Sultanahmet, el corazón de la cautivadora y fascinante Estambul

Sultanahmet, el corazón de la cautivadora y fascinante Estambul

El barrio de Sultanahmet, el alma de la que fue capital de tres imperios, es la primera cita de todo viajero que posa sus pies en Estambul. Motivos no le faltan ya que en él se concentran algunos de los principales monumentos de esta seductora ciudad bendecida por el paso de los siglos y por quienes la levantaron tan única. La huella de emperadores bizantinos, el legado de sultanes otomanos, un palacio sumergido, la más famosa de sus mezquitas… ¿Listo para un viaje que no da tregua a los sentidos?

Plaza de de Sultanahmet. Estambul

Lloviznaba cuando llegué a la plaza de de Sultanahmet que aquella mañana de abril despertaba bajo un cielo gris. No podía creer que estaba allí, plantada entre Santa Sofía y la Mezquita Azul, girando sobre mis pasos para perpetuar en mi retina este esperado y deseado momento. Impactada ante tan bella realidad. Y de repente, sucedió. Escuché por primera vez el quejumbroso canto del muecín llamando a la oración mientras esquivaba la lluvia bajo un paraguas comprado hacía unos minutos. Me quedé inmóvil, absolutamente paralizada y el más dulce de los escalofríos recorrió todo mi cuerpo. Sí, estaba en Estambul. A punto de conocer a la que ocupa el trono de mi currículum viajero. Mi niña bonita, el lugar al que volvería una y mil veces sin dudarlo. Una ciudad de la que me enamoré sin remedio.

Qué ver en Sultanahmet

Santa Sofía

A pesar de que le dediqué un artículo, me sigue costando describir lo que se siente al recorrer la obra más colosal y sagrada de la época bizantina. Sancta Sophia, Haghia Sofia, la iglesia de la Sagrada Sabiduría, Museo Ayasofya…. El sueño de Justiniano ha mudado tantas veces de piel como la propia ciudad fusionando culturas y credos en una prodigiosa obra que en su día fue la mayor iglesia del mundo cristiano, la mezquita principal de Estambul durante 400 años y que hoy se presenta como museo.

Santa Sofía. Sultanahmet. Estambul

Nave central de Santa Sofía desde la galería superior. Sultanahmet

Mosaico de la Virgen María. Santa Sofía. Sultanahmet

Su sólido y austero exterior de tintes rosados, sus minaretes y su ingrávida cúpula dan la bienvenida a un espacio que emociona por sus dimensiones y por la atmósfera tan especial que se genera en su interior. Entre hermosos mosaicos bizantinos, imponentes columnas, enormes medallones que nos hablan de Alá, Mahoma y los primeros califas, y ventanas, vidrieras e incontables lámparas de bronce que alumbran su potente fisonomía generando un hipnótico juego de luces y sombras. Un delirio visual que te golpea con fuerza al contemplar su conjunto desde la inmensa nave central y cuando accedes a la galería superior para admirarla desde una nueva perspectiva. No te resistas. Acabarás sometido a la magia de Santa Sofía y rendido ante imágenes y sensaciones que difícilmente olvidarás.
Más información: Hagia Sophia Museum. Precio de la entrada: 30 TL.

  • NO VIAJES SIN SEGURO
    Si vas a viajar a Estambul, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplias coberturas. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

Mezquita Azul

En el otro extremo de la plaza de de Sultanahmet, justo enfrente de Santa Sofía, se encuentra la Mezquita Azul que parece retar la grandiosidad de su famosa vecina desde que el sultán Ahmet I mandara construirla en 1609. A sus pies la vista se pierde en la cascada de sus voluptuosas cúpulas, en sus más de 200 ventanales y en los seis minaretes que la delimitan y la hacen única. ¿El motivo? Se levantaron para competir con la mismísima Meca igualando su número de torres. Una ofensa que quedó saldada con la construcción de un séptimo alminar en la mezquita de Arabia Saudí.

Mezquita Azul. Sultanahmet. Estambul

Detalle de las cúpulas de la Mezquita Azul. Sultanahmet. Estambul

Mezquita Azul. Sultanahmet, Estambul

Guiños históricos al margen, lo cierto es que para mí esta mezquita, además de ser la más visitada y la más grande de Estambul, es la más bella entre las bellas. La más imponente y espectacular de cuantas se dan cita en esta ciudad que navega entre dos continentes. El gran patio central con su fuente para las abluciones, sus 20.000 azulejos de Iznik que aportan la tonalidad azul por la que es conocida, sus vidrieras llegadas de Venecia, su cúpula principal que se eleva hasta los 43 metros de altura… La Mezquita Azul es el reflejo de la perfección, de la simetría absoluta. Una sobrecogedora aproximación a la cultura islámica, obra maestra del arquitecto Mehmet Aga, que hay que contemplar con calma, sentado en sus alfombras tejidas en los telares imperiales y forzando el cuello para levantar la mirada y captar cada uno de los detalles de este templo alzado para honrar a Alá en el que hombres y mujeres debemos ocultar cualquier atisbo de nuestra desnudez occidental con telas y pañuelos.
* Aunque la entrada es gratuita, un donativo para su conservación será bienvenido.

Hipódromo

Justo al lado de la Mezquita Azul hallamos los vestigios de lo que fue el gran Hipódromo, el centro neurálgico de la romana y bizantina Constantinopla. Cuesta imaginarlo pero en su día, este campo rectangular dedicado a espectáculos hípicos llegó a acoger a más de 100.000 espectadores hasta la toma de la ciudad por los otomanos.

Hipódromo. Sultanahmet, Estambul

Obelisco de Tutmosis III y Columna Serpentina. Sultanahmet, Estambul

En el extremo sur se encuentra la Columna de Constantino, alzada para conmemorar la declaración de Bizancio como la nueva capital del Imperio Romano, y unos metros más adelante el Obelisco de Tutmosis III, el monumento más antiguo de Estambul que se trasladó de Luxor a Constantinopla por orden de Constantino el Grande. A él le debemos también la llamada Columna Serpentina que en su época formaba parte del templo de Apolo en Delfos. También ha sobrevivido al paso del tiempo la Fuente Alemana, un templete de estilo neo-bizantino que el Kaiser Guillermo regaló al sultán Abdul Hamid II en 1895. Legados de Roma, Egipto, Grecia… Pasear por el Hipódromo supone revivir el pasado y formar parte de su presente ya que es uno de los lugares de encuentro más populares de Estambul.

Palacio Topkapi

Nos trasladamos ahora al que fue el centro administrativo del Imperio Otomano desde 1465 hasta mediados del siglo XIX, el Palacio Topkapi. Un inmenso complejo palaciego, levantado por Mehmet II, que consigue sumergirnos en el modo de vida de los sultanes a través de las numerosas estancias que discurren en sus cuatro patios. Las profusamente decoradas salas del Consejo y el Archivo, las dependencias públicas, las cocinas, los pabellones de recreo, la Biblioteca de Ahmet III, el Tesoro -con las joyas que simbolizan el poder que llegó a alcanzar Constantinopla- y, cómo no, el harén, la residencia privada del sultán y de su séquito de mujeres y concubinas.

Palacio Topkapi. Sultanahmet. Estambul

Estancias del Palacio Topkapi. Sultanahmet. Estambul

Terraza y Quiosco de Bagdad. Palacio Topkapi. Sultanahmet. Estambul

¿Mi rincón favorito? Sin duda, la terraza del cuarto patio. El magnífico Quiosco de Bagdad no hace sino embellecer un amplio mirador que nos permite ser conscientes de su privilegiada ubicación entre el Cuerno de Oro y el Mar de Mármara. El tiempo pasará volando mientras te recreas con las increíbles vistas del Bósforo que desde aquí se divisan.

Cisterna Basílica o Cisterna de Yerebatán

Estamos en uno de los rincones más sorprendentes de Estambul. Bajo tierra, ante un gigantesco espacio poblado por 336 columnas que emergen de un depósito subterráneo capaz de almacenar hasta 100.000 toneladas de agua. Un palacio sumergido, que debe su nombre a la antigua basílica sobre la que se construyó, creado para proveer de agua a los palacios imperiales bizantinos.

Cisterna Basílica. Sultanahmet. Estambul

Cisterna Basílica, el palacio sumergido de Sultanahmet. Estambul

Cabeza de medusa. Cisterna Basílica. Sultanahmet. Estambul

Imagina conmigo. Desciendes unos escalones. Tu vista se adapta de la claridad exterior a un mar de tenues luces amarillentas que iluminan con maestría cada recoveco de esta obra ideada por Justiniano I. Música clásica como banda sonora salpicada por el sonido de las gotas que se precipitan del techo al agua, y un juego de pasarelas de madera que harán que te detengas a cada paso. Para contemplar sus bóvedas, para descubrir los diferentes tipos de columnas y capitales que se alinean con precisión, para hacer un poco tuyo este escenario único marcado por luces y sombras. No te preocupes. No mudarás tu piel por piedra si miras fijamente las dos cabezas de medusa que hallarás en la parte noroeste de la Cisterna Basílica. Están colocadas al revés y de lado para que, según cuenta la mitología griega, no consigan petrificarte.
Más información: Yerebatan Sarnici. Dirección: Yerebatan Cad. Alemdar Mah. 1/3. Precio de la entrada: 20 TL.

Más planes que te esperan en Sultanahmet

Ya que estás en esta zona, acércate hasta Küçük Ayasofya, conocida como la Pequeña Santa Sofía que discretamente suele escaparse de las masas. Ya no está recubierta con mosaicos de oro como antaño pero te aseguro que esta mezquita que nació como iglesia merece un poco de tu tiempo. Además es la única de todo Estambul que permite el acceso a su galería superior. En sus inmediaciones, talleres de artesanos, vendedores de libros de segunda mano y encuadernadores.

Pequeña Santa Sofía. Estambul

Dos opciones para comer en Sultanahmet: Tarihi Sultanahamet Köftecisi, un establecimiento de toda la vida donde probar a buen precio los clásicos köfte turcos -albóndigas de ternera- (Divan Yolu Caddesi, nº 12), y el restaurante panorámico del Hotel Adamar, un pequeño lujo de cocina otomana y platos internacionales que se compensa con creces gracias a sus espectaculares vistas de Estambul (Yerebatan Cad. No. 37).

Pasea de noche para ver cómo los hitos arquitectónicos de Sultanahmet lucen al caer el sol y termina la jornada sentado en uno de los bancos de la plaza donde empezó este recorrido, al lado de la fuente, cambiando de posición para saltar de Santa Sofía a la Mezquita Azul. Para sentir como yo que es real, que estás en Estambul.

Todo lo que necesitas saber para viajar a Estambul

Guía práctica y consejos para viajar a Estambul
Dónde comer en Estambul
Crucero por el Bósforo
Üsküdar, el mejor atardecer de Estambul
Santa Sofía, la joya bizantina de Estambul
Volar con Pegasus airlines a Estambul

Qué ver y hacer en Marrakech: 10 planes imprescindibles que no puedes perderte

Qué ver y hacer en Marrakech: 10 planes imprescindibles que no puedes perderte

Si te preguntas qué ver y hacer en Marrakech, aquí tienes la respuesta. Bienvenido a una ciudad marroquí fundada hace más de mil años a los pies del Alto Atlas que pese a sus destellos de modernidad no olvida ni quién es ni su pasado. A un rincón africano, vibrante y caótico, teñido de olores, sabores y sonidos que colapsan los sentidos y encienden el alma. A una ciudad que logró removerme por dentro y que ahora te presento a través de 10 planes que considero imprescindibles. Comenzamos.

Zoco de los herreros. Que ver Marrakech

Puesto de especias en el zoco de Marrakech

Qué ver en Marrakech

La plaza Yamaa el-Fna, el gran escenario de la ciudad

Si hay un lugar que merece estar en el pódium de cualquier listado encabezado con la manida frase qué ver en Marrakech, es este. Y es que, como si de un imán se tratara, nada más llegar a la ciudad tus pasos te conducirán hasta la famosa plaza Yamaa el-Fna.

Y lo harás para plantarte en el corazón de la medina, donde acude todo el mundo para presenciar el sorprendente espectáculo que cambia siguiendo los dictados del sol. Puestos de zumo de naranja, curanderos, sacamuelas, bailarines, predicadores, encantadores de serpientes… Un vertiginoso carnaval de ruido, gentío, música y tradiciones populares, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que al llegar la noche se incrementa con la aparición de pequeños restaurantes. Tal vez te parecerá todo muy caótico. Lo es. Simplemente, déjate llevar, interactúa con sus actores y siente el latido de Marrakech. ¿Una buena atalaya para ver cómo esta explanada va mudando su rostro a lo largo del día? Le Grand Balcon du Café Glacier con su terraza panorámica. Imprescindible.

Yamaa el-Fna, el gran escenario de Marrakech

Plaza Yamaa el-Fna. Marrakech

Terraza del Café Glacier. Que hacer en Marrakech

Muy cerca de aquí se encuentra la mezquita de la Koutoubia, cuyo famoso minarete, visible desde muchos puntos de la ciudad, sirvió de inspiración a la Giralda de Sevilla. No podrás visitar la mezquita pero podrás tomar su torre como referencia a la hora de orientarte.

Minarete de la Koutoubia. Marrakech

Piérdete entre las callejuelas de los zocos de Marrakech

No es una frase manida. Literalmente en algún momento acabarás perdido en la marea de zocos que se extienden al norte de la plaza Yamaa el-Fna. Mercados de aceitunas, dátiles y frutos secos como Ableuh o Kchacha, Semmarine, que bajo su techo de cañizo oferta babuchas, juegos de té, alfombras o caftanes, el zoco de los tintoreros con  lanas de colores secándose al sol, el de los herreros, el de los curtidores… En este recorrido brutalmente sensorial podrás poner a prueba tus mejores técnicas de regateo mientras esquivas el trajín de motos y carromatos que se cruzan en cualquier momento. Un consejo: cuando no sepas dónde estás, pregunta a algún vendedor porque si escoges a un particular lo más probable es que se empeñe en acompañarte a cambio de unos dirhams.

Una sugerencia: déjate caer por el Café des Épices donde podrás tomar una comida ligera a base de sopas, bocadillos y ensaladas. ¿Su gran atractivo? Está situado en la misma Place des Épices donde se dan cita boticarios de toda índole, mujeres que preparan jena para los tatuajes, vendedores de especias, sombrereros… Si tienes ocasión, siéntate en su pequeña terraza. Las vistas a este bullicioso rincón de Marrakech merecen mucho la pena.

