Vía ferrata de Priego: aventura y naturaleza en Cuenca

Vía ferrata de Priego: aventura y naturaleza en Cuenca

La vía ferrata de Priego, situada en la Serranía de Cuenca, es uno de los muchos ejemplos de la diversidad de atractivos que esta provincia tiene reservados para el viajero. Y es que tras conocer esta tierra castellano-manchega, puedo afirmar que hay otra Cuenca. Una Cuenca injustamente desconocida que va más allá de las Casas Colgadas de su coqueta capital o de la Ciudad Encantada. Otra Cuenca llena de experiencias culturales, gastronómicas y de aventura que se enmarcan en un medio natural de gran valor paisajístico como ésta que ahora te presento.

Vía ferrata de Priego. Cuenca Puente de la vía ferrata de Priego Vía ferrata de Priego

Por si no estás familiarizado con el término vía ferrata, te diré que son itinerarios verticales y horizontales que permiten a los senderistas no habituados a escalar llegar a lugares poco accesibles con total seguridad gracias al conjunto de grapas, pasarelas, escalones y puentes colgantes con los que se habilitan este tipo de recorridos. Unos caminos de hierro cuyo origen la historia ubica a mediados del siglo XIX en Austria y que posteriormente, durante la Primera Guerra Mundial, empezaron a utilizarse para mover tropas y material bélico en los montes Dolomitas.

Pasarela de madera. Vía ferrata de Priego Vía ferrata de Priego, Cuenca Hoy en día, estos itinerarios deportivos, a caballo entre el senderismo y la escalada, son una actividad de multiaventura en auge que permite poner a prueba nuestro espíritu más aventurero en plena naturaleza.

En el caso de esta vía de reciente creación, situada entre las localidades de Priego y Cañamares, la gran recompensa, además de liberar adrenalina a raudales, es poder contemplar a vista de pájaro la espectacular belleza natural del llamado Estrecho de Priego. Una profunda y angosta hoz moldeada por el caudal del río Escabas antes de juntar sus aguas con el Guadiela.

Punto de inicio de la vía ferrata de Priego Río Escabas. Vía ferrata de Priego Diseñada para todo tipo de públicos, la vía ferrata de Priego cuenta con dos itinerarios que presentan diferentes niveles de dificultad. De este modo, Las Buitreras nos propone un recorrido vertical con un ascenso continuado de de 70 metros hasta llegar a la cornisa superior. Por su parte, el tramo denominado Estrecho de Priego o ruta infantil resulta perfecto para iniciarse en la aventura de recorrer una vía ferrata ya que tras un ascenso inicial más suave continua en horizontal, alternando puentes y pequeñas subidas.

Ascenso en la vía ferrata de Priego Para disfrutar de la vía ferrata de la Hoz de Priego, actividad completa donde las haya, no hace falta ser un avezado escalador ni tener experiencia previa. El único requisito imprescindible es no tener vértigo. Sí, esa sensación que la RAE define como “inseguridad y miedo a precipitarse desde una altura” y yo veo como un defectillo de fábrica que trato de ir superando poco a poco. Si leíste lo que supuso para mí cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede en Irlanda del Norte, ya sabes de lo que hablo. En ese momento conseguí salvar aquellos oscilantes 20 metros con mi corazón galopando como un caballo desbocado, pero en cuanto tuve frente a mí la pasarela volada que iniciaba nuestro recorrido, sencillamente, me paralicé. Mi mente fue incapaz de enfrentarse a un reto que a todas luces se presentaba único: la vía ferrata más espectacular del centro de España.

Aún así y con la esperanza de ganar algún día esa batalla que lidio con las alturas, me puse todo el equipo, escuché con atención las técnicas de progresión en este tipo de vías, las normas de seguridad, y me familiaricé con términos como cabo de anclaje doble “Y” y disipador, mosquetones, línea de vida o cable de seguridad, anclaje de descanso…

Escuchando las indicaciones de Rubén de Multiaventura Buendía. Vía ferrata de Priego A partir de aquí el relato es de mis compañeros de viaje que se pusieron en manos de Rubén, un técnico deportivo en montaña y escalada que forma parte del equipo de Multiaventura Buendía, empresa que se ha convertido en todo un referente en cuanto a deportes de aventura en la zona centro de la península. Les cedo la palabra a ellos con un claro objetivo: que yo fuera incapaz de recorrer la vía ferrata de Priego por culpa de mi pertinaz vértigo no significa ni muchísimo menos que tú no puedas hacerlo. Por ello quiero recoger aquí sus testimonios que confirman por unanimidad que resultó una experiencia increíble, de esas que hay que vivir una vez en la vida.

El equipo al completo de #DescubriendoCuenca en la vía ferrata de Priego

Cristina Rodríguez – Ida y Vuelta Blog de Viajes

“Enfrentarme a la vía ferrata de Priego fue un ejercicio de superación ya que pensé que no sería capaz. Incluso ahora viendo las imágenes creo que tuve un punto de inconsciencia loca porque las alturas no son mi fuerte. Una vez iniciado el camino y cuando sólo se podía ir hacia delante pensé “quién me manda estar aquí” y me acordé de mi hijo. Cuando acabó, además del alivio de tocar suelo, me sentí feliz tras conseguir algo que siempre me había imposibilitado a mi misma. Nuestros límites nos los creamos nosotros mismos en muchas ocasiones y aquí se demostró una vez más.”

Vía ferrata de Priego @ Ida y Vuelta blog de viajes

Jesús Pérez – Fotonazos

“Para mí, la vía ferrata de Priego fue todo un descubrimiento. He de reconocer que estando abajo y ver ese recorrido vertical anclado en la roca me dio bastante respeto pero, una vez enganchado con los mosquetones en la línea de vida, poco a poco fui perdiendo el miedo y reconozco que fue toda una experiencia de liberación de adrenalina. Las vistas y ver los buitres volando raso cerca de mí fue una pasada. Una actividad inolvidable que además con mis 100 kilos de peso hice sin problemas, grapa a grapa, tablero a tablero, sin mucho esfuerzo. Sin duda, repetiré.”

Vía ferrata de Priego @ Fotonazos

Irene Somoza – Mundo turístico

“Nunca había hecho una vía ferrata, pero ahora agradezco haberme enfrentado a esta actividad. Lo único que había hecho parecido fue una actividad ‘de árbol a árbol’ en las afueras de Madrid. La vía resulta más auténtica, yendo en todo momento muy cerca de la naturaleza y siendo muy similar a la escalada. Cuando la pasarela que tuvimos que tomar se estrechaba, un sentimiento de miedo se apoderó de mí, sí, pero no era el día de ponerme límites. Poco a poco fui acostumbrándome a la altura y agradecí poder ver el espectacular paisaje que divisé cuando
llegué arriba. Por un momento dudé en hacer un tramo algo más difícil. En estos retos, todo es comenzar. Pero cuando decidimos no hacerlo, simplemente me limité a disfrutar de las vistas que tenía delante. ¡Eran maravillosas!”

Vistas desde la vía ferrata de Priego @ Mundo Turístico

Alicia Ortego – Los viajes de Ali

«Sonrío cuando me viene a la cabeza la vía ferrata de Priego. Sin ser muy consciente, en poco más de hora y media pasé de la inseguridad y el temor al relax y la confianza en mí misma. Me divertí, me quedé prendada del paisaje y del privilegio de mirar las cosas desde un punto muy alto. Las aguas del río de un color verde y azul transparente, los buitres sobrevolando nuestras cabezas, las paredes de piedra tan perfectamente esculpidas por los elementos… Y todo ello junto a la concentración en lo que haces, en cada paso que das, como cuando aprendes a andar, supongo. Mucho más fácil de lo que parece si vas con gente que sabe lo que hace como los chicos de Multiaventura Buendía. Totalmente recomendable, incluso con miedos previos.»

Vía ferrata de Priego @ Los viajes de Ali Acceso a la vía ferrata de Priego:

Kilómetro 31 de la carretera CM2023 que une las localidades de Priego y Cañamares. El inicio de la vía arranca en la zona conocida como Estrecho de Priego donde se encuentra el puente sobre el río Escabas. La vía ferrata de Priego es de titularidad pública por lo que cualquier aficionado puede recorrerla por libre si cuenta con los conocimientos y el equipo necesario para ello.

Nota: Esta experiencia forma parte del blogtrip #DescubriendoCuenca organizado por la Dirección General de Turismo, Comercio y Artesanía de Castilla-La Mancha.

La viajera que he sido, la que soy y la que quiero ser

La viajera que he sido, la que soy y la que quiero ser

Tranquilo. No me ha visitado el fantasma del pasado, el presente y el futuro, ni me he convertido en el protagonista del clásico de Charles Dickens. Tampoco pretendo ganarme unas alas como el ángel de Qué bello es vivir. Simplemente he decidido pararme y verme, cobijándome en este “de cerca”, en el que de vez en cuando me lanzo a teclear. Sintiéndome libre. Sin decenas de páginas abiertas en las que busco más y más información, sin que mi escritorio parezca un campo de batalla sembrado de folletos, anotaciones, pases turísticos o entradas de museos. Solo un documento vacío en mi pantalla que lleno línea a línea por el puro placer de desconectar, de cambiar el chip, por cubrir la necesidad de contar algo diferente. En esta ocasión, divagar repasando la viajera que he sido, centrarme en la que soy y soñar despierta con la que quiero ser. Sí. Esto es un desnudo, un “voy a soltarte mi rollo”, así que si quieres abandonar la lectura, ahora es el momento.

Mapa del mundo

La viajera que he sido

No provengo de una familia de Cooks, Livingstones ni Amundsens. Mi padre nunca fue Phileas Fogg ni mi madre Passepartout. Pertenecen a una generación de luchadores, la del 36, la de los criados en la posguerra; una de tantas parejas que encontró en Mallorca el gran destino para celebrar su viaje de novios. Amigos de lo cercano, las vacaciones de mi infancia y adolescencia transcurrieron en la Costa Brava -de ahí mi devoción por el mar-, con alguna escapada para conocer algo de Andalucía, Levante y poco más. Nada de cruzar fronteras pero todo extraordinario para una chiquilla inquieta y preguntona que adoraba a Gustavo, el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo.

Él tenía su micrófono, yo un globo terráqueo que recibí en mi noveno cumpleaños. Mis padres siempre recuerdan la ilusión que me hizo tener el mundo en mis manos. La ilusión y la tabarra que les di con aquella bola iluminada que me empeñaba en dejar encendida todas las noches, tras pasarme horas dándole vueltas y más vueltas, frenándola con el dedo para ver en qué país se detenía. ¿Y esto dónde está, mamá?; Papá…¿de Barcelona hasta aquí cuantos días tardaría en llegar?; ¿Cuál es la montaña más alta del mundo?; ¿Dónde tengo que ir para ver elefantes y jirafas?

El mundo en mis manos

Nadie, salvo acaso Tintín y ese regalo que vete a saber dónde acabó, me contagiaron el virus viajero cuando levantaba poco más de medio metro del suelo. Fue años más tarde, a base de consumir de forma compulsiva literatura de viajes, cuando despertó con una fuerza brutal aquello que llevaba latiendo desde siempre en mi ADN: la necesidad de viajar. De saber qué había más allá de ese lugar común llamado zona de confort.

En algún lugar leí que la historia de la humanidad es la de los viajes. Hice mía esa frase. Quería escribir mi vida en kilómetros, en millas. Recorrer el mundo con la curiosidad y la sed de conocimiento como único combustible que guiara mis pasos. También aspiraba a vivir de ello así que encontré en el periodismo de viajes aquello que andaba buscando. El medio en el que poder narrar los horizontes que iba conquistando, la vía para saciar mi ansia de respuestas y el modo de conseguir llenar mi nevera. Tuve mucha suerte. Me licencié en mayo y en junio ya estaba trabajando en una revista de viajes. Allí aprendí buena parte de lo que sé. Primero como redactora y al poco tiempo, como redactora jefe. Mi trabajo soñado. Una época dorada, la del papel y los quioscos llenos de grandes cabeceras, en la que siempre viajaba acompañada de un fotógrafo, sin redes sociales que me distrajeran de las explicaciones del guía de turno ni de lo que acontecía a mi alrededor. Años en los que la imprenta recibía la revista en un invento del diablo llamado zip, cuya tremenda capacidad inicial era de 100 MB, e impresa en papel con las diapositivas enganchadas con celo donde correspondía. Muy, 2.0 ¿verdad? Años en los que solo sabíamos de Internet que iba a ser una gran autopista de la información.

