San Sebastián no es Madrid ni Barcelona. Ni falta que le hace. Le basta y le sobra con saberse la dama del norte. La chica guapa del baile, la que recibe todas las flores y deja a su paso una hilera de admiradores que matan por un guiño suyo. Por sentir el abrazo de su bahía, por una caricia en forma de ola, por un beso gourmet. Para plasmar su apabullante encanto he buscado un hilo conductor que fusiona mis dos grandes aficiones: viajar y el séptimo arte. El resultado lo tienes a continuación. Si Alfred Hitchcock se paseó por su Festival Internacional de Cine para presentar Con la muerte en los talones y Vértigo, Coppola, Llueve sobre mi corazón, y Fellini, Las noches de Cabiria, yo te presento San Sebastián en clave de cine.
Si tuviera que lanzarle un piropo a la capital guipuzcoana, le diría que es una ciudad tremendamente fotogénica. El paraíso para cualquier técnico en localizaciones. Y es que, por mucho que se empeñen en colocar la alfombra roja en el Kursaal, su impagable plató está a cielo abierto y delimitado por el Cantábrico.
Toma 1. Playa de La Concha, Ondarreta, Isla de Santa Clara y Zurriola
Dicen que La Concha es el arenal más bonito de la cornisa cantábrica y una de las mejores playas urbanas del mundo. Para mí es un kilómetro y medio de puro glamour, que aparece y desaparece a merced de la marea, enmarcado en la bahía y flanqueado por un paseo que cualquier ciudad desearía tener. Todos sus compañeros de reparto rezuman elegancia: sus delicadas farolas que dan forma al Premio Donostia, los distinguidos edificios que la contemplan y, sobre todo, su preciosa barandilla que nunca te cansarías de fotografiar. Imagina a Audrey Hepburn apoyada sobre ella con su mirada perdida en el mar y dime si no es un escenario de película, amenace lluvia o haga sol.
Aunque se acuse a La Concha de copar todos los planos, no es la única playa de San Sebastián. Hay tres más, cada una con su propia personalidad y su público. Su vecina más inmediata es Ondarreta, que se extiende desde la falda del Monte Igueldo hasta el Palacio de Miramar, donde la reina María Cristina fijó la residencia veraniega de la corte. A pesar de ser bastante más pequeña que La Concha, es la más popular entre las familias donostiarras que acuden aquí a jugar al volley, al fútbol o las palas. Su imagen, salpicada por la silueta de sus tradicionales casetas -en las que aún se cambian los bañistas más pudorosos-, está inevitablemente ligada a la Isla de Santa Clara que, a su vez, cuenta con una pequeña playa con espectaculares vistas a la ciudad.
Al este de la desembocadura del río Urumea, en pleno barrio de Gros, se encuentra Zurriola, una de las playas con más oleaje de la costa cantábrica. Territorio de expertos surfistas y de aficionados que acuden a sus escuelas para aprender a cazar la ola perfecta a la sombra de las dos rocas varadas frente al mar que ideó Rafael Moneo, el Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal.
¿La conexión de este atractivo litoral con el cine? El entorno natural de San Sebastián ha sido tradicionalmente un filón para rodar películas. El año pasado, sin ir más lejos, la ciudad atrajo 86 rodajes. Centrándonos en sus arenales, te pondré varios ejemplos. La playa de La Concha fue el telón de fondo en el que Marlene Dietrich y Gary Cooper desataron su Deseo allá por los 40, también se dejó ver en El cantor de México, y más recientemente en la ópera prima de Fernando Franco La Herida. La playa de Ondarreta aparece en Hoy como ayer y Zurriola en el largometraje indio Shivaji.
Toma 2. El Peine del viento
Nuestro segundo escenario nos lleva al final de Bahía de La Concha para descubrir tres esculturas de hierro, aferradas a las rocas, que llevan resistiendo los envites del Cantábrico desde 1977, el Peine del Viento. Este conjunto escultórico es la materialización del sueño adolescente de Eduardo Chillida, un chaval que hacía novillos los días de temporal para venir hasta aquí y quedarse ensimismado viendo cómo las olas penetraban en San Sebastián por la falda del monte Igueldo. Su anhelo era lograr que «el viento entrase peinado a la ciudad» y así bautizó esta obra que el tiempo convirtió en un símbolo.
