Ruta de los murales de Vitoria-Gasteiz, un paseo por la ciudad pintada

Ruta de los murales de Vitoria-Gasteiz, un paseo por la ciudad pintada

Si te gusta el arte urbano, la sugerencia que ahora te lanzo creo que como mínimo despertará tu curiosidad. Te propongo que me acompañes a recorrer la ruta de los murales de Vitoria-Gasteiz, un atractivo paseo cuajado de fachadas que ejercen de lienzos, de historias contadas con brochas y de paredes que además de aportar calor y color mueven conciencias.

Detalle de La luz de la Esperanza. Murales de Vitoria-Gasteiz

Esta galería al aire libre, conocida como itinerario muralístico de Vitoria-Gasteiz (IMVG), discurre por las calles del casco histórico, rodeada de iglesias, palacios y restos de las antiguas murallas, y por el barrio obrero de Zaramaga, mostrándonos el rostro más actual y participativo de la capital de Álava.

Detalle del mural Eskuz Esku. Murales de Vitoria-Gasteiz

Y es que detrás del despertar de estos edificios está un proyecto de muralismo colectivo que además de recuperar estéticamente zonas degradadas, busca la cohesión ciudadana a través del arte con un fin social y cultural. Para ello, este movimiento fundado en 2007 por Christina Werckmeister, Verónica Werckmeister y Brenan Duarte, abre sus puertas a todo aquel que quiera participar. Artistas consagrados, voluntarios de distintas edades, profesiones y procedencias tengan o no experiencia en creaciones a gran escala, estudiantes de arte en prácticas y jóvenes de entre 16 y 20 años -las brigadas de la ‘brotxa’- que acceden a un puesto de trabajo remunerado.

Detalle del mural Eskuz Esku

Este espacio de participación y creación que llena de color las envejecidas fachadas de la ciudad se gestiona a través de talleres que duran aproximadamente seis semanas. En la fase de diseño se reúnen todos los participantes para decidir la temática del mural y crear el boceto que luego trasladarán a la pared. Una vez finalizado, toca celebrar el trabajo bien hecho con una gran fiesta de inauguración.

Así es la trastienda de la ruta de los murales de Vitoria-Gasteiz, una muestra física y palpable del interés de una comunidad por mejorar su entorno y, sobre todo, por hacer de su ciudad un lugar aún mejor en el que vivir.

Itinerario muralistico de Vitoria-Gasteiz

Cada uno de los murales que componen esta ruta tiene su propia historia, sus singularidades, su porqué y su cómo vio la luz. Una información básica para entender el valor de esta brillante iniciativa de expresión pública y comunitaria. Comenzamos.

Al hilo del tiempo

Junto a la Catedral de Santa María, donde se asentó la primitiva ciudad, y a un paso de un pensativo Ken Follet -homenajeado en bronce por haberse inspirado en las obras de restauración de este tempo en su libro Un mundo sin fin-, encontramos el primer mural del IMVG. Su título, Al hilo del tiempo. Su temática, telas y paños que se descuelgan por la pared en recuerdo de los mercados medievales que tenían lugar en la Plaza de las Burullerías. Ubicación: Calle Chiquita nº 9.

Al hilo del tiempo. Murales de Vitoria-Gasteiz

Continentes

En 2008, tras seis semanas de intenso trabajo, las anodinas y frías fachadas de una escuela infantil y un centro de acogida se convirtieron con Continentes en una oda a la diversidad de culturas y credos que conviven en esta zona del casco medieval. Tras la habitual tormenta de ideas, los participantes, entre ellos profesores y padres y madres de los niños, decidieron poner en valor el carácter diferencial de este barrio con una muestra de animales de todo el mundo. El resultado, un colorido lienzo que nos invita a viajar por todo el planeta acorde con la realidad que impera dentro y fuera de este edificio municipal. Ubicación: Cantón de Santa María, s/n.

Continentes. Murales de Vitoria-Gasteiz

El triunfo de Vitoria

Debo reconocer que, por un instante, cuando llegué al Jardin de Etxanobe en busca del El triunfo de Vitoria, pensé que me había trasladado a las calles de Belfast. Sí, con un millón de comillas y salvando la gran brecha temporal e ideológica que los separa, por supuesto. Pero ver este mural ubicado en un lateral de un parque recuperado para el uso público, en solitario y con el frío de la mañana como único acompañante, me hizo revivir las largas caminatas por Falls Road y Shankill Road en busca de sus murales. Impresiones viajeras al margen, esta manifestación de arte urbano, situada en la parte alta de El Campillo, está inspirada en el cuadro de Georges de la Tour El tramposo y nos muestra cómo una fiel sirvienta que simboliza el pueblo advierte a la gran Dama Vitoria que el hombre poderoso con el que juega a las cartas pretende engañarla. Como curiosidad, este fue el primer mural en el que participaron las brigadas de la ‘brotxa’. Ubicación: Santa María, 9.

El triunfo de Vitoria. Murales de Vitoria-Gasteiz

Cubiertos de cielo y estrellas

Como podemos ver en Cubiertos de cielo y estrellas, el amor también esta presente en este recorrido pictórico por los murales de la Almendra Medieval de Vitoria-Gasteiz. En esta ocasión, una pareja se abraza y se besa bajo el firmamento en una colorida y actual reinterpretación de un cuadro de Giotto di Bondone. Los Santa Ana y San Joaquín del siglo XXI. Ubicación: Pintorería, 76.

Cubiertos de cielo y estrellas. Murales de Vitoria-Gasteiz

La noche más corta

Música, hogueras, bailes y desenfreno para enmarcar la magia de la noche de San Juan. Una fiesta pagana que a modo de fantasía nocturna toma forma en La noche más corta al abrigo de la muralla medieval. Su mejor vista la encontrarás en el Jardín de la Muralla al que deberás acceder por el Cantón de la Carnicerías. Ubicación: Correría, 96.

La noche más corta. Murales de Vitoria

Conjunto muralístico Eskuz Esku

El conjunto Eskuz Esku (en euskera, mano a mano) es uno de los grandes hitos del itinerario muralistico de Vitoria-Gasteiz. Está formado por dos grandes fachadas, unidas por un mosaico en su base, en las que destaca la figura de unas manos que simbolizan el trabajo de la tierra en una y la cultura en la otra. Todo ello envuelto en una estética que nos recuerda el mundo del cómic con la torre de Doña Ochanda como telón de fondo. Cada detalle es carne de Instagram: una vieja cinta de casete, una lata de comida al más puro estilo Andy Warhol, bocadillos, onomatopeyas… Ubicación: Herrería, 86 y Zapatería, 79.

Conjunto muralístico Eskuz Esku. Murales de Vitoria-Gasteiz

¿Qué haremos con lo que sabemos?

En 2011, el IMVG se extiende hasta la calle Francia, una de las más transitadas del centro, para preguntarnos ¿Qué haremos con lo que sabemos?. Una reflexión sobre el medioambiente imprescindible en una ciudad galardonada con el premio «Green Capital». Como nos muestran las cuatro secciones de este mural, tenemos el conocimiento, especies autóctonas, espacios naturales recuperados como los humedales de Salburua e incluso ahora podemos ver la tierra desde el espacio. ¿Seremos capaces de conservar y proteger todo este legado natural? Ubicación: Colegio de San Prudencio, s/n.

Qué haremos con lo que sabemos. Murales de Vitoria-Gasteiz

Una recomendación, ya que has llegado hasta aquí reserva un hueco en tu agenda para visitar el Museo de Arte Contemporáneo Artium. Lo tienes justo enfrente.

La luz de la esperanza

En La luz de la esperanza un ecléctico equipo de ciudadanos decidió subirse al andamio para plasmar su rechazo ante la desigualdad de género y los estereotipos en pro de una sociedad más justa. Una balanza perfectamente equilibrada, el rostro sereno de una mujer madura, carteles contra la violencia, la maternidad, el trabajo… Tonos fríos para los problemas y cálidos para las soluciones que llegan de la mano de la comprensión, la educación y la tolerancia. Ubicación: Zapatería, 76

La luz de la Esperanza. Murales de Vitoria-Gasteiz

Somos agua / Somos arte

Por falta de tiempo, este es el último mural que visité. Un canto a la vida protagonizado por nuestro bien más preciado, el agua, que fluye a modo de collage entre una sirena, animales en peligro de extinción y el vuelo de la falda de una joven bailarina que, sin duda, te recordará a las de Dègas. Ubicación: Centro Cívico Aldabe.

Somos Agua, somos arte. Murales de Vitoria-Gasteiz

Visitas guiadas por los murales de Vitoria-Gasteiz

Si quieres conocer el resto de murales que se han llevado a cabo hasta el momento y saber qué secretos esconden, te recomiendo que realices una visita guiada por el itinerario muralístico de Vitoria-Gasteiz. Yo simplemente he aportado unas pinceladas para despertar tu interés pero este atractiva ruta merece ser recorrida con la gente que le dio forma y la hace posible. Encontrarás toda la información que necesitas en la web Muralismo público.

El Territorio de la Sidra y la gran fiesta del txotx en Guipúzcoa

El Territorio de la Sidra y la gran fiesta del txotx en Guipúzcoa

A pocos kilómetros de esa gran dama del norte que es San Sebastián se encuentra el Territorio de la Sidra, un rincón guipuzcoano, pequeño en dimensiones pero con una personalidad única, que conserva intactas sus arraigadas tradiciones y cuyo corazón late con fuerza siguiendo el ritmo que marca la producción y posterior disfrute de su bebida por excelencia, la sidra. Su nombre en euskera, Sagardoaren Lurraldea.

El Territorio de la Sidra Triturando las manzanas. Manzanal de Sagardoetxea. Territorio de la Sidra En Astigarraga, Hernani y Usurbil, las principales localidades sidreras de Guipúzcoa, el comienzo del año es especialmente importante porque se presenta la nueva cosecha de la sidra y se inaugura una nueva temporada del txotx que durará hasta mayo, momento en que la sidra restante se embotella para poder seguir degustándola todo el año. Pero, ¿qué es el txotx? Aunque técnicamente es la acción de abrir la kupela y dejar que la sidra fluya para que los allí presentes acerquen su vaso y se sirvan, lo cierto es que esta mágica palabra, que también hace referencia al palillo con el que se abren y cierran las barricas, abarca mucho más que el simple hecho de disfrutar un buen trago de sidra natural. Como pude comprobar en primera persona, el txotx para los guipuzcoanos es una de sus grandes señas de identidad. Un acto festivo, cuyos cimientos son la amistad, el respeto, la cultura y la diversión, que pone de manifiesto que la sidra es el eje que articula la historia, las costumbres y la forma de vida del Territorio de la Sidra.

Tradición, cultura y amistad en Sagardoaren Lurraldea, el Territorio de la Sidra El origen de este rito, sencillo en sus formas pero con un gran trasfondo que sintetiza todos los valores de la cultura de la sidra vasca, lo hallamos hace apenas 50 años, en pequeñas catas privadas que reunían a productores y compradores para probar y elegir las mejores sidras. Con el paso de los años, se fue abriendo a la participación popular hasta convertirse en lo que es hoy en día, uno de los acontecimientos gastronómicos más famosos de Euskadi cuyo inicio viene marcado por la celebración del Sagardo Berriaren Eguna, el día de la sidra nueva, que da comienzo a la temporada de sidrerías en Guipúzcoa.

