Qué ver en Irlanda: seis visitas imprescindibles para enamorarte

Qué ver en Irlanda: seis visitas imprescindibles para enamorarte

Irlanda está de moda. Prueba de ello es que el año pasado 395.500 turistas españoles viajaron hasta allí atraídos por su descarada belleza natural, sus potentes ciudades, su acertado cóctel de tradición y vanguardia, su música, su gastronomía y por el irresistible encanto de pasar una tarde en un pub cerveza en mano. Si tú también te estás planteando una escapada a la Isla Esmeralda, ve tomando nota porque voy a tentarte con seis visitas imprescindibles para que sepas qué ver en Irlanda.

Qué ver en Irlanda:

Dublín

Empezamos con un plato fuerte, Dublín, la capital de la República de Irlanda. Te lo diré en gaélico: «Beidh ceol, caint agus craic againn». Tengamos música, charlemos y a pasarlo bien porque la manejable y cosmopolita ciudad del Liffey ya se encarga de poner el resto. Prestigiosas instituciones culturales como el Trinity College o la Chester Beatty Library, el Temple Bar- feudo de la cerveza y la música tradicional-, la Guinness Storehouse y su siempre concurrido Gravity Bar, casas georgianas, parques en los que escapar del trepidante ritmo dublinés, arterias comerciales como Grafton Street y O’Connell Street, la renovada y revitalizada zona de los Docklands, un relajado paseo a la orilla del río… No lo dudes, Dublín, es una ciudad que engancha. Si sedujo a Joyce, Becket, Phil Lynnot, U2 o a la mismísima Molly Malone, tú no vas a ser menos.

Que ver en Irlanda

Trinity College, Dublín. Irlanda

The Temple Bar. Dublín. Irlanda

CONSEJO VIAJERO → Si quieres ahorrar dinero y tiempo, plantéate adquirir la tarjeta turística Dublin Pass. Con ella podrás visitar las principales atracciones de la ciudad evitando las colas que suelen formarse en lugares como la Guinness Storehouse, la cárcel Kilmainham o Dublinia.

Más información:

Qué ver y hacer en Dublín: los mejores planes para exprimir la capital de la República de Irlanda

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Los acantilados de Moher

No hay lista de visitas imprescindibles en Irlanda que no incluya los acantilados de Moher, una de las joyas de la ruta costera del Atlántico. Sé que los habrás visto mil veces en el cine enmarcando inolvidables escenas de películas como La princesa prometida, Los cañones de Navarone, La hija de Ryan o Harry Potter y el Misterio del Príncipe, pero ninguna pantalla es capaz de captar lo que se siente cuando te plantas cara a cara frente a estas colosales paredes verticales que a lo largo de ocho kilómetros se enfrentan al Atlántico.

Camina por sus senderos, infórmate en el centro de visitantes, trata de localizar la colonia de frailecillos –puffins- que anidan en Goat Island y sube al mirador de la torre de O’Brien. Si el día está despejado, podrás ver las islas Aran, la bahía de Galway, las montañas de los Twelve Bens en Connemara y la península de Dingle. A mí me faltó verlos al atardecer, motivo más que suficiente para que desee volver a este rincón del condado de Clare esculpido por la naturaleza hace millones de años.

Acantilados de Moher. Irlanda

Torre de O'Brien. Acantilados de Moher. Irlanda

Los acantilados de Moher. Irlanda

CONSEJOS VIAJEROS → Si te gusta la música tradicional y el marisco, acércate a Doolin. Está a menos de 10 km y su buen ambiente te encantará; por algo dicen que es uno de los pueblos más animados de la isla. Otra magnífica opción: descubre el entorno calizo de El Burren, un paisaje más propio de la luna en el que las orquídeas florecen junto a tumbas megalíticas. Tal es su magia que Tolkien se inspiró en él para escribir El Señor de los Anillos.

Y si no quieres preocuparte por nada, reserva esta excursión a los Acantilados de Moher, uno de los paisajes más impresionantes del país y a Galway, una de mis ciudades favoritas.

Más información: Los acantilados de Moher, la Irlanda más salvaje

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Galway: un imprescindible en tu agenda de qué ver en Irlanda

La ciudad más importante del oeste irlandés es también una de las más bohemias, auténticas y divertidas. Festivales de arte, teatro, conciertos, carreras de caballos en verano y una animada vida nocturna se dan cita en el que fue un pequeño pueblo de pescadores que llegó a estar gobernado por 14 familias tribales. Déjate caer por la Catedral -el último templo construido en piedra en Irlanda-, salva el río Corrib por alguno de sus puentes, callejea por el Barrio Latino, recorre las salas del Galway City Museum para conocer la herencia arqueológica, histórica y patrimonial de la ciudad, y desciende hacia la bahía rumbo al Spanish Arch. Como bien saben los universitarios -un tercio de la población de Galway-, ver la puesta de sol al abrigo de la antigua muralla vale mucho la pena y se cuela en esta ruta de qué visitar en Irlanda por méritos propios.

Catedral de Galway. Irlanda

Galway. Irlanda

Bahía de Galway. Irlanda

CONSEJOS VIAJEROS → En la joyería Thomas Dillon’s encontrarás las mejores reproducciones de los anillos de Claddagh, uno de los símbolos más famosos de Irlanda. A la hora de comer, acude a Mc Donagh’s y prueba el salmón, los mejillones y sus premiados fish and chips. ¿Un pub? Séhán Ua Neáchtain, el lugar en el que entre pinta y pinta me dejaron claro que en Galway es imposible aburrirse.

Más información: Un paseo por Galway, Irlanda en estado puro

Qué ver en Irlanda del Norte:

Belfast

Tomarle el pulso a la ciudad en el siempre animado St. George’s Market, visitar el Ayuntamiento, descubrir el atractivo barrio de la Catedral cuajado de galerías de arte y locales de moda, recorrer los murales políticos en un black cab -taxi negro-, subir al Castillo de Belfast para disfrutar de sus bonitas vistas, pasear a la orilla del Lagan, exprimir la noche de pub en pub y revivir la historia del trasatlántico más famoso del mundo en el Titanic Quarter. Estos son solo algunos de los planes que te esperan en la capital norirlandesa, una pequeña ciudad con mucha historia a sus espaldas que ha sabido reinventarse a través de la cultura y el arte sin perder un ápice de su personalidad. Por cierto, a partir de esta primavera, el puerto de Belfast cuenta con una nueva atracción, el HMS Caroline, un antiguo buque de guerra reformado como museo naval.

Ayuntamiento de Belfast

St. George's Market. Belfast

Titanic Belfast. Belfas

CONSEJO VIAJERO → Aunque en cualquier pub de Belfast podrás pasar una fantástica velada, reserva un hueco en tu agenda para The Crown Liquor Saloon, su estilo victoriano y su cuidada decoración te trasladarán a 1826. Otro lugar muy especial es la Linen Hall Library. Fundada en 1788, es la más antigua de la ciudad y ofrece un variado programa de eventos que incluye exposiciones, lecturas y conferencias.

Más información:

Belfast, siete experiencias en la capital de Irlanda del Norte
Los murales de Belfast

El puente colgante de Carrick-a-Rede

Una pasarela a 30 metros de altura, listones de madera que crujen con el viento, el océano bajo tus pies y un trayecto de 20 metros por delante. Este es el reto que nos plantea el puente colgante de Carrick-a-Rede, una experiencia con mayúsculas que podrás vivir en el Condado de Antrim. ¿La recompensa? Alcanzar la isla de Carrick y disfrutar de unas vistas impresionantes de la isla de Rathlin e incluso de la vecina Escocia. Olvida el miedo, esquiva el vértigo y confía en las palabras que me dijo el vigilante de acceso al ver mi cara de preocupación: «Come on. It’s easy».

Puente de Carrick-a-Rede. Irlanda

Escalera de acceso al puente colgante de Carrick-a-Rede. Irlanda

Escalera de acceso al puente colgante de Carrick-a-Rede. Irlanda

CONSEJOS VIAJEROS → Lleva algo de abrigo y un impermeable para protegerte del fuerte viento y la posible lluvia, y calzado adecuado para caminar por los senderos. Si quieres inmortalizar tu hazaña, hazte con el certificado que emite National Trust, una organización benéfica que se encarga de conservar parajes especiales como éste gracias a las aportaciones de sus miembros y de aquellos que los visitan.

Más información: La experiencia de cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede

La Calzada del Gigante

El gran hito de la ruta costera de la Calzada, considerada una de las cinco mejores excursiones en coche del mundo, es la Calzada del Gigante. Si el escaso kilómetro que la separa del centro de visitantes ya es de por sí un paisaje espectacular que discurre entre acantilados, cuando llegas al que para mí es uno de los rincones más sobrecogedores de Irlanda, sencillamente, enmudeces. 40.000 columnas de basalto, surgidas hace casi 60 millones de años tras una intensa actividad volcánica, que se deslizan hacia el océano. Puedes dejarte envolver por la leyenda y buscar la presencia del gigante Finn McCool a cada paso o pensar que al único titán que hay que temer es al Atlántico. El resultado es el mismo, te quitarás el sombrero ante este prodigio de la naturaleza que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad.

Calzada del Gigante

Calzada del Gigante. Irlanda del Norte

Columnas de basalto. Calzada del Gigante

CONSEJO VIAJERO → Si quieres conocer la espectacular Calzada del Gigante, contrata esta excursión y que no te lo cuenten. Además, viajarás a Belfast -la capital de Irlanda del Norte- donde descubrirás los astilleros, el Titanic Belfast -un museo que repasa la historia del transatlántico más famoso del mundo- y los imprescindibles murales políticos.

Más información: La Calzada del Gigante. Nice to meet you, Finn McCool

Recorre los escenarios de Juego de Tronos en Irlanda del Norte

Impresionantes acantilados, castillos, abadías, bosques encantados, bahías, cuevas, verdes valles, pequeños pueblos costeros, playas kilométricas… Tras el paso de la exitosa serie de Juego de Tronos, Irlanda del Norte para muchos ya siempre será Poniente. Y es que la más ambiciosa producción audiovisual de todos los tiempos necesitaba los mejores escenarios para arrasar, paisajes que sólo se pueden encontrar en la Isla Esmeralda.

Bahía de Murlough, Condado de Antrim © Tourism Ireland

Si estás interesado en visitar las localizaciones donde se grabaron algunas de las escenas más impactantes de esta superproducción, te recomiendo este tour desde Dublín en español al corazón de los Siete Reinos. El Bosque Encantado, Invernalia y la morada de los Stark, la abadía de Inch…

Si tras completar esta ruta enfocada en qué ver en Irlanda sientes mariposas en el estómago, no te sorprendas. No podía ser de otro modo. Simplemente, como yo, te habrás enamorado de Irlanda.

Ruta de los murales de Vitoria-Gasteiz, un paseo por la ciudad pintada

Ruta de los murales de Vitoria-Gasteiz, un paseo por la ciudad pintada

Si te gusta el arte urbano, la sugerencia que ahora te lanzo creo que como mínimo despertará tu curiosidad. Te propongo que me acompañes a recorrer la ruta de los murales de Vitoria-Gasteiz, un atractivo paseo cuajado de fachadas que ejercen de lienzos, de historias contadas con brochas y de paredes que además de aportar calor y color mueven conciencias.

Detalle de La luz de la Esperanza. Murales de Vitoria-Gasteiz

Esta galería al aire libre, conocida como itinerario muralístico de Vitoria-Gasteiz (IMVG), discurre por las calles del casco histórico, rodeada de iglesias, palacios y restos de las antiguas murallas, y por el barrio obrero de Zaramaga, mostrándonos el rostro más actual y participativo de la capital de Álava.