La viajera que soy

Luego llegó la crisis, mi traslado a Madrid y el blog. Este rincón viajero que abrí a modo de portfolio, como un “sigo aquí”. Una ventana al mundo que me permite, colaboraciones al margen, desarrollar lo único que, humildemente, creo que sé hacer: viajar y contarlo.

¿Qué viajera soy ahora? Básicamente la misma que en su día cayó en las redes de esta bendita enfermedad que te convierte en un culo inquieto, en un ser impaciente al que le cuesta cada vez más tener la maleta varada en el altillo. Una persona que disfruta cada viaje, a la vuelta de la esquina o al fin del mundo, como si fuera el último. Que sigue tan preguntona que puede llegar a ser cansina. Que se pasa las horas muertas escuchando cómo sus amigos le relatan sus viajes. “Desde el principio, como si fuera una película”, les suelo decir.

Logo Objetivo Viajar

Eso sí, mi bagaje, curtido viaje a viaje, me ha dejado claro una cosa: la vuelta al mundo no es para mí. Admiro, respeto y envidio con infinito cariño a aquellos que son capaces de cerrar puertas y lanzarse a cumplir su sueño con todas las de la ley. Les sigo allá donde quiera que van y viajo a través de sus ojos, de sus palabras, de sus almas. Pero un viaje sin billete de vuelta no es para mí. Tal vez hubiera sido posible en otro momento. Pero no ahora.

Ahora, tras bajarme de un avión, tren o autobús, siento la necesidad de parar. De rebajar la intensidad de las emociones vividas, de recolocarme tras haber dejado un trocito de mí en aquellos rincones que llegaron a calarme hasta los huesos. Como Estambul, Israel, Perú, Jordania y tantos otros. Disfruto enormemente del regreso; de esos momentos en los que paso las fotos -ya digitales- al ordenador, de esos fugaces instantes en los que estoy escribiendo sobre una sierra, levanto la mirada, y en mi ventana veo cómo atardece desde el café de las alfombras de Üsküdar o me rodea un campo de velas en Petra.

Visita nocturna a Petra. Jordania Sería incapaz de saltar de país en país sin pisar el freno. Necesito esa pausa porque mi cabeza lo exige. Para vaciarme del aluvión de imágenes, colores, sonidos y sabores recién descubiertos. Para paladear cada conversación trazada con los del lugar, para sopesar los aciertos y errores cometidos, para disfrutar del placer de recordar, revivir y, si se da el caso, soñar con regresar. Además, tampoco tendría la energía suficiente como para hacerlo más allá de dos meses. Sé que el agotamiento acabaría conmigo. Ya no tengo 20 años…

¿Cuánto dura mi reposo? Hasta que un nuevo viaje se cruza en mi camino. Hasta que a mi revoltoso trasero le quema la silla, hasta que compruebo que todo sigue estando en su sitio, que los míos están bien, que puedo seguir volando allá donde me lleve el viento. Entonces vuelve la impaciente, la inquieta, la mari-nervios, aquella a la que se le cae la casa encima y necesita respirar aires nuevos. Aquella que aún siendo consciente de su frase de cabecera -el mundo es demasiado grande para una sola vida- se empeña en llevarle la contraria e incluso llega a frustrarse viendo lo rápido que se escapan los años, lo mucho que le queda por ver, experimentar y aprender en la gran escuela de la vida: recorriendo el mundo. Tremendo estrés ver cómo corre el calendario y cómo tu wishlist en vez de menguar aumenta…

La viajera que quiero ser

Alguien que se halla liberado de esta losa que tanto le agobia. Que comprenda que por mucho que quiera ni es Superman ni Dorian Gray. Que no se puede detener el tiempo y que ya va siendo hora de asumirlo.

Alguien un poco más ordenado. Presumir de vivir en un “caos organizado” suena muy bien pero no deja de ser un incordio. Como lo es la tortura de revisar una y otra vez si llevo toda la documentación necesaria antes de partir. Pasaporte, reservas, billetes… Billetes, reservas, pasaporte… Reservas, pasaporte, billetes… ¿Te suena de algo la palabra TOC? Pues es el trastorno obsesivo compulsivo que sufro siempre con mis papelitos viajeros.

¿Qué no quiero? Poder conciliar el sueño antes de viajar, dejar de sentir mariposas en el estómago al despegar, deshacerme del material que acumulo antes y durante un viaje, preferir un museo a un café con un desconocido, obsesionarme si, a pesar de tenerlo planificado, una visita se cae de la agenda, permitir que nada ni nadie como diría Sabina me robe el mes de abril

Tampoco quiero dejar de sorprenderme con los pequeños y grandes escenarios que me esperan en mi futuro yo viajero. Porque las ciudades pueden llegar a parecerse, los paisajes aparentar ser otra versión de lo mismo pero, si tu espíritu sigue siendo el de una niña inquieta, si profundizas un poco, si sales de los caminos trillados en busca de algo más, te das cuenta de que no es así. Cada lugar es único, cada destino tiene una historia que merece ser contada y gentes que te dan auténticas lecciones de vida. Porque no hay dos amaneceres ni dos atardeceres iguales.

Puesta de sol en Wadi Rum. Jordania

No. No quiero perder la pasión, el amor por lo diferente y la complicidad con lo que me es más cercano, esa necesidad de viajar que, como te decía, llevo impresa en mi ADN. La que me hace despertar cada mañana deseando estar bajo otro cielo, rodeada de otra cultura, con la mente abierta y los sentidos alerta para empaparme de la tierra que piso. Para poder volver a casa y contarlo en este pequeño rincón viajero que me apasiona construir día a día.

Una necesidad que espero me escolte, como la más fiel de las compañías, hasta el fin de mis días. Cuando las canas, las ojeras y las arrugas no sean un problema sino una bendición. Para poder mirarme al espejo y decir con una sonrisa “que me quiten lo viajado”.

Toda verborrea llega a su fin y tras más de 1.700 palabras, es este. Espero haberte entretenido con mis historietas, hablándote de mi libro, mostrándote una sincera radiografía de quien te escribe. Yo sí lo disfruté. Un mundo.

Siete atractivos planes para conocer la provincia de Sevilla

Siete atractivos planes para conocer la provincia de Sevilla

Me dijeron que había otra Sevilla escondida en su provincia. Un territorio en el que la naturaleza y la mano del hombre habían logrado forjar paisajes únicos. Me tentaron con montes y dehesas, hermosas marismas y eternos arrozales, buena gastronomía, enclaves arqueológicos y sorprendentes parajes. Me hablaron de la provincia de Sevilla, un destino injustamente desconocido por muchos que ahora, tras conocerlo, te presento a través de siete atractivos planes. Porque es cierto, hay otra Sevilla que reclama ser descubierta y que no merece ser eclipsada por el brutal embrujo de la capital andaluza. ¿Buscas nuevas experiencias? Sigue leyendo.

Paisaje del Cortijo El Esparragal. Provincia de Sevilla San Nicolás del Puerto. Provincia de Sevilla Dehesa. Provincia de Sevilla Descubre el poder de la naturaleza en el Centro de visitantes del Guadiamar

Recorrer las instalaciones del Centro de Visitantes del Guadiamar, situado en Aznalcázar y a escasos metros de la orilla del río que le da nombre, es fundamental para conocer la historia de uno de los Paisajes Protegidos más bonitos de la provincia: el Corredor Verde del Guadiamar. Y es que viendo las fotografías que aquí nos muestran resulta casi imposible creer que lo que hoy es un fértil pasillo que une Sierra Morena y Doñana, fuera el escenario de una de las mayores catástrofes medioambientales que se han producido en España. Todo sucedió en abril de 1998 como consecuencia de la rotura de la balsa de decantación que almacenaba los residuos tóxicos de la mina de pirita de Aznalcóllar. Las consecuencias fueron devastadoras, dos mil millones de litros de lodos y otros tantos millones de aguas ácidas se vertieron al Guadamiar. Solo la rápida respuesta de la Junta de Andalucía, apoyados por vecinos de la zona y cuantos ecologistas se acercaron a echar una mano, impidió que esta gran mancha contaminante llegara a las puertas del Parque Nacional de Doñana.

Centro de Visitantes del Guadiamar. Provincia de Sevilla Las consecuencias del vertido en el Guadamiar. Provincia de Sevilla Tras 18 años de duros trabajos y de dejar que la naturaleza siguiera su curso, aquella tragedia hoy es pasto del pasado y, afortunadamente, el río de príncipes, como lo llamaran los musulmanes, vuelve a estar lleno de vida.

Disfruta de la variedad de paisajes del Corredor Verde del Guadiamar

Ahora que ya sabemos cuánto luchó esta tierra por renacer, llega el momento de sorprendernos con los cambiantes paisajes que discurren a lo largo de la cuenca del Guadamiar: monte mediterráneo, dehesas, zona de campiña y bosques de ribera que a los pies de Doñana se transforman en marismas y extensos arrozales. Un espectacular lienzo natural en el que no faltan miradores, senderos y puntos de información que guiarán nuestros pasos por el Paisaje Protegido Corredor Verde del Guadiamar.

Dehesa de Tornero. Provincia de Sevilla Restos del Molino de la Patera en el Corredor Verde del Guadamiar Podemos recorrerlo en bicicleta, a caballo, a pie, o como yo tuve el privilegio de hacerlo; en carriola por uno de los tramos en los que discurre la Romería del Rocío y en compañía del equipo de Guadiamar Educa que oferta esta actividad a todos aquellos que quieran experimentar qué se siente siendo rociero. Ponte en situación. De la garganta de un veterano cantante fluyen sevillanas, acompañadas de palmas regadas con fino y rebujito. Muestras del folclore local que ponen la banda sonora a un trayecto que nos acerca a las ruinas de antiguos molinos harineros, a saltos de agua y a hitos de esta romería como el templete de la Virgen del Rocío o el Vado del Quema, donde se bautizan los que hacen el camino por primera vez. Se siente alegría, se siente hermandad, y en mi caso, unas irrefrenables ganas de volver para disfrutar con todas las de la ley de esta fiesta declarada de Interés Turístico Internacional.

En carriola por un tramo del camino rociero a su paso por la provincia de Sevilla Momentos de folclore y hermandad en tu tramo del camino rociero Recorre los escenarios de La Isla Mínima en las marismas del Guadalquivir

Cuando vi La Isla Mínima, en mi opinión de lo mejor que ha dado el cine español en los últimos años, me quedé fascinada con los paisajes que su director, Alberto Rodríguez, escogió para enmarcar su brillante thriller. Impresionantes tomas aéreas del cauce del Guadalquivir rumbo a su desembocadura, brazos como el de los Jerónimos que discurren entre cañas y juncos, pueblos ribereños e infinitos humedales doblegados, no sin esfuerzo, por el hombre en los que germina el mayor arrozal de Europa. Y es que las marismas del Guadalquivir son un personaje más de esta película que nos acerca a una parte de esa Sevilla desconocida de la que te hablo. A Isla Mayor, un pequeño municipio que cuando inunda los extensos campos de cultivo que lo rodean se torna isla, a La Puebla del Río con su ya famoso embarcadero y sus restaurantes, a la propia Isla Mínima, a la Playa de los Morenos o al Poblado de Cotemsa, construido para dar alojamiento a los temporeros. Escenarios dignos de la gran pantalla que, de existir, hubieran sumado el undécimo Goya, el que premia las mejores localizaciones.

