Restaurante Sur. Cala Granadella. Xàbia/Jávea

Restaurante Sur. Cala Granadella. Xàbia/Jávea

Como ya comenté en mi anterior entrada Siete razones para visitar Xàbia, la Cala Granadella nos dejó sin palabras: su privilegiado enclave entre dos acantilados, el bosque de pinos que la rodea, sus aguas cristalinas… Al magnífico recuerdo que conservamos de ese día de naturaleza y mar, contribuyó, y mucho, nuestra experiencia gastronómica en el restaurante Sur, una visita obligada para cualquiera que quiera disfrutar de la cocina mediterránea que desde 1959 elabora con mimo la familia Estalrich a pie de playa.

Nos dejamos caer por el restaurante un martes de junio. Nada más llegar a la cala reservamos una mesa en la terraza superior frente a la bahía. Ningún problema, a las dos tendríamos nuestra mesa. Primer objetivo cumplido: comeríamos en la mejor de las compañías, un Mediterráneo del que no puedes apartar la vista. Ya solo quedaba esperar que los fogones del Sur estuvieran a la altura de semejante capricho de la naturaleza.

 Tras revisar la carta y viendo el trajín de platos que revoloteaban a nuestro alrededor (a cual más apetecible) optamos por algo que nunca falla: dejarnos aconsejar por el personal de la casa. Así descubrimos que el restaurante tiene su propio huerto y un barco de pesca que les suministra a diario el pescado fresco. Al final nos decantamos por probar un poco de la tierra y un poco del mar: ensalada de tomate y atún, pulpo a la plancha y parrillada de pescado y marisco.

Todo estaba exquisito, las raciones eran abundantes, la calidad-precio más que razonable y el servicio, fruto de muchos años de experiencia, cercano e impecable. La conclusión es obvia: una cocina notable en un entorno sobresaliente. Y eso que dejamos para otra ocasión sus afamados guisos marineros y arroces. Nota para celíacos: el restaurante Sur es miembro de Acecova (Asociación de Celíacos de la Comunidad Valenciana), y CONHOSTUR por lo que buena parte de su carta se adapta a la dieta de los celíacos.

 ¡Buen provecho! Aunque sea de forma virtual…

 Recomendaciones:

  • Aunque el restaurante tiene 40 mesas distribuidas en dos niveles, reserva antes por teléfono si quieres disfrutar de las espectaculares vistas de la terraza superior (sobre todo si es fin de semana).
  • Para aparcar sin problemas (no hay mucho sitio) no te queda otra que madrugar un poquito. Valdrá la pena, te lo aseguro.

Dirección: Restaurante Sur. Avenida Tio Catalá, 35. Cala Granadella. 03730 Jávea (Alicante)

Coordenadas GPS: 38.729723, 0.195866

Horario de cocina: Julio – Agosto: 10:00 hasta 22:00 h. Resto del año: 10:00 – 18:00. Cerrado del 12 de diciembre al 1 de marzo.

Información y reservas: 965 771 612

Siete razones para visitar Jávea / Xàbia

Siete razones para visitar Jávea / Xàbia

A principios de verano, antes de la llegada del tremendo calor que hemos tenido que soportar, nos planteamos una breve escapada al mar. No queríamos ir muy lejos para no pasarnos los dos días que teníamos libres en la carretera. Unos 400 kilómetros como máximo desde Madrid. Mapa en mano escudriñamos el litoral de la Comunidad Valenciana en busca de un destino nuevo en el que ejercer de viajeros aunque fuera por unas pocas horas. Peñíscola, Benicàssim, Dénia… ¡Xàbia! Una pequeña población marinera, situada al norte de la Costa Blanca, entre los cabos de La Nau y Sant Antoni. Encajaba perfectamente con lo que andábamos buscando y allí nos dirigimos confiando plenamente en la capacidad de nuestro Toyota Corolla del 2001 (250.000 kilómetros y sumando).

La verdad es que acertamos de pleno y regresamos al asfalto de Madrid con las pilas cargadas y decididos a repetir la experiencia con más calma en un futuro. ¿Por qué Xàbia? Aquí van mis siete razones para visitarla.

Playas y calas

Sin duda, lo que más nos llamó la atención de Xàbia fue ver cómo va cambiando el paisaje a lo largo de sus 25 km. de costa. Playas abiertas de grava, pequeñas calas de cantos rodados, una extensa playa de fina arena, acantilados de vértigo… Algunas pistas:

Playa Arenal: Es la más conocida y frecuentada ya que es la única playa de arena del municipio y sus aguas son poco profundas. Está situada en el centro de la Bahía de Xàbia. A lo largo del paseo marítimo hay un montón de tiendas, restaurantes de todo tipo y pubs para tomar una copa frente al mar.

Cala Blanca: Está formada por dos calitas contiguas: Caleta I y Caleta II. Su acceso se realiza a pie desde la Avda. Ultramar. Son calas rústicas de grava y roca, de aguas tranquilas y cristalinas.

Cala La Barraca o Portitxol: A esta recoleta cala se puede llegar en coche desde la carretera del Cabo de la Nao o bien a pie desde el Mirador de la Cruz del Portitxol. Frente a la cala está la Isla del Portixol que cuenta con unos fondos marinos muy apreciados por los submarinistas. Un consejo: lleva gafas de bucear y sandalias que sujeten el tobillo para las piedras.