Detalle del mural Eskuz Esku. Murales de Vitoria-Gasteiz

Y es que detrás del despertar de estos edificios está un proyecto de muralismo colectivo que además de recuperar estéticamente zonas degradadas, busca la cohesión ciudadana a través del arte con un fin social y cultural. Para ello, este movimiento fundado en 2007 por Christina Werckmeister, Verónica Werckmeister y Brenan Duarte, abre sus puertas a todo aquel que quiera participar. Artistas consagrados, voluntarios de distintas edades, profesiones y procedencias tengan o no experiencia en creaciones a gran escala, estudiantes de arte en prácticas y jóvenes de entre 16 y 20 años -las brigadas de la ‘brotxa’- que acceden a un puesto de trabajo remunerado.

Detalle del mural Eskuz Esku

Este espacio de participación y creación que llena de color las envejecidas fachadas de la ciudad se gestiona a través de talleres que duran aproximadamente seis semanas. En la fase de diseño se reúnen todos los participantes para decidir la temática del mural y crear el boceto que luego trasladarán a la pared. Una vez finalizado, toca celebrar el trabajo bien hecho con una gran fiesta de inauguración.

Así es la trastienda de la ruta de los murales de Vitoria-Gasteiz, una muestra física y palpable del interés de una comunidad por mejorar su entorno y, sobre todo, por hacer de su ciudad un lugar aún mejor en el que vivir.

Itinerario muralistico de Vitoria-Gasteiz

Cada uno de los murales que componen esta ruta tiene su propia historia, sus singularidades, su porqué y su cómo vio la luz. Una información básica para entender el valor de esta brillante iniciativa de expresión pública y comunitaria. Comenzamos.

Al hilo del tiempo

Junto a la Catedral de Santa María, donde se asentó la primitiva ciudad, y a un paso de un pensativo Ken Follet -homenajeado en bronce por haberse inspirado en las obras de restauración de este tempo en su libro Un mundo sin fin-, encontramos el primer mural del IMVG. Su título, Al hilo del tiempo. Su temática, telas y paños que se descuelgan por la pared en recuerdo de los mercados medievales que tenían lugar en la Plaza de las Burullerías. Ubicación: Calle Chiquita nº 9.

Al hilo del tiempo. Murales de Vitoria-Gasteiz

Continentes

En 2008, tras seis semanas de intenso trabajo, las anodinas y frías fachadas de una escuela infantil y un centro de acogida se convirtieron con Continentes en una oda a la diversidad de culturas y credos que conviven en esta zona del casco medieval. Tras la habitual tormenta de ideas, los participantes, entre ellos profesores y padres y madres de los niños, decidieron poner en valor el carácter diferencial de este barrio con una muestra de animales de todo el mundo. El resultado, un colorido lienzo que nos invita a viajar por todo el planeta acorde con la realidad que impera dentro y fuera de este edificio municipal. Ubicación: Cantón de Santa María, s/n.

Continentes. Murales de Vitoria-Gasteiz

El triunfo de Vitoria

Debo reconocer que, por un instante, cuando llegué al Jardin de Etxanobe en busca del El triunfo de Vitoria, pensé que me había trasladado a las calles de Belfast. Sí, con un millón de comillas y salvando la gran brecha temporal e ideológica que los separa, por supuesto. Pero ver este mural ubicado en un lateral de un parque recuperado para el uso público, en solitario y con el frío de la mañana como único acompañante, me hizo revivir las largas caminatas por Falls Road y Shankill Road en busca de sus murales. Impresiones viajeras al margen, esta manifestación de arte urbano, situada en la parte alta de El Campillo, está inspirada en el cuadro de Georges de la Tour El tramposo y nos muestra cómo una fiel sirvienta que simboliza el pueblo advierte a la gran Dama Vitoria que el hombre poderoso con el que juega a las cartas pretende engañarla. Como curiosidad, este fue el primer mural en el que participaron las brigadas de la ‘brotxa’. Ubicación: Santa María, 9.

El triunfo de Vitoria. Murales de Vitoria-Gasteiz

Cubiertos de cielo y estrellas

Como podemos ver en Cubiertos de cielo y estrellas, el amor también esta presente en este recorrido pictórico por los murales de la Almendra Medieval de Vitoria-Gasteiz. En esta ocasión, una pareja se abraza y se besa bajo el firmamento en una colorida y actual reinterpretación de un cuadro de Giotto di Bondone. Los Santa Ana y San Joaquín del siglo XXI. Ubicación: Pintorería, 76.

Cubiertos de cielo y estrellas. Murales de Vitoria-Gasteiz

La noche más corta

Música, hogueras, bailes y desenfreno para enmarcar la magia de la noche de San Juan. Una fiesta pagana que a modo de fantasía nocturna toma forma en La noche más corta al abrigo de la muralla medieval. Su mejor vista la encontrarás en el Jardín de la Muralla al que deberás acceder por el Cantón de la Carnicerías. Ubicación: Correría, 96.

La noche más corta. Murales de Vitoria

Conjunto muralístico Eskuz Esku

El conjunto Eskuz Esku (en euskera, mano a mano) es uno de los grandes hitos del itinerario muralistico de Vitoria-Gasteiz. Está formado por dos grandes fachadas, unidas por un mosaico en su base, en las que destaca la figura de unas manos que simbolizan el trabajo de la tierra en una y la cultura en la otra. Todo ello envuelto en una estética que nos recuerda el mundo del cómic con la torre de Doña Ochanda como telón de fondo. Cada detalle es carne de Instagram: una vieja cinta de casete, una lata de comida al más puro estilo Andy Warhol, bocadillos, onomatopeyas… Ubicación: Herrería, 86 y Zapatería, 79.

Conjunto muralístico Eskuz Esku. Murales de Vitoria-Gasteiz

¿Qué haremos con lo que sabemos?

En 2011, el IMVG se extiende hasta la calle Francia, una de las más transitadas del centro, para preguntarnos ¿Qué haremos con lo que sabemos?. Una reflexión sobre el medioambiente imprescindible en una ciudad galardonada con el premio «Green Capital». Como nos muestran las cuatro secciones de este mural, tenemos el conocimiento, especies autóctonas, espacios naturales recuperados como los humedales de Salburua e incluso ahora podemos ver la tierra desde el espacio. ¿Seremos capaces de conservar y proteger todo este legado natural? Ubicación: Colegio de San Prudencio, s/n.

Qué haremos con lo que sabemos. Murales de Vitoria-Gasteiz

Una recomendación, ya que has llegado hasta aquí reserva un hueco en tu agenda para visitar el Museo de Arte Contemporáneo Artium. Lo tienes justo enfrente.

La luz de la esperanza

En La luz de la esperanza un ecléctico equipo de ciudadanos decidió subirse al andamio para plasmar su rechazo ante la desigualdad de género y los estereotipos en pro de una sociedad más justa. Una balanza perfectamente equilibrada, el rostro sereno de una mujer madura, carteles contra la violencia, la maternidad, el trabajo… Tonos fríos para los problemas y cálidos para las soluciones que llegan de la mano de la comprensión, la educación y la tolerancia. Ubicación: Zapatería, 76

La luz de la Esperanza. Murales de Vitoria-Gasteiz

Somos agua / Somos arte

Por falta de tiempo, este es el último mural que visité. Un canto a la vida protagonizado por nuestro bien más preciado, el agua, que fluye a modo de collage entre una sirena, animales en peligro de extinción y el vuelo de la falda de una joven bailarina que, sin duda, te recordará a las de Dègas. Ubicación: Centro Cívico Aldabe.

Somos Agua, somos arte. Murales de Vitoria-Gasteiz

Visitas guiadas por los murales de Vitoria-Gasteiz

Si quieres conocer el resto de murales que se han llevado a cabo hasta el momento y saber qué secretos esconden, te recomiendo que realices una visita guiada por el itinerario muralístico de Vitoria-Gasteiz. Yo simplemente he aportado unas pinceladas para despertar tu interés pero este atractiva ruta merece ser recorrida con la gente que le dio forma y la hace posible. Encontrarás toda la información que necesitas en la web Muralismo público.

48 horas en Oporto, la princesa del Duero

48 horas en Oporto, la princesa del Duero

Acabas de llegar y tienes todo un fin de semana por delante para descubrir Oporto. Tal vez hayas escogido este destino por ser la segunda ciudad de Portugal o por el atractivo imán de un casco histórico declarado Patrimonio de la Humanidad. Eso es lo obvio, nada nuevo bajo el sol. Lo que tal vez desconoces es cómo disfrutar del magnetismo de sus contrastes, de una armoniosa y delicada asimetría que nace en el Duero y se eleva colina arriba navegando orgullosa entre tradición y vanguardia, vino, francesinhas, coladas al sol y galerías de arte.

Panorámica de Oporto desde el puente D. Luis I Praça da Ribeira. Oporto Escenas de Oporto Sobrada de fotogenia, monumental y desconchada, refinada y desenfadada, pequeña en continente y enorme en contenido. Oporto es así y así quiero mostrártela seleccionando os melhores locais para namorar, o lo que es lo mismo, los lugares en los que tú, como yo, también dejarás un pedacito do teu coração a no ser que no corra sangre por tus venas. 48 horas en Oporto. Comenzamos.

48 horas en Oporto: día 1

Ver amanecer junto al Duero

Todavía es de noche en Cais da Ribeira y entre la niebla Gaia solo es un fantasma escalonado de luces blancas y amarillas que se reflejan en las aguas del río. Aquel que dio vida a una pequeña aldea celta y al Portus Cale romano, origen del topónimo Portugal.

Vista de Vila Nova de Gaia Amanecer frente al Duero. Oporto A esa hora bruja, azul y casi exenta de vida, Oporto, como una gaviota más que camina distraída por el muelle, luce un rostro melancólico y ausente, cercano al de “un milano herido en el ala” como la describe con acierto el letrista Carlos Tê en Porto Sentido. Escucha este fado en la voz de Rui Veloso mientras la luna recoge sus bártulos y empezarás a contagiarte del espíritu portuense.

Pasear por Cais da Ribeira y Barredo

Poco a poco la bruma se disipa y las terrazas vuelven a ocupar su feudo frente al río. Estás en Cais da Ribeira que despierta mostrando su anárquica estampa de casas apiñadas que compiten por asomarse al Duero. Entre fachadas de colores, azulejos y restaurantes, el que fue el puerto principal de la ciudad hoy se entrega a su nuevo estatus, el de un animado paseo copado por turistas a cualquier hora.

Cais da Ribeira. Oporto Cais da Ribeira, Oporto Sentirás la tentación de encaminar tus pasos hasta el puente de D. Luis I. No lo hagas aún y piérdete en la trasera de esta imagen de postal, en el laberíntico barrio de Barredo que se extiende a los pies del Terreiro da Sé. Fíjate en sus paredes ocres, en sus desgastadas callejuelas, en las escalinatas cercadas por las viejas murallas y en la Torre da Rua de Baixo. Es aquí donde reside del corazón medieval de llamada ‘ciudad invicta’ por su enérgica oposición a las tropas de Napoleón.

Barrio de Barredo. Oport

Rua do Barredo. Oporto

Cruzar el puente Don Luis I

Ahora sí, deshaz el camino y deja las enrevesadas calles de Barredo en busca de un soplo de aire fresco. Lo hallarás en uno de los grandes anzuelos turísticos de la bella Oporto, sobre la arteria de agua dulce que le da vida y con aspecto de gigante de hierro. Es el puente Don Luis I, un capricho de la ingeniería, proyectado por Teófilo Seyrig -discípulo de Eiffel-, que desde 1886 conecta con la vecina Vilanova de Gaia.