Isla Mayor, un escenario de pelicula en la provincia de Sevilla Paisaje de Isla Mayor. Provincia de Sevilla Vastos y llanos arrozales cubiertos de agua medio año y desnudos el resto, canales que delimitan las tablas, rutas de senderismo y cicloturismo, paseos en barca, cangrejos, angulas y doradas combinadas con el mejor arroz, y, cómo no, la gran variedad de aves que pueblan su cielo. Es lo que hallarás si te acercas a este rincón de la geografía sevillana que ahora puedes descubrir siguiendo la ruta turística que recoge los principales escenarios en los que se rodó La Isla Mínima. ¿A quién no le apetece protagonizar su propia película?

Relájate avistando aves en la provincia de Sevilla

La provincia de Sevilla, con más de una veintena de Espacios Naturales Protegidos, es todo un referente en turismo ornitológico. Buitres negros y águilas reales en la Sierra Norte, águilas imperiales en Aznalcázar, patos reales y garzas en Utrera, fochas cornudas y flamencos rosas en la Sierra Sur… Si quieres conocer los mejores enclaves para disfrutar de una relajante jornada avistando aves, puedes consultar Birding Sevilla, un portal que oferta diferentes paquetes turísticos en las comarcas sevillanas.

Dehesa de Abajo. Provincia de Sevilla Avistamiento de aves en La Dehesa de Abajo. Provincia de Sevilla Laguna en la Dehesa de Abajo. Provincia de Sevilla Uno de estos parajes es la Reserva Natural Concertada Dehesa de Abajo, situada en La Puebla del Río, a tan solo 30 kilómetros de Sevilla capital. Desde el Centro de Visitantes, su equipo de guías y monitores transmiten su pasión por la naturaleza y el respeto por el medioambiente organizando visitas, cursos de ornitología y botánica o talleres de fotografía. El gran valor ecológico de esta reserva para las aves del entorno de Doñana es indudable ya que cuenta con una de las principales colonias europeas de cigüeñas blancas y con una importante presencia de flamencos que nidifican en su laguna. Ya en zona de pinares y pastozales se pueden ver aves rapaces como el milano real, águilas calzadas y ratoneros comunes, entre otros. ¿Un aliciente más para visitar la Dehesa de Abajo? La posibilidad de ver un lince ibérico, el felino más amenazado del mundo.

Ríndete a los sabores de la provincia de Sevilla

La diversidad que caracteriza a la provincia de Sevilla también se refleja en la variedad de su propuesta gastronómica. Una cocina que combina tradición y vanguardia a partir de productos autóctonos como el cerdo ibérico, el rey de la Sierra Norte, que además de un delicioso jamón da pie a exquisitos embutidos como chacinas, chorizos, salchichones y morcillas. Además del cerco, también están presentes en las mesas sevillanas otras carnes -de vaca retinta, cordero o de caza mayor y menor-, que combinadas con potajes, salmorejos, migas, quesos de cabra, aceitunas machacás, setas, aceites de gran calidad, buenos tintos, blancos y mostos, y licores y anisados, componen un recetario de lo más apetecible.

Los sabores de la provincia de Sevilla Lagartito iberico. Restaurante Batan de las Monjas. Provincia de Sevilla Recetario en el que, por supuesto, no puede faltar el arroz ya que las más de 300.000 toneladas al año que se producen en esta provincia la convierten en la principal zona arrocera de España. Con hongos, chirlas y gambas, con caracoles y cabrillas, con pollo de campo… Una buena opción para probar la cocina marismeña la encontrarás en el restaurante El Estero, famoso por su arroz con cangrejo rojo o con pato (Av. Rafael Beca, 6-11. Isla Mayor). Para degustar lo mejor de la Sierra Norte, mi recomendación es el restaurante del Batán de las Monjas (Vereda de las Moreras, km. 3.5. San Nicolás del Puerto). Sus lagartitos y carrilladas ibéricas son todo un regalo para el paladar. Ya lo sabes, cuando viajes a esta provincia andaluza, olvida la báscula. Solo así podrás apreciar los sabores de esta tierra como se merecen.

Viaja a la antigua Roma en el Conjunto Arqueológico de Itálica

Nos desplazamos a la comarca del Aljarafe, concretamente a la villa de Santiponce, para conocer la ciudad romana de Itálica, uno de los muchos ejemplos que atestiguan el gran legado monumental y artístico que atesora la provincia de Sevilla. Los orígenes de este enclave, que desempeñó un importante papel durante el Alto Imperio Romano, se remontan al año 206 a.C., cuando, en el marco de la segunda Guerra Púnica, el general Publio Cornelio Escipión estableció un destacamento de legionarios en el Cerro de San Antonio. Cuna de emperadores como Trajano y Adriano, con el tiempo Itálica pasó a ser una colonia equiparándose administrativamente a la metrópoli.

Conjunto Arqueologico de Italica. Provincia de Sevilla Italica Past Wiew Lo más llamativo del Conjunto Arqueológico de Itálica, además de las murallas, las termas o edificios como la Casa de la Exedra o la Casa de Neptuno, es, sin duda, su espléndido anfiteatro, uno de los más grandes levantados por Roma. Si quieres comprobar cómo era en el siglo II, solo tienes que descargar en tu dispositivo Italica Past View, una aplicación que a través de audiovisuales, realidad aumentada y reconstrucciones infográficas te hará sentir un gladiador más en la arena, un espectador en la cavea, descubrir espacios como el Nemeseum o la Fossa Bestiaria, y, sobre todo, desear salir por la Porta Triumphalis y no por la Libitinaria, destino final de los caídos en la lucha. Toda una experiencia educativa y lúdica que gracias a la tecnología nos trae el pasado a nuestras manos.

Actívate y practica deporte al aire libre

Gracias a su buen clima y a la infinidad de espacios naturales que posee, la provincia de Sevilla nos ofrece multitud de opciones para incluir en nuestra agenda actividades de turismo activo. Rutas de senderismo, Nordic Walking y paseos en bici en cada una de sus seis comarcas, escalada, piragüismo, golf, vuelo en globo, ala delta, parapente… Por tierra, aire o agua, escojas el deporte que escojas tendrás como telón de fondo un patrimonio natural sobresaliente.

Ciclismo en la Via Verde de la Sierra Norte Ruta en quad en el Cortijo El Espagarral. Provincia de Sevilla Un claro ejemplo lo encontramos en el Parque Natural Sierra Norte que encierra uno de los paisajes más asombrosos de esta provincia, perfecto para practicar rappel, escalada o espeleología. Te hablo del Cerro del Hierro, un paraje kárstico en el que la erosión y la explotación minera han trazado un enjambre de caprichosas formas y colores únicos dominado por simas, corredores y agujas que recortan el cielo. Adentrarte en sus entrañas, atravesando túneles excavados en la roca, vías de agua y zonas de frondosa vegetación, es una de esas experiencias que no se olvidan. Yo lo hice a pie con parte del equipo de PinaPark Aventura, la misma empresa de turismo activo que consiguió que me animase a conducir un quad por primera vez en el Cortijo El Esparragal y que me mostró la grandeza de la Vía Verde de la Sierra Norte en bicicleta.

Cerro del Hierro. Provincia de Sevilla Y hasta aquí los siete atractivos planes que he seleccionado para animarte a conocer la provincia de Sevilla. Una lista que espero ampliar muy pronto porque, definitivamente, he podido comprobar que hay otra Sevilla de la que me queda todavía mucho por descubrir.

* Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #provinciaSVQ organizado por Prodetur, sociedad instrumental para la promoción turística de la Diputación de Sevilla.

Más información: Turismo de la Provincia de Sevilla

Trip-drop: viaja, da y recibe

Trip-drop: viaja, da y recibe

Una buena idea necesita difusión. Y Trip-drop es de las buenas. Por eso hoy quiero ser más útil que rentable y utilizar este espacio viajero para presentarte la iniciativa de dos amigos, Pablo y Daniel, que han decidido invertir buena parte de su tiempo en difundir una clase de turismo que marca la diferencia. El que practican aquellos que buscan algo más que cazar la típica postal de turno y se implican con la realidad de los países que visitan; los que piensan, como reza un sabio proverbio chino, que «hemos de viajar con dos sacos, uno para dar y otro para recibir«.
Trip-drop

Estos dos viajeros hicieron suya esta filosofía y decidieron plasmarla en Trip-drop, un espacio que más que una web es un proyecto social, un puente construido con listones solidarios o, como ellos mismos lo definen, un corcho mundial lleno de necesidades que recoge el dónde, el cómo y el a quién ayudar mientras viajamos. Así de simple. Tan sencillo como brillante. Tan necesario como efectivo. Sin que el dinero forme parte de esta participativa y directa ecuación en la que, sin duda, ganamos todos.

El hueco más importante de tu maleta

Kenia, Perú, Tanzania, India, Senegal, Cuba, Myanmar, Vietnam, Camboya, España… En muchos países la ayuda no es solo necesaria, es vital. Carencias fáciles de suplir si se tiene conocimiento de ellas. Aquí es donde entra en juego Trip-drop, una plataforma sin ánimo de lucro que se encarga de localizar, contrastar y difundir todo tipo de necesidades. Desde material escolar, a chubasqueros y medicinas que salvan vidas, gafas, ropa, cabras o balones de fútbol que iluminan el rostro de la infancia.

Tú, que si estás leyendo estas líneas es porque padeces el síndrome viajero tanto como yo, puedes implicarte mientras descubres nuevos horizontes o quedarte mirando tras tu cámara de fotos. ¿En qué bando quieres estar? Yo lo tengo claro. Yo me sumo a tripdropear. Porque con un pequeño gran gesto realmente sí podemos cambiar las cosas y devolverle al mundo una parte de todo lo que nos regala. No es caridad, es justicia bien entendida.

Mapa trip-drop

¿Cómo hacerlo? Sabiendo de antemano que tu ayuda será la adecuada. Una vez hayas decidido tu destino, búscalo en el selector de países de la web. Con solo un golpe de ratón, conocerás, con toda la información disponible, las necesidades que las propias ONGs, orfanatos o fundaciones solicitan. Cómo llegar, por quién preguntar, fotos del lugar… Solo te queda determinar cómo quieres ayudar, si llevando tu aportación en el equipaje o comprándola en el destino para que la divisa se quede en el país y la ayuda sea doble. En ambos casos la recompensa será la misma: entregarás lo que de verdad hace falta directamente y de forma íntegra, sin intermediarios ni apenas logística, mirando a los ojos a quien le echas una mano. ¿Puedes ponerle precio a algo así?

Clases de ingles en Birmania Te pongo un ejemplo, la Casa Guatemala es un orfanato situado en Río Dulce, a pocas horas de las ruinas de Quiriguá, El Mirador y Tikal, que acoge a niños de 14 comunidades mayas. Consultando Trip-drop sabrás que si vas a visitar esta zona puedes ayudarles con ropa, productos de higiene, medicamentos y material escolar.

Desde Trip-drop también nos animan a ser el punto de partida que dé pie a nuevas acciones solidarias detectando las necesidades que advirtamos en nuestros viajes, y a compartir nuestras vivencias a la vuelta para que aparezcan publicadas en su galería de historias. No se trata de alimentar nuestro ego para que se sepa qué hemos hecho. Se trata de hacer más visible está cadena cuyos eslabones se forjan con metales tan preciosos como la sensibilidad, la generosidad, la cooperación y la gratitud. Del que recibe y del que da.

Historias que remueven conciencias hilvanadas por Trip-drop

¿Llevarías alguna vez un folio-lupa a África? Antes de conocer Trip-drop, a mí nunca se me hubiera ocurrido que con ello podría ayudar a los niños albinos de la escuela Mwisenge que cargan a sus espaldas su condición de malditos por el simple hecho de haber nacido blancos en Tanzania. Parias por falta de melanina, marginados por superchería e ignorancia. Una dramática situación que se suma a sus problemas de visión que les impide leer correctamente. ¿Dos magnifying sheets en Amazon? Menos de 10 euros para que estos pequeños puedan mejorar su rendimiento escolar.

