Mercado de La Boquería: historia, aromas y sabores

Mercado de La Boquería: historia, aromas y sabores

Como ya apunté en mi anterior entrada sobre La Rambla, el Mercado de La Boquería es una visita obligada para todo aquel que recala en la Ciudad Condal. Por muchas razones. Porque su historia va ligada íntimamente a la propia historia de la ciudad, porque está considerado uno de los mejores mercados del mundo y, sobre todo, porque perderse entre sus pasillos es una de las mejores formas de tomarle el pulso a una ciudad como Barcelona.

Mercado de La Boquería. Barcelona

Y es que aunque la excelente calidad y variedad de productos que aquí se pueden encontrar es la baza más importante de este mercado, La Boquería no sería un lugar tan especial sin las gentes que lo pueblan. Tenderos de tercera y cuarta generación con años de experiencia a sus espaldas, reputados chefs en busca de productos únicos -como dice el dicho popular, lo que no se encuentra en La Boquería, no existe-, gourmets a la caza de exquisiteces solo aptas para algunos bolsillos, turistas que disparan sus cámaras de forma compulsiva, vecinos del barrio que van a hacer la compra de la semana y barceloneses que no resisten la tentación de entrar a echar un vistazo y que siempre acaban comprando algo por el puro placer de decir al llegar a casa «esto lo he comprado en La Boquería».

Paradas de La Boquería. Barcelona

La presentación de las paradas atrae todas las miradas

La historia del primero de los mercados municipales que tuvo Barcelona se pierde en la noche de los tiempos ya que desde 1217 está documentada la presencia de vendedores de carne en las puertas amuralladas de la antigua Barcelona. Tras muchas idas y venidas, el mercado, tal y como lo conocemos hoy en día, fue inaugurado en 1840 en el solar que ocupaba el antiguo convento de Sant Josep de los carmelitas descalzos. De ahí que a este mercado también se le conozca como Mercado de Sant Josep. En un principio iba a ser una gran plaza con soportales a imagen y semejanza de la Plaça Reial pero finalmente el arquitecto Josep Mas i Vila decidió edificar un mercado cubierto por una estructura de hierro. Desde entonces, el mercado ha pasado por varias ampliaciones y remodelaciones entre las que destaca el precioso arco de marcado estilo modernista que preside la entrada principal del mercado desde 1913.

Vista lateral de La Boquería. Barcelona

En cuanto la rebases, todos tus sentidos se dispararán de inmediato ante el despliegue de aromas, colores y sabores que desprenden los más de 300 puestos que lo conforman. Un laberinto gastronómico que te recomiendo recorrer sin prisas para no perderte ningún detalle. Fíjate en la magnífica estructura de hierro que lo cubre, en la exquisita presentación de sus paradas, en el río de vida que transcurre a tu alrededor. No cometas el error de quedarte solo al principio en los puestos que venden bandejas de fruta listas para tomar a un euro o zumos de mil sabores. Intérnate en sus entrañas para disfrutar del bullicio que reina en la pescaderías que ocupan la zona central del mercado y recorre sin rumbo fijo sus once pasillos. A tu paso encontrarás carnicerías, fruterías, paradas de salazones, de olivas y conservas, legumbres, huevos, dulces y, según la época del año en el que lo visites, la más extensa variedad de setas que puedas imaginar. Incluso hay una tienda de souvenirs por si quieres llevarte un recuerdo de tu paso por La Boquería.

Una de las muchas pescaderías de La Boquería

Charcutería de La Boquería. Barcelona Bandejas de fruta y zumos listos para tomar. La Boquería

Chocolates y frutos secos. La Boquería

Piruletas. La Boquería

Souvenirs La Boqueria. Barcelona

Otra de mis recomendaciones es que te quedes a comer en el mercado. Además del clásico Bar Pinotxo del que ya hablé en mi anterior entrada, tienes muchas más opciones para hacer un alto en el camino y reponer fuerzas como el Quim de la Boqueria, el Bar Central o el Quiosc Modern. Sentado en cualquiera de sus taburetes podrás llevarte a la boca un trocito de este templo de la gastronomía y tu experiencia en La Boquería tendrá el broche de oro que se merece.

Bar Quiosc Modern. La Boqueria.

Aviso para navegantes: si quieres conocer a fondo la historia y los secretos de La Boquería, debes saber que todos los sábados de 10:00 a 11:30 se realizan visitas guiadas por el mercado que finalizan con una degustación de productos típicos. Su precio: 10€ por persona

Dirección: La Rambla, 89 bis – Plaça de la Boqueria

Cómo llegar: Metro L3, parada Liceu. Bus 14, 59 y 91.

Web: www.boqueria.info

Horario: De lunes a sábado, de 8 a 20.30h.

Rincones de Barcelona: La Rambla

Rincones de Barcelona: La Rambla

La Rambla de Barcelona es una de esas novias que toda ciudad querría tener. Elegante y distinguida por momentos, con muchas historias que contar, divertida y un poco canalla. Y con cientos de pretendientes que la cortejan a diario: hordas de turistas que la convierten en una auténtica Torre de Babel, vecinos que la disfrutan y la sufren, y barceloneses que siempre encuentran un momento para ramblear. Porque eso sí, toma nota, La Rambla no se recorre, se ramblea.

La Rambla. Barcelona

Este mítico paseo barcelonés, de poco más de un kilómetro de extensión, discurre desde la Plaça de Catalunya hasta el monumento a Colón, antesala del puerto. La Rambla, también conocida como las Ramblas, está dividida en cinco tramos: Rambla de Canaletes, Rambla dels Estudis, Rambla de les Flors, Rambla dels Caputxins y Rambla de Santa Mònica. Personalmente yo tengo un sexto tramo que no responde a las barreras geográficas de los anteriores sino a mis recuerdos. Es mí Rambla. La calle que me ha visto crecer. De pequeñita, dándole de comer a las palomas en la Plaça de Catalunya o permaneciendo todo lo quieta que puede estar una niña de siete años sentada en una silla mientras le hacen un retrato a carboncillo. Con los 20, llegó el momento de exprimir las noches de mi ciudad en algunos locales de la Plaça Reial como el Karma, el Sidecar o el Glaciar. Noches golfas y despreocupadas que siempre empezaban y acababan en La Rambla. Otro vínculo que me une a esta avenida es el Gran Teatre del Liceu ya que tuve el privilegio de asistir a numerosos ensayos generales porque mi cuñado formó parte de su orquesta y cada vez que podía me conseguía unas entradas. Y así llegamos hasta mi presente, el de una barcelonesa afincada en Madrid que cada vez que regresa a casa busca un hueco para pisar de nuevo sus baldosas.