Zoco de los tintoreros. Marrakech

No viajes a Marrakech sin seguro de viajes

Si eres un lector habitual de este blog, ya sabrás que no me canso de repetir lo importante que es viajar con un buen seguro de viajes. Yo siempre viajo asegurada con Chapka por sus amplias coberturas internacionales. Si haces números, comprobarás que el coste diario del seguro compensa con creces su precio y más teniendo en cuenta lo extraordinariamente cara que puede resultar una consulta médica en este destino. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

De compras por los zocos de Marrakech

Place des Épices. Marrakech

La Madraza Ali Ben Youssef

“Tú, que atraviesas mi puerta, que tus mayores deseos se cumplan”. Esta es la inscripción que preside la entrada de la Madraza Ali Ben Youssef, antaño la mayor escuela coránica del norte de África. Te recomiendo su visita porque es uno de los pocos edificios religiosos de Marruecos abierto a los no musulmanes y, además, representa el mejor ejemplo de arquitectura arabigoandaluza de la ciudad.

Solo tienes que acercarte a su gran patio para comprobar el delicado conjunto que forman sus ornamentadas columnas, los balcones con celosías, los mosaicos, las caligrafías esculpidas en las paredes, el estanque… Una profusa decoración que contrasta con la sobriedad de las celdas de los estudiantes del piso superior. Está situada en el interior de la medina muy cerca del Museo de Marrakech y de la Maison de la Photographie y, sin duda, merece formar parte de este listado sobre qué ver en Marrakech.

Madraza Ali Ben Youssef. Que visitar en Marrakech

Ali Ben Youssef se fundó en el siglo XIV bajo el reinado benimerín. Marrakech

Ríndete a la belleza del jardín Majorelle

En la llamada La Ville Nouvelle, levantada en la época medieval y feudo de la clase media marrakechí, encontrarás el que para mí es el rincón más hermoso de esta ciudad imperial y un imprescindible qué ver con mayúsculas: el jardín Majorelle. Un elegante y sugerente edén, forjado entre cactus, bambúes y nenúfares, ideado por el artista francés Jacques Majorelle, y recuperado por el gran modisto Yves Saint Laurent cuyas cenizas reposan junto a una sencilla columna.

Olvida el reloj, aquí las prisas no son bienvenidas. Enamórate de un color que jamás olvidarás, el profundo e intenso azul Majorelle que baña su villa modernista. Fíjate en cómo los rayos de sol se cuelan entre árboles y plantas llegados de los cinco continentes proyectando sombras que evocan exóticos destinos. Escucha el canto de los pájaros, el sonido del agua… Saint Laurent lo describió a la perfección: «un oasis donde los colores utilizados por Matisse se mezclan con los de la naturaleza». Pura magia.

Jardín Majorelle. Qué ver en Marrakech

Detalle del Jardín Majorelle. Marrakech

Revive la época de los visires en el palacio de la Bahía

Patios con exuberante vegetación, fuentes, teselas policromadas, techos tallados a mano, suelos cubiertos de mosaicos… Desde el exterior nada hace presagiar el lujo y opulencia que derrochó el visir Ahmed ben Moussa en el palacio de la Bahía (la bella). El resultado, tras catorce años de obras, resultó tan extraordinario que en 1911 acabó siendo la residencia general del Protectorado. Aunque solo una parte de sus 8 hectáreas y 150 habitaciones están abiertas al público, se puede visitar el harén y los espectaculares aposentos de la favorita y es otra de las visitas imprescindibles de la ciudad. Ya que estás en esta zona, antes de visitar las tumbas saadíes, aprovecha para callejear por el barrio judío o mellah y descubre un rostro más de la ciudad roja marroquí.

Palacio de la Bahía. Marrakech

Mellah de Marrakech

Descubre las suntuosas tumbas saadíes

Otro lugar que tienes que ver en Marrakech son las tumbas saadíes. Su origen nos traslada a 1557, momento en el que el sultán saadí Ahmed el-Mansour el-Dahbi decidió construir un mausoleo digo de su rango, la espectacular Sala de las Doce Columnas. Un espacio exquisitamente decorado con mármol de Carrara, estucos recubiertos de oro puro y mosaicos de azulejos. El resto de este complejo funerario está formado por dos pabellones más y por las más de 170 tumbas de cancilleres y mujeres ubicadas en su jardín.

Tumbas saadíes. Marrakech

Saborea Marrakech bocado a bocado

A pie de calle, en ambientes refinados al son de la danza del vientre o en una terraza divisando el anárquico skyline de la medina. La oferta gastronómica de Marrakech se adapta a todo tipo de carteras ofreciendo platos tradicionales como la tanjia, tajines, cuscús, pastillas, brochetas, keftas… Como elegir entre tantos escenarios no es tarea fácil, aquí tienes algunas propuestas además de los ya mencionados Café des Épices y Café Glacier.

Tajine de pollo. Marrakech

Si lo que buscas es cocina tradicional, prueba en locales como Chez Chegrouni (noroeste de la plaza Yamaa el-Fna), Ksar Es Saoussan (Rue des Ksour, 3) o en el siempre de moda Le Foundouk (Souk Hal Fassi, 55). Para descubrir los sabores de la cocina creativa marroquí: el acogedor Le Jardín (Sidi Abdelaziz, 32), y Villa Flore (Derb Azzouz, 4). En ambos sirven alcohol. Si te decides por picar algo en el centenar de restaurantes que invaden el centro de la plaza Yamaa el-Fna, mi consejo es que te sientes donde veas más gente para asegurarte de que los productos sean frescos. Parrilladas, pescados, ensaladas, caracoles, cabeza de cordero… Tú decides.

Café des Epices

¿Dónde rendirte a la repostería marroquí? Sin duda en la Pâtisserie et boissones Al Jawda. Está considerada una de las mejores de la ciudad y con razón. Batidos y zumos de mil sabores, pasteles, galletas, los clásicos «cuernos de gacela»… (Rue Derb Dabachi, 16).

CONSEJO VIAJERO → Experimenta Marruecos a través de sus exóticos sabores con este tour gastronómico en español por Marrakech. Los platos incluidos en el tour se pueden cambiar por opciones vegetarianas.

Pâtisserie et boissones Al Jawda

El domingo, como un local más, visita el jardín de la Menara

Un mar de olivos reconvertido en parque urbano, un pequeño pabellón a cuyos pies discurre un gran estanque artificial y el mejor telón para enmarcarlo: las cercanas cimas del Atlas. Así es el jardín de la Menara, el patio de recreo de los marrakechíes que se adueñan de este enclave de factura almohade, sobre todo los domingos, para escapar del imparable ritmo que azota el centro de la ciudad. ¿La mejor hora para visitarlo? Al atardecer, entre parejas de enamorados que cucurucho de patatas fritas en mano esperan la puesta del sol. Más que un qué ver en Marrakech es un agradable experiencia.

La Menara con el minarete de la Koutoubia al fondo

Pabellón de la Menara

Vuela sobre Marrakech en globo

Si tu agenda y tu bolsillo te lo permiten, otra de las cosas que debes hacer es sobrevolar las zonas rurales que rodean Marrakech. Realmente merece la pena madrugar aunque solo sea por presenciar ese hipnótico instante en el que el sol despierta a un nuevo día sobre las cumbres nevadas del Atlas. Y tras el vuelo, un completo desayuno tradicional en una improvisada jaima en medio de la nada. Yo viví esta experiencia con la empresa Ciel d’Afrique. Precio por persona: desde 2050 MAD.

Salida del sol sobre las cumbres nevadas del Atlas. Marrakech

Sobrevolando las afueras de la ciudad

Desayunando tras sobrevolar Marrakech

Relájate en un hamman

No puedes irte de Marrakech sin sucumbir al placer que supone relajarse en alguno de sus numerosos hammams. Obviamente, la experiencia más auténtica te espera en los públicos, donde el lavado y el masaje suele realizarse en el mismo suelo de mármol. No obstante, si prefieres un trato más occidental, puedes acudir a los llamados hammams-spa que ofrecen una variada gama de tratamientos como los masajes con aceite de argán o los baños perfumados.

Y hasta aquí mis 10 planes imprescindibles que recogen qué ver en Marrakech. Una ciudad cuya fuerza reside en el ambiente que se respira en sus calles, que te invita a seguirle el juego y a dejarte llevar. Porque en Marrakech más que ver hay que sentir.

Qué más ver en Marrakech: excursiones y actividades

Si no quieres dejarte nada por ver en Marrakech, aquí tienes las mejores excursiones y actividades que puedes hacer con un guía que habla español. Toma nota:

Tour privado en español por Marrakech: descubre todos los secretos de la Medina de Marrakech.

Paseo en globo por el norte de Marrakech: Olvida el ajetreo de sus calles y sobrevuela una de las ciudades más importantes de Marruecos en globo aerostático. Es impresionante.

Circuito de 5 días desde Marrakech a Fez: las montañas del Atlas, el Valle del Dades, las dunas de Merzouga… Descubre los tesoros del interior de Marruecos con este circuito que finaliza en la preciosa ciudad de Fez.

Excursión de 3 días al desierto de Merzouga: disfruta de los contrastes de Marruecos adentrándote en Erg Chebbi, la parte más espectacular del desierto del Sáhara

Excursión de 2 días al desierto de Zagora: dormir en una haima, ver el atardecer en el desierto y visitar antiguas kasbahs son algunos de los atractivos de esta escapada al desierto de Zagora.

Excursión a las Cascadas de Ouzoud: una jornada inolvidable en la que podrás conocer las cataratas más altas del norte de África.

Tour en quad por el palmeral de Marrakech: pistas sin asfaltar, aldeas tradicionales, paisajes pintorescos y emoción asegurada.

Más información para planificar tu viaje a Marruecos

Guía práctica y consejos para viajar a Marrakech
El Jardín Majorelle y la Menara
Tomándole el pulso a Marruecos: primeras impresiones
Dormir en una jaima en el desierto de Marruecos

Siete experiencias para enamorarte de Cádiz y caer rendido a sus pies

Siete experiencias para enamorarte de Cádiz y caer rendido a sus pies

Cádiz, la que hace gala de ser la ciudad más antigua de Occidente, la de eterna sonrisa, el pescaíto frito y el callejeo. Una tacita que dicen de plata que se bebe sobro a sorbo. Una imán de historia, sol y buena vida que nos obliga a poner rumbo al sur para disfrutar de su cautivadora luz salpicada por la espuma del Atlántico. Una capital andaluza y marinera como ella sola que te muestro a través de siete experiencias que conseguirán que caigas rendido a sus pies.

Vista de Cádiz desde el Castillo de San Sebastián Paseo marítimo de Cádiz

Piérdete por el barrio del Pópulo

Recorrer las calles del Pópulo, el barrio más antiguo de Cádiz con 3.000 años de historia a sus espaldas, es sentir el legado de aquellos fenicios, púnicos, romanos y árabes que antes que tú pisaron sus adoquinadas calles. Es fijar tu mirada en la impresionante fachada de la Catedral con su cúpula cubierta de azulejos dorados y maravillarte con su cripta donde reposan los restos de Manuel de Falla y de José María Pemán. Trasladarte a la esplendorosa Gades contemplando el Teatro Romano. Sentir el fervor de los gaditanos entre las columnas salomónicas de la iglesia de Santa Cruz, la antigua Catedral. Adentrarte en las dependencias del Museo Catedralicio (Casa de la Contaduria) para contemplar la mesa en la que afirman se firmó La Pepa. Cruzar el Arco del Pópulo, una de las tres puertas de la primitiva ciudad medieval. Ver la vida pasar en la plaza de San Juan de Dios, el primer espacio abierto ganado al mar presidido por el Ayuntamiento. Callejear hasta la plazuela de San Martín y que la vista se centre en los mármoles genoveses de la Casa del Almirante. Tomar algo en la plaza Topete, para los gaditanos la de las Flores, junto a la estatua de Columela, uno de los personajes más ilustres de la historia de Cádiz. Acercarte al Mercado de Abastos y palpar el día a día. Encontrarte con preciosos rincones que rezuman encanto como el callejón del Duende y recordar a los pies de las Puertas de Tierra aquel tanguillo que choteándose de las tropas de Napoleón reza: “con las bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones”. En definitiva, recorrer las calles donde todo empezó. Unas callejuelas que encontré más acicaladas y recuperadas que en mi anterior visita pero que no han perdido ni un ápice de su magnética personalidad.

Catedral de Cádiz Callejón del Duende. Cádiz Iglesia de Santa Cruz. Cádiz Centro de Interpretación del Teatro Romano de Cádiz Plaza de las Flores. Cádiz

Encuéntrate en el barrio de La Viña

Tras callejear sin prisas por el Pópulo, se impone conocer el barrio gaditano por excelencia: La Viña. La cuna del carnaval, allí donde la vida bulle en cada calle, plaza y bar. Un animado barrio que debe su nombre a los viñedos que ocupaban su terreno antes de que se urbanizase totalmente en el siglo XVIII. Un barrio de profundo sabor marinero que debido a su lejanía del puerto no despertó el interés de los cargadores de Indias por lo que fue habitado por clases populares que trabajan en la vecina playa de la Caleta. Su eje central es la calle de la Palma, presidida por la iglesia, y junto a la cual un retablo callejero nos recuerda los trágicos momentos vividos por la ciudad durante el maremoto de 1755. Muy cerca se encuentra el neomudéjar Gran Teatro Falla, coliseo del carnaval cada febrero, y el tantas veces fotografiado Campo del Sur, tan comparado al malecón de La Habana, con sus casas de colores y con la cúpula amarilla de la Catedral desafiando al Atlántico. Ya lo decía Antonio Burgos: “La Habana es Cádiz con más negritos. Cádiz, La Habana con más salero”.

Calle Virgen de la Palma. Cádiz Plazuela del Tío de la Tiza. Barrio de la Viña, Cádiz Gran Teatro Falla. Cádiz Cádiz desde el Campo del Sur

Contempla Cádiz desde sus miradores. La Torre del Reloj y la Torre Tavira

Si con los pies en el suelo Cádiz enamora a cada paso, imagina lo que supone contemplarla a vista de pájaro desde sus miradores. Tan blanca, tan bella, tan ceñida por el mar… Así la verás desde la Torre del Reloj de la Catedral de Cádiz. Que no te frenen los 40 metros de ascensión. La rampa se sube con facilidad y la recompensa cubre con creces el pequeño esfuerzo: una panorámica completa de toda la ciudad con la soberbia mole de la Catedral y unas infinitas vistas al Atlántico al son que marcan sus campanas. Aviso para navegantes: hay una entrada que por 5€ te permite visitar la Catedral, la torre y el Museo Catedralicio que se ubica en lo que fue la antigua Casa de la Contaduría.

Cádiz y el Atlántico Plaza de la Catedral desde la Torre del Reloj. Cádiz Panorámica de Cádiz desde la Torre del Reloj Skyline de Cádiz desde la Torre del Reloj de la Catedral Otra opción para contemplar Cádiz a vista de pájaro es subir al mirador de la Torre Tavira, una de las más de cien torres vigías que aún se conservan coronando las casas de antiguos comerciantes como testigos de una época en la que se utilizaban para controlar la llegada de los barcos que atracaban en sus aguas cargados con mercancías del Nuevo Mundo. Esta casa-palacio, que por su altura y localización en pleno centro, fue la torre vigía oficial del puerto gaditano en 1778, se ha convertido en una de las citas imprescindibles de la capital gracias a su Cámara Oscura que proyecta imágenes en movimiento en tiempo real de lo que está sucediendo en las calles gaditanas. Una curiosidad más: desde aquí es posible contemplar La Bella Escondida, una de las torres más hermosas de la ciudad cuya belleza solo puede apreciarse desde un lugar elevado como éste.