Puente Don Luis I. Oporto Oporto desde el Puente Don Luis Panorámica de la Ribeira. Oporto ¿Cuánto tiempo tardarás en recorrer los 174 metros del nivel inferior? A saber. La que te habla perdió la noción del tiempo jugando con su esqueleto de metal en busca del mejor encuadre, esquivando bicicletas y coches para captar un retazo de su potente perfil.

Visitar las bodegas en Vila Nova de Gaia

Cruzar el gran símbolo portuense tiene recompensa ya que en Gaia se concentran las bodegas del famoso vino de Oporto. Centenarias instituciones como Ferreira, Sandeman, Calém o Ramos Pinto. La visita a esta última es muy recomendable porque, además del tradicional recorrido por sus instalaciones y la posterior cata, nos permite viajar hasta 1880 en sus antiguas oficinas donde se exhiben obras de arte, provocativos azulejos y carteles de la época que promocionaban las bondades de tan apreciado elixir (Avenida de Ramos Pinto, 380)

Bodega Ramos Pinto. Vilanova de Gaia Muy cerca de aquí la cultura del vino revela su imagen más actual en el Espacio Porto Cruz, un moderno centro expositivo y de ocio que destaca por sus originales experiencias en torno al vino de Oporto y por sus propuestas de arte, moda y gastronomía lusa. Tómate un Porto Tonic en su terraza lounge 360º mientras disfrutas de las fantásticas vistas del Duero y la Ribeira, y saborea la original carta del chef Miguel Castro Silva en el restaurante DeCastro Gaia (Largo Miguel Bombarda, 23).

Terraza del Espacio Porto Cruz Tras la sobremesa, dos planes a cual más valido. Enfilar la Rua Cabo Simão para acceder al nivel superior de la atalaya más piropeada de la ciudad y seguir coleccionando imágenes para el recuerdo, o contemplarla desde su origen, navegando por el Duero.

Oporto desde la Rua Cabo Simão Oporto desde el nivel superior del Puente Don Luis I Un crucero por el Duero

Los tradicionales rabelos ya no transportan barricas de los viñedos a las bodegas de Gaia como antes. Ahora su carga son viajeros que quieren descubrir que hay más allá de la Ribeira en un recorrido panorámico que atraviesa los seis puentes que salvan el río. Rumbo a su desembocadura, allí donde el Duero se pierde en el Atlántico, en un paseo fluvial que nos muestra el cambiante paisaje que domina sus orillas. 50 minutos y 12 euros muy bien invertidos. Incluso bajo la lluvia. Sobre todo bajo la lluvia, dirían los más románticos.

Rabelos en el muelle de Gaia Crucero por el Duero. Oporto Disfrutar del atardecer en el muelle de Gaia

Sea cual sea la opción elegida, no abandones Gaia sin ver el atardecer desde el muelle. Con el adiós del sol la princesa del Duero vuelve a vestirse de gris luciendo su frágil silueta, el río oscurece, las fachadas palidecen… La magia de Oporto está hecha de pequeños detalles y esta puesta de sol, créeme, es uno de ellos. Si poco a poco te invade un sentimiento de recogimiento, cercano a la melancolía, llámalo saudade, como haría el maestro Pessoa.

Puente Don Luis I desde Vilanova de Gaia Atardecer en Vila Nova de Gaia Tras alimentar al alma, a satisfacer al estómago en alguno de los restaurantes de la Ribeira. Una buena elección es Jimão Tapas e Vinhos, pocas mesas, buena comida y situado en la encantadora Praca da Ribeira. Un apropiado final para estas primeras 48 horas en Oporto con el río como protagonista.

48 horas en Oporto: día 2

Recorrer el centro histórico de Oporto

Deja a un lado la pereza porque hoy toca callejear por el centro histórico así que prepárate para subir y bajar cuestas sin parar porque la preciosa fisonomía de Oporto tiene un precio. Primera parada, la , la Catedral que corona la ciudad desde el siglo XII.

Catedral de Oporto

Tras disfrutar de la amplia panorámica que nos regala la plaza de la Catedral, te espera uno de mis rincones favoritos, la estación de São Bento, una construcción de principios del siglo XX en la que es muy fácil distinguir a los viajeros de los turistas. Los primeros atraviesan el vestíbulo principal rumbo a las vías sin pena ni gloria, los segundos se maravillan ante los más de 20.000 azulejos que plasman escenas cotidianas y destacados capítulos de la historia de Portugal. Por algo dicen que es una de las estaciones de tren más bonitas del mundo.

Estación de São Bento. Oporto El pasado también se adueña de otro clásico portuense, el Café Majestic. Dirígete a la Rua Santa Catarina, la arteria comercial del casco histórico, para trasladarte a la Belle Époque de los años 20 rodeado de maderas nobles, enormes espejos y asientos de cuero. A pesar de sus elevados precios, conseguir mesa suele ser misión imposible pero por intentarlo que no quede. Nunca está de más darse un capricho y si es en forma de pastel de nata mejor que mejor.

Café Majestic. Oporto

¿Una bocanada de cotidianidad para contrarrestar tanto glamour? El cercano mercado do Bolhão que combate su deteriorado aspecto a base de vida y color. Productos frescos, enérgicos vendedores, souvenirs, flores, algún bar y buen ambiente se dan cita en un monumental edificio de factura neoclásica alzado en 1850 que espera paciente una reforma.

Mercado do Bolhão. Oporto Comprar un libro en Lello e Irmao

Dicen que es una de las más bellas del mundo y una de las más antiguas de Europa, que inspiró a J. K. Rowling para escribir la saga de Harry Potter y que atrae a una media de tres mil visitantes diarios. Yo simplemente me atrevo a afirmar que la visita a esta librería, en pie desde 1919, es algo que no debes pasar por alto. Los detalles modernistas de su fachada, la impresionante escalera que da acceso a la planta superior, las estanterías de madera, sus impresionantes vidrieras que permiten la entrada de luz natural… Divina fue la palabra que utilizó The Guardian para describirla. Desafortunadamente son pocos los que compran y muchos los que la fotografían aunque los tres euros que cuesta la entrada se descuenten del precio de la compra. Muchos curiosos y apenas lectores. Una mala combinación se mire por donde se mire (Rua das Carmelitas, 144).

Librería Lello. Oporto. © Miguel Ángel M. Romero Comer una francesinha

Como diría Oscar Wilde, la mejor manera de evitar la tentación es caer en ella. Y la tentación en Oporto es su plato más típico, la francesinha, liviano nombre para un enorme sándwich de carne, embutido y queso cubierto con una salsa picante que en su versión especial se sirve con huevo y patatas. Yo me enfrenté a este delirio gastronómico en el Café Piolho, un restaurante de toda la vida frecuentado por universitarios en el que también cocinan otras especialidades locales como las tripas à moda do Porto o los cachorros (Praca Parada Leitao).

Francesinha, el plato típico de Oporto

Subir a la Torre de los Clérigos

Para bajar esta brutal ingesta de calorías anímate a subir los 240 escalones de la Torre de los Clérigos. Al final del ascenso te esperan las mejores vistas de Oporto, el Duero y Vila Nova de Gaia ya que está ubicada en una de las zonas más elevadas de la ciudad. Tanto la iglesia como la torre, declarada Monumento Nacional, son obra de Nicolau Nasoni y constituyen una de las mejores muestras de arte barroco que hallarás en la ciudad. Consulta su web para conocer horarios y tarifas (Rua de S. Filipe de Nery).

Torre de los Clérigos. Oporto Descubrir el Oporto más vanguardista en la Rua Miguel Bombarda

Junto al Oporto que se resiste a las novedades convive el Oporto que se rinde ante ellas, que se entusiasma por el arte, el diseño y la cultura urbana. Buena prueba de ello es la Rua Miguel Bombarda, el epicentro de la movida portuense en cuanto a vanguardias se refiere. Infinidad de galerías de arte, restaurantes ecológicos, encantadoras cafeterías como Jóia da Coroa, tiendas de decoración vintage, boutiques de jóvenes diseñadores portugueses y, cómo no, street art. Desde el pimer gran mural que se realizó en la ciudad (El Quijote), a mi favorito, El Corazón de Viana, obra de Hazul y Costah y ubicado en la entrada del centro comercial Bombarda. Lo dicho, la cara más contemporánea de Oporto en apenas 700 metros.

Ó! Galeria. Rua Lombarda, Oporto El corazón de Viana. Street art en Oporto ¿Dónde dormir en Oporto?

Como me quedé prendada de la Ribeira te recomiendo dos opciones a la vera del Duero. La primera, el Bluesock Hostels Oporto, un precioso edificio forrado de azulejos que conserva su estructura original. ¿Qué lo hace especial? Espacios como el business centre, una zona chill out donde se programan conciertos, sus free walking tours y sus modernas habitaciones que pueden alojar de 2 a 16 personas. Un nuevo concepto de hostel, sin duda.

Bluesock Hostels Oporto

La segunda, el Hotel Carrís Porto Ribeira, un magnífico cuatro estrellas situado enfrente del anterior. Terrazas con vistas al río, elegantes y confortables habitaciones y una cuidada oferta gastronómica que se puede degustar tanto en el restaurante Forno Velho como en la tapería A Capela.

Irte de Oporto deseando volver

Las 48 horas en Oporto que te propongo concluyen aquí. Sé que he dejado mucho por mostrarte: el tranvía, los modernistas edificios de la Avenida dos Aliados, la iglesia de Santa Clara, la Casa de la Música, la Fundación Serralves, la Rua das flores, las playas de Foz… Lo enmendaré cuando vuelva porque me he quedado con ganas de más. Más piedras gastadas, apiñados tejados, guiños sutiles y descaradas contradicciones. Aquí en Oporto, en el norte de Portugal.

Rua das flores, Oporto

Y no, ni se te ocurra hacerme escoger entre Oporto y Lisboa. Porque sería injusto, porque comparar y viajar son dos verbos no se llevan bien, porque no puedo. Porque a pesar de las coincidencias priman las diferencias, porque el hechizo de una no solapa a la otra, sencillamente, discurren en paralelo.

Qué ver en Vigo: pistas para descubrir la mayor urbe de Galicia

Qué ver en Vigo: pistas para descubrir la mayor urbe de Galicia

Bienvenido a Vigo. A una ciudad que nace del mar rodeada de montes. A un lugar donde todas las miradas se dirigen a las Islas Cíes, la joya de su ría. Historias de corsarios y tesoros, un casco viejo empedrado de pasado y presente, cultura marinera, ocio nocturno y playas en las que la naturaleza juega con la arena. Si te preguntas qué ver y qué hacer en Vigo, aquí tienes la respuesta. Voy a mostrarte los secretos de la mayor urbe de Galicia.

Castillo de O Castro, las mejores vistas de Vigo

Se chove, que chova!

Eso sí, deja atrás cuantos estereotipos conozcas. No te quedes solo con su perfil industrial, marcado por la altura de las grúas de los astilleros, ni con la idea de que siempre hace mal tiempo. Tanto uno como otro son claves para entender su idiosincrasia.

Acuérdate de los grandes poetas gallegos como Rosalía de Castro o Valle-Inclán. En sus versos llueve y sopla el viento, cierto, pero los vigueses también disfrutan de días soleados y cielos despejados gracias a un microclima que la diferencia de otras ciudades del norte de Galicia.

Paseo por el puerto de Vigo. Foto de Dani Keral

Tal vez te ocurra como a mí y no sea un amor a primera vista. Quizás necesites patearla a conciencia, contemplarla desde las alturas, mezclarte con su gente al calor de una buena mesa y leer lo que cuentan sus muros.

