Una de las cosas que más me gustan es ir cumpliendo mi lista de asuntos pendientes. Es una sensación fantástica que te recuerda que estás viva y que alimenta las ganas de seguir haciendo realidad tus sueños. Pues bien, hace un par de semanas conseguí cumplir uno de los que estaban en las primeras posiciones de mi inventario aventurero: volar en globo. Siempre había querido hacerlo pero, por «respeto» y falta de tiempo, la ocasión no había llamado a mi puerta. Hasta que Samsung se cruzó en mi camino y me invitó a dar un paseo en globo por Segovia para comprobar en primera persona de qué es capaz el nuevo Galaxy S4 Zoom. Fue un sí telefónico rápido y rotundo. Quería hacerlo. Iba a hacerlo.
Confieso que tras colgar me asaltaron las dudas. Los que me conocen saben que precisamente no soy una Lara Croft. Más bien soy de naturaleza patosa, tengo vértigo y si mi cuerpo decide ir por libre y marearse, se marea. ¿Me frenaron estos aspectos tan simpáticos de mi fisiología? En absoluto. Estaba en la lista y la lista nació para cumplirse. Solo necesitaba activar mi modo open-minded y dejarme llevar.
Tras un madrugón de órdago y un desayuno más bien liviano -no quería ponérselo fácil a mi estómago por si pretendía rebelarse en el momento más inoportuno-, pusimos rumbo al campo de despegue. Segovia empezaba a desperezarse en compañía de un amanecer lento, tranquilo y relajante. Curiosidad, expectación, mariposas en el estómago…
El equipo de Globos Boreal nos estaba esperando para iniciar las maniobras de montaje del globo aerostático que me permitió, nunca mejo dicho, tocar el cielo. Extender la vela, unir el quemador a la barquilla, revisar que todo funcione correctamente, empezar a inflar el globo, fotografiarnos en su interior… Cada fogonazo del quemador marcaba la cuenta atrás.
Con el globo ya listo, llegó el gran momento. Los 12 pasajeros nos subimos a bordo de la cesta de mimbre y empezamos a elevarnos. Con todos mis sentidos afanándose por captar cada instante, Segovia iba haciéndose pequeñita a mis pies. Con la sensación de que es la tierra quien se movía y no yo. Flotando suavemente en el aire. Como si estuviera suspendida dentro de una pompa de jabón. Por mucho que trate de describir ese instante, tienes que vivirlo para saber qué se siente. En mi caso, libertad, calma, emoción… «Nada de vértigo. Nada de miedo. La gente de @globosboreal lo hace todo muy fácil». Este fue uno de los primeros tuits que lancé desde las alturas.
Si te soy sincera no sé exactamente cuánto duró nuestro vuelo ni la altitud que llegamos a alcanzar. El tiempo se detuvo para mí sobrevolando la ciudad. Entre foto y foto. Feliz y emocionada. El Alcázar, la Catedral, el Acueducto… Segovia me mostraba la que seguramente sea su dimensión más impactante: a vista de pájaro.
Durante todo el vuelo, el equipo de rescate siguió nuestra travesía por tierra, atento a las directrices que nuestro piloto les marcaba por radio. Más pronto de lo que hubiese deseado, llegó el momento de empezar a descender y buscar una zona despejada y accesible para el vehículo de apoyo donde aterrizar. El aterrizaje fue muy suave y cuando quise darme cuenta ya nos habíamos posado en tierra. «¿Te ha gustado la experiencia?», me preguntó el piloto. «Sí. ¿Cuándo repetimos?«, le contesté.
Recuerdo que mientras la gente de Globos Boreal iba recogiendo la vela, desmontando el quemador y cagando la barquilla en el remolque, mi cerebro iba rápidamente anotando notas mentales a modo de telegrama: Me ha encantado. Se me ha pasado volando. Quiero volver a volar. Esto tengo que contarlo. Ojalá salgan bien las fotos…
El colofón a mi bautismo de vuelo en globo llegó con un pequeño almuerzo al aire libre y, como manda la tradición tras cada paseo en globo, un brindis con cava. ¡A tu salud!
CURIOSIDADES Y TIPS PARA VIAJAR EN GLOBO:
Los hermanos Montgolfier fabricaron el primer globo en 1.782. Los primeros pasajeros de la historia fueron un gallo, un pato y una oveja.
La capacidad de dirigir el rumbo de un globo aerostático es muy limitada. Solo accionando los quemadores para elevarlo o bajarlo se puede tratar de modificar un poco la dirección jugando con las corrientes de aire. Dicho de otro modo: sabes dónde despegas pero no dónde vas a aterrizar.
Globos Boreal fue la primera empresa autorizada en España por Aviación Civil para realizar vuelos en globo con pasajeros.
¿Vértigo? Ninguno. Como el globo se desliza dentro de las corrientes de viento con mucha suavidad, la sensación de vértigo es nula.
Vestimenta: Viste ropa cómoda y acorde con la época del año en que vas a volar. Piensa que la temperatura durante el vuelo es muy similar a la del suelo. No olvides coger una gorra y llevar calzado deportivo.
¿Cuándo volar? Durante todo el año si las condiciones atmosféricas son favorables. La mejor hora es después de amanecer ya que es el momento más estable del día.
Aterrizaje: Estate atento a las instrucciones del piloto. Guarda todos tus gadgets. Sujétate a las asas interiores de la barquilla y flexiona las piernas. Nunca saques los brazos fuera de la cesta y no salgas de la barquilla hasta que el piloto lo autorice.
Duración total de la experiencia: Calcula de 3 a 4 horas entre el montaje del globo, el vuelo, el aterrizaje, la celebración y el regreso al punto de partida.