Vistas de Cádiz desde el mirador de la Torre Tavira Cádiz a vista de pájaro desde la Torre Tavira La Bella Escondida, una de las torres más hermosas de Cádiz Panorámica de Cádiz desde la Torre Tavira

Disfruta de las playas de Cádiz

Más de 7 kilómetros de playas urbanas jalonan el litoral de este coqueta niña andaluza que vive abrazada al mar entre castillos y baluartes como el de los Mártires o el de Capuchinos. El encanto salvaje y casi virgen de la playa de Cortadura, reconocible por los restos de la muralla del fuerte que protegió la ciudad durante la invasión francesa y por la constante presencia de surfistas, la playa de La Victoria con sus chiringuitos en la arena y su amplio paseo marítimo plagado de restaurantes que la convierten en un auténtico templo del ocio, la recoleta Playa de las Mujeres, también conocido como Santa María del Mar con su gran mirador que ofrece unas bonitas vistas del casco antiguo de la ciudad, y, cómo no, La Caleta, el orgullo de los gaditanos.

Playa gaditana Playa de las Mujeres (Santa María del Mar). Cádiz

La Caleta es el mejor resumen del litoral de Cádiz. Pequeña, popular y tan preciosa que parece sacada de un lienzo. Flanqueada a la derecha por el castillo de Santa Catalina, a la izquierda por el de San Sebastián y luciendo en el centro, con los pies en la arena, la blanca silueta modernista del antiguo balneario de la Palma que acoge hoy en día las dependencias del Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía. Un escenario de película, como así comprobaron 007, el Capitán Alatriste y hasta el mismísimo Manolete, con acento marinero. El que imprimen las pequeñas barcas de pescadores que juegan con la marea.

Playa de La Caleta y Castillo Santa Catalina. Cádiz Antiguo balneario de la Palma. Cádiz Castillo de San Sebastián. Cádiz Saborea el arte del tapeo en Cádiz y su gastronomía

Aunque a menudo Sevilla y Granada se llevan todos los piropos en cuanto al tema del tapeo se refiere, Cádiz no se queda a la zaga porque su gastronomía, como dicen por allí, quita el sentío. Si las freidurías son las reinas del cortijo del paladar, el pescaíto frito, en tapas o raciones, es el soberano de toda barra gaditana que se precie. Cazón en adobo, chocos, puntillitas, boquerones, chipirones, calamares, tortillitas de camarones, ortiguillas fritas

Taberna La Bombilla, Cádiz Súmale moluscos como las cañaíllas o los erizos de mar, lenguados, doradas, lubinas, atún de almadraba, langostinos y gambas blancas, y comprobarás que Cádiz sabe a mar, a cocina popular y, lo mejor, con una excelente calidad precio. Pero su recetario culinario no acaba aquí. Sería imperdonable no mencionar sus deliciosas carnes de Retinto, las carrilladas, las presas ibéricas a la brasa, los secretos… Cientos de tentaciones que locales y extranjeros trasiegan con olorosos de Jerez y manzanillas de Sanlúcar de Barrameda.

Langostinos a la plancha. Bar La Caleta, Cádiz Atún a la plancha. Cádiz Carne de retinto y cazón en adobo. Cádiz

¿Algunos lugares de peregrinación obligada en la ciudad de La Pepa?

Freiduría Las Flores. Una de las mejores opciones para sumergirte en la tradición del frito gaditano ya sea en pleno centro (Plaza Topete, 4) o a unos pasos de la playa de La Victoria (Brasil, s/n). En cucuruchos de cartón para llevar o en mesa rodeado de buen ambiente.

Freiduria Las Flores, Cádiz

Taberna La Bombilla (Plaza de la Libertad, 14). En pie desde 1952, su terraza es el mejor lugar para dejar el tiempo correr entre sus tapas tradicionales o dejando que te preparen cualquier producto que hayas comprado en el vecino mercado de abastos.

Rincón gastronómico del mercado de abastos (Plaza de la Libertad, s/n). Un renovado espacio en el que ocio y gastronomía se dan la mano con propuestas tan dispares como cocina japonesa con toques gaditanos, comida argentina, zumos y bebidas naturales, productos frescos de la Sierra de Cádiz y un delicioso etcétera.

Casa Manteca (Corralón de los Carros, 66) y El Faro (San Félix, 15). Dos clásicos del barrio de La Viña. En el primero, taberna típica donde las haya, se impone pedir chicharrones horneados, chacinas, queso y vermut. En el restaurante El Faro, pargo guisado a la Roteña, entrecot de Retinto y paté de cabracho.

Taberna La Manzanilla (Feduchy, 19). Manzanillas, amontillados y olorosos corren por la centenaria barra de esta taberna que nació como despachos de vinos en Cádiz en 1900. Entre sus parroquianos, Fernando Savater y Arturo Pérez Reverte.

Taberna La Manzanilla. Cádiz

Bar La Caleta (Avenida Duque de Nájera, s/n) Lo mejor, su terraza situada justo al lado de la arena de La Caleta con vistas a toda la playa. Buenas cañas, raciones y pescados frescos a muy buen precio.

Bar La Caleta. Cádiz

Sucumbe a los atardeceres gaditanos

En Cádiz el día arranca en la Alameda Apodaca y muere en la playa de La Caleta justo antes de ofrecernos el mejor de los regalos: sus increíble atardecer. Poco a poco el sol va descendiendo besando dulcemente la bahía hasta esconderse totalmente sobre el horizonte del Atlántico. Y se para el tiempo. No solo para los turistas que tratan en vano de capturar los vaivenes de la luz, también sus gentes detienen sus pasos para sentarse frente al mar y contemplar como el inmenso cielo azul se tiñe de naranjas, violetas y rosas. Una fiesta de la naturaleza, íntima y romántica, que te subyuga hasta acariciarte el alma y que te conforta como el más cálido de los abrazos. Así es la magia de los atardeceres gaditanos, así son las puestas de sol en Cádiz.

Atardece en Cádiz Se apaga el día en Cádiz Atardecer en la playa de La Caleta, Cádiz Puesta de sol en Cádiz Dicen que el mejor lugar para contemplar el ocaso es en La Caleta, pero te aseguro que desde Cortadura, Santa María o el Campo del Sur también coleccionarás postales que tu retina nunca olvidará. Tras este este éxtasis de belleza quizás sientas un atisbo de melancolía. Durará poco. Aunque el sol se despida de Cádiz, sabes que no es un adiós, es un hasta luego. Mañana, este rito diario en forma de inenarrable espectáculo volverá a materializarse y a robarte, una vez más, el corazón.

Sonríe. En Cádiz no ser feliz es ir contra la ley

Aunque estoy convencida de que en Cádiz se contabilizan más sonrisas y carcajadas por metro cuadrado que en cualquier otro rincón del mundo, está afirmación no es mía sino de la Pepa. Según el artículo 13 de la Constitución Española de 1812: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen».

Monumento a las Cortes. Plaza de España, Cádiz

Ha llovido mucho desde que se aprobara la primera Carta Magna liberal de España, sí, pero los gaditanos no solo no olvidan ese artículo sino que lo lucen como la mejor de las banderas. En cada calleja de su casco histórico, en cada taberna, en los comercios, en las playas…

Pisas Cádiz y su alegría pasa a ser la tuya. La sonrisa se planta en tu rostro y no te abandona mientras la vives, la sientes y la disfrutas. No es una impostura, tampoco un topicazo. Es una de las grandes virtudes de esta casi isla tan hermosamente sujeta a su peculiar geografía en la que la sal del Atlántico se sirve en el salero de sus gentes. Y es que Cádiz, sencillamente, te hace feliz.

En Cádiz la felicidad está asegurada Así, sin más. Porque es imposible resumir su duende ni en siete experiencias ni en mil artículos. Porque basta mirarla a la cara para convencerte de que tu paraíso puede estar más cerca de lo que imaginas. Porque el gaditanismo hay que sentirlo en vena. Un virus que una vez contagiado no conoce vacuna y te hace soñar con volver. Yo ya me veo de vuelta. Con La canción del pirata de Fernando Quiñones entre mis manos y mis pies hundidos en la arena de La Caleta. Y entre episodio y episodio, la música de José Luis Figuereo Franco, más conocido como El Barrio: “Que empiece la función, de ahora en adelante, sepan que en su interior, sopla fuerte el levante… He vuelto…”

Un viaje a Japón a través de las emociones (Segunda parte)

Un viaje a Japón a través de las emociones (Segunda parte)

Con este artículo concluye mi singular desnudo a la japonesa, o lo que es lo mismo, un relato muy personal con el que he pretendido acercarte a Japón a través de las emociones y experiencias que sentí y viví en tierras niponas. No servirá para que planifiques tu viaje pero espero despierte en ti las ganas de conocer este increíble país. Bienvenido a la segunda parte del Japón que traje en mi maleta.

Belleza japonesa

La dulce resaca emocional que te produce Kioto

Kioto, la antigua capital imperial. No imagino mejor lugar para empezar a descubrir un país tan fascinante como Japón. La dulce Kioto, la serena Kioto, la quintaesencia de la belleza nipona… Una ciudad que ha sabido conservar su acervo cultural y su paisaje urbano tradicional como ninguna otra. Una ciudad que logró seducirme y que, en mi opinión, custodia el alma del país del sol naciente.

Templo Nanzen-ji, Kioto

Una esencia que hice mía durante cuatro días. Saltando de admiración en admiración, de escalofrío en escalofrío, de sorpresa, en sorpresa. Disfrutando de cada regalo que me brindó y cuya lista completa resultaría eterna. La espectacular estampa de los 1.000 Kannon del templo budista de de Sanjūsangen-dō, el esperado encuentro con una geisha en el encantador barrio de Gion, una cena en Pontocho a orillas del río Kamogawa, un paseo por el bosque de bambú de Arashiyama, una mañana en la que me volví loca fotografiando cada rincón de Kiyomizu-dera, una tarde en la que protagonicé mi propia película en el santuario sintoísta de Fushimi Inari, unas horas en las que me puse en la piel de una maiko

Bosque de bambú de Arashiyama, Kioto Paseando por Gion, Kioto

Días en los que me sentí inmersa en el corazón del Japón más auténtico contemplando la delicada armonía del Kinkaku-ji, el pabellón dorado, cuyo reflejo en el estanque es sobrecogedor, frente a la impresionante pagoda del templo Toji -visible desde muchas partes de la ciudad-, comprándome un kimono en el Mercado de Artesanía, ojeando colecciones en el Museo Internacional del Manga, descansando en los jardines del Palacio Imperial, aluciando con la cantidad de productos que no había visto en mi vida en el Mercado Nishiki…

Templo Kinkaku-ji, Kioto, Japón

Mercado Nishiki, Kioto Templo Tenryu-ji. Kioto. Japón

Sí, realmente Kioto fue la mejor de las bienvenidas. El alter ego sosegado de Tokio, el perfecto y relajado punto de partida a un viaje que deseé fuera eterno en la ciudad de los templos, en la magnética y cautivadora Kioto que dejó en mí una resaca emocional que nunca me abandonará.

¿Qué comemos hoy? Jugando al prueba error con la gastronomía japonesa

Visité cada mercado que encontré, probé todo tipo de comidas, me sorprendí con la cantidad de sabores nuevos a los que se enfrentaba mi paladar día a día y sucumbí a la realidad: comer con palillos se me da fatal. Me pongo nerviosa, mis dedos se anquilosan y acabo pareciendo un click de Famobil.

Hoto, una especialidad de Kawaguchiko. Japón Bol de arroz con tofu y huevo, gyōzas y encurtidos japoneses

17 días de viaje dan para mucho: para aprender la diferencia entre los fideos udon (gruesos) y soba (finos), para declararme adicta a las gyōzas y a la tempura, para comprobar que la sopa de miso no es lo mío pero en cambio el sashimi (marisco o pescado crudo) no me disgusta, para catar especialidades locales como el delicioso hoto de Kawaguchiko o el kamameshi de Nara, pasara saber que un buen okonomiyaki puede salvarte más de una cena y para afirmar sentencias gastronómicas tales como que una caja bento es perfecta para saciar el hambre en los trayectos en tren, que los kit-kat de té verde son adictivos y que si quieres sobrevivir al agosto japonés acabarás tomando kakigoris de forma compulsiva (helado de hielo picado con sirope).

Kamameshi. Japón Kakigori y pescado crudo. Japón Okonomiyaki, un plato típico de Japón

Y, sí lo reconozco, como siempre que tengo oportunidad, acabé en un local de la cadena del payaso sonriente de peluca roja. Entenderás que con una vegana en el equipo la carne fue simbólica y que no solo de arroz y tofu vive el viajero. ¿Una última confesión? Cada noche antes de volver al hostal, ryokan o donde fuese, repetía el mismo ritual. Entraba en un pequeño súper y a base de pito pito gorgorito me agenciaba una buena dosis de fritos y golosinas. A veces triunfaba, a veces no.

Aperitivos japoneses

Reflexionando sobre la fe en el cementerio de Okunoin (Koyasan)

Recuerdo la excursión a Koyasan como uno de los momentos con más carga espiritual que viví en tierras niponas. Allí, en la prefectura de Wakayama, me esperaba el Monte Koya, el centro más importante del budismo Shingon, una de las ramas principales del budismo japonés introducida por el monje Kūkai en el 805.

Cementerio de Okunoin. Japón

Aunque toda esta zona, con más de cien templos y monasterios, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad, fue recorrer el cementerio de Okunoin lo que provocó en mí un debate interno entre lo divino y lo terrenal, entre el no creer y la necesidad de encontrar refugio para el alma. Y es que la visita a este cementerio, el más grande de todo Japón, no deja indiferente a nadie con sus dos kilómetros de tumbas en las que yacen aquellos que desearon permanecer junto al gran maestro de la escuela Shingon. Una enorme necrópolis en la que más de 200.000 tumbas comparten espacio entre una densa vegetación y cedros milenarios que filtran los rayos del sol, y donde el silencio impera a cada paso aunque estés acompañada por cientos de peregrinos que acuden a este lugar sagrado.

