Una ruta costera para desconectar del asfalto y abrazar la siempre seductora naturaleza asturiana. Así es la Senda del Cervigón que recorre el litoral oriental de Gijón entre acantilados, playas y esculturas que nos obligan a detener el paso. Ponte calzado cómodo y no olvides la cámara porque este atractivo plan lo requiere.
La Senda del Cervigón: Gijón en verde y azul
La primera vez que visité Gijón, hace ya más de una década, la definí como una ciudad teñida de azul y verde. Bañada por ese Cantábrico que ha marcado su historia a lo largo de más de 5000 años y cubierta de praderías, pumaradas y carbayeras.
Tras el flechazo inicial, siguieron muchos más reencuentros. Más citas con su escena cultural, su gastronomía y sus noches. Más motivos para enamorarme de la que hoy considero mi casa del norte.
En esta ocasión, ese Gijón urbano que tanto me presta es el punto de partida para mostraros la belleza de su entorno rural: un paisaje cien por cien por asturiano compuesto por casi 40 km de sendas. Peñafrancia, la Senda Fluvial del Piles, la Vía Verde de la Camocha, el Camino de Santiago en su etapa Gijón/Xixón-Avilés… Y la que hoy nos ocupa: la Senda del Cervigón. O lo que es lo mismo, cómo disfrutar de la naturaleza que dibuja la costa oriental de este concejo comprometido con el medioambiente y la sostenibilidad.
Calentando motores: Cimavilla y el paseo del Muro
Aunque oficialmente la Senda del Cervigón parte de la rotonda del río Piles, yo te aconsejo que la inicies en el Cerro de Santa Catalina. Desde este punto, en lo alto de Cimavilla, si vuelves tu mirada hacia la derecha, contemplarás una vasta panorámica que te indica el camino a seguir. Además, el Elogio del Horizonte de Eduardo Chillida te servirá de referencia a la hora de emprender el camino de vuelta.
Una vez dejes atrás la Iglesia de San Pedro y las Termas Romanas de Campo Valdés, empieza a caminar a la vera del mar recorriendo los casi tres kilómetros del paseo del Muro que flanquea la preciosa playa de San Lorenzo hasta alcanzar su extremo oriental.
Ahora sí, salva el puente del Piles, y prepárate para descubrir un abrupto paisaje poblado de acantilados, playas y miradores, apenas alterado por la mano del hombre.
El Parque de El Rinconín en clave artística
La subida al Parque de El Rinconín, primera parada destacada de esta ruta, nos muestra buena parte del patrimonio escultórico que alberga la Senda del Cervigón.
La primera obra de arte la encontrarás un poco antes de llegar a la escalera 19 del paseo. Se trata de Sombras de Luz, una composición del escultor asturiano Fernando Alba, formada por cuatro planchas de acero que los gijoneses adoptaron en su día como Las Chaponas. Prueba a jugar con los círculos que las perforan y podrás obtener unos originales encuadres con Gijón de fondo.
Una vez rebasada la playa de Los Mayanes, otra escultura pone de manifiesto que la cultura asturiana no está presente solo en los museos: LaMadre del Emigrante de Ramón Muriedas. Esta obra, al igual que el Elogio del Horizonte, pasó del rechazo inicial a formar parte del imaginario colectivo de los gijoneses. Y no es de extrañar: su altura empodera a la madre de todos los que tuvieron que partir, y la expresión de su rostro de bronce sigue expresando ese sentimiento de pérdida medio siglo después de ser cincelada. Como su mano tendida, que ya extraña el tacto de la piel del que se marcha. ¿Mi escultura favorita? Sin duda.
La playa del Cervigón, un arenal petfriendly
A los pies de la también conocida como La Lloca´l Rinconín, se encuentra la playa del Cervigón que da nombre a esta senda. Este bonito arenal, que crece o mengua en función de la marea, es perfecto para practicar deportes como el surf, el bodyboard o el stand up paddle board. Además, es la única playa de Gijón que permite el acceso con perros todo el año.
Por cierto, si tienes pensado conocer la ciudad con tu mascota, en la web oficial de Gijón tienes toda la información que necesitas: alojamientos dogfriendly, bares y restaurantes, espacios y zonas verdes…
Muy cerca de aquí, otra enorme escultura recorta el horizonte desde 1999, el año en que se inauguró la Senda del Cervigón. Su nombre, Solidaridad. Su estampa, una estructura de acero que simula una cadena con eslabones que no llegan a cerrarse.