DESMONTANDO EL SAMSUNG GALAXY S4 ZOOM
Mi pensamiento durante toda la mañana fue el mismo: en la pantalla del móvil las fotos se ven genial pero… ¿qué pasará cuando las descargue en el ordenador?, ¿mantendrán la misma calidad? A las pruebas me remito. Todas las fotos de este reportaje que llevan el logo del blog están hechas con el Samsung Galaxy S4 Zoom. Por eso, tras probarlo, puedo afirmar que la cámaracompacta de este dispositivo coreano ha superado mis expectativas. Cuenta con un sensor CMOS 16 MP, zoom óptico 10x y la función de OIS ayuda a reducir el desenfoque y estabilizar la imagen. Además, es un móvil manejable -la lente no sobresale demasiado-, funciona bastante bien en situaciones con poca luz, y su batería le da una autonomía de hasta 9 horas en modo WI-FI (odio ir buscando enchufes cada dos por tres cuando viajo). Como podrás imaginar, el nuevo smartphone de Samsung hace todo tipo de virguerías: graba en Full HD, tiene 25 modos pre-establecidos (Smart Mode), control manual, permite hacer fotos animadas, etc. En mi opinión, no es un móvil con cámara, es una cámara con Android que además te permite llamar y, por supuesto, quemar megas. ¿Un buen compañero de viaje? Sí.
«El amor es tan importante como la comida pero no alimenta». Con esta frase de Gabriel García Márquez, nos da la bienvenida el restaurante Yain, parada obligada para los incondicionales de la buena mesa y el vino que recalan en la ciudad de los Amantes y de la estrella de ocho puntas, en tierra mudéjar, en Teruel.
El Yain está ubicado en pleno casco histórico, a unos 100 metros de la Plaza del Torico, en la antigua judería turolense. Su nombre en hebreo significa vino. No podía ser otro. Estaba predestinado a llamarse así. Y es que cuando empezaron a construir el restaurante, descubrieron bajo sus cimientos los restos de una bodega judía del siglo XIV, con su trujal y susánforas de barro enterradas a modo de tinas de fermentación. Pero la vinculación del Yain con el mundo del vino va mucho más allá. Al frente de este negocio encontramos a Raúl Igual, un joven emprendedor que, a base de tesón y esfuerzo, consiguió alzarse con el premio al mejor sumiller de España en el año 2010.
Desde que abrió sus puertas, en julio de 2007, Raúl Igual y su equipo han hecho del Yain todo un referente gracias a la pasión con la que promocionan la culturadelvino y los saboresaragoneses. Plato a plato, maridaje a maridaje. Sin grandes aspavientos, con humildad y ofreciendo un trato cercano, profesional y amable que afianza y aumenta su cartera de comensales servicio tras servicio.
¿Qué sale de los fogones del Yain? Sencillamente una mezcla afortunada de tradición e innovación. Una cocina de mercado y de temporada que podemos degustar a la carta, en formato menú del día, menú degustación con maridaje, o bien, como hicimos nosotros, con el menú Rueda de Sabores. Este menú consta de tres entrantes para compartir y un segundo a elegir entre ocho platos. En función de la opción elegida, su precio oscila entre 28 y 35€ e incluye postre sorpresa, agua y copa de vino -o cerveza o refresco.
Como entrantes, pedimos ensalada de quesos y membrillo, vieira gratinada y ratatouille de verduras al horno. Los tres estaban buenísimos pero el que derritió mi paladar fue este último con sus verduritas asadas y su vinagreta de tomate y tomillo. Un bocado exquisito.
Luego llegaron los segundos. En nuestro caso, confit de pato al Oporto y jarrete de ternasco guisado. Buen producto y esmerada presentación. Para acompañar estas carnes, Raúl nos recomendó un excelente somontano de la zona de Barbastro. El dulce colofón realmente fue una sorpresa: semiesfera de chocolate con café y helado de violetas. Apetitoso y lleno de creatividad.
Como ya habrás imaginado, la bodega del Yain es una de las grandes bazas de este restaurante. Ubicada a siete metros bajo la cota del suelo, atesora con mimo en su interior una personalísima selección de caldos que nos ofrece un viaje alrededor del mundo. No solo están presentes muchas de nuestras denominaciones de origen, también hay espacio para referencias extranjeras que copa a copa nos trasladan a países como Francia, Alemania, Australia, Portugal, Italia, Hungría o Nueva Zelanda. Espumosos, generosos, blancos, rosados, tintos, dulces… Entre los cavas está uno de mis preferidos, Agustí Torelló, puro Penedès.
En cuanto al local, puedo decir que me gustó mucho la atmósfera que han creado para cobijar este capricho culinario turolense. Es acogedor, íntimo y de diseño minimalista. Manteles de hilo, vajilla y cristalería moderna y funcional, buena música de fondo… El escenario perfecto para no robar ni un ápice de protagonismo a las verdaderas estrellas del Yain: sus platos y sus vinos.
Una vez más, espero haber despertado tu curiosidad y las ganas de probarlo.
No te asustes. No estás en la web de unos grandes almacenes. Tampoco es septiembre ni tengo intención de venderte ningún fascículo. Sigues en Objetivo Viajar. ¿A qué este título, entonces? Sencillo. La semana que viene vuelvo al cole. Sin bolis de colores, ni goma, ni sacapuntas, ni transportador de ángulos, pero, como me decía mi abuelita, a escuela al fin y al cabo.
Si lo pienso bien, no deja de ser un ciclo vital previsible. Me formé como periodista en Barcelona y, ahora, tras once años viviendo en Madrid, vuelvo a las aulas para participar en uno de los cursos de verano que organiza la Fundación Universidad Rey Juan Carlos. Su título no puede ser más prometedor. La nueva comunicación viajera: Blogs y Turismo 2.0 en España.