Cala Granadella: Nuestro rincón favorito de Xàbia. Acceder a ella no es muy fácil pero realmente merece la pena. Se llega en unos 20 minutos en coche a través de una carreterita que se toma desde la Ctra. Cabo de la Nao (la señalización no es muy buena así que fíjate bien para no pasarte el desvío). El trayecto de por sí ya es todo un regalo ya que vas sorteando un espeso bosque de pinos mediterráneos salpicados por elegantes villas. Una vez allí lo que encuentras es una cala rústica de grava, bolos y rocas que se cierra casi totalmente a un mar verde turquesa. Un entorno prácticamente virgen de aguas transparentes con unas pocas casas de colores a su alrededor y algún que otro restaurante. El único inconveniente es que no hay mucho sitio donde aparcar así que mejor visitarla entre semana.

Ruta de los Miradores

Uno de los principales atractivos naturales del litoral de Xàbia son las increíbles panorámicas que se divisan desde cada uno de sus quince miradores. Podría detenerme en cada uno de ellos y describir las espectaculares vistas del Mediterráneo que ofrecen, pero prefiero recoger un extracto de la carta que el genial Joaquín Sorolla escribió a su esposa, allá por 1896: «Xàbia tiene todo lo que deseo, y más, y si tuvieras lo que yo tengo delante de mi casita, no encontrarías palabras para enaltecerlo, yo enmudezco de la emoción que aún me domina(…). Es el sitio que soñé siempre, mar y montaña, pero ¡qué mar!». 

Y es que durante cuatro veranos, Sorolla quedó prendado de este bello tramo del litoral alicantino que plasmó en más de un centenar de cuadros. A nosotros nos bastó un par de días para suscribir sus palabras. Si no dispones de mucho tiempo, quédate con estos tres miradores: el Cap de Sant Antoni, la Creu del Portitxol y el Cap de la Nau, el punto peninsular más cercano a la isla de Ibiza.

Más información: Miradores de Jávea, una ruta entre pinos y acantilados

Recorrer el casco histórico

Recorrer el centro histórico de Xàbia a última hora de la tarde, tras una mañana de sol y playa y una pequeña siesta, es algo imprescindible. Entre sus edificios más notables destacan la Iglesia-Fortaleza de San Bartolomé, de estilo gótico isabelino y declarada Monumento Artístico Nacional, el Ayuntamiento, el Mercado Municipal de Abastos y las ostentosas casas que la burguesía local mandó construir a finales del s. XVIII gracias al comercio de la pasa. Algunos ejemplos son la Casa dels Bolufer, Ca Lambert o la Casa de les Primícies. Otro edificio relevante de la villa es el Museo Arqueológico y Etnográfico Soler Blasco, un palacio gótico del XVII con una magnífica fachada de piedra tosca.

Tras estos citas obligadas, mi recomendación es que te dejes llevar sin rumbo fijo por el entramado de calles que rodean la iglesia y que fijes tu mirada en las fachadas blancas de sus casas, en sus ventanales góticos y en los hermosos enrejados de forja que las decoran. Si te apetece tomar algo, siéntate en una de las terrazas de la Plaça de Baix. Nota para los padres: si viajas en familia, infórmate en las oficinas de turismo de Xàbia sobre las rutas teatralizadas, una forma lúdica y divertida para acercarte a la historia del municipio con tus hijos.

Un paseo por el puerto

La silueta en el horizonte de los barcos que traen al atardecer el pescado recién capturado, la serena estampa de Xàbia desde el espigón, la tradicional subasta en la lonja, las antiguas casitas de los pescadores, la puesta de sol sobre el puerto… El barrio marinero conocido como Duanes de la Mar es uno de los lugares que mejor guardan la historia y la esencia de Xàbia. Aquí se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto, un original ejemplo de arquitectura religiosa de vanguardia. Si te fijas verás como su cubierta, de madera de pino rojo, tiene la forma de la quilla de un barco. Ni que decir tiene que esta zona se pone hasta la bandera por las noches gracias a la variedad de restaurantes y bares de tapeo que alberga.

Senderismo y naturaleza

Si te gusta practicar senderismo, estás en el lugar correcto. A tu aire o con un servicio de guías gratuito facilitado por el departamento de turismo del Ayuntamiento de Xàbia (consulta el calendario de salidas en su web). Hay muchas rutas entre las que escoger que te llevarán a conocer paso a paso el accidentado y singular paisaje de Xàbia. El Parque Natural del Montgó, Cala Granadella y su castillo, de Cala Barraca al Cap Prim…

Despertar frente al Mediterráneo

Un pequeño lujo al alcance de todos si optas, como nosotros, por alojarte en el Hotel Solymar y dejas la opción del Parador de Turismo para tiempos mejores. Un dos estrellas acogedor y tranquilo, situado en primera línea de playa donde no te será complicado aparcar. Precio hab. doble con vistas al mar en junio y entre semana: 64,81€.

La gastronomía de Xàbia

Imposible resistirse a la cocina local de Xàbia que toma forma en exquisiteces como el «cruet de peix», las frituras, el arroz en cualquiera de sus variantes, el pulpo a la plancha o el «suc roig», un guiso de pescado elaborado con tomate, ñora y pimentón. ¿Dos rincones perfectos para sucumbir a sus sabores? El restaurante Sur de Cala Granadella -al que pienso dedicarle un post próximamente- y La Cantina de Jávea (Muelle pesquero. Lonja, s/n).