Tras esta oda a la empatía y la libertad, la ruta continúa hasta llegar al Cantulos díes fuxios, un conjunto escultórico que los gijoneses disfrutan como lo que es, un apreciado balcón natural donde el estrés no tiene cabida. Siéntate en alguno de los cubos de mármol que lo componen y deja que tu mente sobrevuele el Cantábrico. Sin prisa, que por algo has decidido viajar a Gijón.
Casa de Rosario Acuña y playa de Peñarrubia
A partir de este momento, el paseo se torna camino enlosado y la subida se acentúa como premonición de lo que está por llegar: los acantilados más abruptos del concejo. En uno de ellos se alza la casa de Rosario Acuña, escritora, librepensadora y defensora de los derechos de la mujer. Nadie mejor que ella para plasmar la esencia de este lugar:
El cielo estaba azul, límpido; el mar enviaba a la tierra una brisa perfumada por albas frescas; algunas espumas leves contorneaban la punta del cabo de San Lorenzo, y grandes gaviotas blancas, y grandes y negros cuervos, matizaban el horizonte con rasgos de luz y de sombra. Todo era paz alrededor.»
Rosario Acuña
Paso a paso, llegarás a la playa de Peñarrubia, un pequeño arenal rodeado de altos acantilados y frecuentado por nudistas, y a la escultura Nunca Más, un espacio para la memoria que rinde homenaje a las víctimas asturianas del Holocausto.
Un poco más adelante, con la vista apuntando ya al Cabo San Lorenzo, encontrarás un área recreativa que resulta perfecta para hacer una pausa a la sombra de la escultura Castillo de Salas de Joaquín Rubio Camín.
Parque del Cabo San Lorenzo y mirador de la Providencia
Llegados a este punto, toca emprender la subida al parque del Cabo San Lorenzo. Tanto si decides ascender por las escaleras o por una zigzagueante senda, la mejor recompensa te espera en el mirador de la Providencia. Y es que, desde esta atalaya que recrea la proa de un barco, las vistas son espectaculares. El camino recorrido hasta el momento, más esculturas como el Homenaje a Galileo Galilei XV o el Paisaje Germinador, que se asientan en estos antiguos terrenos militares hoy recuperados para el ocio, y más Cantábrico fundiéndose con el cielo.
Aunque la senda continúa bordeando el parque junto a los acantilados, te aconsejo que te desvíes tierra adentro -unos 10 minutos caminando- para visitar la pequeña capilla de la Providencia y ver, como reza la tonada, «qué morena y guapa yes» la virgen que aquí se venera.
Serín, La Cagonera y Estaño: las playas más orientales de la Senda del Cervigón
De vuelta a la senda, la ruta prosigue en dirección a la Colina del Cuervo concatenando infinitas vistas de este litoral que juega con los acantilados. Como las que obtendrás si bajas hasta las playas de Serín y La Cagonera, dos pequeñas ensenadas que compensan su escaso arenal con una buena dosis de naturaleza. Ambas, además, son dos escenarios muy apreciados por los aficionados al parapente.
Y si lo que prefieres es una preciosa cala con parking, duchas y chiringuito, un poco más adelante encontrarás la playa de Estaño que, por sus dimensiones, resulta perfecta si viajas con niños.
La Ñora: el broche de arena de la Senda del Cervigón
El último tramo de la Senda del Cervigón requiere un poco de esfuerzo ya que conlleva salvar una fuerte pendiente que desemboca en un espectacular mirador desde el que se divisa la playa de la Ñora.
Este arenal dorado, que se abre al Cantábrico entre montañas y que marca el límite entre los concejos de Gijón y Villaviciosa, es el punto final de esta ruta costera que no te defraudará. Menos aún si, como yo, vives lejos del mar.
Para volver, puedes desandar el camino y seguir coleccionando rincones de postal, o bien enlazar con la Senda del Río Ñora que parte de la misma playa, y que discurre a través de un paisaje fluvial salpicado de saltos de aguas y pasarelas naturales.
Y hasta aquí este paseo por la hermosa Senda del Cervigón que bordea la costa este de Gijón. Un lujo para los sentidos que revela otra imagen de la villa de Jovellanos y una gran experiencia de senderismo en Asturias.
Información de la Senda del Cervigón y datos técnicos de la ruta
Distancia: 9,8 km.