Puesto de flores en La Rambla. Barcelona

La Rambla que conocemos hoy en día era hasta el siglo XVIII una riera que discurría junto a un camino bordeado por conventos y murallas. Una vez derribadas las murallas, la riera se fue urbanizando hasta dar forma al paseo más transitado de Barcelona.

Si empezamos a ramblear desde la Plaça de Catalunya en dirección al mar, el primer tramo que nos recibe es la Rambla de Canaletes. Aquí se encuentra la famosa fuente de Canaletes, parada obligatoria para cumplir con la tradición ya que, según cuenta la leyenda, quien bebe agua de esta fuente siempre vuelve a Barcelona. Si quieres hacerte una foto, ármate de paciencia porque lo más probable es que te toque hacer cola para inmortalizarte junto a ella. Que no te extrañe, estás ante uno de los símbolos más famosos de la ciudad. ¿Por qué los culés celebramos aquí los triunfos del Barcelona? Pues porque justo delante de esta fuente estaba situada en los años 30 la redacción de La Rambla, un periódico deportivo que colgaba una pizarra en su puerta con los resultados de cada jornada. Los aficionados de aquellos años empezaron a reunirse allí para comentar los partidos y el resto ya es historia. De la misma quinta es el Boadas Cocktails, una de las coctelerías más antiguas de Barcelona que nos invita a viajar en el tiempo con una copa en la mano. La encontrarás en la esquina con la calle Tallers.

Beber en la Fuente de Canaletes es toda una tradición. Barcelona

A partir de la calle del Bonsuccés entramos en la Rambla del Estudis (Rambla de los Estudios) denominada así porque aquí estaba ubicada a mediados del siglo XV una de las primeras universidades que tuvo Barcelona. Muchos barceloneses aún la llaman la Rambla dels ocells (Rambla de los pájaros) porque tradicionalmente aquí se podían comprar pájaros y otros animales domésticos. Ahora, las viejas pajarerías ya son un recuerdo del pasado y se han ido transformando en puestos de dulces y productos artesanos. Aquitectónicamente hablando, lo más interesante de esta parte de La Rambla es el antiguo edificio de la Real Academia de Ciencias y Artes -cuyo reloj marca la hora oficial de la ciudad y en cuyos bajos está el Teatro Poliorama-, la iglesia de Betlem, magnífico ejemplo del gótico catalán, y un poco más abajo, en el lado izquierdo, el señorial Palacio Moja o Palacio del Marqués de Comillas de estilo neoclásico.

Teatro Poliorama. Barcelona

Detalle Iglesia de Betlem. Barcelona

Nada más pasar la calle del Carme, el intenso olor a flores frescas te indica que has entrado en uno de los tramos con más encanto de esta avenida: la Rambla de les Flors (Rambla de las flores), el único lugar de Barcelona donde se vendían flores durante el siglo XIX. Junto a las floristerías y de hecho a lo largo de toda La Rambla, verás numerosos quioscos de prensa en los que, lamentablemente, se venden más souvernirs y camisetas del Barça que periódicos y revistas. No dejes de visitar el Palau de la Virreina, una joya del barroco civil que funciona como Centro de la Imagen y que programa interesantes exposiciones. Un poco más abajo está el Mercado de Sant Josep, más conocido como La Boquería, que merece por sí solo una futura entrada. Como anticipo, te contaré que es el mercado más popular de Barcelona. Una explosión de olores, colores y sabores que tendrás que ir descubriendo sorteando la marea de turistas que fisgonea entre sus puestos. Si te apetece hacer un alto en el camino en un ambiente informal, te recomiendo el Bar Pinotxo, toda una institución en este mercado. Siempre está a tope y conseguir un taburete junto a la barra no te será fácil. Sus tapas, bocadillos, tortillas y guisos caseros son excelentes.

Palau de la Virreina. Barcelona

Vendedor de flores en La Rambla. Barcelona

Mercado de la Boquería. Barcelona

Puesto de frutas en el Mercado de la Boquería. Barcelona

A continuación, siguiendo nuestro descenso hacia el mar, nos adentramos en la Rambla dels Caputxins (Rambla de los Capuchinos) que empieza en el denominado Pla de la Boquería. Es muy fácil de identificar si te fijas en el pavimento: un mosaico circular realizado por Joan Miró en 1976. A tu izquierda está uno de los edificios más singulares y hermosos de La Rambla, la Casa Bruno Cuadros. Una antigua tienda de paraguas que destaca por la originalidad de sus fachadas en las que se mezclan abanicos, sombrillas y detalles orientales.

Detalle Casa Bruno Cuadros. La Rambla, Barcelona

Cierra los ojos e imagina por un momento este tramo de La Rambla en blanco y negro. Estás en el siglo XIX. Son noches de ópera, conciertos y ballet en el Gran Teatre del Liceu. La burguesía catalana luce sus mejores galas camino del teatro, no sin antes dejarse ver por el encantador Café de la Ópera, situado justo enfrente del Liceu. Tras este histórico ejercicio de imaginación, vuelve a abrir los ojos, sitúate en el presente y disfruta de la soberbia fachada de uno de los templos de la lírica más importantes del mundo.

Gran Teatre del Liceu. Barcelona

Café de la Ópera. La Rambla,  Barcelona

Un poco más abajo, a tu izquierda, encontrarás la Plaça Reial. Este espacio, antaño ocupado por un convento de los capuchinos, es uno de mis rincones favoritos de Barcelona. Por su fisonomía, sus locales nocturnos, sus restaurantes -puestos a sugerirte un par me quedaría con La Crema Canela y Les Quinze nits-,  y por el placer que supone ver la vida pasar tomándote algo en sus terrazas. Eso sí, tanto aquí como en toda La Rambla, ten cuidado con los carteristas. Nada de mochilas a la espalda ni bolsos descuidados.

Plaça Reial. Barcelona

De vuelta a la Rambla, a la altura de la Plaça del Teatre, empieza la Rambla de Santa Mònica. Aquí es donde se sitúan los pintores y caricaturistas y donde han ido a parar las estatuas humanas que hasta no hace mucho salpicaban cualquier espacio libre que quedaba en La Rambla. Cosas de las ordenanzas municipales… En sus laterales se encuentran ubicados el Centro de Arte Santa Mònica, el Museo Marítimo y el Museo de Cera. Más que visitar el Museo de Cera (realmente no vale mucho la pena), si quieres descubrir un bar-cafetería original donde los haya, te sugiero que entres en El bosc de les fades (El bosque de las hadas). Está al lado del museo y merece la pena ir aunque sólo sea por ver cómo está decorado. Suele estar muy lleno y las consumiciones pican un poco (Passatge de la Banca, 5).