Mi objetivo durante la semana que voy a pasar en Aranjuez no es otro que seguir formándome y reciclándome como bloguera de viajes. Como puedes leer en la presentación de este blog o consultando mi perfil en LinkedIn, siempre he escrito para medios impresos y, aunque ya llevo un tiempo comunicando o tratando de comunicar mis experiencias viajeras en este rincón de la blogosfera, sigo pensando que la reconversión al 2.0 no es tarea fácil para una juntaletras de la vieja escuela.
Hay demasiadas claves por descifrar, plataformas sociales que cribar, tecnologías que dominar… ¿A nivel autodidacta puedes conseguir estar al día? Por supuesto, muchos de los blogueros que sigo así lo hacen y además con magníficos resultados. Pero esto requiere, sobre todo en los aspectos más técnicos, tiempo y tesón que en mi caso prefiero dedicar a lo que más me gusta además de preparar la maleta: escribir. Por ello, cuando supe de la existencia de este curso de verano, no lo dudé. Debía apuntarme. Como reza un párrafo de la introducción de este curso: «los periodistas de viajes tradicionales han de adaptarse al nuevo mundo 2.0.» Ya que es mi caso, ¿por qué no dedicar una semana de mi vida a conocer la nuevas reglas de la baraja del turismo 2.0 en España?
El curso que voy a realizar, en formato de módulos temáticos, se basa en el análisis de cinco factores básicos: contenido, calidad, posicionamiento, métricas y segmentación. En Aranjuez se va a hablar del futuro de la comunicación viajera, de redes sociales, del perfil del nuevo periodista 2.0, del panorama actual de la blogosfera de viajes, de fotografía, de la relación destinos/bloggers y también de tecnología: WP, SEO, Analytics…
Y ahí voy a estar yo. Porque la vida no deja de ser un gran viaje en el que se aprende día a día. Porque en la Universitat Autònoma de Barcelona me enseñaron que la información es poder. Porque me apetece traspasar la pantalla del PC y conocer en persona a sus ponentes y porque mi mentor, Lou Grant, estaría orgulloso de mí. Lo dicho. Si me buscas, hazlo en Aranjuez del 15 al 19 de julio. Ahora te dejo, voy a preparar el uniforme…
No puedo cerrar el capítulo del blog tour internacional #cesenaticobellavita sin la consiguiente reseña del que fue nuestro hogar por unas horas: el Cesenatico Camping-Village. Como ya sabes, deberíamos haber pasado dos noches alojados allí pero el retraso del vuelo de ida hizo que nuestra experiencia campista quedase reducida a poco más de una jornada. Aun así, saqué tiempo de donde literalmente no había para hacer algunas fotografías y reunir mis impresiones sobre este camping.
El porqué de la Camping People
La historia de la Camping People empezó con la llegada de un e-mail. Era de la organización y en él había un documento adjunto con la lista de todos los blogueros participantes y el hotel en el que nos alojaríamos cada uno. La idea del Consorcio Cesenatico Bellavita era distribuirnos de forma individual en los 30 establecimientos que lo conforman, para dar así una visión lo más amplia posible de la oferta de alojamientos que tiene Cesenatico. Pues bien, las tres primeras filas del excel parecían un podium de Moto3. Liderazgo español absoluto. Sara, Alberto y yo. Éramos los únicos que íbamos a alojarnos en un camping y, además, juntos. Esta «singularidad» hizo que cuando por fin llegamos a Cesenatico, un día después de lo previsto, nos encontráramos con toda la comunidad bloguera que nos acompañaba en este viaje súper intrigada por saber quién era la Camping People. La primera vez que oímos nuestro apodo nos hizo muchísima gracia, decidimos adoptarlo como propio y el resto ya es historia.
Anécdotas viajeras al margen, vamos con la review de este camping.
Desmontando el Cesenatico Camping-Village
El Cesenatico Camping-Village es un tres estrellas situado a 1.5 km de Cesenatico que permanece abierto todo el año. Sus dos playas son un buen ejemplo del paisaje del sur de la costa adriática de Emilia-Romagna: aguas turquesas, arena fina, clima templado y largos arenales flanqueados por extensos pinares. Fue una lástima no poder disfrutarlas por lo apretado del programa y porque la climatología no acompañó demasiado -nos llovió durante buena parte del viaje.
Además hay que tener en cuenta que lo visitamos a finales de mayo y estaba a medio gas por lo que pudimos disfrutar de una tranquila estancia fuera de temporada. Aún así, fue fácil imaginar su bulliciosa y animada estampa en pleno mes de agosto, con cientos de turistas repartidos entre sus 940 parcelas, 24 bungalows de madera, 150 mobile homes y 24 cottages. ¿Enorme? Sí. 225.000 m2.
Nosotros nos alojamos en un confortable Riviera Cottage. Sus 30 m2 estaban distribuidos en una sala de estar con sofá-cama doble, cocina equipada, baño con cabina de ducha y lavabo, WC separado, 1 habitación con cama de matrimonio y 1 habitación con dos camas individuales. Todo impoluto. Lo que más me gustó fue su gran terraza cubierta. Lo que menos: las camas individuales eran bastante pequeñas y la conexión wi-fi gratuita no funcionaba nada bien.
Otro punto fuerte a destacar es la amabilidad del personal que tratamos. No tanto en la recepción -se les notaba un poco molestos con nuestra tardía llegada- pero sí en el restaurante. Como no sabíamos a qué hora volveríamos para comer, les pregunté si sería posible llevarnos nuestro menú al cottage fuera del horario de servicio de comidas. No hubo ningún problema. Nos prepararon una bandeja con los platos y bebidas y comimos tranquilamente en nuestra estupenda terraza al aire libre.