Completa tu escapada a Jávea con estas actividades:

Si quieres aprovechar al máximo tu estancia en Jávea, aquí tienes una serie de actividades y excursiones que pueden interesarte:

Excursión en catamarán por los cabos de Jávea e isla de Portitxol: Navega por el litoral de Jávea y descubre la belleza de los cabos de Sant Antoni, Sant Martí y la Nau.

Bautismo de buceo en Jávea: Iníciate en el mundo del submarinismo explorando las profundidades de la bahía de Jávea y sus impresionantes fondos marinos.

Curso de buceo PADI Open Water: Conviértete en un buceador certificado con este curso de buceo en Jávea, cuyas aguas son perfectas para las inmersiones.

Tour en kayak por Jávea + snorkel: Toda una aventura para conocer los acantilados, las pequeñas calas y la famosa Laguna Azul de Jávea. Además, podrás practicar snorkel en la cueva marina más grande de España

Tour en vespa por Jávea: Descubre todos los encantos de Jávea conduciendo esta moto clásica mientras sientes la brisa del Mediterráneo.

Paseo en catamarán al atardecer: Disfruta de una impresionante puesta de sol desde el mar

Fotogalería de la manifestación del Orgullo Gay en Madrid

Fotogalería de la manifestación del Orgullo Gay en Madrid

Las fiestas del Orgullo Gay de Madrid se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la capital. Las cifras hablan por sí solas: más de un millón de participantes, beneficios que rondan los 110 millones de euros y más de 300.000 turistas.

El acto central de estas celebraciones ha sido una vez más la multitudinaria manifestación estatal que este año se ha celebrado bajo el lema: «Matrimonio Igualitario. Igualdad sin Recortes». Una marcha reivindicativa, multiétnica y cultural que va más allá del mero desfile de nalgas, plumas y zapatos de tacón. Porque además de mucho político queriendo salir en la foto, lo que allí había era gente con ganas de pasarlo bien, de olvidarse por unas horas del pariente ese que nos han impuesto y que hasta hace bien poco ni conocíamos (léase prima de riesgo), y, sobre todo, con ganas de apoyar a un colectivo que además de reclamar el matrimonio igualitario y constitucional, critica los recortes sociales en materia de sanidad y educación. Familias con niños, jubilados, jóvenes, turistas llegados de cualquier rincón el planeta… A ritmo de batucada, cerveza en mano, entre miles de banderas arcoíris y animadas carrozas que nos invitan a bailar sobre el asfalto.

Nosotros quisimos vivir esta colorida expresión de convivencia, diversidad y respeto que tratamos de plasmar aquí en forma de galería de fotos.

Un paseo en barco por el Regent’s Canal

Un paseo en barco por el Regent’s Canal

Te propongo una de esas rutas que no encontrarás en el top ten de imprescindibles de Londres pero que tiene mucho encanto y que nos ofrece una perspectiva diferente de la capital británica: una travesía en barco por el Regent’s Canal desde Little Venice hasta Camden Lock.

Narrowboat. Regent’s Canal

El Regent’s Canal, con más de 200 años de historia a sus espaldas, se construyó para conectar el Támesis con el Grand Union Canal y facilitar así el movimiento de mercancías que llegaban desde el norte de Inglaterra. A medida que el transporte terrestre fue ganando fuerza, su uso comercial fue desapareciendo y el tramo que nos ocupa es hoy en día uno de los rincones favoritos de los londinenses que encuentran aquí el oasis perfecto para huir del trepidante ritmo que impone una ciudad como Londres.

Sus barcazas de colores chillones, conocidas como narrowboats, ya no transportan como siglos atrás carbón, grano o alimentos. Algunas de ellas son viviendas flotantes o coquetas cafeterías y la mayoría se han convertido en un medio de transporte alternativo para los viajeros que buscan captar algo más que el Londres puramente turístico.

Narrowboat en Regent’s Canal Barcos en el Regent’s Canal

Regent’s Canal: de Little Venice a Camden en barco

Nuestro recorrido fluvial tiene como punto de partida Little Venice (metro Warwick Park, Bakerloo line), un pintoresco barrio residencial de clase alta situado al sur de Maida Vale que debe su nombre a uno de sus más ilustres inquilinos, el poeta inglés Robert Browning. Precisamente en su honor, el lago desde donde parten los cruceros lleva su nombre: Browning´s Pool. Una vez allí, te das cuenta de que, si bien la expresión «pequeña Venecia» es algo exagerada, esta zona es todo un descubrimiento. Nadie diría que estás en Londres. El ambiente que se respira es totalmente diferente. El ruido de los coches deja paso al rumor de las barcazas que recorren el canal arriba y abajo, el estrés se convierte en relax y la urbe de asfalto se difumina en hermosas zonas verdes salpicadas de elegantes mansiones victorianas.

Browning's Pool. Regent’s Canal Waterbus. Little Venice. Regent’s Canal

Aunque hay varias compañías que ofrecen esta ruta nosotros surcamos las aguas del Regent’s Canal con la London Waterbus Company. No es necesario reservar con antelación, simplemente subes a la barcaza y pagas a bordo. Para el trayecto Little Venice-Camden puedes sacar un billete de ida (adultos £7.20, niños £6) o bien de ida y vuelta (adultos £10.30, niños £8.40). Por cierto, esta es la única compañía que tiene parada en el zoo de Londres desde cualquiera de sus cabeceras. Toma nota de ello si viajas con niños y tenéis pensado visitarlo porque el acceso al zoológico se hace a través de su propio embarcadero y os evitaréis las habituales colas que se forman para entrar.