Si lo haces, es probable que se ancle en tu memoria asociada al término morriña. Yo ahora la siento al pensar en Vigo. Quizá porque el mar me pierde, porque me gustan las ciudades en las que aún quedan cosas por hacer y mucho que conservar. O porque le presté el tiempo necesario para conocerla.

Instantes para el recuerdo. Vigo

Callejeando por Vigo

Qué ver en Vigo: sus preciosos miradores

Para descubrir la fisonomía de esta urbe que vive de cara al Atlántico, reserva un hueco en tu agenda para recorrer sus miradores. Opciones no te van a faltar.

Como O Castro, un monte situado en el corazón de Vigo, a 150 metros sobre el nivel del mar. El ascenso es pronunciado pero se compensa con creces. Restos arqueológicos que evidencian que la ría ya estuvo poblada por numerosos castros en la Edad del Hierro, los jardines y el espectacular mirador de su fortaleza y, cómo no, leyendas de cargamentos de oro y plata. La más importante es la que envuelve la batalla de Rande, en plena Guerra de Sucesión, cuando decenas de galeones españoles acabaron hundidos en el mar. Hasta Julio Verne encargó al Capitán Nemo en 1870 la búsqueda de los tesoros que portaban.

Literatura al margen, en 2011 se localizaron seis nuevos navíos relacionados con esta batalla. Las enormes anclas de otros tres pecios componen el monumento a los Galeones de Rande emplazado en este pulmón verde que atesora las mejores vistas de Vigo.

La ría de Vigo desde el Monte O Castro

Jardines del castillo de O Castro. Vigo

Las Cíes, la ría y la ciudad a vista de pájaro. Es el horizonte que hallarás si te acercas al monte de A Guía, otro ventanal panorámico dominado esta vez por la Ermita de A Nosa Señora das Neves. Un precioso espacio natural, alejado del tráfico, en el que antaño las esposas encendían hogueras a modo de faro para orientar a sus hombres del mar.

Ermita de A Nosa Señora das Neves. Monte de A Guía. Vigo

Otra magnífica atalaya es el mirador del Paseo de Alfonso XII, presidido por el símbolo de Vigo que dio pie a su sobrenombre: la ciudad olívica. Un olivo que crece custodiado por el monumento a los cantores, poetas y trovadores de la ría. Está ubicado en pleno centro y frente a A Fonte, una de las plazas más queridas por los vigueses.

Mirador del Paseo de Alfonso XII. Vigo

Los restos de la fortaleza de San Sebastián, que vigilan los tejados del casco viejo, el mirador del monte de O Cepudo en Valadares o los montes de A Madroa y O Vixiador en Candeán son otros rincones de Vigo que llenarán tu cámara de eternas vistas que se funden en el mar.

Un paseo por el litoral de Vigo

Tras las alturas, toca volver a a nivel del mar, en busca de las joyas naturales que jalonan la franja costera de Vigo, de ancestrales costumbres y de historias que nos transportan al pasado.

Las playas de Vigo

En cualquier listado centrado en qué ver en Vigo no pueden faltar los bellos arenales que se suceden a cada paso. Y es que, en un radio relativamente pequeño, puedes ir saltando de playa en playa recorriendo la línea de la costa. O Adro en el marinero barrio de Bouzas, la familiar Samil, O Cocho y Mourisca, O Vao, La Sirenita o A Punta son algunas que sí o sí debes conocer.

Sin olvidar la playa de Rodas, considerada una de las mejores del mundo y situada en ese tesoro natural llamado Cíes -mi asignatura pendiente y una razón de peso para volver a Vigo.

O Cocho y Mourisca junto al Museo do Mar. Vigo

Playa de Samil. Vigo

La isla de San Simón: una visita imprescindible

Esta isla fue el destino final de una travesía en barco en la que sentí la fuerza de la ría. La grandeza del puente de Rande, el Capitán Nemo emergiendo de las aguas, las tradicionales bateas en las que se crían mejillones y ostras, los imponentes bateeiros… Lugares comunes a los ojos de los vigueses que se tornan únicos para los que vivimos tierra adentro.

Puente de Rande. Ría de Vigo

Bateas en la ría de Vigo

Debido a su estratégica situación, en el extremo más oriental de la ría, San Simón fue testigo de la historia de Galicia. Un pasado marcado por los ataques de vikingos y corsarios como Francis Drake, y por sede de la Orden del Temple. Esta isla también fue el escenario de la ya mencionada Batalla de Rande, leprosería, y el más temido penal franquista durante la Guerra Civil.

Su presente es bien distinto ya que este bucólico edén de jardines, esculturas y piedra es hoy “la isla del pensamiento“, un espacio para la memoria histórica y la creación cultural.

Puente de la isla de San Simón

Isla de San Simón

El puerto

Dado que la industria naval es una de sus señas de identidad, todo recorrido por el litoral de Vigo debe pasar por el puerto, el que más pescado fresco descarga de toda Europa. Los astilleros, la subasta en la lonja, la terminal de contenedores… Desde Teis a Beiramar, un paisaje forjado en metal que la Autoridad Portuaria te ofrece la posibilidad de visitar.

Puerto de Vigo

Qué ver en Vigo: el Casco Vello

Vigo creció desde el puerto y lo hizo cuesta arriba dando forma al centro histórico que aquí llaman Casco Vello, un laberinto de piedra que acoge espacios como la Praza da Constitución, que en su día albergó el ayuntamiento, la Praza da Igrexa donde se alza la Colegiata de Santa María, o la Praza da Pedra.

Praza da Constitución. Vigo

Concatedral de Vigo, conocida popularmente como La Colegiata

Aquí, en este pequeño pueblo inmenso en la gran urbe, late el alma de Vigo. Una ciudad que impone subir y bajar cuantas callejuelas y escaleras se cruzan al paso. Solo así tropezarás con la magia de calles como la Rúa dos Cesteiros donde hoy, como antaño, se siguen vendiendo cestos de mimbre.

Un Vigo que renace día a día recuperando el lustre de sus fachadas y que se rinde al noble arte del terraceo a la menor ocasión brincando entre clásicas tascas y nuevos fichajes gastronómicos.

Rúa dos Cesteiros. Vigo

Praza da Pedra. Que ver en Vigo

Y, cómo no, un Vigo por el que discurre el Camino de Santiago en su ruta portuguesa, que sorprende con su propia Porta do Sol que no tiene reloj pero sí un Sireno, se cita en la farola de Urzáiz, se hace un selfie en el Dinoseto de la Praza da Princesa, y se lanza a comprar en la calle del Príncipe antes o después de ver una exposición en el MARCO (Museo de Arte Contemporáneo).

El Sireno, un híbrido de pez y hombre obra del escultor Francisco Leiro. Vigo Dinoseto en la Praza da Princesa. Vigo

Marco, Museo de Arte Contemporáneo de Vigo

Dónde comer en Vigo

Gracias a su localización, entre valles que acarician la ría, la cocina de Vigo es una de las grandes embajadoras de la gastronomía gallega. Pescados y mariscos, productos de la huerta y excelentes carnes son los reyes de una cocina que conquista el paladar en asadores, taperías y restaurantes de vanguardia. Sublimes mariscadas, peixiños fritos, pulpo á feira, un buen churrasco a la brasa, empanadas de zamburiñas, sus famosas ostras, queso de Tetilla, pimientos de Padrón, grelos…

Todo regado con los premiados albariños de la D. O. Rías Baixas que puedes combinar con los caldos de las otras cuatro denominaciones de origen gallegas: Ribeiro, Valdeorras, Ribeira Sacra y Monterrei.

Los sabores del mar representados en esta centolla. Restaurante A Chabola. Vigo Aperitivo en la terraza del Hotel Axis y Ribeiro 7 Cupos en el restaurante Palo Palo. Vigo

Para guiarte entre tanta y variada oferta, aquí te dejo algunas recomendaciones:

Restaurante A Chabola: Tomás Lorenzo es el gerente de esta emblemática casa de comidas, especializada en arroces, pescados y mariscos, que abrió sus puertas como taberna en 1965. A la calidad de sus platos y al impecable servicio se suma su encantadora ubicación a orillas del mar. Dos imprescindibles: tómate un Porto tonic disfrutando de la preciosa estampa de la playa de Arealonga, y no olvides pedir sus deliciosas navajas de buzo a la plancha (Camino Cacharela, 38).

Restaurante A Chabola. Vigo

Acércate a la calle Pescadería, esa que los vigueses llaman la calle de las Ostras, para probar las perlas de la ría de Vigo. Se cultivan en Arcade y cada mañana llegan aquí directas de las bateas.

Progreso 41: Experiencias gastronómicas y ocio confluyen en este urban market que combina comercios tradicionales, espacios para artistas, ludoteca y puestos de comida de lo más diversa. Probar cocina de autor, internacional o gourmet, cortarte el pelo, conocer a los emprendedores locales, comprar fruta, pescado o carne.. Un nuevo concepto de gastromercado y punto de encuentro perfecto para desconectar de la rutina en cualquier momento del día (Ronda de Don Bosco, 41).

Progreso 41

Enoteca Buqué: En locales como este, ubicado en el casco viejo, los vigueses demuestran que para ellos el momento aperitivo es una cita gastronómica imprescindible. Tostas, tapas, tablas de embutidos y una gran selección de vinos en una enoteca con mucho encanto (Palma, 9).

Enoteca Buqué

Quesum: Si eres un cheese lover, te encantará esta tienda-quesería gourmet. De cabra, de oveja, de vaca, nacionales e internacionales… Aprende a distinguirlos y a valorar su calidad apuntándote a alguna de las catas que realizan con regularidad en este templo de los quesos (Av. das Camelias, 121)

Cata de quesos en Quesum. Vigo

Restaurante Marina Davila: Cocina gallega de mercado basada en productos de km 0 e innovadoras técnicas culinarias al servicio de ingredientes de toda la vida. A destacar: los pescados y mariscos del día traídos desde la lonja, y sus dos terrazas con unas espectaculares vistas de la ría y las islas Cíes (Muelle Comercial de Bouza, s/n).

Caballa con pimientos con base de empanada. Restaurante Marina Davila. Vigo Escojas la opción que escojas, te aseguro que acertarás y recordarás los placeres de la cocina de Vigo. Ya lo dijo el Che Guevara: “La nostalgia empieza por la comida».

Dónde dormir en Vigo

Hoteles, hostales, campings, albergues… En Vigo no tendrás problema para encontrar un alojamiento a la medida de tu bolsillo. Tres recomendaciones:

Tryp Los Galeones: Haciendo gala del estándar de esta cadena, Los Galeones es un cuatro estrellas acogedor y actual, con confortables y espaciosas habitaciones. Personal muy amable y a poca distancia de los principales puntos turísticos de la ciudad. (Avenida de Madrid, 21).

Tryp Los Galeones. Vigo

Hotel Axis: Moderno hotel de cuatro estrellas con guiños decorativos a los años 70 situado en el centro. Lo mejor, su azotea, una coqueta terraza con piscina y vistas de escándalo (María Berdiales, 22).

Vigo Plaza: Hotel urbano de dos estrellas con habitaciones funcionales y cafetería 24 horas. Estupenda relación calidad-precio y próximo al Casco Vello (Progreso, 13).

Y cuando cae la noche: salir de copas en Vigo

Luces de neón, música, copas… El mejor termómetro para saber si una ciudad está realmente viva o se apaga al caer el sol es exprimir sus madrugadas. ¿Es como dicen la capital del ocio nocturno de Galicia? A tanto no arriesgo pero en Vigo, créeme, el mercurio se dispara. Si en los 80 su movida la puso en el mapa con Siniestro Total, Os Resentidos y Golpes Bajos capitaneando la contracultura, hoy demuestra con orgullo canalla que la que tuvo, retuvo.