Duración aproximada: 3 horas caminando y unos 74 minutos en bici.
Las Grutas de Cristal de Molinos nos dan la bienvenida a un universo subterráneo lleno de formas imposibles que la naturaleza ha tejido lentamente en las entrañas del Maestrazgo turolense. Todo un espectáculo y un magnífico ejemplo de turismo sostenible que vale la pena conocer.
Descubre las Grutas de Cristal: una experiencia única en el Maestrazgo turolense
«Estamos a punto de visitar una de las cuevas más bonitas y singulares de Aragón y, en mi opinión, de toda España». Quien habla lo hace con conocimiento de causa. Es Emilio Jordán, natural de Molinos y guía de las cuevas desde hace 40 años.
Antaño las enseñaba con linternas y un camping gas, hoy con un sistema de iluminación led que incide en su belleza, y piezas de audio que nos remiten al pasado más ancestral de este Monumento Natural ubicado en el paraje de las Graderas. Un pasado que vio la luz en 1961 cuando fueron descubiertas por un grupo de espeleólogos catalanes que contaron con la inestimable colaboración de los vecinos de Molinos.
El lugar, el subsuelo de Molinos, un pintoresco municipio de Teruel que forma parte del Parque Cultural del Maestrazgo donde te esperan sus plazas porticadas, notables ejemplos de arquitectura civil, su contundente y sabrosa gastronomía, y una de las estampas más bonitas de la comarca: el espectacular barranco de San Nicolás con su impresionante salto de agua.
La línea del Tiempo
A lo largo de los 132 escalones que conducen a la entrada de la cueva, discurre la Línea del Tiempo que se detiene en 12 hitos temporales que nos ayudan a comprender la magnitud temporal de la escala geológica desde la creación de nuestro planeta hace 4.500 millones de años hasta la actualidad. Y es que, como reza uno de sus paneles, «necesitarás solo unos minutos para llegar hasta la boca de la cueva, pero la naturaleza ha invertido millones de años en crear este paisaje».
Otra de las recompensas de este pequeño esfuerzo es la exposición fotográfica de gran formato ubicada a mitad del recorrido. La mejor excusa para hacer un alto en el camino y observar en detalle la grandiosidad de las Grutas de Cristal.
Con la lección aprendida, llega el momento de adentrarnos en el corazón de la montaña para descubrir el deslumbrante patrimonio geológico que custodia las agrestes tierras del bajo Aragón, un museo natural que sorprende a cada paso y que nos obliga a agudizar los cinco sentidos.
Sala de los Cristales
La lenta disolución de la roca caliza por el agua de lluvia ha originado en las Grutas de Cristal una red de galerías, canales y cavidades que lucen diferentes formaciones (espeleotemas) y tonalidades cromáticas. Como la Sala de los Cristales que nos brinda la mejor de las bienvenidas con su tupido paisaje de estalactitas, estalagmitas, columnas, cortinas y cascadas, que el imaginario colectivo ha bautizado con nombres como el Pozo de los Deseos, la Tarta Nupcial o la Virgen.
Otra singularidad de este enclave kárstico que observamos a lo largo del recorrido es la presencia de estalactitas excéntricas que desafían a la gravedad entrelazándose y ramificándose en todas las direcciones. ¿Pura belleza? Exacto.
TOMA NOTA → A los valores naturales de estas grutas hay que sumar, además, su interés paleontológico ya que en ellas se han hallado fósiles de mamíferos con más de 100.000 años de antigüedad, y restos del que se considera el homínido más antiguo de Aragón: el Hombre de Molinos.
Sala Marina
Tras sortear un corto pero intrincado tramo de galerías, llegamos a las escaleras que conducen a la otra gran joya de las grutas, la Sala Marina. Nada más poner un pie en ella comprendemos el porqué de su nombre: la imaginación se desborda ante un asombroso paisaje de apariencia subacuática cuajado de cristalizaciones de calcita que parecen un manto de coral. Un mar pétreo en lenta pero continua evolución que nos habla de la relatividad del tiempo (cada centímetro de estalactita tarda 100 años en formarse).
Antes de volver al exterior, Emilio nos deja con la miel en los labios. Hay dos salas más pero aún no se han acondicionado para su visita. De hecho, los expertos creen que toda la montaña podría estar llena de cuevas. Más que un acicate para volver a visitar las Grutas de Cristal de Molinos, ¿no te parece?