Sagardo Berriaren Eguna, entre dantzaris, bertsos, kupelas y chuletones

Una experiencia inolvidable en torno a la sidra que viví como una guipuzcoana más. Esto supuso para mí asistir al Sagardo Berriaren Eguna que tuvo lugar el pasado 13 de enero ya que la apertura del txotx se celebra siempre el miércoles anterior al día de San Sebastián.

Tras la presentación de las principales características de la cosecha de 2015, que ha permitido producir 13 millones de litros de sidra, los actos de este día tan especial, que ya alcanza su vigésimo tercera edición, se iniciaron con la plantación de un manzano en el manzanal de Sagardoetxea, el Museo de la Sidra ubicado en Astigarraga. El encargado de llevar a cabo esta tarea fue el surfista Aritz Aranburu, el mismo que ya en la sidreía Zelaia de Hernani pronunció las palabras que todos esperábamos escuchar: “Gure Sagardo berria!”(nuestra sidra nueva).

El surfista Aritz Aranburu plantando un manzano en Sagardoetxea. Territorio de la Sidra Pero antes de este txotx multitudinario, pude escuchar por primera vez cómo suena un bertso y la llamada de los txalapartaris, ver cómo los dantzaris interpretaban bailes como la sagar-dantza o la soka-dantza y emocionarme al contemplar cómo los sidreros o sagardogiles unían sus manos en un gesto de hermandad para acompañar al deportista de élite zarauztarra hasta el interior de la sidrería.

Sagar-dantzariak y txitularis. Territorio de la Sidra Txalapartaris tocando la txalaparta. Territorio de la Sidra Bailes tradicionales. Territorio de la Sidra Los sagardogiles unen sus manos para acompañar a Aritz Aranburu hasta el interior de la sidrería Zelaia Estos emotivos instantes, tan nuevos para mí, fueron el preludio del gran momento. La apertura de la primera kupela. El comienzo oficial de la nueva temporada del txotx.

Al grito de Gure Sagardo Berria se abre la primera kupela y comienza la nueva temporada del txotx Aritz Aranburu catando la sidra nueva. Territorio de la Sidra A continuación, llegó la hora de degustar el menú tradicional de sidrería que se compone de tortilla de bacalao, bacalao frito con pimientos verdes y chuletón. El dulce colofón, queso con membrillo y nueces. Exquisiteces que compartí de pie, charlando con mis compañeros de mesa. Bajo un paraguas de cordialidad en el que no dejaba de sonar el grito de txotx que nos invitaba a acudir de nuevo a la kupela en busca de un nuevo trago de sidra recién elaborada. Aquí es donde realmente me di cuenta del encanto que supone acudir a una de las sidrerías del Territorio de la Sidra. Buen beber y buen comer en un distendido ambiente marcado por las sonrisas y el buen humor que una vez pruebas inevitablemente deseas repetir.

Bacalao con pimientos, otra exquisitez del menú de sidrería. Territorio de la Sidra En mi opinión, el rey del menú de sidrería es el chuletón. Territorio de la Sidra Queso con membrillo y nueces. Menú de sidrería. Territorio de la Sidra Por si mis palabras no han conseguido convencerte, mira este estupendo vídeo resumen del día de la sidra nueva producido por Barking Blogs. ¿Es o no es para vivirlo?

Sidrerías en Sagardoaren Lurraldea

Si quieres disfrutar de esta ancestral tradición, en la que todo el mundo es bienvenido, tienes a tu disposición una serie de sidrerías que puedes localizar en la web del txotx. Como verás, las hay de todo tipo, tradicionales, para comer sentado, para familias con menú infantil, para grupos numerosos…

Las que yo tuve el placer de conocer durante mi estancia en el Territorio de la Sidra fueron:

Sidrería Zelaia Sagardotegia: En las riberas del río Urumea, en el principal valle elaborador de sidra, se encuentra esta sidrería que como he apuntado acogió el comienzo oficial de la nueva temporada de la sidra vasca. Su menú es inmejorable y mantiene la tradición de cenar de pie al son del txotx. La sidra de Zelaia posee, además, el certificado de calidad Gorenak. (Barrio Martindegi, 29, Hernani).

Bertsolaris en la bodega de la sidrería Zelaia Sagardotegia. Territorio de la Sidra Sidreía Zapiain Sagardotegia: Otro magnífico escenario para vivir el txotx tradicional es esta sidrería de Astigarraga cuyos orígenes se remontan a 1595. Guiada por sus propietarios, tuve la suerte de realizar una cata de sidras en la que conocí las características de una buena sagardoa (sidra natural vasca) y sus recomendaciones de consumo: su color debe ser amarillo-verdoso, debe oler a fruta fresca y servirse no muy fría, entre 10 y 13ºC. En definitiva y según sus productores: sabremos que es una buena sagardoa si después de bebernos un vaso, tenemos ganas de tomar otro. (Nagusia, 96, Astigarraga).

Sidreía Zapiain Sagardotegia. Territorio de la Sidra Sidrería Saizar Sagardotegia: Situada a pocos minutos del centro de Usurbil y abierta todo el año, esta sidrería familiar es perfecta para albergar grupos numerosos que se concentran para degustar su famosa sidra que posee el certificado de calidad Eusko Label. Como curiosidad, al fondo de su restaurante, conserva como oro en paño las dos barricas más grandes de Euskadi. Cada una alberga 50 mil litros de sidra y sus nombres, Aitzgorri y Ernio, corresponden a dos de los montes más míticos de Guipúzcoa. (Kalezahar Auzoa, 39. Usurbil).

Menú de sidrería en Saizar Sagardotegia. Territorio de la Sidra Sidrería Rezola Sagardotegia: Muy auténtica y en un marco rústico y acogedor. Así es Rezola, una sidrería tradicional en la que se puede comer tanto sentado como de pie al tiempo que disfrutas de su sidra de primera calidad con sello Eusko Label. (Santiago Zeharra, 12. Astigarraga).

Sidras entre amigos. Sidrería Rezola Sagardotegia. Territorio de la Sidra

Eso sí, sea cual sea tu elección, procura ir con bastante apetito porque los menús que ofrecen son contundentes. Respecto a la cantidad de sidra que ingieras, eso es cosa tuya puesto que podrás acercarte a las kupelas cuantas veces quieras. Espera tu turno, pon tu vaso ligeramente inclinado para la sidra se rompa en espumas y aromas de manzana, y vuelve a la mesa. Hasta el próximo txotx, claro. Y recuerda, la temporada de sidrerías comienza en enero y concluye a mediados de mayo.

Celebrando el primer txotx en el Territorio de la Sidra Descubriendo el Territorio de la Sidra

Más allá de vivir en primera persona la gran fiesta del txotx, que por sí sola ya merece una escapada a estas tierras del nordeste guipuzcoano, el Territorio de la Sidra cuenta con una serie de atractivos que te recomiendo incluyas en tu agenda viajera:

Visita Sagardoetxea, el Museo de la Sidra Vasca de Astigarraga. Sin duda, el mejor lugar para profundizar en la cultura de la sidra ya sea recorriendo su manzanal, al tiempo que conoces los modos de recolección de las diferentes variedades de manzanas, su espacio museístico con audiovisuales y fotografías que nos hablan de esta tradición milenaria, o su centro de cata y degustación en el que podrás aprender todo lo necesitas saber para acudir a una sidrería como un vasco más.

Sagardoetxea, Museo de la Sidra Vasca. Astigarraga, Territorio de la Sidra El zizki se utiliza para recoger las manzanas una a una. Manzanal de Sagardoetxea. Territorio de la Sidra Explora Santiagomendiko Sagardo Bidea. Esta ruta temática está dividida en ocho estaciones con paneles de información, narraciones de audio y juegos que de una manera didáctica nos acercan a la historia de los caseríos de Santiagomendi y de Astigarraga mientras recorremos uno de los puntos más emblemáticos del Camino de Santiago a su paso por Guipúzcoa. No olvides detenerte a los pies de la ermita de Santiagomendi. Las vistas de San Sebastián que desde allí que se divisan son espectaculares.

Ruta temática Santiagomendiko Sagardo Bidea. Territorio de la Sidra Vistas de San Sebastián desde la ermita de Santiagomendi. Territorio de la Sidra Callejea por Hernani y ríndete ante sus deliciosos pintxos. No podrás decir que conoces el Territorio de la Sidra si no dejas que tus pasos te lleven hasta Hernani, una localidad situada a 10 km de la capital guipuzcoana que combina su faceta industrial con un precio casco antiguo calificado como conjunto monumental en el que destacan la iglesia de San Juan Bautista, la Casa Consistorial, la Torre de los Gentiles y la antigua Plaza Mayor. Para acabar de tentarte, debes saber que los bares y tascas de esta villa son famosos por la calidad de sus pintxos. ¿Un par de sugerencias? La taberna Txilibita y el bar Rufino.

Iglesia de San Juan Bautista. Casco viejo monumental de Hernani. Territorio de la Sidra De pintxos por Hernani. Territorio de la Sidra Acércate a San Sebastián. Si aún no la conoces, por obligación, y si ya has estado, por el puro placer de plantarte de nuevo frente a la playa de La Concha, probablemente el arenal más bonito de la cornisa cantábrica. Siente la fuerza del Peine del Viento, sube al Monte Igueldo a bordo del funicular más antiguo de Euskadi, piérdete por las estrechas y animadas calles de Lo Viejo, por su zona romántica con el dúo inseparable que forman el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia… Déjate enamorar por su apabullante encanto y conviértete en uno más de sus fieles admiradores.

San Sebastián desde el Monte Igueldo

Si tras leer mi experiencia, he conseguido, como espero y deseo, despertar tu interés por conocer, vivir y sentir la magia de este rincón guipuzcoano donde la sidra es la gran protagonista, objetivo cumplido. Nos vemos en Sagardoaren Lurraldea, el Territorio de la Sidra.

Nota: Este artículo, que refleja de modo independiente mi experiencia en el Territorio de la Sidra, forma parte del blogtrip #sagardoberria promovido por Blog on Brands en colaboración con Sagardoaren Lurraldea y Euskadi Gastronomika.

San Sebastián en clave de cine. 7 tomas para descubrir la ciudad

San Sebastián en clave de cine. 7 tomas para descubrir la ciudad

San Sebastián no es Madrid ni Barcelona. Ni falta que le hace. Le basta y le sobra con saberse la dama del norte. La chica guapa del baile, la que recibe todas las flores y deja a su paso una hilera de admiradores que matan por un guiño suyo. Por sentir el abrazo de su bahía, por una caricia en forma de ola, por un beso gourmet. Para plasmar su apabullante encanto he buscado un hilo conductor que fusiona mis dos grandes aficiones: viajar y el séptimo arte. El resultado lo tienes a continuación. Si Alfred Hitchcock se paseó por su Festival Internacional de Cine para presentar Con la muerte en los talones y Vértigo, Coppola, Llueve sobre mi corazón, y Fellini, Las noches de Cabiria, yo te presento San Sebastián en clave de cine.

El Peine del Viento de Eduardo Chillida. San Sebastián

Si tuviera que lanzarle un piropo a la capital guipuzcoana, le diría que es una ciudad tremendamente fotogénica. El paraíso para cualquier técnico en localizaciones. Y es que, por mucho que se empeñen en colocar la alfombra roja en el Kursaal, su impagable plató está a cielo abierto y delimitado por el Cantábrico.