De copas por Vigo

La noche empieza a calentar motores de vinos por la zona vieja, entre tascas cargadas de años y garitos de nueva factura. A partir de aquí, cada peregrino busca su templo. Los devotos del indie y el rock enfilan sus ganas de música en directo o sesiones Dj´s hacia la zona de Churruca (calles Cervantes, Martín Códax o Rogelio Abalde). Los que prefieren éxitos de radiofórmulas, rodearse de gente guapa y locales hasta la bandera, Areal y su entorno, con clásicos como el Ferré, El Atlanta o el 20th Century Rock, un museo del cine y la música en toda regla.

20th Century Rock. Vigo

Aquellos que buscan ver y dejarse ver no dudan en acudir a la zona del Ensanche de Vigo en busca de pubs de moda, vistas al puerto y skylines de lujo. Para rematar la noche, nada mejor que Samil y Beiramar al abrigo de las discotecas que más trasnochan o antes despiertan. Lo dicho, las noches en Vigo son el antídoto perfecto contra el aburrimiento.

Y hasta aquí esta pequeña guía sobre qué ver y qué hace en Vigo, un destino del sur de Galicia, enclavado en plenas Rías Baixas, que bien merece una escapada.

Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #YsinosvamosaVigo organizado por la Asociación de Hostelería de Vigo (Ahosvi), Maruxa Eventos y N8 Comunicación con la colaboración de Alberto Ribas.

Las Setas de Sevilla, una ventana panorámica a la capital andaluza

Las Setas de Sevilla, una ventana panorámica a la capital andaluza

En mi último viaje por tierras sevillanas, en el que pude descubrir los sorprendentes paisajes que conforman la provincia de Sevilla, no dudé en hacer un hueco en mi agenda para reencontrarme con una de las ciudades más fascinantes del sur. Tenía un objetivo claro, conocer el nuevo símbolo de la arquitectura contemporánea andaluza: las Setas de la Encarnación, también conocidas como Metropol Parasol, o como todo el mudo las llama, las Setas de Sevilla.

Cuando el taxi me dejó a los pies de la gran obra del arquitecto berlinés Jünger Mayer y pude contemplarla en toda su magnitud, dudé por un instante, como imagino dudaron los sevillanos cuando la vieron finalizada en marzo del 2011 tras años de polémicas por su sobrecoste económico y su diseño. ¿Una mole encajada en pleno casco antiguo de Sevilla o un seductor delirio arquitectónico? Mis sentidos lo decidieron en un instante. Estaba ante una construcción cuya lista de calificativos podría incluir única, vanguardista, sorprendente y, en mi humilde opinión, tremendamente atractiva. Valoraciones subjetivas al margen, una cosa está clara, las Setas de la Encarnación ya forman parte de la larga lista de imprescindibles de la capital hispalense.

Setas de Sevilla Escaleras de acceso a las Setas de Sevilla Esta maravilla de la ingeniería está compuesta por cinco niveles en los que se ubican el Antiquarium, donde se pueden ver los restos arqueológicos de época romana descubiertos durante su construcción, el mercado de abastos y locales de restauración, la diáfana Plaza Mayor -concebida para albergar actividades de ocio y espectáculos-, y desafiando al cielo, la joya del proyecto, el Mirador Setas de Sevilla. Un sinuoso laberinto de pasarelas de más de 205 metros que nos permite contemplar Sevilla desde una privilegiada posición. A 28 metros de altura.

Antiquarium. Setas de Sevilla Sevilla desde las Setas Es entonces, en el momento en que te plantas en su cima, cuando su potente fisonomía, la estructura de madera más grande del mundo, pasa a un segundo plano porque se enfrenta a un rival imposible de vencer: 360 grados que recorren Sevilla desde las alturas, de norte a sur, de este a oeste, hasta que la vista se pierde en el Aljarafe sevillano. Ya no importa que esté formada por seis parasoles cuyo diseño se inspira en las bóvedas de la Catedral de Sevilla, ni los más de tres mil metros cúbicos de madera de pino finés que se utilizaron, ni las 3.500 piezas que la componen, ni los 16 millones de tornillos que la ensamblan. Todo, absolutamente todo, se difumina bajo tus pies mientas tus ojos contemplan Sevilla a vista de pájaro.

Las Setas de Sevilla, la estructura de madera mas grande del mundo Puente del V Centenario. Giralda y Catedral. Setas de Sevilla Las Setas de Sevilla, una visita imprescindible en la capital andaluza Guiado por los diferentes paneles informativos, podrás identificar los modernos edificios de la Isla de la Cartuja, el Puente del V Centenario, la Catedral, la Plaza de España y prácticamente todos los campanarios de las iglesias sevillanas. El Oratorio de San Felipe Neri, el Divino Salvador, la Anunciación, Santa Cruz, San Bartolomé, San Pedro… Olvídate del reloj y de las prisas y disfruta de esta ventana panorámica que nos regala unas vistas increíbles. Y entre asombroso y asombro, entre foto y foto, relájate tomando algo casi a la vera de la Giralda.

La Isla de la Cartuja desde las Setas de Sevilla Pasarelas de las Setas de Sevilla Iglesia de la Anunciacion. Setas de Sevilla ¿El mejor momento para disfrutar de las Setas de Sevilla? A primera hora de la mañana o al atardecer, cuando mil colores tiñen el cielo sevillano y la ciudad empieza a iluminarse.

Vistas desde el mirador de las Setas de Sevilla

Un alto en el camino en las Setas de Sevilla Plaza Mayor. Setas de Sevilla Tras visitar este emblema de la nueva Sevilla, puedes aprovechar para conocer sus alrededores recorriendo por ejemplo la calle Regina, con sus tiendas de ropa, estudios de arquitectura y librerías especializadas en arte. Otra estupenda opción es acercarte al llamado Soho sevillano, una zona revitalizada por jóvenes emprendedores situada entre la Alfalfa y la Plaza de la Encarnación que aboga por un comercio personalizado que recupera la tradición de lo artesanal. Calles que se salen de los caminos trillados como Pérez Galdós, Santillana, Ortiz de Zúñiga y Don Alonso el Sabio donde se dan cita diseñadores, modistas, peluqueros y nuevos chefs dispuestos a aportar su toque especial a la oferta gastronómica de la ciudad. Como dirían los anglosajones, shopping & culture.

Al caer la tarde, no lo dudes, acude a tu cita con el Guadalquivir, a la altura del puente de Triana, y siente cómo la capital de Andalucía se cuela por cada poro de tu piel. Enseguida comprobarás que Sevilla tiene mucho más que un color especial.

La Torre del Oro y el Guadalquivir. Sevilla Puente de Triana, Sevilla Cómo llegar a las Setas de Sevilla:

Dirección: Plaza de la Encarnación, 14, 1ºB. En autobús: Líneas 27 y 32. En metro: T1 Parada Plaza Nueva.

Horarios de acceso al Mirador Setas de Sevilla:

De domingo a jueves, de 10 a 23h. De viernes a sábado, de 10 a 23.30h. El ascensor que da acceso al mirador está en la planta subterránea junto al Antiquarium. Abre con regularidad los días festivos salvo Navidad, y el precio de la entrada es de 3€ con consumición gratuita. Gratis para menores de 12 años.

Más información: Setas de Sevilla

Jerez de los Caballeros, cinco planes para descubrir esta encantadora ciudad extremeña

Jerez de los Caballeros, cinco planes para descubrir esta encantadora ciudad extremeña

Ponemos rumbo al extremo suroccidental de la provincia de Badajoz para detenernos en Jerez de los Caballeros, una de las grandes ciudades monumentales de Extremadura. Una tierra de apreciados jamones y paisajes dibujados por la serena belleza de la extensa dehesa extremeña. Una villa de empinadas calles encaladas, iglesias, conventos y torres que recortan el cielo, cuya longeva historia viene marcada por la presencia de los templarios y la Orden de Santiago. ¿Qué ver y hacer en Jerez de los Caballeros? A continuación te muestro los cinco mejores planes que he seleccionado para ti.

Jerez de los Caballeros Recorre el casco antiguo de Jerez de los Caballeros entre descubridores y templarios

Aunque no puedo imaginar la sensación que tuvo Vasco Núñez de Balboa, uno de sus vecinos más ilustres, al atisbar la inmensidad del Océano Pacífico, sí debo confesar que me sentí como una pequeña exploradora cuando Jerez de los Caballeros se cruzó en mi camino. Y es que no imaginaba que en las estribaciones de Sierra Morena, dominando la vega del río Ardila, se hallaba uno de los rincones más bonitos de Extremadura. Una localidad con aspecto de pequeña ciudad y alma de pueblo que vive alejada del turismo de masas y que conserva una atractiva atmósfera de tranquilidad y cercanía propia de aquellas poblaciones en las que casi todo el mundo parece conocerse.

Lo comprobé callejeando por las enrevesadas calles de su casco antiguo que esconden monumentos religiosos, torres barrocas, palacios y casonas señoriales entre poderosas cuestas que hay que afrontar con ánimo. No temas, la recompensa está asegurada y validada por su designación de Conjunto Histórico-Artístico.

Las empinadas calles de Jerez de los Caballeros Pero para entender el presente de esta noble villa primero hay que echar la vista atrás y conocer las claves de su historia. Una pasado que arranca en la Prehistoria como demuestra el dolmen de Toriñuelo, continua con la Ceret fenicia, la Fama Iluia romana y la Xerixa o Xeris árabe. Tras la Reconquista, Alfonso IX de León cedió su custodia a la Orden del Temple a la que debe buena parte de su fisonomía y su nombre. Aunque a partir de este momento la localidad experimentó un rápido crecimiento como capital del Bayliato, es tras la extinción de los soldados de Dios cuando adquiere su máximo esplendor bajo la tutela de la Orden de Santiago.

Detalle de la Fortaleza Templaria. Jerez de los Caballeros Uno de los ejemplos más interesantes del legado de la Orden del Temple es la Alcazaba o Fortaleza Templaria, una construcción levantada alrededor de una gran explanada central y rodeada por un perímetro de murallas que llegó a tener 26 torreones. Entre los que quedan en pie destaca la Torre del Homenaje, también llamada Torre Sangrienta ya que, según cuentan, allí perdieron la vida los últimos caballeros templarios. De las seis puertas que daban acceso a este recinto solo se conservan dos, la de la Villa y la de Burgos.

Fortaleza Templaria con la Torre Sangrienta al fondo. Jerez de los Caballeros Este enclave es además una privilegiado mirador para contemplar la iglesia de Santa María de la Encarnación, el templo más antiguo de Jerez de los Caballeros. Una construcción neoclásica del siglo XVIII que contrasta con el resto de iglesias barrocas de la villa.

Iglesia de Santa María de la Encarnación. Jerez de los Caballeros Entre los numerosos conventos y ermitas de esta ciudad sobresalen, y no solo por enmarcar su horizonte, las magníficas torres de sus iglesias. Como la de San Bartolomé que sigue el mismo estilo barroco que su impresionante fachada en la que no faltan guiños al estilo mudéjar y a la proximidad con Portugal que se refleja en la cerámica azul que la cubre. La de Santa Catalina y la de San Miguel Arcángel, situada en la céntrica Plaza de España, completan, con la ya mencionada Santa María de la Encarnación, el catálogo de la que se conoce como “la ciudad de las torres”.

Iglesia de San Bartolomé e Iglesia de San Miguel. Jerez de los Caballeros Otros puntos de interés del que está considerado el centro artístico más importante del barroco extremeño son la Casa Vasco Núñez de Balboa, dedicada a la figura de este gran conquistador; el Museo de Arte Sacro y el Parque de Santa Lucía que discurre pegado al exterior de la muralla y desde donde se divisan el valle del río Ardila y las estribaciones de Sierra Morena.