COMPLETA TU EXPERIENCIA → Para profundizar en la singularidad es estas grutas, nada mejor que visitar el Museo de las Formaciones. Situado en el nuevo lavadero de Molinos, exhibe una reproducción de los diferentes espeleotemas de la cueva, réplicas de murciélagos y paneles informativos. El mismo edificio cuenta, además, con un aula de audiovisuales que proyecta un documental sobre las Grutas de Cristal y el pueblo de Molinos.
Consejos para visitar las Grutas de Cristal de Molinos
Dadas las condiciones climáticas de la cueva, con una media de 12ºC y una elevada humedad, lleva ropa de abrigo y calzado adecuado para realizar la visita.
Aunque el recorrido es sencillo y no reviste apenas dificultad, ten cuidado para no resbalar.
Actúa con responsabilidad y evita cualquier contacto con las diferentes formaciones para no paralizar o alterar su crecimiento.
En el interior de las grutas no hay cobertura telefónica y está prohibido hacer fotos, así que desconecta el móvil, guarda silencio durante las explicaciones, y disfruta de la visita.
Horarios, precio y venta de entradas
→ Horarios de apertura
Las Grutas de Cristal están abiertas todo el año. Las visitas guiadas duran aproximadamente 45 minutos y se realizan por la mañana a las 10.30, 11.30 y 12.30h, y por la tarde a las 16.30, 17.30 y 18.30h.
→ Precio de la entrada
Mayores 12 años: 9€
Niños de 6 a 12 años: 5€
Grupos y jubilados: 7€
→ A tener en cuenta:
Aunque puedes sacar las entradas en la taquilla de las grutas, te recomiendo que las compres con antelación en Eventum365 ya que el aforo máximo es de 25 personas por visita. De hecho, el día que fui yo, varias personas no pudieron entrar porque estaba todo reservado.
Cómo llegar a las Grutas de Cristal
Las Grutas de Cristal están situadas en el noreste de la provincia de Teruel. La ruta más corta (109 km) parte de Teruel capital por la N-420 en dirección Alcañiz. Pasado Gargallo, incorpórate a la TE-41 hasta llegar a Molinos. Las cuevas están a menos de 4 km del pueblo y el acceso está bien señalizado. La duración del trayecto es de 1h 25m y puedes dejar el coche en el parking de las grutas.
Si partes desde otra ubicación, puedes consultar cómo llegar rutas en este enlace de Google Maps.
Poderosas montañas, valles, ríos y lagunas, hábitats imprescindibles para la supervivencia de especies en peligro de extinción, deslumbrantes fenómenos kársticos y bosques de ensueño. Así es la naturaleza en León, la provincia española que cuenta con la mayor concentración de Reservas de la Biosfera de Europa. Siete, nada menos.
Aunque cada una luce su singular fisonomía y unas señas de identidad que las hacen únicas, todas tienen dos puntos en común fundamentales: su gran valor ecológico y su compromiso para conjugar sostenibilidad y progreso.
Recorrerlas es un placer que cautiva la vista y alimenta el espíritu. Respirar aire fresco, caminar sin prisa, sentir las huellas del pasado y el pulso del presente, detenerte a escuchar los sonidos de la naturaleza, hacer deporte, charlar con gentes que tienen mucho que contar, relajarte en un coqueto alojamiento rural…
Todo ello en el norte de León. Tierra de contrastes, de aldeas perdidas y pueblos que muestran con orgullo su arquitectura popular y sus costumbres. Tierra de brañas, castros, pallozas y hórreos, y de contundentes recetas caseras que conservan el sabor de lo auténtico.
Reservas de la Biosfera de León, un paraíso por explorar
Picos de Europa, Los Argüellos, Alto Bernesga, Babia, Valles de Omaña y Luna, Valle de Laciana y Ancares Leoneses. Estas son las siete zonas de León catalogadas Reservas de la Biosfera, una figura promovida por la UNESCO para conciliar la conservación de la diversidad biológica con el desarrollo económico de las poblaciones que las habitan. ¿Me acompañas a recorrerlas en busca de experiencias únicas?
Parque Nacional Picos de Europa: el reino de las cumbres
Un prodigio natural de tal belleza y magnitud que te hace sentir minúsculo. Esta podría ser una buena definición de los Picos de Europa, el primer parque nacional que se creó en España. A caballo entre Asturias, Cantabria y León, es en tierras leonesas donde se localizan las cumbres de mayor altitud y los relieves más escarpados de la cordillera Cantábrica. Y junto a ellos, aldeas de alta montaña, numerosos bosques -hayedos principalmente-, y un importante legado etnográfico con siglos de historia, que acrecienta el valor cultural de sus dos valles.
