave central y me quedé paralizada, absorta ante una belleza que se forjó en 1.500 años de historia.

Nartex de Santa Sofia, Estambul
Nártex de Santa Sofía

TE INTERESA → Si tienes poco tiempo para visitar la ciudad y no quieres tener que preocuparte por nada, puedes contratar un tour privado y exclusivo por Estambul con guía en español. Podrás visitar lo que quieras porque tú decides el itinerario. Puedes contratarlo aquí.

El paso del tiempo, los avatares de la propia ciudad, la fusión de culturas y credos… Todo estaba allí para mí, como si Santa Sofía me hubiese estado esperando toda la vida para doblegarme a fuerza de imágenes y sensaciones que aún retumban en mi memoria. Para someterme a su magia, tan difícil de plasmar con palabras.

Nave central de Santa Sofia, Estambul
Nave central de Santa Sofía aún con andamios
Mosaico del emperador Komnenos. Santa Sofía. Estambul
Mosaico del emperador Komnenos

El altar, con sus magníficos candelabros aportados por el por el gran visir Ibrahim Pasha, el mihrab, una de las mejores obras en mármol de la época otomana del siglo XVI, las grandes cisternas de alabastro, los preciosos pabellones, los ocho enormes medallones con caligrafía cúfica que nos hablan de Alá, Mahoma y los primeros califas, la Biblioteca de Mahmud I, el Omphalion donde se coronaba a los emperadores, los azulejos, la tribuna del sultán, los estrados para la lectura del Corán, los mosaicos bizantinos recuperados en la segunda mitad del siglo XIX, las imponentes columnas, su enorme cúpula que marcó un hito en la historia de la arquitectura y que parece flotar sobre tu cabeza…

Altar y minbar de Santa Sofia
Mimbar de Santa Sofía
Biblioteca de Mahmud I. Santa Sofía, Estambul
Biblioteca de Mahmud I
Cisterna de alabastro
Cisterna de Alabastro
Cupula de Santa Sofia. Estambul
Cúpula de Santa Sofía

Y su luz. La luz de Santa Sofía. Tan única y tantas veces ensalzada. Regalo de sus numerosas ventanas y vidrieras y de las incontables lámparas de bronce que alumbran su colosal fisonomía. Su luz. Un juego de reflejos que iluminan, de sombras que difuminan el camino y te obligan a detenerte, convirtiendo el interior de este templo es un universo tan etéreo que parece irreal, en un delirio visual que estremece al más crédulo. En mi caso, este éxtasis de emociones se plasmó en una lágrima. Inmóvil en medio de la inmensa nave central, abstrayéndome de los cientos de turistas que me rodeaban, olvidando mi cámara y dejando que Santa Sofía se colase por cada rendija de mi alma.

Mosaico de la Virgen Maria en Santa Sofia
Mosaico de la Virgen María, el primero figurado creado después del período iconoclasta de Santa Sofía

Lo hizo. Tanto como para sentir la necesidad de salir al exterior, pasear, respirar y buscar mi espacio. Para relajar mis sentidos tomando un zumo de granada, para repasar su longeva trayectoria en busca de datos reales que me impidieran pensar que lo que estaba viviendo era una ilusión.

Fuente de las abluciones de Santa Sofia
Fuente de las abluciones

Sancta Sophia, Haghia Sofia, la iglesia de la Sagrada Sabiduría, Museo Ayasofya…. Datos que me trasladaron a la primera Santa Sofía construida el año 360 por orden del emperador Constantino y que acabó destruída por un incendio. A los tiempos de Teodosio en los que, de nuevo, su destino fue ser pasto de las llamas durante la Revuelta de Nika en el año 532 y a su estructura actual, diseñada por arquitectos griegos bajo la supervisión personal de Justiniano que la convirtió en la mayor iglesia del mundo cristiano de la época. “Gloria a Dios que me ha juzgado digno de semejante obra. ¡Salomón, te he vencido!”, cuentan que exclamó el emperador bizantino al inaugurar en el 537 la basílica de Santa Sofía.

Tras la toma otomana de Constantinopla en 1453, el sultán Mehmet II hizo de ella la mezquita principal de Estambul durante 400 años. Y en 1935 el presidente Ataturk, padre de la actual Turquía, la convirtió en museo.