Caricaturistas en La Rambla. Barcelona

Pintores frente al Teatro Principal de La Rambla. Barcelona

Pintor de La Rambla. Barcelona

Estatua humana en La Rambla de Santa Mònica. Barcelona

Estatua humana en La Rambla. Barcelona

El final de La Rambla, por donde danzaba La negra flor de Radio Futura, lo encontramos en el monumento a Colón, construido en 1886 y que conmemora la vuelta de su primer viaje a América. Lamentablemente, el ascensor interior que recorría los 60 metros de altura de su columna de hierro hasta llegar al mirador está cerrado por el momento y sin fecha de reapertura. Si te animas a seguir caminando, tras cruzar el paseo de Colón, una pasarela de madera sobre las aguas del puerto, conocida como la Rambla del Mar, te conducirá hasta el Moll d’ Espanya donde se encuentra el centro comercial Maremagnum. Como alternativa al shopping, siéntate en uno de sus bancos, relájate frente al mar y disfruta de las vistas.

Detalle del Monumento a Colón. Barcelona

Rambla del Mar. Barcelona

Y hasta aquí este recorrido por mi pasado y por el presente de esta avenida única. ¿Envejece bien La Rambla? Hay opiniones para todos los gustos. Yo creo que sí porque aunque es verdad que muchos de los comercios de toda la vida están desapareciendo en favor de tiendas de souvenirs horteras y que esquivar el gentío puede resultar agotador, su esencia, la que enamoró e inspiró a personajes como Hemingway, Vázquez Montalbán, Miró o Serrat, sigue viva. Solo tienes que abrir bien los ojos para sentirla.

Cómo llegar a La Rambla:

En metro: A lo largo de La Rambla hay tres paradas de metro de la línea 3: Catalunya (al principio y por donde también pasa la línea 1), Liceu (en la mitad del paseo) y Drassanes en el extremo sur.

En autobús: Líneas 14, 59 y 91. Autobuses nocturnos: N9, N12 y N15.

 

 

 

Postales de Malasaña: Manuela, la movida, arte urbano y cupcakes

Postales de Malasaña: Manuela, la movida, arte urbano y cupcakes

Un de los lugares por los que suelo perderme muy a menudo desde que vivo en Madrid es Malasaña. Me encanta este barrio y acudo a él cuando quiero desconectar del ritmo frenético de la capital. Si tuviera que definirlo diría que es como una enorme matrioska que tienes que ir desmontando para descubrir cada una de las piezas que la componen y que juntas dan forma a una de las zonas más atractivas y vitalistas de la capital. Un barrio que va mudando su cara en función de las horas del día y que se reinventa a sí mismo con el paso de los años.

Qué ver en Malasaña

Geográficamente hablando, este céntrico barrio, también llamado Maravillas, está situado entre las calles Carranza, Gran Vía, Fuencarral y San Bernardo. Debe su nombre a Manuela Malasaña, una joven costurera que murió asesinada por las tropas napoleónicas durante las revueltas de 1808 muy cerca de la Plaza del Dos de Mayo. Esta plaza, siempre concurrida y animada, es el corazón de Malasaña. El eje que estructura un barrio que no está en los circuitos clásicos de qué ver en Madrid en dos días pero que esconde muchos rincones y sorpresas que cualquier mente inquieta desearía conocer.

Monumento a Daoíz y Velarde. Plaza del 2 de Mayo. Malasaña

Aunque cualquier momento es bueno para callejear por Malasaña, a mi me gusta especialmente ir los sábados por la mañana, cuando los ecos de la noche anterior se diluyen entre los comercios que abren sus puertas y el barrio se llena de luz y color. Cuando lo visité por primera vez lo que más me llamó la atención fue descubrir cómo Malasaña conjuga en un puñado de calles lo mejor de su pasado con nuevas propuestas que te invitan a volver. Como el recién inaugurado bar-museo Madrid Me Mata, dedicado a la ‘movida madrileña’ (Corredera Alta de San Pablo, 31), o la Fábrica Maravillas, la primera micro fábrica de cerveza artesanal del barrio (Valverde, 29).

Mercadillo de coleccionismo y antigüedades. Plaza 2 de Mayo. Malasaña

Calle Velarde. Malasaña

Junto a estos nuevos locales sobreviven establecimientos de toda la vida como la farmacia Juanse, en la confluencia de las calles San Andrés y San Vicente Ferrer, que conserva en su fachada los mismos azulejos que cuando abrió en 1892. Reclamos publicitarios de una época en la que se recomendaba utilizar el perborato de sosa para el dolor de muelas y su jarabe balsámico para combatir la bronquitis. O la Antigua Casa Crespo, una centenaria alpargatería que sigue en pie ajena a las modas en el nº 29 de la calle del Divino Pastor.

Azulejos de la farmacia Juanse. Malasaña

Antigua Casa Crespo. Malasaña

Hablando de tiendas, en los últimos tiempos Malasaña se ha convertido en la meca del vintage con originales y personalísimas boutiques por las que desfilan los amantes de lo retro en busca de piezas únicas. Pero los escaparates del barrio no acaban aquí. También hay hueco para librerías que funcionan como espacios culturales como Arrebato Libros (La Palma, 21) o Cervantes y Cía (Manuela Malasaña, 23), tiendas de cómics, estudios de tatuaje y floristerías. Y arte urbano allá donde mires. En las persianas de los comercios, en las fachadas, en los portales… Murales y grafittis que conquistan el espacio callejero creando un gran galería de arte urbano al aire libre que llena el barrio de color y vida.

Cervantes y Compañía Libros. Malasaña

The Cómic Co. Malasaña

True Love Tattoo. Malasaña

Plaza de Juan Pujol. Malasaña

Sala Taboó. Malasaña

Otro de los puntos fuertes de Malasaña es su oferta gastronómica. Hay opciones para todos los gustos y bolsillos. Una pequeña selección: de lo más tradicional Casa Julio (Madera, 37) o Casa Fidel (Escorial, 6), para tomar un brunch Nina Madrid (Manuela Malasaña, 10), para el aperitivo, además de las terrazas de la Plaza del Dos de Mayo, dos clásicos que siempre están llenos hasta la bandera Casa Camacho (San Andrés, 4) y La Ardosa (Colón, 13), para desayunar o tomar un café en cualquier momento del día el encantador Lolina Vintage Café (Del Espíritu Santo, 9) y para los más golosos la pastelería y tienda americana Happy Day Bakery con deliciosos cupcakes, bagels y muffins (Del Espíritu Santo, 11). La lista sería interminable…

Lolina Vintage Café. Malasaña

Happy Day Bakery. Malasaña

Cuando el día llega a su fin, Malasaña cambia de cara y se convierte en uno de los barrios más canallas y rebeldes de Madrid con pequeños locales en los que se exprime la noche a ritmo de rock, pop, indie y punk. Aunque ha llovido mucho desde entonces, aún es posible seguirle la pista a la época que centró en este barrio todas las miradas: los 80. Y es que el que fuera el cuartel general de ‘la movida‘ aún conserva locales míticos que nos transportan a aquellos años como La Vía Láctea (Velarde, 18) o el Penta (La Palma, 4), el que fuera el bar favorito de Antonio Vega y al que le dedicó una de las estrofas de La chica de ayer.