¿Una sugerencia? No dejes de recorrer sus rincones, plazas y calles al caer la noche. Si de día Jerez de los Caballeros luce hermosa, cuando se esconde el sol y se iluminan sus principales monumentos resulta absolutamente encantadora.

Jerez de los Caballeros al atardecer Piérdete entre los paisajes de las dehesas de Jerez de los Caballeros

Jerez de los Caballeros se alza en plena dehesa extremeña, un privilegiado ecosistema con más de un millón de hectáreas que combina el cultivo en las zonas más fértiles y el pastoreo. Un precioso paisaje teñido de cuantos tonos de verdes puedas imaginar en el que se suceden eternos prados, campos con encinas, alcornoques, jaras…

Paisaje de la dehesa de Jerez de los Caballeros Piara de cerdos en una dehesa de Jerez de los Caballeros El origen de la bellota La serena belleza de la dehesa extremeña Además de practicar senderismo en plena naturaleza, Jerez de los Caballeros nos ofrece la oportunidad de vivir una jornada en la dehesa para conocer cómo se cría el cerdo ibérico que encuentra en este hábitat las mejores bellotas para su engorde. Yo realicé esta actividad con Temple Tour, el mismo equipo de guías que me enseñó todos los secretos de la ciudad, y te aseguro que realmente vale la pena. No solo por ver las piaras de cerdos pastando en periodo de montanera, junto a vacas, ovejas y cabras que también aprovechan sus pastos, sino para para aprender a interpretar la flora y fauna que integra un paisaje en el que no faltan grullas, buitres negros y águilas imperiales surcando los cielos. El colofón a esta aproximación a la dehesa extremeña, una comida con los manjares que produce esta tierra.

Comiendo en la dehesa. Jerez de los Caballeros Conoce el proceso de elaboración del jamón ibérico

Para ello nada mejor que acudir a una fábrica local de jamones que por algo estamos en tierras extremeñas. En mi caso, tuve la oportunidad de visitar las instalaciones de Industrias Cárnicas “El Bellotero”, una empresa familiar con una larga tradición en la producción de jamones y embutidos. Allí no solo me mostraron el proceso integro de la elaboración del jamón ibérico, también me enseñaron a identificar un jamón de bellota de Denominación de Origen Dehesa de Extremadura, a qué responden los diferentes tipos de etiquetado y, cómo no, los secretos para realizar un buen corte, todo un arte que los profesionales dominan con un virtuosismo digno de admiración.

Jamones El Bellotero. Jerez de los Caballeros Aprendiendo a cortar jamón. Jerez de los Caballeros Visita el Salón del Jamón Ibérico de Jerez de los Caballeros

Aunque el calendario festivo de Jerez de los Caballeros está lleno de interesantes propuestas como su excepcional Semana Santa, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, o el Festival Templario en el que se recrea el pasado medieval de la villa, si quieres profundizar en la vital importancia que tiene el jamón en esta ciudad, debes visitar el Salón del Jamón Ibérico. Un certamen monográfico que se celebra en el mes mayo con el objetivo de estudiar, promocionar y comercializar el producto estrella de su gastronomía a través de charlas, degustaciones, jornadas técnicas y muestras de folclore popular.

Salón del Jamón Ibérico. Jerez de los Caballeros Cata de jamón. Jerez de los Caballeros Lo mejor de esta feria es que no solo congrega a los mejores productores y elaboradores de jamón ibérico. Sus puertas están abiertas a vecinos y visitantes que hacen de la que durante cuatro días es la capital mundial del jamón ibérico toda una fiesta que conjuga gastronomía y turismo. No hay más que ver a las familias que se congregan alrededor de una buena pieza de jamón en las instalaciones del recinto ferial.

Recinto ferial. Jerez de los Caballeros El ambiente de la feria. Jerez de los Caballeros Si tras visitar Jerez de los Caballeros quieres seguir combinando naturaleza, cultura y gastronomía, puedes recorrer la Ruta del Jamón Ibérico Dehesa de Extremadura, una propuesta turística que engloba más de 30 municipios de las comarcas del sur de Badajoz.

Disfruta de la gastronomía de Jerez de los Caballeros

No solo de jamón vive el jerezano. La gastronomía de esta villa extremeña va más allá de su gran seña de identidad y nos presenta una serie de platos que se caracterizan por la calidad de los productos con los que se elaboran. Te hablo de calderetas, espárragos trigueros, migas, setas y deliciosas partes del cerdo como el secreto o el lagarto que, cómo no, comparten mesa con lomos, chorizos, salchichones y quesos. En materia de repostería, no dejes de probar los bollos turcos, una divina tentación hecha con almendras, huevo y azúcar, los pestiños y las flores de miel.

Los sabores de Jerez de los Caballeros Bollo turco, el dulce típico de Jerez de los Caballeros ¿Dos recomendaciones para comer en Jerez de los Caballeros? La Posada de las Cigüeñas, un acogedor hotel cuyo restaurante, especializado en pescados y carnes de cerdo, está ubicado bajo las centenarias bóvedas de una antigua capilla (C/ Santiago, 5-7). Mi segunda sugerencia, el Bar Kapi situado en el nº 9 de la Plaza España. Allí pude probar los famosos gurumelos, unas setas propias de esta zona; las castañetas -glándulas salivares del cerdo- y el guarrito frito, un exquisito cochinillo tierno y sabroso.

Informado quedas. Extremadura tiene el impresionante casco histórico de Cáceres, la grandeza romana en Mérida, su bucólico Valle del Jerte, la Sierra de Gata, Las Hurdes y también Jerez de los Caballeros, una gran desconocida que ningún viajero debería pasar por alto.

Más información: Ayuntamiento de Jerez de los Caballeros.

Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #SJamon16 organizado por RV Edipress.

La viajera que he sido, la que soy y la que quiero ser

La viajera que he sido, la que soy y la que quiero ser

Tranquilo. No me ha visitado el fantasma del pasado, el presente y el futuro, ni me he convertido en el protagonista del clásico de Charles Dickens. Tampoco pretendo ganarme unas alas como el ángel de Qué bello es vivir. Simplemente he decidido pararme y verme, cobijándome en este “de cerca”, en el que de vez en cuando me lanzo a teclear. Sintiéndome libre. Sin decenas de páginas abiertas en las que busco más y más información, sin que mi escritorio parezca un campo de batalla sembrado de folletos, anotaciones, pases turísticos o entradas de museos. Solo un documento vacío en mi pantalla que lleno línea a línea por el puro placer de desconectar, de cambiar el chip, por cubrir la necesidad de contar algo diferente. En esta ocasión, divagar repasando la viajera que he sido, centrarme en la que soy y soñar despierta con la que quiero ser. Sí. Esto es un desnudo, un “voy a soltarte mi rollo”, así que si quieres abandonar la lectura, ahora es el momento.

Mapa del mundo

La viajera que he sido

No provengo de una familia de Cooks, Livingstones ni Amundsens. Mi padre nunca fue Phileas Fogg ni mi madre Passepartout. Pertenecen a una generación de luchadores, la del 36, la de los criados en la posguerra; una de tantas parejas que encontró en Mallorca el gran destino para celebrar su viaje de novios. Amigos de lo cercano, las vacaciones de mi infancia y adolescencia transcurrieron en la Costa Brava -de ahí mi devoción por el mar-, con alguna escapada para conocer algo de Andalucía, Levante y poco más. Nada de cruzar fronteras pero todo extraordinario para una chiquilla inquieta y preguntona que adoraba a Gustavo, el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo.

Él tenía su micrófono, yo un globo terráqueo que recibí en mi noveno cumpleaños. Mis padres siempre recuerdan la ilusión que me hizo tener el mundo en mis manos. La ilusión y la tabarra que les di con aquella bola iluminada que me empeñaba en dejar encendida todas las noches, tras pasarme horas dándole vueltas y más vueltas, frenándola con el dedo para ver en qué país se detenía. ¿Y esto dónde está, mamá?; Papá…¿de Barcelona hasta aquí cuantos días tardaría en llegar?; ¿Cuál es la montaña más alta del mundo?; ¿Dónde tengo que ir para ver elefantes y jirafas?

El mundo en mis manos

Nadie, salvo acaso Tintín y ese regalo que vete a saber dónde acabó, me contagiaron el virus viajero cuando levantaba poco más de medio metro del suelo. Fue años más tarde, a base de consumir de forma compulsiva literatura de viajes, cuando despertó con una fuerza brutal aquello que llevaba latiendo desde siempre en mi ADN: la necesidad de viajar. De saber qué había más allá de ese lugar común llamado zona de confort.

En algún lugar leí que la historia de la humanidad es la de los viajes. Hice mía esa frase. Quería escribir mi vida en kilómetros, en millas. Recorrer el mundo con la curiosidad y la sed de conocimiento como único combustible que guiara mis pasos. También aspiraba a vivir de ello así que encontré en el periodismo de viajes aquello que andaba buscando. El medio en el que poder narrar los horizontes que iba conquistando, la vía para saciar mi ansia de respuestas y el modo de conseguir llenar mi nevera. Tuve mucha suerte. Me licencié en mayo y en junio ya estaba trabajando en una revista de viajes. Allí aprendí buena parte de lo que sé. Primero como redactora y al poco tiempo, como redactora jefe. Mi trabajo soñado. Una época dorada, la del papel y los quioscos llenos de grandes cabeceras, en la que siempre viajaba acompañada de un fotógrafo, sin redes sociales que me distrajeran de las explicaciones del guía de turno ni de lo que acontecía a mi alrededor. Años en los que la imprenta recibía la revista en un invento del diablo llamado zip, cuya tremenda capacidad inicial era de 100 MB, e impresa en papel con las diapositivas enganchadas con celo donde correspondía. Muy, 2.0 ¿verdad? Años en los que solo sabíamos de Internet que iba a ser una gran autopista de la información.

La viajera que soy

Luego llegó la crisis, mi traslado a Madrid y el blog. Este rincón viajero que abrí a modo de portfolio, como un “sigo aquí”. Una ventana al mundo que me permite, colaboraciones al margen, desarrollar lo único que, humildemente, creo que sé hacer: viajar y contarlo.

¿Qué viajera soy ahora? Básicamente la misma que en su día cayó en las redes de esta bendita enfermedad que te convierte en un culo inquieto, en un ser impaciente al que le cuesta cada vez más tener la maleta varada en el altillo. Una persona que disfruta cada viaje, a la vuelta de la esquina o al fin del mundo, como si fuera el último. Que sigue tan preguntona que puede llegar a ser cansina. Que se pasa las horas muertas escuchando cómo sus amigos le relatan sus viajes. “Desde el principio, como si fuera una película”, les suelo decir.

Logo Objetivo Viajar

Eso sí, mi bagaje, curtido viaje a viaje, me ha dejado claro una cosa: la vuelta al mundo no es para mí. Admiro, respeto y envidio con infinito cariño a aquellos que son capaces de cerrar puertas y lanzarse a cumplir su sueño con todas las de la ley. Les sigo allá donde quiera que van y viajo a través de sus ojos, de sus palabras, de sus almas. Pero un viaje sin billete de vuelta no es para mí. Tal vez hubiera sido posible en otro momento. Pero no ahora.

Ahora, tras bajarme de un avión, tren o autobús, siento la necesidad de parar. De rebajar la intensidad de las emociones vividas, de recolocarme tras haber dejado un trocito de mí en aquellos rincones que llegaron a calarme hasta los huesos. Como Estambul, Israel, Perú, Jordania y tantos otros. Disfruto enormemente del regreso; de esos momentos en los que paso las fotos -ya digitales- al ordenador, de esos fugaces instantes en los que estoy escribiendo sobre una sierra, levanto la mirada, y en mi ventana veo cómo atardece desde el café de las alfombras de Üsküdar o me rodea un campo de velas en Petra.