Entre los atractivos del Valle de Valdeón, destaca la Ruta del Cares, una de las hoces más espectaculares de España que puedes recorrer sin apenas dificultad en muchos tramos siguiendo su famosa garganta. Otras citas imprescindibles son el mirador del Tombo, que te regalará una magnífica panorámica de este precioso valle, los hórreos de Soto de Valdeón y la vertiente leonesa del desfiladero de Los Beyos.
Por su parte, el Valle de Sajambre, situado en la cabecera del río Sella, nos propone recorrer la Senda del Arcediano, una de las rutas más antiguas y menos conocidas de los Picos de Europa que discurre entre bosques, praderas y vistas de escándalo. Aunque me he dejado muchísimos rincones excepcionales en el tintero, espero que estas pinceladas te animen a descubrir esta inigualable Reserva de la Biosfera.
Los Argüellos, hoces y catedrales subterráneas
La Reserva de la Biosfera de Los Argüellos, situada en la montaña central de León, es otra de las joyas de esta provincia. Un territorio que aúna bosques, hoces, valles kársticos, cuevas de gran belleza y playas fluviales en las que darte un refrescante chapuzón.
Precisamente, este legado natural hace de Los Argüellos un destino ideal para practicar turismo activo. Espeleología, senderismo, deportes de invierno en la estación de esquí de San Isidro, escalada… Hablando de escalada, las paredes verticales de las Hoces de Vegacervera son el escenario perfecto para liberar adrenalina rodeado de un paisaje sencillamente espectacular.
Y si lo que quieres es disfrutar de un enclave único de estalactitas, estalagmitas y coladas, reserva un hueco en tu agenda para explorar la Cueva de Valporquero.Te puedo asegurar que recorrer este espacio, esculpido por el agua a lo largo de más de un millón de años, es una experiencia inolvidable. Luces y sombras, inesperados volúmenes, salas cinceladas con mil detalles que disparan la imaginación… Además, si te gusta la espeleología, podrás recorrer el Curso de Aguas, tres kilómetros de pura aventura que vivirás entre galerías, cascadas y toboganes.
Alto Bernesga, cruce de caminos y hayedos de ensueño
Nuestro recorrido por la naturaleza en León nos conduce ahora al Alto Bernesga, una zona de transición entre la España mediterránea y la atlántica que cuenta con una interesante diversidad paisajística y etnográfica. Además de las sendas de la trashumancia que vertebran su territorio, por esta Reserva de la Biosfera también discurre el milenario Camino del Salvador, una variante del Camino de Santiago que transcurre junto al río Bernesga. En esta ruta de peregrinación se alza la Colegiata de Santa María de Arbás del Puerto, uno de los ejemplos más notables del románico leonés.
Otro de los atractivos de esta encrucijada de caminos es el Faedo de Ciñera. Este mágico bosque de hayas centenarias, perfecto para recorrer con niños, es uno de los parajes más bonitos de León. Un escenario de leyenda salpicado de preciosos recovecos, arroyos, paredes de roca y pasarelas de madera que, gracias al empeño de los lugareños, luce un fantástico estado de conservación. Pero no es el único espacio natural de esta reserva que te recomiendo visitar. El desfiladero de las Hoces del Villar y el hayedo de Cabornera, con su espectacular paraje de La Boyariza, también son un espectáculo para los sentidos.
Babia, un lugar para quedarse
Según cuentan, los reyes de León acudían a las tierras de Babia para descansar y alejarse de las intrigas de la corte. Cuando los súbditos, inquietos por su ausencia, preguntaban por el monarca siempre recibían la misma respuesta “está en Babia”, dando a entender que estaba ensimismado en su lugar de recreo. Aunque hoy sencillamente diríamos que nos vamos de escapada para desconectar, el significado de esta expresión sigue vigente. La belleza y la tranquilidad que reinan en esta Reserva de la Biosfera te dejarán embelesado y con ganas de repetir.