Toma 1. Playa de La Concha, Ondarreta, Isla de Santa Clara y Zurriola

Dicen que La Concha es el arenal más bonito de la cornisa cantábrica y una de las mejores playas urbanas del mundo. Para mí es un kilómetro y medio de puro glamour, que aparece y desaparece a merced de la marea, enmarcado en la bahía y flanqueado por un paseo que cualquier ciudad desearía tener. Todos sus compañeros de reparto rezuman elegancia: sus delicadas farolas que dan forma al Premio Donostia, los distinguidos edificios que la contemplan y, sobre todo, su preciosa barandilla que nunca te cansarías de fotografiar. Imagina a Audrey Hepburn apoyada sobre ella con su mirada perdida en el mar y dime si no es un escenario de película, amenace lluvia o haga sol.

Paseo y playa de La Concha. San Sebastian

Playa de La Concha. San Sebastián

Centro Talaso-Sport La Perla. Playa de La Concha. San Sebastián

Farola del Paseo de la Concha. San Sebastián

Aunque se acuse a La Concha de copar todos los planos, no es la única playa de San Sebastián. Hay tres más, cada una con su propia personalidad y su público. Su vecina más inmediata es Ondarreta, que se extiende desde la falda del Monte Igueldo hasta el Palacio de Miramar, donde la reina María Cristina fijó la residencia veraniega de la corte. A pesar de ser bastante más pequeña que La Concha, es la más popular entre las familias donostiarras que acuden aquí a jugar al volley, al fútbol o las palas. Su imagen, salpicada por la silueta de sus tradicionales casetas -en las que aún se cambian los bañistas más pudorosos-, está inevitablemente ligada a la Isla de Santa Clara que, a su vez, cuenta con una pequeña playa con espectaculares vistas a la ciudad.

Playa de Ondarreta desde el Paseo Eduardo Chillida. San Sebastián

Playa de Ondarreta. San Sebastián

Familia jugando en la playa de Ondarreta. San Sebastián

Isla de Santa Clara desde el paseo marítimo. San Sebastián

Al este de la desembocadura del río Urumea, en pleno barrio de Gros, se encuentra Zurriola, una de las playas con más oleaje de la costa cantábrica. Territorio de expertos surfistas y de aficionados que acuden a sus escuelas para aprender a cazar la ola perfecta a la sombra de las dos rocas varadas frente al mar que ideó Rafael Moneo, el Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal.

Kursaal y playa de Zurriola. San Sebastián

Escuela de surf en la playa de Zurriola. San Sebastián

¿La conexión de este atractivo litoral con el cine? El entorno natural de San Sebastián ha sido tradicionalmente un filón para rodar películas. El año pasado, sin ir más lejos, la ciudad atrajo 86 rodajes. Centrándonos en sus arenales, te pondré varios ejemplos. La playa de La Concha fue el telón de fondo en el que Marlene Dietrich y Gary Cooper desataron su Deseo allá por los 40, también se dejó ver en El cantor de México, y más recientemente en la ópera prima de Fernando Franco La Herida. La playa de Ondarreta aparece en Hoy como ayer y Zurriola en el largometraje indio Shivaji.

Toma 2. El Peine del viento

Nuestro segundo escenario nos lleva al final de Bahía de La Concha para descubrir tres esculturas de hierro, aferradas a las rocas, que llevan resistiendo los envites del Cantábrico desde 1977, el Peine del Viento. Este conjunto escultórico es la materialización del sueño adolescente de Eduardo Chillida, un chaval que hacía novillos los días de temporal para venir hasta aquí y quedarse ensimismado viendo cómo las olas penetraban en San Sebastián por la falda del monte Igueldo. Su anhelo era lograr que «el viento entrase peinado a la ciudad» y así bautizó esta obra que el tiempo convirtió en un símbolo.

Peine del Viento. San Sebastián

Encontrar el mejor encuadre y el mejor momento del día para inmortalizar este finisterre donostiarra no es fácil. Demasiada magia junta, demasiados cambios de luz, demasiados ángulos posibles, demasiadas sensaciones. El viento, las rocas del acantilado, el hierro, una niña jugando con los respiraderos que permiten a las olas seguir su curso, una pareja de enamorados… No imagino cuántos storyboards se podrían dibujar en un entorno como éste.

Confesiones en el Peine del Viento. San Sebastián

Jugando con los respiraderos. Peine del Viento. San Sebastián

Toma 3. El Monte Igueldo

Subir al Monte Igueldo supone protagonizar un flashback en toda regla que nos transporta al San Sebastián de 1912. Lo coronaremos a bordo de un viejo funicular rojo -el más antiguo de Euskadi- que aún conserva su carrocería de madera original. En tres minutos nos dejará en el centenario parque de atracciones. Fantasea conmigo de nuevo. Fíjate en su Montaña Suiza -que no rusa-, en las casetas de feria, en el carrusel, y visualiza todo el conjunto en blanco y negro. ¿Eres capaz de imaginar a la reina María Cristina inaugurándolo rodeada de la alta sociedad donostiarra? Yo sí y por eso, más que trasnochado y decadente, lo encuentro cargado de solera y seductoramente nostálgico.

Funicular de San Sebastián

Caseta del parque de atracciones de San Sebastián

Tras este ejercicio de divagación temporal, vuelve al color y prepárate para rodar una espectacular panorámica que recoge toda la fuerza de la bahía con la isla de Santa Clara y la impresionante silueta del otro guardián de la ciudad, el Monte Urgull. Será muda porque te dejará sin habla.

San Sebastián desde el Monte Igueldo

El Monte Igueldo y el mar. San Sebastián

Anotación al pie: Si quieres hacer un alto en la camino, pásate por su terraza self service. Toma algo, olvídate del mapa y del reloj, y disfruta. Estás en San Sebastián.

Cafetería en el Monte Igueldo. San Sebastián

Toma 4. Lo Viejo

El centro histórico de San Sebastián, más conocido como Lo Viejo, es donde se tejen y se desarrollan los mejores guiones. Basta pasear por sus estrechas y bulliciosas calles, encajadas entre el puerto y la desembocadura del río Urumea, para comprobar que aquí se cuecen todo tipo de historias que nos hablan del pasado y del presente de la ciudad.

Paseando por Lo Viejo. San Sebastián

La mayoría llegamos a esta zona atraídos por la fama de sus pintxos, esas pequeñas obras de arte en miniatura que copan las barras de sus bares y que fusionan tradición y vanguardia a partes iguales. Es un buen planteamiento que mejora si, además, nos ponemos en la piel de un enamorado de la cocina vasca como era Orson Welles. Eso sí, que impere la calma porque la oferta parece no tener fin en calles como Fermín Calbetón, 31 de Agosto, Pescadería o la Mayor. Si nos sabes por dónde empezar, puedes consultar la ruta de pintxos que elaboré hace poco. Una osadía, lo sé, pero cada vez que la releo mis papilas gustativas me recuerdan que debo volver.

Si tu cartera te lo permite, no olvides que además de las del firmamento y de las que desfilan alrededor del Festival de Cine, San Sebastián atesora otras igual de apreciadas: las estrellas que reconocen la labor de chefs como Arzak, Berasategui o Subijana, entre otros. 16 estrellas Michelín nada menos.

Casa Vergara. San Sebastián

Recorriendo Lo Viejo, te toparás inevitablemente con la Plaza de La Constitución, cuyos coloridos balcones numerados nos hablan de su pasado como plaza de toros, y con dos de sus templos más importantes: la Basílica de Santa María del Coro -patrona de la ciudad- y la Iglesia San Vicente, su templo más antiguo.

Plaza de la Constitución. San Sebastián

Homenaje a la población civil tras el incendio de 1813. San Sebastián

Basílica de Santa María del Coro. San Sebastián

En esta zona también se encuentra el Museo San Telmo y el renovado mercado de La Bretxa, llamado así por ser el lugar que eligieron las tropas inglesas para iniciar el asalto a la ciudad en 1813. Este asedio fue una auténtica película de terror para la ciudad ya que un desolador incendio arrasó Lo Viejo casi por completo. Hoy en día aquí acuden los grandes cocineros en busca de las mejores materias primas y también los tenderos que ofrecen sus productos traídos directamente de la huerta.

Mercado tradicional de La Bretxa. San Sebastián

Toma 5. El Puerto

Por sus dimensiones podría parecer que el puerto no es más que un actor secundario de San Sebastián. Nada más lejos de la realidad. Es pequeñito, sí, pero absolutamente encantador. Protegido bajo la ladera rocosa del Urgull y a los pies de la estatua del Sagrado Corazón, da cobijo a barcos de pesca y de recreo que ofrecen paseos por la bahía, a sencillas casas blancas de pescadores, a restaurantes de pescado y marisco y a viejos marineros que añoran volver a faenar. También acoge el Aquarium -uno de los más modernos de Europa- y el Museo Naval que muestra la ancestral relación de los vascos con el mar.

Puerto de San Sebastián

Museo Naval. San Sebastián

Paseando por el puerto de San Sebastián

Aquarium de San Sebastián

Barcas en el puerto. San Sebastián

Anotación al pie: Si quieres sentir la fuerza del Cantábrico, toma el Paseo Nuevo que bordea el Monte Urgull desde el Puerto. Y si buscas un espacio cargado de romanticismo, acércate al Cementerio de los Ingleses, en la ladera norte del monte. ¿Otra opción? El Castillo de la Mota, testigo de las guerras que han sufrido los donostiarras a lo largo de la historia.

Toma 6. Del Boulevard al parque de Araba

Este recorrido por los principales escenarios de San Sebastián quedaría incompleto sin mencionar el conjunto urbano que discurre a lo largo del Ensanche, diseñado a mediados del XIX tras el derribo de la muralla. Es lo que se conoce como área romántica, una zona que comienza en el Boulevard y que nos lleva a descubrir algunos de los rincones con más solera de la ciudad sin apenas cruzarnos con construcciones modernas. Como el actual Ayuntamiento que nació con vocación de Gran Casino y que vio desfilar a la flor y nata local de la Belle Époque donostiarra entre sus ruletas. O como la Plaza de Gipuzkoa, la Catedral del Buen Pastor o la calle Prim, con sus distinguidas fachadas y portales modernistas de principios del siglo XX.

Ayuntamiento y monumento en memoria de las víctimas del terrorismo y la violencia. Jardines de Alderdi Eder. San Sebastián

Vista de la Catedral del Buen Pastor desde la calle Loiola. San Sebastián

Elegantes fachadas como ésta jalonan la calle Prim. San Sebastián

Pero para escenario elegante y sereno el que envuelve el Urumea, con sus románticos puentes, su Paseo del Árbol de Gernika y, sobre todo, abrazando a la pareja más cinematográfica de la ciudad: el dúo inseparable que forman el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia. Un plató de brutal belleza por el que han desfilado y desfilan los grandes del cine: Audrey Hepburn, Coppola, Lana Turner, Al Pacino, Robert de Niro, Almodóvar, Tarantino… Aún recuerdo la imagen de La Loba recogiendo el Premio Donostia en el escenario del Victoria Eugenia. Vestida de negro, fumando y muy enferma, pero tan Bette Davis como siempre. El cine y San Sebastián. Donostia y el séptimo arte.

Hotel María Cristina y Teatro Victoria Eugenia. San Sebastián

Estatua homenaje al Almirante Oquendo. San Sebastián

No olvido la otra sede del Festival Internacional de Cine, el Kursaal. Me puede gustar su estampa en forma de cubos que se enfrentan al mar pero no juega en la misma liga porque no deja de ser un principiante al lado de ambos. Le falta el encanto y la magia de un pasado centenario.

Anotación al pie para cinéfilos: Para tomarte algo rodeado de todas las estrellas que han pasado por la ciudad, el Café Oquendo, y para dormir sintiéndote una de ellas, el Hotel Astoria7.