La travesía desde Little Venice hasta Camden dura unos 50 minutos. Un viaje relajado y, por qué no decirlo, romántico, donde no hay lugar para las prisas -la velocidad máxima es de unos 20 kilómetros por hora- que nos permite descubrir estampas imposibles de ver desde tierra firme como el interior del Maida Hill Tunnel.

Atravesando el Maida Hill Tunnel. Regent’s Canal

Las bucólicas orillas del canal a su paso por Regent’s Park, la silueta del Feng Shang Princess, uno de los restaurantes chinos más populares de Londres, y la parte trasera del zoo son algunos de los escenarios que encontraremos antes de llegar a la esclusa de Camden Lock. Aquí nos espera el mercado más famoso de la ciudad que por méritos propios sí forma parte del listado de citas imprescindibles de Londres. Pero de eso ya hablaremos en otro post porque Camden da para mucho. De momento os dejo con estas fotos de nuestra travesía.

The Feng Shang Princess. Cumberland Basin. Regent’s Canal Hampstead Road Lock. Regent’s Canal Llegada a Camden Lock.  Regent’s Canal Camden. Regent’s Canal

Un día en Brighton (Segunda Parte)

Un día en Brighton (Segunda Parte)

Cuando volvimos a la playa de Brighton todo estaba en su sitio. La niebla había desparecido por completo, el sol bañaba el paseo marítimo y la silueta del Brighton Pier ya no era un espejismo sino un poderoso imán que captó nuestra atención de inmediato. Y es que visto desde lejos, este muelle de estilo victoriano, inaugurado en 1899, sigue conservando buena parte de su encanto.

El encanto de Brighton

Brighton Pier, una de las joyas de Brighton

Visitando Brighton

Una vez allí lo que te encuentras es una larga pasarela con restaurantes, bares, heladerías y tiendas de recuerdos que desemboca en un parque de atracciones construido literalmente sobre el mar. Todo muy colocado, como en un escenario de película de cartón piedra. ¿Demasiado artificial? No tanto. Basta con echar un vistazo alrededor para comprobar que la proporción turistas-lugareños está bastante equilibrada. Los primeros, enganchados a las máquinas recreativas, haciendo cola en la montaña rusa o disparando sus cámaras de forma compulsiva. Los segundos, al principio del muelle, apoltronados en las tumbonas, disfrutando de las vistas de la ciudad y tomando el sol.

Brighton Pier. Brighton Hamacas del Brighton Pier. Brighton

Llegó la hora de comer y pese a estar en la segunda ciudad culinaria del país, con más de 400 restaurantes entre los que elegir, el ambiente marinero se impuso y optamos por barrer para casa. Gracias a Tripadvisor enseguida localizamos nuestro destino: el restaurante Aguadulce, en el nº 10 de Kings Road. Las críticas eran muy buenas y cuando vimos el reluciente grifo de Mahou sobre la barra lo tuvimos claro. Muy mal se nos tenía que dar para no comer estupendamente. Y así fue. Boquerones, ensalada, mejillones al vapor, cazón en adobo, dos cervezas y una deliciosa tarta de Santiago, gentileza de la casa, confraternizando en la lengua de Cervantes con los camareros. Imposible pedir más por £31.50.

Restaurante Aguadulce. Brighton

Para reposar ese pedacito de Almería que nos había dejado tan buen sabor de boca, decidimos volver al Brighton Pier, olvidarnos que estábamos de paso y apoderarnos de las tumbonas que antes mencionaba. ¡Qué lujazo! El gentío había disminuido considerablemente y con él el atronador bullicio de un par de horas antes. El murmullo del mar, la madera crujiendo bajo nuestros pies, el intenso olor a salitre, el sol… Exacto. Acabamos dormitando en una de las mejores siestas que recuerdo como viajera (momentos como este son los que realmente perduran en la memoria y hacen que cuando los revives, como hago yo ahora, esboces una sonrisa frente a la pantalla del ordenador).

Vista del litoral desde el Brighton Pier. Brighton Lady gaviota. Brighton

Tras nuestro particular pit stop a la española y con energías renovadas, echamos a andar por el nivel inferior del paseo marítimo con la idea de seguir descubriendo qué hace que este rincón del litoral inglés sea uno de esos imprescindibles que tienes que conocer sí o sí. Lo primero que nos encontramos fue una retahíla de tiovivos, restaurantes y chiringuitos de fish’n’chips que dan paso al Artists’ Quarter. Aquí la parada es obligatoria si quieres conocer el trabajo de los artistas locales que han transformado las antiguas viviendas de los pescadores de Brighton en coquetas galerías de arte.

Playa de Brighton Terraza del paseo maritimo. Brighton

Poco después llegamos a la altura del que en su día fue uno de los muelles más famosos del mundo, el West Pier. Tras sufrir varios incendios y desplomarse la pasarela que lo unía a tierra, solo queda en pie su esqueleto de hierro, testigo mudo de un glorioso pasado, allá por los años 20, en el que fue el centro de ocio de la ciudad.

  West Pier. Brighton

Fue allí, sentados frente al viejo muelle y elucubrando cómo sería todo en aquella época, cuando nos dimos cuenta de que ya no dábamos para más. Quedaba mucha playa por recorrer y muchos rincones de Brighton por descubrir, sí, pero los siete días que llevábamos pateando Londres de arriba a bajo pesaban como una losa. Tocaba arriar las velas, deshacer nuestros pasos camino de la estación y despedirnos de Brighton como se merecía.