Visita nocturna a Petra. Jordania Sería incapaz de saltar de país en país sin pisar el freno. Necesito esa pausa porque mi cabeza lo exige. Para vaciarme del aluvión de imágenes, colores, sonidos y sabores recién descubiertos. Para paladear cada conversación trazada con los del lugar, para sopesar los aciertos y errores cometidos, para disfrutar del placer de recordar, revivir y, si se da el caso, soñar con regresar. Además, tampoco tendría la energía suficiente como para hacerlo más allá de dos meses. Sé que el agotamiento acabaría conmigo. Ya no tengo 20 años…

¿Cuánto dura mi reposo? Hasta que un nuevo viaje se cruza en mi camino. Hasta que a mi revoltoso trasero le quema la silla, hasta que compruebo que todo sigue estando en su sitio, que los míos están bien, que puedo seguir volando allá donde me lleve el viento. Entonces vuelve la impaciente, la inquieta, la mari-nervios, aquella a la que se le cae la casa encima y necesita respirar aires nuevos. Aquella que aún siendo consciente de su frase de cabecera -el mundo es demasiado grande para una sola vida- se empeña en llevarle la contraria e incluso llega a frustrarse viendo lo rápido que se escapan los años, lo mucho que le queda por ver, experimentar y aprender en la gran escuela de la vida: recorriendo el mundo. Tremendo estrés ver cómo corre el calendario y cómo tu wishlist en vez de menguar aumenta…

La viajera que quiero ser

Alguien que se halla liberado de esta losa que tanto le agobia. Que comprenda que por mucho que quiera ni es Superman ni Dorian Gray. Que no se puede detener el tiempo y que ya va siendo hora de asumirlo.

Alguien un poco más ordenado. Presumir de vivir en un “caos organizado” suena muy bien pero no deja de ser un incordio. Como lo es la tortura de revisar una y otra vez si llevo toda la documentación necesaria antes de partir. Pasaporte, reservas, billetes… Billetes, reservas, pasaporte… Reservas, pasaporte, billetes… ¿Te suena de algo la palabra TOC? Pues es el trastorno obsesivo compulsivo que sufro siempre con mis papelitos viajeros.

¿Qué no quiero? Poder conciliar el sueño antes de viajar, dejar de sentir mariposas en el estómago al despegar, deshacerme del material que acumulo antes y durante un viaje, preferir un museo a un café con un desconocido, obsesionarme si, a pesar de tenerlo planificado, una visita se cae de la agenda, permitir que nada ni nadie como diría Sabina me robe el mes de abril

Tampoco quiero dejar de sorprenderme con los pequeños y grandes escenarios que me esperan en mi futuro yo viajero. Porque las ciudades pueden llegar a parecerse, los paisajes aparentar ser otra versión de lo mismo pero, si tu espíritu sigue siendo el de una niña inquieta, si profundizas un poco, si sales de los caminos trillados en busca de algo más, te das cuenta de que no es así. Cada lugar es único, cada destino tiene una historia que merece ser contada y gentes que te dan auténticas lecciones de vida. Porque no hay dos amaneceres ni dos atardeceres iguales.

Puesta de sol en Wadi Rum. Jordania

No. No quiero perder la pasión, el amor por lo diferente y la complicidad con lo que me es más cercano, esa necesidad de viajar que, como te decía, llevo impresa en mi ADN. La que me hace despertar cada mañana deseando estar bajo otro cielo, rodeada de otra cultura, con la mente abierta y los sentidos alerta para empaparme de la tierra que piso. Para poder volver a casa y contarlo en este pequeño rincón viajero que me apasiona construir día a día.

Una necesidad que espero me escolte, como la más fiel de las compañías, hasta el fin de mis días. Cuando las canas, las ojeras y las arrugas no sean un problema sino una bendición. Para poder mirarme al espejo y decir con una sonrisa “que me quiten lo viajado”.

Toda verborrea llega a su fin y tras más de 1.700 palabras, es este. Espero haberte entretenido con mis historietas, hablándote de mi libro, mostrándote una sincera radiografía de quien te escribe. Yo sí lo disfruté. Un mundo.

Turku, esencia nórdica en la ciudad más antigua de Finlandia

Turku, esencia nórdica en la ciudad más antigua de Finlandia

El río Aura le da su razón de ser; su archipiélago, con más de 40.000 islas e islotes, paisajes de escándalo; sus instituciones culturales, un cosmopolita ambiente universitario; su longeva historia, hitos arquitectónicos; y su gastronomía, magníficos restaurantes y cafeterías para honrar al paladar. Así es Turku, la antigua capital de Finlandia, una atractiva ciudad donde la vida transcurre en tono nórdico. Sin prisa pero sin pausa, al ritmo que marcan las bicicletas, luzca el sol o llueva.

El río Aura, Turku

Debo confesar que antes de este viaje hubiera sido incapaz de nombrar alguna característica de Turku más allá de su ubicación en la costa sudoccidental del país. Por si te hallas en la misma situación, un puñado de apuntes. Turku es la ciudad más antigua de Finlandia y no fue fundada como tal por ningún monarca sino que creció de forma natural al abrigo de su río allá por 1229. La palabra Turku significa mercado, y su nombre en sueco es Åbo, que podría traducirse como asentamiento ribereño. Es la tercera ciudad de Finlandia por su tamaño, después de Helsinki y Tampere, y mantuvo su estatus de capital hasta 1812. Sus dos lenguas oficiales son el finlandés y el sueco.

Aunque los numerosos incendios que asolaron Turku se llevaron consigo buena parte de su factura medieval, Turku sigue siendo una ciudad de serena belleza a ojos del viajero que reclama al menos dos días para conocerla, para saborearla con calma y captar la esencia finlandesa que corre por su venas.

Plaza Mayor de Turku Callejeando por el casco antiguo de Turku Ambiente universitario en Turku

Un recorrido que bien podría empezar paseando por las encantadoras riberas del Aura, el alma de Turku y su mejor tarjeta de presentación. No en vano en sus inmediaciones se concentran sus principales atractivos, su pasado y su presente. Buena muestra de ello son el museo de historia y arte contemporáneo Aboa Vetus & Ars Nova, la Casa Qwensel -el ejemplo más antiguo de vivienda burguesa de la ciudad-, el Museo Farmacéutico, o el Sibelius, la galería de música más importante del país cuyo nombre es todo un tributo a Jean Sibelius, el más famoso compositor finlandés.

Museo Aboa Vetus & Ars Nova. Turku

Pero, sin duda, hablar de Turku conlleva hablar de sus dos principales monumentos, la Catedral y el Castillo. Situada sobre la céntrica colina Unikankare, una de las siete que dominan la ciudad, la Catedral de Turku, de sobria estampa y marcado estilo gótico alemán, está considerada la gran joya del país. Consagrada al culto luterano en 1300 y testigo fiel de muchos acontecimientos históricos, hoy en día es uno de los templos más solicitados por los finlandeses para casarse. Dicen que su eterno pasillo, con dos salidas laterales a medio camino por si toca huir, tiene algo que ver. Bromas aparte, no dejes de visitarla tras detenerte en la antigua plaza mayor en la que se dan cita interesantes edificios como la Casa Consistorial y las casas de Brinkkala, Juselius y Hjelt.

Catedral de Turku Catedral luterana de Turku Interior de la Catedral de Turku

Un delicioso paseo conectado por el Aura nos lleva hasta su desembocadura donde se alza desde 1280 el imponente Castillo de Turku. Palacio real, cárcel, almacén, cuartel militar… Varias han sido las funciones que ha desempeñado este símbolo de Turku cuyos muros encierran momentos de gloria, como los vividos bajo el mandato del rey Juan III de Suecia, asaltos y devastadores incendios. El precio de la entrada es de 9€ y se realizan visitas guiadas.

Castillo de Turku Interior del Castillo de Turku Un viaje al pasado en el Castillo de Turku

Otro lugar imprescindible para conocer cómo era Turku hace dos siglos es el Museo de Artesanía de Luostarinmäki, la única zona de la ciudad que no se vio afectada por el gran incendio de 1827 que calcinó tres cuartas partes del casco urbano. Este parque temático al aire libre, cuyos edificios, callejones y jardines son una ventana para conocer las profesiones artesanales de la era pre-industrial, abre sus puertas en verano y en navidad.

Luostarinmäki, Turku ©Turku Touring

Una vez visitados los imprescindibles de Turku, el río Aura vuelve a reclamar el protagonismo que le corresponde como nexo entre la cultura urbana y naval del lugar. En sus aguas mansas, un puñado de antiguas embarcaciones reconvertidas en restaurantes flotantes. Sobre él, bonitos puentes como el Theather Bridge que lo salvan. En sus márgenes, escoltados por jardines, tranquilos espacios para pasear salpicados de cafés y templos del buen comer. Y en su estuario, donde termina el río y empieza el Báltico, el antiguo puerto cuya memoria marítima y comercial se refleja en las embarcaciones museo del Forum Marinum.

Riberas del Aura. Turku Theather Bridge. Turku

No olvides reservar unos minutos de tu tiempo para embarcarte en el Föri, el pequeño ferry de uso gratuito que utilizan los locales para cruzar de una orilla a la otra. El trayecto, como podrás imaginar, es muy breve pero te brindará una nueva perspectiva del rincón más emblemático de Turku, dominado a lo lejos por la omnipresente torre de la Catedral.

El Föri, un pequeño ferry que conecta las dos orillas del Aura. Turku Bajando del Föri. Turku

Dónde comer y tomar una buena cerveza en Turku

Si eres nuevo en estos lares, debes saber que los finlandeses sienten auténtica pasión por su gastronomía en la que los tradicionales platos de reno o alce guisado y pescados como el salmón y el arenque comparten mesa con delicias como las famosas y enormes salchichas grillimakkara, el ruisleipä o pan de centeno o los pasteles salados conocidos como karjalanpiirakka.

Puesto de pescado en el Turku Market Hall. Turku

Este amplio recetario, influido por la cocina sueca, rusa y alemana pero con un toque muy finés, está presente en los numerosos restaurantes de la ciudad. Tanto en tierra firme, como sobre las aguas del Aura. Tanto para presupuestos ajustados como para bolsillos holgados. Tres recomendaciones:

Pinella: El restaurante más antiguo de Turku con privilegiadas vistas al río Aura. Menú muy versátil a precios razonables en un ambiente cálido de cuidado diseño (Vanha Suurtori, 2).

Restaurante Pinella. Turku

Kaskis: El joven chef Erik Mansikka está al frente de este pequeño restaurante que no deja de recibir elogios desde su apertura gracias a sus sorprendentes creaciones basadas en ingredientes naturales (Kaskenkatu, 6 A).

El chef Erik Mansikka y sus creaciones en el restaurante Kaskis. Turku

Turku Market Hall: Puestos de carne, pescado, quesos y frutas, tiendas delicatessen, panaderías, restaurantes, cafés… Un paraíso para gourmets en un precioso mercado de 1896 (Eerikinkatu, 16).

¿Una cerveza en un entorno singular? Puedes tomarla en The Old Bank, una antigua oficina bancaria ((Aurakatu, 3); en Uusi Apteekki, una farmacia reconvertida en bar (Kaskenkatu, 1) o en The WaterLoo, un pub más conocido como Puutorin Vessau, ubicado en los antiguos baños públicos de la estación de autobuses de Turku (Puutori). Eso sí, no olvides dejarte caer por Panimoravintola Koulu, antaño un colegio femenino y hoy una de las cervecerías más populares de la ciudad que también funciona como restaurante. Cañas artesanales entre pizarras, mapas y libros (Eerikinkatu, 18).