Otros detalles que sí importan
Accesibilidad: En el Cesenatico Camping-Village la accesibilidad forma parte del concepto bella vita. Las calles principales están asfaltadas y todas las zonas comunes están adaptadas. No hay barreras ni obstáculos que dificulten la movilidad por el camping. Cuenta con cabañas para personas con movilidad reducida.
Tren lanzadera: Desde principios de junio hasta finales de agosto, un tren lanzadera gratuito conecta el camping con las playas y con el centro de Cesenatico. Además, si te gusta ir en bici, puedes alquilar una.
Pet-friendly Village: Se permiten perros pequeños y otros animales domésticos. Eso sí, deben ir siempre con correa y no pueden acceder a la playa. Kiba tuvo su propio kit de bienvenida: un juguete, un recipiente para beber y un porta bolsas.
MI CALIFICACIÓN
Ubicación: 7
Alojamiento en el Cottage Riviera: 7
Limpieza: 9
Servicios e instalaciones: 7
Relación calidad/precio:7
FICHA DEL CESENATICO CAMPING-VILLAGE
Dirección: Via Mazzini, 182 – 47042 Cesenatico (FC). Italia
Servicios:Acceso directo a la playa.Wi-fi gratuito. Ambulatorio y médico de junio a septiembre. Área deportiva y recreativa (3 piscinas -abiertas desde finales de mayo a principios de septiembre-, 2 jacuzzis, campo de fútbol, cancha de voleibol, pista de tenis, petanca, parque infantil, sala de juegos). Animación. Tienda. Autoservicio de lavandería. Centro Wellness. Peluquería durante el verano. Alquiler de bicicletas. Restaurante-pizzería. Bar. Depósito de seguridad. Servicio de tren lanzadera. Programas de entretenimiento.
Todo viaje tiene un previo, un desarrollo y un después. Ahora estoy en el momento remember de mi blog tour a Cesenatico y, tal y como prometí, me dispongo a relatarte un puñado de historietas que pueden ser dignas de ser contadas (o no). Vaya por delante que voy a saltarme un poco el estilo narrativo que acostumbro a utilizar y que voy a contártelo como si te tuviera enfrente en la barra de un bar. En petite comité. O lo que es lo mismo, pienso ofrecerte la extended version que tuvieron que soportar amigos y familiares a mi regreso. ¿Mi intención? Acordarme de ello cuando pinte canas y hacerte partícipe de cómo un retraso en un vuelo puede acabar convertido en el guión de una película con aspiraciones a ser filmada por los Coen. Además, si mis abnegados allegados se echaron unas risas bien aparentes, no es justo que tú, que me lees y das vida a esta bitácora, te quedes al margen de la fiesta. Si quieres salir corriendo, ahora es el momento. ¿Te quedas? ¡Genial! Arrancamos.
Chapter 1
El vuelo (Creo que hubiéramos llegado antes nadando)
Cast: Sara, Kiba y yo
El modo más rápido para llegar a la hermosa Cesenatico es en avión. En 2h30m aproximadamente, te plantas en Bolonia desde Madrid y desde allí tienes que coger el tren (otras dos horas y pico) para disfrutar de la bella vita. El viaje es largo sí pero, tras mis dos entradas anteriores, espero haberte convencido de que esta población costera de Emilia-Romagna vale la pena y mucho.
Nosotras lo teníamos todo calculado. Aterrizaríamos en Bolonia a las 18:15. Teniendo en cuenta los 20 minutos que tarda el Aerobús en llegar a la estación de Bologna Centrale, coger el tren a Rimini de las 18:58 sería imposible pero al de las 20:06 llegaríamos de sobra. ¡Ilusas! El primer grupo de transporte aéreo en España, tercero en Europa y sexto del mundo en términos de facturación (no lo digo yo, lo dice su web), decidió regalarnos un bonito retraso de hora y media. Cuadrante al carajo.
Nos plantamos frente a la máquina expendedora de billetes a las 20:14 -miré la hora en el móvil, señoría. El último tren a Cesenatico, vía Ferrara y Ravenna, salía en dos minutos. Comprar el billete, localizar la vía…Ni Speedy Gonzales lo hubiera conseguido. Ya era un hecho. Estábamos literalmente tiradas en Bolonia. ¿Contactar con la organización del blog tour? Descartado, menuda faena hacerles recorrer 200 km para venir a buscarnos. ¿Un taxi? No creas que no se nos pasó por la cabeza, pero pagar 150€ para llegar al camping como que no. Además, ya me imaginaba la escena. Aparecemos a las mil, lógicamente ya no nos espera nadie, y acabamos despertando al vigilante de seguridad para contarle la película de que somos dos blogueras españolas que tenemos reservado un Riviera Cottage. Demasiado friki hasta para mí…
Chapter 2
Kiba’s eye (De suero fisiológico a soluzione fisiologica va un mundo)
Cast: Kiba, el farmacéutico espeso y yo
Podríamos habernos cabreado, maldecir porque las horas que íbamos a pasar en Cesenatico menguaban por momentos etc., etc. Pero no. Yo estaba en plena borrachera de sueño, un curioso fenómeno que me ocurre cuando voy mal dormida pero me lo estoy pasando genial- y decidí tomármelo toooodo con mucha calma. Al fin y al cabo estaba de viaje, tenía tabaco y Sara, esa chica que había conocido en persona seis horas antes en Barajas, resultó ser un encanto de niña que, como yo, no estaba dispuesta a que ninguna compañía aérea le fastidiase la escapada.
En esas estábamos cuando nos acordamos que antes de coger el tren queríamos pasar por una farmacia a comprar suero para la preciosa mascota de cuatro patas de Sara. Kiba tenía una pequeña infección en el ojo y nosotras, a estas alturas, todo el tiempo del mundo.