Encontrar el mejor encuadre y el mejor momento del día para inmortalizar este finisterre donostiarra no es fácil. Demasiada magia junta, demasiados cambios de luz, demasiados ángulos posibles, demasiadas sensaciones. El viento, las rocas del acantilado, el hierro, una niña jugando con los respiraderos que permiten a las olas seguir su curso, una pareja de enamorados… No imagino cuántos storyboards se podrían dibujar en un entorno como éste.
Toma 3. El Monte Igueldo
Subir al Monte Igueldo supone protagonizar un flashback en toda regla que nos transporta al San Sebastián de 1912. Lo coronaremos a bordo de un viejo funicular rojo -el más antiguo de Euskadi- que aún conserva su carrocería de madera original. En tres minutos nos dejará en el centenario parque de atracciones. Fantasea conmigo de nuevo. Fíjate en su Montaña Suiza -que no rusa-, en las casetas de feria, en el carrusel, y visualiza todo el conjunto en blanco y negro. ¿Eres capaz de imaginar a la reina María Cristina inaugurándolo rodeada de la alta sociedad donostiarra? Yo sí y por eso, más que trasnochado y decadente, lo encuentro cargado de solera y seductoramente nostálgico.
Tras este ejercicio de divagación temporal, vuelve al color y prepárate para rodar una espectacular panorámica que recoge toda la fuerza de la bahía con la isla de Santa Clara y la impresionante silueta del otro guardián de la ciudad, el Monte Urgull. Será muda porque te dejará sin habla.
Anotación al pie: Si quieres hacer un alto en la camino, pásate por su terraza self service. Toma algo, olvídate del mapa y del reloj, y disfruta. Estás en San Sebastián.
Toma 4. Lo Viejo
El centro histórico de San Sebastián, más conocido como Lo Viejo, es donde se tejen y se desarrollan los mejores guiones. Basta pasear por sus estrechas y bulliciosas calles, encajadas entre el puerto y la desembocadura del río Urumea, para comprobar que aquí se cuecen todo tipo de historias que nos hablan del pasado y del presente de la ciudad.
La mayoría llegamos a esta zona atraídos por la fama de sus pintxos, esas pequeñas obras de arte en miniatura que copan las barras de sus bares y que fusionan tradición y vanguardia a partes iguales. Es un buen planteamiento que mejora si, además, nos ponemos en la piel de un enamorado de la cocina vasca como era Orson Welles. Eso sí, que impere la calma porque la oferta parece no tener fin en calles como Fermín Calbetón, 31 de Agosto, Pescadería o la Mayor. Si nos sabes por dónde empezar, puedes consultar la ruta de pintxos que elaboré hace poco. Una osadía, lo sé, pero cada vez que la releo mis papilas gustativas me recuerdan que debo volver.
Si tu cartera te lo permite, no olvides que además de las del firmamento y de las que desfilan alrededor del Festival de Cine, San Sebastián atesora otras igual de apreciadas: las estrellas que reconocen la labor de chefs como Arzak, Berasategui o Subijana, entre otros. 16 estrellas Michelín nada menos.
Recorriendo Lo Viejo, te toparás inevitablemente con la Plaza de La Constitución, cuyos coloridos balcones numerados nos hablan de su pasado como plaza de toros, y con dos de sus templos más importantes: la Basílica de Santa María del Coro -patrona de la ciudad- y la Iglesia San Vicente, su templo más antiguo.
En esta zona también se encuentra el Museo San Telmo y el renovado mercado de La Bretxa, llamado así por ser el lugar que eligieron las tropas inglesas para iniciar el asalto a la ciudad en 1813. Este asedio fue una auténtica película de terror para la ciudad ya que un desolador incendio arrasó Lo Viejo casi por completo. Hoy en día aquí acuden los grandes cocineros en busca de las mejores materias primas y también los tenderos que ofrecen sus productos traídos directamente de la huerta.
