Auroras boreales en la Laponia noruega, en busca de las luces del norte

Auroras boreales en la Laponia noruega, en busca de las luces del norte

No hay nadie que no sueñe con verlas y encontrarse frente a frente con estas damas esquivas, caprichosas y exigentes que el hombre bautizó como auroras boreales. Un fenómeno natural producido por la interacción de las partículas solares con los gases de la atmósfera terrestre que llena de magia las noches despejadas y oscuras de la Laponia noruega, uno de los mejores lugares del mundo para observarlas. En el lejano norte, por encima del Círculo Polar Ártico, pintando de verdes, rojos y azules sus eternos paisajes cubiertos de nieve y decorando con su mística danza rincones como las Islas Lofoten, Tromsø o Svalbard.

Aurora boreal. Foto Joan Vendrell

Auroras boreales en la Laponia noruega

En está ocasión no voy a contarte los misterios y leyendas que rodean su origen. Tampoco encontrarás consejos para cazarlas ni las mejores técnicas para fotografiarlas. Ya habrá tiempo para eso más adelante. Te voy a hablar de emociones, de sentimientos, de lo que supone asistir por primera vez al grandioso espectáculo de las luces del norte. Dando voz a otros privilegiados que también tuvieron la suerte de presenciar el mayor espectáculo del firmamento y en primera persona. Sueña con sus descripciones y recuerda que si deseas algo con mucha fuerza acabará sucediendo.

Joan Vendrell, fotógrafo freelance cofundador de Naturpixel

Cuenta la leyenda que en los territorios del norte vivía una manada de lobos fascinada por la aurora boreal. Después de un intenso debate sobre su origen, uno de los lobos jóvenes decidió aventurarse hasta que encontrara su origen. Aún esperan su regreso y por eso, cuando hay luna llena, aúllan para que sepa dónde está el resto de la manada.

Aurora boreal © Joan Vendrell

Tener la posibilidad de observar la aurora boreal te hace sentir grande e insignificante a la vez. Es una experiencia única y fantástica. Fotografiarla te hace sentir aún más privilegiado.

Dani Keral, soñador en Un Viaje Creativo

«Un orgasmo boreal que encendió el cielo y la tierra de un verde extraterrestre…» escribí en mi cuaderno aquella noche. Ya la había visto tres días antes, perdido en mitad de la nada junto a un suizo que me recogió en su todoterreno a 20 kilómetros de Tromsø. Aquella fue la primera, tímida pero bella.

Aurora boreal en Longyearbyen, Svalbard. Laponia noruega © Un viaje creativo La siguiente fue en Svalbard, el lugar poblado más al norte del planeta, y se quedó grabada en mis pupilas. De improviso, sin trípode, paseando distraído por las calles de Longyearbyen, apareció la cosa más bestial que habían visto mis ojos. No dio tiempo casi a reaccionar: se desnudó y apareció tremenda, reluciente… La abducción fue inmediata. Ni las temperaturas de -15 grados impidieron que ambos nos dedicáramos infinitas miradas. Aurora llegó… y conquistó hasta la última de mis células.

Oliver Vegas, fotógrafo freelance 

Ver y no creer. Creer y no poder parar de mirar. La sensación que te produce la primera aurora boreal es alucinante, sobre todo, cuando las expectativas son grandes y nunca sabes si el tiempo va a acompañar para poder verlas. Sucedió muy cerca de Kirkenes, en un campamento aislado libre de contaminación lumínica. Esperé varias horas, mirando el reloj, y me desesperé al ver que las nubes no dejan ver un cielo estrellado. Se acercaba la hora en que debía aparecer… Y poco a poco se despeja, miras el cielo y sigues sin ver nada. Como estás tan emocionado, cualquier luz te parece una aurora.

Aurora boreal en la Laponia Noruega © Oliver Vegas

De repente, ¿qué es esa especie de nube alargada que está creciendo y se mueve? Lo primero que haces es ir corriendo a coger el trípode, nunca sabes lo que va a durar. Lentamente aparecen luces que se mueven por el cielo. No sé, no puedes describirlo, entre emoción, ganas de disparar, ahora desde aquí, ahora desde este otro ángulo. Y sin querer, disparas una y otra vez mientras te pierdes en un mundo de emociones frente a una aurora, una forma de espejismo que se hace realidad.

Silvia Fenoy, Depto. Producto y Ventas Tourist Forum

Tenía que vivirlo. Al menos una vez en la vida. No podía ser de otra manera. Era nuestra última oportunidad en la Laponia noruega. Se acercaba la noche y las posibilidades aumentaban, así lo indicaba la aplicación móvil que todos nos habíamos descargado y que no dejábamos de comprobar. Entre las 00.00h y las 03.00h probabilidad máxima. Y puntual como un reloj, a las 00.00h, apareció la primera. El cielo estaba totalmente despejado, y de golpe un baile de luces, tímidas al principio, dos segundos y fuera. ¿Es eso? Primero dudas. Luego más luces, cada vez más intensas. Por fin, ante mis ojos, se presentaban las misteriosas auroras boreales. Espectacular. Imposible expresarlo con palabras. Allí estábamos, el cielo y yo. Nadie más. Nada más. Silencio. Paz. Llegas a sentirte tan pequeño ante su baile que una vez desaparecen, no puedes más que estar agradecido a la vida y a la naturaleza por esos escasos minutos vividos. ¡Una experiencia inolvidable!