Toma 7. Los protagonistas y su banda sonora

Por mucha belleza que ostente, San Sebastián no sería lo que es sin su paisanaje. Un casting de primera formado por gente que se muestra amable con los de fuera, cercana y con un sentido del humor muy peculiar, muy del norte. ¿El resultado? Consiguen que los cameos, o lo que es lo mismo, los más de 450.000 visitantes que recibe cada año, se marchen pensando en volver. ¿Y su banda sonora? San Sebastián suena a viento, a oleaje, a tintineo de vasos y platos en sus bares de pintxos, a risas contagiosas, a saludos a voz en grito y a silencios.

Parque de Araba. San Sebastián

Aquí concluye mi rodaje en esta ciudad única que nació para ser admirada. Llega el momento de despedirse de los actores y de los escenarios, apagar las cámaras, guardar los focos y la claqueta. Llega el momento de que seas tú quien se lance a escribir su propio guión en San Sebastián.

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Títulos de crédito: Si quieres exprimir al máximo tu estancia en la ciudad, hazte con la San Sebastián Card, una tarjeta turística que podrás utilizar en el transporte público y que te permitirá obtener importantes descuentos en museos, restaurantes y comercios. Puedes comprarla en las oficinas de San Sebastián Turismo.

Postales de Pasaia: Pasai Donibane, San Pedro, Victor Hugo y un chicharro en la bocana

Postales de Pasaia: Pasai Donibane, San Pedro, Victor Hugo y un chicharro en la bocana

El suave abrazo de la brisa del Cantábrico, esa paleta de verdes que solo se da en las montañas del norte, túneles, pasadizos y calles en los que el sol apenas logra colarse, piedras que evocan un tiempo no tan lejano, el legado de Victor Hugo, el tiempo y la mirada detenidos en su bahía, el afrutado sabor de un txacolí en mis labios, paz… Un soplo de buena vida. Estos son los recuerdos que guardo de Pasaia, un retazo de la costa guipuzcoana que si logró encandilar al genio del romanticismo francés, imagina lo que hizo conmigo.

Vista de Pasai Donibane con la Basílica del Santo Cristo de Bonanza a la izquierda. Pasaia

A diferencia de Victor Hugo yo no me topé con Pasaia por casualidad. Fui a buscarla una soleada mañana de junio cuando mis sentidos todavía estaban embotados por la magia de su vecina más ilustre, Donostia. Llegué tarde a la cita, a la hora de comer, y dejé por el camino Pasai Antxo y Trintxerpe, los dos distritos que junto a Pasai Donibane y Pasai San Pedro conforman el municipio de Pasaia.

Qué ver en Pasaia

Pasadas las dos de la tarde, el casco histórico de Pasai Donibane parecía reservado para mí. Solitario, silencioso, encantador. Apenas me encontré con un puñado de pasaitarras mientras recorría la Donibane Kalea o, como la llamaba el autor de Los Miserables, «la calle única, esa que siempre te lleva a donde quieras ir».

Realmente es así. Esta adoquinada y angosta vía, encajada a presión entre el mar y la ladera del monte, atraviesa el corazón de este pueblo vertebrando con acierto una hermosa combinación de arquitectura popular, religiosa y señorial. Fachadas de sillería, entramados de ladrillo, aleros de piedra tallada, subidas, bajadas… Y arcos que sostienen las casas-puente y que permitieron, allá por el siglo XVIII, que esta calle siguiera su curso sin tener que remontar las escaleras que conducen hasta la ermita de Santa Ana desde donde, por cierto, se divisa una impresionante panorámica que domina toda la bahía.

Donibane Kalea. Pasai Donibane. Pasaia

Pasai Donibane fue durante varios siglos un barrio de Hondarribia. Pasaia

Pasadizos del casco histórico de Pasai Donibane. Pasaia

Una calle que solo se permite respirar cuando desemboca en la marinera y pintoresca Plaza de Santiago. Un espacio rectangular, flanqueado por una larga fila de casas estrechas y altas -entre ellas la antigua Casa Consistorial- que se diría están empotradas en el monte y cuyos balcones corridos miran al mar.

Plaza de Santiago. Pasai Donibane. Pasaia

Pasaitarra en la Plaza de Santiago. Pasai Donibane. Pasaia

Me fijé en todos estos detalles más tarde. A esa hora se imponía hacer un alto en el camino y localizar un buen local para contentar a un paladar que en solo tres días se había rendido por completo a los placeres de la gastronomía vasca. Así pues, puse en práctica un recurso que nunca falla: preguntar a los del terreno. ¿Pescado a la parrilla? «Sigue esta misma calle hasta el final y llegarás al Alabortza. No tiene pérdida.»

No me dieron más datos y tampoco los pedí. Poco a poco fui dejando atrás las últimas casas. El Arco y la Basílica del Santo Cristo de la Bonanza, donde antaño las tripulaciones ofrecían misas para obtener el favor del santo y propiciar una venturosa navegación, las ruinas del Castillo de Santa Isabel, construido en 1621 para proteger el puerto de Pasaia… Tras sobrepasar el último pasadizo, el entorno cambió. Había llegado al Paseo de Bonanza, más conocido como Paseo de Puntas, una preciosa senda que discurre paralela al mar hasta alcanzar la bocana del puerto. La calma, el Cantábrico a mis pies y una vez más el verdor del norte. Pero, ¿y el restaurante?

Callejeando por Pasai Donibane. Pasaia

Paseo de Puntas. Pasai Donibane. Pasaia

Paseo de Puntas. Al fondo, Albaola, la Factoría Marítima Vasca. Pasaia

El restaurante, al que se llega tras una suave caminata de unos 15 minutos desde la Plaza de Santiago, no era tal. Era una sencilla kantina, con un par de mesas corridas de madera y una terracita con vistas de escándalo. Chicharro a la brasa, sardinas y el mejor aliado: una botella de txacolí de Getaria. Para qué más. Una deliciosa comida, preparada con buena mano y enmarcada allí donde la bahía se hace mar, en un maravilloso antojo de la Comarca de Oarsoaldea que durante un buen rato fue solo mío. Uno de esos lujos que el azar cruza en tu camino y que se instalan por méritos propios en tu memoria.

Kantina Alabortza. Pasai Donibane. Pasaia

Terraza de la Kantina Alabortza. Pasai Donibane. Pasaia

Preparando el chicharro. Kantina Alabortza. Pasai Donibane. Pasaia

Chicharro, sardinas y txacolí de Getaria en la Kantina Alabortza. Pasai Donibane. Pasaia

Aunque me costó horrores despedirme de la Kantina Alabortza, mi camino debía continuar y tocaba deshacer lo andando. Quería recorrer las dependencias de la casa donde se alojó Víctor Hugo durante su estancia en Pasaia. En una de las paredes pude leer: «Cuando dormitamos a la orilla del mar, todo mece y acaricia el oído, el ruido del viento sobre las olas, el ruido de las olas sobre las rocas. Oímos, a través de nuestros sueños, los lejanos cantos de los marinos». Y es que desde las balconadas de cualquiera de sus tres plantas se ve la bahía que inspiró los textos y grabados que este escritor galo ideó en el verano de 1843.

Casa de Victor Hugo. Pasai Donibane. Pasaia

Busto y habitación de Victor Hugo. Pasai Donibane. Pasaia

Estaba de viaje por la zona occidental de los Pirineos, paseando por el monte Ulia y llegó, sin apenas darse cuenta, hasta San Pedro. En aquellos días, las bateleras eran las que se encargaban de transportar a los viajeros en sus botes a remo de una orilla a otra de la bahía, un oficio característico de Pasaia que tiene su homenaje en forma de escultura de metal frente al Palacio Villaviciosa. Tomó una de estas embarcaciones, llegó a Pasai Donibane y el resto es una historia de vivencias y escritos que podemos conocer a través de la exposición «Víctor Hugo, viaje a la memoria”. Su idilio con Pasaia quedó reflejo en su obra en numerosas ocasiones. De todas las palabras que vertió en su honor, me que quedo con éstas: «un pequeño edén resplandeciente…, más célebre si estuviera en Italia».

Palacio Villaviciosa. Pasai Donibane. Pasaia

Homenaje a las bateleras. Pasai Donibane. Pasaia

Tras visitar la casa museo de Victor Hugo, que alberga además la Oficina de Turismo, descubrí otros rincones de su singular caso urbano como la iglesia parroquial de San Juan Bautista, el palacio Arizabalo -actual ayuntamiento-, la Casa Miranda y el Humilladero de la Piedad, frente al que se halla el embarcadero que nos permite salvar ese estrecho brazo de mar que se empeña en separar a los pasaitarras.

Una casa y una barca. Pasai Donibane. Pasaia

Iglesia Parroquial de San Juan Bautista. Pasai Donibane. Pasaia

Casa Miranda. Pasai Donibane. Pasaia

Hoy en día ya no hay bateleras pero sí una lancha motora que une por mar Pasai Donibane con Pasai San Pedro en un par de minutos (0,70€). También se puede acceder por carretera vía Lezo, Pasai Antxo y Trintxerpe, pero si tienes alma marinera, acabarás surcando las aguas de esta ensenada que alberga el puerto comercial más importante de Guipúzcoa.

Travesía a Pasai San Pedro. Pasaia

Pasai Donibane desde Pasai San Pedro. A la derecha, ermita de Santa Ana

Ya en la orilla sanjuandarra, en el que durante varios siglos fue un barrio más de Donostia, salió a mi encuentro otro bonito casco viejo. Un interesante conjunto arquitectónico, con viviendas que hablan del esplendor de otros siglos, como la casa natal del ilustre almirante Blas de Lezo -el héroe que humilló a la armada inglesa en 1741- o la casa de los Ferrer. La cofradía de pescadores, el muelle y la flota pesquera me envolvieron en el ambiente marinero de este pueblo que cuenta con un atunero tradicional reconvertido en buque escuela. Es el Mater, un barco clásico del Cantábrico que, tras su periplo pesquero, se ha reconvertido en un museo flotante sobre la pesca artesanal. Su gestión correo a cargo de Itsas Gela, una asociación sin ánimo de lucro que desde 2001 desarrolla programas de difusión, conservación e investigación del patrimonio marítimo en Pasaia y que además realiza visitas guiadas a la bahía por mar y por tierra.

Barco Museo Mater. Pasai San Pedro. Pasaia

Casco histórico de Pasai San Pedro. Pasaia

Callejeando por Pasai San Pedro. Pasaia

Si se quiere continuar navegando por la historia, se pueden visitar las instalaciones de Albaola, La Factoría Marítima Vasca (Ondartxo Ibilbidea, 1). Aunque la construcción de embarcaciones históricas es su labor principal, también realizan actividades para dar a conocer el pasado marítimo de Euskadi como clases de navegación, representaciones teatrales, experiencias lúdicas para los más pequeños o talleres de modelismo. Una última recomendación: no dejes San Pedro sin acercarte a conocer un faro con ínfulas de castillo, el faro de la Plata. Muchos peregrinos del Camino de Santiago se desvían de su ruta para no perderse las vistas desde la cima del acantilado sobre el que se alza. Otros viajeros, como hiciera en su día Victor Hugo, toman el sendero GR-121 que conduce a Donostia.

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Cierro los ojos y soy capaz de volver ahora mismo a este paisaje esculpido a golpe de mar y. abrigado por los montes Jaizkibel y Ulia. Su sosegado ambiente, el paseo por sus callejuelas, la fugaz travesía por la bahía, sus casas palaciegas… Si he conseguido recrear solo una pequeña parte de lo bien que me sentí en este rincón guipuzcoano, objetivo cumplido.