Toma 5. El Puerto
Por sus dimensiones podría parecer que el puerto no es más que un actor secundario de San Sebastián. Nada más lejos de la realidad. Es pequeñito, sí, pero absolutamente encantador. Protegido bajo la ladera rocosa del Urgull y a los pies de la estatua del Sagrado Corazón, da cobijo a barcos de pesca y de recreo que ofrecen paseos por la bahía, a sencillas casas blancas de pescadores, a restaurantes de pescado y marisco y a viejos marineros que añoran volver a faenar. También acoge el Aquarium -uno de los más modernos de Europa- y el Museo Naval que muestra la ancestral relación de los vascos con el mar.
Anotación al pie: Si quieres sentir la fuerza del Cantábrico, toma el Paseo Nuevo que bordea el Monte Urgull desde el Puerto. Y si buscas un espacio cargado de romanticismo, acércate al Cementerio de los Ingleses, en la ladera norte del monte. ¿Otra opción? El Castillo de la Mota, testigo de las guerras que han sufrido los donostiarras a lo largo de la historia.
Toma 6. Del Boulevard al parque de Araba
Este recorrido por los principales escenarios de San Sebastián quedaría incompleto sin mencionar el conjunto urbano que discurre a lo largo del Ensanche, diseñado a mediados del XIX tras el derribo de la muralla. Es lo que se conoce como área romántica, una zona que comienza en el Boulevard y que nos lleva a descubrir algunos de los rincones con más solera de la ciudad sin apenas cruzarnos con construcciones modernas. Como el actual Ayuntamiento que nació con vocación de Gran Casino y que vio desfilar a la flor y nata local de la Belle Époque donostiarra entre sus ruletas. O como la Plaza de Gipuzkoa, la Catedral del Buen Pastor o la calle Prim, con sus distinguidas fachadas y portales modernistas de principios del siglo XX.
Pero para escenario elegante y sereno el que envuelve el Urumea, con sus románticos puentes, su Paseo del Árbol de Gernika y, sobre todo, abrazando a la pareja más cinematográfica de la ciudad: el dúo inseparable que forman el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia. Un plató de brutal belleza por el que han desfilado y desfilan los grandes del cine: Audrey Hepburn, Coppola, Lana Turner, Al Pacino, Robert de Niro, Almodóvar, Tarantino… Aún recuerdo la imagen de La Loba recogiendo el Premio Donostia en el escenario del Victoria Eugenia. Vestida de negro, fumando y muy enferma, pero tan Bette Davis como siempre. El cine y San Sebastián. Donostia y el séptimo arte.
No olvido la otra sede del Festival Internacional de Cine, el Kursaal. Me puede gustar su estampa en forma de cubos que se enfrentan al mar pero no juega en la misma liga porque no deja de ser un principiante al lado de ambos. Le falta el encanto y la magia de un pasado centenario.
Anotación al pie para cinéfilos: Para tomarte algo rodeado de todas las estrellas que han pasado por la ciudad, el Café Oquendo, y para dormir sintiéndote una de ellas, el Hotel Astoria7.
Toma 7. Los protagonistas y su banda sonora
Por mucha belleza que ostente, San Sebastián no sería lo que es sin su paisanaje. Un casting de primera formado por gente que se muestra amable con los de fuera, cercana y con un sentido del humor muy peculiar, muy del norte. ¿El resultado? Consiguen que los cameos, o lo que es lo mismo, los más de 450.000 visitantes que recibe cada año, se marchen pensando en volver. ¿Y su banda sonora? San Sebastián suena a viento, a oleaje, a tintineo de vasos y platos en sus bares de pintxos, a risas contagiosas, a saludos a voz en grito y a silencios.