Para comprobarlo, solo tienes que recorrer los magníficos paisajes que discurren bajo la atenta mirada de la hermosa Peña Ubiña. Cumbres, valles y lagunas de origen glaciar, puertos de montaña, pastizales, ríos como el Sil y el Luna…
El broche de oro a este catálogo de espacios naturales lo ponen los pueblos de Babia. Encantadoras poblaciones salpicadas de casas tradicionales y hórreos, como Torre de Babia, Torrestío o Riolago, en las que desearás hacer parada y fonda. Y no solo para disfrutar de la calidad de su oferta de turismo rural. También de la amabilidad de sus gentes que estarán encantadas de mostrarte su forma de vida y sus rincones favoritos.
Valles de Omaña y Luna, León al natural
Esta Reserva de la Biosfera, que toma su nombre de las cuencas de los ríos Omaña y Luna, es la más grande de León. 81.000 hectáreas que se traducen en decenas de experiencias de ecoturismo en las que naturaleza, cultura y conservación van de la mano.
Su paisaje está formado por pequeños y fértiles valles donde la biodiversidad es la tónica dominante. De hecho, buena gran parte de ellos estén catalogados como territorio ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves).
Los Valles de Omaña y Luna cuentan, además, con numerosas especies endémicas y parajes en los que la naturaleza es muy generosa. Un buen ejemplo son los extensos abedulares que encontramos en poblaciones como Montrondo, Fasgar y Murias de Paredes. Esta última es un precioso ejemplo de arquitectura tradicional y el punto de partida de la ruta de Las Fuentes del Omaña que incluye el nacimiento del río. El robledal de El Castillo, situado en Riello, y el sabinar de Mirantes de Luna son otros rincones vegetales que te esperan para sorprenderte, y que deberías visitar antes de probar la contundente cocina local.
Valle de Laciana, tierra de brañas
Al oeste de la Cordillera Cantábrica, en un valle fruto de la erosión de la cabecera del río Sil, encontrarás otro feudo de la naturaleza leonesa: la Reserva de la Biosfera Valle de Laciana. El valor de esta tierra, de altas cumbres y extensos bosques, es extraordinario. Y no solo a nivel paisajístico. También es un área de vital importancia para dos especies en peligro de extinción: el oso pardo y el urogallo. De hecho, en Caboalles de Arriba -una pedanía de Villablino- podrás visitar el Centro de Interpretación del Urogallo que muestra la singularidad biológica y los recursos culturales de esta reserva, entre los que destaca la vida en las brañas. Y es que todo el valle está salpicado de estas zonas de pasto de alta montaña en cuyas cabañas vivían los pastores que cuidaban del ganado hasta la llegada de las primeras nieves.
Otra experiencia que te acercará a la cultura de este valle te espera en Sosas de Laciana. Allí está la Lechería La Popular, la única lechería hidráulica artesanal que hay en España, que te mostrará cómo se elaboraba antaño la mantequilla.
Dentro de su variada oferta turística, también destaca el puerto de Leitariegos y la Estación Invernal Valle Laciana-Leitariegos que es perfecta para disfrutar del esquí en un ambiente tranquilo y familiar.
Ancares Leoneses, un viaje en el tiempo
Hablar de los Ancares Leoneses es hablar de un destino fascinante que nos invita a viajar en el tiempo hilvanando su dilatada historia. Aquí podrás recorrer pueblos y pequeñas aldeas, como Campo del Agua, Balouta o Balboa, que aún conservan sus ancestrales pallozas, y sumergirte en la cultura castreña en castros como el de Chano, que se asienta en las tranquilas laderas del valle de Fornela. También podrás visitar Vega de Espinareda para admirar la monumentalidad neoclásica del Monasterio de San Andrés, y, de paso, darte un baño en la playa fluvial de Valle de Finolledo. O callejear por el precioso conjunto histórico de Villafranca del Bierzo siguiendo los pasos de los peregrinos del Camino de Santiago.
Todo ello, en una Reserva de la Biosfera jalonada de cumbres, ríos de aguas cristalinas y profundos valles que demandan ser descubiertos caminando o practicando algún deporte al aire libre. ¿Un ejemplo? Si lo tuyo es el senderismo, anímate a conquistar el Puerto de Ancares. Tu recompensa será contemplar una hermosa panorámica de estas tierras y, además, podrás conectar con otras rutas que coronan cumbres como el Pico Mustallar o el Penalonga.