Más información: Oficina de Turismo. Casa Victor Hugo. Donibane Kalea, 63. Pasai Donibane.

Qué ver en Lekeitio, visitas y experiencias imprescindibles

Qué ver en Lekeitio, visitas y experiencias imprescindibles

Lekeitio es una villa marinera situada en la comarca de Lea-Artibai donde la naturaleza, la historia y sus gentes se han confabulado para crear uno de los rincones más hermosos de la costa vizcaína. Yo caí absolutamente rendida a sus encantos en mi último viaje a Euskadi y por eso te lanzo estas 10 propuestas para que tú también te enamores de Lekeitio.

Panoramica de Lekeitio
Panorámica de Lekeitio

Qué ver en Lekeitio

Voy a hablarte de su casco antiguo, de sus playas, de sus tradiciones y de los enclaves únicos de este pueblo que mira de frente al Cantábrico con elegancia, sin olvidar ni por un instante su estrecha vinculación con la pesca y el mar. O lo que es lo mismo, si quieres saber qué ver en Lekeitio, sigue leyendo.

El puerto y los arrantzales

Una de las visitas imprescindibles para tomarle el pulso a esta villa marinera, es en el puerto. Aunque ya no alberga una gran flota pesquera como en el pasado, mantiene intacto su encanto con sus coloridas barcas de pesca que contrastan con las modernas embarcaciones de recreo.

Puerto de Lekeitio
Puerto de Lekeitio
Vendedora de pescado
Vendedora de pescado

Cualquier momento es bueno para recorrerlo e impregnarte de la atmósfera que se respira. El olor a mar, el viento, el rumor del agua… Podrás ver cómo los pescadores (arrantzales) descargan sus capturas y reparan las redes, a orgullosas vendedoras que exhiben sus mercancías, los balcones de madera que se asoman al Cantábrico. Y disfrutar de preciosas vistas en el rompeolas a mar abierto de La Tala.

Hablando de vistas, no olvides acercarte a la ermita de San Juan. La panorámica que desde allí se contempla abarca toda la costa.

Pescadores faenando en el puerto de Lekeitio
Pescadores faenando en el puerto de Lekeitio
La Tala de Lekeitio
La Tala de Lekeitio

Casco antiguo de Lekeitio

Otra de las piezas que hacen de Lekeito un atractivo destino es su encantador casco antiguo de trazado medieval. Recorrer su empedradas calles supone revivir el pasado pesquero y artesano de esta villa entre casonas, palacios, iglesias, torres y conventos.

La calle principal del barrio de pescadores es la Arranegi Kalea donde comparten espacio un buen número de palacios blasonados con modestas casas de pescadores. Detente en la plazuela de Arranegi para contemplar la Upa-Etxea, ejemplo de casa señorial barroca, y un poco más adelante en la calle Ezpeleta para ver el monumental edificio de estilo neoclásico de la antigua Cofradía de Pescadores de San Pedro.

Plazuela de Arranegi. Lekeitio
Plazuela de Arranegi
Casa señorial Upa-Etxea. Lekeitio
Casa señorial Upa-Etxea

La Gamarra enparantza es el punto de encuentro de estos dos barrios históricos. Muy cerca se encuentra el Ayuntamiento que con sus amplias balconadas y su noble fachada representa un bonito ejemplo de las casas consistoriales barrocas de Esukadi. Junto a él está el precioso Palacio de Oxangoiti, hoy reconvertido en hotel. Desde el punto de vista arquitectónico también destacan otros palacios como el Uriarte, Abaroa y Urribarria, los restos de la muralla medieval y la Torre Turpin, una de las residencias más antiguas y mejor conservadas de la época de los Reyes Católicos. Si quieres conocer más detalles del casco histórico de Lekeitio, acércate a la Oficina de Turismo y hazte con una audioguía (3€).

Casa Consistorial de Lekeitio
Casa Consistorial de Lekeitio
Palacio de Uriarte. Lekeitio
Palacio de Uriarte
Torre Turpin. Lekeitio
Torre Turpin

Basílica de la Asunción de Santa María

Quizá te sorprenda que un pueblo de poco más de siete mil habitantes tenga una iglesia como la Basílica de la Asunción de Santa María. Desde el exterior, este bello ejemplo del gótico tardío vasco parece un catedral, con arbotantes, gárgolas y contrafuertes rematados por pináculos.

Basilica de la Asuncion de Santa Maria. Que ver en Lekeitio
Portada occidental de la Basílica de la Asunción de Santa María

En su interior custodia un impresionante retablo de estilo gótico-flamenco, policromado y bañado en oro. Es el tercero más grande de España, tras los de Sevilla y Toledo. No dudes en gastarte un euro en iluminarlo porque solo así podrás apreciar todos los detalles de esta obra de arte: la imaginería de los paneles, las 70 imágenes de los nichos y columnas, la detallada filigrana de los baldaquinos… Y presidiendo todo el conjunto, una Andra Mari (Virgen María) inspirada en la imagen de Nuestra Señora de la Antigua, titular de la parroquia.

Retablo de la Basilica de la Asuncion de Santa Maria. Lekeitio
Retablo de la Basílica de la Asunción de Santa María

Otros ejemplos de arquitectura religiosa son el Convento de Santo Domingo y la iglesia barroca de San José que alberga un precioso sepulcro donde descansan los restos mortales de José Javier de Uribarren, gran benefactor de Lekeitio, y de su esposa.

Las playas de Lekeitio

No es casualidad que la reina Isabel II, la emperatriz austro-húngara Zita y otras figuras de la aristocracia y burguesía centroeuropea eligieran el Lekeitio del siglo XIX para sus días de veraneo. Su tranquilidad, sus paisajes y sus playas bastaron para cautivarlos.

Hoy en día, el litoral de Lekeitio sigue siendo uno de sus grandes atractivos. Una franja costera que crece y mengua siguiendo los dictados de la marea y que en la desembocadura del río Lea se materializa en las playas de Isuntza y Karraspio. Tanto Isuntza, situada en el mismo casco urbano, como Karraspio, que pertenece al municipio de Mendexa, cuentan con todo tipo de servicios y son accesibles para personas con movilidad reducida.

Lekeitio desde la playa de Isuntza
Lekeitio desde la playa de Isuntza
Playas adaptadas de Lekeitio
Playas adaptadas de Lekeitio
Playa de Karraspio. Que ver Lekeitio
Playa de Karraspio

Cuando la marea está baja y el Lea se retira, aparece una tercera playa, la Salvaje. Un espacio más íntimo, rodeado de naturaleza y enmarcado con unas vistas magníficas. Sin duda, la del río Lea es una de las desembocaduras más hermosas que he visto nunca.

Desembocadura del rio Lea. Lekeitio
Desembocadura del río Lea

La isla de Garraitz

La isla de Garraitz, situada en la pequeña bahía que el Cantábrico forma frente a la playa de Isuntza, es la pincelada final que hace de Lekeito una villa de postal. También conocida como isla de San Nicolás, este risco cubierto por pino marítimo se utilizó en su día para aislar a los enfermos de lepra y proteger así al resto de la población.

Isla de Garraitz. Lekeitio
Isla de Garraitz
Vista de la Isla de Garraitz desde la carretera. Lekeitio
Vista de la Isla de Garraitz desde la carretera

Solo se puede acceder a la isla en marea baja por la arena o por el malecón, que, por cierto, resbala muchísimo. ¿La recompensa al llegar a la cima? Un espléndido mirador que te permitirá contemplar la belleza de Lekeito desde otra perspectiva. Eso sí, estate atento a las fases de la marea no vaya a ser que te quedes encerrado en ella.

Los mejores bares de pintxos y restaurantes de Lekeitio

Como en toda la costa vasca, comer en Lekeitio es un lujo. Aquí encontrarás buenos bares de pintxos y restaurantes con todo tipo de tentaciones surgidas de los fogones lekeitiarras, entre las que destacan los pescados y mariscos que entran a diario desde el puerto. ¿Algunas sugerencias? Prueba los famosos txipis del bar Erkiaga (Uribarren Kalea), las raciones de la taberna Lumentza (Buenaventura Zapirain, 3), o cualquiera de los pintxos que sirven en el Gallo (Igualdegi Kalea, 2) o en el Txalaparta (San Kristobal Enparantza). Si buscas una carta tradicional, puedes dejarte caer por el restaurante Aroa, un pequeño y agradable local situado en el nº 6 de la calle Gamarra.

Comer en Lekeitio
Comer en Lekeitio

Otra buena opción, sobre todo para cenar, es en el muelle Taxtxo donde desfilan una decena de restaurantes y mesones especializados en su mayoría en productos del mar. Conseguir mesa en sus terrazas no es tarea fácil pero vale la pena para disfrutar del ambiente del puerto bajo la luz de la luna. Si quieres tomarte un café o una copa con vistas a la bahía, acude al pub Talako. Está situado justo encima de la Cofradía de Pescadores San Pedro (Txatxo Kaia, 5).

Restaurantes y tabernas del puerto de Lekeitio
Restaurantes y tabernas del puerto de Lekeitio

Faro de Santa Catalina

Sería imperdonable abandonar esta villa sin pasar por el Faro de San Catalina. Este centinela del Cantábrico, que lleva vigilando sus costas desde 1862, es el primer faro visitable de Euskadi. En sus instalaciones se encuentra el Centro de Interpretación de la Tecnología de la Navegación, una visita muy recomendable, sobre todo si viajas con niños, ya que conocerán  las técnicas de navegación e incluso podrán realizar un viaje virtual en barco desde Lekeitio hacía el Elantxobe.

Faro de Santa Catalina. Que ver en Lekeitio
Faro de Santa Catalina
Vistas desde el Faro de Santa Catalina. Lekeitio
Vistas desde el Faro de Santa Catalina

Junto al faro está la Ermita de Santa Catalina y la atalaya del monte Otoio con unas vistas espectaculares de los acantilados de este pedacito de costa vizcaína. Quédate a ver la puesta de sol, otea el horizonte y ponte en la piel de un atalayero que espera paciente la llegada de las ballenas.

Las regatas de traineras

Las regatas de traineras forman parte de la cultura y de la tradición vasca. Pero, ¿conoces el origen de este deporte? La invención de la trainera, allá por 1750, supuso una revolución para los pescadores que se lanzaban al mar en busca de los mejores caladeros ya que la rapidez y agilidad de esta embarcación les permitía llegar antes a puerto y, por tanto, el precio de sus capturas, al ser las más frescas, aumentaba en las lonjas. De esta forma nacieron las primeras competiciones de traineras que con la aparición de los barcos de vapor dejaron de ser una pugna económica para convertirse en desafíos deportivos en los que se retan los equipos de las localidades costeras. El de Lekeitio es el equipo del Club de remo Isuntza.

Club de remo Isuntza
Club de remo Isuntza
El equipo del Club de remo Isuntza dispuesto a entrenar. Lekeitio
El equipo del Club de remo Isuntza dispuesto a entrenar

Vivir los San Pedros

Si visitas Lekeitio a finales de junio, tendrás la oportunidad de vivir los San Pedros, una fiesta que pone de manifiesto el interés de esta villa por mantener vivas sus tradiciones más arraigadas. Su día grande es el 29, festividad de San Pedro, el patrón de los pescadores.