Jizos en el cementerio de Okunoin. Japón Cementerio de Okunoin en Koyasan. Japón

Entrada al Okunoin Gobyo. Cementerio de Okunoin. Japón

Un espacio de estética conmovedora, que invita a la relajación, al paseo tranquilo, a buscar en tu interior, y que tiene su epicentro en el Okunoin Gobyo, el mausoleo donde reposan los restos de Kūkai, llamado tras su muerte Kōbō-Daishi, y del que dicen descansa en eterna meditación a la espera del futuro Buda. La inalterable concentración de los monjes en sus rezos, las ofrendas de los fieles, la sobrecogedora aura de misticismo que te envuelve, el intenso olor a incienso… Y allí estaba yo. Una occidental bautizada en la doctrina católica que se debate entre racionalismo ateo y el agnosticismo. Conmovida ante la fe y la entrega que me rodeaba y me mecía a golpe de mantras. Pensando sobre la necesidad o no de creer en algo, sobre lo efímero y lo duradero. Y sí, deseé haber podido pasar la noche en alguno de los templos budistas que acogen al viajero para acercarme al modo de vida de los monjes y asistir a una sesión de meditación matutina. Será cuestión de volver, pensé mientras salía del Torodo -un templo con cientos de linternas donadas por devotos de todo el mundo-, y enfilaba el camino de regreso deshaciendo su sinuoso sendero de baldosas, entre las figuras de Jizos y los sepulcros de un cementerio creado para que el legado de Kōbō-Daishi perdure hasta la eternidad.

Desmontando el carácter japonés

Como apunté en la primera parte de este personalísimo viaje a Japón a través de las emociones, lo primero que te enseña este país es que tienes todo por aprender. Una lección de vida magistralmente cívica y cortés que vas interiorizando a medida que conoces a sus habitantes, cuyos usos y costumbres, muchos de ellos extravagantes a ojos de Occidente, te muestran sin apenas pestañear un cuadro futurista cargado de frikismo y una postal milenaria.

Ofrenda en el templo. Japón Jugando a El Pachinko en Tokio. Japón

Sus modales, su idioma, su religión, su forma de comer, vestir y divertirse… Todo ello conforma el singular carácter del pueblo nipón. Gentes adictas al trabajo, al consumo y a la tecnología, extremadamente ordenadas y aparentemente frías, que honran a sus ancestros y que siempre te tratarán con un respeto absoluto y una amabilidad exquisita. Puede ser un guía que te enseña de forma gratuita el espectacular castillo de Matsumoto, una vendedora de marisco del mercado Omicho de Kanazawa, un taquillero del metro de Tokio o un chico que interrumpe su charla para llevarte a una zona de fumadores situada a diez minutos caminando. La mayoría no habla inglés, cierto, pero siempre tratarán de echarte una mano con una sonrisa en el rostro.

Guía del castillo de Matsumoto, Japón Mercado Omicho. Kanazawa, Japón

El orden, el respeto por las normas, la seguridad y la limpieza también llamaron mi atención. Da igual el medio de transporte que uses, todo el mundo respeta la fila. Puedes dejar el móvil o el bolso donde quieras porque nadie se va a acercar a tocarlos. Las ciudades están impolutas a pesar de no tener papeleras y aunque a primera vista resulten caóticas funcionan a la perfección.

Viajando por Japón te cruzarás con venerables ancianos haciendo una ofrenda en un templo y con hombres de negocios durmiendo en una cafetería de buena mañana. Los verás vestidos de cosplay, dándolo todo en los karaokes, tomando algo en cualquier bar bizarro, concentradísimos ante una máquina de El Pachinko o luciendo sus trajes tradicionales en el metro. ¿Y qué decir de las japonesas? Da igual la edad que tengan, casi todas lucen un sutil aspecto de frágil muñeca, delgadas, con la tez increíblemente blanca y sus pasos cortos. Siempre protegiéndose del sol y presumidas hasta decir basta. Solo tienes que entrar en un baño para comprobarlo. Tras lavarse las manos, es raro que no tiren de maquillaje para lucir perfectas, como auténticas diosas de ojos rasgados.

Hombres de negocios durmiendo en una cafetería, Japón Jóvenes japonesas de compras

¿Una caja de sorpresas? Sí, así es la sociedad japonesa. Tan lejana y afín a nosotros como puedas imaginar y tremendamente atractiva.

El Japón que traje en mi maleta

Tras intentar transmitirte con mayor o menor fortuna el aluvión de emociones que sentí durante este viaje en el que me perdí y me encontré cien veces, escribí deseos en papel y quemé la batería de mi cámara, paso a un plano más físico para contarte el Japón material y palpable que me traje en la maleta.

Pidiendo un deseo en Takayama. Japón

Antes de que me taches de derrochadora, debo confesar que soy muy dada a comprar souvenirs. En su mayoría no son recuerdos para mí sino regalos que la gente que aprecio espera recibir porque al fin y al cabo, por humildes que sean, no dejan de significar un «estuve allí y me acordé de ti». Haciendo recuento compré una docena de imanes, varios juegos de palillos y amuletos omamori que ya he ido distribuyendo, una muñeca kokeshi, un juego de tazas, un kimono, una botella de sake, un par de camisetas, un cenicero portátil, una bolsa enorme de chucherías…

Pero, sin duda, el mejor presente que me hice fue comprar un libro de sellos que fui rellenando en cada templo visitado. ¿Su precio? ¥1000 el cuaderno y ¥300 cada sello. ¿Su valor? Incalculable. Fue mi más preciado tesoro durante el viaje y, cómo imaginarás, se ha convertido en la joya de mi biblioteca viajera.

Libro de sellos, Japón

Libro de sellos. Japón

Cada vez que lo abro recuerdo las conversaciones no verbales mantenidas con aquellos maestros de la caligrafía. Mi mano tendida con el libro, una sonrisa, sus refinados trabajos con alma de tinta y un ritual de reverencias como despedida que acababa con un tímido arigatô gozaimasu saliendo de mis labios.

Santa Sofía, mucho más que la joya bizantina de Estambul

Santa Sofía, mucho más que la joya bizantina de Estambul

Santa Sofía…Tan solo con citar su nombre me emociono. Mi piel reacciona, mi pulso se acelera y una sonrisa con trazos de nostalgia ilumina mi mirada. ¿Crees que es posible que un lugar te cale tan hondo como para pensar que una parte de ti se quedó vagando entre sus muros? A mí me sucedió con Santa Sofía, esa joya arquitectónica que escogió a Estambul para maravillar al mundo.

Lamparas y vidrieras de Santa Sofia. Estambul
Lámparas y vidrieras de Santa Sofía

Como comenté en su día, Estambul se ha convertido en la niña de mis ojos, en la ciudad a la que anhelo regresar para escribir nuevos capítulos de una historia de amor que se inició hace un año. Quiero contemplar más atardeceres desde Üsküdar, surcar otra vez las aguas del Bósforo hasta las puertas del Mar Negro, volver a escuchar el quejumbroso canto del muecín llamando a la oración, contemplar el Cuerno de Oro con un té entre mis manos, sentir el dulzor de los baklavas, ver la vida pasar en el Puente Gálata… Pero, sobre todo, deseo volver a rendirme ante el sueño de Justiniano, ante la obra más hermosa y sagrada de la época bizantina. Ante Santa Sofía.

La magia de Santa Sofía

Recuerdo como si fuera ahora aquella mañana de primavera. Llovía sobre la Plaza Sultanahmet, el corazón de la antigua Constantinopla, y un cielo plomizo cubría la que fue capital de tres imperios. Estaba frente a ella, repasando con mi mirada su sólido y austero exterior de tintes rosados, sus minaretes, su ingrávida cúpula… Calibrando las dimensiones de uno de los espacios más prodigiosos creados jamás por el hombre que conmueve incluso desde la distancia.

Exterior de Santa Sofia. Estambul
Exterior de Santa Sofía

Aguanté estoicamente la larga cola de acceso y me dirigí a la entrada. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al toparme con el más famoso de sus mosaicos bizantinos, el Cristo Pantocrátor, situado encima de la puerta del Emperador. Caminé entre el gentío hasta la nave central y me quedé paralizada, absorta ante una belleza que se forjó en 1.500 años de historia.

Nartex de Santa Sofia, Estambul
Nártex de Santa Sofía

TE INTERESA → Si tienes poco tiempo para visitar la ciudad y no quieres tener que preocuparte por nada, puedes contratar un tour privado y exclusivo por Estambul con guía en español. Podrás visitar lo que quieras porque tú decides el itinerario. Puedes contratarlo aquí.

El paso del tiempo, los avatares de la propia ciudad, la fusión de culturas y credos… Todo estaba allí para mí, como si Santa Sofía me hubiese estado esperando toda la vida para doblegarme a fuerza de imágenes y sensaciones que aún retumban en mi memoria. Para someterme a su magia, tan difícil de plasmar con palabras.

Nave central de Santa Sofia, Estambul
Nave central de Santa Sofía aún con andamios
Mosaico del emperador Komnenos. Santa Sofía. Estambul
Mosaico del emperador Komnenos

El altar, con sus magníficos candelabros aportados por el por el gran visir Ibrahim Pasha, el mihrab, una de las mejores obras en mármol de la época otomana del siglo XVI, las grandes cisternas de alabastro, los preciosos pabellones, los ocho enormes medallones con caligrafía cúfica que nos hablan de Alá, Mahoma y los primeros califas, la Biblioteca de Mahmud I, el Omphalion donde se coronaba a los emperadores, los azulejos, la tribuna del sultán, los estrados para la lectura del Corán, los mosaicos bizantinos recuperados en la segunda mitad del siglo XIX, las imponentes columnas, su enorme cúpula que marcó un hito en la historia de la arquitectura y que parece flotar sobre tu cabeza…

Altar y minbar de Santa Sofia
Mimbar de Santa Sofía
Biblioteca de Mahmud I. Santa Sofía, Estambul
Biblioteca de Mahmud I
Cisterna de alabastro
Cisterna de Alabastro
Cupula de Santa Sofia. Estambul
Cúpula de Santa Sofía

Y su luz. La luz de Santa Sofía. Tan única y tantas veces ensalzada. Regalo de sus numerosas ventanas y vidrieras y de las incontables lámparas de bronce que alumbran su colosal fisonomía. Su luz. Un juego de reflejos que iluminan, de sombras que difuminan el camino y te obligan a detenerte, convirtiendo el interior de este templo es un universo tan etéreo que parece irreal, en un delirio visual que estremece al más crédulo. En mi caso, este éxtasis de emociones se plasmó en una lágrima. Inmóvil en medio de la inmensa nave central, abstrayéndome de los cientos de turistas que me rodeaban, olvidando mi cámara y dejando que Santa Sofía se colase por cada rendija de mi alma.

Mosaico de la Virgen Maria en Santa Sofia
Mosaico de la Virgen María, el primero figurado creado después del período iconoclasta de Santa Sofía

Lo hizo. Tanto como para sentir la necesidad de salir al exterior, pasear, respirar y buscar mi espacio. Para relajar mis sentidos tomando un zumo de granada, para repasar su longeva trayectoria en busca de datos reales que me impidieran pensar que lo que estaba viviendo era una ilusión.

Fuente de las abluciones de Santa Sofia
Fuente de las abluciones

Sancta Sophia, Haghia Sofia, la iglesia de la Sagrada Sabiduría, Museo Ayasofya…. Datos que me trasladaron a la primera Santa Sofía construida el año 360 por orden del emperador Constantino y que acabó destruída por un incendio. A los tiempos de Teodosio en los que, de nuevo, su destino fue ser pasto de las llamas durante la Revuelta de Nika en el año 532 y a su estructura actual, diseñada por arquitectos griegos bajo la supervisión personal de Justiniano que la convirtió en la mayor iglesia del mundo cristiano de la época. “Gloria a Dios que me ha juzgado digno de semejante obra. ¡Salomón, te he vencido!”, cuentan que exclamó el emperador bizantino al inaugurar en el 537 la basílica de Santa Sofía.

Tras la toma otomana de Constantinopla en 1453, el sultán Mehmet II hizo de ella la mezquita principal de Estambul durante 400 años. Y en 1935 el presidente Ataturk, padre de la actual Turquía, la convirtió en museo.

Medallones de Santa Sofia. Estambul
Medallones de Santa Sofía
Planta superior de Santa Sofia
Cualquier rincón es bueno para admirar la belleza de Santa Sofía

Iglesia, mezquita, museo… Poco importa su estatus oficial mientras siga en pie, mientras quien dirija su destino la cuide como se merece y permita que gentes llegadas de todo el mundo puedan ser testigos de su grandeza. Ese era el pensamiento que me acompañó cuando enfilé mis pasos hacia la rampa que da acceso a la galería superior. Para admirarla desde una nueva perspectiva, para imaginar cómo sería sin la presencia de andamios, para detenerme ante los impresionantes mosaicos que la etapa musulmana encaló y que se recuperaron en las posteriores rehabilitaciones. Como el del emperador Komnenos, el mosaico de la emperatriz Zoe o el de la Deesis -considerado el comienzo del Renacimiento en el arte pictórico bizantino. Para fijarme en los cuatro ángeles que bordean la cúpula, para ver la Mezquita Azul casi a vista de pájaro, para seguir sintiendo su carga eléctrica…

Galeria superior de Santa Sofia, Estambul
Recorriendo la galería superior de Santa Sofía, Estambul
Vista de la nave central de Santa Sofia
Vista de la nave central de Santa Sofía desde la galería superior

Miré el reloj. Aunque para mí el tiempo se detuvo en cada uno de sus rincones habían pasado más de cuatro horas desde mi entrada. Cuatro horas que volaron en un suspiro, en un viaje a través de la historia y las emociones que tantos otros contaron antes que yo. Debía marchar y despedirme de este hipnótico edificio de la única forma posible, con una sonrisa agridulce que auguraba un adiós y soñaba un reencuentro. Para paliar mi tristeza, introduje mi dedo en el angosto agujero de la Columna de los Deseos, famosa por tener efectos curativos. Ya imaginas qué pedí: que cuidara la parte de mí que se quedó vagando entre sus muros. Entre los muros de Santa Sofía.

Pidiendo mi deseo
Pidiendo mi deseo

Y, de nuevo, mezquita

[Actualización] En julio de 2020, mudó otra vez de estatus y regresó de nuevo a su papel de mezquita, preservando, según apuntaron las autoridades, su identidad histórica. Polémicas al margen, como pude comprobar en mi última visita, sigue abierta al público y se puede visitar de la misma manera que la Mezquita Azul. Eso sí, aunque los iconos y mosaicos cristianos siguen allí, durante las oraciones se cubren con cortinas. Un ejemplo son ​los mosaicos de la Virgen María con el Niño Jesús y del Arcángel Gabriel que se encuentran en el ábside del templo y que están orientados hacia La Meca.

La mezquita de Hagia Sophia
Así luce actualmente la mezquita de Hagia Sophia
Actual mezquita de Ayasofya
Tras la retirada de los andamios, se aprecia mejor la armonía de la actual mezquita

Horarios e información para visitar la mezquita de Hagia Sophia

Ubicación: Ayasofya Meydani No:1. Sultanahmet

Entrada: Gratuita

Horario de visita: Evita visitar la mezquita en los momentos de oración (cinco veces al día).

Etiqueta de visita de turista: Todos los visitantes deben quitarse los zapatos antes de entrar a Hagia Sophia y las mujeres, además, deben cubrirse la cabeza. Hay pañuelos disponibles en la entrada sin cargo. Se pueden hacer fotos pero no de personas que estén rezando.