Elisabet García y Mar González, La gran escapada

Aún nos emocionamos al recordarlo. Nos encontrábamos en las afueras de la ciudad noruega de Tromsø junto a otras decenas de personas que, como nosotras, llevaban casi dos horas mirando el cielo a la caza de una aurora boreal. De repente, un haz de luz tenue se asomó en el horizonte, nos quedamos con la mirada fija; al principio sólo era una débil luz blanquecina que apenas se distinguía de las nubes.

Aurora boreal en Tromsø. Noruega © La gran escapada

Entonces empezó a moverse, a cambiar, se volvió verdosa y apareció otra más a su lado de mayor intensidad, escalando el cielo por detrás de las montañas. Fue una experiencia mágica que jamás olvidaremos.

Mª Victoria Marin, responsable departamento Escandinavia, Báltico y Rusia. Panavisión Tours

Mi primera aurora… Era el objetivo primordial de ese viaje. Todos los inviernos viendo pasar fotos y vídeos impresionantes…Llegamos a Tromsødespués de la cena estaba agotada, el madrugón, los vuelos…Pero tenía que intentarlo. Me dirigí al puerto, y aunque me parecía que habría demasiada luz, después de hacer unas cuantas fotos nocturnas esperé y comenzaron a aparecer las luces que bailaban en el horizonte. Al principio parecía un foco desde la montaña, pero comenzaron a cruzar el cielo haciendo formas redondeadas. Aún no había mirado como fotografiarlas y me pilló totalmente desprevenida.

Aurora boreal. Foto Mª Victoria Marin

Las sensaciones que te invaden cuando las ves… ¿Te acuerdas cuando abrías un regalo que llevabas esperando un año cuando eras pequeña? ¿Esa emoción y expectación por saber cómo será y esa felicidad al conseguirlo? Así es. Un regalo de la naturaleza que se queda grabado en tus retinas. Y lo mejor, cada vez es un regalo nuevo.

 José Miguel Redondo “Sele”, El rincón de Sele

Mis primeras auroras boreales fueron en la Laponia Noruega. Llevaba años intentando cazar auroras boreales en Islandia, Finlandia y la propia Noruega, pero no había tenido suerte alguna. El día que había actividad geomagnética el cielo estaba nublado por completo. Y el día que no la había se despejaba totalmente. Hasta este último año en que viajé a Tromsø y las islas Lofoten en la Laponia Noruega con el objetivo firme de cumplir ese sueño que tanto se me llevaba resistiendo. Y no tardó en suceder. Apareció la primera noche y llegando a nuestras cabañas de madera una cinta de luz atravesaba el cielo como si fuese un puente. Los ojos, en cuanto se hicieron a la oscuridad, fueron captando el verdor de aquellas formaciones que se contoneaban como bailarinas.

Aurora boreal en la Laponia Noruega. Foto El rincón de Sele

No podía dar crédito. En ese momento saqué la cámara corriendo y el frío, que era bastante notable a esas alturas de la noche, pareció desaparecer. Estaba tan nervioso y tan entusiasmado que siendo friolero por naturaleza se me olvidó que fuera andábamos a unos diez grados bajo cero. Sólo me importaban aquellas columnas verdes que jugaron con nosotros hasta desaparecer de aquel horizonte superado por los vientos árticos. Apreté el puño y grité: ¡Por fin! Otro sueño cumplido y la sensación imperiosa de ir a por más. A la noche siguiente, cerca de las islas Vesterålen, el show de auroras fue mucho más grande y duradero. Y ya más tranquilo, me dediqué simplemente a disfrutar y asimilar lo que el cielo nos estaba mostrando en ese momento.

Mi aurora boreal, mi sueño, mi momento estelar en la Laponia Noruega

Como comenté en mi artículo 10 razones para viajar a la Laponia noruega y desear volver, tuve ocasión de ver tres auroras boreales: casi un espejismo con mi nariz pegada a la ventanilla del avión, difusa y etérea en el puerto de Tromsø y en todo su esplendor en Kirkenes. ¿Recuerdas cuando mencioné aquello de desear algo con toda tu alma? Pues eso hice cada una de las noches que pasé en la Laponia noruega. No podía fallarme, ella no. Acudiría a mi encuentro.

Kirkenes. Auroras boreales en la Laponia noruega Y así fue. Divina, coqueta y sintiéndose cómplice de la magia de Noruega, apuró hasta el último momento para regalarme su abrumadora presencia. Para iniciar su delicada y hechizante coreografía tiñendo la oscuridad con su zigzagueante y embrujador ballet de haces de luz. Para hacerme sentir la partícula más pequeña del universo. Para regalarme unos instantes de felicidad absoluta que hubiera deseado se tornaran eternos. ¿Un privilegio? Sin duda.

Pese a estas sugerentes y descriptivas experiencias debo sucumbir ante la evidencia. Si en algún momento es lícito aplicar el tópico de que una imagen vale más que mil palabras, es al hablar de este fenómeno que ejemplifica la belleza de la naturaleza. Los términos utilizados, aunque cercanos a la realidad, no hacen justicia a la gran dama del norte. Los adjetivos empleados, tampoco. No hay ni una sola palabra capaz de expresar letra a letra el torbellino de sensaciones y el carrusel de sentimientos que a la velocidad del rayo deslumbran tu cerebro y acarician tu alma. Y es que la aurora boreal no nació para ser descrita, nació para ser contemplada, admirada, disfrutada y recordada hasta el fin de tus días.

Más información: Auroras boreales en Noruega

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