Lekeitio durante los San Pedros
Lekeitio durante los San Pedros

No te sorprendas si a las 7 de la mañana oyes unas voces que llegan de la calle. Son las Dei eittekuak  o llamadoras, un grupo de mujeres que rememoran cómo antaño se despertaba a los marineros para que se preparan para salir a faenar, al grito de Gora jaugoikuen ixenian (Arriba, en nombre del Señor). Tras este singular buenos días, disponte a camuflarte entre el paisanaje para no perderte los principales actos de esta jornada. Tal vez, tras ver las regatas de embarcaciones tradicionales en el puerto, tengas suerte y te topes, como yo, con un amable lekeitiarra entrado en años dispuesto a explicarte los entresijos de esta festividad y sus recuerdos del pasado de Lekeitio.

Regatas en el puerto de Lekeitio
Regatas en el puerto de Lekeitio

Él fue quien me relató el origen de la Kilin-Kala, una ceremonia que se lleva a cabo cuando la procesión de San Pedro llega a la altura del puerto donde se halla una hornacina con otra imagen del Santo. Oficialmente es un rito propiciatorio o interrogatorio en relación con la pesca, que consiste en inclinar la imagen de San Pedro hacia el agua varias veces. O lo que es lo mismo, en palabras de mi nuevo amigo vasco: «Aquí no nos andamos con tonterías y así le advertimos a San Pedro que, si no tenemos una buena temporada de pesca, al mar que va».

Procesion de San Pedro. Que ver en Lekeitio
Procesión de San Pedro

A continuación, presenciarás un baile único en todo Euskadi: la Kaxarranka. El origen de esta tradición se remonta al siglo XV. En aquellos tiempos, los miembros de la Cofradía de Pescadores elegían dos mayordomos para que cuidasen los libros de cuentas y repartieran las ganancias del año. Estas se guardaban en el arca sobre la que baila el danzante de la Kaxarranka, que demuestra una gran destreza ya que el arcón tiene poco más de 1 m2. Ocho marineros la sostienen sobre sus hombros.

El danzante frente a la imagen de San Pedro. Lekeitio.
El danzante frente a la imagen de San Pedro

¿Te has fijado en la indumentaria del danzante? Antiguamente su aspecto representaba a San Pedro, pero como el clero no estaba conforme, tras duros pleitos, se decidió adoptar una curiosa vestimenta civil: frac, camisa y pantalón blancos, chistera en la mano derecha y banderín rojo con las insignias de San Pedro en la izquierda.

La Kaxarranka. Que ver en Lekeitio
La Kaxarranka

Ni que decir tiene que el ambiente es increíble. La música, el gentío que inunda el arco de San Pedro, la emoción de los locales, la sorpresa de los turistas… Después, el baile se repite en varios puntos del pueblo entre ellos la Plaza de la Independencia (Independentzia enparantza), donde también se reviven danzas típicas como la Eguzki dantza, un baile dirigido por mujeres.

Txistularis. Lekeitio
Txistularis en Lekeitio
Bailes tipicos
Bailes típicos

Aviso para navegantes: Además de esta fiesta que rinde culto a su pasado y presente marinero, Lekeitio celebra a primeros de septiembre sus fiestas patronales, los San Antolines.

Conoce a sus gentes

Más allá de sus playas y de su precioso casco viejo se esconde el verdadero tesoro de Lekeito, sus gentes. Un pueblo que ama su tierra, que custodia sus tradiciones con celo y en el que prácticamente toda la población habla euskera. Los lekeitiarras llevan en sus genes la herencia de sus antepasados, pescadores de ballenas, aventureros y navegantes, y eso se nota en su carácter noble y hospitalario. Y es que la pesca ha sido y es un componente básico de la idiosincrasia de este pueblo bañado por el azul del Cantábrico.

Independentzia enparantza. Lekeitio
Independentzia enparantza

Lo podrás comprobar charlando con ellos en la barra de un bar, cuando preguntes una dirección, quieras saber qué pone en un cartel o qué canción están cantando. No pases de puntillas por Lekeitio y conócelos. Son un derroche de amabilidad y les encanta que te intereses por su cultura. Si además les lanzas un egun on (buenos días), un eskerrik asko (gracias) o un agur (adiós), les robarás una sonrisa.

Te he sugerido solo diez propuestas pero podrían ser muchas más las cosas que ver en y hacer Lekeitio: conocer los centros de interpretación del Lagar de Sosoaga -la prensa de txakolí más antigua de Euskadi- y del Molino Marierrota, practicar deportes acuáticos, subir a la cima del monte Lumentza para contemplar toda la villa, asistir al Festival Internacional de Teatro de Calle, bordear el río Lea hasta Munitibar…

Acércate a Lekeitio, enamórate y enriquece esta lista de planes con tus propias vivencias.

Cómo llegar a Lekeitio y dónde dormir

Aunque hay diferentes itinerarios para acceder a Lekeitio, aquí tienes los más comunes.

Desde Bilbao: Coger la autopista A-8, dirección Donostia-San Sebastián, hasta la salida 18 (Amorebieta-Etxano). Allí tomar la carretera BI-635, dirección Gernika-Lumo. En esta localidad enfilar la BI-638 hacia Lekeitio pasando por Kortezubi y Solarte-Gallete.

Desde Donostia-San Sebastián: Coger la autopista A-8 dirección Bilbao hasta la salida 13 (Itziar-Mutriku-Ondarroa) y continuar por la carretera GI-638 hasta llegar a Ondarroa. Una vez allí, tomar la GI-633 dirección Markina-Xemein hasta alcanzar la BI-2405 dirección Lekeitio.

Voy a hablarte de su casco antiguo, de sus playas, de sus tradiciones y de los enclaves únicos de este pueblo que mira de frente al Cantábrico con elegancia, sin olvidar ni por un instante su estrecha vinculación con la pesca y el mar. O lo que es lo mismo, si quieres saber qué ver en Lekeitio, sigue leyendo.
Paseando por Lekeitio

La oferta de alojamientos en Lekeitio da respuesta a todo tipo de bolsillos. Puedes encontrar hoteles de una, dos y tres estrellas, pensiones, casas rurales y agroturismos, un albergue y dos campings. Yo me alojé en el Hotel Oxangoiti, un antiguo palacio situado en pleno centro.

Dónde aparcar en Lekeitio

Como aparcar en el centro de Lekeitio no es tarea fácil, te recomiendo que utilices los dos parkings públicos y gratuitos que encontrarás en las dos entradas al pueblo. Hay una tercera zona de aparcamiento detrás de la avenida de Santa Katalina, pero es mucho más pequeña.

Qué ver en los alrededores de Lekeitio

A poco más de 20 km de Lekeitio está Gernika-Lumo, todo un símbolo de la cultura vasca, y el bosque de Oma de Agustín Ibarrola. También merece mucho la pena visitar las playas de Laga y Laida en Ibarranguelua y localidades como Ipaster, Munitibar, Amoroto, Elantxobe y Ondarroa. 

Hotel Astoria7. Donostia / San Sebastián

Hotel Astoria7. Donostia / San Sebastián

Al contrario que en otras ocasiones, cuando planifiqué mi primera escapada a Donostia no me entretuve demasiado buscando alojamiento. ¿La razón? Me quedé prendada del Hotel Astoria7. Fue un amor a primera vista que se confirmó cuando llegué a este moderno y cálido hotel que rinde homenaje al séptimo arte, un escenario de película donde todo está pensado para que acabes sintiéndote como una estrella más.

Hotel Astoria7. Donostia

El Astoria7, construido por el arquitecto Joaquín Zubiria, está situado en el tranquilo barrio de Amara, a 20 minutos a pie de la Parte Vieja donde se concentran los principales atractivos de la ciudad.

Desmontando el Hotel Astoria7

Nada más pisar la alfombra roja de este hotel, construido sobre los cimientos del mítico Cine Astoria, te das cuenta de que hasta el más mínimo detalle encierra una referencia cinematográfica.  Empezando por su logo, inspirado en el encuadre que realizan con las manos los directores de cine para estudiar un plano antes de rodarlo, o por la pregunta que nos lanzan desde la recepción: ¿Qué estrella te acompañará esta noche?

Recepción. Hotel Astoria7. Donostia

Entrada al comedor. Hotel Astoria7. Donostia

Inevitablemente, la mirada se detiene frente a la figura del gran Alfred Hitchcock que ojea un libro sentado en una de las butacas originales del antiguo teatro Bellas Artes de San Sebastián. Pero no solo la presencia del genial director nos recuerda que estamos en un hotel dedicado al cine, hay muchos más guiños que nos sumergen en el universo del celuloide: relojes que marcan la hora de diferentes festivales como La Mostra de Venecia, lámparas con detalles de antiguas bobinas, negativos de películas adornando los jarrones, una rincón del hall sobre el que se proyecta una película, ascensores decorados con decenas de fotógrafos pendientes de ti y, en cada planta, paneles y más paneles con las fotografías de aquellos que tienen una habitación con su nombre.

Sir Alfred Joseph Hitchcock. Hotel Astoria7. Donostia

Hall del Hotel Astoria7. Donostia

Detalles cinematográficos. Hotel Astoria7. Donostia

Estrellas a cada paso. Hotel Astoria7. Donostia

Ascensor. Hotel Astoria7. Donostia

Y es que, aunque oficialmente este hotel tiene cuatro estrellas, la realidad es otra. Tiene 102, una en cada habitación. En ellas, los actores, actrices y directores que han pasado por el Festival Internacional de Cine de San Sebastián a lo largo de su historia velan nuestro sueño permitiéndonos disfrutar de auténticas noches de película.

Yo descansé en la habitación superior de Lana Turner, un precioso homenaje a la carrera de una de las más arrebatadoras actrices de los años 40. La protagonista de El cartero siempre llama dos veces, que recaló en San Sebastián en 1994 para recoger el premio Donostia, está presente por toda la estancia. Presidiendo la enorme cama, sobre el escritorio, en el cuarto de baño…

Habitación Lana Turner. Hotel Astoria7. Donostia

Ella es la encargada de poner su sensual toque de glamour a un confortable y amplio espacio donde no falta ni un detalle. Conexión gratuita a Internet, TV LCD de plasma, lector DVD para visionar cualquiera de las películas que tienen en su catálogo, base ipod/iphone con radio reloj, sofá, cosméticos de baño naturales… Fíjate en el diseño de las tarjetas de la habitación: Audrey Hepburn nos invita a escoger el desayuno y Hitchcock impide que nos despierten porque estamos rodando.

Detalles de la habitación Lana Turner. Hotel Astoria7. Donostia

Tarjetas de las habitaciones. Hotel Astoria7

Baño de la habitación Lana Turner. Hotel Astoria7. Donostia

Albornoces y amenities. Hotel Astoria7. Donostia

Como he comentado al principio, la pasión por el mundo del cine se nota, se respira y se vive en cada uno de los rincones del Astoria7. Sobre todo en el salón biblioteca, bajo la atenta mirada de Meryl Streep, Bette Davis y Liz Taylor. Aquí decenas de libros y revistas de cine, cámaras antiguas y las más de 200 películas que forman parte de su videoteca comparten espacio con ordenadores de libre uso y cómodos sillones en los que desearías detener el tiempo.

Zona de descanso del salón biblioteca. Hotel Astoria7. Donostia

Salón biblioteca. Hotel Astoria7. Donostia

Detalle del salón biblioteca. Hotel Astoria7. Donostia

Justo al lado de la biblioteca está el comedor, un espacio muy luminoso que, por supuesto, sigue la misma temática decorativa. El desayuno buffet va acorde con su categoría con productos de primera calidad. Fruta, embutidos, cereales, dulces, zumo natural y, si apetece, huevos revueltos con beicon preparados al momento.

