Sierra de Gata: naturaleza y pueblos con encanto en el norte de Extremadura
por el 5 Jun, 2015 • . Actualizado 5 Jun, 2015 • 4 comentariosUna sorpresa. Una auténtica y agradable sorpresa. Tras regresar de mi reciente viaje a Extremadura, esta es la palabra que repito sin cesar cuando me preguntan qué tal ha sido mi experiencia en esta tierra fronteriza de la que apenas conocía unas pinceladas. Buena parte de mi asombro se gestó en la Sierra de Gata, uno de los pocos paraísos vírgenes que quedan aún en España cuyos recursos la alejan, con permiso del gran Robe Iniesta, de los calificativos extrema y dura. Guiños musicales aparte, aquí van algunos motivos que espero te animen a escaparte a este atractivo y singular rincón extremeño.
Índice de contenidos
Sus paisajes
¿Sabías que en esta zona llueve casi tanto como en Galicia? Yo tampoco y por eso me sorprendí al descubrir que esta comarca cacereña disfruta de un clima mediterráneo con toques atlánticos en el que abundan extensas masas de robles, castaños y pinos, junto a encinas, alcornoques y bancales de olivos. Si a esto le sumas las aguas del Árrago y de tantos otros ríos y arroyos que discurren por la sierra formando un sinfín de piscinas naturales que invitan al baño en los meses de verano, el resultado es un entorno natural frondoso y verde que despliega sus alas entre amplios valles y picos de considerable altura.
Uno de los mejores enclaves para admirar todo el potencial paisajístico de esta zona, en la que el turismo de masas aún brilla por su ausencia, es el Mirador del Chorro de Los Ángeles, también conocido como Cascada de Los Ángeles. Las vistas a este salto de agua que se despeña frente a ti a lo largo de metros y metros de caída liebre son espectaculares. Como el silencio y la paz que envuelve este balcón colgado sobre el abismo. Como el aire puro que te envuelve.
Si impresiona desde la distancia, imagínate cuando te acercas a este capricho de la naturaleza, prismáticos en mano, para tratar de localizar a los señores que custodian su cielo: buitres leonados, alimoches, cigüeñas negras…
El sentido del olor no se queda atrás gracias a la abundancia de jaras, brezos y retamas que cubren de blancos, rosas y amarillos el recorrido hasta llegar a sus aguas.
Tampoco sabía que en esta esquina de Extremadura, en especial en los alrededores de Descargamaría, Santibáñez el Alto y en la hurdana población de Pinofranqueado, se vivió una auténtica fiebre del oro en la década de los 40. Y es que en aquellos años buena parte de la población local se dedicó a la búsqueda de este metal precioso en unas minas de cuarzo aurífero que los romanos ya se encargaron de explotar en su día. Adentrarte unos metros en una antigua mina escondida en medio del bosque es otra de las sorpresas que encierra esta sierra.
Todos esta información, y muchísimos más datos referentes a la flora y fauna del lugar que me dejo en el tintero, se la debo a José María Hernández, gran conocer de estas tierras y guía turístico de Mi Sierra de Gata, una empresa especializada en senderismo y rutas guiadas.
Sus pueblos
Si lo que buscas es perderte unos días en medio de la naturaleza, no lo dudes: Sierra de Gata es tu destino. Aquí te esperan una veintena de pequeños pueblos que se adaptan con acierto a la tortuosa orografía de sus cinco valles. Pueblos que apenas han sufrido el paso del tiempo. Donde las horas no cuentan. Donde deberás olvidar el reloj, el móvil y cualquier artilugio que te impida dejarte llevar por el ritmo tranquilo de los serragatinos; gentes que aman su tierra y se desviven en mostrarla a cuantos recalan en ella.
Son pueblos cuya potente personalidad arquitectónica es innegable. Construidos a base de piedra, pizarra, madera y adobe, sí, pero en los que todavía pervive la huella de los días de la Reconquista y el paso de las Órdenes Militares reflejada en iglesias, casas señoriales y castillos. Tanto es así que cinco de ellos –Gata, Hoyos, Robledillo de Gata, San Martín de Trevejo y Trevejo– han sido declarados Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico-Artístico.
Yo tuve ocasión de fundirme con el paisaje y el paisanaje de estos tres últimos, tres magníficos ejemplos de pueblos serranos que reclaman parada, paseo y fonda.
Robledillo de Gata
Dicen que Robledillo de Gata es uno de los pueblos más bonitos de esta comarca y probablemente lo sea. De hecho, parece un lienzo al aire libre, un precioso cuadro que algún avezado pintor dibujó en su día para plasmar el encanto de la arquitectura popular serrana.
Su situación, en la cabecera del valle del río Árrago, es la piedra angular que define su fisonomía. Un entramado de callejuelas, pasadizos y puentes, que apenas da respiro entre subidas y bajadas, en el que se aferran al terreno sus típicas casas de tejas rojas. Para rematar el conjunto, a la vera del río se arremolinan pequeños huertos, mientras que la ladera de la montaña brinda su suelo a viñedos y olivares.