Al lado de la estación había una así que allá fui, arengada por Sara que decía que mi italiano era buenísimo. Enseguida me di cuenta que el “a little” que me respondió el farmacéutico boloñés en respuesta al manido “do you speak english?” fue más que generoso. No me entendía ni pa trás. A modo de resumen: probé con “acqua per gli occhi”, “physiologic saline solution”, le dije que tenía un pequeño “dog”, él interpretó “doc” y acabó preguntándome que si me había enviado el doctor por qué no me había dicho el nombre del medicamento… Apuff… Por mucho que lo intentaba no podía aguantar la risa. La situación era almodovariana. Tirada en Bolonia, sin saber dónde iba a dormir, comprando suero para un perro y frente a un tipo que me miraba como si fuera una marciana. No sé cómo pero acabé repitiendo de forma compulsiva “suero fisiológico”, alternándolo con algún “guau, guau” para ver si así lo pillaba. Hasta que se obró el milagro y el hombre me espetó con toda su pachorra: ”Ahhhh… Soluzione fisiologica”. No sabía si darle un beso o matarle. No hice ni una cosa ni otra. Sonreí y salí a la calle victoriosa con mi colirio en la mano.
Chapter 3
Una hamburguesa de camuflaje, Autopromotec y una expedición casi imposible (Cuando todo parecía perdido… va la cosa y empeora)
Cast: Sara, Kiba, dos buenos samaritanos, Alberto y yo
El tema de la cena lo solucionamos en un pispás. En toda estación que se precie tiene que haber un McDonald’s y la de Bolonia acataba esta premisa. Eso sí, en la puerta lucía una bonita señal de cani non ammessi. En situaciones normales hubiésemos buscado una alternativa, pero como ésta de normal no tenía nada, activamos el modo ponerse el mundo por montera, metimos a Kiba en su trasportín y que fuera lo que Dios quisiera (versión para creyentes) o lo que decida el Karma (para seguidores de Me llamo Earl). Ni se enteraron de la presencia de Kiba…
Ahora venía la prueba final de nuestro particular Pekín Express a la italiana: encontrar alojamiento. A priori no parecía nada del otro mundo y presumimos que ganaríamos nuestro amuleto sin complicaciones. ¡Zas en toda la boca! No contábamos con un duro rival: Autopromotec 2013, una feria bienal de equipamientos y productos para el automóvil que no tenía otra fecha para celebrarse que justo ese fin de semana. No bastaba con el handicap de que aceptaran a nuestro adorable perrito, además teníamos que luchar por una cama a las once de la noche.
Tras varios intentos frustrados, empecé a pensar en un plan B, C y D. El B: mandar un S.O.S. por Twitter. El C: como era viernes y estábamos en una de las ciudades universitarias por excelencia de Europa, muy mal se nos tendría que dar para no encontrar algún couchsurferopor el centro de Bolonia. El D: volver al aeropuerto y dormir allí con Alberto. Y es que el tercer integrante de la Camping People ya sabía, por la hora de llegada de su vuelo, que le iba a tocar dormir en el aeropuerto por narices. Antes de que preguntes, sí. Fue el último en salir de Madrid y el primero en llegar al Cesenatico Camping-Village. De hecho, lo sacamos de la cama cuando por fin llegamos a nuestro destino a la mañana siguiente. Así somos los blogueros. Gente abierta y sin complejos… Si hay que conocer a alguien en pijama, se le conoce y punto. Y más aún si resulta ser un crack como él. Conocimiento previo: un puñado de MD en Twitter.
Sigo. Cuando la esperanza de ver una sábana se apagaba por momentos, apareció nuestro particular ángel de la guarda nº 1. Un encantador italiano que paseaba a su cachorro. Fue él quien nos habló de una pensión cercana. Tras arrastrarnos por los 800 metros que nos separaban de ella -el cansancio era ya demoledor-, conocimos a nuestro ángel de la guarda nº 2. Estaba detrás del mostrador, materializado en forma de recepcionista. No pienses que no doy el nombre de la pensión por no hacerles publicidad gratuita. Al revés, según las normas, no admiten perros y no quiero causarle ningún problema a este buen samaritano que hizo la vista gorda con Kiba. Si quieres saber cuál era, te lo digo en privado.
Y hasta aquí nuestra precuela boloñesa. A la mañana siguiente alcanzamos nuestro objetivo y nos incorporamos, por fin, al blog tour #cesenaticobellavita. Económicamente hablando, llegar a Cesenatico fue una ruina. Personalmente y pese a todo, una gozada. Hacía tiempo que no me reía tanto. Bendita sensación, por cierto. Ya puedes levantarte de tu butaca y encender el móvil. La comedia ha terminado.
THE END
Nota mental 1: Lo poco que pude ver de Bolonia me gustó mucho. Tengo que volver.
Nota mental 2: Que nadie se confunda. La organización de este blog tour fue espléndida. Ellos no tuvieron nada que ver con nuestra odisea boloñesa.
Nota mental 3: Si me dieran un Oscar al mejor guión, en mi speech, obviamente, compartiría la preciada estatuilla con el fantástico elenco de co-protagonistas que me acompañaron en esta aventura: Sara, Albertoy Kiba.
Que no llueva mañana, que no llueva mañana, que no llueva mañana… Finalmente, nuestro mantra funcionó y, a modo de despedida, Cesenatico nos regaló una mañana de domingo apacible y soleada. Perfecta para navegar. Cuando llegamos al puerto-canal, a las nueve de la mañana, el sol, remolón y tímido, se hacía de rogar. Aun así, la ausencia de nubarrones en el cielo presagiaba que esta vez el paraguas no saldría de la mochila.