Comedor. Hotel Astoria7. Donostia

Desayunando en el Hotel Astoria7. Donostia

Desayuno buffet.  Hotel Astoria7. Donostia

Tras el desayuno, la zona de comedor se convierte en el Restaurante Sala7 en el que el chef Iñigo Palma elabora una cocina de mercado tradicional con toques creativos. ¿Un detalle que me encantó? Puedes elegir el menú a la medida de tu apetito: cortometraje (entrante y postre o café), mediometraje (principal y postre o café) o largometraje (entrante, principal y postre o café). El hotel dispone también de una cafetería abierta al público que destaca por sus pintxos y por sus innovadores menús del día.

Cafetería Hotel Astoria7. Donostia

Confort, originalidad, líneas vanguardistas y cálidas, buen gusto por los pequeños detalles y un servicio tan impecable como cercano. Estas son las señas de identidad del Astoria7, un hotel en el que los cinéfilos como yo no pueden sino soñar que son una estrella más del firmamento. 

A tener en cuenta: Con motivo de la próxima edición del Zinemaldia, el Astoria7 nos propone la experiencia Vive el Festival de Cine de San Sebastián. Este atractivo paquete incluye dos noches de hotel con desayunos, dos entradas a la ceremonia de inauguración o clausura y dos pintxos del mes “especial Zinemaldia”. 

Ficha del Hotel Astoria7

Dirección: Sagrada Familia, 1 (Esquina Sancho El Sabio). Donostia – San Sebastián (Guipúzcoa).

Teléfono: 943 445 000 Coordenadas GPS: Lat: 43.31035 Long: -1.97202

Web: Hotel Astoria 7 Categoría: 4 estrellas.

Nº de habitaciones: 102. 8 individuales, 78 dobles estándar, 15 dobles superiores y 1 suite. Todas las habitaciones están equipadas con conexión gratuita a Internet, climatización, TV LCD de plasma con canales internacionales, lector DVD, escritorio de trabajo, caja fuerte, teléfono directo, minibar, secador de pelo y amenities.

Sala de fitness. Hotel Astoria7. Donostia

Servicios: Room Service. Desayuno buffet o servido en la habitación. Café de cortesía antes del horario desayunos. Bar-cafetería. Restaurante Sala7. Salón biblioteca con préstamo de películas y libros y con ordenadores de libre uso. Sala de fitness. Salas de reuniones exteriores con luz natural. WiFi gratuito. Proyección de películas en la sala Astoria7 para los huéspedes. Consigna de equipajes. Servicio de lavandería. Accesibilidad para discapacitados. Garaje propio.

Distancia a la Parte Vieja de Donostia: 20 minutos caminando. Hay autobuses que paran en la misma puerta.

De pintxos por Donostia, una bendita tentación

De pintxos por Donostia, una bendita tentación

Si algo me ha quedado claro tras mis días en Donostia, es que en esta encantadora ciudad la tradición de ir de pintxos es más que una seña de identidad. Es una religión con cientos de devotos para los que los bares son templos, las barras altares y cada bocado un trocito de cielo. Un credo al que es imposible resistirse.

Pude comprobarlo en las calles empedradas de su Parte Vieja, o Lo Viejo, como lo llaman allí. En uno de los extremos de la playa de La Concha, a los pies del Monte Urgull. Y es que, más allá de las estrellas Michelín que pueblan su cielo, existe un universo paralelo en el que comer se convierte en una experiencia sensorial que entra por la boca y por los ojos: sus bares de pintxos.

Calle Pescadería. Parte Vieja de Donostia

Hay muchos, casi puerta con puerta. Clásicos de toda la vida y modernos locales que aportan un soplo de frescura con sus originales e innovadoras propuestas. Un sinfín de opciones que nos invitan a formar parte de esta costumbre vasca en un entorno distendido, bullicioso y cargado de buenas vibraciones. Barras y más barras repletas de pequeñas tentaciones gastronómicas que te invito a conocer a través de esta osada ruta de pintxos que me he atrevido a confeccionar.

Antes de entrar en materia, eso sí, permíteme que te dé algunas claves. Ya sabes, donde fueres, haz lo que vieres:

Este apetitoso bocado, que ha evolucionado hasta límites insospechados, originariamente era una pequeña rebanada de pan sobre la que se colocaba una porción de comida. Para que se sujetara, se utilizaba un palillo y de ahí su nombre.

Cuando se va de pintxos, lo suyo es tomar una consumición -pintxo y bebida- por bar, y luego ir a otro y a otro… El festival gastronómico suele empezar a mediodía y termina cuando lo decide tu estómago.

Los pinchos se toman acompañados de un zurito (corto de cerveza) o de un txikito, un vasito de vino. Un txacolí -el refrescante vino blanco de la tierra- o un cosechero son dos opciones estupendas. ¿La razón de estas pequeñas dosis? No acabar perjudicados antes de tiempo.

Los pintxos fríos se cogen directamente. Si son calientes, se piden al camarero para que los preparen o les den un golpe de calor. Lo normal es pagar al final.

Donostia, el paraíso de los pintxos

Dicho esto, ir de pintxos, sobre todo si te decantas por los calientes, no es barato ya que puedes llegar a pagar hasta 4,50€ por uno. ¿Exagerado? Depende de cómo lo veas. Al fin y al cabo, estás llevándote a la boca una obra de arte.

Ahora sí. Ya estás listo para sumergirte en el suculento, sorprendente y vivaracho mundo de los pintxos donostiarras. Comenzamos.

Haizea
Mi primera toma de contacto con el universo de los pintxos fue en este bar situado junto al mercado de La Bretxa, en los límites de la Parte Vieja. Acabábamos de recorrer la llamada zona romántica de la ciudad, que discurre a ambos lados del río Urumea, y decidimos recalar en este acogedor local. No fue una elección casual ya que las creaciones del Haizea siempre suelen aparecen cuando se habla de los grandes bares de pintxos de Donostia.

Haizea. Donostia Brick de bacalao. Bar Haizea. Donostia Los responsables de las delicias que sirven en forma de cocina de autor en miniatura son los hermanos Maite e Iñaki Agote. Fue la propia Maite fue quién nos atendió y guió a través de las especialidades de la casa. Yo opté por su pintxo estrella: el brick de bacalao. Desde ya puedo decir que conquistó mi paladar y que se convirtió en uno de mis favoritos. Su sabor es exquisito y su presentación todo un regalo para la vista. Fíjate en el lazo que envuelve el rulo de bacalao. Son tiras de puerro escaldadas. ¿Dónde? Aldamar, 8.

Dakara Bi
La calle 31 de Agosto podría justificar por sí sola que Donostia esté considerada como la capital del pintxo. Abarrotada de bares, siempre transitada, con mucho ambiente… Esta vía es como un pequeño resumen de la Parte Vieja que nos recuerda con su nombre la fecha en la que tropas anglo-portuguesas quemaron y saquearon la ciudad. De hecho, fue la única calle que quedó en pie tras aquel devastador incendio.

Dakara Bi. Donostia Taco de solomillo con foie y reducción de frutos del bosque. Dakara Bi. Donostia Apuntes históricos al margen, en el número 25 está el Dakara Bi, un pequeño local famoso por preparar los mejores bocatas de Lo Viejo. No puedo dar fe de ello porque no los caté a pesar de que tenían una pinta fantástica. Lo que sí hice, cuando por fin logré alcanzar la barra -lo normal es acabar comiendo y bebiendo en la puerta-, fue probar algunos de sus pintxos fríos y su creación más popular: el taco de solomillo con foie y reducción de frutos del bosque. Solo recordarlo se me hace la boca agua. Sencillamente espectacular. ¿Dónde? 31 de Agosto, 25.

Casa Gandarias
Justo al lado nos encontramos con Casa Gandarias. Aquí se repite la misma escena: una barra bien surtida de tentaciones y un público que abarrota el local deseoso de hincarle el diente a cualquiera de ellas. Aviso para navegantes: si quieres comer de mantel, puedes y, además, en horario ininterrumpido.

Casa Gandarias. Donostia Aunque la idea inicial era continuar nuestro peregrinaje en busca de los mejores pintxos de la ciudad, tras pedir una brocheta de chipirón, sucumbimos a la chuleta Gandarias de vaca vieja. Como dicen que una imagen vale más que mil palabras, aquí lo dejo. ¿Dónde? 31 de Agosto, 23.

Chuleta Gandarias de vaca vieja. Casa Gandarias. Donostia Borda Berri
Hablar del Borda Berri es hablar del que para muchos es un imprescindible. Su pizarra de toda la vida es una oda a los pintxos calientes: terrina casera de foie con ciruela, callos de bacalao al pil-pil, risotto de Idiazabal… ¿El secreto de su éxito? Darle una vuelta de tuerca a la cocina de siempre con preparaciones que quitan el sentido y responder con una sonrisa en la boca a cuantas preguntas les quieras hacer. Palabra de reportera curiosa hasta decir basta.

Borda Berri. Donostia Tras releer varias veces esos trazos de tiza que anunciaban que algo grande iba a suceder en esta pequeña tasca, pedimos dos pintxos: pikillo relleno de brandada de bacalao y carrillera de ternera al vino tinto. Si fuese jurado en uno de esos concursos de cocina que están tan de moda, la puntuación para ambos sería un 11. ¿Dónde? Fermín Calbetón, 12.

Pikillo relleno de brandada de bakalao. Borda Berri. Donostia Carrillera de ternera al vino tinto. Borda Berri. Donostia

Casa Vergara
Y de un imprescindible pasamos a un clásico: Casa Vergara. Atento a las cifras: más de 50 pintxos en la barra, varias docenas de cocina, cerca de 300 referencias de vinos y tres veces ganador del Premio «Label Vasco» en el Campeonato de Pintxos de Gipuzkoa.

Nada más entrar, me topé con un tipo con pinta de bonachón y buen comedor que me dijo: «Pasa que aquí se come de vicio». Como lo vi marcharse, pensé que ser trataba de un cliente satisfecho. Error. Ojeando las páginas de Ondojan, una revista gratuita con recomendaciones para comer bien en Guipúzcoa, descubrí que era el hostelero donostiarra Álvaro Manso, el alma de este negocio situado a tres pasos de la Basílica de Santa María del Coro, patrona de la ciudad.

Casa Vergara. Donostia

Aquí sí fuimos a tiro hecho. No quería irme de Donostia sin probar algunas joyas de esta casa como el habanito y el incomprendido. El premiado habanito luce como su nombre indica: un puro elaborado con morcilla, mermelada de piquillos y semillas de amapola. Está muy bueno, sí, pero puestos a escoger, me quedo con el incomprendido, una deliciosa berenjena rellena de espinacas, zanahorias y reducción de Martini. ¿Me resistí a preguntar el origen de su nombre? Por supuesto que no. Resulta que la primera vez que se presentó a concurso pasó sin pena ni gloria a pesar de ser uno de los pintxos más demandados. La segunda vez que participó, con alguna pequeña modificación, ganó el Premio a la Originalidad. Misterio resuelto. ¿Dónde? Mayor, 21.

El habanito y el incomprendido. Casa Vergara. Donostia

Zeruko
Si quieres degustar pintxos originales, debes acercarte a la moderna barra del Zeruko en la que Joxean Calvo y su equipo vuelcan toda su creatividad. Y es que en este bar lo que prima es la alta cocina en pequeñas cantidades: pintxos que se comen, se huelen, se fotografían y te desconciertan (solo tienes que fijarte en las caras de los japoneses).