Medallones de Santa Sofia. Estambul
Medallones de Santa Sofía
Planta superior de Santa Sofia
Cualquier rincón es bueno para admirar la belleza de Santa Sofía

Iglesia, mezquita, museo… Poco importa su estatus oficial mientras siga en pie, mientras quien dirija su destino la cuide como se merece y permita que gentes llegadas de todo el mundo puedan ser testigos de su grandeza. Ese era el pensamiento que me acompañó cuando enfilé mis pasos hacia la rampa que da acceso a la galería superior. Para admirarla desde una nueva perspectiva, para imaginar cómo sería sin la presencia de andamios, para detenerme ante los impresionantes mosaicos que la etapa musulmana encaló y que se recuperaron en las posteriores rehabilitaciones. Como el del emperador Komnenos, el mosaico de la emperatriz Zoe o el de la Deesis -considerado el comienzo del Renacimiento en el arte pictórico bizantino. Para fijarme en los cuatro ángeles que bordean la cúpula, para ver la Mezquita Azul casi a vista de pájaro, para seguir sintiendo su carga eléctrica…

Galeria superior de Santa Sofia, Estambul
Recorriendo la galería superior de Santa Sofía, Estambul
Vista de la nave central de Santa Sofia
Vista de la nave central de Santa Sofía desde la galería superior

Miré el reloj. Aunque para mí el tiempo se detuvo en cada uno de sus rincones habían pasado más de cuatro horas desde mi entrada. Cuatro horas que volaron en un suspiro, en un viaje a través de la historia y las emociones que tantos otros contaron antes que yo. Debía marchar y despedirme de este hipnótico edificio de la única forma posible, con una sonrisa agridulce que auguraba un adiós y soñaba un reencuentro. Para paliar mi tristeza, introduje mi dedo en el angosto agujero de la Columna de los Deseos, famosa por tener efectos curativos. Ya imaginas qué pedí: que cuidara la parte de mí que se quedó vagando entre sus muros. Entre los muros de Santa Sofía.

Pidiendo mi deseo
Pidiendo mi deseo

Y, de nuevo, mezquita

[Actualización] En julio de 2020, mudó otra vez de estatus y regresó de nuevo a su papel de mezquita, preservando, según apuntaron las autoridades, su identidad histórica. Polémicas al margen, como pude comprobar en mi última visita, sigue abierta al público y se puede visitar de la misma manera que la Mezquita Azul. Eso sí, aunque los iconos y mosaicos cristianos siguen allí, durante las oraciones se cubren con cortinas. Un ejemplo son ​los mosaicos de la Virgen María con el Niño Jesús y del Arcángel Gabriel que se encuentran en el ábside del templo y que están orientados hacia La Meca.

La mezquita de Hagia Sophia
Así luce actualmente la mezquita de Hagia Sophia
Actual mezquita de Ayasofya
Tras la retirada de los andamios, se aprecia mejor la armonía de la actual mezquita

Horarios e información para visitar la mezquita de Hagia Sophia

Ubicación: Ayasofya Meydani No:1. Sultanahmet

Entrada: Gratuita

Horario de visita: Evita visitar la mezquita en los momentos de oración (cinco veces al día).

Etiqueta de visita de turista: Todos los visitantes deben quitarse los zapatos antes de entrar a Hagia Sophia y las mujeres, además, deben cubrirse la cabeza. Hay pañuelos disponibles en la entrada sin cargo. Se pueden hacer fotos pero no de personas que estén rezando.

Transporte: Tranvía: Sultanahmet, línea T1

Seguro de viaje: Recuerda que tu seguridad y tranquilidad es lo primero, así que, si vas a viajar a Estambul, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por sus amplias coberturas.  Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

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La experiencia de cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede

La experiencia de cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede

Está considerada como una de las 25 mejores experiencias que un viajero puede disfrutar en Irlanda y prueba de ello es que recibe más de 250.000 visitantes cada año. Te hablo de cruzar los 20 oscilantes metros del puente colgante de Carrick-a-Rede, una de las grandes atracciones turísticas de la ruta costera de la Calzada del Gigante.