Para ello nos dirigimos al nº 15 de Black Lion Street, al pub más antiguo de la ciudad, The Cricketers, donde supuestamente vivió Jack el destripador antes de mudarse a Whitechapel. Un lugar con mucho encanto que se precia de servir las mejores ales de Brighton. A tu salud, Brighton. See you soon…

The Cricketers. Black Lion Street. Brighton

Más opciones en Brighton

Recorrer Kemp Town: Brighton es la capital gay del Reino Unido y tiene en Kemp Town su centro de operaciones. Este barrio está muy cerca del centro de la ciudad y es un buen lugar para alojarse ya que hay muchos bed and breakfast y elegantes hoteles-boutique. Su Brighton Pride es uno de los festivales del orgullo más importantes de Europa. Este año se celebra el primer fin de semana de septiembre.

Vivir la ciudad de noche: Si el ambiente de día es increíble, las noches de Brighton tienen que ser memorables con tantos teatros, bares, pubs y discotecas por metro cuadrado. Apunta estos nombres: El Komedia (el teatro más auténtico de Brighton, en North Laine), el Concorde 2 (un local de música en directo, en Madeira Drive) y The Evening Star (un pub con todas las variedades de cerveza que puedas imaginar situado muy cerca de la estación de tren).

Brighton en Internet

Página oficial de turismo de Brighton.

Web de la Compañía Nacional de Trenes. Para conseguir la tarifa más económica prueba varias combinaciones. Por extraño que parezca, a veces dos single salen más baratos que un return ticket. Los códigos de la estaciones son: London Victoria [VIC] y Brighton (East Sussex) [BTN].

Calendario de eventos del Brighton Dome y venta online de entradas.

Asociación de comerciantes de North Laine. Descárgate su mapa y planifica tu visita.

Todas las atracciones, restaurantes y bares que encontrarás en el Brighton Pier.

Un día en Brighton (Primera Parte)

Un día en Brighton (Primera Parte)

Cuando preparaba el que hasta la fecha ha sido mi último viaje a Londres -lo confieso, la capital británica me fascina y volvería una y mil veces-, una amiga me recomendó visitar Brighton. A golpe de Google di con su página oficial de turismo donde afirman que es la mejor cuidad costera del Reino Unido. Vibrante, colorida, divertida y libre. Una escapada a la playa sonaba como un fantástico paréntesis en la semana que iba a pasar como cicerone en Londres así que… ¿Por qué no?

Según los meteorólogos de la BBC, el fin de semana el sol brillaría en Brighton. Decidido. Lo haríamos al más puro estilo british, en domingo, como tantos londinenses que huyen del asfalto en busca del mar.

La estación de London Victoria era un hervidero de gente, maletas y prisas. Seguramente, utilizar las máquinas de venta de billetes hubiera sido lo más fácil y cómodo pero nos hubiéramos perdido la cara de resignación de la taquillera que veía ante sí una larga fila de sonrientes viajeros. Porque en la cola, evidentemente, solo estábamos los de paso. Los del terreno llegaban a la estación billete en mano gracias a National Rail  y su venta anticipada. No nos dejó ni acabar de pronunciar nuestro destino. Respiró profundamente y nos estampó en el cristal de la ventanilla un folio que rezaba: Brighton. Platform 16. Next trains: 10:06  10:36  11:06. Estaba claro que la buena mujer no tenía su mejor día así que pagamos (£22.50 por persona i/v), recogimos nuestra sonrisa y derechitos al andén.

Durante el trayecto -poco menos de una hora- nos dedicamos a escudriñar nuestro mapa en busca de la mejor ruta. La idea era exprimir al máximo nuestras horas en la que en su día fue una pequeña aldea de pescadores, más tarde el destino vacacional preferido por la aristocracia inglesa, y hoy por hoy una ciudad de lo más cool que recibe nada menos que ocho millones de visitantes al año. Y lo mejor de todo: puedes ir andando a todas partes.

Queen's Road. Brighton

Qué ver en Brighton

Nada más bajar del tren, enfilamos nuestros pasos en busca de uno de los puntos calientes de la ciudad: North Laine. Este barrio alternativo y lleno de vida, cuajado de restaurantes y pubs, da cobijo a más de 300 tiendas en las que puedes encontrar prácticamente de todo: ropa vintage y retro, antiguedades, bonsáis, alfombras de diseño, discos descatalogados, peluquerías, bisutería, muebles, libros de segunda mano… Aquí tienes dos opciones, o volverte loco fisgoneando escaparates o sentarte en una terraza a ver la vida pasar y disfrutar del ambiente bohemio y multicultural que se respira en sus calles. Optamos por lo segundo -un delicioso café con leche en Hell’s Kitchen (Gardner Street, 4).

En nuestra siguiente parada pudimos visitar una pequeña parte del mítico Brighton Dome, considerado el corazón cultural de Brighton. Su completo programa de conciertos, danza y teatro lo han convertido en uno de los locales de referencia del sur de Inglaterra. Dos curiosidades: en 1972 Pink Floyd estrenó aquí su Dark Side of the Moon y en el 74 albergó el festival de Eurovisión que ganó Abba.