Allí estábamos los tres integrantes de dos piernas de la Camping People – Sara, Albertoy la que narra el cuento- y nuestra mascota de cuatro patas, Kiba. Aunque escudriñaba el barco con recelo y husmeaba inquieto en tierra firme, sus ojos le delataban. Le podía la curiosidad y con su mirada parecía decirnos: “me da miedo el agua sí pero, si hay que subir al barco, se sube”. Kiba, nosotros, el resto de bloggers y nuestras maletas. ¿Maletas? Sí. Sara y yo teníamos el vuelo de regreso a Madrid a las 18:45 y, tras la experiencia del vuelo de ida -próximamente en tu pantalla-, decidimos cargar con ellas hasta que llegara el momento de coger el tren rumbo a Bolonia. Queríamos exprimir las horas que nos quedaban en suelo italiano y volver al camping para recogerlas suponía una pérdida de tiempo que no quisimos asumir.
Tras asistir a la ceremonia de izado de las velas a la antigua usanza, embarcamos en una de las joyas del Museo della Marineria de Cesenatico: un trabaccolo de 1925 construido en Cattolica, una localidad de la provincia de Rímini. ¿Su nombre? Barchèt. ¿Sus medidas? 13.40 metros de eslora y 3.80 metros de manga. ¿Su magia? Está perfectamente conservado y solo sale a navegar una vez al año. Salvo este 2013, claro.
Una vez a bordo, pusimos rumbo a mar abierto. Fotos y más fotos, charlas viajeras con los demás bloggers y con la tripulación, subir mis impresiones a las redes sociales… ¡Alto! Me habían mencionado en un tuit: “The crew sayd at @objetivo_viajar: ‘we aren’t on cruise! Why you have a luggage?” Yo no me percaté que uno de los marineros me había hecho ese comentario al subir las maletas al barco y fue la simpatiquísima Liliana Monticone quien inmortalizó en 81 caracteres el momento “¿si no estamos en un crucero por qué llevas equipaje?”.
Anécdotas 2.0 al margen, la travesía, como puedes imaginar, fue magnífica. Más aún para una sirena varada en Madrid que extraña muchísimo el Mediterráneo que baña Barcelona. Seguramente por esa ansia de mar que a veces me invade, en un momento dado decidí desconectar. Olvidar por unos minutos que si estaba allí era porque estaba trabajando. No más Facebook, ni Twitter, ni Pinterest… Era mi momento. Íntimo y personal. El Adriático y yo. Y en mi cabeza, sin previo aviso, empezaron a sonar las notas de una de las canciones más maravillosas que han escuchado mis oídos, Caruso, interpretada por el maestro entre maestros, Luciano Pavarotti. Esta fue la banda sonora que mi mente escogió para detener el tiempo.
Tras el éxito de convocatoria alcanzado en 2012, con más de 85.000 participantes, arranca una nueva edición de las Rutas Culture Cocktails. Una iniciativa de la empresa Ministry of Cocktails, creada para difundir la cultura de la alta coctelería, reforzar la oferta turística y gastronómica de las ciudades que forman parte de estas rutas y difundir los atractivos de los establecimientos participantes.
El año pasado se pusieron en marcha 9 rutas de degustación de cócteles con el apoyo de los ayuntamientos, oficinas de turismo y gremios de hostelería de ciudades como Barcelona, Madrid, Ibiza o Málaga. En esta nueva edición, las rutas Culture Cocktails se amplían a 32 ciudades repartidas por casi toda la geografía española que engloban un total de 500 locales. El respaldo institucional y empresarial a este proyecto pone de manifiesto que la cultura del cóctel ha despertado con fuerza en España y que los cócteles de calidad son un recurso turístico más a tener en cuenta.
Estas rutas, además, servirán para escoger de forma popular el mejor local de cócteles de cada ciudad y para elegir, a final de año, la mejor coctelería de España en un concurso con jurado profesional. Para ello cuentan con sus propios galardones, los premios Culture Cocktails.
Para dar a conocer sus nuevas rutas, Ministry of Cocktails y la agencia Divina Comunicación organizaron el mes pasado un viaje de prensa a Granada al que tuve el placer de asistir. Fue un escapada exprés y solo pasé un puñado de horas en esta joya de Andalucía pero… ¿Acaso importa el tiempo cuando puedes volver a recorrer la Alhambra, realizar una visita guiada por el Albaicín y asistir a un espectáculo de flamenco con el recinto nazarí iluminado como telón de fondo? Tengo una deuda pendiente con Granada, lo sé, pero pronto hablaré de este destino imprescindible que el año pasado visitaron más de tres millones de turistas.
Durante la fiesta de presentación, organizada con la colaboración del Ayuntamiento de Granada, David Cárdenas, fundador de Ministry of Cocktails, y Anshuman Vohra, Ceo de Bulldog Gin internacional, entregaron al alcalde de Granada un acta notarial con la receta del nuevo cóctel que han creado en homenaje a la ciudad. ¿Quieres saber qué lleva el que ya se ha convertido en el cóctel oficial de este consistorio? 5 cl Bulldog gin, 1,5 cl de limón natural, Top Schweppes de lavanda y azahar, 1,5 cl de azúcar, 2 cl licor de cereza y unas gotas de perfume de jazmín. ¿Su nombre? Sueños de la Alhambra. ¿Su sabor? Si te apetece, tendrás que descubrirlo en Granada.
Mi primer blog tour internacional. Suena bien, ¿verdad? Para mí ha sido una experiencia única, cargada de grandes momentos imposibles de olvidar. Y es que en el fin de semana que pasé en Cesenatico, rodeada de bloggers procedentes de Irlanda, Hawaii, Nueva Zelanda California o Italia, entre otros países, por primera vez me sentí realmente parte de esta comunidad de locos viajeros que pretende acercar el mundo a todo aquel que quiera leernos.