El Penta. Malasaña. Madrid

Perito Moreno: el día en que me enamoré de un glaciar

Perito Moreno: el día en que me enamoré de un glaciar

Hoy quiero compartir contigo uno de los momentos que más me han impactado en mi humilde currículum viajero: el día que pude posar mis ojos frente al Glaciar Perito Moreno. Fue hace ya algunos años, en un viaje de prensa que me permitió conocer una pequeña parte de ese fantástico país que es Argentina. Apenas fueron un puñado de pinceladas, cierto, pero suficientes como para querer regresar algún día.

De entrada nos ofrecieron la mejor de las bienvenidas: un recorrido por Buenos Aires para conocer algunos de sus barrios más emblemáticos como La Boca, San Telmo, Monserrat… Aún recuerdo el exquisito sabor del bife de chorizo del asador criollo La Estancia y la magia del los tangos que puede presenciar en La esquina de Carlos Gardel. Tras esta breve pero muy intensa toma de contacto con la capital porteña, volamos hasta Ushuaia para visitar el Parque Nacional Tierra del Fuego. Nuestro viaje por tierras argentinas finalizó en El Calafate, la población más cercana al Parque Nacional Los Glaciares.

El Calafate. Argentina

Dada su ubicación, El Calafate, también conocido como la Capital Nacional de los Glaciares, es uno de los enclaves turísticos más importantes de la provincia de Santa Cruz. Nada más poner los pies en esta ciudad te das cuenta de que todo gira en torno al Parque Nacional y al más impresionante de sus glaciares: el Perito Moreno. Solo hay que ver la cantidad de agencias de viaje que hay por metro cuadrado que ofrecen todo tipo de excursiones al gigante de hielo.

Recorrer los 80 kilómetros que separan El Calafate del Perito Moreno en autocar no hace sino aumentar la expectación de lo que está por llegar. Los primeros 40 km discurren por la estepa patagónica, un paisaje árido de grandes llanuras que cambia de forma radical cuando te aproximas al Parque Nacional Los Glaciares y la estepa da paso al bosque andino patagónico. En un momento dado, nuestro guía nos advierte por megafonía: llegamos a la famosa Curva de los Suspiros. El autocar se detiene y vemos por primera vez a lo lejos la sobrecogedora estampa del Perito Moreno abriéndose paso entre las montañas hasta llegar al Lago Argentino. Da igual las veces que lo hayas visto por la tele o en fotos, da igual la cantidad de artículos que hayas leído sobre este glaciar. Nada es comparable a tenerlo frente a ti. No sabes si el frío que recorre tu cuerpo es por la emoción o porque realmente ya lo tienes muy cerca.

El Perito Moreno desde la Curva de los Suspiros. Argentina

Recuerdo que los seis kilómetros que faltaban para llegar a la zona de las pasarelas que están frente al glaciar se me hicieron eternos. Parecía que nunca íbamos a llegar y yo me moría por bajar del autocar y empezar a contemplarlo desde todos los ángulos posibles.

Tramo de las pasarelas del Perito Moreno. Argentina

El descenso por la red de pasarelas de madera es sencillamente increíble. A cada paso tienes una nueva panorámica que supera la anterior y que te deja sin aliento. Pero es cuando llegas al balcón inferior y lo tienes casi al alcance de la mano cuando realmente puedes tomarle el pulso a esta maravilla de la naturaleza. No solo te das cuenta de sus dimensiones -su frente es de 5 km de ancho y sobrepasa los 60 metros de altura en su punto más alto-, además puedes sentir que está vivo, que respira. Y cuando menos te lo esperas, la pared de hielo azul sucumbe a la presión y te regala un pequeño desprendimiento que cae al lago. Es un momento mágico, hipnótico, único, imposible de describir. Hay que estar allí para vivirlo. Apoyada en la barandilla como yo, en silencio, y sintiéndote pequeña, muy pequeña.

El Glaciar Perito Moreno. Argentina

Un tramo de las pasarelas. Perito Moreno, Argentina.

Perito Moreno. Argentina

Pequeño desprendimiento del Perito Moreno. Argentina

Tras contemplarlo desde tierra firme, embarcamos en un catamarán para navegar por el Lago Argentino hasta llegar al extremo sur del Canal de los Témpanos. La perspectiva es totalmente diferente y de nuevo impactante. La embarcación se acerca bastante a las paredes del glaciar y puedes ver sus grietas, sus caprichosas aristas, los tonos blancos y azules del hielo… Y otra vez vuelves a sentirte pequeña, muy pequeña, ante tanta belleza.

Catamarán en frente del Perito Moreno. Argentina

El Perito Moreno desde el catamarán. Argentina

Esquiar en Cataluña: nuevos forfaits ATOTANEU 6.0 y 5.0

Esquiar en Cataluña: nuevos forfaits ATOTANEU 6.0 y 5.0

Si tienes pensado esquiar en Cataluña este invierno, te interesará saber que las estaciones gestionadas por el Grupo FGC (Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya) han lanzado dos nuevos forfaits de temporada que triplican la cantidad de kilómetros esquiables sin tener que pagar más. Con la compra de estos forfaits tendrás acceso, además, a numerosos descuentos y promociones en alojamientos, restaurantes, museos, tiendas, clases de esquí, etc.

  • ATOTANEU 6.0 Este nuevo abono permite esquiar en las estaciones de La Molina, Vall de Núria, Espot, Port Ainé, Vallter 2000 y Tavascan a un precio único. El precio de este forfait de temporada para adultos es de 530 o 610 euros, dependiendo de si se compra antes o después del 25 de noviembre. Para los niños es de 405 o 465.
  • ATOTANEU 5.0 Una opción más económica que engloba las estaciones de Vall de Núria, Espot, Port Ainé, Vallter 2000 y Tavascan. Igual que ocurre con el Atotaneu 6.0, su precio varía si se compra antes o después del 25 de este mes. Adultos: 360 o 450 euros. Este abono incluye un descuento del 50% en el forfait de día de La Molina.

París con padres (en este caso los míos)

París con padres (en este caso los míos)

París con niños, París para románticos, el París más bohemio, cafés de París… La blogosfera está llena de tantas entradas sobre la ciudad de la luz que se diría que ya está todo contado. Yo te propongo un nuevo enfoque. Cómo preparar un viaje a París cuando viajas con personas mayores. O lo que es lo mismo, cómo diseñé nuestra estancia en la capital francesa para que la delicada salud de mi madre no nos impidiera cumplir el sueño de mi padre: conocer París.