Yo llegué a este precioso enclave en una excursión organizada desde Belfast, donde pasé tres días tomándole el pulso a la capital de Irlanda del Norte, una pequeña ciudad llena interesantes contrastes que ha sabido reinventarse a través de la cultura y el arte dejando atrás el conflicto político y religioso que la azotó durante tres décadas y que dejó su huella más palpable en sus impactantes murales.

Para no romper la tónica dominante, aquella mañana de octubre el cielo amaneció tan plomizo como de costumbre. Four seasons in a day, pensé sonriendo al subir al autocar. Al fin y al cabo estaba en la isla Esmeralda, donde saltar del sol a la lluvia puede ser cosa de minutos.

Apenas sin darme cuenta, los barrios periféricos de Belfast pronto quedaron atrás para dar paso a una de las carreteras más hermosas que he visto en mi vida. En el límite de la Europa occidental, discurriendo entre encantadores pueblos costeros con reminiscencias medievales como Larne, Ballygalley, Glenarm, Cushendall o Ballycastle. Imposible no estar de acuerdo con aquellos que afirman que la ruta costera de la Calzada es una de las cinco mejores excursiones en coche del mundo. El azul del mar, los acantilados, el verde de los antiguos valles glaciares conocidos como los Glens de Antrim… Un cambiante tapiz de paisajes, una sorpresa en cada curva.

Ruta costera de la Calzada del Gigante

Paisaje del Condado de Antrim

Así fue como llegué al Condado de Antrim, al vértice de Irlanda del Norte, donde me esperaba este símbolo del litoral irlandés que gestiona National Trust, una organización benéfica que se encarga de conservar parajes especiales como éste gracias a las aportaciones de sus miembros y de aquellos que como yo los visitan.

El puente colgante de Carrick-a-Rede

Aunque se puede comprar la entrada que permite cruzar el puente allí mismo, yo adquirí la mía en el propio autocar. En mi cabeza las palabras puente colgante, altura y agua bajo mis pies se fusionaban en un solo concepto: mi incontrolable y antipático vértigo. Puede parecer una tontería, pero tener en mis manos ese trozo de papel que anticipaba lo que iba a suceder, de algún modo me envalentonaba para enfrentarme a ello. Había leído que era una experiencia segura, apta para todas las edades, en definitiva, algo superable para mí y estaba más que dispuesta a afrontar el reto que me lanzaba la espectacular naturaleza de Irlanda del Norte.

Recepción de visitantes. Puente de Carrick-a-Rede

Con este pensamiento pululando por mi mente empecé a recorrer el kilómetro que separa el centro de recepción de visitantes del puente de Carrick-a-Rede. Si desde la ventanilla del autocar el paisaje es sobrecogedor, imagina sentirte parte de él. En calidad de asombrada espectadora, bajo una suave lluvia, por un sendero que discurre al borde de una escarpada costa delimitada por titánicos acantilados y que casi hasta el final no te permite vislumbrar tu meta.

La belleza del litoral irlandés. Puente de Carrick-a-Rede

Panel informativo. Puente de Carrick-a-Rede

El azul y el verde del Condado de Antrim. Puente de Carrick-a-Rede

CONSEJO VIAJERO → Si no quieres complicarte con los traslados y aprovechar al máximo el tiempo, te recomiendo este tour que se realiza exclusivamente en español. Está muy bien valorado e incluye, además, la visita a la Calzada del Gigante, la destilería de whisky Bushmills, el pueblo costero de Carnlough, y el castillo de Dunluce donde se rodó la serie Juego de Tronos.

Telescopios en el camino hacia el puente de Carrick-a-Rede

Llegando al puente de Carrick-a-Rede

Aunque había llegado el momento de ahora o nunca, decidí tomármelo con calma y ver cómo el resto de visitantes se enfrentaban a lo que para mí iba a ser un acto de valentía extrema. Unos pasaban despacio, otros aceleraban el paso, con las manos asidas a las cuerdas o sin sujeción alguna, e incluso unas japonesas posaban alegremente como si la altura y el tambaleo del puente no fuera con ellas.