Niño albino. Lago Victoria Ladrillos para construir una escuela, vacaciones que dan un giro de 180 grados y que acaban ayudando a una pequeña población de la India devastada por una riada, una maquina de braille perdida en un hogar español que vuelve a la vida en Uganda, unas clases de inglés en Birmania… Trip-drop está lleno de lecciones de humanidad, de experiencias que te reconcilian con el ser humano cuyo valor no radica tanto en el peso de la contribución sino en el hecho de haber decidido dar el primer paso. Historias que hablan de mochilas más vacías y corazones más llenos. De gestos que mejoran la calidad de vida de quienes los reciben y nos hacen preguntarnos quién ganó más y cuánto vale una sonrisa. Acciones que alimentan el alma y nos hacen mejores personas. Porque decidimos ir más allá de la típica postal de turno, porque quisimos continuar la historia que Trip-drop inició con un primer renglón.

¿Qué ves en estas imágenes? Te ayudo con la respuesta: dignidad.

Cabras que cambian la vida de las viudas maasai en Tanzania Maquina de braille en Uganda

Podría ponerte muchos más ejemplos pero prefiero que veas este vídeo sobre las viudas maasai, uno de los colectivos más castigados de Tanzania. Trip-drop viajó hasta allí para documentar a través de la Fundación Carpio-Pérez la entrega de 120 cabras a estas mujeres que tras morir sus maridos se quedan sin nada. Si no se te eriza el vello, amigo mío, es que no corre sangre por tus venas.

Informado quedas. Trip-drop es el medio, el encargado de canalizar la ayuda. Tú, el fin. Con tu granito, el mío y el de tantos otros podemos construir una gran duna solidaria que ni el más terrible de los huracanes sería capaz de tumbar. Imperecedera, como será la huella que dejes a tu paso por cualquiera de estos países en vía de desarrollo, como serán la vivencias que te acompañarán cuando regreses a tu zona de confort.

Cosas que el rey de los viajes nunca admitiría y otros rasgos que lo definen

Cosas que el rey de los viajes nunca admitiría y otros rasgos que lo definen

Un puro divertimento literario con ínfulas de robarte una sonrisa que debe ser leído como se pergeñó: con mucha ironía, desenfado y un toque gamberro. Una hipérbole mayúscula llena de típicos y tópicos que coloca bajo mi microscopio la figura del rey de los viajes. ¿Existe realmente este personaje? Y lo más divertido… ¿Llevamos todos un pequeño monarca en nuestro interior? Comprobémoslo.

Mundo viajero

Vaya por delante que el rey de los viajes no tiene un origen geográfico específico. Puede hablar como Cervantes, Shakespeare o Fu Manchú. Su savoir faire no conoce fronteras y hace gala de una personalidad muy concreta que permite identificarlo en poco y menos. Para muestra, un puñado de botones.

Que le llamen turista

¿Perdona? ¿Tengo pinta de ser un ochodías-sietenoches? Bienvenido al debate más estereotipado, absurdo y cansino de la historia. Abordémoslo ahora y así nos lo quitamos de encima: buscar nuevas rutas, huir de las agencias o tirarte dos meses en un destino no hace que tu viaje sea más “pro”, lo hace, simplemente, diferente. El currito de a pie que tiene los días de vacaciones contados y se embarca en un todo incluido no es peor ni mejor que tú, que exhibes los sellos del pasaporte a lo John Wayne como si fueran las muescas de tu culata. Y si no te cabe en la cabeza que hay tantas formas de viajar como tipos de personas, disculpa, pero el problema lo tienes tú que eres tan turista como yo. ¿Más auténtico? No, Weissmuller, por favor, no vayas por ahí o no me quedará otra que imaginarte en taparrabos en medio de la selva diciendo: yo viajerotú, turista.
Turistas

El postureo viajero y las fotos chorras

En todo grupo de viajeros que se precie está el payaso/a (RAE: persona que hace reír con sus dichos o gestos). El cierrabares, el que menos duerme y luce sin pudor alguno su borrachera de sueño -síndrome parecido a una cogorza exenta de resaca, fruto de no chafar la oreja lo que se debiera. Un individuo muy apreciado por la manada al que le encanta hacer fotos grupales lúdico-festivas. Al rey de los viajes ese rollo no le va. Pondrá mala cara y se quejará hasta que se vea obligado a posar jaleado por el resto. Curiosamente, enseguida te pedirá que se la pases por wassap para ser el primero en difundirla en las redes sociales tirando de hashtags como #quélocuradeviaje o #cómoloestamosgozando.

Postureo viajero

Imprimir los billetes. Habrás dejado las gallinas en el pueblo, ¿no?

De turista neopaleto y el neo porque tienes impresora. Esa es la cara que se te queda cuando apareces en el mostrador de facturación con tus hojitas llenas de datos y códigos de barras.

– ¿No lo llevas en el móvil?
– No, cosas mías… La batería puede fallar…
– Sabes que con el DNI es suficiente, ¿verdad?
– Sí, en este tipo de vuelos sí.
– ¿Entonces? Eso no es nada eco…

Entonces, entonces… Entonces es cuando le espetarías a la cara : Mira, si me tengo que subir a una sequoia para que no la talen, yo, la primera, pero los he impreso porque soy una romántica cagueta que no se fía de la tecnología, porque me da buenas vibraciones, porque así la tinta no se seca y porque.. ¿Por qué demonios te estoy dando explicaciones?

Anglicismos al poder

Da igual si va con españoles a Almendralejo o a Pernambuco. Este individuo no factura, hace check-in y lo que lleva en la mano no es una tarjeta de embarque; a él le han dado una boarding pass. Él no hace una escala, lo suyo es un stopover, y tampoco descansa, se toma un break. ¿Efectivo? Demasiado old-fashioned; de llevar, lleva cash.

Enhorabuena. Si te ha venido la imagen Gabino Diego como portavoz estadounidense en Amanece que no es poco, lo has pillado: ¡este tipo nos toca las pelotas! Más aún cuando se queja del deterioro de nuestro idioma y retira el saludo a quien le suelta un “ola k ases?”

Diccionarios

Usar un mapa

Sí, de papel. De esos que una vez has extendido ya no hay forma de volver a plegar. O de carreteras. A este crack nombres como la guía Campsa o Michelín le suenan al jurásico. Ahora estás muy out si no dejas que la voz metálica del Maps te diga cómo llegar a tu destino. Si es a un callejón sin salida o a los pies de un acantilado, las reclamaciones, al maestro armero, digo, San Google.

Cansarse

No sé si tiene algo que ver con los genes de su DA (en el caso de los blogueros de viajes Domain Authority; no confundir con ADN que eso lo llevamos todos de serie), pero no falla. Le verás dormido de pie, bostezando como si no hubiera mañana, boqueando tras una actividad física y elevando al cielo una mirada en la que se lee cuándo leches acaba esta tortura. Aún así, al acabar la jornada, cuando le preguntes si está cansado, obtendrás una condescendiente respuesta tipo “¿Yo? para nada, tengo cuerda para rato”. Será el primero en retirarse pero no porque no dé para más. Tendrá que revisar el correo, cerrar un tema pendiente o hacer una llamada que no puede esperar. Eso sí, en pijama.

Sorprenderse

Y si lo hace, es “para adentro”. Nunca lo dirá en voz alta porque sorprenderse no es guay. Los hoteles siempre están bien. La comida, correcta. La disposición del guía, aunque sea un absoluto encanto, la esperada. ¿Qué hacen con los adjetivos calificativos positivos? ¿Cotizan a la baja en el universo de los muy viajados?

Ir a un McDonald´s

“¿Pretendes comer en un McDonald’s? Por nuestra señora de Kazajistán… Estás en el culo del mundo, te has pasado mil horas encajonada en un avión, tienes un universo de aromas y sabores al alcance de la mano y quieres fast food, ¿en serio?” Sí, me apetece, y por no decirte que tras once días de viaje estoy hasta la peineta de fideos soba o cuscús, te dejo ojiplático soltándote que estoy preparando un artículo titulado Mc Royals por el mundo. Con un par.

Una hamburguesa nipona

Pues yo en “X”… (también llamado el pisa-anécdotas)

Ponte en situación. Estás tomando algo y decides amenizar el rato con un lance, chascarrillo o historieta, no necesariamente viajera, que de repente has recordado. Te pones a ello y cuando crees que has captado la atención de todos los contertulios… ¡Zasca! Alza su voz con su clásico “pues yo en X”….” Esa “X” rellénala con cualquier destino que no sepas muy bien dónde ubicar en el mapa. Él sí lo sabe. Él ha estado. Tú no. No queda otra que envainarte la anécdota que ibas a contar, esperar a que él acabe la suya y rezar para que no las concatene. En tu interior puede que escuches algo parecido a: ¿a este tipo solo le pasan cosas cuando viaja?

El mundo

Viajar a destinos top

No lo admite porque, como he apuntado, nuestro Willy Fog de marras ya ha estado en todas partes. “¿Cuba? Sí hombre, solo faltaba Obama y los Rolling para que aquello se convierta en un parque temático”. “¿Myanmar? La época buena ya ha pasado, ahora está plagado de turistas”. ¿Palma de Mallorca, qué interés puede tener Alemanialand? Apuff… Pues el que yo quiera darle, ni más ni menos. Cuando encuentres una máquina del tiempo que funcione, avisa y me subo en tu DeLorean.

No sin mi mochila, no sin mi Samsonite

La mente de este grande entre los grandes solo funciona en blanco o negro. Para él no hay escala de grises que valga. O es mochilero o es maletero. El destino es lo de menos y pensar que existe una raza de marcianos que eligen cómo transportar sus pertenencias en función de las características del viaje como que no.

Maletas

Viajar con todo programado versus carpe diem

Más de lo mismo. Nuestro sujeto a examen no suele ser de términos medios. O te prepara una agenda al milímetro más apretada que el abdomen de la Obregón posando en la playa, o pan para hoy y hambre para mañana. Hay que dejar espacio a la improvisación, slow travel, mejor todo programado que luego hay sorpresas o dónde queda la aventura son sus muletillas preferidas en función del bando en que milite. ¿Y si combinamos unos gramos de previsión y una pizca de espontaneidad? Bah, eso no es ni chicha ni limoná…

Su maleta da un poco de grima

Llámalo grima, llámalo envidia cochina. Este campeón del Tetris se distingue por lucir una maleta impecable. El summum del orden. La perfección hecha equipaje. No lleva la ropa interior por un lado y el resto por otro como el común de los mortales. Usa bolsas de plástico transparentes que contienen todo lo que va a poner cada día. ¿Ves qué práctico y cómodo? Sí, gran visionario… Al rey lo que es del rey.

El tonto que todo lo sabe dando el dato

Da igual el tema que se trate. Estamos ante un experto en todo. Ese todo, ese todo… Ese todo es lo que le lleva a traspasar la delgada línea entre el tipo interesante y culto, y el Petete arrogante al que le desearías, desde el cariño y el respeto, una buena afonía temporal.

“Aquí no hay nada que ver” o “esto ya está visto”

Si el rey de los viajeros te lanza una de estas perlas, agárrate los machos. Básicamente porque él se ha erigido como el único capaz de determinar si vale la pena. ¿El qué? Todo, evidentemente. Desde madrugar para ver un amanecer, hacer una ruta, visitar un museo, determinar el tiempo que se pasa en cada lugar, etc. Da igual si lo que le apetece es una auténtica soplapollez para el resto, tirará de su rango y tratará de imponer sus preferencias a toda costa.

El “me cuelo en todos tus encuadres”

Para finalizar este listado de virtudes de las que hace gala nuestro monarca, uno de sus rasgos que más me repatea. Si lleva una buena cámara no solo se considerará fotógrafo sino que, además, estará todo el viaje dándote lecciones que no has pedido. Si, por el contrario, luce un smartphone, aunque sea de alta gama, lo primero que te dirá es aquello de “ya me pasarás alguna”. Hasta ahí todo correcto, somos de naturaleza generosa. El problema viene cuando tras haberle explicado que estás de trabajaciones (trabajo + vacaciones) decide no respetar tu faceta laboral y colarse en todos tus encuadres. La primera vez se lo dices con una sonrisa, la segunda con una mueca, la tercera con una mirada amenazante y si hay una cuarta… Houston, tenemos un problema.