Antes de empezar a relatar lo que dio de sí estos tres días en la ribera de Emilia-Romagna, quiero dar las gracias al Consorcio Cesenatico Bellavita -organizadores de este blog tour-, al Cesenatico Camping-Village y, en especial, a Alessandra Catania de 21Grammy por enseñarnos con tanto cariño todo lo que Cesenatico tiene que ofrecer. Y, por supuesto, a mis compañeros de aventuras, dos blogueros encantadores que se suman a mi pequeña gran familia viajera: Sara de Mindful Travel by Sara y Alberto de XprimeViajes. Y no me olvido de ti, precioso Kiba. Has sido una mascota genial y el centro de todas las miradas en este blog tour.
Si has seguido nuestro periplo italiano por Twitter, bajo el hashtag #cesenaticobellavita, ya sabrás que nuestra llegada a Cesenatico fue, digámoslo así, un poco rocambolesca. Olvídalo de momento. Ya lo trataré en un futuro post que he decidido titular “La precuela boloñesa” (tantas anécdotas, situaciones almodovarianas y risas deben ser compartidas). Ahora me pongo en modo periodista de viajes y voy a hacer mi trabajo: enseñarte Cesenatico.
Para empezar, situémonos en el mapa. Cesenatico es una localidad italiana de la provincia de Forlì-Cesena, situada junto al Adriático, entre Ravenna y Rimini. Un destino turístico tradicional de la ribera de Emilia-Romagna, cuyo atractivo va mucho más allá de sus siete kilómetros de costa. De hecho, este era uno de los objetivos de este blog tour: difundir la vertiente menos conocida de Cesenatico. Su rico pasado histórico, su política de promoción cultural, su estrecha vinculación con el mar… Pedazos de un atractivo puzzle, con piezas tan importantes como el carácter campechano y hospitalario de sus gentes y la tranquilidad que emana su pintoresco centro histórico, que pronto me dejaron claro que el ambiente que se respira en Cesenatico no es otro que la bella vita.
La identidad marinera de la que fue en su día una aldea de pescadores se materializa de forma espectacular en el centro de Cesenatico. Aquí, dividiendo la ciudad en dos, se encuentra su famoso puerto-canal, un capricho estético capaz de fulminar la tarjeta de memoria de cualquier cámara sin apenas esfuerzo. El artífice de su aspecto final fue el mismísimo Leonardo da Vinci que en 1502 acudió a Cesenatico para cumplir el deseo del Duque de Toscana, César Borgia, que anhelaba agrandar y fortalecer el puerto.
En sus márgenes, cada tramo tiene una foto, una historia que contar, un momento para ser vivido. Terrazas en las que rendirse ante un helado, restaurantes típicos, pequeñas galerías de arte, el Ayuntamiento -destruido completamente por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y cuya reconstrucción no se salvó da la polémica ya que muchos hubieran deseado que conservara su estilo original-, los pilares bizantinos que conectan las dos riberas del canal, la casa del escritor local Marino Moretti, la iglesia de San Giacomo…
La memoria de Anita y Giuseppe Garibaldi también nos acompaña en nuestro paseo. En la casa en la que el héroe nacional y su mujer encontraron refugio tras escapar de Roma, en los bustos que se alzan en la vía que lleva su nombre, y en la Piazza Carlo Pisacane, donde se encuentra el primer monumento erigido en Italia en su honor. Una estatua que nos traslada a la noche del 2 de agosto de 1848, momento en el que Garibaldi, con apenas 200 hombres, zarpó de Cesenatico para ir al rescate de Venecia, capitaneando una flota de trece barcos pesqueros.
Aún así, por muy atractivas que sean las riberas, los ojos siempre vuelven al canal para perderse entre las embarcaciones que flotan en el agua. Diez de ellas, las situadas en la parte más antigua del canal, pertenecen a la sección flotante del Museo della Marineria, el único en Italia que dispone de una “sala de exposiciones” al aire libre tan fantástica como esta. Barcos tradicionales que antaño surcaron la zona media y baja del Adriático y en cuyas coloridas velas se aprecian los símbolos de las diferentes familias de pescadores que faenaron en Cesenatico. Lo que no sabíamos es que al día siguiente navegaríamos en uno de ellos…
Ya en el interior del museo, realizamos una detallada visita por cada una de sus secciones. Allí descubrí que en el 1500 Cesenatico era el puerto más importante del Adriático después de Venecia, que los dos tipos de barcos de pesca más utilizados en los tiempos de la navegación a vela eran el trabaccoloy el bragozzo, y muchos más aspectos de la intrínseca conexión de esta población con el mar. Como curiosidad, te diré que en este museo te invitan a tocar todo lo que quieras y a hacer tantas fotos como desees. ¡Buena filosofía! También tuvimos ocasión de visitar el Antiquarium, donde nos sumergimos en el tiempo para revivir la vida cotidiana de Cesenatico en la época de los romanos.
Tras este baño cultural, pudimos conocer, y nunca mejor dicho, otro de los platos fuertes de Cesenatico: su gastronomía. Una cocina marinera tradicional, a base de pescados y mariscos frescos, en la que también hay espacio para las carnes y, cómo no, la pasta. Nuestro anfitrión fue el Ristorante-Pizzería Capo del Molo que nos regaló un elaborado bufet de degustación, regado con caldos de la región de Emilia-Romagna.
Fue una velada fantástica, llena de conversaciones viajeras, de la que salimos con mote y todo: Sara, Alberto y yo pasamos a ser The Camping People. ¿La razón? Éramos los únicos que estábamos instalados en el Cesenatico Camping-Village. De hecho, los demás bloggers estaban alojados de forma individual en el resto de hoteles que conforman el Consorcio Cesenatico Bellavita.