Transporte: Tranvía: Sultanahmet, línea T1

Seguro de viaje: Recuerda que tu seguridad y tranquilidad es lo primero, así que, si vas a viajar a Estambul, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por sus amplias coberturas.  Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

Todo lo que necesitas saber para viajar a Estambul

Guía práctica y consejos para viajar a Estambul
Dónde comer en Estambul
Crucero por el Bósforo
Üsküdar, el mejor atardecer de Estambul
Sultanahmet, el corazón de la fascinante Estambul
Volar con Pegasus airlines a Estambul

Un viaje a Japón a través de las emociones (Primera parte)

Un viaje a Japón a través de las emociones (Primera parte)

Si has llegado hasta aquí buscando un artículo que recoja las mejores cosas que puedes hacer y ver en Japón, lamento comunicarte que te has equivocado. Ya habrá tiempo para contarte todo eso más adelante. Ahora lo que demanda mi pluma y sugiere mi espíritu es mostrarte aquellos instantes que fueron especiales para mí y que marcaron de una forma u otra mi percepción de un país que puede resultar una locura y una ejemplar relajación, un lugar en el que la sorpresa te acompaña a cada paso, el respeto y la cortesía es una forma de vida y donde sientes que tienes todo por aprender. Bienvenido al Japón que traje en mi maleta. Bienvenido a un viaje a Japón a través de las emociones.

Escenas de Kioto. Japón

Un soplo de aire fresco en el monte Fuji

Un merecido alto en el camino. Una bocanada de tranquilidad en plena naturaleza. Así recuerdo la excusión a Kawaguchiko donde me esperaba uno de los momentos cumbre de nuestro viaje: la visión del monte Fuji y su precioso reflejo invertido en las aguas.

Monte Fuji. Japón

Aunque había leído mucho sobre la montaña más alta de Japón, sobre sus connotaciones espirituales y su estatus de lugar sagrado, y su imagen, carne de postal, no me era nueva, nada mermó mi fascinación al verlo frente a mí en una despejada y soleada mañana de agosto. Y es que alrededor de este cono volcánico perfectamente simétrico, como si de un cuadro se tratase, se extiende una región de lagos que no hacen sino magnificar su serena estampa. Entre ellos el lago Kawaguchi, situado en una zona escasamente urbanizada donde es un auténtico placer pasear, donde los escolares sacan sus pinturas para inmortalizarlo y los turistas cogen el teleférico en busca de las mejores vistas o lo recorren en barca.

Pintando al borde del lago Kawaguchi. Japón

Bordeando el lago Kawaguchi. Japón

Me hubiera encantado coronar su cima como hacen tantos viajeros entre el 1 de julio y el 28 de agosto pero, como comenté en su día, este fue un viaje diseñado por cuatro perfiles muy diferentes y esa opción quedó descartada. Aún así tuve ocasión de charlar con varios escaladores que me relataron lo que supone terminar la escalada antes del alba para ver salir el sol desde este enclave declarado Patrimonio de la Humanidad. De todos modos, tuve mi premio de consolación que se transformó en un momento realmente único: ver un inesperado espectáculo de fuegos artificiales con el gran símbolo de Japón como telón de fondo.

Fuegos artificiales con el monte Fuji al fondo. Japón

En la piel de una maiko en Higashiyama, Kioto

Un capricho que acaba convirtiéndose en una experiencia total. No encuentro mejor manera para definir lo que supuso ponerme en la piel de una maiko durante unas horas y más en Kioto donde las verdaderas aprendizas tienen que completar un riguroso y complejo entrenamiento hasta llegar a alcanzar la condición de geisha.

Barrio de Higashiyama, Kioto. Japón

El lugar que escogí para mi transformación fue un estudio de maiko henshin situado en el barrio de Higashiyama donde se encuentra el famoso Templo Kiyomizudera. Mi «Studio Shoot Plan» incluía maquillaje, elección de kimono, seis fotos de estudio y 10 minutos para realizar mis propias fotos o vídeos. Con el maquillaje tus rasgos se difuminan hasta el punto que cuesta reconocerte frente al espejo, una sensación que aumenta cuando te colocan la peluca y los tintineantes adornos de la cabeza, el kimono y el obi que has elegido, y te calzas las okobo, unos zapatos de madera muy altos y difíciles de controlar para una neófita en la materia. Vuelves a mirarte en el espejo, esta vez de cuerpo entero, y la imagen que te devuelve es, sencillamente, otra persona. Sientes el peso del kimono, respiras con dificultad, te cuesta moverte… Es entonces cuando alcanzas a comprender, aunque solo sea desde un plano físico, el extraordinario esfuerzo que realizan las maikos para mantener vivo el encanto y el misterio de una tradición que perdura a lo largo de los siglos.

En la piel de una maiko. Japón

Mi momento maiko en Kioto. Japón

Protagonizando mi propia escena en Fushimi Inari

Si has visto Memorias de una geisha, esa obra de arte que nos regaló Rob Marshall y que John Williams envolvió en una banda sonora memorable, seguro que recuerdas uno de sus momentos culminantes, aquel en la que la joven Sayuri corre montaña arriba bajo un techo de torii rojos. Esta escena se rodó en el santuario sintoísta de Fushimi Inari, uno de los más antiguos del país y el rincón de Japón que más ansiaba conocer.

Deseaba subir por su colina y recorrer los cuatro kilómetros de este templo dedicado a Inari, el dios del arroz y patrón de los comerciantes, atravesando las miles de puertas que delimitan el camino y que dan forma al más espectacular de los túneles que puedas imaginar. Detenerme en cada detalle, fijándome en las inscripciones que recuerdan a aquellos comerciantes, artesanos y fieles que donaron los torii en busca de buena fortuna, en los zorros – considerados los mensajeros de Inari-, en las lámparas de piedra…

Fushimi Inari, uno de los rincones más bellos de Japón

Torii bajo la lluvia. Fushimi Inari. Japón

Solo puede cumplir a medias mi sueño. Al cabo de un escaso kilómetro y medio, el cielo, literalmente, se desplomó sobre mí y en pocos segundos estaba empapada. Busqué refugio en uno de sus más de 32.000 pequeños santuarios, un bunsha en el que ni recuerdo el tiempo que permanecí varada. Estaba furiosa, Fushimi Inari era mi particular meca, una meta que se esfumaba bajo la furia de un diluvio. Duró poco mi enfado. No porque cesara de llover. Porque mi mente dio un giro de 180 grados. Al fin y al cabo estaba allí, en un lugar que te derrite por su delicada y pura belleza y que existe desde el siglo VIII, disfrutando de su perfecto equilibrio entre naturaleza y arte, rodeada de una paz infinita que templó mi alma. Entonces sí, cuando sentí que ya no era la lluvia sino el propio santuario el que me calaba hasta los huesos, protagonicé mi propia escena. Corriendo montaña abajo, sorteando los charcos, sin protegerme de un chaparrón que no amainaba… Feliz.

Santuario Fushimi Inari, Japón

La experiencia de alojarte en un ryokan

Indagar en las costumbres locales y revivir el Japón de la elegante época de los Daimyos. Esas eran mis expectativas al alojarme en un ryokan de Kanazawa, una posada tradicional japonesa en la que prácticamente todo era nuevo para mí. Nuestra minimalista habitación con unos cómodos futones extendidos sobre el tatami, mi vestimenta -un liviano yukata y unas zapatillas con las que me movía por los siempre silenciosos pasillos-, el precioso jardín central…

Nuestra habitación en el Murataya Ryokan. Kanazawa, Japón

Patio del Murataya Ryokan. Kanazawa, Japón

Y la posibilidad de experimentar en primera persona la arraigada cultura del baño de la sociedad nipona. Para los japoneses, el acto de bañarse es mucho más que una básica cuestión de higiene, es un momento para purificar cuerpo y mente que debe seguir una serie de normas que resultan curiosas a los ojos occidentales. Lo que más me sorprendió es que antes de entrar en la bañera, que utilizan todos los huéspedes y cuya agua debe permanecer impoluta en todo momento, debes ducharte fuera sentado en un taburete. Una vez te has lavado a conciencia, ya puedes utilizarla para el fin que aquí le dan: un placentero momento de relax que en mi caso me puso a gloria tras un largo día de turismo. El tiempo que pases en ella dependerá de tu resistencia porque la temperatura del agua oscila entre los 38 y los 42 °C.

Baño común del Murataya Ryokan. Kanazawa, Japón

Lost in Translation en Tokio

Los primeros días en Tokio fueron complicados. Fue la etapa final de mi viaje y el cansancio acumulado empezó a pasar factura en el peor momento, en una megalópolis que reclama toda tu energía para enfrentarte a su potencia. A un descabellado aluvión de luces de neón, pantallas de televisión gigantes y sonidos que no da tregua, a un titán en el que el silencio, por momentos, puede llegar a convertirse en el bien más preciado, a una inmensa ciudad donde las muestras físicas de cariño son una rareza y en la que a pesar de estar rodeada de millones de personas puedes sentirte más sola que en ningún lugar del mundo.

Ese es el sentimiento que me acompañó en mis primeras 48 horas en la capital de Japón. Un estado de desconcierto, turbación y asombro constante que se gestó en barrios como Akihabara, Shibuya o Kabukicho y que explotó en el mirador de la sede del Gobierno Metropolitano con mi nariz casi pegada a sus ventanales. Allí estaba yo, de noche, contemplando la hiedra de rascacielos que copaba el horizonte. Recordando la película de Sofia Coppola y haciendo mío el aturdimiento y el naufragio vital de sus protagonistas. A miles de kilómetros de casa y comprobando, compulsivamente, que el pasaporte, los yenes y la dirección de mi hostel seguían en mi mochila. Sí. Me sentí perdida, asfixiada, sola y sin fuerzas para combatir la extrema ola de calor que azotaba el país y que frenaba mis ganas de descubrir todo el potencial de de Tokio.

Akihabara. Tokio

Cruce de Shibuya. Tokio

Vistas de Tokio desde la sede del Gobierno Metropolitano

Por fortuna, esas emociones fueron pasajeras y pronto las piezas del gran puzzle tokiota empezaron a encajar. Me relajé y todo empezó a fluir, como debía haber sido desde el primer momento. Una travesía en barco hasta Odaiba, unas risas en un garito minúsculo de Golden Gai, un agradable paseo por Asakusa, una tarde de compras en Ginza…

Continuará…

Madrid, agenda cultural y propuestas para disfrutar de la capital este otoño 2015

Madrid, agenda cultural y propuestas para disfrutar de la capital este otoño 2015

Si estás pensado en viajar a Madrid próximamente tal vez te interese conocer su agenda cultural para este otoño. Una completa y variada oferta en la que se dan cita exposiciones, musicales, conciertos, estrenos mundiales, mercados… Planes para todos los gustos y bolsillos para colarte por las rendijas de esta atractiva y potente capital que en otoño nos regala su mejor cara.

Puerta del Sol. Madrid

Plaza Mayor. Madrid

Exposiciones

Madrid acoge en el último trimestre del año un programa cultural repleto de exposiciones que nos acercan a la obra de grandes maestros en disciplinas como la pintura, la literatura, la fotografía o la arquitectura.

Ignacio Zuloaga y Manuel de Falla. Historia de una amistad

A través de obras de Falla, cuadros de Zuloaga, documentación y objetos, esta exposición explora por primera vez en profundidad el trabajo común y la influencia que estos excepcionales creadores ejercieron entre ellos a lo largo de los años. ¿Cuándo? Hasta el 31 de enero de 2016. ¿Dónde? CentroCentro Palacio de Cibeles (Plaza de Cibeles, 1).

Alvar Aalto 1898-1976

CaixaForum acoge esta exposición que recorre la trayectoria del gran arquitecto finlandés Alvar Aalto, uno de los más importantes del siglo XX, que destacó por su interés en humanizar la arquitectura. La muestra incluye 20 maquetas históricas y más de un centenar de piezas, entre dibujos originales, muebles, lámparas y objetos que están considerados hitos del desarrollo del mobiliario moderno. ¿Cuándo? Hasta el 10 de enero de 2016. ¿Dónde? CaixaForum Madrid (Paseo del Prado, 36).

Alvar Aalto 1898-1976. Caixaforum Madrid

Nacionalidad Incierta – Josef Koudelka

La Sala Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre abre sus puertas a la retrospectiva más completa hasta el momento dedicada al fotógrafo checo Josef Koudelka. Miembro de la agencia Magnum Photos desde hace más de 40 años, Koudelka está considerado uno de los autores más influyentes de su generación. Esta muestra, con más de 150 obras, recoge sus primeros proyectos experimentales, sus históricas series Gitanos, Invasión y Exilios y los paisajes panorámicos que ha realizado durante los últimos años. ¿Cuándo? Hasta el 29 de noviembre. ¿Dónde? Fundación Mapfre. Sala Bárbara de Braganza (Bárbara de Braganza, 13).

Julio Verne. Los límites de la imaginación

Esta exposición que podremos ver a partir de noviembre en el Espacio Fundación Telefónica nos propone una revisión de la obra de Julio Verne, una de las grandes figuras de la literatura universal, a través de un fascinante viaje por sus personajes y sus invenciones, por el mundo que le rodeó y, sobre todo, por el mundo que inspiró. ¿Cuándo? Del 5 de noviembre al 21 febrero de 2016. ¿Dónde? Espacio Fundación Telefónica (Fuencarral, 3). 

Musicales en Madrid 

¿Sabías que Madrid es la cuarta ciudad del mundo donde la industria musical genera más negocio? Así es. Los espectáculos mueven 250 millones de euros al año en la capital a pesar del desorbitado e insoportable IVA cultural. Musicales de gran formato, pequeñas producciones en salas independientes… Seguro que encuentras alguna tentación en el Broadway madrileño.

Gran Vía de Madrid

Cabaret, el musical de Broadway

Willkommen, bienvenue, welcome, I’m cabaret, au cabaret, to cabaret… 10 años después del gran éxito cosechado en nuestro país regresa Cabaret, el musical de Broadway. El lugar elegido para levantar el telón de este revival, representado la pasada temporada en el Studio 54 de Nueva York, es el Teatro Rialto de Madrid que se ha tenido que adaptar para acoger esta nueva representación.

Cabaret, el musical de Broadway

Ambientado en el Berlín de 1931, la trama de Cabaret cuenta la historia del Kit Kat Klub, o lo que es lo mismo, cómo dejarse guiar por el corazón para sobrevivir en un mundo que se desmorona frente al imparable crecimiento del nazismo a través de las vivencias de sus protagonistas: el inquietante maestro de ceremonias (Edu Soto), la cantante inglesa Sally Bowls (Cristina Castaño), el novelista estadounidense Cliff Bradshaw (Daniel Muriel), o el romance otoñal entre Fraülain Schneider (Marta Ribera) y Herr Shchultz (Enrique R. Del Portal). Su banda sonora, con música de John Kander y letras de Fred Ebb, está considerada como una de las más emblemáticas del género gracias a temas como Willkomen, Cabaret o Money Money.¿Cuándo? En cartel. ¿Dónde? Teatro Rialto (Gran Vía, 54). Duración 2:30h., incluido descanso.