Esto es todo amigos...

Hasta aquí este repaso, porque lo he dejado fino, al rey de los viajes. Vuelvo a recogerme la melena, abandono mi acento de psicóloga argentina y escondo mi perfil más irreverente. Si como viajero te has sentido identificado en algún punto, tranquilo (#sabesquepodíapasar, #dealwithit). Yo misma puedo estar detrás de estos pecados y alguno más que solo confesaré en presencia de mi abogado. Nadie es perfecto… Eso sí, nunca olvides esto: #viaja y #dejaviajar. Si es con una sonrisa, mejor que mejor.

Sultanahmet, el corazón de la cautivadora y fascinante Estambul

Sultanahmet, el corazón de la cautivadora y fascinante Estambul

El barrio de Sultanahmet, el alma de la que fue capital de tres imperios, es la primera cita de todo viajero que posa sus pies en Estambul. Motivos no le faltan ya que en él se concentran algunos de los principales monumentos de esta seductora ciudad bendecida por el paso de los siglos y por quienes la levantaron tan única. La huella de emperadores bizantinos, el legado de sultanes otomanos, un palacio sumergido, la más famosa de sus mezquitas… ¿Listo para un viaje que no da tregua a los sentidos?

Plaza de de Sultanahmet. Estambul

Lloviznaba cuando llegué a la plaza de de Sultanahmet que aquella mañana de abril despertaba bajo un cielo gris. No podía creer que estaba allí, plantada entre Santa Sofía y la Mezquita Azul, girando sobre mis pasos para perpetuar en mi retina este esperado y deseado momento. Impactada ante tan bella realidad. Y de repente, sucedió. Escuché por primera vez el quejumbroso canto del muecín llamando a la oración mientras esquivaba la lluvia bajo un paraguas comprado hacía unos minutos. Me quedé inmóvil, absolutamente paralizada y el más dulce de los escalofríos recorrió todo mi cuerpo. Sí, estaba en Estambul. A punto de conocer a la que ocupa el trono de mi currículum viajero. Mi niña bonita, el lugar al que volvería una y mil veces sin dudarlo. Una ciudad de la que me enamoré sin remedio.

Qué ver en Sultanahmet

Santa Sofía

A pesar de que le dediqué un artículo, me sigue costando describir lo que se siente al recorrer la obra más colosal y sagrada de la época bizantina. Sancta Sophia, Haghia Sofia, la iglesia de la Sagrada Sabiduría, Museo Ayasofya…. El sueño de Justiniano ha mudado tantas veces de piel como la propia ciudad fusionando culturas y credos en una prodigiosa obra que en su día fue la mayor iglesia del mundo cristiano, la mezquita principal de Estambul durante 400 años y que hoy se presenta como museo.

Santa Sofía. Sultanahmet. Estambul

Nave central de Santa Sofía desde la galería superior. Sultanahmet

Mosaico de la Virgen María. Santa Sofía. Sultanahmet

Su sólido y austero exterior de tintes rosados, sus minaretes y su ingrávida cúpula dan la bienvenida a un espacio que emociona por sus dimensiones y por la atmósfera tan especial que se genera en su interior. Entre hermosos mosaicos bizantinos, imponentes columnas, enormes medallones que nos hablan de Alá, Mahoma y los primeros califas, y ventanas, vidrieras e incontables lámparas de bronce que alumbran su potente fisonomía generando un hipnótico juego de luces y sombras. Un delirio visual que te golpea con fuerza al contemplar su conjunto desde la inmensa nave central y cuando accedes a la galería superior para admirarla desde una nueva perspectiva. No te resistas. Acabarás sometido a la magia de Santa Sofía y rendido ante imágenes y sensaciones que difícilmente olvidarás.
Más información: Hagia Sophia Museum. Precio de la entrada: 30 TL.

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Mezquita Azul

En el otro extremo de la plaza de de Sultanahmet, justo enfrente de Santa Sofía, se encuentra la Mezquita Azul que parece retar la grandiosidad de su famosa vecina desde que el sultán Ahmet I mandara construirla en 1609. A sus pies la vista se pierde en la cascada de sus voluptuosas cúpulas, en sus más de 200 ventanales y en los seis minaretes que la delimitan y la hacen única. ¿El motivo? Se levantaron para competir con la mismísima Meca igualando su número de torres. Una ofensa que quedó saldada con la construcción de un séptimo alminar en la mezquita de Arabia Saudí.

Mezquita Azul. Sultanahmet. Estambul

Detalle de las cúpulas de la Mezquita Azul. Sultanahmet. Estambul

Mezquita Azul. Sultanahmet, Estambul

Guiños históricos al margen, lo cierto es que para mí esta mezquita, además de ser la más visitada y la más grande de Estambul, es la más bella entre las bellas. La más imponente y espectacular de cuantas se dan cita en esta ciudad que navega entre dos continentes. El gran patio central con su fuente para las abluciones, sus 20.000 azulejos de Iznik que aportan la tonalidad azul por la que es conocida, sus vidrieras llegadas de Venecia, su cúpula principal que se eleva hasta los 43 metros de altura… La Mezquita Azul es el reflejo de la perfección, de la simetría absoluta. Una sobrecogedora aproximación a la cultura islámica, obra maestra del arquitecto Mehmet Aga, que hay que contemplar con calma, sentado en sus alfombras tejidas en los telares imperiales y forzando el cuello para levantar la mirada y captar cada uno de los detalles de este templo alzado para honrar a Alá en el que hombres y mujeres debemos ocultar cualquier atisbo de nuestra desnudez occidental con telas y pañuelos.
* Aunque la entrada es gratuita, un donativo para su conservación será bienvenido.

Hipódromo

Justo al lado de la Mezquita Azul hallamos los vestigios de lo que fue el gran Hipódromo, el centro neurálgico de la romana y bizantina Constantinopla. Cuesta imaginarlo pero en su día, este campo rectangular dedicado a espectáculos hípicos llegó a acoger a más de 100.000 espectadores hasta la toma de la ciudad por los otomanos.

Hipódromo. Sultanahmet, Estambul

Obelisco de Tutmosis III y Columna Serpentina. Sultanahmet, Estambul

En el extremo sur se encuentra la Columna de Constantino, alzada para conmemorar la declaración de Bizancio como la nueva capital del Imperio Romano, y unos metros más adelante el Obelisco de Tutmosis III, el monumento más antiguo de Estambul que se trasladó de Luxor a Constantinopla por orden de Constantino el Grande. A él le debemos también la llamada Columna Serpentina que en su época formaba parte del templo de Apolo en Delfos. También ha sobrevivido al paso del tiempo la Fuente Alemana, un templete de estilo neo-bizantino que el Kaiser Guillermo regaló al sultán Abdul Hamid II en 1895. Legados de Roma, Egipto, Grecia… Pasear por el Hipódromo supone revivir el pasado y formar parte de su presente ya que es uno de los lugares de encuentro más populares de Estambul.

Palacio Topkapi

Nos trasladamos ahora al que fue el centro administrativo del Imperio Otomano desde 1465 hasta mediados del siglo XIX, el Palacio Topkapi. Un inmenso complejo palaciego, levantado por Mehmet II, que consigue sumergirnos en el modo de vida de los sultanes a través de las numerosas estancias que discurren en sus cuatro patios. Las profusamente decoradas salas del Consejo y el Archivo, las dependencias públicas, las cocinas, los pabellones de recreo, la Biblioteca de Ahmet III, el Tesoro -con las joyas que simbolizan el poder que llegó a alcanzar Constantinopla- y, cómo no, el harén, la residencia privada del sultán y de su séquito de mujeres y concubinas.

Palacio Topkapi. Sultanahmet. Estambul

Estancias del Palacio Topkapi. Sultanahmet. Estambul

Terraza y Quiosco de Bagdad. Palacio Topkapi. Sultanahmet. Estambul

¿Mi rincón favorito? Sin duda, la terraza del cuarto patio. El magnífico Quiosco de Bagdad no hace sino embellecer un amplio mirador que nos permite ser conscientes de su privilegiada ubicación entre el Cuerno de Oro y el Mar de Mármara. El tiempo pasará volando mientras te recreas con las increíbles vistas del Bósforo que desde aquí se divisan.

Cisterna Basílica o Cisterna de Yerebatán

Estamos en uno de los rincones más sorprendentes de Estambul. Bajo tierra, ante un gigantesco espacio poblado por 336 columnas que emergen de un depósito subterráneo capaz de almacenar hasta 100.000 toneladas de agua. Un palacio sumergido, que debe su nombre a la antigua basílica sobre la que se construyó, creado para proveer de agua a los palacios imperiales bizantinos.

Cisterna Basílica. Sultanahmet. Estambul

Cisterna Basílica, el palacio sumergido de Sultanahmet. Estambul

Cabeza de medusa. Cisterna Basílica. Sultanahmet. Estambul

Imagina conmigo. Desciendes unos escalones. Tu vista se adapta de la claridad exterior a un mar de tenues luces amarillentas que iluminan con maestría cada recoveco de esta obra ideada por Justiniano I. Música clásica como banda sonora salpicada por el sonido de las gotas que se precipitan del techo al agua, y un juego de pasarelas de madera que harán que te detengas a cada paso. Para contemplar sus bóvedas, para descubrir los diferentes tipos de columnas y capitales que se alinean con precisión, para hacer un poco tuyo este escenario único marcado por luces y sombras. No te preocupes. No mudarás tu piel por piedra si miras fijamente las dos cabezas de medusa que hallarás en la parte noroeste de la Cisterna Basílica. Están colocadas al revés y de lado para que, según cuenta la mitología griega, no consigan petrificarte.
Más información: Yerebatan Sarnici. Dirección: Yerebatan Cad. Alemdar Mah. 1/3. Precio de la entrada: 20 TL.

Más planes que te esperan en Sultanahmet

Ya que estás en esta zona, acércate hasta Küçük Ayasofya, conocida como la Pequeña Santa Sofía que discretamente suele escaparse de las masas. Ya no está recubierta con mosaicos de oro como antaño pero te aseguro que esta mezquita que nació como iglesia merece un poco de tu tiempo. Además es la única de todo Estambul que permite el acceso a su galería superior. En sus inmediaciones, talleres de artesanos, vendedores de libros de segunda mano y encuadernadores.

Pequeña Santa Sofía. Estambul

Dos opciones para comer en Sultanahmet: Tarihi Sultanahamet Köftecisi, un establecimiento de toda la vida donde probar a buen precio los clásicos köfte turcos -albóndigas de ternera- (Divan Yolu Caddesi, nº 12), y el restaurante panorámico del Hotel Adamar, un pequeño lujo de cocina otomana y platos internacionales que se compensa con creces gracias a sus espectaculares vistas de Estambul (Yerebatan Cad. No. 37).

Pasea de noche para ver cómo los hitos arquitectónicos de Sultanahmet lucen al caer el sol y termina la jornada sentado en uno de los bancos de la plaza donde empezó este recorrido, al lado de la fuente, cambiando de posición para saltar de Santa Sofía a la Mezquita Azul. Para sentir como yo que es real, que estás en Estambul.

Todo lo que necesitas saber para viajar a Estambul

Guía práctica y consejos para viajar a Estambul
Dónde comer en Estambul
Crucero por el Bósforo
Üsküdar, el mejor atardecer de Estambul
Santa Sofía, la joya bizantina de Estambul
Volar con Pegasus airlines a Estambul

Qué ver y hacer en Marrakech: 10 planes imprescindibles que no puedes perderte

Qué ver y hacer en Marrakech: 10 planes imprescindibles que no puedes perderte

Si te preguntas qué ver y hacer en Marrakech, aquí tienes la respuesta. Bienvenido a una ciudad marroquí fundada hace más de mil años a los pies del Alto Atlas que pese a sus destellos de modernidad no olvida ni quién es ni su pasado. A un rincón africano, vibrante y caótico, teñido de olores, sabores y sonidos que colapsan los sentidos y encienden el alma. A una ciudad que logró removerme por dentro y que ahora te presento a través de 10 planes que considero imprescindibles. Comenzamos.