Que no llueva mañana, que no llueva mañana, que no llueva mañana… Con este mantra nos fuimos a dormir. Toda la mañana del sábado había llovido y temíamos que la climatología nos volviera a jugar una mala pasada y nos impidiera salir a navegar. No fue así, el tiempo nos dio un respiro y el domingo a primera hora pudimos disfrutar de una maravillosa travesía por el Adriático, a bordo de un barco de 1925. Lo dejo aquí de momento. Esta experiencia me gustó tanto que he decidido que merece un post propio en forma de fotogalería.
Tras la excursión en barco y bajo un sol radiante, nos lanzamos a deambular por Cesenatico mapa en mano. Uno de los rincones que más me llamó la atención es la Piazzeta delle Conserve. Está situada en una preciosa zona peatonal de calles pavimentadas con piedras y adoquines y se llama así porque conserva una estructura circular a modo de pozo que se utilizaba, desde el siglo XVI hasta finales del XX, como nevera para conservar el pescado y otros alimentos. En la propia plaza y en sus aledaños, hay un pequeño mercado con puestos de frutas y verduras, denominado kilómetro cero, donde los fabricantes venden sus productos directamente al consumidor. Más naturales y frescos, imposible.
Otra de las cosas que me sorprendió es la cantidad de bicis y, por tanto, ciclistas que hay en Cesenatico. Mires donde mires hay una bici. Transportando niños, a señoras a la compra, a turistas por las calles… Cesenatico es totalmente llano y, visto lo visto, desplazarse en bicicleta también forma parte de la relajada bella vita.
Una bella vita que lamentablemente llegaba a su fin y de la que me despedí saboreando la comida que nos prepararon los pescadores en las instalaciones del Museo della Marineria: un risotto que todavía recuerdo y unas sardinas a la parrilla que nos sirvieron acompañadas con la famosa piadina, un pan ázimo característico de esta zona realmente riquísimo.
Aquí finaliza la primera de mis entradas sobre este blog tour. Si te he convencido de que Cesenatico es mucho más que una città di mare, objetivo cumplido.
Próximas entradas del blog tour internacional Cesenatico Bellavita:
Que el turismo gastronómico va tomando cada vez más fuerza en nuestro país no es algo que voy a descubrir yo ahora. La razón es bien sencilla. Un paladar satisfecho es un viajero satisfecho. Por ello, cada vez son más los que planifican sus escapadas teniendo muy presente la gastronomía que van a poder degustar en el destino elegido.
Si formas parte de este grupo de gastroturistas que siempre encuentran tiempo para disfrutar de los placeres de la buena mesa, tienes un cita con Aranda de Duero durante el próximo mes de junio. ¿El motivo? La celebración de las XIII Jornadas Gastronómicas del Lechazo Asado.
Aranda de Duero, tierra de cordero y vino
La localidad burgalesa de Aranda de Duero se prepara un año más para celebrar una de las festividades culinarias más importantes de la comarca de la Ribera del Duero, las Jornadas Gastronómicas del Lechazo Asado. Una oportunidad magnífica para disfrutar de un cuarto de cordero lechal asado, como manda la tradición, en horno de leña. El menú especial que acompaña a este manjar está formado por una selección de entrantes (paté de lechazo, morcilla, hamburguesas de lechazo, etc.) y por dos productos de reconocida calidad como son la Lechuga de Medina y la tradicional Torta de Aceite de Aranda. Todo ello regado, obviamente, con los excelentes vinos de la Denominación de Origen Ribera del Duero.
Este completo y suculento menú podrás degustarlo en los diez asadores de Aranda de Duero que aparecen detallados al final de esta entrada. Su precio: 37 € por persona.
¿Qué hace que el lechazo sea uno de los platos más destacados de la gastronomía de Castilla y León y por ende de Aranda? Sin duda, su calidad y exquisito sabor. Es un cordero lechal con Indicación Geográfica Protegida (IGP), de raza churra, castellana y ojalada, pesa entre 4 y 7 kilos y se deshace en la boca desprendiendo el aroma del horno de leña en el que se ha asado poco a poco.
El cordero lechal que pude degustar en la presentación de las XIII Jornadas del Lechazo Asado de Aranda de Duero estaba delicioso. El restaurante elegido fue el Asador La Tahona de Madrid.
La visita a la capital de la Ribera del Duero te permitirá, además, disfrutar de una de las localidades con mayor tradición enogastronómica de nuestro país. Y es que en Aranda la cultura del vino y de la vid está muy presente. Para comprobarlo, solo tienes que entrar en una de las muchas bodegas subterráneas que recorren esta ciudad desde la Edad Media.
No olvides tampoco recorrer el casco histórico de Aranda de Duero. Su fisonomía es la misma que hace 500 años y guarda gratas sorpresas como la Iglesia de Santa María la Real, cuya monumental fachada sur fue inaugurada en 1515 por el rey Fernando el Católico. La Plaza Mayor, la casa-palacio de los Berdugo -magnífico ejemplo de las casonas de la hidalguía local-, la Iglesia y Museo Sacro de San Juan Bautista, y el puente medieval de las Tenerías, con su preciosa panorámica sobre el Duero, no deben faltar tampoco en tu itinerario por Aranda.
Gastronomía, folclore tradicional, patrimonio histórico, visitas a las típicas bodegas situadas bajo tierra… No lo dudes: escápate a Aranda en junio y forma parte de este festival gastronómico y cultural que cada año atrae a miles de visitantes.
Cómo llegar en coche desde Madrid: El acceso a Aranda de Duero se realiza desde Madrid por la autovía N-I, dirección Burgos. Está a 159 km. de la capital o, como dicen los arandinos, «en el kilómetro 159 del Paseo de la Castellana”.
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