El Rey León

El Rey León llegó a la Gran Vía madrileña en 2011 y lo hizo para quedase. En agosto de este año empezó su quinta temporada consecutiva convirtiéndose en el primer musical que lo consigue, con más de dos millones de espectadores y llenos diarios en sus más de 1500 representaciones.

El Rey León

Todo un fenómeno a nivel nacional que se ha convertido en uno de los grandes atractivos de la ciudad. Yo lo he visto y solo puedo decirte que, sencillamente, es espectacular. ¿Dónde? Teatro Lope de Vega (Gran Vía, 57). ¿Cuándo? Entradas a la venta hasta el 10 de enero. El calendario de entradas disponible actualmente a la venta no significa el final de la temporada.

Rock’n Versalles

Siglo XVIII. Luis XVI y María Antonieta. Europa está al borde de la Revolución Francesa y los músicos de la corte ya no quieren interpretar piezas clásicas. Están cansados de las estrictas directrices de la época y quieren liberarse. ¿Cómo? Convirtiendo la orquesta del rey en una banda de rock a golpe de temas de Queen, Scorpions, U2, Nirvana, AC/DC o los Rolling Stones.

Rock’n Versalles

¿El resultado? Rock’n Versalles, un espectáculo musical con un toque de humor en el que los instrumentos clásicos se reinventan al tiempo que el vestuario se va modernizando. Dirección artística de Javier Navares, músicos profesionales y actores que han protagonizado los musicales más importantes de nuestro país como Eva Cortés y Samuel Gómez. ¿Cuándo? Hasta el 27 de noviembre. ¿Dónde? Teatro Cofidis Alcázar (Alcalá, 20)

Priscilla, reina del desierto. El musical

Si todavía nos has disfrutado de la explosión de plumas, lentejuelas, plataformas imposibles y toneladas de maquillaje que nos propone Priscilla, reina del desierto, aún estás a tiempo. En esta segunda temporada en la capital, Priscilla, que ha sido reconocido como el Mejor Musical en Madrid en 2014 según los Premios de Teatro Música, contará con la dirección artística de Ángel Llàcer.

Priscilla, reina del desierto

Las divertidas aventuras de tres amigos que recorren el desierto australiano en un destartalado autobús representando su atrevido espectáculo drag. Una banda sonora que recoge éxitos imprescindibles de la música disco como I will Survive, It’s Raining Me o Boogie Wonderland. 40 artistas en escena. 500 trajes espectaculares y un autobús robotizado a escala real. ¿Se le puede pedir más a un musical? ¿Dónde? Nuevo Teatro Alcalá (Jorge Juan, 62). ¿Cuándo? Consulta su web porque el calendario de entradas actualmente a la venta no significa el final de la temporada. Duración: 2:30h., descanso incluido.

El cabaret de los hombres perdidos

«Cuando no sabes cómo continuar, cuál debe ser el siguiente paso. Cuando la vida te ha maltratado y crees que todo se ha terminado. Atención. Lo único que no puedes perder es la esperanza. Queda un lugar al que puedes acudir: El cabaret de los hombres perdidos. Allí te aguarda el destino, con uno o más caminos, a elegir. El amor, lo sórdido, lo bello, lo divertido. La ilusión a corto plazo, los errores, el dinero fácil, la traición, los sueños hechos realidad y el ver cómo se desvanecen. La subida y la caída. La risa y el llanto. La música y el silencio. La vida y la muerte.»

El cabaret de los hombres perdidos

Así se presenta este musical trasgresor y de culto, ganador de dos Premios Molière y seis Premios Hugo, que protagonizan Ignasi Vidal, Armando Pita, Ferran González y Cayetano Fernández. ¿Cuándo? Del 20 de octubre al 8 de noviembre. ¿Dónde? Teatros del Canal (Cea Bermúdez, 1).

Caperucita roja, el musical

La Coja Producciones presenta en el Teatro Galileo su propia versión de Caperucita Roja, un musical protagonizado por una carismática niña de 12 años que se enfrenta a los «lobos» feroces actuales. Con música original que mezcla la electrónica, el Glam y la música clásica, y una estética algo oscura y tenebrosa, se teje esta aventura de comedia y acción que revisa el gran clásico infantil que inmortalizaron Charles Perrault y los hermanos Grimm.

Caperucita Roja, el musical

La joven Caperucita tiene algunos problemas de adaptación social, el Lobo Feroz es lo más parecido a una estrella del rock… ¿A qué peligros se enfrentan los niños de hoy en día? La respuesta en Caperucita Roja, un musical para disfrutar en familia. ¿Cuándo? Los sábados a las 16:30h. hasta el 9 de enero de 2016. ¿Dónde? Teatro Galileo (Galileo, 39).

XII Semana de la Arquitectura

El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), a través de la Fundación Arquitectura COAM y en colaboración con la Embajada de Alemania, el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Madrid, nos convoca a participar en la XII Semana de la Arquitectura. Un evento de once días de duración que en esta edición tendrá como ciudad invitada a Berlín y que propone un extenso programa de actividades abiertas al público como mesas de debate, conferencias de importantes arquitectos nacionales e internacionales, actividades infantiles, proyección de documentales y exposiciones.

XII Semana de la Arquitectura

Además, como viene siendo habitual, en esta edición el COAM volverá a organizar itinerarios urbanos y visitas guiadas por más de una treintena de edificios singulares de Madrid que permanecen cerrados a las visitas habitualmente. ¿Algunos ejemplos? El Instituto Cervantes, el Museo Sorolla, el Teatro de la Zarzuela, el nuevo Colegio Alemán y espacios públicos auto gestionados como Campo de Cebada y Paisaje Tetuán, entre otros.

Estreno mundial de SAMA-SAMA

“Primero piensas que es un show, luego descubres que estás en un parque interactivo, y de repente te das cuenta de que has emprendido un viaje a un lugar mágico que no sabías que existía y que está dentro de ti”. Así es Sama-Sama, una innovadora propuesta que nace de la unión de Mayumana y el Cirque du Soleil cuyo estreno mundial tendrá lugar en Madrid el 19 de noviembre (Pabellón Multiusos Madrid Arena).

Sama-Sama

Creatividad, inspiración y diversión son las reglas del juego en este show apto para todos los públicos que convierte al protagonista en espectador y al espectador en protagonista gracias a la interacción y utilizando la tecnología más puntera. Ritmo, música, movimiento… Un universo paralelo que se ha concebido y desarrollado con la visión de unir a las personas a través del placer de crear (Sama-Sama significa “juntos” en Tagalo). Nadie está obligado a participar pero… ¿quién podrá resistirse a tocar un arpa láser, dirigir una orquesta virtual o participar en un inmenso video-clip?

Conciertos

Durante este otoño, la villa que nunca duerme recibirá la visita de numerosos artistas. Como es imposible enumerarlos todos, aquí van algunas sugerencias:

Ana Belén y Víctor Manuel. 9 de octubre. Barclaycard Center

Coca Cola Music Experience 2015. 16 de octubre. Barclaycard Center

Madrid Live! 2015. 30 de octubre. Barclaycard Center

Escape With Romeo. 31 octubre. Sala Arena

Festival Mundo Idiota 2015. 13 y 14 de noviembre. Sala Caracol

Belle and Sebastian. 14 y 15 de noviembre. Sala La Riviera.

Van Morrison. 10 noviembre. Teatro Circo Price

Bebe. 14 noviembre. Teatro Circo Price

Conciertos en Madrid

Buika. 15 noviembre. Teatro Circo Price

Texas. 17 de noviembre. Palacio Vistalegre

Vetusta Morla. 20 y 21 noviembre. Barclaycard Center

Pink Tones. 20 de noviembre. Sala La Riviera

Jethro Tull. 23 noviembre. Teatro Nuevo Apolo

Neneh Cherry. 26 noviembre. Joy Eslava

Vintage Trouble. 9 diciembre. Teatro Barceló TClub

Christina Rosenvinge. 10 diciembre. Joy Eslava

Diorama + Frozen Plasma. 12 diciembre. Sala Arena

Más propuestas…

Mercado de Las Ranas. Si Londres tiene Portobello o Camden Town y París el Mercado de las Pulgas de Saint-Ouen, Madrid convoca el primer sábado de cada mes el Mercado de Las Ranas en el que los establecimientos del barrio de Las Letras sacan a la calle su oferta comercial, cultural, gastronómica y artística.

Madrid Productores. El mayor espacio de exposición, venta y degustación de productos de alimentación artesanos y ecológicos de la Comunidad de Madrid. Así es el mercado Madrid Productores que se celebra el último fin de semana de cada mes en la Plaza Matadero de Madrid (Paseo de la Chopera, 14) para ayudar a los pequeños agricultores y productores locales en la promoción y venta de sus productos.

Madrid Productores

MadrEAT. El Complejo Azca acoge el tercer fin de semana de cada mes el MadrEAT, el primer mercado de comida callejera de la capital. Foodtrucks, stalls, tenderetes, carritos… Más de 20 puestos que ofrecen productos y sabores de diversos lugares del mundo (Octubre 16, 17 y 18. Noviembre 13, 14 y 15. Diciembre 11, 12 y 13).

Tapapiés. Del 15 al 25 de octubre el barrio de Lavapiés celebra Tapapiés, la V Ruta Multicultural de la Tapa y la Música. Una estupenda ocasión para probar alguna de las 116 tapas que fusionarán las cocinas del mundo con la tradición de la gastronomía española. Súmale los conciertos de los fines de semana y actividades como el circo callejero y el teatro infantil y no tendrás excusa para no acudir a esta cita.

Ríndete al madrileñismo -amor o apego a las cosas características o típicas de Madrid. O dicho de otro modo, sucumbe a un bocata de calamares en Casa Rua (Ciudad Rodrigo, 3) o en El Brillante (Glorieta del Emperador Carlos V, 8), date una vuelta por El Retiro, recorre la Gran Vía, pasa el domingo en El Rastro, tómate un chocolate con churros en San Ginés (Pasadizo de San Ginés 5), callejea por Malasaña y acaba la noche en El Penta, piérdete por el tolerante, divertido y cosmopolita barrio de Chueca,  juega a descifrar el skyline de la capital subido en el teleférico, contempla el atardecer desde el Templo de Debod….

Bocadillo de calamares en Casa Rua. Madrid

Espero que te haya resultado interesante esta agenda cultural de Madrid. ¿Nos vemos en la capital este otoño?

Zamora en cuatro rutas: Románico, Modernismo, el Duero y una ronda de tapas

Zamora en cuatro rutas: Románico, Modernismo, el Duero y una ronda de tapas

Zamora es una ciudad tranquila y de discreta belleza que fusiona con acierto los dos tradicionales lugares de culto en España: las iglesias y los bares de tapas. Y lo hace con nota. Con un impresionante patrimonio monumental fruto del Románico y con un puñado de tabernas y restaurantes que elevan al cielo los paladares de propios y extraños bocado a bocado. Todo esto en este enclave castellano-leonés que tiene por vecino a un imponente Duero y que se enorgullece de formar parte, además, de la Ruta Europea del Modernismo. Una ciudad desconocida por muchos e injustamente relegada a un segundo plano a la que se sobran motivos para despertar tu atención. ¿Quieres conocerlos? Perfecto. Aquí los tienes en cuatro rutas que aúnan arte, leyendas y cosas del buen yantar para que vayas más allá del «Zamora no se ganó en una hora» y del «allí debe hacer mucho frío». Comenzamos.

Panorámica de Zamora

Ruta del Románico en Zamora

A Zamora, que se asienta sobre una meseta rocosa en la margen derecha del río Duero, se la conoce por derecho propio como ‘la ciudad de románico‘ ya que cuenta con el mayor número de iglesias de este estilo por metro cuadrado de Europa. No cometas el error de pensar que vista una, vistas todas, y súmate a una visita guiada. Son tantas las historias y leyendas que esconden sus muros y tanto el valor artístico que atesoran que de no hacerlo así pasarías de puntillas sobre un legado que lleva esperándote nueve siglos.

Detalle de la portada de la iglesia de La Magdalena. Zamora

Las recorrerás disfrutando de un casco histórico semipeatonal diseñado con mimo, con plazoletas, lienzos de murallas y espacios ajardinados que embellecen su estructura medieval forjada en piedra arenisca de color rojizo. Las encontrarás agradeciendo la calma que impera en sus calles y el ritmo pausado de esta pequeña capital de 65.000 habitantes en la que, en ocasiones, sentirás que el tiempo se detuvo.

Plaza de Viriato. Zamora

Monumento al Merlú. Plaza Mayor de Zamora

Como esto no es un tratado de arte románico zamorano, no voy a listar sus más de 20 iglesias y todos los monumentos que se conservan de esa época. Simplemente voy a mostrarte aquellos que me llamaron especialmente la atención.

El icono inconfundible de Zamora lo encontramos en la Catedral que está situada en el punto más alto de la ciudad. Te hablo de su famosa cúpula bizantina de 16 arcos dobles, una original muestra del buen hacer arquitectónico del siglo XII que pronto fue imitada en la Colegiata de Toro y en la Catedral Vieja de Salamanca. El otro elemento que define a esta catedral es la Puerta del Obispo, una de las pocas fachadas monumentales románicas que se conservan en España.

Fachada norte de la Catedral de Zamora

Puerta del Obispo. Catedral de Zamora

Ya en el interior, los estilos románico, bizantino y herreriano se cruzan a nuestro paso distribuidos en tres naves con bóvedas de crucería en las que se alzan capillas como la de San Ildefonso o la del Evangelio. El Museo Catedralicio, por su parte, alberga una magnífica colección de tapices flamencos y piezas únicas como una custodia procesional de 1515.

Capilla del Evangelio y retablo mayor. Catedral de Zamora

Interior de la cúpula de la Catedral de Zamora

Órgano de la Catedral de Zamora

Custodia de 1515. Museo Catedralicio. Zamora

Detrás de la Plaza de la Catedral, unos jardines decorados con obras del escultor zamorano de principios del siglo XX Baltasar Lobo, con conducen hasta el Castillo. Asentado sobre roca y adaptándose al irregular terreno, esta fortaleza que vivió sus días de esplendor en la Edad Media nos regala unas bonitas vistas de la Catedral.

Castillo de Zamora

Vistas de la Catedral desde el Castillo de Zamora

También en los alrededores de la Catedral podemos acercarnos a ver el Palacio de Arias Gonzalo también conocido como Casa del Cid ya que dicen que en este inmueble románico vivió Rodrigo Díaz de Vivar, y la Iglesia de San Isidoro que está situada junto al Portillo de la Traición (ahora de la Lealtad). Según el romancero zamorano, su nombre se debe a que fue a través de esta puerta por donde Vellido Dolfos entró en la ciudad después de haber dado muerte al Rey Sancho en 1072 durante el episodio del Cerco de Zamora que dio lugar a la famoso refrán «Zamora no se ganó en una hora». Se ganó tras siete meses y seis días de asedio.