Gardner Street. Brighton Church Street. Al fondo, Brighton Dome. Brighton

Con las notas de Waterloo repiqueteando aún en nuestras cabezas, llegamos hasta el Royal Pavilon. Este exótico palacio, cuyo exterior parece sacado de una película de Bollywood, no puede entenderse sin la figura de su ideólogo, el disoluto y extravagante rey George IV, que transformó lo que era un modesta villa en un suntuoso palacio de inspiración hindú rodeado de encantadores jardines. Aunque visitar su interior nos atraía y mucho (la entrada cuesta £10.00 e incluye una audioguía), recorrer todas sus estancias nos llevaría más tiempo del que disponíamos así que decidimos colocarlo en nuestra carpeta mental de «asuntos pendientes». Y es que a estas alturas de nuestro periplo, si algo nos había quedado claro es que esta pequeña ciudad nos estaba gustando demasiado como para no pensar en volver algún día.

Royal Pavilion. Brighton

Además, de pronto recordé que le había «vendido» a mi copiloto de aventuras un día de playa y de momento ni brisa marina, ni gaviotas graznando, ni nada… Así que decidimos alcanzar el mar por la vía más rápida y dejar The Lanes para más tarde. Craso error. Cuando llegamos a la playa una tupida niebla tapaba todo el horizonte y el tan anhelado litoral parecía haberse difuminado por completo. Aún así, no nos resistimos a descalzarnos para sentir el duro tacto de sus cantos rodados e incluso nos atrevimos a meter los pies en el agua durante unos segundos, bajo la atenta mirada de una pareja cuya expresión parecía decir «estamos en junio y esto es Inglaterra, ¿qué esperabais?»

Brighton La playa de Brighton con sus caracteristicas pebbles

A la espera de que el sol hiciera acto de presencia y se llevara consigo la niebla, decidimos  volver sobre nuestros pasos y vagabundear un rato por el laberinto de callejuelas que componen The Lanes. Este antiguo barrio de pescadores es hoy otra las zonas imprescindibles de compras en Brighton. Aquí básicamente lo que encontrarás son joyerías, anticuarios, boutiques y muchos restaurantes de lo más chic. Si te apetece tomar algo, una buena opción es la terraza de The Gallery (East Street, 28). No es fácil encontrar mesa pero la espera merece la pena porque siempre hay una banda de jazz o algún guitarrista tocando en directo. Hablando de música. La multitudinaria pelea entre mods y rockers de la película Quadrophenia se rodó en estas calles a ritmo de los Who.

Jazz en East Street. Brighton

Un día en Brighton (Segunda Parte)

Sierra Mágina: naturaleza, arte y gastronomía en el corazón de Jaén

Sierra Mágina: naturaleza, arte y gastronomía en el corazón de Jaén

Si lo que buscas es perderte unos días en medio de la naturaleza y alejado del bullicio, no lo dudes: Sierra Mágina es tu destino. Aquí, en plena campiña jienense, encontrarás una comarca todavía desconocida por el turismo de masas que se articula alrededor de su Parque Natural. Un territorio de infinitas posibilidades, marcado por el ritmo de vida que demanda el olivar, que aúna con sabiduría preciosos paisajes, las huellas de su pasado fronterizo y un patrimonio cultural y etnológico digno de ser descubierto.

Parque Natural de Sierra Mágina

La comarca de Sierra Mágina está situada en el sureste de la provincia de Jaén, a unos 30 km. de la capital, y se extiende en forma circular alrededor del Parque Natural que lleva su nombre. Por su situación geográfica -en el límite que marcan la cordillera Bética y el valle del Guadalquivir-, su orografía y la gran cantidad de aguas subterráneas que manan al exterior en numerosos parajes, Mágina ofrece una impresionante diversidad paisajística. Así, a lo largo de sus casi 20.000 hectáreas, se suceden paisajes de alta montaña en su macizo central, zonas húmedas de rica vegetación, y terrenos de campiña repletos de olivos que contrastan con el paisaje subdesértico del este de la comarca. Un espacio excepcional para perderse paseando, respirar aire puro o practicar deportes de bajo impacto (alpinismo, senderismo, bicicleta de montaña, etc.), al tiempo que se descubre la grandeza del medio natural en el que nos movemos.

Qué ver en Sierra Mágina

Sierra Mágina conserva un considerable patrimonio cultural heredado de la mucha historia que tiene a sus espaldas. Frontera natural entre los territorios musulmanes y cristianos durante los siglos XIII y XV, la mayoría de sus pueblos tienen su origen en antiguos castillos alrededor de los cuales se fueron desarrollando los núcleos urbanos que, a día de hoy, siguen conservando una marcada tipología árabe. Finalizada la reconquista, la victoria del reino de Castilla y las repoblaciones cristianas dejaron numerosas muestras de arte renacentista, presentes tanto en la arquitectura religiosa como en la civil. ¿Vale la pena conocerlos uno a uno? Sí. Aunque la idea de subir empinadas cuestas y, en algunas ocasiones, pendientes de órdago, no parezca muy apetecible a priori y se pueda pensar que visto uno, vistos todos, la realidad es mucho más generosa y recorrer cada uno de ellos es toda una aventura.

La razón es obvia: toda Mágina es un atractivo turístico. Empezando por la hospitalidad de sus gentes que, conscientes de que el turismo rural es un fenómeno que va a más en la zona, se deshacen en atenciones al viajero haciéndolo sentir como en casa.

Torres. Sierra Magina

Detalle balcon de Torres. Sierra Magina

Iniciamos nuestra ruta serrana en la villa de Torres  cuyo seductor casco urbano discurre en la falda del Cerro de la Vieja, entre casas encaladas y balcones repletos de flores. En su término, que se extiende por el valle del río Torres que delimitan las cumbres del Almandén, Cárceles, Morrón y Aznaitín, se encuentra uno de los testimonios más antiguos de la presencia del hombre en la provincia: las pinturas rupestres de la Cueva del Morrón, de época Paleolítica.