Turismo rural en León: di adiós al estrés
En los municipios que componen cada uno de estos espacios naturales encontrarás una gran variedad de alojamientos de turismo rural en los que el servicio y la calidad están garantizados. Consulta estas webs y localiza el que buscas:
Empápate de la naturaleza en León de forma responsable y sostenible
Aunque seguramente ya lo sabes, nunca está de más recordarlo: respetar la naturaleza es la única forma de preservarla. Tenlo en cuenta cuando visites estas reservas y sigue estas sencillas recomendaciones:
Todos estos espacios naturales dejarán huella en ti, pero tú no debes dejar ni un solo rastro de tu paso.
Recicla la basura que generes como corresponde y, si recoges la de otros, mejor que mejor. Todo suma para frenar el deterioro medioambiental.
Un descuido puede convertir un bosque en cenizas, así que nada de hacer fuego. Si fumas, hazlo con cuidado y usa un cenicero portátil.
Salvo por motivos justificados, no abandones los senderos ni tomes atajos.
Antes de subirte a una bici, moto o quad, pregunta si uso está permitido en el recorrido que pretendes realizar.
Evita hablar muy alto para no molestar a los animales. Solo así podrás escuchar el sonido que realmente importa, el de la naturaleza.
No arranques plantas o flores. Concéntrate en contemplarlas y/o fotografiarlas.
La mejor forma para integrarte en un medio rural como este es interesarte por los usos y costumbres de la población local. Para más información, puedes consular el Manifiesto del Viajero Responsable.
Y hasta aquí este recorrido por la naturaleza en León. Por siete Reservas de la Biosfera que brillan en cualquier época del año y que resultan perfectas para una escapada rural. En cada una de ellas te podrá faltar tiempo, pero no planes a cuál más auténtico.
* NOTA: Artículo patrocinado por Turismo de León.
Completa tu escapada a la provincia de León con estas actividades
Si quieres aprovechar al máximo tu estancia en León, aquí tienes una serie de actividades y excursiones muy bien valoradas por otros viajeros:
Viajo al norte de Cataluña para mostrarte una de las maravillas que la naturaleza regaló a la Costa Brava y el hombre bautizó como Parque Natural de Cap de Creus. Un tesoro paisajístico, geológico y biológico que suma su belleza a la de los municipios que lo conforman. Entre ellos Llançà, El Port de la Selva o Cadaqués, preciosos rincones de este tramo del litoral catalán que discurre entre Portbou y la encantadora Blanes donde pasé los veranos de mi infancia. Porque yo, como Serrat, nací en el Mediterráneo, y como él, llevo su luz, su olor y su recuerdo por dondequiera que vaya.
Mira las imágenes, escucha mi voz en off y déjate llevar por el viento del norte, el mar y los sorprendentes escenarios que se cruzan a tu paso. Por la tramuntana, que te abate y te da la vida a partes iguales. Por el Mediterráneo, que ve cómo los Pirineos se sumergen en sus aguas dando forma al único parque marítimo-terrestre de Cataluña. Por un paisaje que inspiró a poetas como Josep Maria de Sagarra, a artistas como el gran Salvador Dalí y que a ti también te sacudirá por dentro. Entre la tierra y el mar, en un espacio único que se formó hace millones de años.
La singularidad del Cap de Creus
Aparte ser el punto más oriental de la península ibérica y por tanto el primer lugar por donde sale el sol, este entorno natural enclavado en la provincia de Girona nos ofrece una extraordinaria diversidad de paisajes en sus 13.886 ha de superficie. En su parte marina, luce con merecido orgullo un litoral salvaje y abrupto, salpicado de vertiginosos acantilados que se pierden en el mar, islotes y recónditas calas de aguas profundas que esconden espectaculares fondos coralinos. Un seductor y atractivo conjunto que hace de la fachada marítima del Cap de Creus un lugar lleno de magia fruto del mejor de los arquitectos, la naturaleza. Ríndete ante las vistas que desafían tu mirada, siente la energía que emana de los pliegues de piedra y vetas minerales, juega a descifrar las caprichosas formas que la erosión del agua y del viento han esculpido y llena tus pulmones de aire puro. Es lo mínimo que se merece este sobrecogedor rincón de la Costa Brava.