Zoco de los herreros. Que ver Marrakech

Puesto de especias en el zoco de Marrakech

Qué ver en Marrakech

La plaza Yamaa el-Fna, el gran escenario de la ciudad

Si hay un lugar que merece estar en el pódium de cualquier listado encabezado con la manida frase qué ver en Marrakech, es este. Y es que, como si de un imán se tratara, nada más llegar a la ciudad tus pasos te conducirán hasta la famosa plaza Yamaa el-Fna.

Y lo harás para plantarte en el corazón de la medina, donde acude todo el mundo para presenciar el sorprendente espectáculo que cambia siguiendo los dictados del sol. Puestos de zumo de naranja, curanderos, sacamuelas, bailarines, predicadores, encantadores de serpientes… Un vertiginoso carnaval de ruido, gentío, música y tradiciones populares, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que al llegar la noche se incrementa con la aparición de pequeños restaurantes. Tal vez te parecerá todo muy caótico. Lo es. Simplemente, déjate llevar, interactúa con sus actores y siente el latido de Marrakech. ¿Una buena atalaya para ver cómo esta explanada va mudando su rostro a lo largo del día? Le Grand Balcon du Café Glacier con su terraza panorámica. Imprescindible.

Yamaa el-Fna, el gran escenario de Marrakech

Plaza Yamaa el-Fna. Marrakech

Terraza del Café Glacier. Que hacer en Marrakech

Muy cerca de aquí se encuentra la mezquita de la Koutoubia, cuyo famoso minarete, visible desde muchos puntos de la ciudad, sirvió de inspiración a la Giralda de Sevilla. No podrás visitar la mezquita pero podrás tomar su torre como referencia a la hora de orientarte.

Minarete de la Koutoubia. Marrakech

Piérdete entre las callejuelas de los zocos de Marrakech

No es una frase manida. Literalmente en algún momento acabarás perdido en la marea de zocos que se extienden al norte de la plaza Yamaa el-Fna. Mercados de aceitunas, dátiles y frutos secos como Ableuh o Kchacha, Semmarine, que bajo su techo de cañizo oferta babuchas, juegos de té, alfombras o caftanes, el zoco de los tintoreros con  lanas de colores secándose al sol, el de los herreros, el de los curtidores… En este recorrido brutalmente sensorial podrás poner a prueba tus mejores técnicas de regateo mientras esquivas el trajín de motos y carromatos que se cruzan en cualquier momento. Un consejo: cuando no sepas dónde estás, pregunta a algún vendedor porque si escoges a un particular lo más probable es que se empeñe en acompañarte a cambio de unos dirhams.

Una sugerencia: déjate caer por el Café des Épices donde podrás tomar una comida ligera a base de sopas, bocadillos y ensaladas. ¿Su gran atractivo? Está situado en la misma Place des Épices donde se dan cita boticarios de toda índole, mujeres que preparan jena para los tatuajes, vendedores de especias, sombrereros… Si tienes ocasión, siéntate en su pequeña terraza. Las vistas a este bullicioso rincón de Marrakech merecen mucho la pena.

Zoco de los tintoreros. Marrakech

No viajes a Marrakech sin seguro de viajes

Si eres un lector habitual de este blog, ya sabrás que no me canso de repetir lo importante que es viajar con un buen seguro de viajes. Yo siempre viajo asegurada con Chapka por sus amplias coberturas internacionales. Si haces números, comprobarás que el coste diario del seguro compensa con creces su precio y más teniendo en cuenta lo extraordinariamente cara que puede resultar una consulta médica en este destino. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

De compras por los zocos de Marrakech

Place des Épices. Marrakech

La Madraza Ali Ben Youssef

“Tú, que atraviesas mi puerta, que tus mayores deseos se cumplan”. Esta es la inscripción que preside la entrada de la Madraza Ali Ben Youssef, antaño la mayor escuela coránica del norte de África. Te recomiendo su visita porque es uno de los pocos edificios religiosos de Marruecos abierto a los no musulmanes y, además, representa el mejor ejemplo de arquitectura arabigoandaluza de la ciudad.

Solo tienes que acercarte a su gran patio para comprobar el delicado conjunto que forman sus ornamentadas columnas, los balcones con celosías, los mosaicos, las caligrafías esculpidas en las paredes, el estanque… Una profusa decoración que contrasta con la sobriedad de las celdas de los estudiantes del piso superior. Está situada en el interior de la medina muy cerca del Museo de Marrakech y de la Maison de la Photographie y, sin duda, merece formar parte de este listado sobre qué ver en Marrakech.

Madraza Ali Ben Youssef. Que visitar en Marrakech

Ali Ben Youssef se fundó en el siglo XIV bajo el reinado benimerín. Marrakech

Ríndete a la belleza del jardín Majorelle

En la llamada La Ville Nouvelle, levantada en la época medieval y feudo de la clase media marrakechí, encontrarás el que para mí es el rincón más hermoso de esta ciudad imperial y un imprescindible qué ver con mayúsculas: el jardín Majorelle. Un elegante y sugerente edén, forjado entre cactus, bambúes y nenúfares, ideado por el artista francés Jacques Majorelle, y recuperado por el gran modisto Yves Saint Laurent cuyas cenizas reposan junto a una sencilla columna.

Olvida el reloj, aquí las prisas no son bienvenidas. Enamórate de un color que jamás olvidarás, el profundo e intenso azul Majorelle que baña su villa modernista. Fíjate en cómo los rayos de sol se cuelan entre árboles y plantas llegados de los cinco continentes proyectando sombras que evocan exóticos destinos. Escucha el canto de los pájaros, el sonido del agua… Saint Laurent lo describió a la perfección: «un oasis donde los colores utilizados por Matisse se mezclan con los de la naturaleza». Pura magia.

Jardín Majorelle. Qué ver en Marrakech

Detalle del Jardín Majorelle. Marrakech

Revive la época de los visires en el palacio de la Bahía

Patios con exuberante vegetación, fuentes, teselas policromadas, techos tallados a mano, suelos cubiertos de mosaicos… Desde el exterior nada hace presagiar el lujo y opulencia que derrochó el visir Ahmed ben Moussa en el palacio de la Bahía (la bella). El resultado, tras catorce años de obras, resultó tan extraordinario que en 1911 acabó siendo la residencia general del Protectorado. Aunque solo una parte de sus 8 hectáreas y 150 habitaciones están abiertas al público, se puede visitar el harén y los espectaculares aposentos de la favorita y es otra de las visitas imprescindibles de la ciudad. Ya que estás en esta zona, antes de visitar las tumbas saadíes, aprovecha para callejear por el barrio judío o mellah y descubre un rostro más de la ciudad roja marroquí.

Palacio de la Bahía. Marrakech

Mellah de Marrakech

Descubre las suntuosas tumbas saadíes

Otro lugar que tienes que ver en Marrakech son las tumbas saadíes. Su origen nos traslada a 1557, momento en el que el sultán saadí Ahmed el-Mansour el-Dahbi decidió construir un mausoleo digo de su rango, la espectacular Sala de las Doce Columnas. Un espacio exquisitamente decorado con mármol de Carrara, estucos recubiertos de oro puro y mosaicos de azulejos. El resto de este complejo funerario está formado por dos pabellones más y por las más de 170 tumbas de cancilleres y mujeres ubicadas en su jardín.

Tumbas saadíes. Marrakech

Saborea Marrakech bocado a bocado

A pie de calle, en ambientes refinados al son de la danza del vientre o en una terraza divisando el anárquico skyline de la medina. La oferta gastronómica de Marrakech se adapta a todo tipo de carteras ofreciendo platos tradicionales como la tanjia, tajines, cuscús, pastillas, brochetas, keftas… Como elegir entre tantos escenarios no es tarea fácil, aquí tienes algunas propuestas además de los ya mencionados Café des Épices y Café Glacier.

Tajine de pollo. Marrakech

Si lo que buscas es cocina tradicional, prueba en locales como Chez Chegrouni (noroeste de la plaza Yamaa el-Fna), Ksar Es Saoussan (Rue des Ksour, 3) o en el siempre de moda Le Foundouk (Souk Hal Fassi, 55). Para descubrir los sabores de la cocina creativa marroquí: el acogedor Le Jardín (Sidi Abdelaziz, 32), y Villa Flore (Derb Azzouz, 4). En ambos sirven alcohol. Si te decides por picar algo en el centenar de restaurantes que invaden el centro de la plaza Yamaa el-Fna, mi consejo es que te sientes donde veas más gente para asegurarte de que los productos sean frescos. Parrilladas, pescados, ensaladas, caracoles, cabeza de cordero… Tú decides.

Café des Epices

¿Dónde rendirte a la repostería marroquí? Sin duda en la Pâtisserie et boissones Al Jawda. Está considerada una de las mejores de la ciudad y con razón. Batidos y zumos de mil sabores, pasteles, galletas, los clásicos «cuernos de gacela»… (Rue Derb Dabachi, 16).

CONSEJO VIAJERO → Experimenta Marruecos a través de sus exóticos sabores con este tour gastronómico en español por Marrakech. Los platos incluidos en el tour se pueden cambiar por opciones vegetarianas.

Pâtisserie et boissones Al Jawda

El domingo, como un local más, visita el jardín de la Menara

Un mar de olivos reconvertido en parque urbano, un pequeño pabellón a cuyos pies discurre un gran estanque artificial y el mejor telón para enmarcarlo: las cercanas cimas del Atlas. Así es el jardín de la Menara, el patio de recreo de los marrakechíes que se adueñan de este enclave de factura almohade, sobre todo los domingos, para escapar del imparable ritmo que azota el centro de la ciudad. ¿La mejor hora para visitarlo? Al atardecer, entre parejas de enamorados que cucurucho de patatas fritas en mano esperan la puesta del sol. Más que un qué ver en Marrakech es un agradable experiencia.

La Menara con el minarete de la Koutoubia al fondo

Pabellón de la Menara

Vuela sobre Marrakech en globo

Si tu agenda y tu bolsillo te lo permiten, otra de las cosas que debes hacer es sobrevolar las zonas rurales que rodean Marrakech. Realmente merece la pena madrugar aunque solo sea por presenciar ese hipnótico instante en el que el sol despierta a un nuevo día sobre las cumbres nevadas del Atlas. Y tras el vuelo, un completo desayuno tradicional en una improvisada jaima en medio de la nada. Yo viví esta experiencia con la empresa Ciel d’Afrique. Precio por persona: desde 2050 MAD.

Salida del sol sobre las cumbres nevadas del Atlas. Marrakech

Sobrevolando las afueras de la ciudad

Desayunando tras sobrevolar Marrakech

Relájate en un hamman

No puedes irte de Marrakech sin sucumbir al placer que supone relajarse en alguno de sus numerosos hammams. Obviamente, la experiencia más auténtica te espera en los públicos, donde el lavado y el masaje suele realizarse en el mismo suelo de mármol. No obstante, si prefieres un trato más occidental, puedes acudir a los llamados hammams-spa que ofrecen una variada gama de tratamientos como los masajes con aceite de argán o los baños perfumados.

Y hasta aquí mis 10 planes imprescindibles que recogen qué ver en Marrakech. Una ciudad cuya fuerza reside en el ambiente que se respira en sus calles, que te invita a seguirle el juego y a dejarte llevar. Porque en Marrakech más que ver hay que sentir.

Qué más ver en Marrakech: excursiones y actividades

Si no quieres dejarte nada por ver en Marrakech, aquí tienes las mejores excursiones y actividades que puedes hacer con un guía que habla español. Toma nota:

Tour privado en español por Marrakech: descubre todos los secretos de la Medina de Marrakech.

Paseo en globo por el norte de Marrakech: Olvida el ajetreo de sus calles y sobrevuela una de las ciudades más importantes de Marruecos en globo aerostático. Es impresionante.