Estación de Metro Saint-Michel. París

Vuelo a París

El vuelo no suponía ningún problema. Volamos con Air Europa y, salvo un pequeño retraso en la ida, todo perfecto. Aterrizamos en el aeropuerto de Orly y desde allí cogimos un taxi hasta el que fue nuestro barrio por unos días: Saint-Germain-des-Près. Precio del trayecto 42€ (no era hora punta y el tráfico iba bastante bien). La cara de felicidad de mis padres al ver la Torre Eiffel a lo lejos por las ventanillas: no tiene precio.

Alojamiento en París

Desde el primer momento tuve muy claro que debía buscar un aparthotel. Quería un sitio agradable en el que pudiéramos descansar y tener la posibilidad de comer o cenar allí cuando no nos apeteciera salir. Tras rastrear la Red a fondo, di con los Citadines Apart’hotels, una cadena internacional que solo en París tiene 16 residencias. Al final me decanté por el Citadines Prestige Saint-Germain-des-Prés porque, a pesar de no ser la opción más económica, reunía todo lo que andaba buscando: una ubicación inmejorable a orillas del Sena y muy cerquita de la Île de la Cité, bien comunicado y en un barrio cómodo para pasear y lleno de atractivos.

Nuestro apartamento, moderno y funcional, estuvo a la altura de nuestras expectativas y del precio que pagamos por él. Un total de 1,610€ por 5 noches, tasa de estancia incluida. Dormitorio con cama de matrimonio, sofá cama en el salón, cocina bien equipada, conexión a Internet gratis vía cable y wifi, plancha, servicio de limpieza diario… Otra de las cosas que me gustaron de este aparthotel, además del trato recibido, es que en el lobby tienen varios ordenadores de uso gratuito y una máquina de café a disposición de los clientes. Pequeños detalles que marcan la diferencia.

El salón de nuestro apartamento en París

El dormitorio de nuestro apartamento en París

Transporte en París

Movernos por París era lo que más me preocupaba. Utilizar la red de metro e ir localizando las estaciones con ascensor para evitar que mi madre tuviera que subir escaleras se me antojaba una tarea no imposible pero sí agotadora. Encontré la solución con Paris L’Opentour, una de las muchas compañías de autobuses turísticos que operan en la ciudad. Escogí esta y no otra porque a pocos metros de nuestro aparthotel teníamos tres paradas de las rutas Paris Grand Tour, Montparnasse-Saint Germain y Bastille-Bercy. Más cómodo, imposible. Para conectar con la cuarta ruta (Montmartre-Grands Boulevards) cambiábamos de autobús en la Place de la Madeleine.

Además, buceando por la web de la tienda online de Atout France descubrí que hay un pase combinado que engloba el bus turístico y las 8 escalas que el Batobus realiza por el Sena (Paris à la carte: Bono Opentour 3 días + Batobus 46€ por persona). Perfecto para nosotros. Yo los compré en las oficinas de Atout France de Madrid de la calle Serrano, 16. Si los compras online, debes saber que este tipo de entrada se envía por correo electrónico sin ningún cargo de expedición.

Opera Nacional de París Palais Garnier L'Opentour. París

Torre Montparnasse

Desde Montmartre, desde la Torre Eiffel, subiendo al Arco del Triunfo, desde la última planta de las Galerías Lafayette… Todo el que ha estado en París sabe que hay muchísimas opciones para disfrutar de su espectacular skyline.

De todas ellas, la que más ilusión nos hacía era subir a la Torre Eiffel pero pronto descartamos esta idea por las colas, las aglomeraciones y, sobre todo, por el vértigo que sufre mi madre. Nuestra alternativa para contemplar París a vista de pájaro fue la Torre Montparnasse, la segunda torre más al alta de la ciudad. Gran elección. Una de las paradas de L’Opentour nos dejó muy cerca y no hicimos nada de cola para subir al ascensor que en 38 segundos -dicen que es el más rápido de Europa- nos llevó hasta la planta 56. Una vez allí las vistas son impresionantes. A 196 metros de altura, París se transforma en una inmensa maqueta que puedes ir descubriendo a través de sus grandes cristaleras. La Torre Eiffel, los Inválidos, el Louvre, el Sacré-Coeur, el cementerio de Montparnasse, Notre-Dame…

Vista de la Torre Montparnasse desde los Jardines de Luxemburgo. París

Panorámica de París desde la Torre Montparnasse

Aquí puedes comprar las entradas para la Torre Montparnasse donde os esperan unas vistas impresionantes vistas de la ciudad a 200 metros de altitud. Esta torre es accesible para personas con movilidad reducida hasta el piso 56. Desde este piso, solamente se puede subir al piso 59 por las escaleras (3 pisos andando).

Crucero por el Sena

El paseo en barco por el Sena a bordo del Batobús fue uno de los momentos más mágicos de nuestro viaje. Hicimos el recorrido completo de un tirón porque para llegar a la mayoría de las paradas hay que bajar largos tramos de escaleras. Al contrario que en el bus turístico no hay servicio de auriculares y los asientos no son muy cómodos que digamos, pero estos pequeños inconvenientes se diluyen en cuanto zarpas y empiezas a ver París desde la perspectiva del río. Si tuviera que quedarme con una imagen, elegiría sin duda la llegada al Puente Alejandro III. Si ya me fascinó en tierra con sus farolas, ninfas y querubines, su imponente estampa desde el Sena acabó de enamorarme.

Batobús. París

MÁS CRUCEROS POR EL SENA:

Crucero por el Sena con cena gourmet: admirar los monumentos de París iluminados disfrutando de una cena de lujo a bordo de un barco panorámico es lo que define una escapada perfecta. El paseo en barco tiene una duración de dos horas -de 21:15 a 23:30-, y se realiza al anochecer.

Torre Eiffel + Crucero por el Sena: navegar por el Sena disfrutando de las vistas de París y subir al mirador de la Torre Eiffel, son dos experiencias imprescindibles. Además, sin colas y con audioguía en español.

Tour por París, paseo en barco y Torre Eiffel: esta excursión es perfecta para descubrir París desde todos los puntos de vista. Incluye un tour en bus, un crucero de una hora por el Sena y la entrada sin colas a la Torre Eiffel.

Notre-Dame desde el batobus. París

La Torre Eiffel desde el batobus. París

Paris la Nuit

Como despedida, la última noche hicimos un circuito nocturno en autobús por las calles de la ciudad. Para ser sincera, como no sabía cómo iba a responder mi madre con tanto ajetreo, no lo reservé con antelación por lo que me tocó rastrear por Internet todas las compañías que ofrecían este servicio. Imposible. No había plazas. Ya estábamos totalmente resignados cuando al salir a dar una vuelta por el barrio nos percatamos de que teníamos al lado una agencia de excursiones. Entré aguantando la respiración hasta que la chica del mostrador, en un español más que aceptable, me dijo que sí  había plazas y que nos abrigáramos bien porque se esperaba una noche bastante fría y el autobús era descubierto. Tendrías que haberme visto cuando salí de la agencia con los billetes en la mano: parecía que me había tocado la lotería. ¿Qué te puedo contar del recorrido? Pues que si Paris de día es precioso, de noche, con los juegos de luces iluminando sus principales monumentos, es sencillamente espectacular y te deja sin palabras.