Desde Torres nos dirigimos a Albánchez de Mágina, cuyo perfil desde la carretera es un regalo para la vista. Un mar de olivares, almendros y cerezos rodean a esta localidad que ha adquirido fama por su tradición repostera en la que destacan almendrados, bizcochos, roscos y otros dulces, muchos de ellos elaborados con recetas de época medieval.

Albanchez de Magina. Sierra Magina

Muy cerca de aquí y separados por apenas cinco kilómetros, nos esperan los núcleos de Bedmar y Garcíez. Dos poblaciones abiertas y acogedoras que reflejan el carácter de sus gentes en las que merece la pena visitar la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, el Castillo de Bedmar -declarado Monumento Histórico- y el Palacio de los Marqueses de Viana de Garcíez. Además, en Bedmar tiene su sede el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Sierra Mágina, que ampara el aceite de oliva virgen extra de la comarca.

Avanzando por la senda que marca el olivar, nuestro siguiente destino es Jódar, el municipio de mayor población de la comarca de Sierra Mágina. Jódar vivió su mayor esplendor durante la época musulmana en la que se convirtió en la capital política, cultural y administrativa de la comarca. De su rico pasado destaca su iglesia renacentista de la Asunción y su castillo en el que está ubicado el Centro de Interpretación del Parque Natural de Sierra Mágina, de visita ineludible para revestir de historia y conocimiento nuestra ruta. Tras este baño cultural, nada mejor que dejarse caer en alguno de los restaurantes de la ciudad para probar la sabrosa gastronomía local. El sabor del aceite, de la sierra y de la huerta toma forma en toda la comarca en gazpachos, potajes y pipirranas y en especialidades locales como la sobrehúsa, los andrajos con liebre y los borullos.

El singular catálogo de pueblos blancos y arrugados valles que componen Mágina nos acerca ahora al pequeño municipio de Bélmez de la Moraleda para conocer su castillo -declarado Monumento Histórico- y el arroyo del Gargantón, desde donde se divisan las zonas más elevadas de Mágina.

Nos dirigimos ahora a la zona sur de Mágina, a Huelma, para recorrer su casco urbano, declarado conjunto histórico artístico en 1971, y conocer la iglesia de la Inmaculada, una joya no muy conocida del Renacimiento andaluz, obra de Andrés de Vandelvira. Más hacia el oeste nos encontramos con Cambil, antaño baluarte defensivo del reino nazarí de Granada convertido hoy en una encantadora localidad que se apiña en el fondo de un valle, regada por los ríos Villanueva, Oviedo y Arbuniel. Entre el patrimonio arquitectónico de Cambil destaca la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, de finales del siglo XVI y construida al estilo manierista, y el Antiguo Hospital, ejemplo del barroco jienense.

Cambil. Sierra Magina

Tras conocer los restos del castillo de Mata Bejid, que controlaba la vía de comunicación con Torres a través del puerto del Almadén, enfilamos nuestros pasos hacia Pegalajar, un pequeño pueblo de sabor medieval que discurre entre olivares y huertas escalonadas, rodeado de un cordón de altas montañas. Cerramos el círculo que venimos trazando alrededor del Parque Natural en Jimena, cuyas calles buscan refugio a los pies del Aznatín y resumen la arquitectura popular de la comarca con calles empinadas y casas encaladas.

Y hasta aquí llega nuestra ruta por este rincón jienense que no puede compararse en tamaño con la vecina cadena montañosa de Cazorla, Segura y Las Villas, pero que encierra una magia y un encanto que no deberías perderte.

Emirates: nuevo vuelo diario entre Barcelona y Dubái

Emirates: nuevo vuelo diario entre Barcelona y Dubái

Si tienes pensado viajar a Oriente Medio, te interesará saber que Emirates Airline empezará a operar a partir del próximo 3 de julio un vuelo diario de 360 plazas entre Barcelona y su sede en Dubái, desde donde esta compañía ofrece excelentes conexiones a muchos de los destinos de su red de rutas (10 destinos en Asia, Australia, el Océano Índico y África).

Ejemplos de precios con salida desde Barcelona, i/v, excl. tasas:

 Sídney: desde 1.100€
Bangkok: desde 600€
Maldivas: desde 850€
Shanghái: desde 550€
Tokio: desde 600€
Johannesburgo: desde 600€

Un aliciente adicional para volar con Emirates es que, además contar con mostradores exclusivos, esta aerolínea permite facturar más equipaje por persona y sin recargo que otras compañías aéreas (30kg en Clase Economy, 40kg en Clase Business, 50kg en First Class).

A esta nueva ruta Barcelona-Dubái, Emirates suma además una segunda frecuencia diaria entre Madrid y Dubái que empezará a operar el 1 de julio. Con la introducción de estos nuevos vuelos, la aerolínea ofrecerá un total de 21 vuelos directos y 7.560 plazas semanales entre España y Dubái.

Dubái se presenta como uno de los destinos más cotizados del momento. ¿Volamos?

Isla Saona: una escapada imprescindible

Isla Saona: una escapada imprescindible

Una excursión a la Isla Saona que empezó así… Son las 7 de la mañana, estamos en la recepción del hotel y a duras penas podemos mantener los ojos abiertos. La fiesta en la playa de la noche anterior se alargó más de la cuenta porque nadie pudo resistirse al último tragto de Vitamina R, que es como los dominicanos llaman al ron. Pero ahora toca madrugar. Hemos contratado la que nos aseguran es la excursión más vendida en la República Dominicana: la visita a la Isla Saona. 160 € por persona. ¿Valdrá la pena?