Robledillo invita a un tranquilo paseo que sí o sí pasará en algún momento por la Iglesia de la Asunción, de atípica planta hexagonal y bonito pórtico circular, y por el Molino del Medio, una antigua almazara de la baja Edad Media perfectamente conservada cuyo propietario ha transformado en un museo donde es posible conocer el laborioso proceso de elaboración del aceite y realizar catas.
San Martín de Trevejo
Situado en la falda del monte Jálama, San Martín de Trevejo nos depara más de una sorpresa. Y es que además de tener un cuidado casco histórico que alterna las construcciones típicas de adobe y piedra con sobrias casonas blasonadas y calles por las que discurre el agua en forma de regatos, tiene su propia lengua: el mañegu, una variante dialectal de A Fala.
Por si como yo, nunca habías oído hablar de ella, te diré que A Fala es una rama del galaico-portugués, con nueve siglos de historia, que sigue viva en este municipio y en las vecinas localidades de Valverde del Fresno, donde se habla el valverdeiru, y en Eljas, tierra del lagarteiru. Así ha sido desde tiempos de Fernando II y Alfonso IX y así seguirá siendo viendo el tremendo esfuerzo que realizan estas gentes en pro de su difusión y normalización.
Comprenderás que para una enamorada de la palabra entrar en contacto con este tesoro lingüístico, que sueña a gallego con toques de portugués y que ha sido reconocido como Bien de Interés Cultural, fue todo un descubrimiento. Es más, hubiera deseado tener tiempo para acercarme al resto de Os tres lugaris donde A Fala sigue siendo la lengua materna de sus habitantes.
Volviendo a San Martín, pude escuchar hablar mañegu en una tienda de productos locales donde aprendí que el queso es quesu, el vino, viñu y que si quiero endulzar mi paladar debo comprar dulcis típicus. Lo hice, unas deliciosas perrunillas.
Trevejo
Solitario, anclado en el tiempo y arremolinado a los pies de las ruinas de su castillo. Así es Trevejo, una pedanía de Villamiel en la que apenas viven un puñado de vecinos que se asombran cuando rompes su paz con tu presencia. Otro rincón imprescindible de la Sierra de Gata que conocí a través de de los cuentos, leyendas y coplillas de los Cuenta Trovas de Cordel. O lo que es lo mismo, en compañía de Vicente y Patxidifuso, unos animadores juglaresco-teatrales que consiguieron que los cánticos resonasen en el empedrado de esta pequeña aldea medieval.
Subir hasta la que en su día fue una fortaleza musulmana tiene su recompensa. No por el castillo en sí ya que está muy deteriorado y solos se conservan algunos restos del s. XV. El verdadero regalo son las vistas que desde aquí se divisan: las sierras de Garduño, San Pedro, Albilla y Cachaza, viñedos, huertas y olivares, dehesas, robledales… Todo un resumen del atractivo paisaje serragatino.
Sería imperdonable acabar este recorrido sin hablar de la gastronomía de la Sierra de Gata. Del aceite elaborado con la variedad manzanilla cacereña, de los vinos de pitarra cuyo olor se cuela a través de las bodegas de los pueblos, de su gran variedad de setas, del cordero y el cabrito, de esa delicia local llamada ensalada de naranja, de las migas, de la miel, los quesos y los hornazos… Aquí no se andan con tonterías. A la hora de comer, se come y muy bien.
Ahora sí. Como dirían en A Fala… Culurín colorau, esti contu se a acabau.
Guía Práctica de la Sierra de Gata
Situación: Extremo noroeste de la provincia de Cáceres (Extremadura).
Límites territoriales: Provincia de Salamanca al norte, comarca de Alagón y Alcántara al sur, Las Hurdes al este y Portugal al oeste.
Accesos por carretera:
- Desde Cáceres por la carretera EX-109.
- La EX-109 une Coria con Ciudad Rodrigo y la EX-205 enlaza la comarca de este a oeste desde Valverde del Fresno a Villanueva de la Sierra.
- Desde Portugal: Por Termas de Monfortinho y hacia Cilleros por la carretera EX-108 y por Penamacor y hacia Valverde del Fresno por la carretera EX-205.
Dónde dormir: Alojamientos Rurales Casa Manadero. C/ Manadero, 2. Robledillo de Gata (Cáceres). Tel. 927 671 118. Bonitos y acogedores apartamentos en una casa típica de arquitectura serragatina situada dentro del Conjunto Histórico-Artístico. En la planta baja hay un pequeño mesón-restaurante que ofrece platos elaborados con productos naturales de su huerta, matanza y granja. Otro de sus alojamientos es la Casa Valle del Árrago que cuenta con una bodega donde elaboran sus propios vinos y hacen catas y degustaciones. Muy recomendable.
Nota: «Este artículo forma parte de mi viaje a la Sierra de Gata y Las Hurdes que organizó la Dirección General de Turismo de Extremadura tras el #TBMPlasencia.