Arco de Triunfo. París

Si no quieres que te pase como a mí, te recomiendo que reserves un tour nocturno por París con anterioridad.

Moulin Rouge. París

El día a día en París

Con lo que ya te he contado hasta ahora podrás imaginar cómo fue nuestro día a día en París. Por la mañana desayunábamos en el aparthotel tranquilamente, si tocaba nos acercábamos a comprar al Carrefour que teníamos a un par de calles, y directos al bus turístico. Nunca he explotado tanto un servicio como éste. Hicimos las cuatro rutas completas e incluso repetimos para bajar en paradas imprescindibles como Trocadéro, la Torre Eiffel, la Place des Vosges o el Louvre.

Por las tardes, paseábamos por Saint-Germain-des-Près, nos tomábamos un café en el barrio Latino o nos sentábamos en un banco a contemplar la puesta de sol sobre Notre-Dame. Una de esas tardes, mi madre decidió quedarse en el apartohel porque se encontraba bastante cansada y nos animó a ir por libre. Yo tenía claro dónde quería ir: a Montmartre. Con ella hubiera sido imposible por lo empinado de las calles pero con mi padre, mucho más en forma que la que escribe, quien acabó literalmente agotada fui yo. Fuimos hasta la parada de Pigalle en metro y desde allí a la Place des Abbesses, al Sacré-Coeur, a la Place du Tertre, al Moulin de la Galette… Mi padre se compró una camiseta con el cartel del Chat Noir de Steinlen y yo, lo confieso, unas tazas para el desayuno.

Sacré-Coeur. París

Y hasta aquí las claves de cómo planifiqué este viaje a París con mis padres. Ellos quedaron encantados con la experiencia pero no tanto como yo. El dvd con el montaje de las fotos que les hice tras el viaje está en un lugar preferente de su comedor. Dicen que lo han puesto allí para no perderlo…

Un recorrido por la costa asturiana (II)

Un recorrido por la costa asturiana (II)

Despierta un nuevo día en la Casa Vieja del Sastre y lo primero que hacemos es mirar por la ventana de nuestra habitación. El sol lucha por hacerse un hueco entre la maraña de nubes que cubre el horizonte. ¿Lloverá? Una ducha rápida, bajamos a desayunar y nos ponemos en marcha. Tenemos solo un día para recorrer la costa oriental y para acabar de completar nuestro particular puzzle de paisajes, pueblos y sabores por tierras asturianas.

Un recorrido por la costa asturiana: Llanes

Ya en la carretera ponemos rumbo a Llanes, nuestro primer destino. Una vez allí logramos aparcar sin problemas en los alrededores de la playa del Sablón e iniciamos la subida al Paseo de San Pedro para contemplar esta villa monumental y marinera desde lo alto. La imagen que discurre a nuestros pies es increíble. Por un lado, Llanes y la Sierra del Cuera, antesala de los Picos de Europa. Por el otro, el Cantábrico. Y en medio, una senda verde de césped que bordea los acantilados sobre el mar. Un escenario de película… Al final de este paseo está el Mirador de San Pedro que nos regala una bonita panorámica de los coloridos bloques de hormigón que protegen el muelle pesquero de Llanes. Son Los Cubos de la Memoria de Agustín Ibarrola.

Llanes desde el Paseo de San Pedro

Los Cubos de la Memoria, Llanes. Asturias

A pesar de los incendios que sufrió en la edad media y del derribo de parte de su muralla, en el casco antiguo de Llanes, declarado conjunto histórico-artístico, aún se respira el legado de su ilustre pasado. La historia de Llanes se materializa en rincones como la Plaza de Santa Ana, con el austero Palacio de Castañaga, en las casonas de indianos de la calle Concepción, en el Casino o en la Basílica de Santa María, uno de los principales hitos del Camino de Santiago a su paso por este concejo. Si vas en busca de la oficina de turismo, te llevarás una grata sorpresa. Está ubicada en el interior del torreón de defensa que forma parte de la antigua muralla medieval de la villa.

Palacio de Gastañaga, Llanes. Asturias

Casino y Ayuntamiento de Llanes. Asturias

Sidrería El Almacén, Llanes. Asturias

En nuestro caso la sorpresa fue doble porque resultó que justo al lado está la Sidrería El Almacén. Una sidrería típica asturiana a la que llegamos, una vez más, siguiendo los consejos de TripAdvisor. Queríamos tapear algo y, sobre todo, tomarnos una sidra en condiciones. Fue una buena elección. Las raciones que pedimos (ensalada, chorizo a la sidra, revuelto de setas y parrochas) estaban muy buenas y la sidra que nos ofrecieron para acompañarlas -del lagar de Viuda de Palacio-, con alma y cuerpu, como debe ser. Lo mejor de todo, sin duda, fue comprobar la maestría de los camareros que nos escanciaban la sidra sin mirar ni la botella ni el vaso. ¡Qué cracks!

Tomando sidra en Llanes, Asturias

Parrochas de la Sidrería El Almacén, Llanes

Después de comer -y para bajar un poco la sidra, todo hay que decirlo-, decidimos acercarnos a la cara más marinera de Llanes así que atravesamos el Puente de las Barqueras en dirección al paseo de San Antón. Este pequeña ruta es muy interesante porque te permite tener una visión global de la ría de Llanes, con el puerto deportivo y el pesquero, y una perspectiva distinta de Los Cubos de la Memoria. Al final de este paseo está el Faro Punta de San Antón y muy cerquita otra de las playas urbanas de Llanes: Puertu Chicu.

Puerto deportivo de Llanes. Asturias

Hablando de su litoral, he olvidado mencionar que el concejo de Llanes tiene más de 30 playas, repartidas a lo largo de sus 56 kilómetros de costa. Muchos de estos escenarios naturales han servido de platós para el rodaje de películas como Remando al viento y You’re the one (playa de Borizu), El Abuelo y El detective y la muerte (playa de Toró), Marianela (acantilados de Buelna), Historia de un beso y El Portero (playa de Barru) o El Orfanato (senda costera de Poo). Si no quieres perderte ninguna de estas localizaciones, puedes seguir los itinerarios cinematográficos que el ayuntamiento ha diseñado dentro del proyecto Llanes de cine. Tienes toda la información aquí.

