Hace poco oí en boca del cineasta Juan Antonio Bayona una frase que, con su permiso, hago mía: «En España podría rodarse perfectamente La vuelta al mundo en 80 días«. No puedo estar más de acuerdo. Cada vez que visito un destino de nuestro país se confirma; tenemos el mejor plató para enmarcar cualquier tipo de escena.

¿A qué viene esta introducción tan cinematográfica? Sencillo. Hoy me pongo en el papel de una guionista para aceptar la propuesta de Visit La Palma: diseñar mi ruta palmera soñada a través de los sonidos que emergen de esta isla. Un original mapa sonoro creado para despertar sensaciones, para invitaros a subir a un avión y lanzarnos a descubrir por qué esta tierra rodeada de mar recibe el sobrenombre de la Isla Bonita. Para esbozarla debo transformar sus piezas de audio en verbo y, como buena amante del séptimo arte, escribir el argumento de la película que desearía protagonizar en La Palma. Todo un reto, lo sé, pero al fin y al cabo… ¿qué es el cine sino viajar? Descubrir nuevos horizontes, nuevos paisajes y paisanajes, pequeñas y grandes historias que suman y no restan, que derriban fronteras y nos hacen más humanos.Concurso #EscuchaLaPalma. Mi ruta palmera soñada

Escena 1. En busca del mar

Como buena barcelonesa varada en Madrid desde ya hace unos años, mi primer impulso es ir en busca del mar y las playas. Conecta el audio, cierra los ojos e imagina este plano secuencia. ¿Me ves? Estoy en una playa prácticamente desierta, virgen y rodeada de impresionantes acantilados. Es abril y me acerco a la orilla para ver cómo el Atlántico besa con fuerza la costa, doy un paseo descalza jugando con las olas y las cálidas temperaturas me invitan a darme un chapuzón en sus aguas.

Escena 2. Verde que te quiero verde

¿Escuchas mis pasos? Recorro el sendero que me conduce hasta el corazón del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente. Su dificultad media-alta es asumible y el esfuerzo para llegar al Barranco de las Angustias tiene su recompensa: flora y fauna exclusivas de la isla, roques, miradores y el agua, su bien más preciado, que se cruza a mi paso en forma de riachuelos y cascadas de colores. Me siento abrumada entre tanta biodiversidad. Lleno mis pulmones de aire puro, lo necesitaré cuando regrese al frío, gris y contaminado asfalto madrileño.

Escena 3. Tomándole el pulso a la capital

Tras rodar algunos de los paisajes más reconocibles de la isla, pongo rumbo a Santa Cruz de la Palma. Me cuelo por sus rendijas en uno de sus mercados. Frutas de temporada, mojos, quesos y vinos con denominación de origen son deliciosos planos recurso que despiertan mi apetito, así que acabo charlando con un grupo de palmeros en el bar de la esquina. Debería seguir mi ruta por la capital y perderme por su casco histórico pero lo dejaré para más tarde. Adoro el slow travel y mis papas arrugadas siguen muy calientes.

Escena 4. El sur también existe

Antes de que anochezca me voy al sur en busca de un atardecer junto al mar. Dicen que la Punta de Fuencaliente es una preciosidad y suelo fiarme de las gentes del lugar. Me han hablado de dos faros, de unas salinas, de arena negra y rocas de origen volcánico. De un paisaje que difícilmente se olvida y que mi cámara ansía captar.

Escena 5. El cielo palmero, ¿tan espectacular como dicen? 

No he hallado o no he sabido encontrar un paisaje sonoro que haga referencia al cielo de La Palma, uno de los mejores del planeta para ver las estrellas. Estoy acostumbrada a casi tocarlas con las manos en mi pequeño refugio turolense de la comarca Gúdar-Javalambre y me gustaría, y mucho, contemplar el increíble tapiz de cuerpos celestes que intuyo allí me espera. En sus miradores astronómicos naturales, desde una casa rural o, puestos a soñar, en el mismísimo Observatorio del Roque de Los Muchachos.

Tras estas cinco escenas, apago los focos, desconecto la cámara y guardo la claqueta. Llega el fin de mi Palma en 35 mm. y, tal vez, el inicio de una nueva aventura. Me encantaría que mi ensoñación se tornara realidad en breve para llenar estos huecos con experiencias, momentos y fotografías que me permitan, como siempre, mostrarte el mundo a través de esta ventana. Si no es así, no importa. Es un reto que acepté y el hecho de haberlo cumplido me llena. Y sí, consiguió su objetivo: despertar mi interés por descubrir La Palma más allá de sus paisajes sonoros.