Bar Zeruko. Donostia Aquí tienes que probar el bacalao a la hoguera. Es todo un espectáculo en forma y fondo. Como ves en la imagen, se monta sobre una cazuela de barro que contiene romero humeante. Sobre la rejilla, está el bacalao semi crudo que tienes que acabar de ahumar a tu gusto para colocarlo después sobre una tosta de pan, cubierta con una sabrosa crema cuyos ingredientes no me quisieron desvelar porque, como me dijo el camarero entre risas: «Si te lo dijera tendría que matarte». El remate final: una probeta que contiene una ensalada licuada. Y me reía yo de las caras de sorpresa de los nipones… ¿Dónde? Pescadería, 10.

La Hoguera del Zeruko. Donostia Taberna TTVN-TTVN
Todo un hallazgo que nos pilló casi de retirada. Una barra que parece no tener fin, buen ambiente, precios populares y risas con el personal. Así es la taberna TTVN-TTVN, una genial síntesis de lo que se espera cuando te imaginas un bar de Lo Viejo.

La barra de la taberna TTVN. Donostia Los pintxos, espectaculares. Para muestra, tres botones: pastel de hongos y foie, gavilla y tartaleta de queso con frutos secos. ¿Dónde? Juan de Bilbao, 23.

Nuestra selección de pintxos en la Taberna TTVN. Donostia

Café Oquendo
Lo reconozco. Si mi primera pasión es viajar, la segunda es el cine. Siendo así, ¿cómo no iba a pasar por el Oquendo y posar mis pies en el mismo suelo que un día pisaron Ava Gardner o Liz Taylor? Y es que en Donostia no hace falta ir al cine para sentirte dentro de una película. La ciudad conserva locales como este centenario café restaurante, situado junto al Teatro Victoria Eugenia, por el que han pasado los grandes del séptimo arte. Los puedes ver en las fotos de estar por casa que pueblan sus paredes junto a los carteles de las diferentes ediciones del Festival de Cine de San Sebastián. Un lugar en el que se funde el aroma cinematográfico con el que sale de su cocina. No se puede pedir más: suculentos pintxos en un ambiente relajado y rodeado de estrellas. ¿Dónde? Oquendo, 8.

Restaurante y café Oquendo. Donostia

Morcilla de Burgos, queso de cabra y jamón. Restaurante y café Oquendo. Donostia

Aquí finaliza mi pequeño homenaje a los pintxos donostiarras en forma de recorrido. Ni que decir tiene que me quedé con ganas de más. Se quedaron por el camino las anchoas del Txepetxa (Pescadería, 5), la tortilla de patata del Néstor (Pescadería 11), la mini hamburguesa de kobe de A fuego Negro (31 de agosto, 31), la brocheta de solomillo de La Cepa (31 de Agosto, 7), los famosos txampis del Tamboril (Pescadería, 9), el foie con compota de manzana de La Cuchara de San Telmo (31 de Agosto, 28) y tantos otros en otras zonas como el barrio de Gros o el centro. Será cuestión de volver pronto y ampliar la lista, ¿no?

El Bosque de Oma, descifrando el canto a la libertad de Ibarrola

El Bosque de Oma, descifrando el canto a la libertad de Ibarrola

Durante mi reciente viaje a Euskadi he descubierto preciosos rincones sometidos a la fuerza del Cantábrico, playas que van y vienen al ritmo que marca la marea, pueblos que huelen y saben a mar, enclaves históricos que han conseguido emocionarme y hasta un pinar mágico que me hablaba a cada paso. Este último es el protagonista de este artículo: el Bosque de Oma, la obra maestra de Agustín Ibarrola.

Azul verdoso dentro y fuera de las figuras. Bosque de Oma

Desde siempre he sentido atracción por este artista vasco, nacido en Basauri en 1930. Más que por su trabajo, por la persona que se esconde bajo su inseparable txapela. Un hombre comprometido con la realidad que le ha tocado vivir y cuya obra es el reflejo de su ideología política. En los años 60, su denuncia de la situación del proletariado y su militancia comunista le llevó a la cárcel en varias ocasiones, pero eso no hizo ni que dejara de pintar ni que abandonara su compromiso con los trabajadores y su lucha contra las injusticias. La situación social, el arte sin ataduras, la cultura colectiva… Su filosofía de vida queda reflejada en el Bosque de Oma, un canto a la libertad que empezó a teñir de color y vida en 1982.

El año pasado en Llanes (Asturias), pude contemplar sus Cubos de la Memoria, una colorida manifestación de arte público, forjada sobre los bloques de hormigón de la escollera del puerto, que funde elementos esenciales de la trayectoria de Ibarrola con el pasado histórico y cultural de esta villa. Estando en Vizcaya, ¿cómo no iba a perderme por su bosque pintado?

Además, tuve la suerte de visitarlo tras la finalización de la primera fase de recuperación de este bosque con vocación de pinacoteca, un organismo vivo que, gracias a la labor de la Diputación Foral de Vizcaya y a la Universidad del País Vasco, ha recobrado sus tonalidades originales.

Naturaleza y arte en el corazón de Urdaibai

El Bosque de Oma está situado dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, un excepcional enclave donde confluye la que probablemente sea la mayor diversidad paisajística y ecológica de Euskadi. Prueba de ello son sus acantilados y playas, sus marismas y los bosques y ríos que conforman su interior.

Es aquí, en la comarca de Busturialdea, al noreste del municipio de Kortezubi, donde se encuentra el escenario que Ibarrola escogió para plasmar su personal diálogo con la naturaleza. ¿Sus herramientas? Un puñado de brochas, un sinfín de botes de pintura, una escalera que él mismo fabricó con las ramas de los árboles y, lo más importante, una inagotable imaginación que, como el propio el arte, no conoce fronteras.

El bosque de Oma. Vizcaya

El resultado es un claro ejemplo de lo que se conoce como land art, una corriente creativa surgida a finales de 1970 que huye de los museos para trasladar el arte a la naturaleza, utilizando el mismo paisaje como un gran lienzo al alcance de todos. Así, con los pinos de este bosque como marco y materia prima, Ibarrola creó un sorprendente universo de formas y colores que se materializa en 47 figuras que nos invitan a un sugestivo juego visual, a una experiencia sensorial única en un espacio clave de la cultura vasca.

Se hace camino al andar

El punto de partida de la ruta que conduce al Bosque de Oma se encuentra en las inmediaciones del restaurante Lezika, en el barrio de Basondo. Desde allí parte una senda de casi 3 km que discurre entre pinos y eucaliptos. Supuestamente, se tarda en llegar unos 45 minutos pero eso dependerá de tu forma física ya que hay que acometer subidas bastante empinadas. ¿Mi consejo? Tómate tu tiempo, disfruta del paisaje y detente a escuchar el canto de los parajillos que revolotean la zona: carboneros, petirrojos, pinzones…

Entrada al recorrido que da acceso al Bosque de Oma

Inicio del recorrido. Bosque de Oma

Primeros metros de la pista forestal. Bosque de Oma

Colores, formas y sensaciones

Poco antes de llegar, una señal nos indica que debemos desviarnos a la izquierda para descender por un sendero que en 250 metros nos dejará frente a la primera figura del Bosque de Oma: un beso de bienvenida.

Acceso al Bosque de Oma

Sendero que baja hasta el Bosque de Oma

Invitación al beso. Bosque de Oma

Desde aquí, tú decides cómo empezar a descubrirlo. Puedes darte un paseo sin rumbo para tener una visión global del conjunto o bien seguir desde el primer momento las flechas amarillas que encontrarás en el suelo. Ellas te indicarán el punto de vista exacto para descifrar qué imagen se esconde entre los que, a priori, parecen trazos sin orden ni concierto.

Y es que aquí reside la magia de este bosque que muchos llaman encantado. Ibarrola logró transformar una de tantas plantaciones de pino destinadas a convertirse en pasta de papel en un escenario tridimensional que cambia en función de la perspectiva que adoptes. De este modo, como si de magia se tratase, las figuras geométricas, humanas y animales aparecen y desparecen a medida que caminas consiguiendo que cada visitante obtenga una visión diferente de este conjunto pictórico.

Hay más niños de los que parece. Bosque de Oma

El rayo atrapado, el rayo roto. Bosque de Oma

El arcoíris de Naiel. Bosque de Oma

Todo ello plasmado sobre la oscura corteza de los Monterrey, una variedad de pino que suele alcanzar los 30 metros de altura y que te hace sentir minúscula a sus pies. Lo comprobarás cuando recorras los senderos de este rincón que se esconde en el interior de Vizcaya. Allí donde no llega el ruido ni el rugir de los motores, solo el tranquilo susurro del bosque.

Aquí llega mi segundo consejo: olvídate del reloj, llena tus pulmones de aire puro y acepta el reto que nos propone Ibarrola. Sumérgete sin prisa en sus veredas, aviva tus sentidos y juega a las adivinanzas entre hectáreas de pinos y laderas irregulares. Busca tus propias figuras, reinterpreta las originales y recrea tu particular fantasía.

Paseantes que se trasladan sin andar. Bosque de Oma

Ojos del pasado y del presente. Bosque de Oma

Te esperan el arcoíris de Naiel, los ojos del pasado y del presente -homenaje a los hombres que nos dejaron sus pinturas rupestres en la cercana cueva de Santimamiñe, el rayo atrapado, los paseantes que se trasladan sin andar… Figuras que dan forma a un espacio en el que se difumina la frontera entre naturaleza y arte a través de ilusiones ópticas y trucos que aprovechan las curvas y contracurvas de los árboles.

Curva, contra curva, concavidad, convexidad, plano. Bosque de Oma

Los motoristas. Bosque de Oma

Así es el sueño de Ibarrola. Un bosque de coloridos tótems que nos hablan del pasado y el presente, un pedacito del paisaje de Euskadi, una explosión de libertad e imaginación.

Información práctica y consejos para visitar el Bosque de Oma

¿Cómo llegar? Desde Gernika-Lumo hay que tomar la circunvalación, dirección Lekeitio, por la BI 638 hasta la rotonda de Barrutia, para después continuar por la BI 2238. Tras pasar el barrio de Idokiliz, se debe coger el desvío a la derecha por la BI 4244 que conduce hasta el fin de la carretera, en el aparcamiento del restaurante Lezika.

Principio y fin de este itinerario: Restaurante Lezika (Kortezubi). Otra opción es realizar la vuelta por la pista forestal que llega a la carretera vecinal de Oma.

Distancia total a recorrer: 7,4 kilómetros. Desnivel máximo: 204 metros.

Accesibilidad: El camino no está adaptado para sillas de ruedas ni carros de bebé.

Viajeras en ruta. Bosque de Oma

Vistas recomendadas en los alrededores: La Cueva de Santimamiñe, que alberga una magnífica muestra de arte rupestre que se puede conocer a través de una visita virtual, Gernika-Lumo, y las espectaculares playas de Laga y Laida.

Algunos consejos: Como el trayecto es largo, evita las horas centrales del día para no pasar calor. No olvides llevar una botella de agua, calzado cómodo y el mapa del recorrido. Puedes descargarlo desde la página de la Diputación Foral de Vizcaya que incluye además una audioguía en formato mp3 para el móvil. Si tras la caminata se te ha abierto el apetito, no dudes en dejarte caer por el restaurante Lezika para reponer fuerzas con unas buenas alubias con sus sacramentos y un delicioso chicharro (menú del día 10€).