Entrada al puente de Carrick-a-Rede

Visitantes cruzando el puente de Carrick-a-Rede

Estaba nerviosa y mis cortos paseos hicieron que el vigilante de acceso se fijará en mí y hasta me animara a cruzar. «Come on. It’s easy». No quedaba otra. Respirar profundamente y hacer de tripas corazón. Así es como me planté en el primer peldaño de la empinada escalera metálica que desemboca en el puente. Bajé. Primera prueba superada.

Escalera de acceso al puente colgante de Carrick-a-Rede

Me agarré fuertemente a las cuerdas acompañada de un mantra interno que me repetía «tú puedes» y empecé a caminar sobre él. Creo que no he segregado más adrenalina en mi vida. Ahí estaba yo, abandonando el continente y cruzando este puente de 20 metros de largo, suspendido a 30 metros de altura, que se balanceaba a cada paso. Incapaz de bajar la vista en ningún momento y solo pensando en alcanzar lo antes posible la isla de Carrick (“roca” en gaélico).

Dispuesta a cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede

Cuando volví a sentir mis pies en tierra firme, el alivio fue mayúsculo y cuanto pude hacer en ese momento fue darme la vuelta y contemplar el puente desde el otro lado. ¿Por ahí he pasado yo? ¡Imposible! Pues sí, lo hice y me sentí tremendamente orgullosa por haber ganado esa batalla que a muchos les parecerá una tontería pero que para mí era todo un reto.

El puente de Carrick-a-Rede una vez cruzado

Una vez que mi corazón dejó de galopar como un caballo desbocado, mi esfuerzo se vio recompensado con unas fantásticas vistas de la isla de Rathlin, Escocia y la costa de Causeway. Hubiera pasado allí toda la mañana disfrutando de la hipnotizante paleta cromática que me rodeaba, sintiendo la brisa en mi frente y el frío en mi cuerpo, viendo a las olas batirse contra los acantilados, fijándome en cada una sus cuevas y cavernas. Naturaleza en estado puro, así es Irlanda y el puente colgante de Carrick-a-Rede uno más de sus protagonistas.

Recorriendo la isla de Carrick. Puente de Carrick-a-Rede

Isla de Carrick. Puente de Carrick-a-Rede

Acantilados. Puente de Carrick-a-Rede

Vistas desde la isla de Carrick. Puente de Carrick-a-Rede

Aún así, había llegado la hora de regresar y si bien me sentí más segura al volver a cruzarlo tampoco fui capaz de pararme para inmortalizar el momento. Yo sé que lo hice y mi certificado emitido por National Trust lo demuestra.

Certificado National Trust

El origen de este puente se lo debemos a los pescadores de la zona que lo construyeron y utilizaron durante más de 250 años para llegar a una de las mejores zonas de pesca del salmón migratorio. Y es que después de pasar un año en los profundos océanos, el salmón inicia su regreso a los ríos que lo vieron nacer en una ruta migratoria hacia el oeste que pasa por Carrick-a-Rede. La presencia de este promontorio rocoso, los obligaba a desviarse facilitando su captura.

En 2002, la ruta del salmón cambió y los pescadores dejaron de faenar aquí legando este delicado puente al patrimonio irlandés y a los miles de visitantes que se acercan a él. En busca de emociones fuertes, sí, pero también para contemplar todo tipo de aves marinas y caer rendidos al embrujo de un lugar en el que según dicen puedes llegar a escuchar el canto de las sirenas. ¿Mitología? ¿Lo dudas? Estás en Irlanda y acabas de cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede.

Deshaciendo el camino

Eso sí, recuerda siempre que tu seguridad y tranquilidad es lo primero, así que por lo que pueda pasar, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplias coberturas. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

Cómo llegar al puente colgante de Carrick-a-Rede, horarios y tickets

Ubicación:

119a Whitepark Road, Ballintoy, County Antrim. BT54 6LS

En coche:

Deberás tomar la B15. La Calzada del Gigante está a sólo 7 millas. Recuerda que aquí se conduce por la izquierda.

En autobús:

Ulsterbus 172 desde Coleraine. Ulsterbus 252 y 256 desde Belfast. Servicio 402 Causeway Rambler.