Circuito de 5 días desde Marrakech a Fez: las montañas del Atlas, el Valle del Dades, las dunas de Merzouga… Descubre los tesoros del interior de Marruecos con este circuito que finaliza en la preciosa ciudad de Fez.

Excursión de 3 días al desierto de Merzouga: disfruta de los contrastes de Marruecos adentrándote en Erg Chebbi, la parte más espectacular del desierto del Sáhara

Excursión de 2 días al desierto de Zagora: dormir en una haima, ver el atardecer en el desierto y visitar antiguas kasbahs son algunos de los atractivos de esta escapada al desierto de Zagora.

Excursión a las Cascadas de Ouzoud: una jornada inolvidable en la que podrás conocer las cataratas más altas del norte de África.

Tour en quad por el palmeral de Marrakech: pistas sin asfaltar, aldeas tradicionales, paisajes pintorescos y emoción asegurada.

Más información para planificar tu viaje a Marruecos

Guía práctica y consejos para viajar a Marrakech
El Jardín Majorelle y la Menara
Tomándole el pulso a Marruecos: primeras impresiones
Dormir en una jaima en el desierto de Marruecos

El Territorio de la Sidra y la gran fiesta del txotx en Guipúzcoa

El Territorio de la Sidra y la gran fiesta del txotx en Guipúzcoa

A pocos kilómetros de esa gran dama del norte que es San Sebastián se encuentra el Territorio de la Sidra, un rincón guipuzcoano, pequeño en dimensiones pero con una personalidad única, que conserva intactas sus arraigadas tradiciones y cuyo corazón late con fuerza siguiendo el ritmo que marca la producción y posterior disfrute de su bebida por excelencia, la sidra. Su nombre en euskera, Sagardoaren Lurraldea.

El Territorio de la Sidra Triturando las manzanas. Manzanal de Sagardoetxea. Territorio de la Sidra En Astigarraga, Hernani y Usurbil, las principales localidades sidreras de Guipúzcoa, el comienzo del año es especialmente importante porque se presenta la nueva cosecha de la sidra y se inaugura una nueva temporada del txotx que durará hasta mayo, momento en que la sidra restante se embotella para poder seguir degustándola todo el año. Pero, ¿qué es el txotx? Aunque técnicamente es la acción de abrir la kupela y dejar que la sidra fluya para que los allí presentes acerquen su vaso y se sirvan, lo cierto es que esta mágica palabra, que también hace referencia al palillo con el que se abren y cierran las barricas, abarca mucho más que el simple hecho de disfrutar un buen trago de sidra natural. Como pude comprobar en primera persona, el txotx para los guipuzcoanos es una de sus grandes señas de identidad. Un acto festivo, cuyos cimientos son la amistad, el respeto, la cultura y la diversión, que pone de manifiesto que la sidra es el eje que articula la historia, las costumbres y la forma de vida del Territorio de la Sidra.

Tradición, cultura y amistad en Sagardoaren Lurraldea, el Territorio de la Sidra El origen de este rito, sencillo en sus formas pero con un gran trasfondo que sintetiza todos los valores de la cultura de la sidra vasca, lo hallamos hace apenas 50 años, en pequeñas catas privadas que reunían a productores y compradores para probar y elegir las mejores sidras. Con el paso de los años, se fue abriendo a la participación popular hasta convertirse en lo que es hoy en día, uno de los acontecimientos gastronómicos más famosos de Euskadi cuyo inicio viene marcado por la celebración del Sagardo Berriaren Eguna, el día de la sidra nueva, que da comienzo a la temporada de sidrerías en Guipúzcoa.

Sagardo Berriaren Eguna, entre dantzaris, bertsos, kupelas y chuletones

Una experiencia inolvidable en torno a la sidra que viví como una guipuzcoana más. Esto supuso para mí asistir al Sagardo Berriaren Eguna que tuvo lugar el pasado 13 de enero ya que la apertura del txotx se celebra siempre el miércoles anterior al día de San Sebastián.

Tras la presentación de las principales características de la cosecha de 2015, que ha permitido producir 13 millones de litros de sidra, los actos de este día tan especial, que ya alcanza su vigésimo tercera edición, se iniciaron con la plantación de un manzano en el manzanal de Sagardoetxea, el Museo de la Sidra ubicado en Astigarraga. El encargado de llevar a cabo esta tarea fue el surfista Aritz Aranburu, el mismo que ya en la sidreía Zelaia de Hernani pronunció las palabras que todos esperábamos escuchar: “Gure Sagardo berria!”(nuestra sidra nueva).

El surfista Aritz Aranburu plantando un manzano en Sagardoetxea. Territorio de la Sidra Pero antes de este txotx multitudinario, pude escuchar por primera vez cómo suena un bertso y la llamada de los txalapartaris, ver cómo los dantzaris interpretaban bailes como la sagar-dantza o la soka-dantza y emocionarme al contemplar cómo los sidreros o sagardogiles unían sus manos en un gesto de hermandad para acompañar al deportista de élite zarauztarra hasta el interior de la sidrería.

Sagar-dantzariak y txitularis. Territorio de la Sidra Txalapartaris tocando la txalaparta. Territorio de la Sidra Bailes tradicionales. Territorio de la Sidra Los sagardogiles unen sus manos para acompañar a Aritz Aranburu hasta el interior de la sidrería Zelaia Estos emotivos instantes, tan nuevos para mí, fueron el preludio del gran momento. La apertura de la primera kupela. El comienzo oficial de la nueva temporada del txotx.

Al grito de Gure Sagardo Berria se abre la primera kupela y comienza la nueva temporada del txotx Aritz Aranburu catando la sidra nueva. Territorio de la Sidra A continuación, llegó la hora de degustar el menú tradicional de sidrería que se compone de tortilla de bacalao, bacalao frito con pimientos verdes y chuletón. El dulce colofón, queso con membrillo y nueces. Exquisiteces que compartí de pie, charlando con mis compañeros de mesa. Bajo un paraguas de cordialidad en el que no dejaba de sonar el grito de txotx que nos invitaba a acudir de nuevo a la kupela en busca de un nuevo trago de sidra recién elaborada. Aquí es donde realmente me di cuenta del encanto que supone acudir a una de las sidrerías del Territorio de la Sidra. Buen beber y buen comer en un distendido ambiente marcado por las sonrisas y el buen humor que una vez pruebas inevitablemente deseas repetir.

Bacalao con pimientos, otra exquisitez del menú de sidrería. Territorio de la Sidra En mi opinión, el rey del menú de sidrería es el chuletón. Territorio de la Sidra Queso con membrillo y nueces. Menú de sidrería. Territorio de la Sidra Por si mis palabras no han conseguido convencerte, mira este estupendo vídeo resumen del día de la sidra nueva producido por Barking Blogs. ¿Es o no es para vivirlo?

Sidrerías en Sagardoaren Lurraldea

Si quieres disfrutar de esta ancestral tradición, en la que todo el mundo es bienvenido, tienes a tu disposición una serie de sidrerías que puedes localizar en la web del txotx. Como verás, las hay de todo tipo, tradicionales, para comer sentado, para familias con menú infantil, para grupos numerosos…

Las que yo tuve el placer de conocer durante mi estancia en el Territorio de la Sidra fueron:

Sidrería Zelaia Sagardotegia: En las riberas del río Urumea, en el principal valle elaborador de sidra, se encuentra esta sidrería que como he apuntado acogió el comienzo oficial de la nueva temporada de la sidra vasca. Su menú es inmejorable y mantiene la tradición de cenar de pie al son del txotx. La sidra de Zelaia posee, además, el certificado de calidad Gorenak. (Barrio Martindegi, 29, Hernani).

Bertsolaris en la bodega de la sidrería Zelaia Sagardotegia. Territorio de la Sidra Sidreía Zapiain Sagardotegia: Otro magnífico escenario para vivir el txotx tradicional es esta sidrería de Astigarraga cuyos orígenes se remontan a 1595. Guiada por sus propietarios, tuve la suerte de realizar una cata de sidras en la que conocí las características de una buena sagardoa (sidra natural vasca) y sus recomendaciones de consumo: su color debe ser amarillo-verdoso, debe oler a fruta fresca y servirse no muy fría, entre 10 y 13ºC. En definitiva y según sus productores: sabremos que es una buena sagardoa si después de bebernos un vaso, tenemos ganas de tomar otro. (Nagusia, 96, Astigarraga).

Sidreía Zapiain Sagardotegia. Territorio de la Sidra Sidrería Saizar Sagardotegia: Situada a pocos minutos del centro de Usurbil y abierta todo el año, esta sidrería familiar es perfecta para albergar grupos numerosos que se concentran para degustar su famosa sidra que posee el certificado de calidad Eusko Label. Como curiosidad, al fondo de su restaurante, conserva como oro en paño las dos barricas más grandes de Euskadi. Cada una alberga 50 mil litros de sidra y sus nombres, Aitzgorri y Ernio, corresponden a dos de los montes más míticos de Guipúzcoa. (Kalezahar Auzoa, 39. Usurbil).

Menú de sidrería en Saizar Sagardotegia. Territorio de la Sidra Sidrería Rezola Sagardotegia: Muy auténtica y en un marco rústico y acogedor. Así es Rezola, una sidrería tradicional en la que se puede comer tanto sentado como de pie al tiempo que disfrutas de su sidra de primera calidad con sello Eusko Label. (Santiago Zeharra, 12. Astigarraga).

Sidras entre amigos. Sidrería Rezola Sagardotegia. Territorio de la Sidra

Eso sí, sea cual sea tu elección, procura ir con bastante apetito porque los menús que ofrecen son contundentes. Respecto a la cantidad de sidra que ingieras, eso es cosa tuya puesto que podrás acercarte a las kupelas cuantas veces quieras. Espera tu turno, pon tu vaso ligeramente inclinado para la sidra se rompa en espumas y aromas de manzana, y vuelve a la mesa. Hasta el próximo txotx, claro. Y recuerda, la temporada de sidrerías comienza en enero y concluye a mediados de mayo.

Celebrando el primer txotx en el Territorio de la Sidra Descubriendo el Territorio de la Sidra

Más allá de vivir en primera persona la gran fiesta del txotx, que por sí sola ya merece una escapada a estas tierras del nordeste guipuzcoano, el Territorio de la Sidra cuenta con una serie de atractivos que te recomiendo incluyas en tu agenda viajera:

Visita Sagardoetxea, el Museo de la Sidra Vasca de Astigarraga. Sin duda, el mejor lugar para profundizar en la cultura de la sidra ya sea recorriendo su manzanal, al tiempo que conoces los modos de recolección de las diferentes variedades de manzanas, su espacio museístico con audiovisuales y fotografías que nos hablan de esta tradición milenaria, o su centro de cata y degustación en el que podrás aprender todo lo necesitas saber para acudir a una sidrería como un vasco más.

Sagardoetxea, Museo de la Sidra Vasca. Astigarraga, Territorio de la Sidra El zizki se utiliza para recoger las manzanas una a una. Manzanal de Sagardoetxea. Territorio de la Sidra Explora Santiagomendiko Sagardo Bidea. Esta ruta temática está dividida en ocho estaciones con paneles de información, narraciones de audio y juegos que de una manera didáctica nos acercan a la historia de los caseríos de Santiagomendi y de Astigarraga mientras recorremos uno de los puntos más emblemáticos del Camino de Santiago a su paso por Guipúzcoa. No olvides detenerte a los pies de la ermita de Santiagomendi. Las vistas de San Sebastián que desde allí que se divisan son espectaculares.

Ruta temática Santiagomendiko Sagardo Bidea. Territorio de la Sidra Vistas de San Sebastián desde la ermita de Santiagomendi. Territorio de la Sidra Callejea por Hernani y ríndete ante sus deliciosos pintxos. No podrás decir que conoces el Territorio de la Sidra si no dejas que tus pasos te lleven hasta Hernani, una localidad situada a 10 km de la capital guipuzcoana que combina su faceta industrial con un precio casco antiguo calificado como conjunto monumental en el que destacan la iglesia de San Juan Bautista, la Casa Consistorial, la Torre de los Gentiles y la antigua Plaza Mayor. Para acabar de tentarte, debes saber que los bares y tascas de esta villa son famosos por la calidad de sus pintxos. ¿Un par de sugerencias? La taberna Txilibita y el bar Rufino.