Palacio de Arias Gonzalo. Zamora

Iglesia de San Isidoro. Zamora

Otra de las iglesias zamoranas que me sorprendió fue la Iglesia de San Pedro y San Ildefonso y no por su carácter románico ya que fue ampliamente reformada en el siglo XV. Lo que realmente me impactó fue descubrir que en pleno siglo XXI aún existen caballeros que custodian reliquias; en este caso las de San Ildefonso. Se trata de la Cofradía de los Caballeros Cubicularios, creada a finales del siglo XIII para custodiar los restos del santo y evitar que fueran trasladados de Zamora a Toledo. Otra curiosidad de esta iglesia es que posee una de las pocas imágenes que hay en España de la Virgen del Amor Hermoso a la que acuden las mujeres para pedirle un buen marido o como nos explicó nuestra fantástica guía «el mejor cuñado para mi hermana».

Iglesia de San Pedro y San Ildefonso. Zamora

Muy cerca de aquí, en la encantadora Rúa de Los Francos, se alza la Iglesia de Santa María Magdalena, un pequeño y proporcionado templo románico en cuya portada, una de las más decoradas de la ciudad, deberás encontrar la figura del obispo tumbado si quieres volver a Zamora.

Iglesia de La Magdalena. Zamora

San Juan de Puerta Nueva, Santa María la Nueva, San Vicente o Santiago el Burgo son otras de las iglesias que forman parte del rosario de templos románicos de Zamora junto a construcciones civiles como el precioso Puente de Piedra que salva el Duero o los restos de los tres recintos amurallados que llegó a tener la ciudad en el siglo XIII ganándose el sobrenombre de «la bien cercada».

San Juan de Puerta Nueva. Zamora

Santa María La Nueva y Museo de Semana Santa. Zamora

Puerta de Doña Urraca y restos de las murallas. Zamora

Ruta del Modernismo en Zamora

Un aspecto que desconocía de Zamora antes de visitarla es que pertenece al selecto grupo de ciudades que conforman la Ruta Europea del Modernismo, debido al notable número de edificios de este estilo que se levantaron a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Y es que tras la atonía que siguió al esplendor del Románico, Zamora vivió una segunda edad de oro arquitectónicamente hablando gracias a figuras como el que fuera uno de los precursores del Modernismo, el barcelonés Francisco Ferriol, discípulo de Lluís Domènech i Montaner, que llegó a Zamora en 1808 como arquitecto municipal.

Casa atribuida a Francisco Ferriol. Plaza del Mercado

Calle Balborraz. Zamora

Muchos de estos edificios modernistas se concentran a lo largo de la calle Santa Clara como la Casa de Félix Galarza, el Casino, la Casa de Valentín Guerra, la Casa Francisco Antón o la Casa de Valentín Matilla. También vale la pena acercarse hasta la siempre animada calle Balborraz, una de las más antiguas de Zamora, para contemplar las fachadas de la Casa de Faustino Leirado y la Casa de Mariano López, y a la Plaza del Mercado para ver el original Mercado de Abastos que diseñó el benaventano Segundo Viloria.

Casa de Valentín Guerra. Zamora

Mercado de Abastos. Zamora

Ruta del Duero en Zamora

Sería un pecado abandonar Zamora sin ir al encuentro del Duero. La columna vertebral de Castilla y León a su paso esta tierra divide en dos la capital al tiempo que sus puentes la unen y cohesionan. El más antiguo, el Puente de Piedra que a pesar de sus muchas reformas sigue combatiendo las crecidas del río sin perder un ápice de su sólida belleza medieval. El más moderno, el Puente de Los Poetas. Discreto y ligero visualmente, para no robarle el protagonismo a la cercana Catedral.

Una buena opción para perder la mirada en sus aguas es acercarse hasta el mirador del Troncoso que se eleva sobre las peñas de Santa Marta regalándonos unas espectaculares vistas que alcanzan los dos puentes, la Fundación Rei Alfonso Henriquez y la Playa de los Pelambres, una zona de baño rebautizada como el Benidorm de Zamora.

Puente de Piedra. Zamora

Vistas del Duero desde el mirador del Troncoso. Zamora

Playa de los Pelambres. Zamora

Antes de llegar a ella, deberemos detenernos en las Aceñas de Olivares, un conjunto de molinos de origen medieval dedicados a la producción harinera que actualmente albergan el Centro de Interpretación de las Industrias Tradicionales del Agua.

Aceñas de Olivares. Zamora

Aceñas de Olivares, Zamora

Ahora sí. Llega el atardecer y Zamora nos regala su mejor estampa desde la margen izquierda del río. Los últimos rayos de sol iluminan su distinguida fisonomía, un hipnotizador lienzo presidido por la estampa de la Catedral, las viejas murallas y los reflejos plateados del Duero. Se impone sentarse en un banco y esperar la llegada de la hora azul a la vera de su cauce.

Vista de Zamora desde Los Pelambres

Puente de Los Poetas. Zamora

Anochece en Zamora

Ruta de tapas por Zamora

Aunque parezca osado, pues solo pasé 48 horas en Zamora, me lanzo a proponerte una pequeña ruta de tapas para que te lleves contigo su mejor sabor. Evidentemente es una selección muy personal que baso en la recurrente frase de no están todos los que son pero sí son todos los que están. ¿Por qué tapas? Porque no se me ocurre una forma mejor para confundirme con el paisanaje que me rodea que compartir sus usos y costumbres tapa y vino en mano. Y sí, además, como es el caso, son asequibles, mejor que mejor.

Plaza San Miguel. Zamora

Ayuntamiento de Zamora

Lo primero que debes saber es que las zonas de tapeo en Zamora son básicamente dos: los alrededores de la Plaza Mayor y la denominada zona de Los Lobos que debe a su nombre a un local famoso por sus pinchos morunos.

En los aledaños de la Plaza Mayor, que constituye el mejor escaparte de la ciudad, se encuentra Los Caprichos de Meneses que cuenta con un amplia selección de tostas y creativos caprichos. Yo me dejé tentar por tres de sus clásicos: blinis con foie, chupa chup y bacalao (Plaza San Miguel, 3). Tres agradables sorpresas para mi paladar.

Blinis con foie, chupa chup y bacalao. Los Caprichos de Meneses. Zamora

Muy cerca, en el nº 3 de la calle Herreros, está el Portillo de la Traición, un imprescindible en esta estrecha arteria copada por bares. Aunque mi visita coincidió con su tercer aniversario, el regalo me lo llevé yo en forma de croquetas de boletus y bacalao en tempura negra. Delicioso es decir poco y el ambiente es muy agradable. Un local del que me volvería asidua si no viviera a 250 kilómetros de Zamora.

Croquetas de boletus y bacalao en tempura negra. Portillo de la Traición. Zamora

¿Más tentaciones en esta zona? Los cojonudos y el solomillo al cabrales del Bar Kalima (San Andrés, 8), la tortilla de patatas con salsa del Chillón (Diego de Ordax, 6) y cualquiera de las tapas que elabora Luis Barbón en el Café Bar Viriato. En especial, el solomillo de ternera de Aliste y su versión del «dos y pringada», una comida típica del Domingo de Resurrección de la Semana Santa zamorana (Calle Viriato).

Cojonudo y solomillo al cabrales. Bar Kalima. Zamora

Café Bar Viriato. Zamora

Tortilla de patatas con salsa. Bar Chillón

Ya en la zona de Los Lobos, tres sugerencias: los pinchos morunos de El Lobo (Horno de San Torcuato) y de la Casa de los Pinchitos (Flores de San Torcuato, 5) y las patatas bravas y tiberios -mejillones en salsa- del Bambú (Flores de San Torcuato, 1).

Callos, pincho moruno y papas. La Casa de los Pinchitos

¿Algún zamorano en la sala para ampliar esta ruta?

Qué ver y hacer en Dublín: los mejores planes en la capital de la República de Irlanda

Qué ver y hacer en Dublín: los mejores planes en la capital de la República de Irlanda

Plantearse qué ver y hacer en Dublín es una pregunta fácil de extensa respuesta. Dublín es sinónimo de pintas en el Temple Bar, de irish breakfast, de Joyce, U2 y Molly Malone, de cielos plomizos, lluvia e inesperados rayos de sol, de paseos por el Liffey, de instituciones culturales… Es el feudo del craic y de las buenas vibraciones que revolotean sobre un mestizaje de razas y credos que la historia convirtió en la capital de la República de Irlanda.

Ha’penny Bridge y el Liffey. Dublin
Ha’penny Bridge y el río Liffey
Casas georgianas en Dublin
Dublín y sus icónicas casas georgianas

No hay excusa para no lanzarse a conocer a esta señorita alegre, cultureta y musical que reina con su atractiva personalidad en la isla Esmeralda. Los vuelos low cost la hacen accesible, su manejable tamaño no roba más de un fin de semana y quien la visita repite. ¿Tendrá algo que ver el afable carácter de los dublineses? Suena a tópico, lo sé. Siéntate con ellos alrededor de una Guinness y a la vuelta me cuentas.

Mientras tanto, acompáñame en este recorrido en el que te muestro qué ver y hacer en Dublín.

Dublin Pass y Dublin Bus Tour: dos tips para planificar tu visita

Para no perderte lo mejor de Dublín, una buena opción es adquirir la tarjeta turística Dublin Pass con la que podrás entrar en sus principales puntos de interés. Con ella no solo ahorrarás dinero, también tiempo evitando las colas en lugares como la Guinness Storehouse, la cárcel Kilmainham o Dublinia.

Estatua de Moly Mallone. Dublin
Estatua de Moly Mallone

A pesar de ser una ciudad muy cómoda para recorrerla a pie, si te gusta que te lo den todo hecho, el Dublin Bus Tour es tu mejor opción. Esta compañía de autobuses verdes cuenta con dos líneas que te dejarán en la puerta de las principales atracciones de la ciudad. Muy recomendable si quieres visitar enclaves más alejados del centro como la cárcel de Kilmainham, el Phoenix Park o la zona de los Docklands.

Bus Tour de Dublin
Dublin Bus Tour

¿Qué ropa debo llevar en la maleta?

Llénala de «por si». Por si llueve, por si luce el sol, por si hace frío… En Dublín es normal pasar por las cuatro estaciones del año en un solo día así que lo mejor es vestirse en plan cebolla e ir quitándote capas en función de la cambiante climatología local. Sobre todo, no dejes que los cielos grises y la lluvia minen tu moral. Es su estado natural y forma parte de su encanto. O como dicen los dublineses: si no te gusta el tiempo, espera diez minutos.

Ahora sí. Empezamos con las visitas imprescindibles y los mejores planes que he seleccionado para fotografiarte esta vibrante ciudad palmo a palmo.

Qué ver y hacer en Dublín: The Temple Bar

No podrás decir que has estado en Dublín si no te dejas caer por las adoquinadas calles del Temple Bar, el barrio más animado y divertido de la ciudad. El sanctasanctórum de los devotos de la cerveza y de la música tradicional. Un enjambre de pubs que discurre entre el río Liffey y Dame Street encerrando en su seno el alma de Dublín cada noche. Lucharás por hacerte un hueco frente al escenario del propio Temple Bar, parada más que obligada desde 1840, huyendo de las hordas de turistas que solo entran a hacerse la foto. Tú sabes más que ellos así que lograrás encontrar tu espacio para disfrutar de una actuación en directo. Otra opción: tómate un tradicional estofado irlandés (irish stew) en del Oliver St. John Gogarty, al lado del busto del poeta que le brinda su nombre.

Callejeando por el Temple Bar. Dublin
Callejeando por el Temple Bar. Dublin
The Temple Bar
The Temple Bar, un qué ver en Dublín en toda regla

Según Leopold Bloom, el protagonista del Ulises de Joyce, cruzar Dublín sin pasar frente a una barra sería un buen rompecabezas.. Por si te sirve de ayuda, teniendo en cuenta que hay más de 1000 a ambos lados del río, en su día elaboré una ruta de pubs con mis 10 recomendaciones.

Musicos en The Temple Bar. Dublin
Músicos en The Temple Bar

Pero el Temple Bar no es solo el olimpo de los noctámbulos y de los músicos callejeros que se adueñan de cualquier rincón. La zona vieja de Dublín, el lugar en el que los vikingos se establecieron en el 795 d. C., cuenta con una potente oferta cultural en la que no faltan galerías de arte, teatros, salas de cine, estudios… ¿Tres propuestas? El Irish Film Institute, la National Photographic Archive and Gallery y sus mercadillos del sábado. Para gourmets en busca de productos ecológicos, el Food Market (Meeting House Square), libros de segunda mano y vinilos en el Book Market (Temple Bar Square), y diseños y artesanías locales en el Designer Mart (Cow’s Lane).

Tradicional irish stew. Oliver St. John Gogarty
Un delicioso irish stew en Oliver St. John Gogarty

CONSEJO VIAJERO → ¿Qué hacer en Dublín? Realizar un tour nocturno en español por el Temple Bar con cata de cervezas para descubrir los mejores pubs de Dublín y conocer sus historias y leyendas.

Qué ver en Dublín: Trinity College y el Libro de Kells

Pasear por su enorme campus, respirar el ambiente estudiantil que vivieron  personajes como Oscar Wilde, Bram Stoker o Jonathan Swift, visitar su magnífica biblioteca y admirar el Libro de Kells -un valiosísimo manuscrito escrito alrededor del 800 d.C. por monjes irlandeses- son motivos más que suficientes para visitar el Trinity College. La universidad más antigua de Irlanda fundada en 1592 por la Reina Isabel I.

Trinity College, Dublin
Trinity College
Esfera dentro de una esfera. Trinity College. Dublin
Esfera dentro de una esfera

Ni recuerdo el tiempo que pasé en la sala principal de la antigua biblioteca, la famosa Long Room, buscando qué nombres esconden los bustos de mármol que la custodian, fijándome en cada detalle de sus viejas estanterías y empapándome del olor a madera. No sé si será una de las bibliotecas más bellas del mundo pero realmente es impresionante. Sin duda, un imprescindible en este listado sobre qué ver y hacer en Dublín.

The Long Room, biblioteca del Trinity College
The Long Room
Detalle de la biblioteca del Trinity College de Dublin
Detalle de la biblioteca del Trinity College
La biblioteca del Trinity College posee la mayor coleccion de manuscritos y libros impresos de Irlanda
La biblioteca del Trinity College posee la mayor colección de manuscritos y libros impresos de Irlanda
  • CONSEJO VIAJERO → No viajes sin seguro
    Tu seguridad y tranquilidad es lo primero, así que, si vas a viajar a Dublín, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por sus amplias coberturas. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

     

Guinness Storehouse, una cita imprescindible en Dublín

Sin duda, uno de los platos fuertes de cualquier itinerario que englobe qué ver y hacer en Dublín es la Guinness Storehouse. Este templo para los amantes de la cerveza, situado en el complejo de la mítica fábrica Saint James’s Gate, es para muchos la principal atracción turística de la ciudad. Una gigante pinta de Guinness distribuida en siete plantas que recorre la historia de la cerveza negra más famosa de Irlanda y cuya visita concluye en el famosísimo Gravity Bar degustando una cremosa pinta y contemplando una espectacular panorámica de la ciudad desde sus cristaleras. 360 grados de vistas.