Precio de la entrada:

  • Adultos: 9 libras.
  • Niños: 4.50 libras.
  • Familias: 22.50 libras.

Horarios de Carrick-a-Rede:

Abierto todos los días de abril a septiembre de 9:30 a 15:30h (salvo que las condiciones climatológicas lo impidan).

¿Qué ropa llevar?

El clima de la costa norte suele cambiar constantemente así que conviene ir preparado. Lleva algo de abrigo y un impermeable para protegerte del fuerte viento y la posible lluvia, y calzado adecuado para caminar por los senderos.

Web: Carrick-a-Rede National Trust

CONSEJO VIAJERO → Aquí puedes consultar más excursiones en Irlanda del Norte en español.

 

I Torneo Internacional de Combate Medieval en el castillo de Belmonte

I Torneo Internacional de Combate Medieval en el castillo de Belmonte

Luchadores, duelos que dejan sin aliento, aceros batiéndose bajo el sol de Castilla La Mancha, tiro con arco, cetrería, mercado de artesanos, una magnífico castillo como telón de fondo y privilegiado espectador… Sea vuestra merced bienvenido a los tiempos del medievo, al I Torneo Internacional de Combate Medieval celebrado del 10 al 12 de octubre en el conquense castillo de Belmonte.

I Torneo Internacional de Combate Medieval

Y es que un año más el otoño ha regresado a Belmonte cargado de aires medievales que nos han brindado la oportunidad de viajar en el tiempo a través del deporte y la historia. Si en el 2014 fue el turno del Campeonato Mundial, al que asistieron más de 25.000 visitantes, este año la organización ha dado un paso más convocando un torneo internacional en el que se han dado cita 300 luchadores y escuderos de 10 nacionalidades diferentes.

El combate medieval, choque de aceros y rigor histórico 

Ni coreografías, ni trampa ni cartón. Lucha real cuerpo a cuerpo. Mazazos, empujones, derribos, estrategias y un absoluto respeto por el rival a batir. Así es el combate medieval, un deporte de contacto que recrea de forma fidedigna los duelos a pie de los siglos XIV y XV en el que el rigor histórico es igual de importante que la propia competición. Por ello todo está sujeto a una normativa que debe cumplirse en todo momento según dicta el reglamento oficial de la IMCF (Internacional Medieval Combat Federation).

En cuanto empiezan a desfilar ante ti los diferentes equipos que participan en el torneo eres consciente de ello. España, Estados Unidos, Rusia, Ucrania, Polonia, Portugal, Irlanda, Reino Unido… Portan réplicas de las armaduras usadas en esa época -revisadas por un comité de expertos, y sus armas, aunque sin filo y punta, son las mismas. Lo cierto es que verlos ataviados de esa guisa, con una indumentaria que pesa más de 30 kilos y que deben soportan bastante tiempo antes de que empiece la lucha, impresiona. Más aún cuando les espera un duro combate bajo un sol de justicia.

A por la victoria. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Luchadora femenina. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Equipos participantes en el I Torneo Internacional de Combate Medieval

Duelo de escudo y espada, duelo de espada larga, categoría femenina, melés de cinco contra cinco, de diez contra diez e incluso de veintiuno contra veintiuno. Las distintas modalidades de combate medieval se suceden a lo largo de las tres jornadas que dura el torneo frente a un público entregado que responde al sonido del acero con aplausos y vítores. Espadas, mazas, hachas, alabardas, escudos, jueces y escuderos… Los duelos se deciden por puntos que premian fuerza y técnica, las melés, cuando el último luchador es derribado. Los golpes en pies, corvas, ingles, nuca y cuello están prohibidos y el sudor corre a raudales bajo los yelmos entre la polvareda que se levanta en la liza. Cada victoria es una hazaña, cada derrota, un reconocimiento a la entrega y valor del oponente.

Melé. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Recibiendo instrucciones antes del combate. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Choque de aceros. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Luchadores derribados. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Europa del Este, que lleva ya dos décadas compitiendo en este deporte, volvió a resultar vencedora con varios de sus clubes procedentes de Rusia y Ucrania. En la competición de 5 vs. 5, una de las más espectaculares, los equipos rusos de Partisian 1 y Old Friends lograron el primer y segundo puesto por delante de Ucrania y Estados Unidos.