Iglesia de San Juan Bautista. Casco viejo monumental de Hernani. Territorio de la Sidra De pintxos por Hernani. Territorio de la Sidra Acércate a San Sebastián. Si aún no la conoces, por obligación, y si ya has estado, por el puro placer de plantarte de nuevo frente a la playa de La Concha, probablemente el arenal más bonito de la cornisa cantábrica. Siente la fuerza del Peine del Viento, sube al Monte Igueldo a bordo del funicular más antiguo de Euskadi, piérdete por las estrechas y animadas calles de Lo Viejo, por su zona romántica con el dúo inseparable que forman el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia… Déjate enamorar por su apabullante encanto y conviértete en uno más de sus fieles admiradores.

San Sebastián desde el Monte Igueldo

Si tras leer mi experiencia, he conseguido, como espero y deseo, despertar tu interés por conocer, vivir y sentir la magia de este rincón guipuzcoano donde la sidra es la gran protagonista, objetivo cumplido. Nos vemos en Sagardoaren Lurraldea, el Territorio de la Sidra.

Nota: Este artículo, que refleja de modo independiente mi experiencia en el Territorio de la Sidra, forma parte del blogtrip #sagardoberria promovido por Blog on Brands en colaboración con Sagardoaren Lurraldea y Euskadi Gastronomika.

2015, un año para recordar. 2016, un año por vivir

2015, un año para recordar. 2016, un año por vivir

Absolutamente espectacular. Vibrante, divertido e interesante como pocos. Así ha sido mi 2015. Un año al que me está costando decir adiós. Un año que, por méritos propios, merece ser la primera ventana que estrene este rincón viajero del 2016. Porque no quiero que se pierda en la noche de los tiempos, porque quiero que quede constancia de todo lo que dio de sí. Emociones, experiencias y momentos únicos vividos alrededor de uno de mis verbos favoritos: viajar.

Un año que empezó recorriendo Marruecos con mi buena amiga Sara Rodríguez de Mindful Travel by Sara. Siete días en el norte de África, mi gran asignatura pendiente, atravesando las montañas del todopoderoso Atlas, descubriendo la belleza de las gargantas del Todra y del Valle del Dades, las kasbahs de adobe… Adentrándome en el desierto de Erg Chebbi a lomos de un dromedario, cenando bajo las estrellas, durmiendo en una jaima, rindiéndome a esa explosión para los sentidos que es Marrakech y contemplando desde un globo las zonas rurales que rodean esta ciudad imperial a la que seguirle el juego es muy fácil.

Amanece en el desierto. Marruecos

¿Cuatro instantes? Un alto en el camino con un té entre las manos en el Café Glacier viendo como anochece en la Plaza Yamaa el-Fna, un relajante paseo rodeada de la exquisita belleza del Jardín Majorelle, los cantos bereberes alrededor de una fogata, y salir corriendo en pijama para ver el amanecer en el desierto con mis pies enterrados en la arena, sintiendo el roce de la felicidad.

Tras Marruecos, llegó FITUR. Una cita imprescindible para acumular nuevas metas viajeras, saltando de continente en continente, mientras compartes buenos momentos con aquellos que más que blogueros de viajes ya son amigos, y te reencuentras con viejos conocidos que siguen luchando por publicar sus historias y fotografías en papel.

En marzo viajé al pasado, concretamente al siglo XV, asistiendo a la celebración de las Fiestas del Medievo de Villena. Tres días de diversión y cultura en los que el encantador barrio de El Rabal regresa a la Edad Media al son que marcan sus calles engalanadas, los pasacalles, los trovadores y los puestos de productos típicos y artesanales de su mercado.

Las calles de El Rabal durante las Fiestas del Medievo. Villena

En la capital del Alto Vinalopó me sentí una una villenera más. Recibí a los Reyes Católicos, descubrí las mejores vistas de esta villa alicantina desde el campanario de la Iglesia de Santa María, aprendí a preparar las tradicionales Tortas de San José, contribuí a librar la ciudad de las brujas y los malos espíritus procesionando antorcha en mano, presencié combates medievales y experimenté la magia de Atalaya Experience, un itinerario sensorial diseñado para entender la historia del castillo de Villena a través de las emociones.

Ya en abril, mi ruta palmera soñada se hizo realidad y pude conocer un precioso rincón canario que se me resistía desde hacía años: La Palma. Cuatro días bastaron para sentir que la Isla Bonita ya es un poco mía, que buena parte de su magia se coló en mi equipaje de vuelta.

Caldera de Taburiente. La Palma

Espectaculares entornos naturales como la Caldera de Taburiente o el Bosque de Los Tilos, playas y calas que nos recuerdan su pasado volcánico en forma de paisajes vírgenes, salinas como las de Fuencaliente, poder tocar el cielo con las manos en el Roque de los Muchachos, visitar el Observatorio Astrofísico, navegar en un mar de estrellas ante uno de los mejores cielos del mundo, contagiarte del ritmo de vida palmero en Santa Cruz de la Palma entre papas arrugadas, mojos, pescados, malvasías y barraquitos… Una isla que no me canso de recomendar a quienes me preguntan por un destino cercano, único y sorprendente.

Tras el TravelBlogger Meeting que se celebró en Plasencia a principios de mayo, alargué mi estancia en tierras extremeñas para conocer todo el potencial de dos comarcas cacereñas: la Sierra de Gata y Las Hurdes. Dos territorios alejados del turismo de masas que me conquistaron a golpe de cumbres, embalses, meandros, caminos apenas trillados, y pequeños pueblos de innegable personalidad que se adaptan con acierto a la tortuosa orografía en los que el tiempo, por fortuna, parece haberse detenido.

Sierra de Gata Y de Extremadura a mi querida Lisboa para disfrutar un año más del placer que supone para mí viajar con mis padres mostrándoles mis rincones favoritos del planeta. Sí, la capital lusa es uno de ellos, una ciudad que sigue cautivándome cada vez que la piso. La Lisboa de Pessoa, la del Marqués de Pombal, la de los fados, miradores y tranvías, la del bacalao y los pastéis de Belém, la que nunca pasa de moda.

Lisboa

Como extensión a esta escapada, una mañana en palabras de Camões «onde a terra se acaba e o mar começa«, el Cabo da Roca, el punto más occidental de la Europa continental. El lugar en el que las estribaciones de la Sierra de Sintra se topan de forma brusca con el Atlántico originando un estremecedor lienzo de escarpados acantilados.

El espectacular paisaje del Cabo da Roca Nunca imaginé que a finales de junio podría incluir a Jordania en mi currículum viajero. Lo dije en su momento y lo repito: esta joya de Oriente Medio, tantas veces soñada, me sedujo de tal manera que al volver a escribir sobre ella siento mariposas en el estómago y un halo de nostalgia que me acompañará hasta que consiga regresar.

Visita nocturna a Petra. Jordania Porque me caló hasta los huesos, me besó el alma y acarició mis sentidos. Lo hizo al cortarme la respiración mientras recorría el Siq de noche. Robándome una lágrima cuando me vi envuelta en un manto de velas frente a la fachada del Tesoro de Petra. Navegando y practicando snorkel en los impresionantes fondos marinos del Mar Rojo, callejeando por Amán, bañándome en el Mar Muerto, recorriendo el inmenso desierto de Wadi Rum por tierra y aire, fumando en shisha bajo las estrellas con música árabe tradicional de fondo… Cuando me regaló un precioso atardecer en la Reserva de la Biosfera de Dana. Cuando pedí permiso para hace una fotografía y obtuve una sonrisa por respuesta. Lo dije en su momento y lo repito. No lo dudes, regálate el lujo de viajar a Jordania. Su pueblo, cálido, cercano y tolerante, te recibirá con los brazos abiertos y la mano tendida.

A finales de julio llegó el momento de descubrir Japón. Aunque pueda resultar extraño, no estaba en mi top de destinos a corto plazo pero, como comenté en su día, vi la posibilidad de viajar hasta allí y no quise desaprovecharla. Hice bien. Este país, que puede resultar una locura y una total relajación, donde sientes que tienes todo por aprender, me brindó durante 17 días un aluvión de sensaciones y experiencias que siguen dibujando una sonrisa en mi rostro. Como protagonizar mi propia película en el santuario sintoísta de Fushimi Inari, corriendo montaña abajo y sin protegerme de la lluvia bajo un techo de torii rojos. Como el soplo de aire fresco que sentí al ver el monte Fuji y su precioso reflejo invertido en las aguas. Como el estado de desconcierto y soledad absoluta que me produjo contemplar desde el mirador de la sede del Gobierno Metropolitano la feroz hiedra de rascacielos que copa el horizonte de Tokio. Como las risas protagonizadas en un garito minúsculo de Golden Gai…

Santuario Fushimi Inari, Japón Me puse en la piel de una maiko en la dulce y serena Kioto, me alojé en un ryokan, paseé por el bosque de bambú de Arashiyama, reflexioné sobre la fe en el cementerio de Okunoin en Koyasan, escribí deseos en papel, me perdí y me reencontré mil veces… Este es el Japón que me traje en mi maleta, un puzzle de cuadros futuristas y postales milenarias en el que la sorpresa me acompañó a cada paso.

En septiembre, recibí al otoño en Zamora, una ciudad tranquila y de discreta belleza bañada por el Duero que cuenta con un impresionante patrimonio monumental fruto del Románico y que se enorgullece de formar parte de la Ruta Europea del Modernismo.

Panorámica de Zamora Ya en octubre, tras asistir al I Torneo Internacional de Combate Medieval celebrado en el conquense castillo de Belmonte, me alejé del ritmo frenético de Madrid en la Sierra del Segura, una comarca albaceteña cuyo gran potencial reside en sus paisajes, en sus encantadores pueblos, en su gastronomía, en antiguas tradiciones que han escapado del olvido.

Yeste desde el Monte Ardal. Sierra del Segura Y en noviembre, un deseado reencuentro. Cádiz. Mi Cádiz. La de eterna sonrisa, el pescaíto frito y el callejeo. Una capital andaluza y marinera como ella sola. Con su Playa de la Caleta, su malecón habanero, el Pópulo y la Viña, con sus inolvidables puestas de sol, con esa luz tan suya salpicada por la espuma del Atlántico…

Cádiz desde el Campo del Sur El año, mi año, terminó como el famoso anuncio, volviendo a casa por Navidad. A Barcelona. Paseando por sus playas, callejeando por el Gótico, cenando en Gracia, entre abrazos con amigos y disfrutando cada segundo del cariño de mis mayores.

2016, aquí te espero

No sé si porque la fecha que pone en mi carné de identidad avanza más rápido de lo que me gustaría pero cada vez soy más consciente que lo de tempus fugit va en serio. El tiempo huye, se escurre entre las hojas del calendario sin piedad, se escapa, vuela. Es una verdad absoluta como pocas y lo único que puedes hacer es agarrarte con fuerza a cada día que nace como si fuera tu último amanecer.

Mitigar lo malo, aferrarte a lo bueno y tratar de sonreír a la vida. Ese es mi principal propósito para este año recién estrenado. Quiero que la templanza de espíritu, la constancia, la paciencia y la curiosidad sean las virtudes que me acompañen en este nuevo viaje con doce etapas por delante. Doce meses que espero que lleguen cargados de viajes programados, de correos inesperados que te invitan a conquistar nuevos horizontes, de retos profesionales que me permitan seguir haciendo lo único que sé y quiero hacer: viajar y poder contarlo. ¿Un deseo más? Que estés aquí, a mi lado, acompañándome. Cuento contigo. ¡Feliz 2016!

#‎viveydejavivir‬ ‪#‎viajaydejaviajar‬