Cata de cervezas artesanales en Panimoravintola Koulu. Turku

El archipiélago de Turku, un paraíso por descubrir

¿Sabías que si los ciudadanos de Turku se empadronaran en grupos de cinco a cada grupo le tocaría un islote privado? Así es. Turku posee el archipiélago del mundo con más islas. Nada menos que 40.000, entre islas e islotes, que conforman un bucólico entorno natural salpicado de playas salvajes, pueblos marineros y zonas verdes a caballo entre la tierra y el agua.

Archipielago de Turku. © Visit Finland. Photographer Taipale Brothers

El conocido como circuito del archipiélago es un recorrido de 250 kilómetros que se puede realizar en coche en verano, cuando el hielo desaparece y se abren las vías marinas. No obstante, la mayoría opta por utilizar la bicicleta para desplazarte por este virginal espacio en pequeñas etapas descansando en acogedores hoteles y zonas de acampada que muestran un riguroso respeto por el medio ambiente. Doce puentes y nueve transbordadores se encargan de conectar este universo de islas pasando por enclaves como Kaarina, Lillmälö y su reserva Lenholm, Nagu, Korpoo,Iniö, Merimasku o la preciosa Naantali, considerada la ciudad del sol de Finlandia. Alquilar una cabaña frente al mar, pescar, relajarte en un sauna o practicar deportes náuticos son algunas de las tentadoras experiencias que puedes vivir en este oasis finlandés en el que el tiempo discurre a otro ritmo, el que marca la naturaleza y el turismo sostenible. Y slow. Muy slow.

Cómo llegar a Turku y desplazamientos

La mejor manera de llegar a Turku es a través de su aeropuerto, ubicado a siete kilómetros del centro de la ciudad. La aerolínea que cubre la ruta Helsinki-Turku es Finnair con varias salidas a lo largo del día excepto los sábados. Para el recorrido Turku-Helsinki, Finnair opera un vuelo diario. Su duración es de 35 minutos.

Desde el aeropuerto puedes coger la línea 1 de autobús hasta el puerto o hasta la céntrica plaza del Mercado, o bien un taxi cuyo precio medio es de unos 20€. Ya en la ciudad, gracias a su pequeño tamaño, puedes desplazarte caminando, en autobús o alquilar una bici en la Oficina de Turismo (Aurakatu, 2). Que no te frenen sus siete colinas, la más alta, Vartiouvori, solo está a 50 metros sobre el nivel del mar.

También puedes aprovechar tu estancia en Turku para coger un ferry hasta Estocolmo. Muchos finlandeses lo hacen por el puro placer de navegar.

NO VIAJES SIN SEGURO

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Cinco escapadas por España en Semana Santa

Cinco escapadas por España en Semana Santa

Las esperadas vacaciones de Semana Santa ya están a la vuelta de la esquina. Por fin toca aparcar de nuestro vocabulario antipáticas palabras como despertador, jefe, prisas y estrés, y dejar atrás la monótona y a menudo asfixiante rutina que marca el día a día. Se impone desconectar. ¿Todavía no has decidido dónde? Pues aquí te propongo cinco escapadas por España que espero despierten tu espíritu viajero. Ya lo dijo Guy de Maupassant: «El viaje es una especie de puerta, a través de ella salimos de la realidad». Hagámosle caso y abramos esa puerta, por ejemplo, en…

Gijón

Empezamos este repóquer de escapadas en Asturias, en la capital de la Costa Verde, en Gijón. Una Biosphere World Urban Destination que vive mirando al Cantábrico, el mar que ha hilvanado su historia dibujando playas como la de San Lorenzo. Una ciudad nacida a partir de Cimadevilla, el antiguo barrio de pescadores y marisqueras que reclama y con razón ser fotografiado. La iglesia Mayor de San Pedro, la plazuela de la Corrada, la calle del Rosario, la Capilla de La Soledad, la Cuesta del Cholo… Una villa marinera que sabe a pulpu con patatines, a calamares de potera, fritos de pixín, cachopos, bocartes y sidras. Hablando de sidras, del 24 al 27 de marzo Gijón celebra la VII Primera Sidra del Año (Primer Sidre l’Añu), o lo que es lo mismo, la esperada espicha que marca el comienzo de la temporada sidrera asturiana. Puedes consultar el resto de actividades programadas para Semana Santa en la web de Gijón Turismo.

Playa de San Lorenzo. Gijon

Plaza Periodista Arturo Arias. Gijón Mis imprescindibles:
  • Sube al Parque del Cerro de Santa Catalina para contemplar unas fantásticas vistas de la costa junto al Elogio del Horizonte de Eduardo Chillida.
  • Al caer la noche recorre el paseo marítimo, a la luz de las farolas y con el murmullo del mar como banda sonora.
  • Para tomar una copa, acércate a la zona de Fomento situada a lo largo de la famosa calle Marqués de San Esteban.

Más información en mi artículo: Gijón, una encantadora ciudad teñida de azul y verde

Zamora

El mayor número de iglesias románicas por metro cuadrado de Europa, edificios modernistas, ternera de Aliste, vino de Toro, y el imponente Duero, la columna vertebral de Castilla y León, por querido vecino. Estos son solo algunos de los principales atractivos de Zamora, una ciudad de estructura medieval que cuenta con un cuidado casco histórico lleno de arte, plazoletas, lienzos de murallas y jardines, en el que el tópico se convierte en realidad: parece que el tiempo se haya detenido en la “bien cercada”. La Catedral, con su famosa cúpula bizantina de 16 arcos dobles, el Puente de Piedra, el Castillo, el conjunto de molinos de las Aceñas de Olivares, el mirador del Troncoso… Anímate a descubrirla, Zamora bien merece una escapada y más en estas fechas ya que su Semana Santa, declarada de Interés Turístico Internacional y marcada por la austeridad y la sobriedad de sus desfiles procesionales, es todo un espectáculo visual tanto para creyentes como para agnósticos.

Plaza Mayor de Zamora Puente de Piedra. Zamora Mis imprescindibles:

  • Un alto en el camino en el Café Bar Viriato para probar su versión del «dos y pringada», una comida típica del Domingo de Resurrección.
  • Detente frente a la portada de la iglesia de Santa María Magdalena, una de las más decoradas de la ciudad, y encuentra la figura del obispo tumbado si quieres volver a Zamora.
  • Ver cómo se apagan los últimos rayos de sol desde la margen izquierda del río, en Los Pelambres. La vista de Zamora al anochecer es espectacular.

Más información en mi artículo: Zamora en cuatro rutas: Románico, Modernismo, el Duero y una ronda de tapas.

Soria

Cuando visité Soria por primera vez descubrí que esta pequeña capital de provincia tiene mucho que ofrecer al viajero. Una ciudad en la que los poetas lanzan sus versos en cada esquina, el curso alto de del Duero es uno más de sus habitantes, y la vida discurre sin prisas. Las plumas de Antonio Machado, Bécquer y Gerardo Diego, entre otros, ensalzaron su serena belleza. Aquella que se plasma en su castellana Plaza Mayor, la ermita y el paseo del Mirón, el Monasterio de San Juan de Duero o en San Saturio, donde naturaleza y arte se dan la mano para crear una de las postales más bonitas de su fisonomía. No olvides visitar su cementerio en el que reposan los restos de Leonor, esposa de Machado. Lo encontrarás al lado de la iglesia del Espino en cuyo atrio verás “un olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido.

Plaza Mayor de Soria Puente medieval sobre el Duero. Soria Mis imprescindibles:

  • Para tomar el aperitivo acude a las plazas Ramón Benito Aceña -más conocida como Herradores- y San Clemente -El Tubo.
  • Revive el pasado de estas tierras en el cercano yacimiento arqueológico de Numancia, símbolo de la resistencia y valentía de los numantinos frente a la poderosa Roma.
  • Acércate a conocer la Laguna Negra, un espectacular paraje glaciar de la sierra de Urbión encajado entre paredes de roca gris y farallones.

Más información en mis artículos: Soria: una ruta por el centro de la ciudad de los poetas y Soria, un paseo a orillas del Duero.

Teruel

En esta lista de escapadas no podía faltar Teruel, la ciudad de los Amantes, de la estrella de ocho puntas, mi segunda casa. Una encantadora e injustamente desconocida capital que conserva su estructura medieval y que te seducirá a cada paso con su impresionante arquitectura mudéjar -Patrimonio de la Humanidad- y sus edificios modernistas. La Plaza del Torico, donde late con fuerza su corazón, las torres de San Martín, San Pedro y El Salvador, la Catedral, el Mausoleo de los Amantes, la Escalinata del Paseo del Óvalo o el viejo viaducto son solo una pequeña muestra de sus preciosos rincones. El resto los tendrás que descubrir tú, callejeando sin prisas por el casco antiguo y parando, cómo no, para saborear su delicioso jamón. No lo dudes. Date el lujo de conocer esta joya del sur de Aragón cuya Semana Santa -declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional- discurre entre cornetas, tambores y bombos.

Plaza del Torico y Torre de San Martin. Teruel Plaza de la Catedral. Teruel

Mis imprescindibles:
  • Come o cena en el restaurante Yain, parada obligada para los amantes de la buena mesa y el vino que saben apreciar la fusión de tradición e innovación. Para tapear, la Plaza del Torico y el Paseo del Óvalo.
  • Si viajas con niños, llévalos a Dinópolis, un parque temático en el que disfrutarán descubriendo los secretos del mundo de los dinosaurios.
  • Acércate a Albarracín para que compruebes por ti mismo por qué está considerado uno de los pueblos más bonitos de España.

Cádiz

Mi última propuesta pone rumbo al sur para detenernos en Cádiz, para mí, la niña bonita de Andalucía. Alegre, popular, bendecida por el Atlántico y por el salero de sus gentes… Así es la ciudad más antigua de Occidente, un lugar en el que es imposible no sentir el roce de la felicidad. Perdiéndote en el Pópulo, a la sombra de la Catedral Nueva y con 3.000 años de historia a sus espaldas, encontrándote en La Viña -su barrio más marinero y epicentro del carnaval-, viendo la vida pasar en el Campo del Sur; presenciando increíbles atardeceres que se instalarán para siempre en tu recuerdo, disfrutando los más de 7 kilómetros de playas urbanas que jalonan su litoral, hundiendo tus pies en la arena de La Caleta mientras las barcas de pescadores juegan con la marea, callejeando sin rumbo entre tapa y tapa… Una anotación: si te gustan las procesiones, debes saber que la carrera oficial comprende la Plaza de Candelaria, calle Montañés, Plaza del Palillero, calle Novena y calle Ancha.

Cadiz desde el Campo del Sur Freiduria Las Flores, Cadiz Mis imprescindibles:

  • Saborea la tradición del frito gaditano en la Freiduría Las Flores: chocos, puntillitas, boquerones, chipirones tortillitas de camarones…
  • Sube al mirador de la Torre Tavira, vigía oficial del puerto gaditano en 1778, y disfruta del duende de Cádiz a vista de pájaro.
  • Contempla el ocaso desde la playa de La Caleta y trata de descifrar los naranjas, violetas y rosas que tiñen el cielo de Cádiz. Impresionante.

Más información en mi artículo: Siete experiencias para enamorarte de Cádiz y caer rendido a sus pies

Cinco destinos nacionales. Cinco escapadas. Cinco oportunidades para abrir la puerta a nuevos paisajes, a diferentes culturas y tradiciones. Cinco opciones para disfrutar al máximo del más excitante de los verbos: viajar.