Duelo categoría femenina. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Luchas reales en el I Torneo Internacional de Combate Medieval

Cuerpo a cuerpo en la melé. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Tras el combate. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Una experiencia para disfrutar en familia

Aunque los combates son el epicentro que marca el ritmo de este torneo, a los pies del castillo el espectáculo continúa. Los usos y costumbres de la Edad Media copan la gran explanada, 70.000 metros cuadrados donde se alternan todo tipo de actividades para entretener al personal entre lucha y lucha. Juegos infantiles para los más pequeños, bailarinas de la danza del vientre, bufones, zonas de restauración, tiro con arco, exhibición de aves rapaces y, cómo no, un clásico en este tipo de recreaciones, un mercado medieval donde puedes probar desde una cerveza a un helado o un licor artesanal, adquirir ropajes de la época e incluso armas si tienes ínfulas de caballero.

Mercado de artesanos. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Puesto de ropa medieval. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Danza del vientre. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Zona de restauración. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Cervezas artesanales

Área de juegos infantiles. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Un ameno viaje al pasado que se complementa con la visita al campamento en el que viven los combatientes durante los días de competición. Si te acercas a esa zona poblada de tiendas podrás charlar con ellos, ver cómo entrenan, lo costoso que les resulta ponerse y quitarse sus armaduras… En definitiva, ser testigo de cómo viven su día a día mientras dura un torneo que les ha traído hasta Belmonte guiados por el amor a un deporte que cada vez gana más adeptos en todo el mundo y en cuya práctica la deportividad, el honor, la competencia leal y la seguridad lo es todo.

La vida en el campamento. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Una pequeña damisela. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Entrenamientos en el campamento. I Torneo Internacional de Combate

Campamento de recreación histórica medieval. I Torneo Internacional de Combate Medieval

El castillo de Belmonte, el otro gran protagonista del torneo

La guinda del pastel. El complemento perfecto para enmarcar un gran evento medieval como este. Te hablo del castillo de Belmonte, una fortaleza de estilo gótico mudéjar magníficamente rehabilitada y declarada Monumento Nacional, que además de ser el emblema de esta localidad le brinda al torneo el mejor de los escenarios.

Vista exterior del Castillo de Belmonte

Patio de armas. Castillo de Belmonte

Recorrer las estancias del castillo, mandado construir en 1456 por Don Juan Pacheco, Marqués de Villena, supone continuar nuestro viaje a una época marcada por las disputas de la guerra de sucesión en Castilla entre Juana La Beltraneja e Isabel la Católica. Pero la historia que encierran sus impresionantes muros no se detiene aquí. También nos acerca al modo de vida palaciego de la segunda mitad del siglo XIX de la mano de una de sus propietarias, Eugenia de Montijo, que se convirtió en emperatriz de Francia al casarse con Napoleón III. Las preciosas techumbres mudéjares que cubren sus salones y galerías, junto al impresionante «bestiario medieval» de la capilla, justifican por si solas la visita a esta fortaleza que se encuentra en perfecto estado de conservación.

Alcoba señorial. Castillo de Belmonte

Galería del castillo de Belmonte

Estancias de Eugenia de Montijo. Castillo de Belmonte

Techumbre mudéjar. Salón de Gobierno. Castillo de Belmonte

Bestiario medieval. Castillo de Belmonte

Paseando por el adarve, entre las almenas y torreones que se alzan sobre el cerro de San Cristóbal, las vistas son magníficas. Sobre todo, desde el torreón norte que nos regala una preciosa panorámica de Belmonte y sus principales monumentos: la Colegiata de San Bartolomé, el antiguo alcázar, el convento de los Trinitarios y, por supuesto, la muralla que abraza el casco antiguo de esta villa manchega.

Vistas de Belmonte desde el castillo

La liza de combate desde el castillo de Belmonte. I Torneo Internacional de Combate Medieval

Con este recorrido por su imponente castillo concluye este relato sobre lo que supone asistir a un combate medieval en Belmonte. Una experiencia muy recomendable que aúna espectáculo y cultura a partes iguales y que te deja con ganas de repetir.

Más información: Castillo de Belmonte