Seguirás sumando sensaciones difíciles de olvidar en las 10.813 ha que conforman su parte terrestre, un paraíso biológico en el que el mar da paso a bosques, prados y Parajes Naturales de Interés Nacional con más de 800 especies botánicas catalogadas. Recorrerlo te permitirá conocer su patrimonio cultural en el que destaca el monasterio de San Pere de Rodes, joya del románico catalán, junto a castillos, ermitas y restos arqueológicos como el dolmen de La Creu d’en Cobertella, el monumento megalítico más grande de Cataluña. No olvides reservar parte de tu tiempo para descubrir la belleza marinera de Llançà, Roses, Cadaqués y El Port de la Selva, y el ambiente rural que se respira en Vilajuïga, Pau, Palau-saverdera y la Selva de Mar. Cada uno de los ocho municipios que conforman el parque tiene su propio encanto.
Aunque dentro del área del parque se pueden realizar muchas actividades como paseos a caballo, cicloturismo, observación de aves y cetáceos, piragüismo, snorkel, kayac o parapente, entre otros, las características propias de este espacio hacen del senderismo y el submarinismo los deportes estrella.
Itinerarios del Parque Natural de Cap de Creus
A lo largo de los años, el Parque Natural de Cap de Creus ha ido recuperando antiguos caminos -en su mayor parte cañadas- y habilitando nuevos senderos hasta completar un total de 17 itinerarios que recogen sus principales valores naturales y culturales.
Dos de los más populares son el itinerario Punta de Cap de Creus (nº 15) y el que recorre el Paraje de Tudela (nº 17). El primero parte desde el faro del Cap de Creus, construido a mediados del siglo XIX a 87 metros de altitud, en cuyo interior se ubica un punto informativo y un museo de divulgación científica.
Este es, sin duda, uno de mis rincones favoritos de este espacio protegido ya que ofrece una espectacular panorámica del litoral descarnado del Cap de Creus. Tomar algo en la pequeña terraza que hay detrás del faro, con la mirada perdida en la inmensidad del Mediterráneo y notando cómo la fuerza de la naturaleza traspasa tu piel es uno de esos momentos que sí o sí pasarán a ocupar un lugar privilegiado en tu memoria.
Otros puntos de interés de este recorrido son la Cova de s’Infer, la isla de s’Encalladora cuyo norte es una reserva natural integral marina, y la isla de Massa d’Oros, un islote donde dicen que el viento sopla con más intensidad que en cualquier otro rincón del parque. ¿Una curiosidad? En el entorno de la punta de Cap de Creus se rodó en 1971 la película La luz del fin del mundo, una historia de piratas protagonizada por Kirk Douglas, Yul Brynner y Fernando Rey.
Por su parte, el itinerario 17 nos permite descubrir el Paraje de Tudela, un peculiar paisaje de aspecto lunar situado al norte de la península de Cap de Creus cuyo valor geológico es incalculable. Te sorprenderá la peculiar forma de rocas como Es Camell -el filón de pegmatita más grande de todo el Cap de Creus, o S’Àliga. Detén tu mirada en ellas ya que este es el único lugar del mundo en el que estas rocas afloran al exterior. Otro enclave que no debes pasar por alto es el Mirador de l’Illa de Portaló, un islote de esquistos negros que emerge frente a la costa.
Si quieres conocer el resto de itinerarios que discurren por el parque, los puedes descargar en formato pdf en la webde este parque natural.
Y hasta aquí este recorrido por el Cap de Creus. Yo hace apenas un mes que lo hice y, citando de nuevo a Serrat, me fui pensando en volver. Para saciar una vez más mi ansia de mar, para pisar de nuevo mi tierra.
Cómo llegar al Parque Natural de Cap de Creus
En coche: Por la autopista AP-7 de Barcelona a La Jonquera, salida nº 4 (Figueres Sur). De La Jonquera a Barcelona, salida nº 3 (Figueres Norte). Por la carretera A-2 de Barcelona a La Jonquera hasta Figueres, y después coger la A-26 de Figueres a Llançà o bien la C-260 de Figueres a Roses.
Ferrocarril: Línea Barcelona-Portbou. Llançà y Vilajuïga son las estaciones más cercanas.
Autobús: Desde Figueres, la compañía Sarfa conecta con todas las poblaciones del Parque Natural.
Puntos de información del Parque Natural de Cap de Creus:
Centro de Información del Palau de l’Abat: Situado en el monasterio de Sant Pere de Rodes al que se accede desde los municipios de Vilajuïga y El Port de la Selva.
Punto de Información del Espacio Cap de Creus: Desde Cadaqués vamos siguiendo las indicaciones que nos llevan al faro de Cap de Creus. El punto de información se encuentra situado en el edificio del faro.
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