Cuando volvimos a la playa de Brighton todo estaba en su sitio. La niebla había desparecido por completo, el sol bañaba el paseo marítimo y la silueta del Brighton Pier ya no era un espejismo sino un poderoso imán que captó nuestra atención de inmediato. Y es que visto desde lejos, este muelle de estilo victoriano, inaugurado en 1899, sigue conservando buena parte de su encanto.
Visitando Brighton
Una vez allí lo que te encuentras es una larga pasarela con restaurantes, bares, heladerías y tiendas de recuerdos que desemboca en un parque de atracciones construido literalmente sobre el mar. Todo muy colocado, como en un escenario de película de cartón piedra. ¿Demasiado artificial? No tanto. Basta con echar un vistazo alrededor para comprobar que la proporción turistas-lugareños está bastante equilibrada. Los primeros, enganchados a las máquinas recreativas, haciendo cola en la montaña rusa o disparando sus cámaras de forma compulsiva. Los segundos, al principio del muelle, apoltronados en las tumbonas, disfrutando de las vistas de la ciudad y tomando el sol.
Llegó la hora de comer y pese a estar en la segunda ciudad culinaria del país, con más de 400 restaurantes entre los que elegir, el ambiente marinero se impuso y optamos por barrer para casa. Gracias a Tripadvisor enseguida localizamos nuestro destino: el restaurante Aguadulce, en el nº 10 de Kings Road. Las críticas eran muy buenas y cuando vimos el reluciente grifo de Mahou sobre la barra lo tuvimos claro. Muy mal se nos tenía que dar para no comer estupendamente. Y así fue. Boquerones, ensalada, mejillones al vapor, cazón en adobo, dos cervezas y una deliciosa tarta de Santiago, gentileza de la casa, confraternizando en la lengua de Cervantes con los camareros. Imposible pedir más por £31.50.
Para reposar ese pedacito de Almería que nos había dejado tan buen sabor de boca, decidimos volver al Brighton Pier, olvidarnos que estábamos de paso y apoderarnos de las tumbonas que antes mencionaba. ¡Qué lujazo! El gentío había disminuido considerablemente y con él el atronador bullicio de un par de horas antes. El murmullo del mar, la madera crujiendo bajo nuestros pies, el intenso olor a salitre, el sol… Exacto. Acabamos dormitando en una de las mejores siestas que recuerdo como viajera (momentos como este son los que realmente perduran en la memoria y hacen que cuando los revives, como hago yo ahora, esboces una sonrisa frente a la pantalla del ordenador).
Tras nuestro particular pit stop a la española y con energías renovadas, echamos a andar por el nivel inferior del paseo marítimo con la idea de seguir descubriendo qué hace que este rincón del litoral inglés sea uno de esos imprescindibles que tienes que conocer sí o sí. Lo primero que nos encontramos fue una retahíla de tiovivos, restaurantes y chiringuitos de fish’n’chips que dan paso al Artists’ Quarter. Aquí la parada es obligatoria si quieres conocer el trabajo de los artistas locales que han transformado las antiguas viviendas de los pescadores de Brighton en coquetas galerías de arte.
Poco después llegamos a la altura del que en su día fue uno de los muelles más famosos del mundo, el West Pier. Tras sufrir varios incendios y desplomarse la pasarela que lo unía a tierra, solo queda en pie su esqueleto de hierro, testigo mudo de un glorioso pasado, allá por los años 20, en el que fue el centro de ocio de la ciudad.
Fue allí, sentados frente al viejo muelle y elucubrando cómo sería todo en aquella época, cuando nos dimos cuenta de que ya no dábamos para más. Quedaba mucha playa por recorrer y muchos rincones de Brighton por descubrir, sí, pero los siete días que llevábamos pateando Londres de arriba a bajo pesaban como una losa. Tocaba arriar las velas, deshacer nuestros pasos camino de la estación y despedirnos de Brighton como se merecía.
Para ello nos dirigimos al nº 15 de Black Lion Street, al pub más antiguo de la ciudad, The Cricketers, donde supuestamente vivió Jack el destripador antes de mudarse a Whitechapel. Un lugar con mucho encanto que se precia de servir las mejores ales de Brighton. A tu salud, Brighton. See you soon…
Más opciones en Brighton
Recorrer Kemp Town: Brighton es la capital gay del Reino Unido y tiene en Kemp Town su centro de operaciones. Este barrio está muy cerca del centro de la ciudad y es un buen lugar para alojarse ya que hay muchos bed and breakfast y elegantes hoteles-boutique. Su Brighton Pride es uno de los festivales del orgullo más importantes de Europa. Este año se celebra el primer fin de semana de septiembre.
Vivir la ciudad de noche: Si el ambiente de día es increíble, las noches de Brighton tienen que ser memorables con tantos teatros, bares, pubs y discotecas por metro cuadrado. Apunta estos nombres: El Komedia (el teatro más auténtico de Brighton, en North Laine), el Concorde 2 (un local de música en directo, en Madeira Drive) y The Evening Star (un pub con todas las variedades de cerveza que puedas imaginar situado muy cerca de la estación de tren).
Brighton en Internet
Página oficial de turismo de Brighton.
Web de la Compañía Nacional de Trenes. Para conseguir la tarifa más económica prueba varias combinaciones. Por extraño que parezca, a veces dos single salen más baratos que un return ticket. Los códigos de la estaciones son: London Victoria [VIC] y Brighton (East Sussex) [BTN].
Calendario de eventos del Brighton Dome y venta online de entradas.
Asociación de comerciantes de North Laine. Descárgate su mapa y planifica tu visita.
Todas las atracciones, restaurantes y bares que encontrarás en el Brighton Pier.
Me ha encantado el post!! Este fin de semana voy a pasar un día y vamos a hacer lo mismo punto por punto porque nos hemos enamorado de la ruta!!! ¡Gracias!
Me alegra oír eso, Clara. Ojalá os haga buen tiempo y podáis disfrutar de Brighton como se merece. Un saludo y gracias a ti por pasarte por mi rincón viajero
Apúntate el restaurante japonés Pompoko para la próxima! 😉
Gracias por la recomendación, Álvaro. Tomo nota 🙂