Un recorrido por la costa asturiana: Ribadesella, Lastres y Tazones

De nuevo en la carretera pusimos rumbo a Ribadesella, a 31 kilómetros de Llanes. Lo que más nos gustó es la entrada al pueblo ya que vas bordeando el río Sella hasta su desembocadura. Además, nos apetecía ver en directo -y no por la tele como cada año- el escenario donde se realiza el Descenso Internacional del Sella. Si, como nosotros, no dispones de mucho tiempo, quédate con estas sugerencias: los palacetes indianos de la playa Santa Marina, las vistas panorámicas desde la Ermita de Guía y el paseo de la Grúa, en el que el gran Mingote dejó plasmada la historia del puerto de Ribadesella en seis murales de cerámica. Nota mental para la próxima escapada: visitar la Cueva de Tito Bustillo, uno de los grandes santuarios del arte paleolítico de Europa.

Ribadesella, Asturias

Después del paseo por Ribadesella nos acercamos a Lastres, un pequeño pueblo marinero que muchos ubicaron en el mapa gracias a la serie Doctor Mateo. Pertenece al concejo de Colunga y buena parte de su encanto, al igual que en Cudillero, reside en su emplazamiento: un caserío blanco de calles estrechas y empinadas que se desliza por la ladera de la montaña hasta llegar al mar. Dejar el coche no es tarea fácil, así que ármate de paciencia. Nosotros conseguimos aparcarlo en las inmediaciones del puerto por lo que nos tocó subir para disfrutar del centro de la villa  hasta que las piernas dijeron basta (todo el día dando brincos acaba pasando factura). De vuelta al puerto, nos tomamos un café en la terraza del restaurante La Rula y nos relajamos un buen rato viendo pescar a las gentes del lugar.

Lastres desde el puerto. Asturias

Pescador en Lastres, Asturias

Para despedirnos de Asturias (no un adiós definitivo sino un rotundo hasta la próxima), escogimos Tazones, un encantador pueblecito de la costa del concejo de Villaviciosa en el que mar y montaña se dan la mano. Sus sencillas casas blancas de arquitectura tradicional con coloridas ventanas y balcones de madera, sus calles empedradas, su arteria principal llena de restaurantes que huelen a pescado y marisco fresco, el pequeño puerto, la lonja… Puede sonar a topicazo, sí, pero, sinceramente, puso el broche de oro a nuestra ruta por el litoral asturiano.

Tazones, Asturias.

Rincón de Tazones, Asturias

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Un recorrido por la costa asturiana (I)

Un recorrido por la costa asturiana (I)

Por fin he podido cumplir uno de los objetivos viajeros que tenía pendientes en mi agenda desde hace tiempo: recorrer la costa asturiana. Una parte al menos porque aunque explotamos nuestro tiempo al máximo, soy consciente de lo mucho que nos dejamos por el camino. ¿Qué he traído en mi maleta de vuelta? Un pedacito de Asturias condensado en un puñado de pueblos marineros, la fuerza del Cantábrico, el increíble verdor de su paisaje, el calor y la cercanía de sus gentes y la firme decisión de que quiero volver. Esta es la crónica de mi escapada a tierra astur.

Puerto de Cudillero. Asturas

Como ya comenté en mi anterior entrada, montamos nuestra base de operaciones en Soto de Luiña, una pequeña parroquia situada a solo del 10 km de nuestro primer destino: Cudillero.

La primera impresión que nos transmitió Cudillero fue la de un pueblo marinero de postal. Un lienzo natural que la mano del hombre ha ido moldeando entre las montañas que lo abrazan dando forma a uno de los pueblos más bonitos de la costa asturiana. Mi consejo es que lo recorras con calma para no perderte ninguno de sus rincones: callejea sin rumbo, pasea por el muelle viejo hasta el faro, siéntate a tomar algo en alguna de las terrazas de la Plaza de la Marina y, sobre todo, sigue la estela de las barandillas azules para acceder a los diferentes miradores de la villa. Son escaleras de piedra muy empinadas, sí, pero el esfuerzo trae como recompensa unas vistas de Cudillero sencillamente espectaculares.

Cudillero. Asturias

Plaza de la Marina, Cudillero

En la subida a uno de estos miradores, el de Cimadevilla, me encontré con un marinero ya jubilado que se sorprendió al verme llegar casi sin resuello. ¡Si esto lo subo y lo bajo yo veinte veces todos los días! No sé cuánto tiempo pasamos charlando con Cudillero a nuestros pies pero recuerdo con especial cariño este momento. Hablamos sobre la estrecha vinculación del pueblo y del mar, sobre el «pixueto» -un dialecto del asturiano que solo se habla en Cudillero- y sobre la rabia que a este buen hombre le dan los turistas que «hacen la foto típica y salen corriendo sin ver nada más».

Panorámica de Cudillero desde el mirador de Cimadevilla.

Rincón de Cudillero, Asturias.  Marineros en tierra

Tras pasar toda la mañana en el que en su día fue el puerto más importante de Asturias, pusimos rumbo a Luarca. La entrada en la capital del concejo de Valdés fue un poco caótica. Nuestro GPS perdió el norte y nos tuvo dando vueltas hasta que decidimos apagar su voz metálica y buscar un parking como se ha hecho toda la vida: siguiendo los cartelitos. Al final conseguimos aparcar al lado de la playa. Se imponía un momento de relax frente al Cantábrico.

El Cantábrico en Luarca. Asturias

Con los ánimos más relajados empezamos a visitar la Villa Blanca de la Costa Verde. Lo primero que hicimos fue perdernos por los alrededores del puerto, recorriendo barrios de marcado carácter marinero como el Cambaral o la Pescadería, con sus estrechas callejuelas y casas blancas. En esta zona está uno de los siete puentes de Luarca que cruzan el río Negro: el Puente del Beso. Como ya habrás imaginado, detrás de su nombre hay una leyenda. La del amor imposible entre el temido pirata Cambaral y la hija del noble luarqués que logró capturarlo.

Puente del Beso, Luarca. Asturias.

  El río Negro a su paso por Luarca. Asturias

Cuando nos dimos cuenta ya eran las dos y media y estábamos sin comer así que nos dirigimos al centro, hacia la Luarca más burguesa, para comprobar si la fabada asturiana del restaurante Brasas era tan buena como la pintan en la Red. Lo es. Te dejan la sopera en la mesa y el compango que acompaña a las fabes además de generoso está buenísimo: morcilla, chorizo, tocino, lacón… Lo mejor de todo, forma parte de su menú de 10 euros así que, si tienes buen saque, puedes seguir disfrutando con los segundos y los postres. Yo solo fui capaz de probar un poco de mis escalopines al cabrales.