Aquí concluye mi rodaje en esta ciudad única que nació para ser admirada. Llega el momento de despedirse de los actores y de los escenarios, apagar las cámaras, guardar los focos y la claqueta. Llega el momento de que seas tú quien se lance a escribir su propio guión en San Sebastián.
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Títulos de crédito: Si quieres exprimir al máximo tu estancia en la ciudad, hazte con la San Sebastián Card, una tarjeta turística que podrás utilizar en el transporte público y que te permitirá obtener importantes descuentos en museos, restaurantes y comercios. Puedes comprarla en las oficinas de San Sebastián Turismo.
Me ha encantado este paseo por «la dama del norte» a través del cine y el viajar, mis dos grandes pasiones. Tengo que volver a ver el Peine del Viento, que estaba cerrado este verano por temporal. Me quedé con las ganas. ¡Un abrazo!
Cualquier excusa es buena para volver a San Sebastián, Patricia. Para mí es una de las ciudades más bonitas del norte. Un abrazo!
Necesito volver… Has provocado en mí esa necesidad
Si es así, objetivo cumplido 😉
Si San Sebastián pudiera leer este texto, seguro que te daría un gracias enorme y te entregaría el premio La Concha de Plata por esas preciosas 7 tomas que has descrito de la que, para mí, es la ciudad más bonita de España (con el perdón de Barcelona y Sevilla) Y por si no lo has adivinado, me ha encantado el post jaja
Gracias, Mauxi. San Sebastián es una maravilla. Un abrazo
Magnífico artículo sobre Donostia. Es una gran ciudad y la has mostrado casi en su totalidad. Ánimo y sigue así que otros aprendices de bloguers debemos de aprender con gente como tú.
Gracias, Salsetan. Un placer tenerte por aquí
Esta ciudad tiene un encanto especial. Aunque ha habido varios conatos nunca he podido ir y siempre me la han recomendado diciéndome que es una de las ciudades más bonitas de Espana. Desde 10000 km se aprecia más su belleza -:)
Muy buen artículo…
Saludos de un espanol desde Santa Cruz de la Sierra, Bolivia
Así es, Javier. El encanto de San Sebastián es indudable. Ojalá pronto puedas visitarla. Muchas gracias por pasarte por mi rincón viajero.
20 años hace que estuve por última vez y aún mantengo en mi retina la panorámica desde el Monte Urgull hacia la playa de la Concha, que bella ciudad, y que bien se come 😀
¡Saludotes!
No me extraña que tengas tan vivo ese recuerdo. San Sebastián es difícil de olvidar. Un saludo
San Sebastián me encantó cuando la visité, pero hacía un día de perros y tengo ganas de volver con buen tiempo para disfrutarla un poquito más.
A nosotros también nos cayó un buen chaparrón pero por suerte duró poco y pudimos disfrutar de algún rato de sol. Ojalá que la próxima vez tengas mejor tiempo, Verónica. Cualquier excusa es buena para volver a San Sebastián. Un saludo
Es una delicia leerte 🙂 Adoro San Sebastián y volver a recorrerlo a través de esta mirada cinematográfica ha sido estupendo!:)
Muchas gracias, Eva. San Sebastián es un destino imprescindible para cualquier viajero. Yo solo he intentado plasmar su belleza. ¡Saludos!
¡Tremendo paseo por Donostia!
Ya nos han entrado ganas de volver por tu culpa 😉
¡Gracias! De eso se trataba 😉
Has resuelto mi tesitura CINE o VIAJE, has reunido magistralmente las dos opciones. Como siempre unas rutas fantásticas. Solo noto una cosa en falta, las fotos del Palacio sobre railes en La Concha o las de los bañistas con los trajes de rayas, jajajaja.
Genial, a seguir así. Un besote.
PD. Enhorabuena por tu puntuación en el ranking.
Lo que es genial es tenerte como lectora habitual de este blog. Muchísimas gracias por estar al otro lado, Rosa.
Fantástico artículo Alicia! San Sebastián es una ciudad preciosa y bien merece un homenaje como este 🙂
Gracias por tus palabras, Marta. Me encanta que te haya gustado 😉