Dos horas de recorrido en autobús entre plantaciones de caña de azúcar y café, salpicadas por humildes poblaciones, nos llevan hasta la provincia de La Romana, mundialmente conocida como la Casa de Campo, un complejo de ocio y recreo para millonarios al que acuden fielmente ‘celebrities’ como Julio Iglesias, Oscar de La Renta, Bill Clinton, Shakira o Sharon Stone. Allí nos espera nuestro catamarán, “el encargado de llevarnos hasta el paraíso”, comenta nuestro guía.

Catamarán. Isla Saona

Isla Saona Tras una relajante travesía por un Caribe manso y cálido, y abrazados por el ritmo de una bachata (género musical que va ganando terreno al clásico merengue), nuestra embarcación se detiene a 400 metros de la costa. Estamos en el banco de arena más grande de la zona, una piscina natural de poco más de un metro de profundidad, en la que habitan muchas especies marinas como las estrellas de mar.

Regresamos al barco y Manuel nos recibe con una bandeja de canapés y unos chupitos. Este domicano, de tez mulata y barriguita de bon vivant, es, sin duda, el alma de la tripulación. Una de sus frases favoritas: “Venga, señorita, que siempre es buen momento para tomar un roncito”. El turismo es su vida y disfruta como un enano entreteniendo a los turistas. Y aunque su día a día es una rutina sin apenas sorpresas (agasajar a los visitantes, entretenerles enseñándoles a mover los pies al son del merengue, servir el marisco a la hora de la comida, etc.), no lo cambiaría por nada. De hecho, un amigo de Higüey le ha ofrecido el triple de su sueldo actual por estar al frente de su tienda de souvenirs. Pero “de eso nada, aquí vivo como un rey, me río mucho con los turistas y no soportaría estar encerrado en una tienda todo el día. Esto es el Caribe y hay que disfrutarlo mientras el cuerpo aguante”.

Mientras charlamos con él, notamos que el barco se para de nuevo. En un abrir y cerrar de ojos, la cubierta del catamarán se ha llenado de gafas de buceo, aletas y snorkels. Por fin vamos a descubrir la riqueza de los fondos marinos de la zona, una fauna y una flora marina que discurre entre magníficos arrecifes de coral.

La primera en volver al barco es Maite, una guapísima valenciana de 21 años que conocimos en el avión. Su cara tiene la misma expresión que la del resto del grupo. Radiante. Feliz. Como para la mayoría, esta es la primera vez que practica el buceo de superficie y sencillamente está alucinada. “Aunque me ha dicho que hay enclaves mejores que éste para ver peces tropicales y corales, para mí ha sido increíble. Al principio me daba mucho miedo por si rozaba algún coral pero luego me he relajado y ha sido fantástico».

Isla Saona

De repente, la música ambiental cesa y todo el grupo vuelve su mirada al horizonte para atisbar los primeros trazos de Isla Saona. La estampa es soberbia y nos deja sin habla: un entramado de palmeras que se retuercen formando un tupido bosque de cocoteros a los pies de kilométricas playas solitarias de finísima arena blanca. El color del agua recorre todas las posibilidades del azul, aquí más claro, allá más turquesa…

Panorámica Isla Saona

Palmeras en Isla Saona Isla Saona Agua de coco. Isla Saona

Aprovechando el silencio reinante, el capitán del catamarán da un golpe de efecto y nos empieza a relatar la llegada de Cristóbal Colón a esta tierra. Fue el 14 de septiembre del 1494, durante su segundo viaje, y la nombró Bella Savonesa en honor al savonés Michele da Cuneo, el primero en darse cuenta que se trataba de una isla independiente de la entonces ya nombrada La Española. Para los indígenas taínos, acostumbrados a llamarla Adamanay, el nuevo nombre resultaba muy difícil de pronunciar por lo que con el tiempo pasó a denominarse definitivamente Isla Saona.

También nos cuenta cómo el famoso cacique Cotubanamá, orgulloso jefe indígena de esta región, se refugió sin éxito en una de las numerosas cuevas de esta isla huyendo del las matanzas protagonizadas por los conquistadores españoles.

Así, entre pinceladas históricas que no hacen sino aumentar la emoción del momento, arribamos a la isla de mayor extensión del país. Estamos dentro del Parque Nacional del Este dispuestos a descubrir por qué ha sido elegida una de las Ocho Islas de Ensueño del Caribe por la prestigiosa revista Caribbean Travel & Life Magazine.

Gracias a un guiño del azar, la inmensa playa que discurre bajo nuestros pies está vacía, a excepción de un par de lugareños que nos ofrecen agua de coco. Instintivamente, el grupo se disuelve para colonizar un pedazo de arena blanca como el azúcar y disfrutar en solitario del espectacular entorno que nos rodea.

Más tarde, tras degustar una buena comida y sintiéndonos ya parte del paisaje, recorremos el poblado de Mano Juan, una pintoresca localidad de pescadores acostumbrados a ver interrumpida su tranquila vida con la llegada de los turistas.

Con la puesta de sol, llega el momento de regresar a nuestra embarcación. Atrás queda una larga jornada llena de experiencias inolvidables, de imágenes paradisíacas que conservaremos en nuestras retinas porque hemos comprobado que el paraíso en la tierra existe y se llama Isla Saona. ¿Valió la pena? Definitivamente, sí.