Guinness Storehouse. Que ver en Dublin
Guinness Storehouse, una visita imprescindible en Dublín
Gravity bar. Que hacer en Dublin
Gravity bar de la Guinness Storehouse

CONSEJO VIAJERO → Si tu nivel de inglés no es muy alto y no quieres perderte ni un detalle a la hora de visitar la Guinness Storehouse, te recomiendo que contrates una visita guiada en español. Te va a costar lo mismo que la entrada en taquilla, no tendrás que hacer cola e incluye también una pinta o un refresco en el Gravity Bar. Tras hacer la reserva recibirás un bono de confirmación que podrás imprimir o llevar en tu móvil.

Guinness Open Gate Brewery de Dublín: un imprescindible para los entusiastas de Guinness

Si eres un auténtico fan de la espuma, del sabor y de una buena charla entre amigos pinta en mano, incluye en tu agenda la visita a la Guinness Open Gate Brewery. En esta cervecería que ha abierto sus puertas recientemente podrás probar las últimas creaciones de la marca. De los barriles al vaso y en primicia.

Guinness Open Gate Brewery. Que hacer en Dublin
Guinness Open Gate Brewery

¿De qué tipo de cervezas estamos hablando? Pues de ediciones especiales y, por supuesto, de tres imprescindibles: la Guinness Draught -la más famosa y vendida-, la Hop House 13 -lager dorada con sabor afrutado, y la Pure Brew Lager (sin alcohol).

Lo mejor es que podrás hacer tu cata personalizada en compañía de los maestros cerveceros que las han creado y que resolverán todas tus dudas sobre el proceso de elaboración: el tipo de malta, la escala de lúpulo, los ingredientes utilizados…

Cata de cervezas en Dublin
Cata de cervezas en la Guinness Open Gate Brewery

No lo dudes. Reservar tu entrada online -son solo 9€-, y disfruta de una de las experiencias más auténticas que puedes vivir en Dublín. ¿Dónde? En James’s Street, justo al lado de la Guinness Storehouse. Sláinte!

Kilmainham Gaol

La visita a Kilmainham Gaol, la cárcel de Dublín, es un imprescindible con mayúsculas para conocer el pasado de Irlanda. Un recorrido guiado que no deja indiferente ya que sus muros fueron la última morada de muchos nacionalistas irlandeses que lucharon por alcanzar la libertad frente al gobierno británico.

Visita guiada a Kilmainham Gaol
Visita guiada a Kilmainham Gaol
Candados en las celdas de Kilmainham Gaol
Candados que encierran miles de historias

La atmósfera que se respira en el gélido testigo de los episodios más trágicos del nacimiento de Irlanda es asfixiante, los relatos, escalofriantes. Corredores, galerías, celdas selladas con infranqueables candados, patios que sirvieron de escenario a las ejecuciones y un museo que profundiza en el conflicto irlandés y nos da una visión más amplia sobre la historia política y penal de esta prisión. Pon esta visita en las primeras posiciones de qué ver y hacer en Dublín.

Old Jameson Distillery

Agua, cebada, levadura y un toque de magia. Si quieres conocer todos los entresijos del proceso artesanal de elaboración de un buen whisky irlandés, tienes una cita en Bow Street. Allí te espera The Old Jameson Distillery, fundada por John Jameson en 1780. Audiovisual introductorio, amena visita guiada por el museo y cata final. Menos masificada que la Guinness Storehouse y, en mi opinión, más auténtica. ¿Un dicho popular? Dios inventó el alcohol para que los irlandeses no dominaran el mundo.

Old Jameson Distillery. Dublin
Old Jameson Distillery
Old Jameson Distillery
Whisky irlandés

Saint Patrick’s Cathedral

La Catedral de San Patricio, dedicada al patrono de Irlanda, es uno de los pocos edificios que quedan del Dublín medieval. Esta Catedral, la más grande del país, alberga tesoros como el coro -decorado con los estandartes de los Caballeros de San Patricio-, obras de Roubiliac, Rysbrack y Nollekens, la tumba de Jonathan Swift – autor de Los viajes de Gulliver-, y la estatua de San Patricio con las manos alzadas en señal de bienvenida. Tras contemplar su belleza gótica, siéntate en uno de los bancos del parque que está junto a ella para ser consciente de su potente factura exterior. Cuentan que fue aquí dónde San Patricio bautizaba a los paganos para convertirles al cristianismo. Precio de la entrada: 6€.

Saint Patrick's Cathedral, Dublin
Saint Patrick’s Cathedral
Saint Patrick's Cathedral
La Catedral de San Patricio se construyó entre 1220 y 1260

Christ Church Cathedral

Otro emblema de la arquitectura irlandesa de la Edad Media es la Christ Church Cathedral. Muchos viajeros suelen pasarla por alto por aquello de que vista una catedral, vistas todas. Tremendo error. Es la más antigua de la ciudad y su cripta, con sus gruesas columnas de piedra, una de las más grandes de Gran Bretaña e Irlanda. Olvídate del gato y la rata que quedaron atrapados en el órgano allá por 1860 y céntrate en el resto. Precio de la entrada: 6€.

Christ Church Cathedral
Christ Church Cathedral

The National Gallery of Ireland

Un estupendo alto en el camino de carácter cultural y además gratuito. Pinturas de los principales maestros holandeses, obras de Picasso, Monet, Goya, Murillo, destacadas muestras del barroco italiano, acuarelas, dibujos, grabados, esculturas… Más de 12.000 obras de arte se dan cita en esta galería que podrás recorrer con un servicio de audioguía. Una sugerencia muy personal: relájate unos instantes tomando algo en su Gallery Café. No encontrarás un lugar más tranquilo en todo Dublín para hacerlo.

The National Gallery
The National Gallery
Gallery Cafe. The National Gallery
Gallery Café

Dublin Castle

Aunque su fisonomía apenas recuerde la de un castillo, ya que salvo por la torre medieval – The Record Tower- y los restos de las originales murallas, se difumina con el resto de edificios que lo abrazan, el Dublin Castle fue en su día el principal testigo de la historia de esta ciudad. Desde su construcción, en el siglo XIII, ha sido un asentamiento vikingo, fortaleza militar, prisión, tesorería… El precio de la visita guiada (50 minutos de duración) es de 8,50€

Patio interior del castillo de Dublin
Patio interior del castillo de Dublin
The Record Tower. Castillo de Dublin
The Record Tower

Chester Beatty Library

Otro magnífico bastión cultural es la Chester Beatty Library, un inagotable compendio de tesoros artísticos que recoge en forma de manuscritos, grabados, miniaturas y libros antiguos el legado de las grandes culturas y religiones del mundo. Y todo gracias a Sir Alfred Chester Beatty, un magnate americano que donó toda su colección a la ciudad de Dublín. Entrada gratuita.

Chester Beatty Library, Dublin
Chester Beatty Library

Dublín en verde: Saint Stephen’s Green, Merrion Square y Phoenix Park

Si te gusta la naturaleza, tienes una cita en Saint Stephen’s Green, mi parque favorito. De estilo victoriano, céntrico y cargado de encanto, es el lugar al que acuden los dublineses para darse un respiro, almorzar y desconectar del ritmo trepidante que reina en las calles que lo rodean. Paseos arbolados, estanques con cisnes y patos, fuentes, esculturas…. Nueve hectáreas de manto verde en las que desearías que el reloj se detuviera.

Saint Stephen's Green
Saint Stephen’s Green
Saint Stephen's Green
Saint Stephen’s Green, Dublín en verde

Algo parecido ocurre con su hermano pequeño, el elegante y georgiano Merrion Square Park, que a diario ve desfilar a decenas de turistas que hacen cola para inmortalizarse junto a la escultura de Oscar Wilde, su vecino más ilustre. Fíjate en la colección de farolas que hallarás a tu paso, son las que alumbraron el Dublín del siglo XIX.

Merrion Square Park. Dublin
Merrion Square Park
Escultura de Oscar Wilde. Merrion Square Park
Escultura de Oscar Wilde

He dejado para el final el Phoenix Park, el verdadero pulmón verde de Dublín. Con más de 700 hectáreas de extensión, está considerado el mayor parque urbano de Europa y alberga el Zoo así como una serie de casas señoriales entre las que destaca la residencia oficial del Presidente de Irlanda. Para recorrerlo y, con algo de suerte, ver alguna familia de ciervos, lo mejor es alquilar una bicicleta a la entrada del parque (2 horas 5€).

Qué ver en Dublín: Grafton Street y O’Connell Street

En Grafton Street, la bulliciosa calle peatonal que sirvió de escenario a la película Once, los músicos callejeros, imitadores y demás aspirantes a estrellas compiten por robar la atención a las tiendas de lujo y comercios de todo tipo que los rodean entre coloridos puestos de flores. No te olvides de saludar a uno de los que lo consiguió, Phil Lynnot, que posa apoyado en su bajo en el cruce con Harry Street. Tras presentarle tus respetos al líder de la mítica banda Thin Lizzy, sería una descortesía no hacer lo propio con Molly Malone. Encontrarás a esta vendedora de mejillones de día, chica alegre de noche, en Suffolk Street, justo delante de la Discover Ireland Tourist Office.

Estatua de Phil Lynott
Estatua de Phil Lynott
Puesto de flores en Grafton Street. Que ver en Dublin
Puesto de flores en Grafton Street
Musico callejero en Grafton Street
Músico callejero en Grafton Street

Tampoco puedes abandonar la ciudad sin saludar a James Joyce. Te espera en la otra orilla del río, en North Earl Street, a unos pasos de O’Connell Street, la avenida más importante del norte de Dublín. ¿Ves esa aguja de 120 metros de altura? Se conoce como Spire y por las noche se ilumina su punta a modo de faro sobre el cielo de Dublín.

Estatua de James Joyce
Estatua de James Joyce
O'Connell Street y Spire
O’Connell Street y Spire

El río Liffey

Pasear a la vera del río Liffey, la espina dorsal que divide Dublín en dos, es un relajado plan que te permitirá conocer los numerosos puentes que lo salvan. Algunos ejemplos: los dedicados a James Joyce y Samuel Beckett, el Millenium Bridge, O’Connell Bridge y, por supuesto, Ha’penny Bridge. Uno de los grandes símbolos de la ciudad cuyo nombre recuerda el peaje de medio penique que debía pagar todo aquel que quisiera cruzarlo hasta 1919.

Ha’penny Bridge, Dublin
Ha’penny Bridge
O’Connell Bridge
O’Connell Bridge
Samuel Beckett Bridge
Samuel Beckett Bridge

Recorrer el cauce de la que fue la puerta de entrada de los vikingos de día vale la pena y de noche se convierte en casi una obligación. Un perfecto punto y final a una jornada descubriendo los mejores rincones de Dublín.

El rio Liffey al atardecer. Que ver en Dublin
Atardece sobre el Liffey

Qué ver en Dublín: Los Docklands

Otro estupendo plan: acércate a la renovada y revitalizada zona de los Docklands. Yo lo hice caminando desde Merrion Square bordeando el Grand Canal Dock. Esta zona del puerto de Dublín es la más moderna y alberga instituciones culturales como el Bord Gáis Energy Theatre o The Design Tower. Esta última es una antigua refinería de azúcar donde se dan cita los mejores artistas irlandeses, y barcos convertidos en cafeterías o galerías.

Bord Gais Energy Theatre
Bord Gais Energy Theatre
Grand Canal Dock. Dublin
Grand Canal Dock

Para ser sincera, mi objetivo final era peregrinar hasta Windmill Lane, los estudios donde U2 grabaron sus tres primeros álbumes. No los busques, desgraciadamente fueron demolidos hace años y decenas de grafitis dan fe de ello. Recuerdo que, sentada en un banco frente al río, imaginé a unos jóvenes Bono, The Edge y compañía caminando sobre los adoquines rumbo al estudio…. ¿Piel de gallina? Exacto. Para qué negarlo.

Grafitis en los alrededores de Windmill Lane
Grafitis en los alrededores de Windmill Lane
Tras los pasos de U2 en Dublin
Tras los pasos de U2 en Dublin
El banco de mis reflexiones
El banco de mis reflexiones

Tras estas recomendaciones, solo me queda despedirme con una frase en gaélico que encierra la magia de Dublín: ‘Beidh ceol, caint agus craic againn’. O lo que es lo mismo: tengamos música, charlemos y a pasarlo bien. Con este qué ver y hacer en Dublín espero haber despertado tu curiosidad por una de las ciudad más atractivas que conozco.

Las mejores excursiones en Dublín y alrededores en español

Aprovecha tu escapada a Dublín para realizar alguna de estas actividades con guías que hablan español y que están muy bien valoradas por los usuarios. Toma nota:
Tour gratis por Dublín → La mejor forma para empezar a descubrir la ciudad. Apúntate y asegura tu plaza.
Tour privado por Dublín con guía en español → La mejor opción para descubrir Dublín a tu ritmo pudiendo escoger qué quieres ver. Más cómodo imposible.
Tour gratis de misterios y leyendas por Dublín → Secretos, misterios y leyendas para descubrir un Dublín insólito.
Tour gratis por el Norte de Dublín → Conoce los principales monumentos del norte de la ciudad y su pasado más oscuro.

Excursiones por Irlanda

Tour por los escenarios de Juego de Tronos  → Descubre los escenarios de Irlanda del Norte donde se rodó esta serie como el Bosque Encantado, Invernalia y la morada de los Stark.
Excursión a los impresionantes Acantilados de Moher y Galway  → Visita uno de los paisajes más impresionantes del país y Galway, una de mis ciudades favoritas.
Belfast y Museo del Titanic + Calzada del Gigante → Viaja a la capital de Irlanda del Norte para conocer el Titanic Belfast, los imprescindibles murales políticos y la espectacular Calzada del Gigante. Reserva esta excursión imprescindible y que no te lo cuenten.

Más excursiones en Dublín y alrededores

Más artículos para preparar tu viaje a Irlanda

Conoce la historia de la emigración irlandesa en el EPIC, el nuevo must-see de Dublín
Kilmainham Gaol, reviviendo el pasado de Irlanda en la cárcel de Dublín
Siete visitas imprescindibles para enamorarte de Irlanda
La experiencia de cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede
Belfast, siete experiencias en la capital de Irlanda del Norte
Los murales de Belfast, un recorrido que no te deja indiferente
La Calzada del Gigante. Nice to meet you, Finn McCool