Fabada asturiana. Rte. Brasas. Luarca

Con el café y mapa en mano discutimos qué veríamos a continuación. Las casas de indianos del barrio de Villar, el mirador del Chano, el cementerio blanco cuya silueta nos llamó la atención nada más bajar del coche… Como suele pasar siempre que viajas, demasiadas opciones y poco tiempo. Al final optamos por despedirnos de Luarca desde su campo santo. Como ya nos había apuntado nuestra camarera, es un lugar increíble. Está prácticamente colgado sobre el mar y solo el rumor del Cantábrico se atreve a perturbar la calma que allí se respira.

Nuestro siguiente alto en el camino nos llevó hasta Puerto de Vega, un pintoresco pueblecito del concejo de Navia en el que el tiempo parece haberse detenido. Si te dejas caer por aquí, no olvides estos imprescindibles: la lonja, el mirador de la Riva -que nos recuerda su pasado como puerto ballenero-, la Iglesia de Santa Marina, la centenaria Plaza de Cupido y la Ermita de la Virgen de la Atalaya.

Puerto de Vega, Asturias.

  Estampa marinera en Puerto de Vega, Asturias.

¿Con qué imagen me quedo de este día que pasamos recorriendo la costa occidental asturiana? Me lo pones muy difícil pero seguramente escogería el Cabo Vidio, nuestra última parada en el camino de vuelta a Soto de Luiña.

El Cabo Vidio es el saliente más septentrional del concejo de Cudillero. Nosotros llegamos atravesando el pueblo de Oviñana. Una vez allí te encuentras un paisaje difícil de olvidar. No solo por sus impresionantes acantilados de casi 100 metros de altura. Con la mirada puedes recorrer el litoral occidental asturiano desde el cabo Busto hasta el cabo Peñas e incluso, según cuentan, en días despejados se ve hasta la coruñesa Estaca de Bares. Las vistas más espectaculares están detrás del faro. Eso sí, no es una senda muy recomendable si tienes vértigo porque el camino es bastante estrecho y no hay barandillas. Si te animas, podrás ver el islote del Horrión del Cabo con sus colonias de gaviotas y cormoranes.

Cabo Vidio, Asturias.

  Horrión del Cabo, Cabo Vidio. Asturias

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Hotel Restaurante Casa Vieja del Sastre

Hotel Restaurante Casa Vieja del Sastre

En nuestro último viaje a Asturias queríamos alojarnos en un hotel que nos sirviera como base de operaciones para recorrer la costa asturiana. La idea era localizar un hotel rural que estuviera lo suficientemente cerca de las poblaciones que queríamos conocer y que nos aportara la tranquilidad y el confort que uno espera cuando está fuera de casa. Todo esto y mucho más lo encontramos en la Casa Vieja del Sastre, a la que llegamos guiados por las magníficas críticas de otros huéspedes que antes que nosotros se dejaron caer por esta casona tradicional asturiana construida en 1890.

De la sastrería a la hostelería

El hotel restaurante Casa Vieja del Sastre, ubicado en Soto de Luiña, una pequeña parroquia del concejo de Cudillero, es un lugar cargado de historia en el que sus propietarias, Mar y Patricia, han realizado un estupendo trabajo de rehabilitación para convertir la antigua sastrería familiar en un hotel encantador que luce con orgullo en su fachada la “Q” de Calidad Turística.

 

Lo primero que llama la atención en este establecimiento es su decoración que nos recuerda en cada detalle los cuarenta años que estuvo funcionando como sastrería: maniquíes, pies de máquinas de coser habilitadas como escritorios, fotos antiguas del taller, cuadros de figurines… Están repartidos por toda la casona y crean un conjunto de lo más personal.

 

Decoración interior de la Casa Vieja del Sastre

Este ambiente cálido y acogedor se traslada también a sus 14 habitaciones. Cuando llegamos a la nuestra nos encontramos con dos gratas sorpresas: teníamos una galería típica asturiana con dos mecedoras (que en nuestro caso utilizamos cada mañana para planificar la ruta del día), y la wifi gratuita del hotel funcionaba estupendamente. También nos sorprendió lo impecable que estaba todo y la extraordinaria suavidad de la ropa de cama. Nota para futuros huéspedes: en la mesilla de noche encontraréis un dossier con la historia del hotel. Leedla atentamente porque merece la pena.

Habitación de la Casa Vieja del Sastre

Los fogones del Sastre

Otro de los puntos fuertes de la Casa Vieja del Sastre es su coqueto restaurante. La carta, que combina sabiamente tradición y toques innovadores, no tiene desperdicio. Aunque estuvimos a punto de sucumbir al menú de temporada otoño-invierno -con platos de setas, caza y bacalao-, al final optamos por pedir una entrada de fritos de langostino y patata con mini-bouquets de ensalada, solomillo ibérico con cebolla confitada y reducción de cola, y lubina a la espalda a la manera tradicional. Todo estaba exquisito. Fresco, cocinado con mimo y muy bien presentado.

  Restaurante Casa Vieja del Sastre

Solomillo ibérico con cebolla confitada y reducción de cola

Lubina a la espalda. Casa Vieja del Sastre

Lo mismo podemos decir del buffet del desayuno en el que cada mañana nos encontrábamos «cosinas» como rosquillas, hojaldres, pastas de mantequilla, magdalenas, bizcochos… Nosotros alternábamos esta deliciosa bollería casera con un plato de huevos revueltos con beicon que nos preparaban en el momento.

Excursiones cercanas

Además de visitar Soto de Luiña, parada clave en el Camino de Santiago de la costa, no te pierdas la cercana playa de San Pedro, los impresionantes acantilados y puestas de sol del Cabo Vidio, la playa del Silencio y, cómo no, Cudillero. Si tienes alguna duda sobre cualquier otro destino, pregunta al personal de la casa. Son unos embajadores excelentes de su tierra.

Ya lo sabes. Si buscas tranquilidad, confort, buena mesa y un staff que se desviva por hacer de tu estancia una experiencia inolvidable, recuerda este nombre: Casa Vieja del Sastre.

Ficha del Hotel Restaurante Casa Vieja del Sastre

Dirección: Los Quintos, s/n – 33156 Soto de Luiña (Cudillero). Asturias. Tel.: 985 596 190. Web.

Categoría: 3 estrellas.

Nº de habitaciones: 14 (estándar, superior abuhardillada, junior-suite), equipadas con baño completo (secador de pelo, espejo de aumento, amenities), calefacción, teléfono, televisión y caja fuerte. Todas las junior-suites y las habitaciones superiores tienen además DVD y minibar.

Servicios: Salón-biblioteca, sala polivalente (TV o reuniones), jardín-terraza, aparcamiento gratuito, restaurante a la carta, punto informático gratuito con ADSL y wifi gratis en todas las habitaciones. El hotel no dispone de ascensor pero lo compensa con servicio de equipaje a sus habitaciones.